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V. I. Lenin


UNA CRÍTICA NO CRÍTICA

(Con motivo del artículo del Sr. P. Skvortsov, El fetichismo mercantil en Naúchnoe Obozrenie; núm. 12 de 1899)[1]




Escrito: En los meses de enero, febrero y marzo de 1900.
Primera publicación: Los días 9, 10 y 11 de mayo de 1918, en los núms, 88, 89 y 90 de Pravda.
Fuente: Tomado de V. I. Lenin. Obras Completas, tomo 3, Editorial Progreso, Moscú, 1981, pp. 665-692
Digitalizado para el MIA: Julio Rodríguez, mayo de 2012.
HTML: Juan Fajardo, mayo de 2012.



 

“Júpiter se enfada”... De antaño se conoce que este espectáculo es muy divertido y que la ira del temible tonante no provoca en realidad más que risa. Otra confirmación de esta vieja verdad la ha dado el Sr. Skvortsov, que se ha lanzado con un cúmulo de las expresiones de “enfado” más selectas contra mi libro sobre el proceso de formación del mercado interior para el capitalismo ruso.[2]

 

I

“Para presentar el proceso en su conjunto -me adoctrina majestuosamente el Sr. Skvortsov- es necesario exponer la concepción que uno tiene del modo capitalista de producción; en cambio es completamente superfluo limitarse a referencias a la teoría de la realización.” Por qué son “superfluas” las referencias a la teoría del mercado interior en un libro consagrado al análisis de los datos del mercado interior, lo guarda en secreto nuestro temible Júpiter, quien por “exposición de su concepción” “comprende”... citas de El Capital, la mitad de ellas no relacionadas con el asunto. “Puede reprochársele al autor la contradicción dialéctica” (una pequeña muestra del ingenio del Sr. Skvortsov!) “de que habiéndose planteado el objetivo de examinar la cuestión” (como se forma el mercado interior para el capitalismo ruso) “llega, después de las referencias a la teoría, a la conclusión de que esta cuestión no existe en absoluto”. El Sr. Skvortsov se muestra tan satisfecho de esta observación suya que la repite varias veces, sin ver o sin querer ver, que se basa en un burdo error. Yo tengo dicho al final del primer capítulo que la “cuestión del mercado interior no existe en modo alguno como problema separado e independiente, no supeditado al grado de desarrollo del capitalismo (29). Y qué, ¿no está de acuerdo con ello el crítico? Está de acuerdo, pues una página antes califica de “justa” mi indicación. Y si es así, ¿a santo de qué alborota y trata de eliminar de mi conclusión su parte más sustancial? También esto se queda en misterio. Al final del capítulo teórico de introducción, señalo directamente el tema que me interesa: “el problema de cómo se forma el mercado interior para el capitalismo ruso se reduce a lo siguiente: ¿de qué manera y en qué dirección se desarrollan las distintas ramas de la economía nacional rusa?, ¿en qué estriba la relación e interdependencia de esas distintas ramas?” (29). ¿Encuentra el crítico que estas cuestiones no merecen la pena de ser examinadas? No, prefiere rehuir la cuestión del tema que yo me planteé y señalar otros temas, de los que, por disposición de Júpiter, debería haberme ocupado. Hubiera sido preciso, según su criterio, “presentar la reproducción y la circulación tanto de la parte del producto que se obtiene en la agricultura y la industria de un modo capitalista, como de la parte que producen los campesinos productores independientes... mostrar la relación entre ellas, es decir, las dimensiones del capital constante y el variable y la plusvalía en cada una de las secciones señaladas del trabajo social” (2278). ¡Pero esto es sencillamente una frase sonora y sin ningún contenido en absoluto! Antes de tratar de presentar la reproducción y circulación del producto obtenido en la agricultura de un modo capitalista es necesario poner en claro cómo precisamente y en qué medida la agricultura se va haciendo capitalista, entre los campesinos y entre los terratenientes, en una u otra zona, etc. Sin poner en claro esto (y de ello me ocupé en mi libro) la exposición que predica el Sr. Skvortsov no pasa de ser un conjunto de lugares comunes. Antes de hablar de la parte del producto que se obtiene en la industria de un modo capitalista, es necesario poner en claro qué industria precisamente y en qué medida se hace capitalista en Rusia. Precisamente esto es lo que yo traté de hacer mediante el estudio de los datos, por ejemplo, de la industria kustar; ¡el temible crítico calla majestuosamente todo esto y me invita con la mayor seriedad a dar vueltas sin avanzar un paso y a limitarme a lugares comunes sobre la industria capitalista que nada dicen! La cuestión de qué campesinos- precisamente son en Rusia “productores independientes” requiere asimismo el estudio de los hechos, lo cual he tratado yo de hacer en mi libro; si el Sr. Skvortsov hubiese meditado sobre esto no diría tales disparates como que es posible, sin pararse a pensarlo, aplicar las categorías de capital constante y variable y de plusvalía a la hacienda de los “campesinos productores independientes”. En una palabra, el análisis del tema que propone el Sr. Skvortsov únicamente es posible después de poner en claro las cuestiones que yo señalaba. So capa de enmendar mi formulación del problema, el temible crítico retrocede del análisis de la realidad, concreta y con historia propia, a una simple copia de Marx.

Entre otras, no se puede pasar por alto la siguiente salida del Sr. Skvortsov, que caracteriza magníficamente los procedimientos de nuestro crítico. El profesor Sombart (dice el Sr. P. Skvortsov) muestra que la exportación de Alemania se retrasa con respecto al desarrollo de la industria alemana. “Estos datos –explica el Sr. P. Skvortsov– confirman precisamente mi comprensión de los mercados.” Está bien, ¿no es cierto? El Sr. P. Skvortsov ilustra con sus consideraciones la conocida sentencia: en el huerto tengo un saúco y en Kíev tengo un tío. ¡La gente disputa sobre la teoría de la realización, mas el capitalismo, lo mismo que el régimen de la servidumbre, vive del plustrabajo! Si agregamos a tan inimitables salidas una serie de severas amonestaciones, obtendremos toda la “crítica” del Sr. Skvortsov.

