Salvador Allende

Discurso en el acto inaugural del VI Congreso de la Central Única de Trabajadores, CUT 


Pronunciado: El 8 de diciembre de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 3 de febrero de 2016.


Trabajadores de Santiago. Estimados compañeros y amigos Luis Figueroa y Hernán del Canto, Presidente y secretario general de la Central Única de Trabajadores. Estimados compañeros del Consejo Directivo de esta institución. Estimados compañeros delegados de los trabajadores de países amigos de Asia, Europa y América Latina. En ellos saludo a los trabajadores del mundo y a los pueblos que luchan por su independencia y por su libertad. Estimados compañeros ministros y parlamentarios populares. Dirigentes de los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular.

Esta es la primera oportunidad, la primera vez en que un Presidente de la República y sus ministros concurren al acto inaugural de un Congreso de los Trabajadores de Chile. Este solo hecho está demostrando que este es un Gobierno distinto; que está señalando que este es el Gobierno de los Trabajadores. Aquí están los compañeros ministros de los trabajadores y aquí está el Compañero Presidente de la República.

Compañeros, yo deseo que ustedes me escuchen, que no me interrumpan mucho con Aplausos. Al final me los suman todos; aunque estén dos horas aplaudiendo y posterguen un poquito el ir a tomarse un tinto y comerse un pedacito de carne. Quiero señalar la importancia de la intervención del compañero Oscar Olivares, de la Comisión Organizadora; el significativo y solidario saludo del compañero Serafín Aliaga, de la Federación Sindical Mundial, y las palabras de Hernán del Canto y Luis Figueroa.

Tanto porque ellos han hecho un resumen apretado de la labor del Gobierno, como porque ya el 4 de noviembre de este año en el Estadio Nacional informara a los trabajadores del país de la obra realizada, en esta ocasión quiero esencialmente hacer algunas reflexiones que estimo útiles y necesario que sean pensadas, analizadas, por los trabajadores de Chile.

El pueblo, a lo largo de sus luchas mantenidas durante años. Los trabajadores que supieron de la represión y la violencia. Aquellos que vivieron la violencia institucionalizada de la cesantía, de la alimentación insuficiente, de la falta de trabajo, de la imposibilidad de estudiar. Aquellos que nunca pudieron saber del contenido de la cultura. Vale decir la inmensa mayoría de los chilenos que padecía de un régimen y de un sistema injusto y que tuvo muchas veces que sufrir en la familia de los trabajadores, la violencia represiva y afianzada, la violencia constitucional. Los mineros, campesinos y obreros, los empleados chilenos supieron desde largos años lo que era la represión, y la columna Ranquil, San Gregorio, la Federación Obrera, el Salvador, la Coruña, la Población José María Caro y Puerto Montt, fueron lecciones que el pueblo no olvidó. Por eso triunfamos el 4 de septiembre del año pasado.

Triunfamos, precisamente para derrotar la violencia institucionalizada, para poner todo el esfuerzo al servicio del hombre, de la mujer, del joven y del anciano de la Patria. Para poner la economía al servicio de las mayorías nacionales. Para hacer de Chile un país independiente en lo económico y soberano en lo político. Triunfamos para poner en el centro de nuestra preocupación lo que más vale, que es la persona humana. Por eso llegamos al Gobierno y por eso estamos conquistando el poder, para que él sea ejercido por las mayorías nacionales, por el pueblo y su Gobierno.

Escuchen, es fácil no olvidar que, a lo largo de muchos años, sostuve que la realidad chilena implicaba un camino propio, un camino nuestro. Que nosotros teníamos conciencia muy clara.

La historia lo enseña. Los métodos para interpretarla por científicos señalan que es así. Cada pueblo tiene su propia realidad. Cada pueblo tiene sus propias características. Cada pueblo tiene su propia historia. Y frente a esta realidad, frente a esta claridad, frente a esta historia, frente a estas características está el camino que los pueblos deben trazarse para conquistar el Gobierno y hacer posible las grandes transformaciones económicas y sociales que reclaman imperativamente los países dependientes y explotados como los nuestros.

Siempre dije que aprenderíamos de la experiencia revolucionaria de otros países, de otros continentes, pero que Chile tendría el camino de la revolución chilena, de acuerdo a nuestra realidad: por eso hoy día señalo que este camino muestra que, por primera vez en la historia, los trabajadores conquistan el Gobierno a través del sufragio. Por primera vez en la historia es posible que se hayan unido en torno a un programa y a una voluntad de cambios, laicos, marxistas y cristianos. Por vez primera el pueblo marcha seguro de hacer la revolución chilena dentro de las normas y las características de nuestra Patria. Para darle una dimensión distinta a la vida del hombre nuestro. Para elevar sus condiciones materiales de niveles de existencia.

Para terminar con la cesantía, con el hambre, con la miseria moral y sicológica, se necesitaba esta victoria y que cada hombre y cada mujer de Chile entendiesen la profunda significación que tiene el ser revolucionario, el sentirse revolucionario, el participar en una revolución.

El programa de la Unidad Popular, destinado a combatir fundamentalmente al imperialismo para hacer posible el rescate de las riquezas que estaban en manos del capital foráneo.

Nuestro programa, que significa crear el Área Social de la economía para ponerla al servicio de Chile y los chilenos, significa lo que aquí se ha dicho: Terminar con los monopolios de producción y distribución. Exterminar el latifundio. Controlar el comercio de exportación.

Significa los cambios estructurales, que sólo pueden realizarse cuando el pueblo y la clase obrera participan directamente en el ejercicio del Gobierno y en el manejo del poder.

