Salvador Allende

Discurso en la inauguración de la XXV Convención del Partido Radical 


Pronunciado: El 29 de julio de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Pueblo radical, estimados compañeros que desde países amigos traen la representación de partidos y movimientos populares a este importante torneo del radicalismo. Estimado compañero y amigo, diputado Carlos Morales Abarzúa, Presidente del Partido Radical (Aplausos); dirigentes nacionales y provinciales de esta colectividad, estimados compañeros y amigos dirigentes nacionales de los partidos que integran la Unidad, parlamentarios y regidores del pueblo, radicales todos:

Es para mí un motivo de profunda e íntima satisfacción levantar mi voz en el acto inaugural de la vigésimo quinta convención del partido, para expresar mi reconocimiento agradecido a la mujer, al hombre y al joven del radicalismo, quienes, con denodado tesón, junto al pueblo y su partido hicieron posible la victoria del 4 de septiembre. (Aplausos).

La presencia del Partido Radical en el amplio y torrentoso movimiento popular chileno, no es un hecho casual ni puede expresarse como un acontecimiento transitorio u ocasional. Nace el radicalismo con las armas materiales e ideológicas en la mano, para combatir inexorablemente a los sectores oligárquicos y reaccionarios de nuestra Patria. Y sus hombres que le señalaron su ruta con visionaria actitud, desde Valentín Letelier hasta Pedro Aguirre Cerda, no han hecho otra cosa (Aplausos) que ser consecuentes con los principios doctrinarios de esta colectividad que, si bien es cierto representa esencialmente a los sectores de la pequeña y mediana burguesía, ha estado y estará junto a los trabajadores en la grande y definitiva batalla por conquistar la liberación plena de nuestra Patria.

Los procesos históricos se desarrollan escalonadamente y es por ello que nosotros podemos ver que la correlación de fuerzas políticas es diferente en la etapa que va recorrida en este siglo XX.

Hoy conformamos fuerzas diferentes a las que tuvieron la influencia en el tercio inicial y en el tercio medio de este siglo, pero siempre hemos podido constatar la presencia combatiente del radicalismo en las grandes batallas del pueblo chileno. Es por eso que la ciudadanía lo recuerda y los partidos revolucionarios reconocen la trascendencia y significación que tuvo la victoria popular del 25 de octubre de 1938 cuando se eligiera al maestro socialista Pedro Aguirre Cerda. (Aplausos).

También por ello y, consecuente con su tradición, el radicalismo encabezó el movimiento popular de 1938, el frente popular que marcó una etapa trascendente de Chile en esa época.

Hoy vivimos una etapa distinta donde es posible también apreciar la presencia de los partidos que esencialmente formaron aquel frente, pero, indiscutiblemente, es bueno decirlo una vez más, el Frente Popular no es la Unidad Popular de hoy. El Frente Popular de ayer era la decisión de los partidos populares de ser la izquierda dentro del sistema capitalista. La tarea de la Unidad Popular de hoy es la de transformar revolucionariamente el régimen capitalista, de abrir el camino al socialismo.

Y es bueno destacar, una vez más, que no hay ningún partido hegemónico dentro de la Unidad Popular. Que todos los partidos tienen la misma responsabilidad y que el crecimiento de uno es también la acentuación de la influencia de los demás. Y yo desde aquí les digo a algunos convencionales del radicalismo que, por falta de antecedentes, pudieron sentirse disminuidos por el resultado de las elecciones de abril pasado, que el Compañero Presidente de ustedes no mide los partidos por los votos, sino por su voluntad y conciencia revolucionarias. (Aplausos).

Permanente presencia del Partido Radical en la construcción del socialismo.

De ahí que en este país en donde la economía no es de carácter rural y en donde, más que en otros que tienen como el nuestro las características del subdesarrollo, hemos alcanzado una expresión industrial superior en la que se otorgan más servicios al pueblo, es lógica la presencia del Partido Radical en esta etapa y la será permanentemente en la construcción del socialismo. El socialismo es avance, es progreso, es contenido humanista. El socialismo implica la colectivización de los medios de producción; es la misma definición de clases más la técnica y por eso necesitamos la presencia de ese sector que interpreta el Partido Radical: la de profesionales, comerciantes, medianos y pequeños industriales, propietarios agrícolas pequeños y campesinos, los técnicos y científicos, porque son ellos el gran aporte que hará posible la eficiente construcción del socialismo. (Aplausos).

