Salvador Allende

El Camino es el Programa. Discurso en el Coliseo Municipal de Valdivia


Pronunciado: El 7 de octubre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de febrero de 2016.


Deseo primeramente dar una excusa a los miles de compañeros que están en el estadio abierto, que son cuatro o cinco veces más que las personas reunidas en este coliseo. El culpable he sido yo, porque siendo valdiviano, conociendo el clima de esta ciudad, la sorpresa de sus lluvias y deseando más que hacer un discurso político entregar un informe al pueblo, le pedí al compañero y amigo Ministro de Agricultura, Jacques Chonchol, que realizáramos esta concentración en un local cerrado.

Me olvidé que a veces el tiempo se portó bien conmigo en Valdivia, cuando vine a mis reiteradas campañas presidenciales.

Pero más que nada, me olvidé de la generosidad, del cariño fraterno, de la vocación revolucionaria de las valdivianas y los valdivianos. Ese ha sido mi delito. Que a esta hora esté el estadio lleno, sin poder mirar al orador y seguramente con dificultades para escuchar, es la demostración más clara y elocuente de la gran conciencia política del pueblo de Valdivia.

Agradezco la presencia en esta tribuna a las autoridades civiles, militares y de Carabineros.

Expreso mi reconocimiento a aquellos que a lo largo del recorrido, me demostraron con sus vítores, aplausos y pañuelos, un saludo fraterno de bienvenida.

A los regidores, parlamentarios de la zona, compañero Olave; también mi saludo y reconocimiento, por su presencia aquí.

Tengo una duda: veo tanta gente aquí y tanta gente en el estadio, que me preocupa que algunos no estén trabajando. Si es así, y si van a sumarse a la concentración, van a tener que reponer el tiempo trabajando más el lunes.

Porque Uds. saben que he hecho un decreto hace tiempo; un decreto moral que algunos no cumplen: en este país se acabó el “San Lunes” y deben encargarse las compañeras de que este decreto se cumpla.

Ahora bien, volviendo a lomar el ritmo que quiero dar a mis palabras, deseo decirle al pueblo de Valdivia, que he recibido esta mañana dos altas distinciones.

Antes de llegar aquí, el señor coronel Guillermo López, en presencia de los jefes y oficiales de las tres unidades de esta provincia, me ha entregado un sable, que es el sable de la caballería chilena, distinción que se me otorga por ser oficial de reserva y haber hecho mi servicio militar como voluntario en los regimientos Coraceros y Lanceros.

Como Presidente de la República y Generalísimo de las Fuerzas Armadas de Chile he agradecido esta distinción y he señalado que el Gobierno y el pueblo sienten y expresan su cariño por las Fuerzas Armadas chilenas y por Carabineros, porque son fuerzas profesionales y constituyen una base esencial de nuestras tradiciones gloriosas y además son el pueblo con uniforme que tiene conciencia de lo que es la democracia, el respeto a la Constitución y a la ley y a la voluntad expresada en las urnas.

He señalado también la preocupación de este Gobierno por la integración de la Fuerzas Armadas al proceso del desarrollo económico, y’ su incorporación a las industrias estratégicas que necesitan del sentido nacional y patriótico de sus representantes.

Quiero agradecer las palabras del compañero Luis Días, Alcalde de la comuna y a la ilustre Corporación, la distinción que se me hace al declarárseme hijo ilustre de esta comuna de Valdivia.

Llevaré con orgullo esta distinción que está más allá de lo tradicional y que comprendo, representa comprensión y generosidad de parte de los señores regidores y del alcalde de esta ciudad.

Además seguramente se ha tomado en cuenta, el hecho de que sea en un porcentaje -no pequeño- valdiviano, ya que estudié en el liceo de Valdivia el 2° y 3° año de Humanidades.

Después en 1945, fui elegido senador por la Novena Circunscripción, que comprendía de Valdivia a Magallanes; es decir, he estado vinculado a esta provincia largos años de mi vida.

Golpear su conciencia y su corazón

Compañeros, he venido fundamentalmente a conversar con Uds., a darles una información y sobre todo, a dirigirme desde aquí, desde Valdivia, provincia agrícola e industrial.

Fundamentalmente quiero hablarle a los trabajadores de la tierra para golpear su conciencia y su corazón, frente a las horas duras que vive nuestro país.

Me interesa que ustedes que están sacrificadamente aquí, a esta hora, y que llegarán muy tarde a almorzar a sus casas, pongan atención, ya que no quiero deliberadamente hacer un discurso de tipo político ni referirme sino muy de paso a los sectores opositores al Gobierno Popular.

Me interesa que cada hombre y cada mujer de Valdivia, cada hombre y cada mujer de Chile que me escucha, a través de la radio, comprenda los momentos que vive nuestro país, y las horas duras que hemos pasado y las horas mucho más duras que aún tendremos que pasar.

El Movimiento Popular, que triunfara en septiembre de 1970, tiene un Programa que rompe las viejas estructuras y abona el futuro de una convivencia social diferente. Es un proceso revolucionario y no una revolución. Este proceso tiene las limitaciones que voluntariamente se fijara el Programa pero al mismo tiempo representa la realidad de Chile, ya que el camino trazado era el único posible dentro de la realidad de nuestra tradición, de nuestra historia, la solidez de nuestras instituciones, el desarrollo alcanzado por ellas.

Hemos dicho que el proceso revolucionario chileno se realiza en pluralismo, democracia y libertad, y también hemos destacado, que por primera vez en la historia, un pueblo pretende hacer, dentro de los cauces constitucionales y legales las transformaciones necesarias, para abrir camino a una sociedad distinta y alcanzar el socialismo.

Sabíamos perfectamente bien las dificultades que esto entraña, que tenían que venir desde afuera y desde adentro, desde los sectores heridos en sus intereses y desde aquellos que nunca creyeron que era posible que dejaran el poder.

Llegamos al Gobierno; cometimos el error de no hacer un inventario cabal de la realidad socioeconómica que enfrentábamos. Fue un error, porque debíamos haberle dicho al pueblo -para que nunca lo olvidara-, cuáles eran los grandes déficit, los compromisos, las deudas que tenía Chile, y cuál era la realidad social y económica; cuales eran las condiciones de existencia de nuestros compatriotas, en relación con la vivienda, la alimentación, el vestuario, los salarios, etc.

Tampoco hablamos de las fallas de nuestra infraestructura, de las dificultades de tipo administrativo, de la carencia, por ejemplo, de medios de transportes, de la insuficiencia de nuestros puertos, de la limitación de la posibilidad de arrastre y transporte de nuestros ferrocarriles, de las dificultades enormes de la locomoción colectiva.

No le dijimos al pueblo con claridad -y esto es un error-, que cuando éste llega al Gobierno y tiene conciencia de sus derechos, reclama, por lo menos, determinados bienes y derechos.

Nuestra obligación era prevenirlos, decirles que no podíamos satisfacerlos integralmente.

Mucho hemos hecho en educación, sobre todo en la Educación Básica. Pero queda bastante por hacer en la Media y en el Universitario.