Pero que juzgue el propio lector: en las págs. 2279 y 2280, para mostrar mi “incomprensión”, el Sr. P. Skvortsov da extractos de diversos lugares del capítulo primero, arranca palabras sueltas de frases sueltas y exclama: ¡Encontrar, el cambio, la teoría del mercado interior, encontrar la sustitución y, por último, la compensación! ¡No creo que esta exactitud de definiciones atestigüe una comprensión clara en el Sr. Ilín de la 'magnífica' teoría de la realización de Marx?” Pero esto es exactamente la misma “crítica” de que en tiempos se rió Chernishevski; toma uno Las andanzas de Chíchikov y empieza a “criticar”. “Chi-chi-kov, achís, achís... ¡ah, qué risa! Encontrar, el cambio... No creo que esto esté claro...”[3] ¡Ay, qué crítica tan demoledora!

En la página 14[4] de mi libro hablo yo de que la distinción del producto por su forma natural no era necesaria al analizar la producción del capital individual, pero que es sin disputa precisa cuando se analiza la reproducción del capital social, pues en el último caso (y sólo en el último caso) se trata precisamente de la compensación de la forma natural del producto. El Sr. Skvortsov afirma que yo “no he comprendido” a Marx, me censura severamente la “traducción libre”, encuentra “necesario citar con detalle 'El Capital'” (con la particularidad de que en las citas se dice precisamente lo que yo exponía) y se lanza contra las siguientes palabras mías : “Ahora, en cambio”, es decir, al analizar la reproducción del capital social, y no del individual, “el problema estriba precisamente en esto: ¿de dónde tomarán los obreros y capitalistas los artículos de su consumo?, ¿de dónde tomarán los últimos los medios de producción?, ¿de qué manera el producto obtenido cubrirá todas estas demandas y permitirá ampliar la producción?” Tras de subrayar esto, el Sr. Skvortsov escribe: “En los lugares que he subrayado, en efecto, se encuentra la teoría de la realización del Sr. Ilín, pero no la de Marx, una teoría que no tiene nada de común con ninguna teoría de Marx” (2282). ¡La afirmación es rotunda! Mas veamos cuáles son las pruebas. Las pruebas, naturalmente, son citas de Marx, entre ellas la siguiente: “La cuestión, tal como figura (sic!)[*] de modo inmediato es : ¿cómo el capital invertido en la producción se sustituye en su valor por el producto anual y cómo se entrelaza este movimiento de sustitución con el consumo de la plusvalía por los capitalistas y del salario por los obreros?” Conclusión: “Yo estimo que he mostrado suficientemente que la teoría de la realización que el Sr. Ilín hace pasar por teoría de Marx no tiene nada de común con el análisis que Marx hace”, etc. Me resta sólo preguntar una vez más: está bien, ¿no es cierto? El temible crítico se queda con el secreto de la diferencia entre lo que yo digo y lo que se dice en las citas tomadas de Marx. Está claro sólo que mi pecado mortal estriba en la “traducción libre” o -debe ser- en que expongo a Marx “con mis palabras” según se expresa el Sr. Skvortsov en otro lugar del artículo (2287). ¡Imagínense! ¡Exponer a Marx “con palabras propias”! El “auténtico” marxismo consiste en aprenderse El Capital de memoria y citarlo venga o no venga a cuento... a la Nikolái -on.

Y ahí va una ilustración que confirma esta observación última. Yo digo que el capitalismo “aparece sólo como resultado de una circulación de mercancías ampliamente desarrollada”, y en otro lugar que “el capitalismo es la fase de desarrollo de la producción mercantil en la que también la fuerza de trabajo, se transforma en mercancía”. El temible Júpiter lanza rayos y truenos: “en qué condiciones se presenta el capitalismo... lo sabe cualquier lector algo culto” (sic!), “el horizonte burgués del Sr. Ilín” y demás perlas que adornan la polémica del enfadado Sr. Skvortsov. Siguen citas de Marx: la primera afirma precisamente lo dicho por mí (la compra y la venta de fuerza de trabajo son la condición fundamental de la producción capitalista); la segunda dice que el modo de circulación se desprende del carácter social de la producción, y no al contrario (Das Kapital, II, B., 93)[5]. El Sr. Skvortsov se imagina que con esta última cita ha refutado definitivamente a su oponente. En realidad, ha sustituido por otra la cuestión que yo había planteado, demostrando su capacidad para dar citas que no vienen a cuento. ¿De qué hablaba yo en el lugar incriminado? De que el capitalismo es resultado de la circulación mercantil, es decir, hablaba de la relación mutua histórica de la producción capitalista y la circulación mercantil. ¿Y de qué se habla en el lugar citado del segundo tomo de El Capital (tomo consagrado a la cuestión de la circulación del capital)? De la relación de la producción capitalista con respecto a la circulación capitalista; en este lugar (S. 92. II. B.)[6] Marx polemiza con los economistas que contraponen la economía natural, la economía monetaria y la economía de crédito como tres formas económicas características del movimiento de la producción social; Marx dice que esto no es correcto, porque la economía monetaria y la de crédito expresan únicamente modos de circulación propios a diferentes grados del desarrollo de la producción capitalista, y hace la observación final sobre el “horizonte burgués” de estos economistas. El Sr. Skvortsov piensa que el “auténtico” marxismo estriba en recoger la última palabra de Marx y repetirla, aunque sea contra un oponente que no ha pensado siquiera hablar de la relación mutua de la economía natural, la monetaria y la de crédito. Dejamos al lector que juzgue quién incurre aquí en “incomprensión” y a qué género de literatura corresponden tales salidas. Entre amonestaciones severas, el Sr. Skvortsov no sólo ha recurrido a poner en marcha el “procedimiento de suplantación”, sino que ha orillado por completo la cuestión de la relación mutua de la producción capitalista y de la circulación mercantil. Esta es una cuestión muy importan-te, a la que yo vuelvo en mi libro muchas veces, subrayando el papel histórico del capital comercial como antecesor de la producción capitalista. El Sr. Skvortsov no tiene, según parece, nada que objetar contra esto (a juzgar por el hecho de que lo pasa en silencio). Y si es así, ¿qué sentido tiene el ruido que ha levantado a propósito de mis palabras de que el capitalismo es resultado de la circulación mercantil? ¿Acaso el capital comercial no expresa el desarrollo del comercio, es decir, de la circulación mercantil sin producción capitalista? Y estas cuestiones, una y otra vez, se quedan como un secreto del enfadado Júpiter.

