Salvador Allende

Un mundo nuevo para Chile. Discurso en el Mineral de Cobre Andina, con ocasión del primer aniversario del Día de la Dignidad Nacional, establecido al nacionalizarse el cobre 


Pronunciado: El 11 de julio de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Es muy grato para mí estar junto a ustedes esta mañana, en un día de tanta significación para Chile y el chileno, en el Día de la Dignidad Nacional.

Quise venir a esta mina, a esta industria, a estar con ustedes aquí en “Andina”, porque reconozco que no habla venido todavía a este mineral. A pesar de que a lo largo de mi vida he recorrido muchas y muchas veces los minerales de Chuquicamata, Exótica, Potrerillos, El Salvador y El Teniente, diversas razones me habían impedido estar con ustedes. Por ello, nada puede ser para mí más grato que ésta, mi primera visita, sea precisamente en este día, que tiene tan hondo significado, no sólo para Chile sino para muchos países que al igual que el nuestro lucha o lucharán por conquistar su independencia económica, su plena soberanía.

Realza este día la presencia en este recinto de los compañeros Intendente, Gobernador y Alcalde: Nelson Ávila, Vital Ahumada y Guillermo Aquiles. Está aquí el coronel, Director de la Escuela de Alta Montaña, Gustavo Cantuarias, y el Jefe de la Segunda Zona de Carabineros, General Arturo Yovarme Zúñiga; ha venido también el compañero dirigente provincial de la Central Única de Trabajadores. Vienen conmigo, desde Santiago, los compañeros amigos Ministros Mireya Baltra, Ministro del Trabajo; el compañero Alfonso David Lebón, Ministro de Minería; el Vicepresidente de CODELCO, Jorge Arrate, quien hasta ayer era Ministro de Minería. Junto conmigo vienen los Edecanes Aéreo y Naval de la Presidencia, Comandante Arturo Araya y Roberto Sánchez.

Quiero también darles a ustedes una noticia que será grato que sepan, tenemos de visita en este mineral y están aquí junto con nosotros, mineros que han venido desde muy lejos, son mineros de Canadá. Ellos traen el saludo cordial y el afecto de los trabajadores mineros de Quebec; y se llevarán el afecto, el cariño y el reconocimiento de los trabajadores chilenos para los trabajadores de su Patria.

Es importante señalar que, así como esos compañeros vienen desde Canadá, desde otras partes del mundo, de los distintos continentes han llegado periódicamente y llegan delegaciones de obreros, empleados, técnicos, profesionales, delegaciones femeninas; vienen escritores, periodistas, artistas y científicos.

Chile atrae el interés de millones de seres humanos, que observan nuestra lucha y nuestro combate por hacer de Chile un país independiente en lo económico, dueño absoluto de su destino fraguado, comprimido con el esfuerzo de los trabajadores de nuestra Patria.

Desde más allá de nuestras fronteras, desde los distintos continentes se observa el proceso social, la Revolución chilena, que se hace de acuerdo a nuestra realidad, a nuestra tradición, a nuestra historia. Revolución que implica cambiar las estructuras económicas, trasformar la vida del hombre y la mujer de nuestra Patria, crear una sociedad distinta, igualitaria y justa, donde todos tengan las mismas posibilidades. Esto que estamos realizando tiene el acento auténtico de los chilenos, ya que en ningún otro país, hasta ahora, se ha intentado abrir camino y edificar el socialismo como nosotros lo estamos haciendo; en democracia, pluralismo y libertad.

A mí me interesa profundamente, sobre todo en este día, que los compañeros trabajadores de “Andina” -cuando digo trabajadores hablo de obreros, técnicos, profesionales y empleados-, fundamentalmente compañeras, que en número tan crecido están en esta reunión, tengan cabal conciencia de que nosotros estamos realizando una Revolución para hacer posible la construcción del socialismo. Dentro de marcos sumamente rígidos y difíciles, y dentro de leyes y de una Constitución que nosotros no hemos dictado y que es producto de una clase social, pero, respetando esas leyes, porque ése es nuestro compromiso, hemos podido rescatar para Chile las riquezas fundamentales que estaban en manos del capital extranjero.

Hemos realizado un profunda Reforma Agraria. Y en un año y meses de Gobierno hemos pasado ya los 4 millones y medio de hectáreas expropiadas.

Hemos nacionalizado los fundamentales monopolios que han de constituir junto con las empresas estatales que surgían, en el petróleo y en la electricidad, la base fundamental de nuestra economía vale decir, el área social de la economía.

Hemos nacionalizado los bancos para crear el sistema bancario nacional, para hacer del crédito un factor de progreso, para disfrutar de nuestro desarrollo y para que alcance a los sectores medios y pequeños, rompiendo lo que siempre fue en Chile, de unos pocos.

Hemos controlado el comercio de importación y exportación. En resumen, hemos dado los pasos iniciales para consolidar la base que nos permite ir levantando, lenta pero firmemente, el edificio socialista que el pueblo anhela y la realidad económica y social que Chile reclama.

¿Por qué nosotros señalamos como esencial que los trabajadores tengan conciencia de lo que significa esta lucha nuestra, este combate nuestro? Porque Chile -lo mismo que muchos otros países- forma parte del mundo en vías de desarrollo. Son países, los nuestros, económicamente dependientes y políticamente también. Son países potencialmente ricos que viven en la inquietud, la miseria, la cesantía, el hambre, la enfermedad y la incultura, donde la inmensa mayoría de las masas que los pueblan no sabe del descanso y la recreación.

