Salvador Allende

Discurso en el acto de masas en el Estadio Nacional


Pronunciado: El 10 de febrero de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Queridas compañeras,

Estimados compañeros:

El pueblo reunido, como nunca antes lo había hecho, ha rendido un homenaje a Rolando Alarcón. Yo siento la necesidad de decir unas palabras, recordando al artista y folklorista extraordinario, que en todas las batallas del pueblo estuvo junto a él, y sus canciones seguían esculpidas en la conciencia y en la voluntad revolucionaria de millones de chilenos.

¡Se ha ido, pero estará siempre presente, junto a nosotros, en las grandes batallas del porvenir! (Aplausos).

Quiero darles una noticia, hace tres días fui a Isla Negra, llamado por Pablo Neruda, que se encuentra con su salud algo quebrantada. Y digo bien claramente algo quebrantada. Me llamó para decirme que él no podía estar lejos del mar de Chile y de su tierra que tanto ama; para manifestarme que estima ha cumplido ya la misión que le encomendara, para que como Embajador de Chile en Francia, llevara el pensamiento y la voz del Gobierno Popular y del pueblo de Chile. Me manifestó que él no podía estar ausente de la batalla que se libra, y que por lo tanto renunciaría -y lo hará el miércoles- a su cargo de Embajador en Francia, para estar, como siempre, junto a nosotros en las grandes luchas populares. (Aplausos).

Este es un acto extraordinario, que señala el alto nivel político y la alta conciencia del pueblo.

Este no es un acto electoral. Se ha convocado al pueblo de Santiago al más grande recinto que tenemos. ¡Está repleto de gente!

Y por primera vez -lo digo con satisfacción y con orgullo- no sólo las tribunas, las galerías, sino tres cuartas partes de la cancha, están llenas de gente, demostrando fervor y fe en el presente y en el futuro. (Aplausos).

No hemos venido a proclamar a los candidatos de la Unidad Popular.

Hemos venido a proclamar que la Unidad Popular, por sobre todos los embates, está y estará, como expresión granítica de la voluntad revolucionaria del pueblo de Chile. (Aplausos).

Como Presidente de la República, tengo la obligación -y la cumpliré- de dar las más amplias garantías a todos los sectores que intervienen en la batalla electoral de marzo próximo. Esa es mi obligación, y por cierto, que como nunca el Gobierno -como tal- estará marginado de toda intervención. Rechazo la posibilidad de que los funcionarios públicos usen los vehículos fiscales o salgan en las horas de trabajo a hacer campaña proselitista.

Las elecciones no se ganan un mes antes. Las elecciones se ganan a lo largo de la batalla cotidiana, cumpliendo con el pueblo, siendo leal con sus convicciones y el Programa. (Aplausos).

Como Presidente de la República seré absolutamente imparcial. Y todavía, además de la actitud y las palabras, he tenido y tendré en el Ministerio del Interior a un General de la República, que merece el respeto de todos los chilenos, el General Carlos Prats. (Aplausos).

Pero también debe saberlo el país y debe saberlo muy claramente la oposición: yo no soy un espectador neutro de la batalla electoral de marzo.

Tengo el derecho, y más que eso, tengo la obligación de exponer mi pensamiento, sobre todo como lo ha denunciado en el serio, profundo y documentado discurso, el senador Rafael Agustín Gumucio.

Hay gente que sueña en lo imposible, pero que sin embargo no trepidan en utilizar todos los resortes para ver la posibilidad de interrumpir la marcha del Gobierno Popular.

Yo declaro ante la faz de Chile, que soy Presidente elegido por el pueblo, ratificado por el Congreso y que mi mandato termina en 1976. (Aplausos).

Nada ni nadie impedirá que cumpla esta obligación constitucional, y aquellos que hacen oposición por los cauces legítimos, han sido y serán respetados.

Pero aquellos que pretendan subvertir el orden público, barrenar las bases legales del Gobierno, ¡que sepan que serán implacablemente aplastados por el Gobierno Popular y el pueblo! (Aplausos).

La historia de los dos últimos años, es la historia de las masas populares que ganaron el Gobierno, que luchan por conquistar el poder, que construyen un proceso revolucionario.

Estos dos años son de la historia nuestra, no de la oposición. Nosotros escribimos y hacemos la historia revolucionaria del pueblo de Chile. (Aplausos).

El protagonista es el pueblo, son ustedes. Yo presido un Gobierno de los trabajadores, y por eso soy el Compañero Presidente. Y vengo a advertirles que la Patria está amenazada. ¡Una amenaza se cierne sobre Chile! Estamos ante uno de los mayores desafíos que hemos tenido como nación. El proceso revolucionario avanza y avanzará. Pero hay quienes quieren paralizarlo políticamente y económicamente. Especulan y no invierten, acaparan y no venden.

Su única obsesión es maniatar al Gobierno e impedir el cumplimiento del Programa de la Unidad Popular.

No es el proceso revolucionario el que está en juego. Chile continuará -y que lo sepan- inevitablemente su marcha hacia el socialismo. (Aplausos).

Lo que la reacción fascista está amenazando, es que este proceso pueda realizarse de acuerdo con nuestra tradición histórica, sin la violencia física generalizada como instrumento.

La vía chilena al socialismo ha querido y quiere asegurar la revolución antiimperialista y anticapitalista, evitándonos -primera vez en la historia- la guerra civil y las destrucciones materiales y humanas que ella significa. Y este alto propósito, concita el respeto y la admiración, mucho más amplia de nuestras fronteras. Con orgullo de chileno lo puedo señalar, después de mi viaje a los diversos países del continente; después de haber estado en la Unión Soviética, en Argelia y en Cuba. Después de haber usado la tribuna de las Naciones Unidas, yo puedo decir que el perfil de Chile es hoy un perfil tallado por el pueblo en su fe y en su confianza.

¡Yo puedo decir hoy día que Chile es más respetado! Combatido por la reacción internacional, pero admirado por los pueblos que ven en nuestra decisión, el ansia justa de construir el socialismo. (Aplausos).

Nuestro camino al socialismo ha buscado -y busca- que los trabajadores, como clase, conquisten el poder económico y político, fortaleciendo la democracia en pluralismo y libertad.