Por eso estamos seguros que esta convención comprenderá cabalmente el escenario histórico en que ella se realiza. También es conveniente señalar a aquellos escépticos o aquellos otros que tan emponzoñadamente nos combaten que la Unidad Popular ha superado dificultades, que hemos discutido determinadas tácticas, pero jamás hemos dejado de avizorar la estrategia que nos une y nos conduce a construir la nueva sociedad. Y qué bueno es que pueda decirlo yo, Presidente del Pueblo, que no ha habido en el seno de la Unidad Popular rencillas pequeñas por prebendas administrativas. En otro sentido tenemos conciencia de que nuestra tarea revolucionaria requiere de una nueva moral, de una nueva y mayor responsabilidad.

Estamos enfrentando horas decisivas para el proceso de cambios que se desarrolla en nuestro país, y es bueno recordar, una vez más, lo que dijera el compañero representante del Partido Socialista italiano: “Más allá de las fronteras de nuestra Patria y aun de Latinoamérica, se mira con renovado interés el proceso del cual ustedes son actores porque forman parte del pueblo, el pueblo ha sido el principal realizador de las tareas revolucionarias de Chile”.

Debemos considerar en apretada síntesis lo que hemos podido realizar sobre la base de la unidad y la conciencia de las masas populares chilenas durante estos meses en que ejercemos el Gobierno. El carbón, el fierro, el acero, el salitre, el cobre, las riquezas fundamentales de la Patria, son del pueblo, son de Chile. Hemos iniciado un proceso de estatización de la banca, la que hasta ahora ha estado al servicio de los sectores minoritarios privilegiados; hemos profundizado la Reforma Agraria para terminar con la lacra del latifundio y del minifundio. Y si tiene valor en el proceso de transformación en la propiedad agrícola, tiene más por haber elevado la conciencia y la voluntad del trabajador de la tierra, del campesino y del labriego nuestro, y, por eso también, con orgullo, yo puedo señalar que así es como el campesino es hoy día un ciudadano más con plenos derechos de ser respetado por nosotros. El postergado indio mapuche, el aborigen, ya dejaron de ser hombres despreciados y discriminados, y tendremos que abolir las leyes de excepción para que sea, junto con nosotros, un hermano más en la gran tarea colectiva que enfrentamos. (Aplausos).

Hemos nacionalizado gran parte de los monopolios textiles y avanzaremos sin vacilación hacia el acrecentamiento del Área Social de la economía. No le hemos entregado al pueblo y a sus trabajadores la participación y el derecho a resolver, han sido los trabajadores, por el legítimo derecho, los que han conquistado su presencia en los más altos niveles del Estado y en las empresas estatizadas, porque éste es el Gobierno de los Trabajadores y por lo tanto ello son el factor esencial en la construcción del mañana. (Aplausos).

Responsabilidad del radicalismo en los cambios sociales.

Por eso les pido que meditemos un instante sobre las tareas realizadas para que avizoremos la obligación ineludible que tenemos hoy y que tendremos mañana. A nuestro juicio es preciso puntualizar con quiénes estamos combatiendo, en torno de qué estamos luchando, qué fuerza social tenemos que atraer y las medidas que nos parece indispensable tomar para completar lo que hasta ahora hemos alcanzado. Contra quienes estamos combatiendo nadie puede engañarse en este país: nuestra lucha sin cuartel contra el imperialismo, los monopolios y la oligarquía. Que a nadie llame a engaño si procediendo con responsabilidad marchamos al ritmo que nos hemos trazado. Es porque así lo estimamos. Pero que sepan, y lo digo por esa responsabilidad que tengo, que esta lucha no tiene armisticios ni cuartel, nuestros enemigos son y serán el imperialismo, la burguesía y los monopolios. (Aplausos).

De la misma manera es conveniente no olvidar que al avanzar nacionalizando lo que hasta ahora detentaban los centros de poder, los grupos minoritarios y privilegiados que han gobernado este país, estamos fortaleciendo los sectores de la mediana y pequeña burguesía.