Así, la vida del hombre es dura, triste y opaca. Millones de seres humanos en el fondo tienen esta existencia amarga y la vida de la mujer en esos países es aún mucho más amarga, dura y dramática que la existencia del hombre. Y los hijos del pueblo, los futuros ciudadanos, los niños, nacen marcados por la falta de alimentación, por la imposibilidad de venir a la escuela, porque no tuvieron salas-cuna ni jardines infantiles, porque no podrán desarrollarse normalmente al tener limitada su capacidad física y su capacidad intelectual.

Hay que entender la responsabilidad que implica haber asumido una posición revolucionaria para romper la dependencia económica y alcanzar la plena libertad política. Por ello pusimos siempre el acento en recuperar las riquezas fundamentales de Chile que estaban en manos del capital extranjero, entre las que siempre señalamos como la más importante al cobre.

Hoy, desde hace un año, éste es el Día de la Dignidad Nacional, e interesa comprender todo el alcance que tiene esta denominación.

El Día de la Dignidad Nacional es el día en que Chile rompe con el pasado y con el presente, hasta el año pasado. El día en que Chile es dueño de su principal riqueza, el día en que todos los chilenos toman conciencia de que el cobre es de Chile. El día en que todos entienden que este país tiene en el cobre la riqueza esencial que le permite desarrollarse, progresar, avanzar.

No puede haber ningún chileno que ignore que más del 74 por ciento de las divisas (vale decir de la moneda extranjera, en este caso el dólar) lo produce el cobre, y el 26 por ciento del Presupuesto Fiscal se financia con el cobre.

Con razón ha entrado en la conciencia de los chilenos la frase “el cobre es el sueldo de Chile”.

Efectivamente lo es.

El Día de la Dignidad Nacional significa para nosotros que hemos alcanzado la etapa esencial que abrirá nuestra independencia económica, lo cual trae aparejada la independencia política, la plena soberanía. Éste se evidencia en que el Gobierno Popular ha trazado en el campo internacional una política distinta, como lo ha hecho en el campo nacional.

Nosotros hemos expresado muy claramente: queremos tener y mantener las mejores relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países del mundo. Dueños de nuestra voluntad, hemos mantenido las relaciones que tenían los gobiernos anteriores con los países de Europa y el capitalismo, y al mismo tiempo hemos ampliado las relaciones con los países con los cuales no las había, como es el caso de la República Popular China, Corea, Guinea y, sobre todo, Vietnam. Lo hicimos con Cuba al quinto día de estar en el Gobierno, y hemos demostrado con ello que Chile no tiene fronteras, que no admitirá presiones de ninguna especie para vincularse con todos los países del mundo sobre la base del respeto a nuestros derechos.

En el campo internacional nosotros respetamos la autodeterminación, es decir, el derecho de los pueblos a elegir el gobierno que más se avenga a la voluntad mayoritaria de los pueblos, que más se avenga al deseo de esos países.

Respeto a la autodeterminación y el respeto a otros gobiernos y a no intervenir en la política interna de otros países ni aceptar que se intervenga en la nuestra.

En este primer aniversario, tenemos que hacer que entiendan todos que la dignidad no se compra, se conquista en una lucha que es muy dura. Alcanzar esa dignidad trae aparejadas dificultades muy serias, porque para conquistar la independencia económica hay intereses muy poderosos, como son, en el caso concreto del cobre, los poderosísimos intereses del imperialismo norteamericano.

Nuestro país, durante años y años, vivió y sufrió la penetración imperialista; baste señalar que durante más de 40 años -50 diría yo- Chile estuvo al margen de determinar los niveles de producción, los mercados y nunca tuvo injerencia en relación con los precios de su fundamental riqueza, que era y es el cobre.

Todos los chilenos tenemos que saber que con una inversión inicial, generosamente calculada quizás, de 13 millones de dólares a lo largo de cerca de 40 años han salido de Chile 3.900 millones de dólares que han ido a fortalecer a las grandes empresas cupríferas internacionales, o transnacionales, como se las llama.

Chile tiene que saber que esas empresas tenían un régimen interno que limitaba las posibilidades de ascenso de nuestros profesionales y técnicos.

Chile no puede olvidar que en estas minas había una separación física, una vida distinta, un pueblo diferente, una comida también distinta, una entretención diferente para los extranjeros y para los chilenos. Tampoco puede desconocer que había un porcentaje de extrajeras y un porcentaje de chilenos pagados en moneda extranjera, induciendo a nuestra gente a cambiar lo que recibían, no en el Banco Central, sino en el mercado negro, para incrementar sus ingresos. Y lo que es peor, el obrero, el técnico y el profesional chileno, al margen de entender la gran tarea que significa ser trabajador del cobre, en la más amplia acepción de la palabra, no había la emoción, la comprensión, no se alcanzaba a dar cuenta el hombre, movido por un interés personal, de lo que representa el cobre para Chile y la responsabilidad que encarna ser trabajador del cobre: obreros, mineros, técnicos, profesionales y empleados.

Si esto ocurría al hombre con cuyo esfuerzo producían las minas, ¿qué sabía la mujer del minero lo que representaba para Chile esta riqueza? ¿Cuándo una mujer de los trabajadores se informaba, llamaba, conoció, supo cuál era la responsabilidad de su compañero y su propia responsabilidad? ¿Cuándo hubo una preocupación para que estos niños, que serán mañana los técnicos, los profesionales, desde niños entendieran cuál era su obligación patriótica y nacional?

Es un mundo nuevo el que se abre para Chile y los trabajadores, fundamentalmente para el trabajador del cobre.

