Frente a la revolución peruana

 

 

La revolución pasa por los países subdesarrollados, hemos dicho. Pues bien, en éstos a no ser que confluya un conjunto de circunstancias extraordinarias, la revolución pasa por el campo. Es lo que demuestra la ya rica experiencia, y detrás de ella se descubren poderosas razones.

CAMPO: EL ASPECTO MAS DEBIL Y MAS VULNERABLE

El campesinado en estos países es no sólo la clase más numerosa, sino también la mas explotada. El problema de las tierras es el problema clave, el problema insoluble, el problema frente al cual se estrellan todos los intentos de reformas. El campo es pues el aspecto mas débil del sistema, es a su vez el mas vulnerable porque al campo solo llegan los últimos extremos, los extremos mas frágiles y los mas corrompidos del Poder Estatal. Es de las ciudades, por el contrario, que las oligarquías feudal y burguesa han hecho sus más inexpugnables fortalezas. Todo el Poder está en ellas concentrado. Esta gran barrera se opone ahí al ímpetu revolucionario de la clase obrera. Barrera que de nos ser la intervención de circunstancias extraordinarias como en el caso de la Revolución Soviética, tiene que ser el campesinado quien ayude a destruirla.

 

EL PAIS VIVE UNA ETAPA PRE-REVOLUCIONARIA

Tal es el caso del Perú. Nuestro país vive una etapa prerrevolucionaria de una profundidad y de una continuidad sin precedentes. Nunca como hoy el sistema ha sentido con más estremecimiento hasta que punto están carcomidas las bases de su estructura, justamente ahora que nuestro campesinado se ha puesto violentamente, con sus recuperaciones de tierra, en toda la encrucijada de nuestra historia.  Obedeciendo a la ley espontánea de nuestra realidad el campesinado ha tomado la vanguardia y nos está señalando el camino.

 

POR QUE HAN FRACASADO LOS PARTIDOS REVOLUCIONARIOS

Si la revolución en el Perú se ha estancado y los partidos revolucionarios han fracasado no es porque no hayan existido condiciones –condiciones han existido desee hace mucho tiempo, mucho mejore aún que en Cuba-- sino porque no se había encontrado el camino. Sin darse cuenta de la diferente situación –radicalmente diferente- en que se encuentra la burguesía y la clase obrera cuando se plantean el problema del Poder, sin darse cuenta de las especiales circunstancias que hicieron posible el triunfo de la Revolución Soviética dentro de los moldes clásicos de las revoluciones burguesas, los partidos siguieron obstinadamente golpeando sobre las ciudades y haciendo del proletariado el pivote de las revoluciones. Grave error. Cuando la burguesía asalta el Poder, lo comparte ya de antemano, por lo menos en una gran medida. Esto le permite, apoyándose una vez sobre todas las clases explotadas, conquistárselo súbitamente en una revolución relámpago. El proletariado, por el contrario se encuentra completamente ausente del Poder. Para conquistarlo tiene ante todo que destruirlo en su totalidad. Así, con menos fuerza, tiene que realizar una tarea de mucho más envergadura. Fue la 1ra. Guerra Mundial, de la que salió el régimen zarista derrotado y casi completamente destruido, la que puso al proletariado ruso en la posibilidad de asaltarlo de la noche a la mañana desde su más insigne fortaleza, la capital, Petrogrado. A falta de tan propicias circunstancias, es un error empecinarse en seguir buscando salida por el mismo camino.  Otro es el camino en este caso y nos lo esta demostrando hasta la evidencia la Revolución China y la Revolución Cubana, para no citar sino estas dos ya clásicas revoluciones.

Fracasados en sus intentos estos partidos se corrompieron en la “explotación de todas las posibilidades legales” y se empantanaron en la búsqueda del cumplimiento de una serie de condiciones previas, postergando indefinidamente la consigna de la lucha por la toma del Poder. Todo esto es lógico dentro de aquellas perspectivas sin horizontes.

 

CAMPO: UN CAMINO NATURAL DE LA GUERRA DE GUERRILLAS

Nosotros nos ubicamos dentro de otra perspectiva. Tomar el camino del campo implica escoger una ruta que conduce a la toma del Poder. Además de ser, desde el punto de vista social y económico, el aspecto mas débil del sistema, además de ser el mas vulnerable desde el punto de vista de la presencia misma del Poder, el campo es el escenario natural de una estrategia y una táctica que permiten enfrentarse a las fuerzas represivas e ir destruyéndolas poco a poco, eludiendo a la vez todo choque frontal con el grueso aplastante de sus efectivos. El campo es el escenario natural de la guerra de guerrillas. Esta es la forma de violencia que ha liberado ya a muchos pueblos como el nuestro y es la forma que corresponde para liberar al Perú.