Esto es muy importante recordarlo y no desconocerlo para oponerlo a la campaña turbia y torva que pretende distorsionar nuestra actitud. No escamoteamos ni uno solo de los puntos programáticos. El programa de la Unidad Popular es lo suficientemente claro para que todo Chile sepa qué es lo que vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer y cómo aceleraremos este proceso, es responsabilidad no sólo del Gobierno, sino del pueblo de Chile y su conciencia revolucionaria.

Por eso quiero insistir, una vez más, en la responsabilidad superior que tiene el radicalismo como el intérprete más calificado de los sectores de la pequeña y mediana burguesía, de los empleados, de los maestros, de los técnicos, de los pequeños comerciantes, industriales o agricultores.

Necesitamos que estos grupos sociales comprendan que tienen y tendrán influencia decisiva en la construcción de la nueva sociedad. Y es obligación nuestra entender el esfuerzo de todos los profesionales, técnicos y científicos chilenos para que su capacidad y sus conocimientos sean entregados a la gran batalla de Chile, al gran combate de la Patria. Quiero que el pueblo sepa que nuestra gran preocupación está también en lograr cabalmente la presencia del obrero, del campesino, del estudiante, de la mujer en esta lucha de la que nadie puede marginarse. Desde aquí llamo a esos sectores, y aun a aquellos que no militan en la Unidad Popular, porque nuestra tarea es tan grandes y tiene tal contenido histórico, que debemos entender que no podemos proceder con sectarismo o dogmatismo, y negar a aquellos que no militando en nuestras filas quieran estar a nuestro lado en la gran lucha colectiva. Esos sectores forman parte de la misma clase social, no son dueños de los bienes de producción, son también asalariados y, por lo tanto, tendrán que entender que ellos también serán beneficiados en esta lucha emancipadora y libertaria en que estamos empeñados. Por eso, juntos, con las tareas esenciales del cumplimiento del Programa, nos hemos preocupado de señalar que Chile tiene que acortar la distancia que lo aleja de los procesos científicos del desarrollo cultural de las metrópolis del capitalismo y de los países socialistas. De allí que hayamos fortalecido la Comisión de Energía Nuclear; de allí que demos fuerza y vigor a la presencia de científicos y técnicos en el Consejo de Investigación Científica; de allí que pretendamos utilizar todo el valor humano y técnico de que disponga Chile, porque la empresa en que estamos empeñados así lo requiere. Cuando aquí, con justa emoción, Carlos Morales ha destacado en breves frases lo que representa que el cobre sea nuestro y, al mismo tiempo, señalado la responsabilidad que le ha correspondido en esta tarea a un ministro radical, yo quiero decir que la nacionalización del cobre es un desafío histórico no sólo porque hiere los intereses foráneos, sino porque nos permite poner todo el esfuerzo, toda la capacidad de

Chile, la tecnología nuestra, aprovechando la experiencia extranjera, pero adaptándola a nuestra realidad, para que esa riqueza esencial vitalice, junto al excedente de la economía nacional, el proceso de desarrollo económico y romper así la dependencia elevando los niveles materiales y espirituales del hombre de la Patria. (Aplausos).

Por eso señalamos claramente contra quiénes combatimos. Nuestros adversarios esenciales, desde el punto político, son el imperialismo y los sectores ultra reaccionarios. Pero los diferenciamos categóricamente en la teoría y en la acción de la Democracia Cristiana, sin dejar de reconocer que dentro de ese partido hay sectores que tienen una conciencia que tarde o temprano apuntará su propia responsabilidad en torno de qué estamos combatiendo. Estamos combatiendo, no como dicen algunos, por imponer el totalitarismo y aplastar la libertad; estamos combatiendo para substituir el capitalismo y abrir el camino al socialismo. No hay libertad concreta si el hombre no se libera del drama de su propia y cotidiana existencia; nada sacarán por lo tanto aquellos que sirven los intereses foráneos y aquellos que defienden bastardamente sus mezquinos intereses con pretender decir que vamos a avasallar la libertad y la democracia. Vamos a ampliar la democracia porque el pueblo estará, y definitivamente, en el gobierno de Chile y vamos a hacer que la libertad tenga profundo y real contenido para aquel que nunca supo de la auténtica libertad. Nuestra batalla es entonces por cambiar el régimen y el sistema, por establecer una sociedad distinta. Nuestra lucha es contra el capitalismo y por hacer posible el socialismo en Chile. (Aplausos.)