Por qué sus demandas no pueden ser satisfechas

Nos hemos esforzado por dar atención médica, pero tenemos las dificultades que nacen de no tener el número suficiente de médicos, matronas, enfermeras, dentistas, kinesiólogos, fuera de no contar con los locales necesarios. He puestos dos ejemplos de servicios fundamentales.

Habría sido mucho mejor, pues, que hubiéramos dicho esto, para que el pueblo hubiera podido medir por qué sus demandas no podían ser satisfechas integralmente y por lo tanto, la critica que se nos hace, habría tenido la respuesta razonable, razonada en los antecedentes que oportunamente debimos entregar.

Estoy seguro que la inmensa mayoría de los que me escuchan ignoran que en este país faltan 600 mil viviendas, y que aunque contáramos con el dinero suficiente, no podemos construir más de 65 mil viviendas sólidas al año, porque nos falta cemento, madera, nos faltan elementos de equipaje familiar. Las industrias -por ejemplo la línea blanca-, son incapaces de abastecer más de 80 mil viviendas.

Esta es la razón de por qué nosotros construimos por debajo de las necesidades que el aumento de la población requiere.

Esas son cosas que tiene que entender el pueblo. Como tiene que entender que la tierra chilena nunca fue capaz de entregar los alimentos para que nuestra gente pudiera satisfacer sus necesidades mínimas. Que todos los años importó Chile carne, trigo, grasa, mantequilla y aceite.

Deben recordar que en todos los gobiernos anteriores, hubo veda de carne. Se comprendería mejor el hecho de que falten algunos alimentos y encontraría menos eco de la crítica intencionada que se hace porque faltan. El pueblo informado, habría pensado que en este país había 250 mil o 280 mil cesantes. Para esa gente no había un desabastecimiento transitorio.

Para esa gente, no sólo faltaba la carne; faltaba el pan y los alimentos fundamentales.

¡Ochocientos mil chilenos, que representan 280 mil jefes de familia, estaban al margen del consumo en nuestra sociedad!

El pueblo debió también, haber sido informado de que esta falta de alimentos crónica, ha marcado a este país y a la sociedad que queremos cambiar. He dicho, sin ser refutado, que debido a la subalimentación, en nuestro país hay 600 mil niños que tienen retraso mental. Su desarrollo intelectual está por debajo de lo normal, porque no recibieron los alimentos necesarios, la proteína que es fundamental.

¡De esto se olvidan aquellos que nos critican; de esto se olvidan aquellos que hicieron irrisión del medio litro de leche! ¡Pero el medio litro de leche llega a los niños de la cordillera, a los hijos de los obreros, llega a la inmensa mayoría de los niños chilenos!

Es fundamental que se entienda que este Gobierno tenía una obligación, redistribuir el ingreso, dar trabajo, hacer posible que más gente tuviera con qué comprar, limitar los grandes sueldos y elevar los ingresos de los que tenían sueldos y salarios bajos.

Este Gobierno no podía olvidarse de los jubilados, de las montepiadas ni de los pensionados.

Por primera vez en la historia, las viejitas y los viejitos chilenos; las jubiladas, los pensionados, las montepiadas, no han tenido que salir a la calle a reclamar un pedazo más de pan; por el contrario, han expresado su reconocimiento al Gobierno, que no ha hecho otra cosa que cumplir con su sentido de servicio social; que no ha hecho otra cosa que evitar que las horas ultimas de la existencia de miles de chilenos se vea amargada por sus bajas pensiones, por sus bajos montepíos, por el hecho dramático de que gente que vivió en la miseria, moría en la miseria y en el desprecio de los poderes públicos.

Junto con la redistribución del ingreso, nos hemos preocupado de los programas de ayuda familiar en alimentación.

El sentido patriótico del Pueblo de Chile

Había en Chile una capacidad ociosa de las industrias. Hicimos que se pusiera en marcha.

Establecimos los precios y lógicamente, con los aumentos de sueldos y salarios, con la incorporación de 700 u 800 mil chilenos al consumo, se presionó fuertemente sobre los bienes que teníamos para consumir. Ello ha significado una presión inflacionaria que hoy día se hace evidente.

Esto ya lo dije en Santiago, el 4 de septiembre. ¡Qué extraordinaria lección ha dado el pueblo de Santiago y el pueblo de Chile cuando los Partidos de la Unidad Popular acordaron movilizar al país frente a lo que llamamos el “complot de septiembre”! Desde Arica hasta Magallanes, un millón 300 mil chilenos demostraron su apoyo al Gobierno que presido, en los momentos en que las alzas golpeaban más fuertemente y no apuntaba todavía en el horizonte el reajuste.

Si pensamos que en Chile trabajan 3 millones 500 mil personas y se movilizaron desde Arica a Magallanes 1 millón 300 mil personas -700 mil tan sólo en Santiago- podemos decir que alrededor de 40% de la población activa se movilizó.

Queridas compañeras y queridos compañeros, no conozco en la historia de los pueblos, que en un momento determinado, en un aniversario, en un hecho político, se haya movilizado alrededor del 40% de la población activa. Eso demuestra que el pueblo de Chile, inclusive por encima de sus debilidades fundamentales, tiene una conciencia revolucionaria y que la tarea en que estamos empeñados, está más allá de un pedazo de pan, de un pedazo de carne, de los alimentos.

La tarea que cumple el pueblo de recuperar sus riquezas, de realizar la Reforma Agraria, de hacer que los trabajadores sean Gobierno, es una tarea revolucionaria que implica una conciencia revolucionaria.

¡Ser revolucionario significa entender que la Revolución no se ha hecho para darle ventajas y granjerías a una generación sino que por el contrario, la generación que hace la Revolución tiene que sacrificarse para que las generaciones futuras no vivan como esta generación ha vivido, camaradas!

Con gran satisfacción he podido decir ante el Consejo Mundial de la Paz, lo que representa esta voluntad, este sentimiento nacional, este sentido patriótico del pueblo de Chile, a pesar que a la falta habitual de alimentos, que al mayor mercado interno, que al mayor poder de compra de las masas, se agregan las dificultades que vienen desde afuera.

Hemos tenido serias dificultades

Un país es como una familia: tiene un presupuesto.

El presupuesto de Chile se ha hecho más chico cuando las necesidades son más grandes.

La gente quiere más escuelas, más hospitales, más trabajo, mejor locomoción; quiere tener derecho a la vivienda, a vestirse y calzarse, a leer libros, al descanso y al esparcimiento. Se necesita un presupuesto fiscal mayor, y para eso, mayores ingresos. Los ingresos, en el caso de Chile, provienen fundamentalmente del cobre, de las exportaciones de cobre, hierro y algunos productos agropecuarios; pero fundamentalmente, el sueldo de Chile es el cobre.

