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V. I. Lenin


Nuestra tarea inmediata

 



Escrito: En 1899 para Rabochaya Gazeta.
Fuente del texto: V. I. Lenin, Obras completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1958, tomo IV, págs. 213-218.
Preparado para el MIA: Digitalización: Pablo Rojas; HTML: Juan Fajardo (2013).


 

 

El movimiento obrero ruso se encuentra actualmente en un período de transición. Su brillante comienzo, cuando se dieron a conocer las organizaciones socialdemócratas obreras de la región occidental, de Petersburgo, de Moscú, de Kíev y de otras ciudades, culminó con la formación del "Partido Obrero Socialdemócrata Ruso" (primavera de 1898). Después de este gran paso adelante, la socialdemocracia rusa parece haber agotado sus fuerzas y retroceder a las viejas formas de trabajo disperso, de aisladas organizaciones locales. El partido no dejó de existir; solamente se replegó en sí mismo, para reunir sus fuerzas y encarar la tarea de unificar a todos los socialdemócratas rusos, en un terreno firme. Realizar esa unificación, elaborar las formas convenientes, dejar de lado definitivamente el fraccionado trabajo localista: tales son las más inmediatas y esenciales tareas de los socialdemócratas rusos.

Todos estamos de acuerdo en que nuestra tarea es organizar la lucha de clases del proletariado. «Pero qué es la lucha de clases? Cuando los obreros de una determinada fábrica, de un gremio determinado, inician una lucha contra su patrono, o sus patronos, ¿es eso lucha de clases? No; eso es tan sólo un débil comienzo. La lucha de los obreros se convierte en lucha de clases, sólo cuando los representantes de vanguardia de toda la clase obrera de un país tienen conciencia de la unidad de la clase obrera y emprenden la lucha, no contra un patrono aislado, sino contra toda la clase capitalista y contra el gobierno que apoya a esa clase. Sólo cuando cada obrero tiene conciencia de ser parte de toda la clase obrera, cuando en su pequeña lucha cotidiana contra un patrono o un funcionario ve la lucha contra toda la burguesía y contra el gobierno en pleno, sólo entonces su lucha se trasforma en lucha de clases. "Toda lucha de clases es lucha política”[1]; esta conocida frase de Marx no debe interpretarse en el sentido de que toda lucha de los obreros contra los patronos es siempre una lucha política. Hay que interpretarla en el sentido de que la lucha de los obreros contra los capitalistas necesariamente se convierte en lucha política, a medida que se convierte en lucha de clases. La tarea de la socialdemócratas consiste, precisamente, en trasformar, por medio de la propaganda, la agitación y la organización de los obreros, esa lucha espontánea contra sus opresores, en una lucha de toda la clase, en la lucha de un. Partido político determinado, por ideales políticos y socialistas definidos. Semejante tarea no puede lograrse solamente con un trabajo local.

El trabajo local socialdemócrata ya Alcanzó entre nosotros un nivel de desarrollo bastante elevado. La semilla do las ideas socialdemócratas fueron sembradas en todas partes de Rusia , los volantes obreros, esa primera forma de la literatura socialdemócrata, ya son familiares a todos los obreros rusos, desde Petersburgo hasta Krasnoyarsk, desde el Caucazo hasta los Urales. Ahora nos falta, precisamente, unificar todo este trabajo local en el trabajo de un partido. Nuestro defecto principal, a cuya superación debemos consagrar todas nuestras fuerzas, es el estrecho carácter artesano del trabajo local. Debido a esta artesanía, muchas de las manifestaciones del movimiento obrero en Rusia, siguen siendo sucesos puramente locales y pierden la importancia que podrían tener como ejemplos para toda la socialdemocracia rusa y como etapas de todo el movimiento obrero ruso. Debido a esta artesanía, los obreros no adquieren suficiente conciencia del carácter común de sus intereses en toda Rusia; no vinculan, suficientemente, su lucha con las ideas del socialismo ruso y de la democracia rusa. Debido a esta artesanía, las diferentes concep-ciones de los camaradas en torno a problemas teóricos y prácticos, no se discuten abiertamente en el órgano central, no sirven para elaborar el programa general del partido, la táctica general, sino que se pierden en el límite estrecho de los círculos, o llevan a una desmedida exageración de las particularidades locales y circunstanciales. ¡Basta ya de artesanía! Ya estamos suficientemente maduros para pasar a un trabajo general, a la elaboración de un programa general del partido, a la discusión en común de nuestra táctica y nuestra organización partidarias.