Por eso también es conveniente destacar una vez más que nuestra vía, nuestro camino, lo que se ha llamado, y con razón, la “vía chilena”, tiene indiscutiblemente profunda significación dentro de estas fronteras y más allá aun del continente latinoamericano. Y con qué satisfacción les puedo decir a los compañeros representantes de los movimientos populares que han venido a prestigiar con su presencia el solidario apoyo de sus colectividades: en ‘este país, compañeros, no hay presos políticos; en este país, donde la prensa a veces se desborda, no hay un solo diario cerrado; en este país respetamos los derechos sociales que el propio pueblo conquistó. (Aplausos.) Nosotros debemos entender también que si trabajamos para los obreros y los campesinos, lo hacemos con el mismo apasionado interés para los técnicos, profesionales, medianos y pequeños comerciantes e industriales. Lo hacemos con pasión, con cariño, por la juventud, ya que ella será la que va a vivir plenamente la nueva sociedad y luchamos en un combate sin cuartel porque la mujer de Chile, la madre proletaria, la mujer del pueblo, entienda que nuestra lucha la beneficia a ella más que a nadie.

Y cada vez que veo que, como en el caso de Valparaíso, cuando en una elección ocasional, en un medio emocionalmente sacudido, es la mujer la que decide una lucha en contra nuestra, aunque en volumen microscópicamente superior, llamo a golpear la conciencia de los militantes de los partidos de la Unidad Popular, de sus dirigentes. Nuestra gran tarea, nuestra gran tarea, nuestra gran obligación es hacer posible que la mujer chilena, que la hermana, que la hija, que la madre y la amiga nuestra, comprenda que la necesitamos y que luchamos por ella porque es ella la simiente del futuro en el hijo del pueblo. (Aplausos.)

Todo campesino, todo poblador, todo empleado, todo hombre de nuestra misma clase, tenga o no tenga militancia en la Unidad Popular, debe entender que es un amigo y es un hermano en este gran combate. ¡Y qué bueno es señalar esta unidad ejemplar entre partidos de concepciones doctrinarias y filosóficas distintas! Y desde aquí lo señalo que hay un amplio campo para una auténtica izquierda cristiana, que es un factor fundamental en esta tarea revolucionaria. Yo tengo la seguridad que ese sector que hace carne la verdad y la doctrina de Cristo vendrá junto a marxistas y a laicos para hacer más fuerte y poderosa la Unidad Popular. (Aplausos.)

Con derecho de compañero le propongo a esta Convención del radicalismo una gran campaña, una campaña pública para llegar a esos sectores que he nombrado y cuya presencia el Gobierno de la Unidad Popular estima indispensable para la construcción del socialismo.

Tarea por realizar.

Compañeras y compañeros, quiero ahora y en forma muy apretada resumir frente a ustedes las tareas inmediatas que tenemos. Pero antes quiero recordar cuál es la realidad que confrontamos, porque de ella emana la superior responsabilidad que tenemos. Hemos llegado al Gobierno en un país dependiente en lo económico, en lo político y en lo cultural. Hemos realizado tareas que implican romper esas amarras y abrirnos las grandes alamedas que conducen a la nueva sociedad.

Conveniente es no olvidar que por desgracia a los procesos económicos, industriales, que caracterizan la existencia del hombre en los países dependientes como el nuestro, se ha agregado ahora la violencia brutal de la naturaleza con sus lluvias, con su viento, con su nieve y últimamente con el terremoto. Lo decía con razón Carlos Morales, y yo puedo agregar que no sólo frente al problema de la vivienda, no hay ningún país en América Latina, cualquiera sea el Gobierno que esté en el manejo de la cosa pública, que haya podido disminuir de manera tan apreciable y menos suprimir los grandes déficit que dicen relación con la alimentación, el vestuario, el trabajo, educación, la vivienda, la salud, el descanso y la recreación. Si era dura la tarea que teníamos, es mucho más dura ahora. Es posible que mucha gente no entienda la profundidad dramática del sismo que ha azotado a nuestra Patria. Si bien es cierto que por suerte cobró pocas vidas, hemos tenido que lamentar los heridos, que alcanzan a trescientos o cuatrocientos. Pero la economía de Chile ha sido golpeada y en forma muy dura. Si antes necesitábamos importar 180 millones de dólares para traer carne, trigo, grasa, mantequilla y aceite del extranjero, necesitaremos mucho más en un país donde la infraestructura de la agricultura ha sido muy destruida. Sólo quiero decirles, por ejemplo, que la avicultura ha visto destruido el 30 o el 35 por ciento de sus instalaciones. Por ello este proceso del abastecimiento tiene que entenderlo el pueblo. Yo me congratulo porque en el día de hoy en el Estadio Chile haya sido el Ministro de Economía el que le habló a la mujer del pueblo para explicarle las raíces de las dificultades que tenemos que enfrentar y señalarle responsabilidades. El pueblo de Chile está maduro para entender que el socialismo se conquista con sacrificio, y si la naturaleza nos ha golpeado, los que creemos en el socialismo no podemos olvidar que la inteligencia del hombre ha dominado la naturaleza y será con la unidad, con el empuje del pueblo de Chile, que venceremos las dificultades, sin que jamás una grieta rompa la unidad e impida la tarea superior de pueblo. Yo tengo plena confianza en ello. (Aplausos).