Para terminar con la “crítica” que el Sr. Skvortsov dirige contra la parte teórica de mi obra, réstame examinar aún algunas amonestaciones severas y errores burdos de que está lleno el artículo El fetichismo mercantil.

En mi libro se dice: “La necesidad del mercado exterior para un país capitalista se determina... por la circunstancia de que el capitalismo aparece sólo como resultado de una circulación de mercancías ampliamente desarrollada, que rebasa los límites del Estado. Por eso no es posible imaginarse una nación capitalista sin comercio exterior, además de que no existe tal nación. Como el lector ve, esta causa es de índole histórica” (26)[7]. El temible Júpiter “critica”: “yo, como lector, no veo que esta causa sea de índole histórica. Es una indicación completamente gratuita” (2284), etc. Si la circulación mercantil es un antecesor histórico indispensable del capitalismo, ¿acaso será preciso aún explicar por qué “esta causa es de índole histórica”?

Para la teoría abstracta del capitalismo únicamente existe el capitalismo desarrollado y formado por completo, y desaparece la cuestión de su origen.

“El Sr. Ilín... paró, la realización del producto en la sociedad capitalista... busca ayuda en el mercado exterior” (2286). Al lector que conozca mis Estudios y El desarrollo del capitalismo en Rusia apenas si será preciso explicarle que esto es también un truco ejecutado con el mismo procedimiento que los anteriores. Cita de Marx: “...el comercio extranjero sólo sustituye las mercancías indígenas con mercancías de otra forma, de consumo o natural...”[8] Conclusión: “Cualquier persona culta, a excepción de personalidades de espíritu crítico, comprenderá que Marx dice lo diametralmente opuesto a la teoría del Sr. Ilín, que en el mercado exterior no hay por qué encontrar el `equivalente para la parte en venta del producto', la 'otra parte del producto capitalista capaz de sustituir a la primera'” (2284). ¡Oh, magnífico Sr. Skvortsov!

“El Sr. Ilín haciendo abstracción de los rasgos esenciales de la sociedad capitalista, transformándola, de este modo, en una producción planificada -la proporcionalidad en el desarrollo de las distintas industrias significa indudablemente la producción de acuerdo con un plan-, realiza felizmente, por fin, la misma cantidad de productos dentro del país” (2286). Este nuevo método del “crítico” tiene una base: atribuirme bajo cuerda la idea de que el capitalismo asegura una proporcionalidad constante. La proporcionalidad constante, mantenida conscientemente, significaría, en efecto, planificación, pero no aquella proporcionalidad que “se establece sólo como magnitud media de una serie de oscilaciones constantes” (precisamente señalo esto en el lugar que cita el Sr. Skvortsov). Yo digo sin ambages que la proporcionalidad (o correspondencia) “la presupone” la teoría, pero en realidad “es alterada sin cesar”, que para la sustitución de una distribución del capital por otra, creando así la proporcionalidad, “es precisa la crisis” (todas las palabras subrayadas se encuentran en la misma pág. 26[9], que cita el Sr. Skvortsov). Cabe preguntar: ¿¿qué puede pensarse del crítico que atribuye a su adversario la transformación del capitalismo en una producción planificada, invocando la misma página y el mismo párrafo donde este adversario dice que para el capitalismo es necesaria la crisis a fin de crear una proporcionalidad constantemente violada??

 

II

Pasamos a la segunda parte del artículo del Sr. Skvortsov, consagrada a la crítica de los datos que se aducen y analizan en mi libro. ¿No encontraremos siquiera aquí, en el terreno de las cuestiones de que se ha ocupado especialmente el Sr. Skvortsov, una crítica más o menos seria?

La división social del trabajo es la base de la economía mercantil y el proceso fundamental de la creación del mercado interior -cita el Sr. Skvortsov mis palabras-, “mientras que simplemente la `división del trabajo', hay que suponer división del trabajo no social, es la base de la manufactura...” Con este “atentado a la ironía” el crítico pone de relieve que no comprende la diferencia elemental entre la división del trabajo en la sociedad y la división del trabajo en el taller: la primera crea (en la situación de la economía mercantil, condición que yo señalo directamente, así que el recuerdo que el Sr. Skvortsov hace de la división del trabajo en la comunidad de la India debe atribuirse a la triste afición de este autor por citar párrafos de Marx que no se refieren al asunto) productores de mercancías aislados, que producen, de un modo autónomo e independientemente uno de otro, diversos productos que se ponen al cambio; la segunda no modifica las relaciones entre los productores y la sociedad, transformando únicamente su situación en el taller. Por esta causa, en cuanto yo puedo juzgar, habla Marx a veces de la “división social del trabajo”[**], y a veces, simplemente de la división del trabajo. Si el Sr. Skvortsov piensa de otro modo, debería exponer y explicar su criterio, y no lanzar observaciones coléricas, pero desprovistas de todo sentido.

“La división del trabajo no es en modo alguno un índice característico de la manufactura, ya que también en la fábrica existe la división del trabajo.”