Pero un sector de la oposición de dentro y de fuera, el imperialismo, las empresas transnacionales y los grupos profascistas y ultrarreaccionarios quieren acabar con nuestra propia democracia burguesa.

Todo lo que hacen, todos los caminos para ellos son legítimos, con tal de derrotar al Gobierno del Pueblo. Buscan provocar el caos político y económico, con tal de apagar la presencia de los trabajadores que en el Gobierno caminan a conquistar el poder. Ellos no trepidan en exponer a Chile, aun a la guerra civil, con tal de que los privilegiados de ayer vuelvan a mandar.

¡Ahí está la ITT! ¡Ahí está la Kennecott! ¡Ahí está el paro subversivo de octubre pasado!

Evidencias claras, demostraciones palpables que nadie puede desconocer y que nadie puede negar.

Los trabajadores durante siglo y medio -salvo pequeños períodos de nuestra vida cívica- han sido siempre oposición. Por eso, respetamos y toleramos la oposición ejercida dentro de los marcos legales.

Pero los que siempre mandaron no se resignan a ser oposición, y hacen subversión, y buscan la violencia contra los trabajadores. Basta con escuchar su odio y su prepotencia de clase.

Hemos dicho y lo repetimos: ¡El pueblo no quiere la violencia! ¡El pueblo no necesita la violencia! ¡El pueblo no quiere emplear la fuerza! Lo demostró en el paro de octubre pasado.

El pueblo cooperó con las fuerzas de orden y las Fuerzas Armadas, para hacer respetar la ley.

Pero que entiendan que ese alto nivel de responsabilidad política no significa que el pueblo esté desmovilizado, que el pueblo no esté vigilante. ¡No significa que yo, Compañero Presidente, no utilice todos los resortes que me otorga la Constitución para detener la audacia cobarde del fascismo! ¡No significa que a la contrarrevolución que se salga de los moldes legales, el pueblo no responda con la violencia revolucionaria! (Aplausos).

¡Usaremos la ley! ¡Usaremos la fuerza que la Constitución pone como guardiana de nuestra vida institucional y garantía ciudadana!

Pero usaremos -si el caso llega y tratan de desbordar estos marcos jurídicos- la gran marea, la incontenible marea del pueblo organizado, disciplinado, consciente, dispuesto a defender su revolución, a defender a Chile y el porvenir de los chilenos. (Aplausos).

¿Por qué está amenazada la paz, la libertad y el progreso de Chile? Hay una fabulosa maquinaria en marcha para destrozar nuestra capacidad económica, y evitar que el pueblo continúe mejorando en su bienestar. Creadas las dificultades económicas, quieren paralizar el cuerpo político de Chile: quieren que el Gobierno quede indefenso, víctima del caos económico y financiero, y sin poder corregirlo.

La vía chilena al socialismo, en democracia, pluralismo y libertad, exige que el sistema a económico y político esté abierto a los cambios; que no esté bloqueado. El proceso social chileno no admite ni admitirá camisa de fuerza para impedir su avance y las realizaciones del Programa que el pueblo sabe que cumpliremos. (Aplausos).

El Gobierno de los trabajadores ha sacado a los capitalistas de los bancos, de los monopolios, del latifundio: hemos erradicado la penetración del capital foráneo, que estranguló nuestro desarrollo económico e impidió el bienestar del pueblo.

El centro del poder capitalista chileno está hoy arrinconado en su último reducto la especulación y el gran comercio. Desde el sórdido reducto de la especulación, surge una voz cavernosa que habla de reconstruir Chile. ¿De quién es esa voz? Es el eco de los que ya fracasaron; es la voz de los que ya entregaron las riquezas básicas nuestras al capital extranjero; de los que entregaron la industria a los monopolistas, de los que entregaron la mejor tierra a los latifundistas; es el eco de los que hicieron que Chile dependiera de un solo producto: el cobre; es la voz de los que sometieron a Chile a la dependencia imperialista.

Son los responsables del fracaso histórico. ¡Y son éstos los que hablan de reconstruir la Patria!

¿Qué entienden ellos por reconstrucción? ¿Es acaso la devolución de las riquezas al capital extranjero? ¿la devolución de las industrias a los Yarur, a los Sumar, a los Hirmas? ¿A Edwards, que se fue de Chile para atacar a Chile, y que mantiene un imperio periodístico para denostar cada día, cada minuto al Gobierno y al pueblo? ¿A Edwards, que hoy día es sólo un empleado de la Pepsi-Cola, fugado de su Patria y sirviendo intereses imperialistas? (Aplausos).

¿Qué entienden por reconstrucción? ¿Devolver las tierras a los latifundistas? ¿Devolver el cobre, nuestro cobre a la Kennecott, a la Anaconda? Quieren reconstruir quitándole la tierra a los campesinos, las industrias a los trabajadores. Quieren, que de nuevo la ITT controle los medios de comunicación e intervenga en nuestra vida política.

Por eso, con cinismo hablan de un plan Marshall para Chile, porque sólo se imaginan a nuestro país entregado, dominado por el imperialismo.

¡Sepan que Chile es hoy de los chilenos! ¡Que hoy Chile es un país que va consolidando su independencia económica, que ha alcanzado su plena dignidad! ¡Que es un país donde los trabajadores son y serán gobierno! (Aplausos).

Los que hablan de “reconstrucción” representan una clase: la clase minoritaria que tiene sobre su conciencia un gran fracaso histórico. Es la voz de la clase ineficiente. ¡Ineficiente! ¿Por qué?

Veamos algunos hechos.

Invirtieron 730 millones de dólares para expandir la industria del cobre, y no lograron aumentar la producción, a pesar de que fue la mayor inversión en una sola industria. No tuvieron éxito.

Endeudaron al país con créditos para levantar fábricas, y no fueron capaces de poner en marcha la gran capacidad ociosa de esas fábricas, que alcanzaban al 25%.

Tenían las mejores tierras, y no pudieron alimentar a Chile, obligado a importar cada año más y más alimentos. Mientras tenían 250 mil automóviles, el parque de tractores en Chile no alcanzaba más allá de 12 mil.

