Salvador Allende

Palabras pronunciadas desde los balcones del Palacio de La Moneda


Pronunciado: El 27 de abril de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de febrero de 2016.


Pocas veces puedo reclamar más serenidad y más tranquilidad revolucionaria a los trabajadores. Desde hace algunos días, a lo largo del país, y sobre la base intencionadamente equivocada de que el Gobierno pretendería imponer, la Reforma Educacional que empezaría con la Escuela Nacional Unificada, se movilizó a jóvenes estudiantes, que sin antecedentes fueron impulsados por una propaganda de prensa y radio insistente; se volcaron a lo largo de la Patria en manifestaciones que culminaron en el día de ayer con actos de desorden, de violencia, tan ajenos a la juventud y tan propios de elementos pro‐fascistas y fascistas.

Impulsaron a esos jóvenes y los infiltraron en sus filas, en Valparaíso, en Chillan, desde Bío‐Bío al sur, y aun en el norte. Tuvimos que tener informaciones comprobando hechos dolorosos, muy ajenos a lo tradicional en este país.

Aquí en Santiago se cometieron desmanes, con el mismo sentido que perpetraron el paro tenebroso de octubre del año pasado; paro que fue derrotado por la lealtad, la firmeza de los trabajadores, y porque las Fuerzas Armadas y de Orden han sido y son respetuosas del Gobierno y de las instituciones constitucionales. Por eso es que nosotros advertimos con claridad al país ‐ya antes de las elecciones del 4 de marzo‐ que algunos de los voceros de la reacción planteaban que la lucha no era por cambiar la composición del Congreso, sino por cambiar el Gobierno.

Por ello salí a recorrer el país, no en la calidad de Presidente que interviniera en actos electorales, sino en calidad de chileno para decirle al pueblo que debía estar vigilante, alerta, firme y sereno; que tuviera confianza en sus propias fuerzas y en su propio Gobierno; que obtendríamos una victoria que afianzaría la conciencia revolucionaria del pueblo de Chile. (Aplausos).

Sabíamos que para alguna gente el hecho de que los partidos que forman la base política del Gobierno alcanzaran la votación que se obtuvo ‐cerca del 4%, porcentaje nunca alcanzado por un Gobierno después de detentar el poder‐ iba a significar que sus perspectivas en el campo electoral se cierran. Han caído en la desesperación y buscan la manera de llevar al pueblo a un enfrentamiento.

Por eso, cuando ayer por la tarde no se tenía conocimiento y conciencia de los hechos, vinieron los compañeros dirigentes de la Central Única de Trabajadores, a manifestarme su decisión de estar junto a su Gobierno, y al mismo tiempo, a impedir que siguiera desatándose la insolencia fascista. Antes habían estado los dirigentes de la Federación de la Construcción, quienes, me anunciaron que había 5 o 6 mil trabajadores dispuestos a salir a las calles si era necesario. (Aplausos).

Compañeros, la única manera de debilitar la fuerza del pueblo, la única manera de crear la sensación de que aquí no hay unidad, es gritar como están gritando ustedes. Eso es lo que pretenden. Eso es lo que buscan. Eso es lo que desean. Que se produzca el terrorismo entre los trabajadores. No podemos aceptar que frente a los momentos de gravedad, se lleve al país a lo que precisamente pretenden y desean nuestros enemigos, porque debilitando la base que sustenta este Gobierno, es contribuir, Camaradas, a debilitar la defensa de la revolución. (Aplausos).

Por eso, Compañeros, estimé innecesario que salieran los trabajadores. Teníamos la seguridad de que las fuerzas de orden podrían controlar lo que podía pasar en Santiago. Por eso vi con satisfacción la decisión de los trabajadores de la Central Única, de movilizarlos espontáneamente a ustedes, queridos compañeros, para expresar que los trabajadores, fundamentalmente la clase obrera, tienen conciencia de lo que representa su Gobierno; del poder, de la fuerza de los trabajadores. Esto quedó claramente demostrado en el paro de octubre del año pasado.

¡Nunca el pueblo aprendió tanto como en esos días, Camaradas! (Aplausos).

Por eso es que estimé que hacían bien los dirigentes de la Central Única, al invitarlos a Uds. a que demostraran, como lo están haciendo, su fe y su confianza un Uds. mismos. Tenía yo la certeza y la seguridad de que los trabajadores no se iban a dejar provocar, no iban a cometer un desmán, no iban a atentar contra edificios, contra personas, contra vehículos. Es decir, una vez más los trabajadores de Chile iban a demostrar, come lo están demostrando, que precisamente en la serenidad de sus fuerzas está la seguridad y la garantía de los trabajadores que defienden y defenderán sus derechos, conquistados y consolidados en el Gobierno de Uds., queridos Compañeros. (Aplausos).

Por eso Compañeros ‐repito‐, pocas veces debemos apelar más a la responsabilidad de los trabajadores. Porque al venir un grupo de Uds. por la Alameda, frente al edificio del Partido demócrata Cristiano, es decir, al pasar la columna frente al edificio, se produjeron hechos gravísimos. El Presidente de la República tiene la obligación de ser absolutamente veraz.

