Salvador Allende

Entrevista de Oscar Giardinelli para la Revista Siete Días Ilustrados, de Argentina 


Pronunciado: El 29 de noviembre de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 3 de febrero de 2016.


Oscar Giardinelli: ¿Qué significación tiene, en lo personal y para Chile, la visita del primer ministro cubano, Fidel Castro Ruiz?

Salvador Allende: Para nuestro país, esta visita constituye un histórico paso de reafirmación de solidaridad continental y conjugación de voluntades de dos pueblos y dos gobiernos comprometidos en un ideario de liberación democrática, que permita el término definitivo del estado de dependencia política, económica y cultural. Este estado, como usted comprenderá, es un morbo oprobioso para los países de esta parte del mundo y de otras regiones de la tierra. En lo personal, representa una coyuntura feliz el hecho de poder recibir en mi Patria a un gobernante ilustre y a un amigo entrañable por quien siento admiración y un profundo afecto.

Oscar Giardinelli: ¿De qué manera, participa el pueblo en su gobierno? ¿Cuál sería su respuesta a los embates derechistas acerca de la falta de abastecimiento de algunos productos? Y, en el mismo sentido, ¿es real dicha carencia?

Salvador Allende: En sólo un año de gobierno de la Unidad Popular hemos creado innumerables oportunidades de carácter institucional para que las distintas organizaciones representativas de los trabajadores, en su más amplia gama, tengan acceso directivo o carácter asesor en la gran mayoría de las instancias que aseguran la marcha de la sociedad chilena. Este proceso de democratización del poder se irá acentuando y perfeccionando en la medida en que se asienten las bases de las nuevas formas políticas de participación popular que estamos construyendo. Pero, en relación al desabastecimiento de algunos productos de consumo alimenticio, puedo decirle que en efecto se ha producido escasez en algunos rubros, y ése es el pivote fundamental para la más enconada crítica por parte de la oposición. Pero éste es un fenómeno que deriva de la violenta expansión del poder de compra de vastos sectores de chilenos que hasta hace poco vivieron marginados casi enteramente de una racional y humana capacidad de consumo. Lo que pasa es que la política de redistribución del ingreso nacional ha permitido el crecimiento de la demanda a que aludí y, por consiguiente, la satisfacción de necesidades vitales postergadas por muchas décadas. Y la estrechez del mercado, entonces, es la consecuencia lógica. Fíjese que los niveles globales de producción han aumentado en un 30,9 por ciento y que el proceso inflacionario tiende a controlarse cada vez con mayor éxito.

Oscar Giardinelli: ¿Pero usted atribuye el desabastecimiento -en tanto que es el “caballito de batalla” de sus opositores- solamente a la mayor demanda de productos por parte de sectores que se incorporan al consumo?

Salvador Allende: No. Indudablemente que hay otras causas. A lo anterior debemos sumarle que existe en Chile una ostensible estrategia psicológica para que los consumidores compren más de lo que necesitan, sugiriendo que en un futuro próximo se agotarán las posibilidades productivas. Entonces usted puede ver dónde se encuentra la raíz del desabastecimiento del que tanto ruido se hace… En el campo de la alimentación, Chile ha estado importando en los últimos años entre 180 y 210 millones de dólares anuales, pero si estas cantidades crecen se deberá a factores como, por ejemplo, el consumo de miles de personas modestas que aumentó verticalmente. La carne, que antes no figuraba en la dieta de estos compatriotas, provoca hoy un consumo correlativo muy alzado. Además, el último terremoto y la nevazón destruyeron un 30 por ciento de la infraestructura agraria, en especial la relacionada con la crianza de aves, que se pulverizó en un 40 por ciento. Para resolver estas deficiencias, el gobierno procederá al estricto control de la distribución de productos esenciales, pero sin que ello, claro, signifique eliminar las organizaciones comerciales privadas. No queremos ni vamos a montar aparatos burocráticos en este orden de cosas. En cambio, realizaremos una labor incansable porque los comerciantes -y, en especial, los minoristas- tengan un abastecimiento seguro e incondicionado por exigencias intolerables. Asimismo, esos sectores dispondrán de líneas de crédito favorables. Estamos embarcados en la tarea de que se produzca una toma de conciencia popular a fin de que ella posibilite el control de la distribución y los precios y se liquide la extorsión de los intermediarios inescrupulosos.