Por eso es que también el poder que afianzaba tan fundamentalmente el manejo de los créditos y los bancos ha llevado a la estatización de ellos, como etapa fundamental, para que efectivamente podamos nosotros aprovechar los excedentes de la economía y ponerlos al servicio de Chile, para levantar nuevas empresas, nuevas industrias, para trazar nuevos caminos, para mejorar la movilización, para levantar más casas, nuevas escuelas, para abrir más hospitales en esta etapa de transición. Para darle cultura al pueblo, acceso al descanso y a la recreación. Para que la juventud pueda ejercer el deporte y para que el anciano pueda descansar en las últimas horas de su vida angustiada y azotada desde siempre. Para eso.

Pero eso implica y representa herir los intereses de los capitales foráneos y los capitales nacionales vinculados a ellos. De allí la importancia extraordinaria que tiene el proceso chileno dentro y fuera de nuestras fronteras. Podemos decir, sin vanidad y sin orgullo, que este proceso nuestro, siendo auténticamente chileno, no sólo le interesa y le preocupa, no sólo recibimos la solidaridad de los trabajadores de continentes tan oprimidos como el nuestro, sino que a lo largo del mundo se mira la posibilidad de que este camino nuestro alcance la plenitud que anhelamos. Se sabe perfectamente bien que el proceso chileno es más difícil de construir, porque aquí lo hemos hecho dentro de los moldes de la democracia burguesa, y dentro de las leyes de la democracia burguesa. Dentro de nuestra Constitución, que no hicimos nosotros. Vamos a modificar la Constitución y a dictar las leyes del Gobierno revolucionario.

Sabemos que en otras partes no había otra posibilidad que luchar con las armas en la mano y respetamos y admiramos el heroísmo de los pueblos que así lo hicieron. El caso nuestro es distinto, pero es también una auténtica revolución. Y como dijera aquí el Presidente de la Central Única, compañero y amigo Luis Figueroa, esta revolución tiene un costo social mínimo.

Que lo oigan y que lo entiendan los que hoy día empujan la violencia. Esta revolución chilena tiene un costo social mínimo. Esta revolución chilena ha superado la tentativa funesta de quebrar nuestra economía y ha respetado la vida, los derechos de nuestros adversarios.

Cuando el crimen político apuntó en Chile, fue por culpa de ellos, en el caso doloroso del general Schneider. Y cuando al comienzo de este Gobierno, dolorosamente, se asesinó a un adversario político nuestro, el señor Pérez Zujovic, fue el Gobierno Popular, presidido por el compañero de ustedes, quien con razón inusitada descubrió a los responsables y sancionó a los que habían cometido ese delito, demostrando con ello que nosotros queremos que la revolución chilena no tenga costo social.

Pero también yo les digo desde aquí, se los digo como Presidente de Chile, repito lo que dije como candidato: Si no quieren respetar las leyes y la Constitución y quieren levantar la violencia reaccionaria, contestaremos con las leyes primero, con la justicia y también con la violencia revolucionaria.

Y que se acostumbren a pensar que este proceso es irreversible. Aquí los Yarur, los Sumar y los Hirmas no van a recuperar sus fábricas. Aquí los banqueros no van a recuperar sus bancos.

Aquí los latifundistas no van a recuperar las tierras que están en poder de los campesinos. Y todo esto hecho dentro de los cauces legales. Esto es lo que más les duele. Dentro de sus propias leyes. Esto es lo que los hace sufrir. Nunca creyeron que íbamos a aplicar de verdad las leyes.

No se imaginaron que el pueblo iba a ser Gobierno. Y eso es lo que les quita el sueño y por eso estamos presenciando hechos políticos que yo quiero detallar.

Pero antes, debo una vez más decir que éste es Gobierno de los Trabajadores, que están representados en él a través de los partidos populares, con la presencia de la CUT, de los campesinos y los obreros en los distintos estratos del Gobierno. Aquí está el Ministerio nuestro. Aquí no hay ningún abogado defensor de intereses foráneos, de monopolios y de bancos. Aquí no hay ningún terrateniente. Aquí no hay ningún empresario monopolista. Aquí hay cuatro obreros que representan partidos obreros. Aquí hay cuatro ministros que han sido acusados ya. El Ministro de Justicia, Lisandro Cruz; el Ministro del Trabajo, José Oyarce; el Ministro del Interior, José Tohá, y el Ministro de Economía, Pedro Vuskovic.

Y eso es importante que se entienda bien. Los trabajadores, a través de los partidos que los representan, partidos del proletariado y de la pequeña y mediana burguesía. Es útil entender la importancia y trascendencia histórica mundial del entendimiento, repito, entre marxistas, laicos y cristianos. Ejemplo para el mundo, la Unidad Popular chilena. No queremos exportar.

No exportamos Unidad Popular, porque para que haya Unidad Popular, es necesario que haya partidos, clase obrera organizada, movimientos de opinión pública, pero si siguen el ejemplo de la unidad del pueblo más allá de la frontera, y si otros países tienen condiciones, en buena hora que haya Unidad Popular para derrotar a la oligarquía y al imperialismo en otras tierras también explotadas.

Por eso yo quiero insistir. Los trabajadores, su organización fundamental están representados en el Gobierno, en el Consejo Nacional de Desarrollo, en los Consejos Regionales, en los organismos, en las intendencias y gobernaciones, en todas las actividades están los obreros.

Los campesinos en su Consejo con su Consejo nacional y sus consejos provinciales. Los empleados con sus organizaciones. Los maestros, factor dinámico de conciencia revolucionaria en nuestra Patria y los profesionales con conciencia social, los técnicos auténticamente patriotas y chilenos, que quieren poner su capacidad, la que les dio la universidad, que financia el pueblo, al servicio de su Patria y de los trabajadores.