Y ¿qué ha pasado? En primer lugar un descenso extraordinario en el precio del cobre. Fíjense, compañeras y compañeros de Valdivia, que en 1970 el promedio del precio de la libra de cobre fue de 59 centavos; el año 1971, fue de 40 centavos; este año, no sé si alcanzaremos a los 49 centavos. Diez centavos menos por libra de cobre, significaron 175 millones de dólares menos de ingreso para el país. Produjimos más cobre el año 1971 que el año de 1970, y tuvimos menos ingresos, porque el precio del cobre no lo fijamos nosotros. El precio del cobre se fija en la Bolsa de Londres, como consecuencia de las transacciones que hacen los distintos países a las empresas que adquieren cobre.

Produjimos más cobre y tuvimos menos ingresos. Este año vamos a producir más cobre que el año 1971 -un poco más, no mucho más-, y vamos a tener menos ingresos que el año 1971, seguramente. Porque el promedio del precio del cobre va a ser más bajo.

Además, compañeras y compañeros, por el hecho de haber nacionalizado el cobre, hemos tenido muy serias dificultades: se nos han restringido los créditos.

Chile tenía en la banca norteamericana créditos anuales por la suma de 270 millones de dólares; pero nos han cortado esos créditos y este año hemos tenido solamente 32 millones de dólares.

En los organismos que están formados por los distintos países, a los cuales pertenece Chile, se ha hecho presión para que no se nos preste, por haber nacionalizado el cobre de acuerdo con la Constitución chilena y nuestras leyes.

¡El proyecto de la nacionalización del cobre que presentara el Gobierno, modificando la Constitución, fue aprobado por la unanimidad del Congreso, donde el Gobierno no tiene mayoría!

Pero el pueblo debe saber que se ha ido más allá.

Una empresa como la Anaconda, dueña -hasta que nosotros llegáramos-, de Chuquicamata, EI Salvador, La Exótica, por lo menos en un 49%, ya demandó a Chile, y ahora ha demandado otra empresa poderosa que era dueña de El Teniente: La Kennecott.

Al demandar a Chile, después de haber fracasado frente a los tribunales chilenos, su demanda no tiene ninguna base moral y creemos que tampoco puede tener base jurídica.

Pero hay un hecho real: un tribunal francés ha acogido la demanda, y ha impedido que Chile a través de CODELCO, reciba cerca de dos millones de dólares, por una venta de cobre. Eso es muy grave, porque los monopolios de cobre piensan que pueden embargar el cobre chileno, o que pueden embargarle a Chile el dinero por esas ventas. Los compradores del cobre, quieren exigirnos garantías a nosotros, pero el pueblo tiene que entender esto otro: cuando Chile vendía a través de CODELCO el cobre, hacía contratos con los compradores: estos contratos los llevaban a los bancos internacionales de Europa o Norteamérica, los entregaban para que a su vencimiento el Banco cobrara y el Banco tenía un porcentaje por la cobranza, pero le anticipaba a Chile dólares sobre los contratos.

Si había contrato, por ejemplo, por 5 millones de dólares, le anticipaba tres o cuatro millones de dólares.

Ahora no hay anticipo; ahora los bancos tienen dudas que le podamos cumplir los contratos, por la campaña que se ha hecho dentro y fuera del país y por los embargos.

Primero, entonces, ha bajado el precio del cobre; después se nos han cerrado las líneas de créditos en EE. UU; después, hemos tenido dificultades en los bancos internacionales de los cuales formamos parte nosotros mismos; y ahora vienen los embargos. Todo esto repercute en los ingresos de dólares para el país, y por lo tanto son dificultades de abastecimiento.

Por ello he dicho que tenemos que pasar horas duras y más duras todavía y eso tiene que entenderlo el pueblo. Pero esta actitud de la Kennecott, ha despertado a miles y miles de chilenos. Como Presidente, puedo señalar con satisfacción que no sólo hay una decisión firme, dura y digna, de los partidos de Unidad Popular, sino que también de partidos que no forman parte de la Unidad Popular. La inmensa mayoría de Chile, no va a aceptar este latigazo injusto que se quiere dar a nuestra Patria ésta agresión económica que se quiere hacer al país. ¡Chile entero se pondrá en movilización para defender nuestro derecho al cobre. A venderlo donde queremos y a obtener el justo precio por él!

Es fundamental que los trabajares entiendan que el pueblo comprenda esta realidad; porque si han faltado algunas cosas, posiblemente falten más, sin embargo -y lo van a ver Uds. a lo largo de mi exposición, cuando entre al problema agrario-, nunca se ha dispuesto de más alimentos ni ha aumentado más el consumo de ellos en el país.

Lo que es cierto es que no estábamos preparados. Es que la estructura económica era deficiente y que nosotros estamos viviendo una etapa de transición entre el sistema capitalista deficiente y caótica, sin alcanzar todavía las ventajas de una concepción o de una realización socialista y de una economía planificada y de centralismo económico.

Una política económica distinta

Sin embargo, frente al proceso inflacionario y más allá de los reajustes, tenemos que innovar y hacer una política económica distinta, una política de guerra.

Aquí compañeros, vamos a realizar una política de este tipo, un política dura pero no injusta, una política que signifique que tendrán que entregar más y más, los que siempre tuvieron mucho. Defenderemos el valor real adquisitivo que ha tenido el pueblo, la posibilidad de mantener el valor real de las cosas que podía y necesitaba tener.

Esa política de guerra que anunciaremos en algunos días más, contempla un cúmulo de medidas, que el pueblo sé que va a entender y va a compartir. Pero fundamentalmente se necesita la movilización de las masas y solo produciendo más, trabajando más, podrán alcanzarse las metas que nos hemos trazado. Ningún pueblo que ha hecho la revolución, ha dejado de entender que hay que trabajar más y producir más.

Y el pueblo de Chile, yo sé que lo va a entender. De la misma manera tiene que conocer las medidas y las expectativas futuras que tiene. Este Gobierno ha llamado a la Central Única de Trabajadores; para incorporar a los trabajadores en todos los niveles a los organismos resolutivos del Estado. No queremos informarles a los trabajadores; queremos que ellos, a través de la Central Única de Trabajadores, junto con nosotros, junto con las bases políticas del Gobierno, tomemos las medidas para sacar a Chile de esta etapa dura y proyectar el progreso hacia el futuro, con un esfuerzo común y colectivo.

Desde los Comités de Producción, desde las JAP, desde las Juntas de Vecinos, a través de los Centros de Madres, los Sindicatos, las Federaciones y la Central Única de Trabajadores, se irá perfilando el Gobierno auténtico de los trabajadores. Contra esta fuerza organizada y consciente, nada, absolutamente nada podrán aquellos que pretenden romper el régimen constitucional nuestro.

Respetamos y respetaremos que exista una oposición en este país, que se realice dentro de las normas constitucionales y legales, pero denunciaremos también a aquellos que pretenden hacer creer que nosotros nos hemos salido de la Constitución de la Ley. ¡Aquellos que buscan el camino de la sedición se van a encontrar con la conciencia madura del pueblo. Aquellos que tienen la insolencia, que tienen ellos el lenguaje de la antipatria, que han llegado a hablar de guerra civil, deben saber que el Presidente del pueblo, evitará por todos los medios la violencia fratricida en nuestra Patria y no habrá guerra civil en Chile, camaradas!