En este Día de la Dignidad Nacional tengo la obligación de insistir en lo que representa el paso dado por nosotros para nacionalizar el cobre, y destacar cómo los intereses heridos se han coludido, desde el campo internacional, con bastardos intereses internos para crear un frente de batalla en contra de Chile, y no sólo de su Gobierno Popular.

Si ustedes supieran queridas compañeras y estimados compañeros, de los cientos de artículos publicados en la capital de América Latina y de Europa contra Chile y contra el Gobierno Popular. Si ustedes supieran cómo se nos acusa por sólo haber cumplido con la voluntad del pueblo expresada en la aprobación unánime del Congreso del proyecto nuestro destinado a nacionalizar el cobre, modificando nuestra propia Constitución. ¡Cómo se pretende desconocer el derecho de un país a dictar sus propias leyes! !Cómo se quiere imponer que nosotros olvidemos la Constitución y el mandato que nos entregara el Congreso, para pagar indemnizaciones, cuando en realidad la compañías tuvieron tantas y tantas utilidades que, al descontar la utilidades excesivas, la indemnización, por cierto, no podía alcanzarlas! ¡Cómo se oculta y se ignora -porque se oculta y se ignora por miles y miles de chilenos- que, si bien es cierto no vamos a pagar una indemnización directa, vamos a pagar indirectamente la indemnización para hacernos cargo de las deudas que pesan sobre esas compañías que alcanzan a la elevada cifra de 726 millones de dólares!

Porque ellos tuvieron el ojo comercial de llevarse utilidades y los planes de expansión los realizaron contratando créditos que nosotros vamos a pagar, planes de expansión que por lo demás han fracasado por culpa de ellos y no nuestra. Lo hemos visto fundamentalmente en Chuquicamata y los hemos padecido en “El Teniente”. Reconozco que esta mina entró a producir tan sólo el año pasado. Desde el punto de vista técnico es la más moderna, pero hay otras en donde ya están obsoletos una serie larga de procesos o procedimientos y no tuvieron visión para acelerar la técnica y abrir caminos, y la que quisieron hacer -repito- fracasó, como es el caso del buzón de oxígeno, en El Teniente.

En esas circunstancias, Chile, todos los chilenos, a través de esfuerzo del cobre, tendremos que pagar, primero, 726 millones de dólares, y enseguida tenemos que hacer inversiones costosísimas para poder mantener la producción en los niveles que deseamos y también aumentarla.

Tengo aquí unos datos que me ha proporcionado el compañero Jorge Arrate. Es bueno que los dé a conocer a ustedes. Se ha dicho que quienes dirigen las minas en este Gobierno han fracasado. Se habla de que nosotros no somos capaces de administrar las minas del cobre. Se señala -lo que es verídico- del que las empresas cupríferas chilenas, consideradas en su conjunto, constituyen la tercera, la cuarta empresa de dimensión mundial. No hay más que tres o cuatro empresas más grandes del conjunto de todas las empresas del cobre, que si bien es cierto tienen personalidad propia en cuanto a su manejo y administración, todas, absolutamente todas, dependen y forman parte de la gran empresa que es CODELCO.

Compañeros, se sostiene que en las empresas del cobre fracasaremos. Lo primero, entonces, que hemos tenido que hacer es reclamar informes técnicos para saber en qué condiciones recibimos estas minas, para señalar la irresponsabilidad de los norteamericanos, que tuvieron la administración de ellas, como ocurre por ejemplo en Chuquicamata, donde se ha acumulado lastre sobre el anfiteatro de la mina. Tenemos que pagar 25 millones de dólares para sacar ese material y poder encontrar o buscar las otras vetas, con el agravante de que no tenemos las palas mecánicas necesarias ni tampoco los camiones de 100 toneladas para cargar este mineral.

Sabemos la falla que hay en la producción. Condenamos la insuficiencia que tiene la central que crea el potencial eléctrico. Conocemos las fallas de la ampliación y del plan que se realizó en El Teniente. Allí hay dificultades extraordinarias. Se llevaron los planes de ingeniería y no había ingenieros chilenos que conocieran a fondo, ni siquiera aproximadamente, las posibilidades futuras, los estudios geológicos, los planes de expansión, las vetas. Porque se llevaron todos sus estudios, y la verdad es que allí la ingeniería era dirigida desde fuera y los que aquí actuaban tenían que someterse a las órdenes que les impartían. A las dificultades de orden material, de orden industrial, se han agregado pues dificultades humanas.

Ha sido dura la tarea, primero por un sector llamado supervisores, y lo reconozco. Muchos de ellos han entendido este proceso, pero otros, acostumbrados a obtener ventajas materiales, se sintieron lesionados cuando obligamos a que todos los chilenos en este país ganen escudos y no haya ningún chileno que trabajando en Chile reciba moneda extranjera.

También hemos tenido dificultades con los compañeros trabajadores. Muchos han creído que las minas son de ellos porque son trabajadores del cobre. Y no es así.

Las minas son del pueblo, son de los trabajadores en cuanto ellos forman parte del pueblo, pero las minas no están para establecer un trabajador superprivilegiado en comparación con el resto de compañeros chilenos, obreros, empleados y técnicos.

Muchos han entendido este problema, pero otros todavía no lo entienden. Además, hay una intención política que denuncio claramente, sobre todo en el caso de Chuquicamata, ligado a inquietudes de orden internacional y nacional -porque es la empresa más grande de Chile-, para producir ahí una especie de polvorín que puede estallar, creando así serias dificultades económicas y sociales al Gobierno.

Esto no está ausente de la táctica que usan aquellos poderosos cuyos intereses se hieren.