Por eso, quiero también insistir. Es fundamental, indispensable el respaldo de la Central Única.

Pero la Central Única de Trabajadores no es un organismo al servicio del Gobierno ni es un organismos incondicional del Gobierno, forma parte del Gobierno porque son trabajadores los que militan en los partidos revolucionarios y en los partidos de la pequeña burguesía. Forma parte del Gobierno porque está representada en los estratos fundamentales de la Administración Pública, pero como organismo tiene autonomía e independencia. No sería yo quien aceptara, no serían los trabajadores quienes lo admitieran; la dignidad y responsabilidad de los trabajadores chilenos sabe perfectamente bien que ellos no son incondicionales a un Gobierno, sino que ellos son Gobierno y son parte fundamental del proceso revolucionario, que están con el Gobierno, porque el Gobierno cumple un programa revolucionario.

Compañeros, en ese aspecto quiero precisar claramente. El Programa de la Unidad Popular, en lo económico establece el Área Social, es decir, todos aquellos monopolios, bancos, compañías de seguros que ya les llegará la hora todas aquellas empresas que controlaban las riquezas básicas del país, forman parte del Área Social y esta Área Social representa el factor fundamental y esencial para poder desarrollar los planes que el Gobierno tiene, a fin de hacer posible romper el retraso y hacer que Chile avance rápida y presurosamente. Entonces, los trabajadores tienen que entender. Nosotros le decimos no al capitalismo de Estado. Nosotros decimos no a los gerentes burócratas. Me refiero al Área Social de la economía. Nosotros decimos no a las empresas de trabajadores. ¿Cuándo, en qué momento de la historia?

¿Cuándo los otros gobiernos hicieron viables las empresas de los trabajadores?

Hoy día, rancios señores del más inescrupuloso capitalismo quieren regalar acciones a los trabajadores, quieren que participen los trabajadores en una cuota bien dosificada en los directorios, hablan de que debe haber empresa de trabajadores. Que los empleados de bancos deben ser dueños de los bancos. Que los empleados de las empresas textiles deben ser dueños de ellas. Se callan, pero indirectamente lo insinúan, que los trabajadores de CAP sean dueños de la CAP; los del carbón, dueños del carbón y los del cobre, dueños del cobre.

¡Miren qué manera de disfrazar de capitalistas a los trabajadores! De pretender dividir a la clase. ¡Miren qué forma sinuosa de pretender distorsionar la realidad de los trabajadores! Las empresas estatizadas, las empresas nacionalizadas, el carbón, el salitre, el hierro, el cobre, el petróleo, el acero, las empresas textiles, las empresas de cemento, los bancos, son del pueblo de Chile, son de todos los trabajadores y no de un grupo de trabajadores.

Pero hay que entenderlo. Hay que entenderlo. Por eso hemos dicho no a los burócratas. En el Convenio CUT-Gobierno se establece la participación y es muy claro. En las empresas del Área Social de la economía, es la asamblea de trabajadores la que elige directamente el representante al Consejo de Administración. Es el ejemplo de Chuquicamata. ¿Cuánto se dijo ahí para que los trabajadores no eligieran su representante? Fui personalmente a explicárselo.

Estuve 48 horas en el mineral. Dialogué con los obreros y puedo decir con satisfacción que nunca antes hubo una votación en que hayan participado más trabajadores. Empleados y obreros de Chuquicamata: 3.200 votaron y democráticamente, para elegir siete representantes al Consejo de Administración, y el resultado fue cuatro hombres de la Unidad Popular y tres que no piensan como la Unidad Popular, y que nosotros respetamos en sus ideas, compañeros.

Ahora, el Gobierno va a elegir siete representantes. Pero no vamos a llevar gente de Santiago.

Vamos a elegir a siete representantes de los que trabajan en Chuquicamata. A obreros, a empleados y a técnicos para sumarlos a aquellos que eligieron los trabajadores y constituir el Consejo de Administración, donde auténticamente los obreros y los empleados y los técnicos van a dirigir la más grande empresa de cobre del mundo, compañeros.

Y los sindicatos van a seguir existiendo. Van a seguir viviendo, como decía Luis Figueroa, para plantear sus puntos de vista y sus problemas. Para que haya diálogo con sus propios compañeros de la administración. Y eso es la honestidad de nuestro procedimiento, que es la auténtica democracia que estamos ejerciendo y que por lo demás es la única que aceptaría la clase obrera chilena.

Hemos dicho más. Y se lo dije a los obreros de Chuquicamata. Y se lo repito a los obreros de Chile. Tenemos que cambiar la manera de discutir los pliegos, sobre todo en las empresas del Área Social. No se trata, ni en el Área Social ni en el área privada, que vayamos nosotros a suprimir los derechos de los trabajadores. Cuando yo era candidato: y con bastante experiencia. Cuando yo era candidato por cuarta vez, de donde se deduce que no sólo la tercera es la vencida, les dije a los trabajadores que en el Gobierno del Pueblo va a haber menos huelgas, pero no porque fuéramos a suprimir el derecho de huelga, sino porque íbamos a dialogar. Porque hay similitud de intereses, porque tiene que haber conciencia de que no se le puede dar a la clase obrera espejismos de reajustes, si hay una política de inflación o un pedido desmedido de salarios.

Por mi parte, del proceso económico general, es el proceso de reajuste, es el proceso de sueldos y salarios. Por eso en Chuquicamata y les decía a los trabajadores, y eso vale para todas las industrias del Área Social: Hagamos un reajuste del ciento por ciento más alto del sueldo base, del salario base. De las utilidades de la empresa, un porcentaje para el Estado. Un porcentaje para ser invertido en la propia empresa. Otro porcentaje, para beneficios sociales en la propia empresa. ¿Qué significa eso? Viviendas, vacaciones, guarderías infantiles, jardines infantiles, casas de cultura, deportes y un porcentaje para crear un fondo común para ser distribuido, para aumentar los sueldos y salarios en función de la producción y de la productividad.