Permitieron que el imperialismo se llevara más de 4.200 millones de dólares e hipotecaron a nuestro país en una deuda externa superior a los 4.000 millones de dólares. El imperialismo se llevó más de 4.200 millones de dólares, y Chile ha quedado con una deuda superior a los 4.000 millones de dólares. Y ésta es la gente que habla de patriotismo, de eficacia, de honradez.

Estos son los que dicen que ellos han desarrollado a nuestro país y que quieren ahora reconstruirlo.

Es esa la clase social que ignoró el mar, en un país que tiene más de 4.000 kilómetros de costa.

Y han mantenido los puertos en un atraso increíble. Que no desarrollaron la industria pesquera, que puede y debe ser base fundamental de alimentación popular. Que nos han entregado una Marina Mercante de poco vuelo y de poco desarrollo. Y todavía, habiendo entregado parte de los fletes que a nosotros nos corresponden, a empresas extranjeras.

Fueron incapaces de dar trabajo a la mayoría de los chilenos, y miles y miles de cesantes deambulaban a lo largo de la Patria, en todas las provincias de Chile, reclamando trabajo que no les dieron.

Fueron incapaces de trazarse una política de la vivienda, que siquiera alcanzará al incremento anual de nuestra población. Hoy día un millón ochocientos mil chilenos viven en viviendas insalubres, y faltan 600 mil viviendas.

Dejaron a 3.600.000 chilenos sin agua potable, y a tres millones 400 mil sin alcantarillado para eliminar higiénicamente las excretas.

Llevaron a situación mendicante a 400 mil jubilados, pensionados, y abandonaron a su suerte a miles de huérfanos.

Discriminaron a la mujer ante la ley, ante las remuneraciones. Para ellas estuvo limitado el acceso al estudio, en un alto porcentaje. Y ha costado mucho que ingresen en número elevado a la Universidad.

Discriminaron a los hijos, castigando a los niños de Chile, estableciendo derechos desiguales para los hijos legítimos, ilegítimos o naturales. Esa es la herencia que pesa sobre una casta, económicamente incapaz para hacer desarrollar a Chile, deshumanizada, que olvidó fundamentalmente a los trabajadores, y más que nada, a la mujer y al niño chileno. (Aplausos).

Negaron a las Fuerzas Armadas los elementos que su responsabilidad reclamaba, e incluso, colocaron a sus miembros en una difícil situación económica, frente a sus bajos emolumentos.

Nunca incorporaron a las Fuerzas Armadas, con plenitud, a sus altas tareas, en la seguridad y en desarrollo nacional.

No hay defensa nacional eficiente con un pueblo hambreado, inculto, sin sentido nacional. El Gobierno del pueblo prepara y fortalece a las Fuerzas Armadas, a través de preparar al pueblo.

El Gobierno del pueblo ha dado la jerarquía que tienen y tendrán las Fuerzas Armadas en el proceso del desarrollo económico de Chile, base de la seguridad nacional. (Aplausos).

A esa clase, culpable del fracaso histórico, a esa clase ineficiente, el pueblo le corresponde con nueve grandes éxitos históricos, que el pueblo debe recordar, que debe meditar, que debe proyectar en su propia vida y en el futuro de nuestra Patria. El cobre está en manos de Chile, el cobre lo dirige y lo hacen producir los trabajadores. Hemos tenido dificultades. Ahí veo unos centros mineros que no han tenido la responsabilidad suficiente, pero a pesar de todo, 1972 marca el más alto nivel de producción en nuestra vida de la Gran Minería del Cobre, hoy día en manos de los trabajadores, en manos de Chile. (Aplausos).

En 1970 se produjeron 541 toneladas. En 1972 llegaron a 594 mil toneladas, a pesar del descenso en algunos centros mineros. Yo tengo fe, tengo confianza en que esos centros mineros entenderán, lo que Chile reclama de ellos.

Yo tengo la certeza de que esos trabajadores del cobre comprenderán su obligación patriótica y nacional de aumentar la producción para ayudar al desarrollo y al progreso de la Patria.

Segundo: Parte importante de la industria monopólica pasó a manos de los trabajadores, y la producción creció en un 17 por ciento entre 1970 y 1972.

Les ha extrañado mucho que como Presidente haya ido a la industria Sumar. Les parece inaudito que un gobernante pueda utilizar la autocrítica. Ellos nunca se atreverían a reconocer los errores. Yo no he ido a desprestigiar a los obreros de Sumar. He ido a ver qué pasaba en esa empresa. He destacado los errores. He señalado que no pueden repetirse y he hablado de mayor disciplina social y de trabajo; pero he exaltado la capacidad creadora de trabajadores que son capaces de producir el 51% de los repuestos que se importaban.

Que se presente un trabajador, que con su propio esfuerzo ha creado un taller donde ha fabricado más de 30 mil repuestos plásticos, que antes tenían que importarse. He reconocido los errores y he estimulado a los que son capaces de crear y producir. (Aplausos).

Los campesinos manejan cerca del 45% de la tierra cultivable, y la producción agrícola aumentó en el 71 en un 5,1%. Es probable que haya disminuido en 1972, pero hay que tomar en cuenta las condiciones climáticas, y también la experiencia histórica. Jamás un país que hizo una profunda transformación agraria aumentó su producción en los dos primeros años, o tres.

Cuando se va el latifundista, se va la organización de la empresa agrícola, y el campesino que siempre tuvo que obedecer, que no tuvo otro camino que la voluntad del patrón lógicamente tiene que adecuarse -como lo está haciendo en Chile- a ser el responsable directo de su propio trabajo, de su propia tierra, de su propia producción. (Aplausos).

Ha aumentado la participación de los trabajadores en la renta nacional.

En el ingreso nacional era de 51%, correspondiendo esto a 9 millones de chilenos, mientras que un grupo minoritario, de no más de 300 mil personas, tenían el 49% restante.

Hoy la participación de los trabajadores en el ingreso nacional alcanza al 65%.

Nunca antes pudieron imaginarse que la redistribución del ingreso colocaría de esta manera a los trabajadores -factor principal de la producción- en la situación de justicia que debían tener. (Aplausos).