No habrá guerra civil en Chile, porque no habrá fuerza alguna que se atreva, sabiendo la lealtad de las Fuerzas Armadas a la Constitución y la Ley, la disciplina del Cuerpo de Carabineros e Investigaciones, y sabiendo que la conciencia ciudadana se ha expresado, no sólo en la presencia multitudinaria de 1 millón 300 mil chilenos en las calles, sino que se expresa en su decisión de trabajo y de producción, en su decisión de superarse, en su decisión de sacrificarse. Con un pueblo unido, consciente, capaz de cumplir las metas revolucionarias no hay contrarrevolución. Seguiremos avanzando, definiendo y progresando, no sólo para cumplir el Programa, sino para proyectar el destino de Chile, la independencia y la dignidad.

Compañeros, tenemos que limitar algunas importaciones; tenemos que producir internamente muchas cosas que antes importábamos; tenemos que impulsar el Área Social de la Economía.

Es fundamental que se entienda el papel que representa la agricultura en el proceso económico general del país. A eso quiero referirme.

Los objetivos del programa agrario de la Unidad Popular son tres:

 
  1. Eliminación del latifundio.

  2. Ganar la batalla de la producción agrícola; poner bases para una nueva estructura productiva fundada en la organización, y

  3. Participación de los campesinos.

No se concibe que el sector agrario no participe íntegramente en el proceso revolucionario.

Sería como un coche que quisiera moverse faltándole una rueda. ¿qué rueda compañeros?

Nada menos que la que debe producir los alimentos para el pueblo: la tierra, la Reforma Agraria, el campesino, el pequeño o mediano agricultor.

Por eso he querido desde aquí dirigirme a las provincias agrarias, fundamentalmente a los trabajadores de la tierra y a los campesinos del sector reformado de la agricultura.

Eliminación del latifundio

Quiero señalar que la primera etapa el Gobierno la ha cumplido; es decir, la eliminación del latifundio tenía prioridad en nuestro país. Y hemos terminado con el latifundio.

Quiero recordarles que eso se ha hecho dentro de la Ley que se dictara en el Gobierno anterior.

Quiero recordarles que la Reforma Agraria en la inmensa mayoría de los países que la han alcanzado, fueran capitalistas o que llegaron al Socialismo, siempre ha tenido un alto costo social.

Quiero insistir que en 20 meses que llevamos de Gobierno hemos terminado prácticamente con todo el latifundio, tal como se define en la legislación vigente. Hemos más que duplicado la labor en materia de expropiaciones, que hizo el Gobierno anterior en seis años. Óiganlo bien: hemos expropiado en este período, en 20 meses, 3440 predios; es decir, el 70% del total de los predios expropiados en el área reformada con una superficie total de 5 millones y tantas hectáreas; es decir el 60% del total de la superficie expropiada.

Hoy el área reformada está compuesta en la actualidad por 4.848 predios, con una superficie de 8 millones 900 mil y tantas hectáreas, lo que representa un 49% de las tierras de riegos y el 61%, de las tierras agrícolas arables del país.

¡Qué gran responsabilidad para los campesinos que forman parte del área reformada, cuando las tierras en que ellos viven y trabajan representan el 40% de las tierras de riegos y el 61%, de todas las tierras agrícolas arables de Chile!

Pero no basta, compañeros, con atenernos a la definición legal del latifundio: hemos anunciado que mientras se crean las condiciones para que el país se dé una nueva ley de Reforma Agraria, que debe surgir de la propia clase campesina y debe ser sancionada por el Parlamento, expropiaremos de acuerdo a la ley actual, los predios comprendidos entre 60 u 80 hectáreas de riego básico, que estén abandonados o mal explotados y no expropiaremos ningún predio de menos de 40 hectáreas de riego básico que estén abandonados o mal explotados y no expropiaremos ningún predio de menos de 40 hectáreas de riego básico a menos que esté absolutamente abandonado o sea ofrecido voluntariamente por su propietario. En cuanto a los predios entre 40 y 60 hectáreas de riego básico, durante un período de dos años, no se les aplicará la causal de expropiación por mala explotación, sino sólo en caso de abandono. Pero después de esos dos años, también serán expropiados si están mal explotados.

Hemos querido con ello, llevar tranquilidad a un sector mediano de la agricultura chilena, y por cierto a los pequeños agricultores.

Estamos dando una oportunidad para que se incorporen los que tienen sus tierras mal trabajadas, a un proceso productivo. Les daremos créditos y la ayuda técnica necesaria, y entregaremos al próximo Parlamento un proyecto de ley, de una nueva ley de Reforma Agraria, que nazca de la conciencia y la experiencia de los trabajadores de la tierra y del Gobierno Popular.

Además, es conveniente que se entienda que no basta expropiar la tierra. Hay que hacer buen uso de ella. Los latifundistas trabajan mal la tierra; la estructura latifundiaria pesaba sobre el desarrollo de la agricultura. El país dispone de 25 millones de hectáreas de suelos productivos, de los cuales 11 millones 800 mil hectáreas tienen potencial de uso ganadero; otros 8 millones 700 mil hectáreas lo tienen de uso forestal; y un millón novecientas mil tienen potencial de uso agrícola. De ese potencial, en 1965, se utilizaba sólo un millón 500 mil hectáreas en la agricultura y sólo 8 millones en usos forestales, mientras había 13 millones de hectáreas en praderas, de las cuales cerca de 12 millones eran praderas con pastos naturales.

El mal uso de los suelos agrícolas y forestales no quedaba compensado por un buen uso de las praderas puesto que la masa ganadera se había mantenido en un mismo volumen prácticamente durante 35 años. ¡35 años y no aumentaba el ganado en Chile! ¡35 años estacionarios! Piensen Uds. que la masa bovina aumentó entre el año 1935 y el año 1970, de 2 millones 500 mil cabezas a dos millones 800 mil cabezas de ganado bovino, mientras que la población, ¡la población aumentaba de 4 millones y medio a 10 millones de habitantes! ¡A diez millones de habitantes! Se duplicó en estos años la población.

Debido al mal uso del suelo, el volumen de las exportaciones agropecuarias se ha mantenido constante en los últimos 30 años.

Mientras en el mismo periodo, las importaciones agropecuarias han aumentado, de 30 millones de dólares hasta 345 millones de dólares, que alcanzaron este año.

Ustedes deberán entenderlo, en 35 años aquí no aumentó la masa de ganado chileno. Y cuando se quiere crear una masa de ganado hay que esperar un poco de tiempo. Las vacas no se reproducen como los conejos, compatriotas. Las vacas tienen un plazo largo. Los conejos se reproducen rápidamente. Hay que esperar un tiempo, para poder tener una masa ganadera que permita satisfacer aunque sea medianamente, las necesidades del consumo.

Además de no olvidar estas cosas, deben entender que mientras lo que vendíamos afuera no aumentó; porque no aumentaron los artículos para exportar, aumentamos de 30 millones de dólares a 345 los que teníamos que comprar en alimentos.

