Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

Con la unidad, venceremos

Carta al Pleno del CC del PC celebrado en Madrid el 23 de mayo de 1938

 

Queridos camaradas:

Mi estado de salud me impide participar en el trabajo de esta reunión de nuestro Comité Central. Pero estoy con vosotros con todo mi espíritu, con todo mi ánimo, con toda mi voluntad.

Nuestra gran camarada Dolores ya os habrá expuesto cuáles son las tareas que plantea a nuestro Partido y al pueblo español la situación actual, por su extrema gravedad.

Yo quiero añadir, o mejor dicho, quiero solamente destacar aún más, delante de vosotros, una idea fundamental: la de la responsabilidad que nuestro Partido tiene en este momento ante el pueblo entero. Esta responsabilidad es hoy mucho más grande que lo ha sido en todo el curso de la guerra. ¿Por qué? Porque hoy la situación es la más grave que hemos tenido después del 19 de julio de 1936. Porque hoy nuestro Partido es más numeroso, más fuerte que nunca ha sido. Porque en algunos aspectos, y particularmente si tenemos en cuenta las posibilidades enormes de trabajo común con el Partido Socialista Obrero, somos hoy la fuerza política más grande, más unida y disciplinada de toda España. Y porque somos, además, parte integrante del movimiento comunista mundial, de ese poderoso ejército de combatientes por la libertad, por la paz, por el socialismo, que levanta sus banderas de lucha en el mundo entero.

Por todas estas razones, el pueblo de España mira hacia nosotros y espera mucho de nosotros. Nuestra responsabilidad es un hecho histórico, ligado al desarrollo de nuestra revolución democrática y de la guerra, al desarrollo de toda la historia de nuestro pueblo; es consecuencia directa del hecho, que a la clase obrera de España incumbe hoy el papel de dirigir a todo el pueblo en la lucha por la defensa de la independencia nacional y de la República democrática.

Es necesario que nuestro Comité Central y todos los militantes del Partido comprendan bien lo que significa, prácticamente, concretamente, esta responsabilidad.

No significa solamente que no hay problema de nuestro pueblo que no interese a nuestro Partido; no significa solamente que debemos conocer y comprender las necesidades de los obreros, de los campesinos, de la pequeña burguesía trabajadora, de las mujeres, de la juventud, y trabajar para que encuentren satisfacción; no significa solamente que debemos ayudar a la solución de todos los problemas de la organización del ejército y de la vida económica de nuestro país en estos momentos tan graves, sino que significa, ante todo y sobre todo, que debemos comprender el desarrollo y la fuerza de nuestro Partido como una posibilidad más grande que se nos ofrece de hacer más fecundo nuestro trabajo en pro de la unidad de todas las fuerzas antifascistas, de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias de España.

Yo sé que, en algunos períodos de la guerra, el rápido e imponente desarrollo del Partido Comunista ha despertado algunas sospechas y ciertos recelos. Sé también que una de las armas que los enemigos de nuestro pueblo y de la unidad han utilizado y todavía utilizan para desorientar e intentar desmoralizar a una parte de las masas y aun de los dirigentes del país, consiste en sembrar desconfianza, sospechas y hasta odio hacia el movimiento comunista.

Estas tendencias anticomunistas, que no existen solamente en nuestro país, sino en el extranjero, son uno de los obstáculos más graves que se oponen a la movilización y lucha consecuente de todo el pueblo unido, por sus libertades y por la independencia nacional, contra el fascismo agresor y asesino.

Porque los comunistas son, entre las masas, los luchadores más firmes, más consecuentes, por la libertad, la independencia y la unidad. Aislar a los comunistas del pueblo significa debilitar todo el frente de la lucha antifascista. Cuanto más pronto sean liquidadas en todos los sectores antifascistas estas tendencias, tanto más fácil será resolver nuestros problemas y acercamos a la victoria. Nosotros facilitaremos esta liquidación, haciendo comprender a todos, con una justa política y con un trabajo cotidiano de unidad, que los comunistas no tenemos ningún interés diferente de los intereses generales del pueblo y de la nación. Nuestro orgullo más grande consiste en ser los más ardientes defensores de la unidad, de la unidad en los fines de la guerra y en el trabajo práctico para la solución de los problemas del Ejército, del abastecimiento de la población civil y de la organización de la industria de guerra, que son los tres problemas decisivos de hoy. La unidad debe servir asimismo para realizar una política firme de guerra y de movilización de todos los recursos del país para aplastar a todos los enemigos del pueblo.

Eliminar y liquidar, pues, totalmente y para siempre la discordia en el campo antifascista, y también las tendencias particularistas, localistas, personalistas, que son una parte de la herencia maldita que nos han dejado las clases reaccionarias, que impidieron durante siglos enteros el desarrollo político, económico y social del pueblo español, es lo que hace falta para ganar la guerra, para conseguir que se transforme radicalmente la vida política de España, y que nuestro país, salvada su independencia y aniquilada la amenaza fascista, se desarrolle por el camino del progreso político y social.

Nuestro pueblo comprende bien que ésta es la tarea de hoy, y si mira con tanta simpatía: a nuestro Partido, es porque ha podido comprobar que hemos sido siempre, y continuamos siendo, el partido de la unidad.

No cabe duda que la marcha hacia la unidad del pueblo y hacia la victoria sería mucho más rápida y segura si lográsemos constituir, por medio de la fusión con los socialistas, el Partido único del proletariado. Nuestro Partido es una rama salida del tronco del gran movimiento obrero español, y su fusión con el Partido Socialista Obrero, ni constituyendo la unidad total de este movimiento, dará al proletariado una autoridad y una fuerza como nunca ha tenido. Hasta que este fin no sea realizado -y hay que trabajar firmemente para que se realice pronto-, nuestra acción debe ir unida a la de los socialistas, siempre y en todos los terrenos.

Yo os invito a examinar con atención cuáles son las causas que pueden ser obstáculos a la consolidación de esta unidad, y eliminarlas. La unidad de comunistas y socialistas, aliados con republicanos y anarquistas, es el eje del Frente Popular. Por eso, el Comité Central y todos los militantes del Partido no deben escatimar esfuerzos para esta unidad se haga cada día más estrecha y más fuerte. De esta manera podremos también mostrar el camino a la clase obrera de otros países capitalistas de Europa, donde tan necesario sería que existiese más unidad del proletariado para cortar el camino al avance de los enemigos del pueblo.

La unidad ha hecho posible nuestra resistencia.

Con la unidad venceremos.

Por su política firme de unidad, el Partido Comunista debe ser y será el factor decisivo de la victoria.

Vuestro camarada,

José Díaz.