Hoy hay más trabajo para los chilenos. La desocupación ha descendido de un 8 a un 3,9%.

Ahora hay 3 millones 200 mil trabajadores. Nunca en la historia de Chile hubo un número más alto de trabajadores ocupados en nuestra Patria.

En política habitacional, otros gobiernos se pusieron tareas, que iban de las 18 mil a las 25 mil viviendas al año.

Nosotros iniciamos una tarea muy dura y difícil, dada las fallas de la infraestructura.

Pero nos oponemos a construir, hasta que aumenten las posibilidades de hacerlo. Cuando tengamos más acero y más cemento, queremos construir por lo menos 65 mil viviendas sólidas al año. (Aplausos).

La educación -y éste es otro de los pilares fundamentales en que descansa la acción del Gobierno Popular- cubre al 98 por ciento de los muchachos en la Educación Básica. Hemos duplicado la Educación Media, y ha aumentado extraordinariamente la educación en la Universidad. Por primera vez en la historia, hay trabajadores haciendo cursos en las universidades, que antes eran exclusivamente para los hijos de la gente poderosa, para los hijos de los ricos. (Aplausos).

Se ha democratizado el Servicio de Nacional de Salud. Se han incrementado extraordinariamente las atenciones médicas, y se construyen policlínicas y consultorios externos, para llevar, además, equipos móviles con la atención médica y dental a las poblaciones.

En el campo de la previsión social habían 700 mil chilenos olvidados, que tienen hoy previsión, a los que se suman 2 millones 500 mil estudiantes, que están asegurados dentro de la Ley de Accidentes del Trabajo. También 600 mil chilenos, ancianas y ancianos, por primera vez en nuestra vida, no tienen que tender la mano como mendigos. Les hemos reajustado sus pensiones de viudez y de vejez, en un 580%. Son chilenos, que siquiera en las últimas horas de su vida, van a tener derecho al descanso y a la tranquilidad. (Aplausos).

Sin embargo, es conveniente que el pueblo tenga clara conciencia de lo que ocurre. Cuando nosotros hablamos de los procesos estructurales, nos referimos a las cosas permanentes de una estructura social. En el caso del capitalismo, establece granjerías y ventajas para un grupo minoritario en detrimento de las mayorías. En el curso de los países pequeños y dependientes, los lleva a ser los grandes proveedores de los países, de las metrópolis capitalistas.

Lo he dicho muchas veces. Hay una relación dialéctica entre el imperialismo y el subdesarrollo.

Existe el imperialismo porque existe el subdesarrollo. Existe el subdesarrollo porque existe el imperialismo. Nosotros hemos roto esa dependencia, y hemos impulsado los cambios estructurales que nos permitirán construir la sociedad distinta que tanto necesitamos y que tanto anhelamos.

Pero mientras tanto, estamos abocados a problemas circunstanciales, a problemas llamados coyunturales y que en este caso pesan sobre el pueblo y sobre Chile. Me refiero a la inflación, y me refiero a las dificultades de abastecimiento.

Yo deseo que el pueblo de Santiago, congregado en este estadio, me escuche y entienda las raíces del proceso inflacionista.

Chile, a lo largo de toda su vida ha tenido como enfermedad crónica, la inflación. Una vez recordé una frase pronunciada por un político radical del siglo pasado. Dijo: “En Chile hay dos formas de robar. La de los ricos, que recortan los pesos para robarle a los rotos, y la de ciertos rotos que recortan las carabinas para convertirlas en “chocos” y robarles a los ricos”. Así definía Palazuelos, la realidad de un proceso, que siendo hoy socialista, ha golpeado fundamentalmente a los que tienen rentas fijas, y así una gran ventaja para los sectores privilegiados de las minorías cuyos ingresos no son rígidos.

Por eso, el pueblo debe saber que esta enfermedad es crónica. Y además debe saber que en este momento, en el mundo, el régimen capitalista, a lo largo de la mayoría de los países, demuestra su gran falla, en una inflación que antes ya alcanzó niveles que son extraordinarios para esos países. Y es el caso del más grande país capitalista del mundo, Estados Unidos, que ha alcanzado niveles de inflación extraordinarios para ellos, y que ahora, una vez más, ve que su moneda, el dólar, que regía la economía mundial, está abatida y en la peor situación, también, de su historia.

En Chile la inflación está ligada a los procesos de nuestra estructura económica y social. Estas fallas estructurales pesan sobre todos los chilenos, y aceleran el proceso inflacionista.

Ya dije que la gran talla histórica de la casta gobernante de ayer fue dejar a Chile como un país monoproductor y exportador, esencialmente del cobre.

Por eso el Gobierno de ustedes, el Gobierno Popular, ha sufrido la baja extraordinaria del precio del cobre, que ha significado un menor ingreso para el Gobierno Popular de 500 millones de dólares en dos años, el 71 y el 72.

Pero además la agresión imperialista de la Kennecott ha disminuido los créditos de Chile. El alto compromiso, derivado de la deuda externa, nos ha traído también como consecuencia, disminución de los créditos, hasta no esclarecer en forma definitiva, cómo Chile va a encarar ese compromiso, que el Gobierno Popular ha heredado.

También el pueblo debe pensar, como lo dije hace un instante, en incorporar al trabajo a cientos y miles de cesantes, que suman 220 mil trabajadores.

Hemos aumentado el mercado interno de consumo, en cerca de 600 o 700 mil personas. A ello hay que agregar entonces, que la redistribución del ingreso ha permitido a mucha gente que antes no tenía cómo poder satisfacer sus necesidades esenciales, que lo pudieran hacer. Y la demanda de bienes en una economía agraria, sobre todo en el proceso alimentario, con capacidad ociosa de las industrias, aunque las hemos echado a andar, no es capaz de satisfacer, repito, con la oferta, la demanda de consumo.

A ello se agrega la especulación. A ello se agrega el contrabando, porque este es un país -todavía- donde la vida es más barata que en otros países muy cercanos al nuestro.

En esta circunstancias, hay que tener en cuenta, también, cómo han subido los precios de los insumos, de las maquinarias, de los repuestos, de los alimentos, de los fletes, sobre todo como consecuencia de la pérdida parcial del poder adquisitivo del dólar.