Ustedes han visto publicados en los diarios norteamericanos los planes de la ITT, que tienen dos etapas. La primera es cuando quisieron impedir que yo llegara a la Presidencia, intentando inclusive penetrar hasta nuestras Fuerzas Armadas. Cuando financiaron y utilizaron malos chilenos y malos patriotas para impedir, aun con la acción violenta, nuestra presencia en el Gobierno.

¡Actitud sediciosa, artera, cobarde, criminal!, que pudo habernos llevado a una guerra civil y que tuvo su expresión máxima en el crimen y en el asesinato, cuando ultimaron al Comandante en Jefe de Ejército General René Schneider.

Los chilenos tienen mala memoria. Los chilenos no analizan. Los chilenos no profundizan lo que representaron esos meses en que tuvimos que apoyarnos en la movilización del pueblo, advertido de lo que ocurriría sobre la base y la experiencia histórica alcanzada a lo largo de la ruta de otros países y otros pueblos.

Después de fracasados en sus planes tenebrosos, los poderosos señores de la ITT denunciados, primero en Chile, por periodistas norteamericanos, y no negados por el Departamento de Estado, nos encontramos de nuevo que hace cuatro o cinco días, en Estados Unidos, se publican otros documentos con 18 puntos destinados a crear toda clase de dificultades al Gobierno, en el campo político, económico y social.

Hay obreros chilenos que tienen conocimientos sindicales sobre la base de haber sido incluidos por organizaciones sindicales internacionales manejadas desde Estados Unidos. Hay obreros chilenos que son llevados a perfeccionarse en organismos que no representan ni pueden representar los intereses de los trabajadores, porque quieren frenar su voluntad de lucha y trazar la imagen irreal de la presencia de los trabajadores en el campo de la economía; pero siempre dependiendo, subalternos, sometidos.

Hay que pensar en lo que representa la insolencia, la audacia de esas compañías transnacionales, de esas compañías que no tiene fronteras y que invierten sus capitales precisamente en los países como los nuestros, porque tienen utilidades fabulosas comparadas con las utilidades que obtienen en su propio país.

Esas son las compañías que llegan a presionar a sus gobiernos y proponerles planes subversivos. Aquí lo han intentado todo, pero se han estrellado contra dos cosas que es fundamental destacar: el sentido profesional, el sentido nacional y patriótico de las Fuerzas Armadas de Chile y de Carabineros, que son cuerpos disciplinados y obedientes, no a un hombre, sino que a la Constitución y la Ley, que son profesionales con sentido patriótico que jamás aceptarán la presión extranjera frente al interés del pueblo de Chile, frente a la dignidad de la Patria.

Hay que tenerlo presente, hay que estar todos los días mirando el enfrentamiento que se provoca en cada minuto de nuestra existencia. Porque no sólo les duele haber perdido el cobre, no sólo les duele que hayamos dictado un ley, una reforma constitucional, para ser más claro, que cercenó su pretensión de recibir grandes indemnizaciones, sino que además les preocupa extraordinariamente el hecho de que un país pequeño se haya atrevido a levantarse y decir ¡basta de la explotación imperialista! Haya dicho: ¡somos capaces los chilenos! Haya pensado que los trabajadores del cobre han entendido en su inmensa mayoría que en ellos descansa la potencia de Chile.

Compañeros, entiéndanlo bien: los países son como la familia. Una familia tiene lo que gana el jefe de familia o lo que ganan el jefe de la familia y su compañera, si ella trabaja. Hay un presupuesto. Todos los meses se sabe que ha de gastarse tanto en arriendo, en alimentos, en ropa, en luz, en los pequeños goces, el teatro, el cigarrillo. La gente gasta en esas cosas. Ese es el presupuesto familiar. Los países venden cosas y tienen que comprar otras.

El ingreso del país es el esfuerzo de los chilenos al producir los bienes que vendemos afuera, básicamente el cobre, el hierro, el salitre, algunos productos agropecuarios, la celulosa, forma parte de lo que vendamos pero fundamentalmente es el cobre.

Si Chile no vendiera cobre, si Chile no lo tuviera, si Chile dejara de producirlo, sería un drama insuperable para nosotros. No podríamos financiar la Administración Pública. No podríamos trazar nuevos caminos, levantar nuevos hospitales o escuelas. No podríamos levantar nuevas industrias.

Entonces, es fundamental que se entienda que, al igual que la familia, los países tienen su presupuesto. Y así como las familias tienen deudas, los países también las tienen. Ustedes, compañeros trabajadores. Tienen que saber que recibimos Chile con una deuda de 4.226 millones de dólares. Este año tendríamos que haber pagado en intereses y amortizaciones 410 millones de dólares. Todo lo que vamos a vender este año representa un ingreso de 1.200 millones de dólares, pero lo que tenemos que comprar en materia prima, insumo, maquinarias, repuestos, medicamentos, representa más de 1.200 millones de dólares, 1.250.

Sin considerar las obligaciones internacionales, tendríamos un déficit de 50 millones de dólares. Renegociamos la deuda externa, no vamos a pagar 410 millones, pero vamos a pagar alrededor de 200 millones, por lo tanto tenemos un déficit de más de 200 millones de dólares, cerca de 250 millones de dólares.

¿Cómo vamos a salir de esa grave situación, ya que, además, el precio del cobre ha bajado extraordinariamente?

En el gobierno del señor Frei, tomando en cuenta sus seis años de Gobierno el precio del cobre alcanzó un nivel promedio de 59 centavos, 50 centavos promedio, y hubo momentos en que el precio del cobre subió a 80 centavos la libra.