Es mucho lo que ha hecho la socialdemocracia rusa para la crítica de las viejas teorías revolucionarias y socialistas; no se ha limitado sólo a criticar y teorizar; demostró que su programa no es un programa en el aire, sino que marcha al encuentro del amplio movimiento espontáneo de los sectores populares, o, más exactamente, del proletariado de las fábricas. Ahora tiene que dar el paso siguiente, muy difícil sí, pero también muy importante: crear la organización de este movimiento, adecuada a nuestras condiciones. La socialdemocracia no se limita simplemente a servir al movimiento obrero; ella es "la unión del socialismo con el movimiento obrero" (según la definición de Kautsky, quien reproduce las ideas básicas del Manifiesto Comunista) : su tarea es introducir en el movimiento obrero espontáneo determinados ideales socialistas, ligar este movimiento con las convicciones socialistas, que deben estar al nivel de la ciencia contemporánea, ligarlo con la sistemática lucha política por la democracia, como medio para realizar el socialismo; en una palabra, fundir este movimiento espontáneo en un todo indivisible con la actividad del partido revolucionario. La historia del socialismo y de la democracia en la Europa occidental., la historia del movimiento revolucionario ruso, la experiencia de nuestro movimiento obrero, he aquí el material que debemos dominar para crear una organización y una táctica eficaces para nuestro partido. La "elaboración" de este material deberá ser independiente, pues no tenemos dónde tomar modelos: por una parte, el movimiento obrero ruso se desenvuelve en condiciones muy diferentes que los de Europa occidental, y sería muy peligroso hacernos la menor ilusión en este sentido; por otra parte, la socialdemocracia rusa difiere esencialmente de los viejos partidos revolucionarios de Elisia, de manera tal, que la necesidad de aprender de los viejos corifeos rusos la técnica revolucionaria y conspira ti va (no vacilamos en reconocer esta necesidad), no nos libra de la obligación de considerarlos críticamente y de crear en forma independiente nuestra organización.

Al plantearnos esta tarea, dos problemas principales se imponen con particular fuerza. 1) ¿Cómo coordinar la necesidad de plena libertad de la actividad socialdemócrata local, con la necesidad de formar un partido único y, por lo tanto, centralizado? La socialdemocracia toma su fuerza del movimiento obrero espontáneo que surge de modo desigual y no simultáneo en los distintos centros industriales; la actividad de las organizaciones socialdemócratas locales es la base de toda la actividad del partido. Pero si la actividad de esas organizaciones es la de “artesanos" aislados, entonces, estrictamente hablando, ni siquiera se la puede llamar socialdemócrata, porque no representa la organización ni la dirección de la lucha de clases del proletariado. 2) ¿Cómo coordinar la aspiración de la socialdemocracia de convertirse en un partido revolucionario cuyo principal objetivo es la lucha por la libertad política, con el hecho de que la socialdemocracia se niega terminantemente a participar en complots políticos, se niega a "llamar a los obreros a las barricadas" (según la exacta expresión de P. B. Axelrod), y en general, a imponer a los obreros ciertos "planes" de ataque contra el gobierno, urdidos por algún, grupo de revolucionarios?