Todo estos factores el pueblo debe entenderlos, para tener la conciencia que se requiere de todos los chilenos. Un gran esfuerzo común, un sacrificio común de todos los chilenos, para derrotar dentro de un plazo que no será breve, este proceso inflacionario, que, reconozco, ha alcanzado en mi Gobierno, un altísimo nivel, pero al mismo tiempo destaco, que antes, el pueblo sufría las consecuencias de la inflación; por la distribución del ingreso, y con la política económica destinada a compensar los sueldos y salarios, el peso de la inflación no va a seguir cayendo sobre los trabajadores, sobre los empleados, y sobre las capas medias, compañeros. (Aplausos).

Propusimos al Congreso compensar cada cuatro meses el alza del costo de la vida, para no esperar que transcurrieran años, y recuperar tardíamente, la pérdida del poder adquisitivo.

Esta iniciativa nuestra fue rechazada. El Gobierno insiste en su posición.

El Gobierno dice claramente al pueblo: vamos a compensar el alza del costo de la vida. Pero lo vamos a hacer sobre la base de una iniciativa legal, que el Congreso debe despachar financiada. Vamos a crear un Fondo Único de Compensación. Vamos a proponer las medidas tributarias para financiar en la forma justa que necesitamos hacer la compensación, por pérdida del poder adquisitivo del sueldos y salarios.

Pero si los trabajadores deben entender esto, que significa que no puede primar un criterio economicista en ellos, tienen que entender que una política económica es general para todos ellos, y que sólo dentro de una concepción global de la economía, debe considerarse el problema de las compensaciones; también el pueblo debe saber -como lo he dicho- que ese financiamiento tiene que pelearlo, tiene que luchar. El Congreso no puede seguir despachando leyes de reajuste y de compensación desfinanciadas, porque esa es una palanca inflacionista.

Además la ley que enviaremos nosotros, tendrá como financiamiento el que los sectores pudientes, los sectores poderosos, contribuyan y paguen la recompensa justa a que tienen derecho los trabajadores, la compensación necesaria.

Por eso es una lucha del pueblo, obtener del Congreso el financiamiento suficiente para el Fondo Único de Compensación. (Aplausos).

Para financiar el Fondo Único de Compensación, propondremos: impuestos directos a los grupos que han obtenido mayores ganancias con la especulación.

Ya lo hemos dicho, ¡el pueblo no especula!

Gravámenes extraordinarios al consumo de bienes y servicios suntuarios.

Revalúo provisional e inmediato de los bienes raíces de más alto avalúo, y según el goce que produzcan. Modificación al impuesto patrimonial, para hacerlo más efectivo. Un impuesto mayor que el actual, a las ganancias de capital.

Mayores facultades para combatir la evasión tributaria.

Estos son, entre otros, los puntos esenciales del financiamiento del Fondo Nacional de Compensación, que entregaremos al Congreso, y que el pueblo tiene que conocer, para que el pueblo luche, para que este financiamiento sea eficaz, e impedir que sigamos impulsando el proceso inflacionario, con leyes desfinanciadas. (Aplausos).

El otro problema coyuntural agudo, es el relacionado con el abastecimiento.

¿Cuáles son las causas que inciden en las dificultades de abastecimiento normal de la población? La demanda de bienes, como lo dije, ha crecido. Ha aumentado el mercado interno.

Hay 220 mil nuevos jefes de hogares, que significan 600 a 700 mil personas que hoy tienen poder de consumo.

Además, hay que señalar, que ciertos sectores tienen todavía, un poder de compra extraordinario. Los capitalistas no invierten en sus empresas o industrias, y que por lo tanto hemos caído en lo que llamara capital especulativo, que produce además, posibilidades de acaparamiento, que en este caso tienen también un contenido político.

El pueblo debe saber, que a ello se agregan fallas de distribución. Quiero que oigan y no olviden, lo que ha logrado la actitud del pueblo para desenmascarar a los acaparadores.

Solamente en diciembre y enero, en Santiago se han descubierto o sorprendido 174 negocios que han acaparado alimentos y mercaderías, y 17 mataderos clandestinos. Oigan estas cifras.

Estaban acaparados en Santiago estos productos, que pudimos entregar a los precios fijados por el Gobierno: 35 mil pares de zapatos, 10 mil tubos de pasta dental; 100 mil pollos; 151 mil tarros de conservas; 5 mil bolsas de cemento; millón de repuestos para automóviles y camiones; 60 mil paquetes de detergentes; 350 tambores de aceite; 120 mil kilos de azúcar; 20 mil kilos de arroz; y 500 mil litros de vinos y licores. Todo esto estaba acaparado y el Gobierno cuando descubre -a través de DIRINCO o por la acción de las Juntas de Abastecimientos y Precios- a estos acaparadores, no puede hacer otra cosa que vender los productos a precio oficial; no puede sancionar, no puede meter al culpable a la cárcel.

El Congreso le ha negado al Gobierno el instrumento que el Gobierno reclama, para establecer una Ley de Delito Económico, y sancionar a los grandes especuladores, a los que se llevan el dinero en baúles y en maletas fuera de Chile, y a los comerciantes inescrupulosos, que son capaces de crear el hambre del pueblo, sólo por lograr grandes ganancias. (Aplausos).

Por eso, el Gobierno pretende una distribución equitativa, democrática, sin discriminación. No concibo un hombre de la Unidad Popular -y menos una mujer de la Unidad Popular- pretendiendo discriminar el alimento que le corresponde a otra familia porque no piensa como nosotros. Sería indigno de ser militante de un movimiento popular. El Gobierno del Pueblo, mucho más allá de las doctrinas y las ideas, está empeñado en entregar los alimentos esenciales a todos los chilenos en la misma forma, sean o no sean de la Unidad Popular. (Aplausos).

Nosotros no hemos comprado jamás un voto. Mucho menos vamos a pretender comprar votos con los alimentos. Otros usaron los paquetitos, nosotros usamos las ideas, los principios y las doctrinas para alcanzar la conciencia del pueblo. (Aplausos).