¡Muy bien, Sr. Skvortsov! Mas ¿acaso en mi libro se diferencia sólo por este índice la manufactura de la fábrica? Si el crítico hubiese querido examinar con una seriedad mínima si yo comprendo bien los “índices característicos de la manufactura” (ésta es una- cuestión muy interesante, y en modo alguno tan sencilla como podría pensarse a primera vista), ¿podría callar que en el mismo párrafo de que se trata, tengo dicho abiertamente : “Ya hemos tenido ocasión de enumerar en otro sitio los índices fundamentales del concepto de manufactura según Marx (Estudios, 179[10])”. (297[11], nota 1)? En Estudios, la división del trabajo figura únicamente como un índice entre otros muchos. El lector del artículo del Sr. Skvortsov podría, por tanto, adquirir una idea completamente deformada de mis opiniones, y no podría adquirir en absoluto ninguna idea de las propias opiniones del crítico.

Sigamos. El intento de presentar muchas de las llamadas industrias “kustares” como la fase manufacturera del capitalismo ruso se hace en mi libro, si no me equivoco, por primera vez, y yo, se comprende, estoy lejos de considerar esta cuestión resuelta del todo (particularmente teniendo en cuenta que en mi libro se examina desde un punto de vista especial). Por ello, yo esperaba de antemano críticas a mis opiniones, las esperaba con tanta mayor razón y tanto más interés porque algunos marxistas rusos habían manifestado ya opiniones algo distintas (ver pág. 437[12] de El desarrollo del capitalismo, nota). ¿Qué actitud tiene aquí el Sr. P. Skvortsov? Su “crítica” se reduce por completo a una moraleja soberbia por su lacónica severidad: no limitarse “a una enumeración mecánica de los obreros asalariados, del valor de la producción, en tal y tal año, de una u otra rama de la producción” (2278). Si esta moraleja no se refiere al apartada de mi libro consagrado a la cuestión de la estadística fabril (el Sr. Skvortsov no dice de ello ni palabra), debe referirse precisamente al capítulo de la manufactura, más de la mitad del cual la ocupan datos numéricos. El severo crítico no descubre el secreto de cómo era posible prescindir de ellos, y yo continúo ateniéndome a la opinión de que es preferible ser acusado de sequedad en la exposición “a dar motivo al lector para pensar que mi punto de vista está basado en “citas” de El Capital y no en el estudio de los datos rusos. Si el Sr. Skvortsov encuentra que mi enumeración es “mecánica”, ¿significa ello que considera erróneas las conclusiones que extraigo de estos datos en la segunda mitad del capítulo VI y que repito en el capítulo VII, § XII?, ¿significa que no está de acuerdo con que estos datos muestran un régimen especial de las industrias, que se caracteriza por una formación especial: 1) de la técnica, 2) de la economía y 3) de la cultura? El temible Júpiter no ha pronunciado ni una sola palabra sobre ello en su “crítica”, en la que, si prescindimos de las amonestaciones severas, no queda ningún contenido en absoluto. ¡Poco es esto, honorabilísimo Sr. Skvortsov!

Pasemos a la cuestión del papel de las contribuciones campesinas en el desarrollo de la economía mercantil. Yo afirmaba que las contribuciones fueron en su tiempo un factor importante del ?desarrollo del intercambio, pero que, en la actualidad, la economía mercantil se ha robustecido tanto que esta importancia de las contribuciones “retrocede lejos, a un segundo plano”. El Sr. Skvortsov se lanza contra esto con un cúmulo de palabras mezquinas y pavorosas, como “fetichismo mercantil”, unir todo, “omnipotencia”, el poderío de la producción mercantil, etc., pero -¡oh!- las palabras fuertes no hacen más que encubrir la impotencia del severo crítico para refutar la conclusión a que yo llego. “Incluso el Sr. Kautsky -escribe el Sr. Skvortsov- con quien coincide mucho el Sr. Ilín”... (¡pobre “Sr. Kautsky”, que “se asemeja” al “fetichista mercantil” y ha puesto de manifiesto una incomprensión plena de El Capital, que se asemeja al Sr. Ilín, aplastado por el “horizonte burgués”! ¿Se repondrá del golpe que le ha asestado un marxista “auténtico”?)... “hasta él escribe que la transformación de las cargas naturales campesinas en cargas monetarias eleva la necesidad de dinero entre los campesinos” (2288). Muy bien, severo Sr. crítico, pero esto no se refiere en absoluto a la cuestión de qué papel desempeñan las contribuciones en los gastos monetarios de los campesinos en comparación con los gastos para las demás necesidades. Esta cuestión no la toca siquiera Kautsky; el Sr. Skvortsov descubre de nuevo y una vez más su magnífico talento para aducir citas que no vienen al caso. “La cuestión fundamental -plantea el Sr. Skvortsov su segundo reparo no explicada incluso por los datos de los presupuestos, se reduce a lo siguiente: de dónde va a sacar el campesino sin caballos los 25 rublos para el pago de las contribuciones” (¡el 25 por ciento de los gastos en dinero, 25 rublos de cada 100 rublos, el Sr. Skvortsov lo ha transformado ya sencillamente en 25 rublos!) “y el que tiene caballo, los 10 rublos, y en modo alguno qué parte de los ingresos (?) constituyen las contribuciones en todos los gastos en dinero de los campesinos” (2290). Aconsejo al Sr. Skvortsov que saque la patente de un notable descubrimiento: el método más nuevo y fácil de “crítica científica”, que destruye de raíz al adversario. Vuestro adversario plantea de pasada en una de los cientos de páginas de, su libro la cuestión de la parte que corresponde a las contribuciones con respecto a todos los gastos en dinero; ¡basta sólo con citar este lugar, atribuirle al adversario otra cuestión, y demostraréis brillantemente que el adversario es un “fetichista mercantil” que no piensa, el monstruo, de dónde puede sacar el pobre campesino sin caballos los 25 rublos! Y después, las otras páginas del libro, en las que se habla de la relación de las contribuciones con respecto a los ingresos, de la composición y la fuente de los ingresos, se pueden omitir, demostrando con ello además el “horizonte burgués” del adversario. ¡De veras, saque patente, Sr. Skvortsov!