Para la leche en polvo para los niños, el año pasado y este año, hemos dispuesto 50 millones de dólares. Lamentablemente, también los precios aumentan en el mercado internacional y la leche ha subido de 580 dólares la tonelada a 980 dólares un 44-45%, más caro. Prácticamente tendríamos que gastar alrededor de 90 millones de dólares para traer la misma cantidad de leche que traíamos el año pasado con 50 millones de dólares, otro problema que complica la situación de Chile, en cuanto a los dólares que necesita ahora su consumo interno.

También hay que decir honestamente que los campesinos de las tierras reformadas, no han modificado la situación tradicional del mal uso de la tierra. Así, en abril del presente año, se pudo comprobar que más del 30% de las tierras cultivables de área reformada, estaban ocupadas por pastos naturales, es decir, se mantenía el mal uso de la tierra del latifundio tradicional.

También sí que es responsabilidad de los campesinos y también del Gobierno. No basta pues, con expropiar, hay que modificar los malos hábitos del pasado y dar un uso eficiente al suelo agrícola para dar trabajo a la gran masa campesina y dar un uso eficiente al suelo agrícola para dar trabajo a la gran masa campesina y dar alimentos a la población de Chile.

Quiero que vean esto, compañeros; según los estudios realizados por un organismo internacional, en los años 1968, 1969 y 1970, la variación anual del consumo global de alimentos fue mínima, o sea, se aumentó poco el consumo de los alimentos, casi nada, los años 1968, 1969, 1970. El año 1971 hubo un aumento apreciable del consumo de alimentos en un 14%. Este año 1972, vamos a aumentar seguramente un 12 o un 14%, por sobre el año 1971.

¿Qué está diciendo eso? Que ha habido más alimentos. ¿Qué está señalando este estudio de un organismo internacional? Que los chilenos han tenido más alimentos. ¿Qué están señalando estas frías cifras? Que ha habido más gente que ha podido comer en Chile. ¿Qué está diciendo esto? Que tuvimos que comprar más alimentos, porque había más bocas que nosotros queríamos que tuvieran alimentos. ¿Qué está demostrando esto? Lo dije al comienzo, al incorporarse 240 mil chilenos que no tenían trabajo, hubo 600 o 700 mil personas que pudieron tener en sus mesas, siquiera el alimento fundamental.

Hay que entender, compañeros, que aún con esos aumentos, nosotros nos encontramos con dificultades. Lo fundamental no está en comprar alimentos afuera, sino que lo fundamental está en que los produzcamos adentro, en que los campesinos tengan conciencia que si el cobre es el sueldo de Chile, la tierra es el pan de Chile, y los campesinos tienen que darle el pan a todos los chilenos, camaradas.

Que el campesino haga parir más la tierra en alimentos

Si cumplimos el primer objetivo: terminar con el latifundio, el segundo objetivo es ganar la batalla de la producción y poner las bases para una nueva estructura productiva, fundada en la organización y participación de los campesinos.

Hemos trabajado ambos aspectos, aunque no con la misma intensidad que en el proceso de expropiadores. Es notorio, por ejemplo, el impulso que hemos dado a la organización campesina. Sindicatos, cooperativas y Consejos Campesinos, han sido el motivo de la preocupación del Ministerio de Agricultura y del Gobierno.

Durante el mes de octubre se pondrá en marcha un nuevo sistema de planificación agrícola que establece un mecanismo de comunicación permanente en los organismos campesinos al nivel de la comuna y el Gobierno Popular.

Todo esto está destinado a ganar la batalla de la producción. Y compañeros, campesinos, trabajadores de la tierra, pequeños y medianos agricultores, la batalla de la producción hay que ganarla ahora, en la siembra de primavera.

La siembra de invierno, en cuanto a cosechas, no nos fue favorable, por las condiciones climáticas.

Hay que recordar que la producción agrícola es una tarea de todos los días. Al barbecho sucede la siembra. A la siembra, el cultivo. Al cultivo, la cosecha. Año tras año, días tras día.

Esto es un proceso que es vital para el país.

Ahora mismo es el momento de realizar una serie de siembras de primavera, y ellas son tanto más importantes, puesto que las condiciones de clima fueron desfavorables en invierno. Hay que ganar, campesinos chilenos, la batalla de la producción, porque hay que aumentar la producción de alimentos, porque hay que liberar al país de la dependencia externa. No podemos seguir aumentando los gastos anuales. Si siguiéramos en esta proporción, el próximo año, en 1973 no, pero si en 1974, tendríamos que gastar casi la mitad del presupuesto nuestro para traer alimentos, y eso no lo puede soportar ningún país.

Sólo aumentando la producción podremos elevar el nivel de vida de los campesinos sobre bases reales. Hay que demostrarle a los que no quieren al pueblo, a los que dudan de los campesinos, que la Reforma Agraria es el vínculo fundamental para que la tierra produzca más y para elevar las condiciones sociales del campesino; para que llegue la educación y la salud al campo, la recreación y el descanso, y para que el campesino logre ser un ciudadano como cualquier otro y no un ciudadano postergado como lo era hasta ayer.

Los campesinos de Chile no deben de olvidar una frase, pronunciada hace muchos años, hace dos siglos, por Túpac Amaru, un cacique revolucionario incásico que dijo: “El patrón ya no comerá más del hambre de los campesinos”. Eso tienen que entenderlo. La Reforma Agraria está para eso, para terminar con la explotación del campesino, pero al mismo tiempo, para que el campesino haga producir más la tierra. Eso debe entenderlo el trabajador agrícola. Hay que esforzarse para alimentar a todos los chilenos y no a unos pocos.

Como hemos dicho, este país tiene los recursos naturales suficientes para alimentar una población mayor que la actual. Pero la agricultura tradicional no usó bien nuestros sueldos y nuestros recursos y por eso siempre tuvimos que importar alimentos.

En los gobiernos anteriores, aparentemente no había desabastecimiento, pero había miles y miles de chilenos que no tenían poder de compra, y ha habido cientos y miles y miles de chilenos que nunca todavía han comido un pedazo de carne, compañeros.

Quiero señalar que la producción agrícola aumentó en un 4.8%, entre el año 70 y el 71. Este año hemos aumentado menos que el año pasado. Vamos a aumentar en 1,1%, pero de todas maneras el promedio de los años 71 y 72 es superior al promedio de los años 1965 y 1970.

Una organización internacional ha reconocido que el aumento de la producción agrícola el año 70 y 71 fue uno de los más altos en Chile, comparativamente con los otros países latinoamericanos.