Ahora el promedio no alcanza a 47 centavos, y cada centavo representa un mayor ingreso de 20 millones de dólares. Cada centavo de mayor precio son 20 millones más o cada centavo menos son 20 millones menos.

Hemos dejado nosotros de tener 200 millones y más de dólares con que contó el Gobierno de Frei, produciendo lo mismo que nosotros. ¿Cómo sale Chile, compañeros, de este atolladero, cuando tenemos dificultades externas e internas? Cuándo tenemos un Congreso de mayoría opositora. Cuándo tenemos dificultades frente a una naturaleza hostil, como el terremoto que azotó a Valparaíso, Aconcagua y Coquimbo, cuándo recién después de 5 años disminuye la sequía en el norte, pero cuando las lluvias y los temporales han perjudicado la siembra y sobre todo nos han golpeado muy fuerte los planes de expansión avícola. Cuando la erupción volcánica y la nieve que ha caído en Santiago, en la provincia de O’Higgins y en la de Talca.

Todos estos son factores que ponen dificultades que tenemos que ir venciendo.

Pero tenemos un déficit y por eso me dirijo a ustedes. En el cumplimiento de las metas, en la producción del cobre está basada nuestra posibilidad de defendernos de los déficits que tenemos y marchar con tranquilidad hacia el futuro. Si fallaran los trabajadores del cobre, si no cumplieran, si no se esforzaran por alcanzar las metas, si no tuvieran conciencia de que el cobre es el sueldo de Chile, y el sueldo de ustedes, sería imposible que esta revolución triunfara, compañeros.

Si esta revolución fracasara, sería la amargura y la decepción de millones de hombres en el mundo que miran esta revolución que no tiene costo social, hecha en pluralismo, democracia y libertad, con respeto a todas las ideas y a todas las creencias. Revolución que tiene un contenido humano que nadie puede negar, donde con respeto a la jerarquía, existe el diálogo y la represión, porque, si hay algo que tengo que cuidar, compañeros, si es que termino mi mandato, será con mis manos limpias de peculado y de sangre, porque soy el Compañero Presidente y no el Presidente.

Por eso, es indispensable que me entiendan, y aquí está lo que me ha dicho el compañero Vicepresidente de CODELCO: Jorge Arrate: entre julio del 71 y julio del 72 produjimos 580 mil toneladas métricas, produjimos más que el año 70 y el 71. Hemos vendido 525 mil toneladas, con un ingreso de 500 millones de dólares. Hemos tenido que comprar cerca de 50 millones en piezas, equipos diferentes, repuestos. Hemos invertido 15 millones de dólares en proyectos terminados y tenemos 75 millones de dólares en proyectos en ejecución. Tenemos en perspectiva la planta de colada continua de Antofagasta, que permitirá cuadruplicar sobre todo la producción de alambre. La planta de ácido sulfúrico, con un valor de 20 millones de dólares. Se pierde el gas en Chuquicamata y tenemos que aprovecharlo para la planta de ácido sulfúrico.

Ya se ha formado una nueva empresa para explotar los yacimientos de El Abra y Pampa Norte, cerca de Chuquicamata. Eso podría significar una producción de 400 mil o más toneladas, pero hay que buscar el financiamiento, compañeros.

En días pasados, el compañero Vicepresidente de CODELCO y el compañero Vicepresidente de ENAMI, llamados por mí, expusieron la realidad de la producción, tanto de la gran minería del cobre como de la pequeña y la mediana. Nos encontramos, por ejemplo, en el caso concreto que en realidad han llegado a porcentajes aceptables de las metas, Exótica, El Salvador, El Teniente y La Andina. Andina debe producir aproximadamente 60 mil toneladas anuales de concentrado. Andina ha alcanzado un 96 por ciento de la meta fijada. Felicito a los trabajadores de Andina, con el 96 por ciento de la meta fijada; esto es altamente satisfactorio.

Cuarenta y seis por ciento de la meta es altamente satisfactorio. En nombre de Chile y del pueblo, los felicito cordialmente, compañeros, obreros, técnicos y profesionales de Andina.

Ustedes merecen ser destacados por su trabajo y por su responsabilidad.

Necesitamos que se entienda que ser revolucionario implica una obligación mayor. El socialista militante de la Unidad Popular, el que se dice militante de partido revolucionario, el que se siente formando parte de este Gobierno, representado en él, no, sino formando parte de él, tiene una obligación mucho mayor todavía, ¡mucho mayor todavía!

Cuántas veces, con amargura, me he referido a conflictos que se desatan con mucha frecuencia en Chuquicamata. Hemos arreglado con pliegos de peticiones, no hubo huelga en Chuquicamata. ¡Cómo es de satisfactorio para nosotros que no hubiera huelga! Pero después de arreglado el pliego han habido más de 20, cerca de 30 paros parciales en distintas secciones. Eso ya representa una merma, una disminución apreciable en la producción. Ya se han perdido por esos paros parciales cerca de 14 millones de dólares, ¡Cuántas escuelas, cuántas guarderías infantiles, cuántas salas-cunas, cuántas bibliotecas, cuántas canchas deportivas se habrían podido construir con esos 14 millones de dólares que hemos perdido!

Fíjense ustedes, compañeros, con 14 millones de dólares se habría construido -pienso yo- casi la totalidad de las guarderías infantiles que Chile necesita.

Si los hubiéramos dedicado a las canchas deportivas, sin hacer grandes estadios, sino canchas deportivas, habríamos construido mil, dos mil o tres mil canchas deportivas para nuestros muchachos.