He aquí un modelo más de cómo aprovecha el Sr. Skvortsov este descubrimiento. Pido atención al lector: tales perlas de “crítica científica” son únicas en su género.

Se trata de la misma página 101[13], en la que me refiero a los datos presupuestarios en la cuestión de las contribuciones campesinas. Después de señalar el papel de las contribuciones en los gastos en dinero del campesino, yo sigo: “Pero si no hablamos del papel de las contribuciones en el desarrollo del cambio, y nos referimos a su relación con los ingresos, veremos que ésta es desmesuradamente elevada. El peso con que gravitan sobre el campesino contemporáneo las tradiciones de la época anterior a la Reforma se ve con más relieve en la existencia de las contribuciones, que absorben la séptima parte de los gastos brutos del pequeño agricultor, incluso del bracero con nadiel. Además, la distribución de las contribuciones dentro de la comunidad es asombrosamente desigual: cuanto más acomodado es el campesino, menor es la proporción de las contribuciones en el conjunto de sus gastos. El campesino sin caballos paga, en relación con sus ingresos, casi tres veces más que el poseedor de varios caballos (ver más arriba el cuadro de distribución de los gastos)...” Cualquier lector que ponga un mínimo de atención en lo que lee, debe, naturalmente, plantearse una pregunta: ¿por qué hablo yo de la distribución de las contribuciones dentro de la comunidad cuando los presupuestos se refieren a haciendas de campesinos no sólo de distintas comunidades, sino incluso de diferentes distritos? ¿Puede ser que la desigualdad de distribución sea aquí fortuita, puede ser que dependa de la diferencia de impuestos que pesan sobre una deciatina de tierra de nadiel en los diferentes distritos o en las distintas comunidades de donde se han tomado las haciendas para componer los presupuestos típicos? Y para eliminar este inevitable reparo, inmediatamente, a continuación de lo dicho, aclaro: “...Hablamos de la distribución de las contribuciones dentro de la comunidad porque, si se calcula el volumen de éstas y de las cargas por cada deciatina de nadiel, su cuantía resulta casi igualitaria...” Si el crítico hubiese querido comprobar estas palabras le habría bastado comparar el cuadro de la pág. 96[14] (volumen de las contribuciones y las cargas por hacienda) con el cuadro de la pág. 102[15] (cantidad de tierra de nadiel por hogar); habríase convencido con facilidad de que, efectivamente, según los datos de los presupuestos, a pesar de que las haciendas a las cuales se refieren pertenecen a distintas comunidades y hasta a diferentes distritos, el volumen de las contribuciones y las cargas por deciatina de nadiel es casi nivelado.

Y ahora admirad con qué procedimientos destruye el Sr. crítico a su oponente. Arranca las palabras que yo subrayo sobre el cálculo de contribuciones por deciatina de nadiel; no advierte (sic!) que estas palabras se refieren sólo a los datos presupuestarios; atribuye a estas palabras el sentido de que el volumen de las contribuciones por deciatina de nadiel es casi nivelado para todo el campesinado ruso en general; me acusa victoriosamente por esta última “conclusión” de desconocer las publicaciones estadísticas de los zemstvos y aduce dos cuadros para confirmar el hecho (notorio) de que en diferentes comunidades, subdistritos y distritos el volumen de las contribuciones por deciatina de nadiel está muy lejos de ser nivelado. Tras de ejecutar este truco, el crítico añade aún: “Efectivamente, dentro de la comunidad que ha recibido la misma área de nadiel, el volumen de los pagos no es casi, sino de seguro nivelado. Todo el asunto está en que el Sr. Ilín no sabe de qué comunidad habla en realidad. Para terminar- con el abuso que el Sr. Ilín hace de los datos estadísticos de los zemstvos”, etc. ...(2292). Me interesaría en extremo saber si es posible encontrar en la literatura científica otro modelo de semejante género de crítica.

Una vez conocidos los métodos con que el Sr. Skvortsov “ha demostrado” la completa “inutilidad” de los datos presupuestarios que yo aducía, podemos, al parecer, pasar de largo las potentes (e impotentes) expresiones con que el crítico manifiesta su descontento por el empleo mismo de los datos presupuestarios. Al exigir datos en masa sobre los presupuestos, el Sr. Skvortsov, probablemente, habla de nuevo de algo que no se refiere al asunto, pues las descripciones de haciendas concretas que yo he utilizado no son y no pueden ser nunca de masas. La literatura relativa a los presupuestos de las haciendas concretas la señalé al principio del apartado que se critica, y yo, se comprende, sólo tendría agradecimiento para el crítico si hubiese completado o corregido mis indicaciones. ¡Pero el Sr. Skvortsov sabe “criticar” sin referirse al fondo del asunto! El severo crítico califica sencillamente de “curiosidad” el intento de demostrar la tipicidad de los presupuestos comparando el volumen medio de la familia, la siembra, el arriendo, la cantidad de ganado por hacienda sin caballos y por hacienda con un caballo según los datos presupuestarios y los “datos en masa” (pág. 102[16] de mi libro); desconocemos la causa; ¿puede ser que por la misma que un “crítico” encontraba ridícula la palabra Chíchikov? Los presupuestos, “ya no son típicos, porque la venta de trigo en otoño y su adquisición en primavera se encuentran muy raramente en la provincia de Vorónezh, mientras que para toda Rusia” esta venta se encuentra supuestamente demostrada por el Sr. Nik. -on (2291). Por algo se dice con razón que les beaux esprits se rencontrent: el “auténtico” marxista Sr. Pável Skvortsov, que halla una contradicción entre las afirmaciones del “auténtico” marxista Sr. Nikolái-on y los datos estadísticos de los zemstvos, resuelve sin dudar la cuestión en el sentido de que los datos no son típicos, y no en el sentido de que las palabras del Sr. Nik.-on son inexactas o demasiado generales. Y después: ¿qué relación tiene la cuestión de la venta de trigo en otoño y su compra en primavera con el pleito de la tipicidad de unos presupuestos que yo no utilizo en absoluto para el examen de este asunto?