Oscar Giardinelli: Usted acaba de referirse a “nuevas formas de participación popular”. ¿Son ellas, acaso, las que entornan el proyecto de Cámara Única, como nuevo poder legislativo? Y, en tal caso, ¿qué perspectiva le ve a ese proyecto? ¿Es una antesala o paso previo a la constitución de la Asamblea Popular?

Salvador Allende: Yo creo que es conveniente aclarar algo que es medular: nosotros no hemos propiciado, ni antes ni ahora, una Asamblea del Pueblo, al estilo de las que existen en otras naciones. En nuestro caso se trata simplemente de modificar el sistema bicameral por otro de carácter unicameral. Ni siquiera esta iniciativa podría considerarse como instancia previa o antesala para otros cambios en nuestro régimen constitucional y legal. Ocurre que la organización bicameral chilena actual ofrece serias deficiencias que afectan al funcionamiento del trabajo legislativo.

Oscar Giardinelli: ¿Usted se refiere a la lentitud?

Salvador Allende: Claro. Y ello resulta trascendente si se considera que en estos instantes necesitamos acelerar reformas jurídicas que respondan a las urgencias de transformaciones sociales y económicas. Además, tenemos el convencimiento de que la actual fórmula de organización legislativa no garantiza de un modo cabal la representatividad democrática que debe tener el Congreso Nacional. En suma: deseamos que nuestro Parlamento exprese con autenticidad las diversas manifestaciones de opinión pública y los intereses de los distintos sectores que configuran la territorialidad de Chile.

Oscar Giardinelli: La libertad de prensa, en Chile, es uno de los puntos en que sus opositores hacen más hincapié. Los titulares de los periódicos chilenos parecerían desmentir el temor que esos sectores, nacionales y extranacionales, tienen al respecto. ¿La libertad de prensa puede tener pronto fin?

Salvador Allende: No será ciertamente mi gobierno el que lesione en lo más mínimo la vocación democrática del pueblo chileno. La libertad de prensa, por lo mismo, goza y gozará de excelente salud. Si la oposición comete excesos que dañen la imagen interna y externa del país, perjudicando los altos intereses de la República, se atendrá a las consecuencias que resultan de la recta aplicación de las normas constitucionales y legales. En este sentido, el gobierno que presido está perfectamente tranquilo y seguro de lo que hace. No teme las críticas; las recibe con la serenidad propia de un régimen maduramente democrático.

Oscar Giardinelli: En septiembre del año pasado, una agencia de noticias norteamericana formuló comentarios sobre una supuesta base de ese país en la isla de Pascua. Usted, entonces, prometió ocuparse del asunto, y, de confirmarse, erradicarla. ¿Se ocupó, en efecto, del asunto?

Salvador Allende: Efectivamente, el gobierno investigó los hechos en el terreno y se pudo establecer que se trataba de un Observatorio Meteorológico norteamericano en la isla de Pascua. A posteriori se decidió desmantelarlo con el propósito de evitar dificultades que a nadie favorecían.

Oscar Giardinelli: ¿Cuáles son, en líneas generales, los tópicos que trató con el primer ministro cubano?

Salvador Allende: Bueno, conversamos de todo. Absolutamente de todo. O, si usted prefiere, hablamos de todos los problemas que atañen al mejoramiento de las relaciones entre los dos gobiernos soberanos empeñados en el bienestar y progreso de sus respectivos pueblos.

Oscar Giardinelli: Esta visita fue muy resistida por parte de sus opositores. ¿Ejercieron éstos presiones ilícitas o deshonestas? En caso afirmativo, ¿cuáles?