Por eso hemos creado la Secretaría Nacional de Distribución. Está a cargo de ella un distinguido general de Aviación, el general Bachelet. Por eso tenemos que fortalecer los organismos de distribución que tiene hoy el Estado; antes los tenía limitadísimamente. De todas maneras, es bueno que se sepa que los organismos del Estado sólo distribuyen el 28 por ciento de los productos que el pueblo consume; pero lo esencial es que el pueblo se organice.

Hay que organizar las Juntas de Vecinos, los Centros de Madres; hay que organizar, multiplicar y acrecentar las Juntas de Abastecimientos y Precios, que son organismos legítimos y legales de coordinación, de cooperación, de control, de vigilancia y de denuncia; no son organismos destinados a combatir al comerciante detallista honesto, pero son organismos que tienen que demostrar la capacidad del pueblo para denunciar a los acaparadores y para hacer posible que se termine con los comerciantes deshonestos, que viven quitándole al pueblo el derecho que tiene a la alimentación.

De todas maneras, el pueblo debe organizarse en los Comandos Campesinos; el pueblo debe organizarse en los Comandos Comunales. Pero que se entienda bien: estas organizaciones del pueblo no pueden ser concebidas como poder del pueblo al margen del Gobierno, porque éste es el Gobierno de ustedes, de los trabajadores. Y esas organizaciones comunales del pueblo, deben estar junto a su Gobierno para trabajar lealmente en el esfuerzo común. (Aplausos).

De todas maneras, en el caso de los alimentos se requiere, como en el caso de la demanda de otros bienes de consumo, una mayor producción, una mayor productividad; se requiere, compañeros, que los trabajadores entiendan que sus remuneraciones deben estar en relación directa con su productividad y con la producción.

¡Yo lo he dicho tantas veces! Mi primer discurso de contenido social, lo pronuncié el 1 de mayo de 1971, a los pocos meses de ser Presidente de la República. Y ese discurso, en el Día de los Trabajadores, lo destiné a decir que un pueblo no progresa sino produciendo más, trabajando más, estudiando más; pero señalando que es muy diferente producir como lo hacíamos ayer, para un grupo minoritario, dueño de los bienes de producción, que producir para Chile y los chilenos.

Esto tienen que entenderlo los trabajadores: tenemos que aumentar más la producción, tenemos que ahorrar, porque carecemos de divisas; tenemos que economizar en el agua, en la luz, en los repuestos; tenemos que cuidar las máquinas; tenemos que hacer salir de la tierra el alimento para el pueblo.

¡Cada espiga de trigo que cosecha un campesino, son centavos de dólar que el pueblo de Chile economiza, camaradas! (Aplausos).

Por eso quiero señalar ante ustedes, la responsabilidad que tiene la oposición frente a los problemas estructurales de Chile, porque se nos ha impedido, a través de la mayoría del Congreso, organizar el Área Social de la Economía, base del desarrollo que nosotros queremos darle a la actividad productiva nacional; porque no se han dictado las leyes que presentáramos para garantizar y dar seguridad al pequeño y mediano industria; porque no se han dictado las leyes que presentáramos; no se han aprobado las leyes que entregáramos al Congreso para asegurar la participación de los trabajadores en la dirección de las empresas y las industrias; porque ni siquiera ellos, que hablan de la autogestión, han sido capaces de aprobar el proyecto de ley que también presentáramos sobre esta materia. De la misma forma, que tiene una responsabilidad directa la oposición, en los problemas coyunturales que he señalado, la inflación y la falta de abastecimiento normal.

Ellos quieren culparnos a nosotros y se olvidan de las raíces que frente a ustedes he señalado; ellos se olvidan del paro de octubre, la actitud más sediciosa que yo he conocido en la historia de mi vida -como político que lleva ya muchos años en la vida pública- y la repercusión económica que este paro tuvo. Basta pensar cuántas industrias no recibieron los insumos y las materias primas. ¡Cuántos alimentos se pudrieron! Basta pensar, que 10 millones de litros de leche se botaron, cuando este país la necesita tanto para sus niños.

Pero así como un sector sedicioso produjo el paro de octubre, y pretenden, según se dice, realizar otro paro en marzo, es bueno que sepan que el pueblo derrotó el paro de octubre, porque el pueblo en todos los instantes cooperó con las Fuerzas de Orden y las Fuerzas Armadas. ¡Como Presidente del pueblo, no voy a tolerar un nuevo paro que va contra la ley y la Constitución de nuestra Patria! (Aplausos). Pero al mismo tiempo, debemos destacar que la mayoría del Congreso ha tenido una actitud dura de oposición implacable; ha negado el despacho -como ya lo dijera- de leyes fundamentales.

Pero además, nos ha entregado los presupuestos fiscales desfinanciados; de allí el gran déficit que tenemos; los reajustes han sido financiados sólo en un 25 por ciento.

Ya destaqué el rechazo del Proyecto de Ley sobre Delito Económico. No se ha trazado una política que permitiera despachar en el Congreso el fondo de capitalización que entregáramos hace más de un año y meses; tampoco se ha despachado el Proyecto de Ley sobre Fondo Único de Asignación Familiar; tampoco el Congreso ha despachado una iniciativa nuestra, destinada a financiar a los municipios, que llevan una vida lánguida, y algunos están prácticamente muertos desde el punto de vista del poder, ingreso para realizar la mínima labor que el pueblo espera de ellos. Y caso insólito, el Ministerio del Mar, después de estar un año 6 meses en el Congreso, fue rechazado totalmente.

En un país como el nuestro, que tiene más de 4 mil kilómetros de costa, es rechazado el Ministerio del Mar.

¿Qué habría ocurrido ante las dificultades de alimentación, si el Gobierno no hubiera tenido la visión necesaria y no hubiéramos encontrado la comprensión de la Unión Soviética, y no hubiéramos traído los barcos factorías que han casi duplicado extraordinariamente la pesca de la merluza?

Esta concentración extraordinaria ha estado destinada a demostrar que la Unidad Popular y el Gobierno, han levantado una plataforma para poner término a esta campaña que castiga a Chile, y que se siente en el desarrollo económico, y que está destinado a frustrar al Gobierno en sus realizaciones fundamentales.

