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Jorge Dimitrov


A las masas trabajadoras del mundo, a los obreros y campesinos de los paises balcanicos



Primera edición: En «Rabotnicheski Vestnik», núm. 3, 11 de noviembre de 1923.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, octubre de 2000.
Digitalización:Aritz, octubre de 2000.


Después del aplastamiento temporal de la sublevación popular en Bulgaria contra la camarilla militar monárquica y financiera que detenta el poder, gran número de obreros y campesinos revolucionarios, perseguidos por la sangrienta venganza de las feroces bandas contrarrevolucionarias, se ven obligados a buscar asilo en los países vecinos.

En territorio yugoeslavo se encuentran ya unos 1.000 refugiados y su número crece sin cesar. Un número mayor de personas han pasado a Grecia y Turquía, probablemente algunos han conseguido llegar a Rumania y a otros países más lejanos.

Los revolucionarios que han pasado la extranjero no se sienten vencidos - porque la causa del pueblo trabajador, en defensa de la cual empuñaron las armas, no puede ser jamás vencida y desde fuera piensan seguir entregados a la defensa de esta misma causa - pero se ven expuestos a dos graves amenazas, conocidas por cada luchador por la libertad, para cuya eliminación, ellos cuentan con sus hermanos de destino e ideales - los obreros y campesinos de los otros países, y en primer lugar de los países balcánicos.

El peligro más grande e importante proviene de la solidaridad internacional de las clases dominantes. Cuando la burguesía se encuentra cara a cara con las masas laboriosas insurrectas, pisotea los principios del derecho internacional, olvida sus seculares tradiciones liberales y se convierte en cómplice de los sanguinarios verdugos del pueblo. ¿Acaso no amenaza a los emigrados búlgaros el terrible peligro de ser entegrados a sus verdugos?

Hasta ahora el gobierno yugoeslavo hace prueba de hospitalidad y tolerancia en relación con los revolucionarios que se han refugiado en Servia: Pero ¿existen garantías de que mantenga esta actitud hasta el fin y de que no haga de ello una moneda de cambio para obtener ciertas concesiones del gobierno de Tzankov?

Se desconoce hasta ahora cual es la acogida reservada los emigrados búlgaros en Grecia y Turquía, pero en lo que atañe al gobierno rumano, sabemos que ha cerrado sus fronteras a los revolucionarios búlgaros. Y si a pesar de la prohibición algunos han logrado penetrar en territorio rumano, ¿no se cierne un grave y constante peligro sobre sus cabezas?

El derecho de asilo en el extranjero, consagrado tanto por las leyes como por las tradiciones de cada Estado civilizado, podrá garantizárseles a los revolucionarios búlgaros, sólo en el caso de que las masas trabajadoras de los otros países les protejan. Al dirigirles este ardiente llamamiento de ayuda y defensa fraternal, los emigrados búlgaros, confían tener a su lado, en estos momentos de duras pruebas para ellos, la conciencia pública encarnada en las organizaciones obreras y democráticas de todo el mundo.

Pero su llamamiento va aún más lejos. El mundo civilizado debe saber que en Bulgaria está en el poder un gobierno reaccionario y fascista que tienen las manos manchadas con la sangre de innumerables víctimas y que en su sed de venganza no dejará tranquilos a sus enemigos ni incluso en el extranjero. Después del 9 de junio asesinó cobardemente a Stamboliiski y a muchos otros dirigentes agrarios que estaban encarcelados; suprimió ferozmente al líder de los comunistas en Pleven, Jalachev y a continuación tuvo el cinismo de condenar a muerte su cadáver, envió al extranjero asesinos a sueldo para liquidar a dirigentes agrarios que habían huído, víctima de los cuales fue el ex ministro Daskalov en Praga y el diputado Matov en Estambul. Después de aplastar el Levantamiento de Septiembre organizó una carnicería inaudita con millares de presos y heridos, cometió ferocidades y crueldades indescriptibles sobre otros miles de detenidos, y ahora vuelve a enviar asesinos a perseguir a los pocos dirigentes del movimiento revolucionario que han conseguido refugiarse en el extranjero, comunistas y agrarios. Según informes fidedignos tales emisarios han salido ya de Sofia. En este momento, cuando ciertos gobiernos, guiados por sus fines egoístas e imperialistas, dan su apoyo al gobierno de Tzankov, cerrando los ojos ante sus sanguinarios crímenes sobre la Bulgaria trabajadora, los hijos de este país, cuentan, con que las masa obreras y campesinas de todo el mundo elevarán bien en alto su voz de protesta contra el régimen sangriento de Bulgaria e impondrán un aislamiento moral y político a sus perversos y cobardes sostenedores.

Pero la emigración búlgara se ve amenazada también por los golpes de la miseria. Los combatientes que han escapado, en su mayoría obreros y campesinos, soportan ya muchas privaciones. Hasta que consigan encontrar trabajo, lo cual es muy difícil dada la crisis económica y el desempleo que existe en todos los países balcánicos, necesitarán la ayuda material de sus hermanos de otros países. Sus familias también necesitan ayuda, sus mujeres y niños, que han quedado en Bulgaria sin medios de existencia y rodeados del odio de clase y sed de venganza de las bandas fascistas. A este fin se dirigen a vosotros, seguros de recibir una pronta ayuda.

De esta forma, al darles protección política a los revolucionarios búlgaros que se han visto obligados a bandonar el país y ayudarles materialmente, a ellos y a sus familias, las masa trabajadoras del mundo, darán su propia respuesta a los jesuítas y verdugos de Sofia, que sembrando la muerte, el terror y la ruina en nuestro martirizado país, intentan, mediante miles de cobardes calumnias y acusaciones falsas manchar a los nobles y abnegados luchadores por su libertad y bienestar y, por medio de asesinos a sueldo liquidar físicamente a sus dirigentes.

8 de octubre de 1923



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