Queremos también señalar las cosas y para ello para que haya claridad, pongamos en ejemplo: por un cálculo errado de la demanda, la administración anterior hizo estudios para el plan de desarrollo agropecuario y calculó que la demanda total de trigo para 1971 alcanzaría un millón 648 mil toneladas y que en 1975 sería un millón 790 mil toneladas. Pues bien, en el año 1972 la producción nacional de trigo alcanzó a 1 millón 195 toneladas y las importaciones a cerca de 800 mil toneladas. Es decir, compañeros, la demanda alcanzó a cerca de 2 millones de toneladas, cuando se pensaba -así lo dijeron los estudios de la administración anterior- que sería sólo de un millón 648 mil toneladas. Para el año 1973 se calcula en 2 millones 300 mil toneladas. ¿Qué pasa también, compañeros? Que si restringimos la carne, se desvía el consumo hacia los alimentos que tienen como base la harina y crece entonces la demanda de la harina para hacer los distintos alimentos.

Entonces, la mayor demanda exige, compañeros, un mayor esfuerzo. Siempre la producción agraria en nuestro país ha estado por debajo del aumento de la población, lo mismo que en la vivienda como se lo señalaba al comienzo de mis palabras. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo mayor. Pero hay que entender que este esfuerzo no es sólo en el sector agrícola. Son muchos los factores que influyen en la producción agropecuaria. Tenemos el caso de los fertilizantes. Mucho se han quejado, los productores agrícolas, en esta temporada como en las anteriores, de la escasez y falta de oportunidad en el abastecimiento de superfosfatos: se quejan y le echan la culpa al Banco del Estado, al Ministerio de Agricultura, pero ignoran, por ejemplo, que el incendio de un barco de EMPREMAR en los EE.UU. impidió que ese barco trajera desde México 15 mil toneladas de superfosfatos que había comprado el Banco del Estado y que estaba en un puerto de México esperando el barco chileno. Como no llegaba el barco, los mexicanos vendieron ese superfosfato, y gracias a las gestiones del Ministerio de Agricultura, nos han vuelto a vender 5 mil o 10 mil toneladas de superfosfatos; y el superfosfato escasea en el mundo compañeros.

Nosotros producimos salitre, pero nos faltan los carros de ferrocarriles; por eso se retrasa la llegada del abono, lo que perjudica notablemente a la producción agrícola.

Otro ejemplo para que el pueblo entienda: Recientemente el Banco del Estado tenía 27 mil toneladas de superfosfato en Lirquén pero sólo podía despachar la razón de 400 toneladas diarias, por camión, pues los ferrocarriles no disponían de los carros necesarios, estaban ocupados en el transporte de maíz y de azúcar.

Tenemos otro caso, cuando llegaron los tractores importados a Chile hubo gran dificultad para obtener los implementos necesarios, pues las fábricas nacionales no disponían del acero suficiente. En efecto, el gran aumento de la producción industrial en estos dos últimos años ha exigido el máximo de la capacidad de entrega de Huachipato y nos ha obligado a establecer una especie de racionamiento entre las distintas fábricas que emplean acero.

Por ello decimos que el esfuerzo de la producción agropecuaria no es sólo de la responsabilidad del sector agrícola, sino de todos los sectores.

La mayor responsabilidad -ya vamos a llegar a la burocracia, paciencia-, es de los campesinos.

Es su mayor responsabilidad la producción agrícola porque sobre ellos recae el trabajo de la tierra. Fundamentalmente los campesinos del Área Reformada son las que tienen una responsabilidad muy especial pues tienen la posibilidad de demostrar su capacidad de trabajo.

En la temporada 1971-1972 la superficie sembrada fue mayor que la de los años anteriores. Sin embargo, la producción no creció como se esperaba, debido a que los rendimientos en casi todos los rubros, fueron inferiores al promedio del año 1970-1971.

Ese descenso tiene como causa principal, la falta de cuidado de los cultivos; las labores se hicieron a destiempo o no se hicieron, las cosechas se demoraron por razones injustificadas.

Algunos productores de papas o de remolacha trataron de presionar a las empresas del Estado, ECA, IANSA, para obtener precios mejores. Otros -como en Linares-, dejaron perderse 8 mil hectáreas de arroz, pues no quisieron utilizar las cosechadoras estacionarias de que disponían, porque les demandaba mucho trabajo y esperaban que les llegara automotrices de SEAM, que estaban ocupadas en otros lugares. Antes que llegaran las automotrices, llegaron los temporales y se perdió el arroz. Ese arroz perdido representa alrededor de un 30%, de la producción nacional y cerca de 4 millones que se gastaron para traer arroz importado y tener que reemplazarlo.

Vea el pueblo estos ejemplos; óiganlo los campesinos. No hay nada que no entienda un campesino. El campesino hoy, en este Gobierno Popular, no sólo tiene que mirar la tierra que trabaja, el potrero en que labora, el fundo donde vive, la comunidad agraria a que pertenece, sino tiene que entender los problemas generales de la agricultura. Tiene que darse cuenta que si los trabajadores del cobre tienen una extraordinaria responsabilidad a nivel nacional si he fustigado a los trabajadores del cobre, cuando declaran paros y huelgas para obtener más ventajas, de la misma manera, nosotros le decimos al campesino que creemos que ¡en él encontraremos al campesino que haga parir más la tierra en alimentos para Chile!

Compañeros, ya lo dije al comienzo, el proceso revolucionario de Chile, es para liberar a Chile de la dependencia extranjera. Ahora somos dueños del cobre, del hierro, del salitre, del acero y del petróleo. Pero para liberar a Chile tenemos que hacer que la tierra produzca más. Si este año vamos a gastar 345 millones de dólares, en traer los alimentos que la tierra no produce, el año 1974-1975 tendríamos que gastar 500 millones.

Pero hay algo más que hay que entender, compañeros. Son tan grandes las fallas de los puertos, nos faltan barcos, nos faltan camiones, que si acaso nos regalaran todos los alimentos que Chile necesita, no podríamos recibirlos, no tenemos en qué traerlos.

Los puertos chilenos no permiten desembarcar los barcos con la rapidez necesaria. Los barcos, muchas veces están a la gira; dando vueltas en los puertos de Valparaíso, Tomé o Coquimbo, compañeros.

Cada barco que está a la gira significa un gasto, a veces de 2.000 o más de dólares al día. ¡Son millones de dólares que se pierden!

Todavía hay mala organización y a veces los trabajadores portuarios no ensamblan con los trabajadores marítimos, y se pierden dos de las ocho horas de trabajo diario, por la falta de interrelación entre los grupos marítimos y portuarios.

A veces, además, hay ausentismo de los trabajadores, lo que denota irresponsabilidad.

El propio patrón es el trabajador

Estuve en el puerto cuando permaneció el Gobierno allá, y un día constaté -óiganlo bien- que de 100 trabajadores, 57 estaban ausentes. ¡EI 57%, de los trabajadores ausentes! Hice una investigación. Se comprobó que había fraude y falsificación de documentos públicos, de certificados médicos, que lamentablemente algunos obreros, pagaban, compraban esos certificados médicos falsos y no trabajaban porque percibían el subsidio que es tan alto como el salario.