Decimos e insistimos, que esta situación no puede continuar. Necesitamos implantar medidas urgentes y profundas para acabar con las raíces del boicot económico de la especulación y el desabastecimiento.

La reacción quiere paralizar al país, la paz, la independencia y el progreso de Chile. Las fuerzas constructoras de los trabajadores más patriotas, deben imponerse al odio y la negación, los problemas que enfrentamos necesitan un Gobierno fuerte y poderoso para imponer las medidas que Chile y su situación económico-financiera reclaman. Este poder lo tienen los trabajadores unidos, los únicos que han evitado y van a poder evitar al país la catástrofe en que quiere hundirnos.

¡Por eso, por sobre todo y como Presidente y Compañero de ustedes, reclamo fundamentalmente la unidad popular, la unidad política, y el entendimiento sindical entre las fuerzas que constituyen la base del Gobierno! (Aplausos).

Como lo decía con toda razón y claridad el senador Gumucio, mi estimado amigo y compañero, podemos discrepar internamente; podemos disentir en las reuniones de las direcciones políticas de los partidos de la Unidad Popular. Pero tenemos la obligación de encontrar siempre una solución. Los problemas internos nuestros, no pueden servir para que la reacción y el imperialismo se solacen; no podemos darnos el lujo de perder directivas sindicales por ir separados por pequeños apetitos partidistas, o por pequeñas apetencias personales. (Aplausos).

El proceso revolucionario de Chile es una cosa trascendente e histórica que no pertenece sólo a los partidos de la Unidad Popular, ni aun al pueblo de Chile; millones y millones de hombres y mujeres en el mundo miran nuestro proceso.

¡Yo reclamo, pido, exijo, que la Unidad Popular se presente combativa y combatiente!

¡Tenemos una obligación histórica y los partidos y los trabajadores deben responder a este mandato, a este desafío, al destino, haciendo más firme y más sólida, más inconmovible la lealtad revolucionaria de todos los sectores revolucionarios de Chile! (Aplausos).

Esta será la única manera de que el fascismo no tenga cancha en nuestro país. Y los que sueñan con el reformismo neocapitalista, sigan rindiéndole tan sólo culto al pasado; la historia -por lo menos lo sabemos y en Chile lo vivimos- no puede retroceder.

¡El futuro de Chile hace tiempo que está marcado por la estrella de la revolución chilena!

La cuestión esencial de nuestros días, es lograr que la dirección política del país sea totalmente conquistada por los trabajadores; para esta tarea, el pueblo y su Gobierno necesitan realizar la más profunda transformación en las instituciones políticas administrativas y económicas que conocen nuestra historia. Tenemos que hacer retroceder la especulación, el acaparamiento, la inflación; hacer posible el crecimiento económico sin interrupción. Un solo camino hay para eso. ¡Todo el poder para los trabajadores y el pueblo!

Ese es el contenido de nuestra Plataforma, que el Gobierno y la Unidad Popular hace hoy pública y que vamos a impulsar sin pausas.

Los trabajadores chilenos están representados en todos los escalones del Gobierno, a través de los partidos populares y de los partidos de clase; a través de la propia Central Única de Trabajadores. Y eso el pueblo tiene que entenderlo.

¡Y por eso, yo no hablo de participación del pueblo en el Gobierno, sino que hablo del Gobierno del Pueblo y del Gobierno de los Trabajadores! (Aplausos).

Los sindicatos, los Comandos Comunales, las Juntas de Vecinos, las JAP, deben organizarse y multiplicarse como órganos del Poder Popular en la base.

Organismos de movilización permanente del pueblo y de cooperación con su Gobierno.

El aparato judicial tiene que ser democratizado; el funcionamiento armónico del Estado debe estar garantizado aumentando la competencia del Tribunal Constitucional. El aparato burocrático debe ser cambiado, eliminando trabas inútiles que agobian a todos los chilenos. El aparato económico debe ser reconstruido sobre las bases modernas y revolucionarias, donde la planificación democrática pueda ser una realidad y no sólo un buen deseo; donde los sistemas financieros y tributarios estén al servicio de los intereses del pueblo y del desarrollo acelerado. El aparato administrativo tiene que acabar con el lastre de la centralización que esteriliza, creando las regiones económico-geográficas.

La seguridad social de los trabajadores debe ser efectiva, nuevos derechos sociales y económicos deben ser garantizados. Debe poder implantarse una política definitiva para la mujer, la familia, el joven y el niño chileno.

El sistema nacional de educación tiene que ser una realidad en la Escuela Nacional Unificada.

El Presidente de la República debe ser elegido al mismo tiempo que el Congreso. Debe poder disolver a éste una vez, durante su mandato. Debe reconocérseles a la CUT y al pueblo, la iniciativa para poder proponer al Congreso proyectos de leyes.

Tenemos que crear un Parlamento para el pueblo. En una palabra, Chile necesita cambiar la estructura del Estado burgués, incapaz de ordenar nuestra vida colectiva y de permitir las grandes soluciones a los problemas de hoy.

¡Todo el poder para los trabajadores y el pueblo significa construir un nuevo orden institucional, significa crear el Estado Popular, democrático, nacional, antiimperialista y revolucionario! (Aplausos).

Estas son las tareas por las que estamos combatiendo para asegurar el desarrollo económico, conquistar la liberación definitiva de nuestra Patria y avanzar al socialismo.

En el orden económico, debemos continuar y aumentar el esfuerzo que estamos haciendo en inversiones. Se ha criticado mucho que el Gobierno Popular no ha invertido ni invertirá. Se equivocan.

Durante 1971 y 1972 la inversión fue del orden del 14 por ciento del producto. Mientras que en el 67 al 70, sólo fue el 13 por ciento del producto, eliminando las inversiones del cobre, que como dijera hace un instante, no dieron los resultados que se quería.

Pero, no basta con mantener ese ni el de inversiones; debemos mantenerlo.

Tenemos que lograrlo con más esfuerzo interno, fundamentalmente, y cooperación externa.