Quiero que se entienda. La redistribución de los ingresos ha permitido por primera vez en la historia que sectores que nunca pudieron comprar lo puedan hacer ahora. La capacidad productiva, claro, no ha estado al mismo ritmo del proceso acelerado de compra y de consumo que las masas han alcanzado. Tenemos también que señalar que esta distribución de los ingresos ha ido aparejada con la detención de las alzas y por lo tanto hemos logrado paliar en parte el proceso inflacionista, que es la gran enfermedad de nuestros pueblos. Pero también, y lo digo anticipadamente, quiero que el pueblo de Chile vea que aprovecho esta prestigiosa tribuna para señalar que no podemos seguir nosotros empujando reivindicaciones en relación con la fuerza que tienen determinados sectores o determinados gremios. Yo pondré mi influencia moral y mi determinación de gobernante para hacer que el próximo año seamos capaces de entender el proceso de Chile y acordemos un solo reajuste igual para los sectores públicos o sectores privados, única manera de atajar la inflación. (Aplausos.)

Amplia política internacional.

Si algunos no lo entienden, les haremos comprender que por sobre los intereses personales o particulares de un gremio está el gran interés del pueblo y de la Patria, y el pueblo estará en esta gran tarea constructiva. (Aplausos).

Quiero también destacar que así como estamos cumpliendo con el programa y asumiendo plenamente nuestra responsabilidad en los interno, en el campo internacional este Gobierno se ha proyectado sin vacilaciones; relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países del mundo. Y nuestra voz se ha levantado en las Naciones Unidas o en la Organización de los Estados Americanos sin claudicaciones y sin oportunismo. El Ministro de Relaciones de Chile ha estado en países latinoamericanos y ha recorrido el campo socialista, y yo, hace tan sólo algunas horas, he estado en Argentina. Es conveniente destacar lo que representó la entrevista entre el Presidente argentino y el Presidente de Chile. Ha sido para solemnizar un hecho de importancia extraordinaria, el arreglo del último diferendo entre nuestras Patrias por los cauces del derecho y del arbitraje. Y junto con solemnizar esto que es aleccionador en un mundo donde los pueblos internamente explotan y en donde se fabrican guerras locales para aplastar la independencia de otros pueblos, es trascendental que hayamos encontrado una vez más el sendero de la ley y del respeto mutuo para solucionar nuestras dificultades. Y los acuerdos de Salta señalan con absoluta claridad el entendimiento entre pueblos cuyos gobiernos tienen un pensamiento doctrinario distinto, el pluralismo ha echado por tierra fronteras ideológicas destinadas a defender intereses y estrangular el derecho de los pueblos a su autodeterminación. (Aplausos).

Participación del pueblo.