La socialdemocracia rusa tiene todo el derecho de creer que ha dado la solución teórica de estos problemas; detenernos en ello sería repetir lo dicho en el artículo Nuestro Programa. Ahora se trata de la solución práctica de estos problemas. Tal solución no puede ser dada por una persona, o por un grupo aislado; sólo puede darla la acción organizada de toda la socialdemocracia. Creemos que, en la actualidad, la tarea esencial consiste en hallar la solución de estos problemas, y que para eso debemos proponernos, como objetivo más inmediato, la organización del periódico del partido, su aparición regular, su estrecha vinculación con todos los grupos locales. Creemos que hacia la organización de esta tarea debe dirigirse, en el futuro inmediato, toda la actividad de los socialdemócratas. Sin ese órgano, el trabajo local seguirá siendo una estrecha "artesanía". Si no se asegura que un determinado periódico sea la expresión fiel de un partido, la creación de ese partido se reduciría en gran medida a palabras y nada más. La lucha económica, si no está unificada en un ór-gano de prensa central, no puede trasformarse en lucha de clases de todo el proletariado ruso. La prosecución de la lucha política es imposible sin que el partido se exprese en todos los problemas políticos, y sin que dirija las manifestaciones aisladas de esa lucha. La organización de las fuerzas revolucionarias, su disciplina y el desarrollo de la técnica revolucionaria son imposibles, sin la discusión de todos estos problemas en un órgano central, sin una elaboración colectiva de determinadas formas y normas de dirección., sin establecer por medio del órgano central la responsabilidad de cada miembro del partido ante todo el partido.

Cuando hablamos de la necesidad de concentrar todas las fuerzas del partido —toda la literatura, toda la capacidad organizativa, todos los recursos materiales, etc.— en la fundación y buen funcionamiento del órgano partidario, no pensamos de ningún modo, relegar a un segundo plano los otros aspectos de la actividad, por ejemplo, la agitación local, las manifestaciones, los boicots, la lucha contra los espías y contra algunos representantes de la burguesía y del gobierno, huelgas demostrativas, etc. Por el contrario, estamos convencidos de que todos estos aspectos de la actividad constituyen la base de la actividad del partido, pero si no se las unifica en el órgano del partido, todas estas formas de lucha revolucionaria pierden las nueve décimas partes de su importancia, y no ayudan a la experiencia común del partido, ni a crear tradiciones y continuidad partidarias. El órgano del partido, lejos de competir con esa actividad, ejercerá, por el contrario, una gran influencia en su discusión, fortalecimiento y sistematización de la misma.

La necesidad de concentrar todas las fuerzas en la creación de un órgano del partido, que se publique y se distribuya regularmente, está condicionada por la situación particular de la socialdemocracia rusa, tan diferente de la socialdemocracia de otros países europeos y de los viejos partidos revolucionarios rusos. Los obreros de Alemania, Francia y otros países, tienen, además de los periódicos, una cantidad de otros medios de manifestar públicamente su actividad, otros medios de organizar el movi-miento: la actividad parlamentaria, la agitación electoral, las asambleas populares, la participación en las instituciones locales (en el campo y en la ciudad), el libre funcionamiento de las uniones (profesionales y gremiales), etc., etc. Para nosotros, mien-tras no hayamos conquistado la libertad política, en lugar de todo eso, nada menos que de todo eso, debemos servirnos del periódico revolucionario, sin el cual no nos será posible ninguna organización amplia del movimiento obrero. No creemos en las conspiraciones, nos negamos a participar en las empresas revolucionarias individuales que pretenden destruir al gobierno; la consigna práctica de nuestro trabajo, está dada por las palabras del veterano de la socialdemocracia alemana, Liebknecht: ''Studieren, propagandieren, organisieren" —estudiar, hacer propaganda, organizar—, y el centro de esta actividad puede y debe ser solamente el órgano del partido.

¿Pero existen posibilidades y las condiciones requeridas para la fundación y el funcionamiento regular y estable de este órgano? De eso hablaremos la próxima vez.

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[1] Véase, C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, ed. Cartago, 1957, pág. 20. (Ed.) (Esta es una cita tomada del Manifiesto del Partido Comunista, mayormente conocido como el Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels en 1848. [N. de marxists.org])