Aquí se ha dicho y yo lo repito. La revolución implica cambiar a una minoría por una mayoría.

La revolución significa que una clase social, postergada y oprimida, toma el Gobierno y el Poder, pero esa clase social que llega al Gobierno tiene que entender que las medidas políticas tienen que afianzarse en las medidas económicas, en el proceso de desarrollo de la economía, de la producción y de la productividad.

Y por eso también he dicho que las empresas no pueden ser de los que trabajan en ellas. Las empresas son de Chile y el pueblo. Por eso también he dicho que el trabajador, empleado y técnico de una empresa del Área Social tiene la obligación de producir más para que este beneficio quede a lo largo de la Patria y sea la siembra del esfuerzo en beneficio de todos, en beneficio de la Patria, en beneficio del progreso social y económico del país.

Por eso es que también se establecen métodos especiales para dirimir las interrogantes que se crean en las empresas del Área Social, en que tienen que discutir el poder, entre administradores que representan a los propios obreros y los obreros.

Mantenemos el criterio bipartito para los problemas del área privada. Y aquí quiero decir algo que los compañeros deben entender. Trabajar para el Área Social de la economía, aumentar la producción en el Área Social de la economía es diferente a trabajar en las empresas privadas.

Aquí también queremos precisar lo que a juicio nuestro debe ser la actitud de los trabajadores y cuál es la actitud del Gobierno. En las empresas del área privada nosotros queremos aumentar la producción. Me refiero a aquellas empresas no monopólicas.

Queremos firmar convenios de producción, para garantizarles a esos empresarios privados que lo que produzcan va a ser consumido, porque tenemos confianza en que nuestro poder de compra va a ser mucho mayor en las masas populares. Pero queremos también que los sindicatos tengan conciencia, conozcan, comprendan el rodaje interno, económico y financiero y administrativo de toda empresa. Queremos que allí también haya Comité de Producción, para que sepan qué materias primas se compran, dónde se compran, a qué precios se compran, si compran o no compran materias primas, si reemplazan o no reemplazan las maquinarias obsoletas, si compran o no compran los repuestos, y queremos que el empresario de esas empresas no monopólicas obtenga una utilidad legítima, queremos que lleven la contabilidad clara, queremos también que haya una reinversión obligada de esas utilidades para aumentar la producción en la empresa, para renovar sus maquinarias y utilizar nuevos métodos.

Y queremos también que un porcentaje de esas utilidades sea invertido en el beneficio social de los trabajadores de esa empresa, en mejores comedores, en bibliotecas, en jardines infantiles, en viviendas, en veraneos y en descanso. Queremos también que haya un fondo común que sea distribuido de manera que aumente el sueldo y el salario de los trabajadores en relación con la producción, que no vaya sólo a beneficiar al empresario privado, sino también a la economía nacional y fundamentalmente a los trabajadores.

Por eso es que hay que entenderlo. Nosotros desarrollamos la economía en favor del pueblo y los trabajadores. Por eso hemos expropiado los monopolios, por eso hemos nacionalizado las empresas que explotaban nuestras riquezas esenciales y que estaban en manos del capital extranjero. Por eso es que es justo que entiendan los trabajadores que tiene que haber un equilibrio entre la demanda y la entrega de los productos que satisfagan la demanda.

Por eso es que queremos terminar con el espejismo de alzas desmedidas de salarios o de sueldos y por eso también cómo no les va a inquietar a ustedes que “El Mercurio” esté reclamando más alzas de salarios. Fíjense ustedes, el vetusto Mercurio, el centenario Mercurio, que por 99 años estuvo en contra de las demandas de los trabajadores, y ahora en los últimos 12 meses pide reajuste mucho más grandes, quiere reajustes mucho más fuertes.

Eso es lo que quieren los reaccionarios, que nosotros no atajemos la inflación. ¿Qué es lo que quieren? Que se acentúe la falta de algunos artículos, porque ahora el pueblo puede comprar lo que antes no.

Yo les puedo decir, como decía Figueroa, que este año se ha consumido más carne, ha habido que comprar mucha más carne, además sacaron por la frontera 200 mil cabezas de ganado en los primeros meses después de la elección de septiembre del año pasado. Sin embargo, falta la carne. Porque hay más poder de compra y porque muchos sectores populares, que durante generaciones nunca pudieron ver un filete o un lomo, ahora lo han podido morder, porque el pueblo y el Gobierno han hecho una política de distribución del ingreso que ha permitido a estos sectores sociales comer carne, mantequilla, jamón, cosas que nunca estuvieron en la mesa del pobre.

Pero han desatado toda una guerra sicológica. Los que tienen poder de compra en exceso, pagan en las grandes tiendas y compran no una conserva, sino una docena, dos, tres, cuatro. Si les alcanza para cinco kilos de carne, compran quince, porque tienen como guardarlos, para eso tienen refrigeradores y freezers.

Compañeros, el poder de compra de esos sectores todavía es tan poderoso, aunque el hombre que compra un auto, en la puerta lo vende, ganándose diez o veinte millones de pesos. Esa es la verdad. Y por eso es que el pueblo debe tener conciencia. Yo les puedo decir a ustedes por ejemplo, la comercialización de los cigarrillos ha aumentado en un 55% en la mayoría de las provincias de Chile. En algunos casos, como en la provincia de Concepción, el consumo de cigarrillos ha aumentado en un 48%. He estado en Magallanes y con indignación me he podido informar que en las bodegas de los pocos barcos que hay han retirado más y más chuicos de vino y barriles que nunca antes se había hecho en la historia en Chile.