 

III

Después del ingrato trabajo de aclarar lo introducido de contrabando, resulta agradable encontrar, por fin, una objeción que viene al caso, aunque incluso formulada con esas temibles amonestaciones (“fetichismo”, “plena incomprensión”) que el Sr. Skvortsov considera, al parecer, muy convincentes, y aunque los propios puntos de vista del crítico haya sido preciso adivinarlos más que ver una exposición abierta de ellos. El Sr. Skvortsov tiene completa razón al decir que mi punto de vista “se advierte a lo largo de toda la obra”.

Para destacar con más vigor nuestras discrepancias, contrapongo dos expresiones extremas de los puntos de vista opuestos: el Sr. Skvortsov piensa probablemente (por lo menos así se desprende de sus reparos) que cuanto menos tierra hubiesen recibido los campesinos al ser liberados y cuanto más cara la hubiesen recibido, tanto más rápida-mente habría ido el desarrollo del capitalismo en Rusia. Yo creo lo contrario: cuanto más tierra hubiesen recibido los campesinos al ser liberados y cuanto más barata la hubiesen recibido, tanto más rápido, amplio y libre habría sido el desarrollo del capitalismo en Rusia, tanto más elevado habría sido el nivel de vida de la población, tanto más amplio habría sido el mercado interior, tanto más rápido habría sido el empleo de máquinas en la producción, tanto más, en una palabra, se parecería el desarrollo económico de Rusia al desarrollo económico de Norteamérica. Me limitaré a señalar dos circunstancias que confirman, a mi modo de ver, la exactitud de esta última opinión: 1) sobre la base de la escasez de tierra y de lo gravoso de las contribuciones, en nuestro país, en una zona muy considerable, se ha desarrollado el sistema de pago en trabajo en la hacienda del terrateniente, es decir, una supervivencia directa del régimen de servidumbre[***], y en modo alguno el capitalismo; 2) precisamente en nuestras zonas periféricas, donde el régimen de servidumbre o no era conocido en absoluto o era el más débil, donde los campesinos sufren menos que en otras partes de escasez de tierra, de los pagos en trabajo y de las gravosas contribuciones es donde más se ha desarrollado el capitalismo en la agricultura. Esta confrontación es necesaria precisamente para analizar las condiciones del “tránsito de una formación social a otra”, de pasar por alto las cuales me acusa tan amenazadora y gratuitamente el Sr. Skvortsov.

La extrema vulgaridad de los puntos de vista del Sr. Skvortsov sobre los procesos económicos que se operan en nuestra hacienda campesina se pone de manifiesto también en sus observaciones relativas a las migraciones y a la destrucción de las barreras medievales por parte del capitalismo. Qué, ¿no tenía yo razón al comparar al Sr. Pável Skvortsov con el Sr. Nikolái -on? Ambos “resuelven” la cuestión de las migraciones con una observación en extremo simple y exclusivamente negativa contra los puntos de vista que “dan importancia” a las migraciones. Pero semejante conclusión sólo es válida para el más primitivo... es decir, “auténtico” marxismo, que se satisface con lugares comunes completamente abstractos. ¿Qué significa “dar importancia” a las migraciones? Si entendemos estas palabras en el sentido literal, ¿acaso puede haber siquiera un economista en pleno uso de sus facultades mentales que no conceda importancia a la migración anual? Si entendemos estas palabras en el sentido especial, desde el punto de vista del capitalismo, el Sr. Skvortsov, en primer lugar, deforma mi idea, pues yo digo abiertamente lo contrario en el lugar que cita. En segundo lugar, el economista que ve su tarea en el estudio de las peculiaridades del régimen económico y del desarrollo de la economía de Rusia (y no sólo en dar citas detalladas de Marx, a menudo fuera de lugar), debe, necesariamente, plantear la cuestión: ¿qué influencia ejercen precisamente las migraciones en Rusia? Sin estudiar de modo especial esta cuestión, yo señalaba en el lugar que indica el Sr. Skvortsov que mis conclusiones relativas a la diferenciación de los campesinos armonizan por completo con la conclusión del Sr. Hourwich[****]. Fuera de ello, también en otros lugares del libro me refiero repetidas veces a la cuestión de las migraciones. Puede ser que este punto de vista mío sea falso, pero el Sr. Skvortsov no aduce nada en absoluto para corregirlo o completarlo, velando por completo el fondo del asunto con amonestaciones severas. Sigamos; mis observaciones dan al Sr. Skvortsov motivo para concluir que “el fetichista mercantil cree en la fuerza milagrosa de su fetiche ahora” (sic!). ¡En verdad, puede decirse que me ha “aniquilado”! Pero, honorabilísimo Sr. crítico, ¿niega usted mis consideraciones? ¿Por qué no da a conocer al público sus consideraciones apoyadas en hechos y no examina los datos aunque sea de un solo distrito? ¡Sería esto tan natural en una persona que se ocupa especialmente de la estadística de los zemstvos! Y yo me permito mantener esta opinión, a pesar de tan terribles palabras del Sr. Skvortsov (fetichismo, fuerza milagrosa), que -¿quién duna de ello?- pueden asustar a cualquiera[*****].