Si hubiéramos dedicado esos 14 millones de dólares a la Educación, a comprar proyectores cinematográficos, a comprar películas educativas, libros, juguetes didácticos, habríamos abastecido todas las escuelas de Educación Básica de nuestro país.

Con 14 millones de dólares podríamos haber levantado, compañeros, cuántos talleres, para que los Centros de Madres produjeran.

¡Cómo podríamos haber estimulado la pequeña industria casera! Aquí, en este mineral, ¿qué hacen las compañeras? ¿Qué hacen compañeras, aquí, donde hay nieve durante meses, a veces? ¡Qué bueno sería tener para ellas talleres! ¡Cómo les gustarla a ellas disfrutar de tres o cuatro horas al día, fuera de las que ocupan en la casa, en tejer en máquinas, en telares, chambas para los niños de Chile, que además se las podría comprar el Estado para regalarlas!

Compañeros, he estado hace dos meses en Concepción; fui allá por los temporales y pasé también a la provincia de Bío-Bío. Estuve en la ciudad de Concepción y en la ciudad de Los Ángeles. Fui en automóvil. Hice parar el vehículo y me quedé mirando las niñitas que salían de una escuela primaria, en Concepción. Las conté. Salieron 140 chicas; sólo siete llevaban impermeables, ¡siete llevaban impermeable, y llovía torrencialmente!

En Los Ángeles, de un curso que salió, ninguna llevaba impermeable, ¡ninguna llevaba impermeable! ¡Cuántas de esas muchachas tiene un solo abrigo! ¿Qué representa un abrigo humedecido trasminado por el agua? ¿Cuándo se demora en secarse? ¿Qué representa la ropita de muchachitos como éstos, que no tienen más que uno o dos trajes? Si tiene dos trajes, al día siguiente tiene que ponerse el que está seco y colgar el otro al sol. ¿Qué significa? Que es candidato a la gripe, candidato a la tuberculosis, seguramente. ¿Puede aprender un niño, puede jugar un niño entumecido de frío? ¿Puede un Gobierno y puede un pueblo ser indiferente a estas cosas si son los hijos de ustedes? Porque son hijos de trabajadores, son ustedes los que tienen esta vida y este destino.

Habríamos dado un impermeable a todos los niños de Chile, con los 14 millones de dólares.

Podríamos tener talleres para que las compañeras cosieran la tela que nosotros podríamos mandarles. Haciendo cálculos, usando no una tela sino un producto sintético, ¿saben ustedes a cuánto puede salir un impermeable? ¡A 15 escudos!

¡Qué minero, qué trabajador, que madre, no va a poder tener 15 escudos! Por último, compañeros, se lo damos gratis, no sólo por sentido humano, sino que porque economizamos dinero. La hospitalización de cualquier persona en Chile representa hoy 120 escudos diarios, 120 mil pesos al día, y un impermeable vale 15 mil pesos.

¡El próximo año no habrá un niño en Chile, mientras yo sea Presidente, que no reciba un impermeable y un par de botas, compañeros!

Pero para eso hay que organizar la producción. Fíjense ustedes, hasta esta altura de la vida, ¿qué pensarían los compañeros mineros de Canadá? Ahí hay un compañero minero, dirigente sindical. No ha vuelto a trabajar a las minas. No lo dejan entrar porque dirigió una huelga. “En todas partes se cuecen habas”, compañeros.

¿Qué pensarían si con el clima que hay en Canadá los niños no tuvieran impermeable, no tuvieran zapatitos de goma? No podrían vivir, compañeros. En Chile también, es cierto que no tenemos nieve como la tienen ellos. Hay que crear las condiciones, pues las industrias nuestras nunca produjeron con ese sentido social y por eso hemos tomado esas industrias para producir fundamentalmente para las necesidades del país. Tenemos que crear la posibilidad de producir. No se puede producir de la noche a la mañana 500 mil o 600 mil impermeables; se necesitaría la labor de las mujeres, para coser el material sintético que se mandaría cortado. Es una labor que enaltece a la mujer chilena.

¡Cuántas cosas podrían hacerse con un poco de imaginación! Sé que el compañero Salomón Tarud tendrá que preocuparse de eso, y si no se ha preocupado lo hará. ¡Y va a preocuparse por propia iniciativa o por exigencia mía para que tengan las compañeras trabajo!

Están acostumbrados a hablar de los mineros y se olvidan de las mineras. Se olvidan de las mineras, que son ustedes, se olvidan de los tiempos duros, cuando había “ollas comunes” en el salitre y aun en el cobre. ¡Qué harían estos viejos si ustedes no hacen el “puchero”! Les voy a decir una cosa para que aprendan ustedes y si es necesario, compañeros, lo pongan en práctica.