Por eso compañeros, también hay que entenderlo, y se los dije en la compañía, la revolución implica un proceso moral. No queremos entregarles billetes, que si no pueden comprar con ellos algunos productos, ustedes se lancen en el camino de los vicios, y vayan a su compañero del alcohol. La peor enfermedad social es el alcoholismo en este país.

El proceso que eso implica, no sólo marca a un hombre y lo degrada, sino que inclusive lo marca en su dependencia y en sus propias capacidades de producción.

Además compañeros, entendámonos claramente. La revolución la hemos hecho para otra cosa. Por eso está bien la iniciativa que significa crear un canasto familiar. Qué bueno es que los obreros que han podido comprar los televisores y con facilidades, puedan adquirir a través de sus sindicatos las cosas fundamentales para la familia. Qué bueno es que los obreros, si les sobran unos cuantos pesos, además de alimentos y de la ropa que deben darles a sus hijos, lo usen para construir su propia casa. Qué bueno es que compren libros. Qué bueno es que vayan a ejercer cargos importantes, no sólo deportivos. Qué bueno que una moral y una nueva conciencia les vaya indicando que la revolución no se ha hecho para tomar más ni para fumar más, sino que se ha hecho para estudiar más, para vender más, para tener una buena moral y defender, sobre todo, el porvenir de Chile, por los hijos de ustedes, compañeros trabajadores.

Qué orgullo siento cuando veo los niveles de producción alcanzados por las industrias estatizadas. Qué bueno es saber cómo han respondido los trabajadores del carbón, los textiles, los del salitre, los del cobre. Qué bueno es saber que el trabajo voluntario se ha incrustado en la conciencia y en la responsabilidad de los trabajadores.

Pero todavía quedan compañeros de ese ritmo. Yo le dije en Valparaíso con pavor. Un día jueves quise hacer una encuesta: cada cien trabajadores, 52 ausentes. Lo denuncié en un acto público de Valparaíso. Denuncié que había tráfico de certificados médicos. Se tomaron las medidas y antes de un mes y medio, el ausentismo alcanzaba cifras normales que variaban entre un 4 y un 7%. Pero todavía hay una enfermedad social, y le vamos a poner término. Le van a poner término ustedes, con su propia conciencia. ¡Se acabó el “San Lunes”, camaradas!

Aquí no va a haber trabajadores que van a amanecer el lunes con el cuerpo malo. No, compañeros, la revolución es sacrificio y esfuerzo, es responsabilidad. Eso implica esforzarse más, trabajar más y producir más.

Cómo quisieran ellos que pudieran atacarnos por el lado de la economía. No han podido políticamente barrenarnos, buscan la manera de hacerlo a través de la economía. Están esperanzados en que la cosecha sea mala. Le prenden velitas a Chonchol para que falten los productos agrícolas. Creen que los campesinos van a comer el ganado y no van a sembrar.

Es cierto que ha habido errores. Dónde no ha habido errores. Toda revolución los comete.

¿Qué pueblo revolucionario no aprendió de sus propios errores? Nosotros tenemos todavía que saber que como hay oposición frontal, como controlan grandes medios de información, como controlan radios y diarios, cada error nuestro de un centímetro se convierte en un metro y cada error de un metro en un kilómetro. La influencia en el pueblo que dice: Es cierto, el diario lo dice, ¡basta! Es la falta de conciencia política y ella debe ir creándose en el pueblo, mediante el diálogo y la discusión. No puede haber ningún trabajador, no puede haber ninguna mujer del pueblo que no sepa que los problemas generales de Chile, que no sepa que sus problemas dependen del cobre o dependen de la tierra. Dependen del comercio exterior.

Dependen de la economía general del país y no del problema de su industria, de su empresa, de su hospital o de su servicio público.

Por eso, compañeros, como la hora avanza, yo no quiero sacrificarlos mucho. Además tampoco quiero que me exploten mucho a mí. Sobre todo en un día como éste. Porque si nosotros cobráramos horas extraordinarias, puchas que les saldría a ustedes en los impuestos, compañeros. Bueno, quiero decirles entonces cuál ha sido el fondo de la política económica.

Que no se olviden lo que ha dicho Luis Figueroa y lo que ha afirmado Hernán del Canto. Cómo nunca hubo un reajuste con sentido más justiciero y humano.

Compañeros, hay cosas que a mí me tocan. Pero puedo sobreponerme a la insidia, a la mentira, a la calumnia, al ataque.

Yo podría detallar lo que hemos hecho en el campo social. Lo que representa la presencia de los propios imponentes en las Cajas de Previsión. Lo que representa la creación del Consejo que permitirá innumerables beneficios. Lo que significa el estudio, que aún no hemos terminado, de un fondo único de pensiones y lo que significa el proyecto que he enviado al Congreso de un fondo único de asignación familiar.

Yo podría decirles, compañeros, cuántos obreros y empleados hay en cada Caja de Previsión, en cada organismo semifiscal y estatal. Yo podría decirles, compañeros, que hemos incorporado a la previsión a 130 mil comerciantes, a 200 mil feriantes, a 30 mil industriales y artesanos, a 70 mil transportistas, pequeños y medianos agricultores, 130 mil químicos y farmacéuticos y un número similar de dentistas. Podría decirles a ustedes que ya tenemos el proyecto de ley que incorpora a los artesanos, a los pirquineros, a los sacerdotes y a los trabajadores independientes. Yo podría decirles que pienso que en marzo o en abril del próximo año no habrá ni un solo chileno que no esté amparado por leyes previsionales que le den derecho a la defensa de la salud y a la reparación económica en caso de accidente o enfermedad.