Salvador Allende: En verdad, la visita del comandante Fidel Castro traduce la voluntad de gobernantes que, en pleno uso de facultades privativas, deciden reunirse amistosamente para conversar sobre asuntos de superior significación internacional. Hecha excepción de ciertas destemplanzas de cuatro o cinco deschavetados que pretendieron realizar contramanifestaciones, la inmensa mayoría nacional ha recibido con los brazos y el corazón abiertos a nuestro ilustre visitante. Y eso no es más que una estricta convergencia con las mejores tradiciones de hospitalidad del pueblo chileno.

Oscar Giardinelli: ¿A qué se debe el activismo de los grupos que pecan -según algunos- de “infantilismo revolucionario”, a los que usted aludió en su discurso del 4 de este mes? ¿Cuál es y cuál será su actitud para con ellos?

Salvador Allende: Bueno, en todos los regímenes políticos, y particularmente en los que hacen cosas de verdadera trascendencia histórica, es inevitable que surjan segmentos minoritarios que pretenden forzar los hechos en abierta pugna con los elementos que configuran la realidad. Y, en tanto sus acciones no entorpezcan gravemente el desarrollo de la política social y económica, no tienen por qué preocuparnos. Pero si ello ocurriese, tenga usted la certeza de que cualquier extremismo, sea cual fuere su orientación, será contenido y eliminado con los instrumentos que nos franquea la organización jurídica vigente.

Oscar Giardinelli: Ahora que usted recibe a un visitante, sin duda que esta visita le recordará a otra. Por ejemplo, la del Presidente argentino. ¿Qué impresión le causó Lanusse, a un mes de haberlo entrevistado?

Salvador Allende: Excelente, desde el punto de vista humano. Y en cuanto a su posición internacional, de desestimar las barreras ideológicas en pro de elevados fines de acercamiento y cooperación entre los pueblos, coincide plenamente con la que he venido propugnando desde hace muchos años y que estamos materializando en estos momentos.

Oscar Giardinelli: ¿En qué punto se encuentra la política de su gobierno en materia de Reforma Agraria y de nacionalización del cobre?

Salvador Allende: En materia de Reforma Agraria sólo deseo expresar que en un año hemos nacionalizado un número de predios que supera lo que el gobierno anterior hizo en seis años de su mandato. Es una buena cifra ¿no? Y debo agregarle que en 1972 eliminaremos la totalidad de los latifundios. Ahora, en lo que respecta al cobre, el proceso de nacionalización está sustantivamente terminado; sólo falta el capítulo de apelaciones que deberá fallar la Corte Especial, en la forma que se contempla en nuestra ordenación legal.

Oscar Giardinelli: ¿Son ciertas las versiones -varias veces difundidas en Argentina- de que su gobierno habría invitado al general Perón a visitar o radicarse en Chile?

Salvador Allende: Mire, el gobierno de Chile no tiene misterios en este asunto. Nosotros y nuestro pueblo recibiremos con la mayor cordialidad al general Perón y él sabe muy bien que no ocultamos este sentimiento de aprecio hacia su persona… Si viene a Chile, encontrará las puertas abiertas de par en par.

Oscar Giardinelli: ¿Y qué opina de las recientes declaraciones del general Onganía según las cuales crítica la ruptura de fronteras ideológicas por parte del gobierno del general Lanusse?

Salvador Allende: Sobre las apreciaciones del general Onganía, pienso que es suficiente respuesta lo que ya le dije sobre la completa convergencia que existe entre mi gobierno y la posición del general Lanusse.

Oscar Giardinelli: ¿Qué gravedad le asigna a las tomas de fundos por parte del M.I.R. (Movimiento de Izquierda Revolucionaria)? ¿En qué medida perjudican su labor?

Salvador Allende: En referencia a la gravedad que poseerían algunas tomas ilegales de predios agrícolas, estimo suficiente informarle que ellas carecen de importancia cuantitativa. Del total de fundos expropiados para el país, alrededor de mil, sólo unos pocos han sido objeto de “tomas” al margen de la ley. Ahora bien: sus autores están sometidos al rigor de lo que establecen nuestras leyes. Pero quizá le sea ilustrativo saber que este problema de las expropiaciones al margen de la legalidad corresponde a un penoso legado del régimen precedente. Aún más, en el gobierno anterior ese tipo de ‘tomas’ fue más considerable que lo sucedido en el presente régimen.