Compañeros, el pueblo debe saber que, diariamente, en Chile, son 20 mil los trabajadores que dejan de cumplir sus obligaciones. ¡Ser revolucionario, significa tener conciencia! ¡Ser revolucionario, significa trabajar más! ¡Ser revolucionario significa sacrificarse más! Desde aquí, llamo a los trabajadores agrícolas: si acaso la tierra no produce más, si no se esfuerza más el campesino, si no trabaja con más responsabilidad, no podremos completar la independencia de Chile. Tendremos que seguir comprando y comprando alimentos en el extranjero. El pequeño y mediano agricultor, pero sobre todo el campesino de las tierras reformadas, tiene una obligación patriótica y nacional. Desde esta provincia sacrificada de Valdivia, llamo a los trabajadores de la tierra para que produzcan más para el consumo de los chilenos.

También hay que señalar que el ingreso, lo que gana el campesino, depende de la producción agrícola. Es importante que se entienda.

Por ello los propios campesinos, en beneficio de ellos, tienen que ganar la batalla de la producción.

El ingreso, lo que gana el campesino, está en relación directa con lo que ellos mismos produzcan. Nadie puede pretender ni menos en un Gobierno Popular, que los trabajadores vayan a ganar plata sin trabajar. Nadie va a ganar plata en este país sin trabajar compañeros.

Eso hay que entenderlo claramente.

Mientras más produzca el campesino, más altos van a ser sus ingresos. Lamentablemente, algunos campesinos han creído que el anticipo de subsistencia contemplado en el crédito agrícola integral que entrega el Banco del Estado. es un derecho que no los obliga a trabajar para tenerlo. No es así, ni el Banco del Estado ni el país están en condiciones de sostener a un campesino improductivo. Otros han creído que esos anticipos son una especie de salario que les paga el Estado. Fíjense ustedes, creen que los anticipos son salarios. Y piden reajuste y bonificaciones, tales como los que tienen los trabajadores asalariados. Eso tampoco es real, ni el Banco del Estado ni la CORA son patrones de los campesinos. Los anticipos de subsistencia son parte de los excedentes que debe producir el trabajo agrícola y esos excedentes serán tanto mayores cuanto mayor sea la producción; es muy claro. Los anticipos de subsistencia -repito- no son salarios. El campesino tiene que ganar sus ingresos y lo que gane, estará en relación con lo que produzca eso no pueden olvidarlo los trabajadores de la tierra.

Por otra parte, sólo el aumento de la producción agrícola podrá dar trabajo a más trabajadores de la tierra, porque en este país tenemos que ampliar las fuentes de trabajo.

Queremos también señalar que el Estado colabora con los productores agrícolas para ganar la batalla de la producción. El Gobierno ha puesto al servicio de todos los productores agrícolas el aparato que antes servía sólo a los grandes latifundistas. El Estado está dispuesto a colaborar con todos ellos para ganar la batalla de la producción.

Para hacerlo mejor, estamos reestructurando el sector público agrícola de manera de eliminar gran parte de los vicios que habíamos heredado de las administraciones anteriores. Pero no podemos evitar que persistan algunas trabas burocráticas muy difíciles de eliminar y de erradicar rápidamente. En eso tenía razón el compañero cuando dijo: La “burocracia”. Sí, compañeros, vamos a terminar con los funcionarios agrícolas concentrados en Santiago.

¡Vamos a terminar con los funcionarios que creen que la producción agrícola se obtiene en los escritorios, en grandes oficinas calefaccionadas!

Los trabajadores del sector fiscal, los trabajadores de los organismos relacionados con la producción agrícola, los trabajadores dependientes del Ministerio de Agricultura de todos los niveles, técnicos y profesionales esencialmente, tendrán que ir al campo de batalla. Se acabaron los ingenieros agrónomos o los prácticos agrícolas en Santiago o en las capitales de provincia. ¡Tienen que estar al lado de los campesinos, al lado de ellos, junto a la tierra, trabajando, camaradas!

Sin embargo, tampoco dejamos de reconocer que se ha hecho un esfuerzo importante. Por ejemplo, a pesar de las dificultades del transporte, hemos aumentado fuertemente el abastecimiento de fertilizantes. Esto se demuestra con la comparación entre las cifras de ventas del primer semestre del año 1971 y este año. Ellas arrojan un aumento en un 68% de fertilizantes nitrogenados -salitre, nitrato de amonio- y un 16.4% de fertilizantes fosfatados -superfosfatados, difosfatos, etc.-, y un 164%, de fertilizantes potásicos. Estas cifras emanan del Banco del Estado.

Hemos importado 6,690 tractores en 1972 y esperamos completar en lo que falta del año y los primeros tres meses del próximo, 10 mil tractores. Es decir, en dos años importaremos más tractores que los que existían en total, en uso en nuestro país.

De acuerdo con el nuevo sistema de planificación agrícola que hemos referido antes, la Oficina de Producción Agrícola, ODEPA, discutirá con las organizaciones campesinas a nivel de comunas, las metas de producción para la siguiente temporada, en cada una de las comunas agrícolas de este país.

Una vez fijadas estas metas y compatibilizadas a nivel nacional con las disponibles de insumo (semilla, fertilizante), ellas servirán en marzo de referencia para las contrataciones de siembra por parle de INSA, ECA y las demás empresas comercializadoras del Estado, para que el Banco del Estado financie esas siembras y proporcione las semillas y fertilizantes necesarios, y para que el programa de producción proporcione la asistencia técnica requerida.

Pero hacemos hincapié en que nada puede hacerse si no toma conciencia el trabajador de los planes de producción. Ahí compañeros, en los Consejos Comunales, el técnico junto con el Consejo Comunal, los trabajadores de la tierra, trabajando codo a codo ahí en la tierra y después discutiendo en la mesa las cifras de producción. Solamente así podemos ser capaces de avanzar.

La política agraria que nos hemos trazado favorece al productor. Nunca antes el Gobierno se preocupó en materia de precios del productor agrícola. Por primera vez en la historia de la agricultura chilena el productor sabe lo que va a ganar, por el precio de sus productos; estos precios dan la seguridad de que las empresas comercializadoras del Estado con las que contrata sus siembras, les pagará en forma adecuada sus costos de producción, más una rentabilidad razonables.

Así por ejemplo, el que contrata trigo con ECA en esta temporada, sabe que el precio de la próxima cosecha será de 215 escudos por quintal métrico y que el que contrata habas sabe que el precio será de 195 escudos por quintal.

Nunca antes los productores conocieron los precios de esta manera; los conocían en la cosecha, sólo cuando eran estrujados por intermediarios que los despojaban de los legítimos ingresos de su trabajo.

En el pasado, COMARSA, y IANSA contrataban la producción antes de la siembra que hacían los productores. Ahora, estos también cuentan con ECA, SOCORA, ENAFRI, SACOOP y SOCOAGRO, que tienen la misma seguridad que COMARSA y que IANSA para sus respectivos rubros.

Quiero que el país y sobre todo los trabajadores de la tierra no olviden estas cifras.

INDAP, en 1970 atendió con créditos a 65 mil pequeños agricultores. En 1971 subió a 112 mil agricultores. Y este año a 150 mil.