Quiero insistir en que ahora debemos establecer los mecanismos que permitan profundizar y ampliar la participación popular para así fortalecer el Área Social de la economía. Esta debe estar destinada a atender esencialmente a las poblaciones marginales, a las comunas proletarias. La participación sindical debe hacerse presente en las empresas privadas para tener información, conocimiento de los balances, saber la política laboral que sus empresas trazan y conocer las perspectivas de perfeccionamiento que se abren para los trabajadores. Así debe ser la presencia permanente de los obreros, de los trabajadores en los sectores públicos y en la dirección de las empresas estatizadas. Queremos acentuar la economía del Estado, la economía social, el Área Social de la economía, como un motor dinamizador del gran proceso del desarrollo económico de Chile. Los índices de crecimiento de un país que aumenta todos los años en un 2, 7 por ciento su población no pueden ser los magros índices que se lograban antes y que ni siquiera eran capaces de satisfacer el aumento vegetativo. Debemos alcanzar las altas tasas de crecimiento que implica la gran tarea. Para eso tenemos que producir más. Hay algunos que no creen que producir más es una tarea revolucionaria.

Yo les digo a aquellos compañeros que no entienden que la tarea revolucionaria es cambiar un grupo minoritario que detenta el poder por las grandes mayorías para que lo ejerzan. Pero esas mayorías tienen que comprender que es tan revolucionaria la conquista política del poder como producir para el pueblo, como trabajar y estudiar para el pueblo, y que la tarea de la producción es fundamental para afianzar la revolución chilena. (Aplausos).

Tenemos que hacer realidad la ley antimonopolio y luchar para que se despache el Fondo Nacional de Desarrollo. Tenemos que establecer los mecanismos de planificación central y regional e ir a la descentralización administrativa; terminar con el burocratismo que ahoga en el papeleo de las ventanillas al ciudadano que requiere el servicio público. Como medidas sociales necesitamos fundamentalmente hacer posible el fondo nacional de asignación familiar para nivelarla y luchas por alcanzar la asignación familiar única. Debemos tomar medidas inmediatas para mejorar la previsión social y estudiar su reforma indispensable de llevar a cabo en nuestro país. Debemos plantear frente al pueblo -ya las bases las ha estudiado el compañero Ministro de Educación- la tarea urgente de empezar a encarar una reforma educacional. Así como el Gobierno, y lo digo yo que soy médico, tiene la obligación de hacer posible la atención médica en las mejores condiciones del pueblo, vamos a descentralizar, vamos a democratizar el Servicio Nacional de Salud sin que pierda su jerarquía técnica. Pero tenemos que entender definitivamente que en éste, como en otros problemas, la raíz está en una concepción social injusta. En Chile faltan 4 mil médicos, 6 mil o más dentistas, 2 mil o más matronas, 3 mil o más enfermeras universitarias y cientos de gentes que trabajen en una campaña sanitaria. Como lo hemos dicho, y por eso consideramos urgente el despacho del Ministerio de la Familia, nuestra gran preocupación es el futuro. Y defendemos el futuro de Chile en las campañas que amparen al hijo del pueblo. Por eso es una tarea inmediata que cumplirá el Gobierno Popular. Cumpliendo con ello haremos que sea efectivo y real lo que le dijimos al pueblo y el pueblo está esperando. (Aplausos.)

Compañeros delegados a la Convención Radical, las tareas revolucionarias no se ejecutan y se cumplen desorganizadamente, improvisadamente. Sólo un pueblo disciplinado, como tantas veces lo he dicho, sólo un pueblo consciente de su gran responsabilidad podrá cumplirlas; sobre todo cuando ya tiene la proyección histórica que aquí se ha señalado, que se reconoce en América Latina, que se hace presente en Helsinki, que está en la mente de millones de trabajadores que miran con interés y solidaridad de clases lo que pasa en nuestra Patria. No es sobre la base del espontaneísmo que avanza la revolución, no es con tomas accidentales, ocupaciones de fábricas pequeñas, propiedades agrícolas, como se contribuye a afianzar un proceso que el Gobierno tiene la obligación de dirigir. Ya lo ha dicho el compañero Carlos Morales, nosotros le diremos a] pueblo nuestra experiencia y sabremos decirle qué leyes debemos modificar y cuándo. Yo les digo a ustedes que frente a la realidad de Chile, azotado en su economía, devastado en las bases de su estructura agraria, en este momento en que Chile pasa por un drama profundo, no sólo en lo humano sino en lo social y económico, mi Gobierno, el Gobierno de los radicales, impondrá una política económica de guerra; estamos y estaremos en guerra contra el hambre, la inflación, la miseria y la desocupación. Como dijera Carlos Morales: ¡Venceremos con la unidad y la fortaleza del pueblo! (Aplausos.)