Pero, compañeros, el tiempo avanza y quiero que ustedes mediten y piensen otras cosas. Por lo que hemos hecho, por lo que es el Gobierno Popular, nacional y revolucionario de Chile, la agresión se acrecienta. Interna y externa. Desde fuera, desde el punto de vista político, y desde el punto de vista de los intereses económicos. No se resignan a que los países pequeños, como por ejemplo el nuestro, recuperen sus riquezas esenciales. Han lanzado una campaña contra Chile por haber nacionalizado, aun dentro de los cauces legales y constitucionales, el cobre, el hierro, el acero, el carbón y el salitre. Y ahí están páginas y páginas de los diarios de todo el mundo donde hay mercenarios en contra nuestra. Por haber sentado el principio que por sobre los intereses particulares estaban los del pueblo, por haber dicho que las utilidades debían ser rebajadas del valor de la indemnización. Y que sepa el pueblo que es cierto, que no les vamos a pagar a las empresas del cobre indemnizaciones, sino a dos de ellas, la Exótica y la Andina. Pero las empresas tienen deudas por 726 millones de dólares y tendremos que pagarlas casi totalmente. O sea, que la indemnización real que vamos a pagar son 726 millones de dólares, porque estos empresarios se gastaron todas las utilidades y las inversiones son a crédito y nos han dejado las deudas y tendremos que pagarlas. Por eso, compañeros, es que tienen que entender que Chile es un país con una deuda externa que, tomando en cuenta los 726 millones de dólares, significa casi cuatro mil millones de deuda.

Compañeros, tenemos que renegociar la deuda. Queremos pagar los compromisos de gobiernos anteriores. Queremos pagar. Queremos que se cumpla la palabra de Chile. Pero queremos que nos den facilidades. Queremos que se entienda que estamos dispuestos a pagar, pero debe entenderse que un pueblo no puede vivir hipotecado, que un pueblo no puede vivir destinando un cuarenta por ciento de sus divisas a pagar intereses, queremos que se sepa que si tenemos la obligación de pagar, tenemos primero la obligación de defender la salud y la vida del pueblo de Chile, camaradas.

Y queremos pagar, en relación con las posibilidades que tenga nuestro comercio exterior. Eso debe entenderlo el pueblo y eso deben entenderlo nuestros acreedores. Y hemos hablado con ellos un lenguaje muy claro y muy franco. Por lo demás, todos los países han renegociado su deuda externa. Nosotros queremos hacerlo con un molde distinto. Y lo que nos comprometamos a pagar, lo vamos a pagar aunque sudemos tinta, camaradas, porque esa será la palabra empeñada por el pueblo de Chile y por su Gobierno revolucionario.

Primero nos combaten desde ese punto de vista, pero también nos combaten por el precedente político. Que haya habido un pueblo que haya ganado por las urnas, que haya una revolución pluralista, democrática y libertaria. Es un ejemplo que les duele demasiado. Que nosotros hayamos roto el cerco que quieren hacer contra Chile. Y que mis visitas a Argentina, Ecuador, Colombia y Perú hayan puesto en evidencia que se quiebran las fronteras ideológicas, es algo que les inquieta mucho a los que siempre han querido mandar.

Que se levante una voz de un pueblo pequeño pero digno, en las Naciones Unidas y en la OEA para plantear sus puntos de vista discrepantes a las orientaciones que haya habido antes, a ellos les pesa mucho. Que se haya abierto Chile, no sólo por derecho de ser un pueblo libre y soberano, sino porque lo querían las masas populares y el Gobierno que han permitido que en esta tierra se haya producido el abrazo de dos revolucionarios y que se hayan fundido la gran tarea de una revolución cubana y de una revolución chilena, que hayamos roto el cerco que se tendía contra Cuba y que después Fidel haya pasado a Perú y Ecuador, es algo que les duele, es algo que les pesa, es algo que los derrota, es algo que los atrofia, es algo que señala la voluntad de Chile y de los pueblos latinoamericanos para luchar por su independencia.

Por eso es compañeros, que ha arreciado la agresión internacional. Ustedes han visto, ni una sola frase. Con microscopio leemos las declaraciones internacionales. Ni una palabrita desmedida. Míster Nixon, es el señor Presidente de los EE.UU. Y nada más. Pero el pueblo debe entender. Cuando salí elegido, el señor Presidente de los EE.UU. dijo que era poco simpático. Ese es un problema de él, no un problema mío.

Y esos laboratorios que había en la Isla de Pascua se los llevaron. Perjudican los estudios climáticos. Nos quedamos callados. Invitamos al intérprete. No vino. Nos quedamos callados.

Pero se han tomado ciertas medidas para defender la economía americana y hemos tenido que decir que nos perjudica a nosotros como a todo el mundo. Cuando el dólar no es convertible es un problema que afecta al comercio de la economía de todos los países. Porque con el impuesto de un 10% a nuestras importaciones, nos perjudica duramente. Cuando se cercenan los préstamos a los países de escaso desarrollo también nos perjudica. Cuando se nos niegan los créditos para aumentar nuestra flota nacional, en un organismo multinacional, decimos que no es justo. Pero cuando el Parlamento o un grupo de parlamentarios norteamericanos discriminan la ayuda al Gobierno de Chile, decimos que no es justo.

Pero cuando dos personeros que circularon por países latinoamericanos, un señor de apellido Fink y un señor de apellido Klein, dijeron coincidiendo con el proceso de escalamiento en contra nuestra, que el Gobierno de Chile tenía las horas contadas, les decimos desde aquí que se equivocan. Les decimos desde aquí que eso es entrometerse en la vida interna de Chile. Les decimos desde aquí que se callen su lengua. Les decimos desde aquí que Chile no es tierra de nadie. Les decimos que aquí no van a venir marines a imponernos su voluntad. Les decimos desde aquí que los chilenos somos dueños del destino de Chile, camaradas.