Finalmente, la última cuestión de que se puede hablar con el Sr. Skvortsov ateniéndose al fondo del asunto es lo relativo a la clasificación de los datos estadísticos de los zemstvos referentes al' los campesinos. El Sr. Skvortsov se ocupaba especialmente, y si no nos equivocamos sigue ocupándose, de estadística de los zemstvos: se podía por ello esperar de él indicaciones basadas en los hechos y que explicasen esta cuestión, discutible e interesante en extremo. “Nosotros rechazarnos a limine -escribo yo- la clasificación por el nadiel y utilizamos exclusivamente la hecha en atención a los medios económicos (ganado de labor, superficie de siembra)”, e indico después que la clasificación por el nadiel, que tiene una difusión incomparablemente mayor en nuestra estadística de los zemstvos, es del todo inservible a causa de que la vida altera el carácter igualitario (dentro de la comunidad) de la posesión de la tierra de nadiel: basta sólo recordar hechos tan notorios y por nadie disputados como la entrega en arriendo de los nadieles, su abandono, la compra y el arriendo de la tierra, la unión de las empresas comerciales e industriales a la agricultura, y el trabajo asalariado. “La estadística económica debe necesariamente basar la clasificación en las dimensiones y tipo de la hacienda (60)[22]. La “crítica” del Sr. Skvortsov estriba en lo siguiente: “El Sr. Ilín está descontento de la clasificación de los datos estadísticos de los campesinos según el nadiel. Existen dos (sic!) clasificaciones de los datos estadísticos. Una es histórica, según la cual. se reúnen en un todo las comunidades (!) con igual área de nadiel por alma inscrita en el censo, y otra efectiva, según la cual se reúnen en un todo las haciendas campesinas con la misma área de nadiel, sea cual sea la comunidad a que pertenezcan. La clasificación histórica es importante precisa-mente porque muestra de modo palmario en qué condiciones pasaron los campesinos de la sociedad de la servidumbre a la capitalista...” etc., sobre este tema, también examinado más arriba... “La clasificación que el Sr. Ilín propone confundirá definitivamente la comprensión histórica de las condiciones del paso de nuestros campesinos de una formación social a otra. La propuesta del Sr. Ilín se refiere más bien al censo industrial (sic!), como se hace en Alemania” (2289). Esto es un modelo de la crítica del Sr. Skvortsov en la materia de su especialidad y en la que, a pesar de todo el deseo, no se puede “citar” a Marx. Cabe preguntar, ¿qué tienen que ver estas consideraciones sobre la clasificación “histórica” de las comunidades cuando yo hablo de la clasificación de los datos por haciendas? ¿Por qué caminos maravillosos la clasificación de los datos actuales por haciendas puede “confundir definitivamente” los datos históricos sobre las comunidades, hace tiempo establecidos? El Sr. Skvortsov tiene derecho a emplear en la cuestión dada la palabra “histórica” en la medida en que se vuelve de espaldas a la historia: si la clasificación de las comunidades según el área de nadiel por alma inscrita en el censo se refiere a la historia de lo que ocurría hace 40 años, también es historia lo que ocurre ante nuestros ojos con rapidez cada vez mayor. Sigamos; es completamente inexplicable el modo como un hombre que se ocupa de estadística de los zemstvos y que sólo habla de todas las cosas en tono de profeta puede escribir que “existen dos clasificaciones” (de las comunidades según el nadiel y de las haciendas por el nadiel) cuando cualquiera sabe que existen muchas clasificaciones: por la sementera, por el ganado de labor, por el número de trabajadores en la familia, por los braceros, por la posesión de casas, etc. ¿Cómo puede el Sr. Skvortsov de modo tan tajante y sin sombra de motivación declarar “efectiva” sólo la clasificación por el nadiel cuando lo que se debate es precisamente si esta clasificación es efectiva? Yo muestro en varios distritos que la distribución de la tierra de nadiel entre las haciendas sigue caracterizándose hasta ahora por “igualitarismo” relativamente muy considerable aún (al 20% de las haciendas acomodadas, con el 26-30% de la población, corresponde el 29-36% de la tierra de nadiel en distintos distritos o grupos de distritos), mientras que la distribución de los índices efectivos de la hacienda: del ganado de labor, de las sementeras, de los aperos perfeccionados, etc., es en todos los sitios y lugares, sin excepción, incomparablemente menos nivelada. El Sr. Skvortsov se las ingenia para criticar -y hasta vituperar-mis tesis sin decir ni una palabra sobre el fondo del asunto.

Se comprende lógicamente: yo, que no soy estadístico por mi especialidad, no pretendía en modo alguno resolver la cuestión de la clasificación. Mas creo que en las cuestiones fundamentales de la estadística de los zemstvos (y lo relativo a los procedimientos de clasificación de los datos por haciendas es precisamente una cuestión fundamental, como indico en el lugar que cita el Sr. Skvortsov) tienen derecho a hablar, e incluso están obligados a hablar, todos los economistas y en modo alguno sólo los estadísticos de los zemstvos. No es posible imaginarse a un economista que estudie la realidad económica de Rusia y pueda prescindir de los datos de la estadística de los zemstvos; y si la estadística de los zemstvos marcha por su cuenta, y el trabajo de los economistas por la suya, ni una ni otro puede lograr resultados satisfactorios. Que la clasificación por nadieles no es una clasificación efectiva satisfactoria, lo han reconocido ya en parte hasta los propios estadísticos de los zemstvos, quienes han dado varias clasificaciones por el ganado de labor y por las sementeras, clasificaciones que yo he utilizado precisamente en mi libro. Justamente ahora, cuando la importancia del asunto es subrayada casi por todos los marxistas y no la niegan siquiera los economistas de otras tendencias, sería especialmente necesario revisar esta cuestión. Mas el Sr. Skvortsov, en lugar de crítica ofrece frases altivas, aunque sin el menor contenido, del género de la siguiente: “se necesita un resumen de las compilaciones de los zemstvos con un estudio detallado de la producción y reproducción de. la hacienda campesina, de modo que cualquiera que lo desease pudiera tomar estas compilaciones y comprobar las `conclusiones' de los señores Ilín, Póstnikov y Hourwich” (2292). Sí, naturalmente, “se necesita un resumen”; más, para que estas palabras no se quedasen en un sonido vacío y para que el resumen pudiera dar, en efecto, respuesta a los problemas principales planteados por el régimen económico actual de Rusia y por la evolución de este régimen, para ello es necesario plantear y examinar en todos los aspectos la cuestión fundamental de los modos de hacer el resumen, estudiarla necesariamente en la literatura general, no sólo entre los estadísticos de los zemstvos, y menos aún entre las cuatro paredes de una u otra oficina de estadística de los zemstvos. Esto lo planteé yo en mi libro y traté de apuntar su solución. No soy yo, claro es, quien ha de juzgar si la solución es acertada, pero estoy en el derecho de hacer la conclusión de que el Sr. Skvortsov, con toda su severidad, no ha dicho nada en absoluto en esta cuestión y se ha manifestado, sin motivación alguna, como defensor de la rutina, como defensor del punto de vista que ya era viejo en 1885 (ver la nota 2 en la pág. 58[23] de El desarrollo del capitalismo, donde cito el artículo del Sr. V. V. Nuevo tipo de publicaciones estadísticas locales, su confesión de que “es preciso referir los datos numéricos no a un conglomerado de los más diversos grupos económicos de campesinos como son la aldea o la comunidad, sino a estos mismos grupos”, y planteo la cuestión de por qué el propio Sr. V. V. no ha aprovechado ni una sola vez los datos relativos, a estos grupos más diversos).