El año pasado los compañeros de El Teniente se pusieron duros. Presentaron su pliego de peticiones, como siempre, con el “tejo pasado”. Los llamamos, conversamos, discutimos, les propusimos una buena fórmula: no aceptaron. Vuelven al mineral: ¡huelga! Entonces, dijeron: “Vamos a hablar con el compañero Presiden te”. Les dije: “No, primero vuelvan al trabajo y después hablamos”. No vieron a Santiago, cumplieron once días de huelga. A los 11 días, ¿Qué pasó? Se reunieron las compañeras y dijeron: “¿Qué se han imaginado estos viejos? ¿Están en huelga contra el Gobierno del compañero Allende? Si no es contra las compañías norteamericanas, es contra el compañero Allende. O vuelven al trabajo o no cocinamos”. Y mansitos volvieron al trabajo. Al día siguiente fui al mineral a agradecerles a las compañeras y también a los compañeros. Porque debo reconocer que estando en huelga, y una huelga legal, hicieron trabajo voluntario. Recuperaron cerca de 500 dólares. Limpiaron las maquinarias, pintaron campamento, o sea, inclusive, estando en huelga tuvieron otro espíritu. Sin rencor volvieron al trabajo y comprometieron devolverme trabajando extraordinariamente los once días y se conformaron con la cifra que les habíamos dado, con el reajuste que les habíamos fijado. Porque entendieron los compañeros que si nosotros no les pagamos más no es porque no queramos; la plata no es nuestra, a mí no me duele pagarles, aparentemente. Yo quisiera pagarles todo lo que ustedes quisieran recibir, pero no se puede. Se los he dicho: estamos en el límite -óiganlo bien-, en el límite de los costos de producción, sobre todo, en algunos minerales. Si el cobre llega a 45 centavos la libra, perdemos plata, ¡Esto tienen que entenderlo los empleados, los técnicos, los profesionales, los obreros del cobre!

He visto con mucho agrado y he escuchado con mucho interés a los compañeros Bernabé Quiroga, Cosme Morales, Enrique González y Osear Moya; ellos representan organizaciones sindicales y agrupaciones.

El compañero Moya representa la expresión política: él habló y posteriormente, como dirigente radical, quiso estar aquí y me ha acompañado. Lo nombré para destacar que vino mi estimado amigo, Presidente del Partido Radical, Senador por O’Higgins y Colchagua, Anselmo Sule, quien está junto con nosotros. Además, es un hombre que sabe decir las cosas y que viste un chaleco rojo. Está la compañera del Senador Anselmo Sule, para quien pido un aplauso de los mineros.

Los cuatro dirigentes y el compañero Moya han coincidido en sus planteamientos. Qué bueno es haber escuchado los planteamientos que expusieron.

Antes de empezar, le pregunte al compañero Tarud cuántos van a hablar. Cinco, me dijo, ¡Ah, no! Me voy yo. No, me dijo, van a hablar cortito, Presidente. Efectivamente, hablaron corto, pero corto y contundente, que es lo importante. ¿Por qué? Después comprendí lo bueno que había sido escucharlos, porque todos en el fondo han reafirmado el orgullo de ser chileno, el orgullo de ser trabajador del cobre, la decisión de hacer producir, aumentar, la producción.

Han planteado el respeto a la capacidad, han señalado que yerra quien no lo entiende así. Los hombres de izquierda tienen que entender que la política del Gobierno no es la política de prebendas y privilegios para la gente de izquierda. Entre un hombre de izquierda idóneo y un hombre de derecha idóneo, yo nombro al hombre de izquierda, pero si no hay un hombre de izquierda que tenga los antecedentes requeridos, se nombra a quien lo merezca; cualquiera que sea su apellido político.

El problema está en que ese hombre a quien se nombra no siendo de izquierda, también tenga sentido moral y comprenda que se le nombra como técnico, como profesional, como persona eficiente y capaz, que no se le nombra por su apellido político. Y así como no estoy dispuesto a tolerar que se haga proselitismo político, discusiones políticas en las horas de trabajo, tampoco estoy dispuesto a tolerar que gente que no es de izquierda pretenda hacer política dentro de las empresas o a favor de sus ideas, menos en las horas de trabajo, compañeros.

Cuando los compañeros han planteado un mismo pensamiento general, nace una obligación: ¿por qué en este mineral se cumple el 96 por ciento de las metas? ¿Por qué este mineral, donde hay Comités de Producción, todavía no ha elegido al Consejo de Administración? No hay respuesta para esto; esto es un regalo que le van a hacer a este día, tienen que elegir en esta semana el Consejo de Administración, tienen que estar ustedes representados. Esa es la gran conquista que van a alcanzar ustedes, ése es el compromiso que tiene el Gobierno con la CUT, pero más que nada ésa es la obligación básica por la cual nosotros, compañeros, hemos estado luchando. Que sean los propios trabajadores los que coadministren la empresa, que los trabajadores conozcan todo el rodaje de la empresa, su contabilidad, sus planes de expansión, sus fracasos, sus yerros; que haya asambleas donde los obreros en los Comités de Administración les informen a los trabajadores, y ojalá vayan a esas reuniones las compañeras para que también sepan lo que ocurre en esas minas.

Sí, compañeros, a ellas tiene que preocuparlas. Lo primero que fui a visitar, fue el supermercado. No me habían invitado pero fui. Está bien dotado; los huevos están más baratos que en Santiago. Vi algunas cosas, pero me alegra saber que lo dirigen los trabajadores, y ahí deben estar las compañeras dueñas de casa, ellas tienen que tener ahí representantes en la Administración; ellas cuidan los puestos mejor que ustedes, mucho mejor lo cuidan ellas, ¡mucho mejor los cuidan ellas!

Ustedes tienen que organizar el Consejo de Administración. No hay explicación posible para que no lo hayan hecho en esta empresa, que tiene estos niveles de producción y que refleja esta conciencia que se expresa en las palabras que aquí hemos escuchado.

Será para mí muy grato recibir un telegrama firmado por los miembros del Consejo de Administración. Me comprometo, después de un tiempo que esté funcionando, a venir a estar con ustedes un día entero para visitar las distintas secciones, para conversar ahí en el sitio de trabajo con los compañeros, para ir a tomar té a la casa de una compañera, que me haga unos buenos bizcochos. Para ir a la escuela y ver cómo están los muchachos, el control de su aprendizaje, etc.