Si nos quitan el crédito y nos quitan las ayudas nos apretaremos el cinturón. Pero por cada apretada que hagan los sectores populares; les haremos que se hagan diez apretadas los sectores reaccionarios del país.

Compañeros, ahora quiero de ustedes mucha calma. Muchos de ustedes no van a ver lo que les voy a mostrar, pero la televisión lo va a mostrar. Necesito un ayudante, dos ayudantes. Y así como la reacción internacional ha ido acentuándose, aquí dentro ha aumentado la oposición. Y yo les digo públicamente: los que no están con el Gobierno y hacen oposición dentro de los cauces legales, los respetamos. Aunque expresen puntos de vista que son injustos. Pero hay otros que tienen en la cabeza la idea de barrenar las bases de sustentación del Gobierno. Hay otros que no hacen oposición, que quieren hacer sedición, conspiración. Y a esos otros yo les digo: ándense con cuidado. Y yo le digo al pueblo, aprenda lo que está pasando. Esto de la aparición del fascismo, no es una gracia, es una realidad. Esto que rápidamente como dijo Luis Figueroa, está apuntando para crear la incertidumbre en las capas medias, a crear la incertidumbre en las capas medias, a crear la incertidumbre en los sectores de la clase media y de la burguesía.

Quieren que el taxista, el pequeño empresario, el pequeño latifundista, que tiene un pedazo de tierra de cuántas hectáreas, 30 o 40. Quieren hacer creer que vamos a suprimir toda propiedad, ya dijeron antes que las casas serían de propiedad del Estado. Ya dijeron antes que íbamos a quitarles los niños a las familias. Son los sectores pequeños burgueses los que tienen más temor a la incertidumbre. Ellos están trabajando en esos sectores. Vean ustedes. Ya no son las grandes empresas. Ya no es la SOFOFA la que llama a concentraciones en el Caupolicán.

Los nombres de los que citan no existen. Ellos están defendiendo sus intereses, presionando a sectores que nada tienen que temer, que al contrario, se van a beneficiar con el crédito y cuando mañana tengamos el poder de la distribución sin nadie que les ponga las imposiciones de antes.

Camaradas. La escalada ocurrida en la Universidad es un punto. El Gobierno ha respetado la autonomía universitaria y los enemigos no pueden acusarnos de habernos inmiscuido en los problemas de la Universidad. Nos preocupa profundamente lo ocurrido en la Universidad, por el prestigio de Chile y la propia Universidad, pero no podemos intervenir.

Yo les puedo decir que en un Consejo de ciento y tantos consejeros, el Presidente tiene dos representantes. Dos solamente. Quiero decir que nunca la fuerza pública entrará a la Universidad, porque respetamos la autonomía universitaria. Queremos eso sí, que la Universidad esté junto al pueblo, que esté por los cambios, pero eso no lo podemos imponer nosotros. Eso debe nacer de la conciencia del personal administrativo, los maestros, los estudiantes. Nosotros queremos una Universidad para el pueblo, pero eso debe decidirlo la propia Universidad, camaradas.

¿Quién citó a las señoras que concurrieron a la Alameda a golpear las ollas? Algunas ollas relucientes, compradas en la mañana de ese mismo día. ¿Quién los citó? Un organismo inexistente. Una cosa que no tiene personalidad. Y los propios partidos de oposición no tuvieron la decisión de decir nosotros somos responsables. Y ahora van a ver lo que fue esa manifestación. La van a ver los que están cerca.

Por ejemplo. En la primera fotografía. Tomada allí, en la plaza; hay diez hombres. Nueve con cascos negros, uno, el jefe, con casco blanco. Ahí está la provocación, grupos compactos, disciplinados, grupos con cadenas, con cascos. Y aquí está la otra fotografía. Ese grupo sobrepasa a un carro de Carabineros. La otra foto. Ahí están los autos, estacionados en forma de detener el tráfico en todo Santiago. Aquí hay un hombre con casco y un obrero de UNCTAD en el suelo, golpeado. Ese hombre con casco aparecía en El Mercurio como perteneciente a la Brigada Ramona Parra. Y aquí hay otro grupo con cascos, que tiene en la frente JN, Juventud Nacional. Supongo que eso dirá. Porque no creo que sea jamás nunca.

Aquí hay una señora. Fíjense bien en la señorita. Aquí hay un cincuentón. No tiene en la mano una olla. Es un laque, un laque importado, un laque especial, un laque sumamente peligroso si se golpea con él. Ese era el jefe.

Allí hay una fotografía. Eso fue en la noche. Cuando ya se había terminado la manifestación en Providencia. El caos, el desorden. Neumáticos prendidos. Cajas de cartón incendiadas.

Maderas incendiadas. Nadie podía pasar por allí. Incluso entraron a quemar el departamento del compañero Ministro de Salud, que está aquí presente.

Entonces, ¿quién desata la violencia? Vean ese jovencito. Ese jovencito que no tiene los pulmones incrustados de antracosis o silicosis, sino de marihuana, con una cadena para golpear a los trabajadores.

Compañeros, les decía hace un instante que el diario “El Mercurio” había publicado la foto de un hombre con casco diciendo que pertenecía a la Brigada Ramona Parra. Pues bien. Nosotros tenemos no sólo estas fotos que hemos mostrado, tenemos setenta fotos. Vamos a hacer una exposición en la Alameda. Vamos a hacer una exposición en todo Chile.