 

ELECCIONES NO, LA GUERRA IRA CREANDO LAS CONDICIONES QUE FALTAN

Es fácil darse cuenta de que en esta perspectiva el juego electoral, el juego parlamentario, el juego en suma de la política tradicional pierde absolutamente en importancia. Puestos en la perspectiva de una guerra larga, es claro que poco, ridículamente poco, tiene que hacer al lado de la capacidad creadora y transformadora de la misma guerra del pueblo. Una guerra de esta naturaleza, desencadenadora de todas las potencias heroicas de las masas, no necesita inevitablemente de tan mezquinos recursos para ir creando las condiciones revolucionarias. Si algunas faltan, ella misma las irá creando en el camino. Por eso nos abstenemos nosotros de entrar en ese juego corrompido y corruptor y preferimos identificarnos con ese profundo y alentador rechazo que expresa el pueblo cuando dice: “La política es una cochinada”. Nosotros nos abstenemos y nos seguiremos absteniendo. Nosotros no nos llamamos a engaños: si el pueblo participa – y en alta proporción- en las elecciones, no es porque el pueblo crea en ellas. El pueblo participa porque hasta ahora no se le ha abierto otro camino. Mas, cuando este camino se le ofrezca, recuperando su fe, el pueblo se lanzará incontenible por el mismo. Identificándonos con su rechazo, nosotros tenemos una cita histórica con el pueblo. Puntualmente en ella nos encontremos.

 

HAY QUE TENER FE EN EL PUEBLO

Nosotros vamos al encuentro de esa fe. Hay que tener fe en el pueblo, hay que tener fe en la revolución: Este es el requisito indispensable. Si no se cree en ella, jamás se podrá hacer la revolución. Para garantizar la adecuada conducción de la guerra del pueblo y para que el proceso alcance plenamente sus objetivos, la revolución deberá ser dirigida por su vanguardia revolucionaria con la ideología del proletariado, la misma que para ser tal, deberá romper con el circulo vicioso de las dudas, indecisiones y “tareas previas”, que solo indican falta de fe en la revolución y en el pueblo.

 

LA REVOLUCION PUEDE Y DEBE INICIARSE DESDE HOY

Dentro de las permanentes condiciones del país, a las que hay que añadir la actual violencia desencadenada por el régimen, la revolución puede y debe iniciarse desde ya. La violencia ha sido desencadenada como la expresión mas rotunda del fracaso de este ultimo ensayo de democracia representativa. Su curso normal será el de seguir acentuándose cada vez con mayor brutalidad. Juntamente con la izquierda, todo el pueblo esta amenaza de la peor dictadura. Las masas responderán al llamado de una revolución que sepa mostrarles, con sus primeros éxitos, una nueva forma de lucha. Sus mismas formas clásicas de lucha cobraran entonces un nuevo impulso porque adquirirán un nuevo sentido. Ellas lucharan en todas las formas y la revolución asumirá las características de una verdadera guerra del pueblo.

El triunfo de la revolución exige sin duda la unidad de todo el pueblo, la unidad de todas las fuerzas interesadas en el mismo. Solo cuando esta unidad se haya logrado a su máximo nivel, es decir, a nivel de la lucha armada podremos dar por asegurado el triunfo. Mas, es una utopía pensar que la unidad –no sea más que de las principales fuerzas de izquierda- se ha de lograr a su máximo nivel discutiendo sentados en torno a una mesa. Jamás se ha logrado en esta forma la unidad. Esta se ha lograr tan solo en la lucha. Tan solo en la lucha se irán fundiendo las diferencias y las desconfianzas provenientes de distintos factores, pero sobre todo del diferente grado de aproximación al nivel más elevado de la misma. Consideramos unidad como un objetivo fundamental, mas cuyo logro es un proceso. No nos apresuramos, por eso, ni desesperamos. Ella se irá logrando a distintos niveles: pero mientras subsistan diferencias entre las distintas fuerzas dispuestas a unificarse, será conveniente mantener la autonomía de las organizaciones hasta determinada etapa en que nuevas condiciones lleven a la conformación del Partido Unico de la Revolución Peruana.

En todo momento, sin embargo, los objetivos mismos de la revolución exigen que el proletariado, se ha de procurar la formación de un frente único con todas las otras fuerzas con intereses opuestos a la oligarquía y al imperialismo, es decir, con la pequeña burguesía y la burguesía media. Los objetivos de este frente serán, en una primera etapa, la expulsión del imperialismo y la liquidación de la oligarquía feudal burguesa. Pero la base obrero-campesina de por si abrumadoramente mayoritaria, la practica de la línea de esta alianza como línea de frente, axial como la presencias de un ejercito revolucionario propio garantizaran a estas clases que la revolución marche hasta sus ultimas consecuencias, sentando desde un primer momento las bases del socialismo.