Vamos a hacer ‐y se ha pedido‐ la más exhaustiva investigación. Y ya hemos solicitado del Juez que haga un allanamiento para determinar e investigar estos hechos. (Aplausos).

Como les gustaría, sobre todo a los enemigos del Gobierno, poderosos enemigo, de fuera y de adentro, que yo me desmidiera en mis palabras o que estimulara la justa indignación de ustedes. Pero yo tengo una obligación superior: defender a Chile y a los trabajadores. Porque otros están dispuestos a utilizar todos los medios; y la serenidad que yo pido no significa ni cobardía, ni estar transando. Significa tener confianza en el Gobierno del Pueblo. (Aplausos).

Por eso, trabajadores de Santiago, tenemos que dar en este instante una lección más del alto sentido de responsabilidad que tienen los trabajadores. Por eso les digo que haremos una investigación y serán sancionados lea responsables, cualquiera que sea su situación política, cualquiera que sea su influencia. (Aplausos).

Además puedo decirles a ustedes, que este acto tiene un recorrido que ustedes van a cumplir ‐y lo van a cumplir escrupulosamente‐ contribuyendo con su presencia; con el fuerte taconear de los trabajadores en las calles, estarán advertidos aquellos que creyeron impunemente que podrían adueñarse de las calles para cometer tropelías. Pero los problemas que está viviendo este país, las proyecciones que ellos tienen, los trabajadores deben entenderlas en su honda significación y en toda su profundidad.

Por eso es que el martes próximo ‐el 1 de mayo‐ ‐tiene que ser el acto multitudinario más grande -si es posible‐ de la historia de Santiago y a lo largo de Chile. (Aplausos).

Por petición expresa de los compañeros dirigentes de la Central Única de Trabajadores, hablaré en ese mitin, tal como lo he hecho en los de años anteriores. Y espero exponer ante ustedes cuál es la perspectiva del Gobierno; cuáles son los hechos que los trabajadores no pueden desconocer; cuál es la situación económica que vive el país y cuáles son los propósitos tenebrosos que empujados desde afuera, encontraron eco en manos chilenas y antipatriotas, que pretenden convertir en realidad lanzar chilenos contra chilenos y, fundamentalmente, arrancarles la victoria de septiembre de 1970. (Aplausos).

Por eso, compañeros, les expreso mi reconocimiento y confianza en ustedes; la certeza absoluta de que donde estén los trabajadores como ahora ‐unidos, sabiendo lo que significa la unidad, comprendiendo que en ella está la consolidación y el avance del proceso revolucionario, teniendo conciencia cabal de lo que estarnos aquí viendo‐, se está haciendo un pedazo de la historia de este país, que se proyecta más allá, de fronteras Patrias y que hace que millones de seres humanos miren con calor, con cariño y con pasión la lucha dura que estamos llevando.

Trabajadores de Santiago: en ustedes saludo a todos los trabajadores de Chile, a los que ya se han concentrado en diversas provincias. Acabo de saber que 12 mil o 15.000 trabajadores en Valparaíso, sin romper un vidrio, sin abollar un auto, demostraron la fuerza organizada y consciente del pueblo. (Aplausos).

Por eso, compañeros, vuelvan a sus casas con tranquilidad; con la conciencia del deber cumplido, sabiendo, camaradas, que el compañero de ustedes no va a vacilar en que se haga ‐como he dicho‐ la más amplia investigación. Pero cómo quisieran que lanzáramos nosotros a los trabajadores, en contra ‐por ejemplo‐ de la sede del Partido que tiene que estar resguardada por las Fuerzas de Orden y que están allí por orden expresa mía. Cómo les gustaría un enfrentamiento entre los Carabineros y el Pueblo; cómo les gustaría a ellos que se limitara la autoridad del Gobierno y que se provocara un baño de sangre y de caos, ¡No camaradas! Los procesos históricos no viven del minuto emocional sino de la conducta que se le da a las masas. (Aplausos).

Ser dirigente revolucionario impone una obligación que yo cumplo. Yo soy el dirigente que por la voluntad de Uds., ha llegado a la Presidencia de la República. Yo soy el responsable de conducir este proceso y lo hare siempre frente al pueblo, con su calor, con su conciencia, con su voluntad. (Aplausos).

He dicho muy claramente y debo repetirlo: Frente a la contrarrevolución, frente a la amenaza fascista, utilizaremos todos los recursos de que dispone un Gobierno. Pero si acaso se traspasa la Ley, se sobrepasan las Fuerzas de Orden, sepan Uds. que yo no voy a necesitar consueta para pedirle al Pueblo que salga a las calles para reclamar la defensa de los trabajadores. Esa es mi responsabilidad y Uds. saben que yo la voy a cumplir. ¡A luchar por la victoria de Chile, por la victoria del Pueblo, por la unidad de los trabajadores!