Disponemos de más de 600 millones de créditos en bienes de capital, fundamentalmente de los países del campo socialista y de otros países, aun de Europa industrial. (Aplausos).

Seiscientos y tantos millones para bienes de capital, que tendremos que invertir para levantar nuevas empresas, nuevas fábricas, nuevas empresas hidráulicas, nuevos puertos pesqueros, para cambiar el contenido del trabajo y las realizaciones en nuestra Patria.

Esta misma semana, posiblemente el viernes, firmaré el decreto, señalando que hay 100 proyectos, destacando en qué provincia de Chile se va a hacer esas inversiones y señalando cuál es la fuente financiera que ellas tienen.

De esta manera daremos un trabajo especial. De esta manera demostraremos nuestro anhelo, fundamentalmente, de romper el paso soñoliento de las provincias, invirtiéndose en ellas para crear más fuentes de trabajo y producción. (Aplausos).

Quiero señalar algunos ejemplos relacionados con la Minería.

Aumento de la capacidad de fundición y refinación de cobre se duplicará la capacidad de la Refinería de Ventanas, elevándola a más de 200 mil toneladas anuales de cobre refinado. La capacidad de producción de Paipote aumentará a 20 mil toneladas anuales. Está en negociación el financiamiento de una nueva fundición y refinería en Chañaral, con capacidad para más de 200 mil toneladas.

Se están investigando nuevos yacimientos en San José del Alba, Pampa Norte, Andacollo y Pelambre.

Tenemos en construcción plantas industriales agrícolas, silos y mataderos.

Se iniciará la creación de varios complejos avícolas, para producir 35 millones de pollos. Este mismo año termina la construcción de la fábrica de cemento de Antofagasta. La fábrica de edificios en El Belloto, que fui a inaugurar, empieza a producir en diez días más. La planta de celulosa, en Constitución, la Central Hidroeléctrica de El Toro, que hemos terminado. No es obra iniciada por nosotros. La fábrica de neumáticos, Manese, que producirá cerca de medio millón de neumáticos al año.

En 1973 será construida una gran fábrica de calzado escolar y otra de vestuario para los trabajadores, en Santiago, Concepción y Cautín.

La expansión de Huachipato está contemplada para el próximo año 74.

Pero nosotros, sabiendo que la inversión fiscal es la más poderosa, no queremos nosotros dejar de buscar la cooperación y la inversión privada. Estimularemos esta inversión de los productos agrícolas e industriales. Quien no cultive bien su tierra, o no haga trabajar sus fábricas, será sancionado por la ley, pero será al mismo tiempo el que lo haga bien el que reciba el apoyo técnico y crediticio del Estado, para las pequeñas y medianas industrias y los pequeños y medianos agricultores.

Los trabajadores que han construido a Chile, hoy están resueltos a dirigirlo, pese a quien pese.

Los que durante siglos han sufrido humillaciones y miserias no miran la desaparición del mundo viejo como una cuestión de dos años o de cuatro semanas.

Su fuerza viene de más allá y va mucho más allá de dos o cuatro años.

Para los trabajadores la conquista de la dirección política y económica del país no se juega el 4 de marzo. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, la tarea hacia el futuro la tenemos muy clara y el pueblo debe entenderlo bien.

La revolución continúa adelante, porque sabemos que tenemos fuerza y conciencia más que suficiente para asegurarla. Hoy tenemos 57 diputados, después del 4 de marzo la Unidad Popular tendrá más diputados. Hoy tenemos 17 senadores. Después del 4 de marzo tendremos más senadores. Más que eso, ahora y después del 4 de marzo, los trabajadores saben que tienen la CUT y los Consejos Campesinos, y las organizaciones del Poder Popular.

La fuerza de los trabajadores no descansa sobre unos pocos. Descansa en la fuerza social que ellos representan, y esa es la base y la mística de sustentación del Gobierno Popular. (Aplausos).

Lo cual no significa que no demos una importancia trascendente al resultado de las elecciones de marzo, porque ello significará poder, si el pueblo trabaja bien, y se decide como debe decidirse. Sobre todo si el hombre de Chile le habla a su compañera, a su hermana, a su madre y a su hija, señalándoles que en el proceso revolucionario ella ha alcanzado niveles que nunca tuvo antes, en ningún Gobierno, y la hace entender que su seguridad, la seguridad de la mujer chilena, la seguridad de su familia, la seguridad de su hijo, sólo puede garantizársela un Gobierno Popular que avance hacia el socialismo. (Aplausos).

Compañeros: termino diciéndoles que cada uno de ustedes, cada mujer, cada joven, cada anciana, cada hombre, que repleta este gran estadio, debe tener conciencia de que su fuerza se va a fortalecer después del 4 de marzo.

Debe tener la certeza absoluta de que el proceso revolucionario no se va a detener. Debe saber a cabalidad, debe tener incrustada en su conciencia y en su corazón, la convicción absoluta de que el Compañero Presidente de ustedes, después del 4 de marzo, antes del 4 de marzo y siempre, estará junto a ustedes en la barricada de la lucha para hacer posible la victoria final. (Aplausos).

Compañeros trabajadores:

Queridas compañeras y estimados compañeros:

Pueblo de Santiago, que se ha congregado aquí, en representación del pueblo de Chile.

Quiero que cada uno de ustedes sepa y entienda, que este Gobierno que es el Gobierno de ustedes, sólo busca la seguridad, la tranquilidad para el mañana, de cada familia chilena, de cada hombre de Chile, de cada mujer de la Patria, sobre todo, de los que durante tantos y tantos años han vivido en la oscuridad de la incultura, en la negación de las necesidades esenciales. Sobre todo, aquellos que no supieron de las horas de descanso ni recreación. Los que nunca soñaron con ser dueños de un techo, los que no encontraron trabajo.

¡Queremos paz y seguridad para Chile! ¡Nuestra fuerza permitirá derrotar la insolencia imperialista definitivamente, y la provocación reaccionaria y fascista!

¡Tenemos la razón de la legalidad! ¡Tenemos la fuerza revolucionaria de los trabajadores!

¡Somos hoy un pueblo digno e independiente, soberano de su destino!

Compatriotas: ¡Adelante! ¡Venceremos!