El monto de las colocaciones, el año 71, casi se quintuplicó y pasaron de 136 millones a 656 millones de escudos. Estos hechos revelan que el Gobierno Popular se ha preocupado de los pequeños agricultores, como también nos hemos preocupado de los medianos. Pensamos que es un estímulo para ellos, los precios que el Ministerio de Agricultura ha fijado y sobre todo, el saber con anticipación cuál es efectivamente el precio que ellos podrán recibir.

Pero quiero insistir: el Estado no es un sustituto del patrón antiguo. Por todo el esfuerzo que hacemos para ayudar a los campesinos para hacer producir la tierra algunos han creído que la CORA y que INDAP, el Banco del Estado y las empresas que hemos nombrado, son sustitutos de los patrones expropiados, y tal como lo hacían con el viejo sistema, pasan una lista y esperan que el Estado les resuelva todos los problemas.

El Estado no es un patrón, ni trabaja la tierra. La responsabilidad de la producción agrícola no es del Estado, sino de aquellos que trabajan la tierra. Escúchenlo bien, compañeros: el Estado no reemplaza al antiguo patrón; el propio patrón es el trabajador; él, la comunidad, el asentamiento, todos en conjunto, son los que tienen la posibilidad de adjudicar sus ingresos, de acuerdo con lo que produzcan y la productividad de cada cual.

Vean ciertos ejemplos, que son dolorosos: algunos campesinos habían firmado contrato con la Empresa Nacional de Semillas para la producción de semillas de papas, en la provincia de Llanquihue, y en lugar de entregar esa semilla prefirieron venderla como papa de consumo en el mercado negro, pues tenían mejor precio. Si un campesino recurre al mercado negro, ¿de qué se extraña que lo haga un pequeño burgués o un gran burgués, que especula en la Bolsa?

Si el campesino no se da cuenta que comete un delito contra su familia y contra los trabajadores al llevar sus productos al mercado negro, ese campesino no tiene ni conciencia revolucionaria, ni conciencia de clase. Ese campesino es un traficante como cualquier otro delincuente y hay que denunciarlo.

Esos campesinos que vendieron sus semillas como papas, dejaron que otros campesinos no pudieran sembrarlas, con lo cual les impidieron un ingreso, además vamos a tener que importar papas, porque nos van a faltar para el consumo. Todas estas cosas hay que entenderlas.

Compañeros, debo insistir: la solidaridad campesina se manifiesta en la batalla de la producción, Chile entero apoyó a los campesinos en la Reforma Agraria; los campesinos deben trabajar entonces por Chile y la familia chilena que son los trabajadores de la Patria.

Avanzar por el camino trazado en el Programa

Veamos un ejemplo: debido a las dificultades que tenemos en el mercado internacional, debido a la presión imperialista, muchas de las industrias del área social carecen de repuestos.

¿Qué es lo que hacen los trabajadores? He ido a Hirmas, he ido a Yarur, sobre todo a ex Yarur, a Sumar y he visto que los trabajadores, ellos mismos, en las maestranzas de esas fábricas, están produciendo repuestos que antes teníamos que importar. Sabemos por ejemplo, que un obrero ha creado una maquinaria que permite ahorrar miles de escudos en la producción de cemento. El otro día salía en la prensa otro trabajador, que había creado con su ingenio y su capacidad, una máquina que ahorraba no sé cuántos cientos de miles de escudos, reemplazando importaciones con la producción propia del país.

Estas son iniciativas, que señalo con satisfacción y orgullo.

De la misma manera si les faltan repuestos a los campesinos, tienen que fabricárselos, buscar, hablar con los obreros de las maestranzas, pedirles que les entreguen sus experiencias; si les faltan abonos, recurrir a lo que sea. La tierra tienen que hacerla producir aunque tengan que arañarla. La tierra tiene que producir y los campesinos tienen que ingeniárselas para que produzca, camaradas.

He llegado hasta aquí, a conversar con Uds. Agradezco la actitud deferente y el ejemplo que dan. Son las dos y cuarto de la tarde. He estado mirando, mientras hablaba, mientras improvisaba o leía las cifras, miraba de todas maneras y veía colmado este coliseo.

Seguramente estarán todavía allí en el estadio abierto cientos de trabajadores o miles de ellos con sus familias escuchando mis palabras.

Es la siembra de estas ideas en la conciencia de Uds., lo que me interesa.

Un pueblo que no se informa, un pueblo que no se preocupa, un pueblo que no conoce los problemas generales, es un pueblo que no puede hacer avanzar o defender una revolución.

Compañeros de Valdivia, he querido desde aquí, desde esta provincia que tanto quiero, a la cual estoy vinculado desde mi infancia, dirigirme a los trabajadores de la tierra de Chile.

Necesitamos que esta siembra de primavera sea un ejemplo y que este ejemplo sea permanente, cotidiano, para hacer que la tierra aumente la producción y que el hombre de Chile se alimente más.

Quiero insistir en esta idea, el gran proceso revolucionario de Chile, está destinado a la Independencia Económica de Chile, a que tengamos todos nosotros, el destino que como pueblo queremos darnos, a que seamos dueños de nuestra economía y que pongamos la economía al servicio del hombre. Sabemos cómo nos combaten desde afuera, tenemos conciencia de las dificultades que nacen de la agresión imperialista. Sabemos ya que las riquezas mineras son nuestras. Necesitamos entonces que la tierra produzca para ayudar a la independencia económica de Chile y no tengamos que invertir tantos millones de dólares en comprar alimentos, compañeros.

Necesitamos entender que si hay que hacer sacrificios, estos sacrificios los hará el pueblo. Para muchos hombres del pueblo, para miles de mujeres del pueblo el no comer carne no significa nada, porque durante generaciones no comieron carne.

Cuando he dicho a veces en Santiago o en otras provincias, que si hubiera una conciencia revolucionaria, yo suprimiría de raíz el consumo de carne de vacuno durante un año en este país, siempre que hubiera el pescado suficiente, siempre que hubiera cerdo, o siempre que hubieran las aves suficientes, la gente aplaude, la gente entiende por qué hay que sacrificarse ahora para garantizar el futuro.

He venido, compañeros de Valdivia, a hablar con Uds., a informarles, a golpear la conciencia al trabajador agrícola -sea productor pequeño, mediano-, fundamentalmente al campesino. He venido a encontrar en el calor, en el cariño de Uds., el vigor y la fuerza que a veces me faltan. Cuando veo un pueblo que está horas y horas, a esta hora del día, aquí, sin moverse; cuando sé que hay miles de compañeros y amigos allá, en el Estadio; cuando he recibido el aplauso y el cariño de la gente mientras las alzas golpean las casas de Uds., sin que lleguen aun los reajustes; cuando Uds. entienden lo que tienen que hacer para garantizar el futuro de Chile, me siento con derecho a decirles que tengo cada vez más confianza, más fe en que todos ustedes son el pueblo.

El Compañero Presidente que les habla, no va a vacilar en avanzar por el camino trazado en el Programa, para hacer el progreso de Chile y de los chilenos, camaradas.