Pero tienen que organizar ustedes primero el Consejo de Administración. ¿Lo van a hacer, sí o no? (contestan: ¡SI!) Ahora les creo.

Compañeras y compañeros: ha sido muy grato para mí estar con ustedes. He venido a La Andina para hablarles sobre el significado de este día y las tareas que tiene por delante el Gobierno Popular. Son tareas muy duras y difíciles. Hemos heredado una economía desquiciada. Se nos combate internacionalmente. Se nos niegan los créditos que todos los gobiernos anteriores tuvieron. No hemos podido renegociar totalmente la deuda externa.

Tenemos déficit de divisas, las instalaciones cupríferas no nos permiten aumentar extraordinariamente la producción; sin embargo, descansa la tranquilidad de Chile precisamente en el aumento de la producción.

Hemos calculado una producción para este año de 630 mil toneladas, pero no la vamos a alcanzar por las dificultades que hay todavía en Chuquicamata. Espero que alcancemos, por lo menos a 620 mil o 615 mil toneladas.

Ustedes deben tener, y les digo lo que el compañero Salomón, deben tener ahí, frente al local donde se reúnen, donde van a bailar con ustedes. (Risas). En mi época, hace muchos años, bailaba cueca bastante bien. (Risas). Ahí debe estar la producción. Pero no sólo la producción de La Andina, la de El Teniente, la de Chuqui, la de El Salvador, la de Exótica, para que todas vayan viendo, para que ustedes les escriban a los trabajadores de Chuqui, si están cayendo en la producción, o a los de El Teniente, y si les pasa a ustedes lo mismo para que los otros les escriban a ustedes. Porque resulta que si ustedes trabajan y sudan para alcanzar, compañeros -y empleo la palabra “sudan” como un homenaje al trabajo y al esfuerzo-, los niveles de 97 o 98 por ciento, se pierde el esfuerzo de ustedes si acaso no ocurre lo mismo en otros minerales.

Tienen que darse cuenta ustedes que hay una interrelación en este proceso. Ustedes tienen que escribirles a los compañeros de Chuqui y decirles: “Compañeros, van mal, tienen que aumentar, deben producir más, tengan cuidado, no creen conflictos artificiales; Chile necesita esto, los trabajadores estamos en el Gobierno, debemos demostrar capacidad, debemos demostrar responsabilidad, disciplina en el trabajo”, compañeros.

La revolución no se afianza sino produciendo más, trabajando más. El mundo avanza de tal manera que dentro de algunos años para ser obrero va a haber que formar un técnico en una especialidad. Chile es un país que vive al margen, por ejemplo, de la energía nuclear. No tenemos idea de lo que puede usarse ahí en la industria, compañeros. Algo sabemos de la que se hizo en la guerra, por desgracia, pe ro no en las industrias. Todo eso hay que preverlo, porque si no nos vamos a quedar muy atrás.

Si yo les dijera a ustedes que en el mar hay tanto cobre como en las más grandes minas de la tierra, pero también hay muchos más minerales, y llegará el día en que serán extraídos del mar cuando la técnica avance y progrese; hoy es demasiado caro, pero día a día se extrae experimentalmente.

Todo está cambiando, tenemos que cambiar nosotros y por lo tanto hay que estudiar más, aprender más. No importa que se tengan años, siempre hay tiempo para aprender; ustedes saben cuál es su trabajo, realícenlo conscientemente, compañeros.

Sepan que son ustedes el Gobierno. Que manejan esta mina y que ustedes están representados en los Ministerios, compañeros. ¡Con qué orgullo puedo decir aquí está Mireya Baltra! Sus padres todavía venden periódicos y diarios, ahí en Moneda esquina Matías Cousiño, y Mireya Baltra aprendió a leer vendiendo periódicos, suplementera, y con orgullo lo reconoce.

¡Ministro de Trabajo, la primera mujer Ministro del Trabajo de Chile!

Es decir, compañeros, no hay límites cuando una persona tiene capacidad de espíritu, decisión de trabajo.

Compañeros, en este día que tiene tanta significación y alcance, en este día que es el Día de la Dignidad de la Patria, he querido estar con ustedes, trabajadores de Andina, para decirles que estoy satisfecho y contento como Compañero Presidente, del esfuerzo de ustedes; para decirles a las compañeras que no se duerman en los laureles, para decirles a las compañeras que ellas tienen que buscar la manera de contribuir también a este proceso. No hay revolución sin la presencia de la mujer, sin la ayuda de la mujer, sin la cooperación de la mujer. Tenemos que empezar a preocuparnos desde ahora de los ciudadanos del mañana, con un nuevo espíritu, una nueva conciencia, un nuevo sentido de los valores humanos. Sus hijos van a tener una vida distinta a la de ustedes. Si ustedes son capaces de construirla para ellos.

Compañeros, a lo largo de Chile, y por primera vez en la historia, la bandera de la Patria, símbolo de lo que somos, del heroísmo civil y militar, del esfuerzo a lo largo de nuestra historia de cientos y miles de chilenos, por primera vez la bandera de la Patria se iza en el mástil de la historia, para decir que somos un pueblo económicamente independiente, soberano de nuestro destino. Si nos costará esfuerzo y sacrificio, y tenemos que renunciar a muchas cosas, que habrá inclusive que pasar horas duras, lo haremos por Chile, por nuestra Patria, por el destino distinto que necesita este pueblo.

Lo haremos por una Patria grande y generosa donde todos tengan la misma posibilidad; lo haremos para conquistar un futuro de trabajo, esfuerzo y dignidad, camaradas.