Esas fotos demuestran que esta gente está organizada, que está disciplinada. Mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros? Frente a esas fotos, el Secretario General de Gobierno llamó por orden mía al señor Fernando Léniz, Presidente de El Mercurio. Y le dijo, señor, vea esta foto. La vio. Vea el error cometido. Está viendo bien claro que se ha cometido un error. Rectifique el error. No lo hizo. Esperamos un día. No salió la rectificación.

Mandamos entonces cuatro fotos pagadas, para que lo hicieran como aviso. Se negaron a hacerlo. Estas son las fotos que queríamos que se publicaran. No hay nada injurioso. Ahí dice error o mentira como interrogante. Y ahí está la secuencia que demuestra quiénes golpearon al obrero, el hombre que ellos habían dicho que era de la Ramona Parra; está con una cadena en la mano para golpear al obrero, en plena calle. No publicaron el aviso. Se negaron a hacerlo.

Los que hablan de libertad de prensa. Los que han revuelto Chile, porque dicen que les vamos a quitar el papel, no han querido publicar, por orden mía, un aviso que ha mandado a publicar el Secretario General de Gobierno. Incluso que estábamos dispuestos a pagar. Se han negado a hacerlo. Y hoy día publican, en la primera página de “El Mercurio” como siempre, que seguimos presionándolos para que lo hagan. Y nosotros les decimos que tengan cuidado, porque ellos son los responsables y nosotros vamos a atajar el fascismo, camaradas.

Compañeros, yo tengo una sola mano. No les vamos a aplicar la mano dura. No los vamos a matar. No; pero el castigo que les podemos infligir, es hacerlos trabajar.

Eso sí que el pueblo tiene que estar advertido y tiene que saber hasta dónde han llegado. Son los que dicen que este Gobierno ha perdido toda autoridad. Que no hay libertad. En un país donde circulan todas las revistas, que en realidad no voy a nombrar por respeto a mí. Ellos tienen en un país latinoamericano una Central de Prensa que escribe artículos que les ponen distintos nombres como si fueran escritos en Chile, y los envían a toda América Latina. Cómo buscan compañeros, ofender a las Fuerzas Armadas. Han llegado hasta la injuria.

Yo tengo más de 30 o 40 tarjetas y circulares anónimas enviadas a Jefes de las Fuerzas Armadas y se han encontrado con la muralla de la disciplina, de la rectitud, de la honestidad profesional, de las Fuerzas Armadas y Carabineros.

Y en su desesperación han llegado a la injuria y publicaron en Tribuna, que pertenece al Partido Nacional, lo que nunca nadie antes se atrevió jamás a publicar contra las FF.AA. y Carabineros. Tuve que hacer una declaración a nombre del pueblo, para señalar al responsable, para decir con qué satisfacción contábamos nosotros con las FF.AA. y Carabineros chilenos, que responden a la tradición histórica chilena, que son fuerzas profesionales, respetuosas de la ley y gozan del prestigio y del respeto que Chile les reconoce y que son fuerzas que en este instante están junto al Gobierno, porque el Gobierno actúa dentro de la Constitución y la ley y que concuerdan que son fuerzas que se han definido por el respeto y que son fuerzas incorporadas al gran proceso de desarrollo económico nacional.

Las FF.AA. y Carabineros de Chile tienen que comprender que un país es poderoso cuando hay un pueblo culto, porque un pueblo explotado, un pueblo sin cultura, un pueblo desorientado, es un pueblo sin base, un pueblo sin capacidad de sacrificio.

Las FF.AA. serán más poderosas mientras más poderoso sea el pueblo, mientras más preparado esté el pueblo, mientras más consciente sea el pueblo; defenderemos más nuestra Patria si la amenaza extranjera se produce, porque el pueblo sabrá que esta tierra también es tierra de ellos, camaradas.

Pero, compañeros, este acto es extraordinario. Porque aquí están los representantes de la clase obrera, cosa muy importante, porque aquí se va a ver mañana en las sesiones de trabajo, la presencia combativa de los trabajadores, en su propio Gobierno.

Pero compañeros, la influencia de ellos es poderosa y no crean ustedes que esa manifestación va a quedar ahí. Ellos, más que nosotros, han movilizado sus sectores. Yo digo claramente que hay dos tipos de oposición. La que respete los cauces legales y la otra. El próximo 16 un partido político va a hacer un acto público en el Estado Nacional. Se lo vamos a ceder. Que vayan allá treinta o cuarenta mil personas. ¿Cuál es la respuesta de ustedes? ¿Cuál es la respuesta del pueblo? La respuesta del pueblo es llevar 300 mil personas a las calles de Santiago.

Quiero que se entienda bien camaradas. Yo soy el responsable. Soy el superior responsable camaradas. Ellos quisieran que yo los empujara al enfrentamiento. Ellos quisieran un bañito de sangre. Yo quiero que el pueblo esté vigilante, el pueblo organizado. No una concentración. A luchar compañeros. Todos los días. En los comités de abastecimiento, en las Juntas de Vecinos.

En cada fábrica, en cada empresa, en cada industria, en cada cuadra, un comité. Si ellos movilizan cincuenta mil personas, que lo hagan. Nosotros vamos a movilizar trescientas mil.

Pero el pueblo tiene que saber por qué lo hace. Cada partido debe quitarse su camiseta, porque hay una camiseta que une a todos los chilenos, camaradas, la de la revolución, la de la Patria humillada durante tantos años, la bandera de O’Higgins, de Recabarren, de Manuel Rodríguez. Estamos defendiendo a la revolución chilena y a su pueblo. ¡Camaradas, Venceremos con la unidad combatiente de los trabajadores de Chile!