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Para terminar, unas palabras sobre la “ortodoxia”, que no serán superfluas teniendo en cuenta que la intervención del Sr. P. Skvortsov en el papel de marxista “auténtico” hace especialmente necesaria la determinación más exacta posible de mi posición si se me permite expresarme así. Sin el menor deseo de colocar al Sr. B. Avílov junto al Sr. Skvortsov, encuentro preciso, sin embargo, referirme a un párrafo del artículo que el primero inserta en este mismo número de Naúchnoe Obozrenie. Al final del Postscriptum, el Sr. B. Avílov dice: “el Sr. Ilín (está) por la 'ortodoxia'. Mas, al parecer, para la ortodoxia, es decir, la simple interpretación de Marx, hay aún mucho campo...” (pág. 2308). Creo que las palabras que he subrayado son, probablemente, un lapsus, pues yo he dicho con precisión completa que por ortodoxia no comprendo en modo alguno la simple interpretación de Marx. En el mismo artículo a que se refiere el Sr. B. Avílov, tras las palabras “No, nos quedaremos mejor `bajo el signo de la ortodoxia', se dice: “No vayamos a creer que la ortodoxia permite tomar cualquier cosa como artículo de fe, que la ortodoxia excluye la transformación crítica y el desarrollo ulterior, que permita cubrir las cuestiones históricas con esquemas abstractos. Si hay discípulos ortodoxos incursos en estos pecados, en verdad graves, la culpa recae por completo sobre esos discípulos, y en modo alguno sobre la ortodoxia, que se distingue por cualidades diametralmente opuestas” (Naúchnoe Obozrenie, 1899, núm. 8, 1579)[24]. Así pues, yo he dicho abiertamente que la aceptación de algo como artículo de fe, la exclusión de la transformación crítica y del desarrollo es un pecado grave, y para transformar y desarrollar, la “simple interpretación” es, a todas luces, insuficiente. El desacuerdo entre los marxistas partidarios de la llamada “nueva corriente crítica” y los partidarios de la llamada “ortodoxia” consiste en que unos y otros quieren transformar y desarrollar el marxismo en diferentes sentidos: unos quieren seguir siendo marxistas consecuentes, desarrollando las tesis fundamentales del marxismo de acuerdo con las condiciones que van cambiando constantemente y con las peculiaridades locales de los distintos países, y desarrollando más la teoría del materialismo dialéctico y la doctrina de la economía política de Marx; otros rechazan algunos aspectos más o menos importantes de la doctrina de Marx, se colocan, por ejemplo en filosofía, no al lado del materialismo dialéctico, sino al lado del neokantismo, y en economía política, al lado de quienes atribuyen un “carácter tendencioso” a ciertas doctrinas de Marx, etc. Los primeros acusan a los segundos por ello de eclecticismo, y según mi modo de ver les acusan con completo fundamento. Los segundos califican a los primeros de “ortodoxos”, y, al emplear esta expresión, no se debe olvidar nunca que se ha dado por los adversarios en la polémica, que los “ortodoxos” no rechazan la crítica en general, sino sólo la “crítica” de los eclécticos (que únicamente tendrían derecho a llamarse partidarios de la “crítica” en la medida en que en la historia de la filosofía la doctrina de Kant y sus seguidores se llama “criticismo”, “filosofía crítica”). En ese mismo artículo mencioné a los escritores (pág. 1569, nota, y pág. 1570, nota) que, según mi opinión, son representantes del desarrollo consecuente e integral del marxismo, y no ecléctico, y que han contribuido a este desarrollo -tanto en el terreno de la filosofía y en el de la economía política, como en la historia y la política-, incomparablemente más, por ejemplo, que Sombart o Stammler[******], la simple repetición de las opiniones eclécticas de los cuales se considera ahora por muchos como un gran paso adelante. Apenas si tendré necesidad de añadir que los representantes de la tendencia ecléctica se han agrupado últimamente alrededor de E.. Bernstein. Me limito a estas breves observaciones acerca de mi “ortodoxia”, tanto porque la cuestión no se refiere directamente al objeto de mi artículo, como porque me veo imposibilitado de exponer con todo detalle las ideas de los primeros y debo remitir a quienes les interese a la literatura alemana. En esta cuestión, las discusiones rusas no son más que un eco de las alemanas, y sin conocer estas últimas no es posible hacerse una idea completamente clara del fondo de ellas[*******].

 

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NOTAS

[*] A propósito de las traducciones. El Sr. Skvortsov, al citar la siguiente frase de mi libro: “...como si el límite (de las fuerzas productivas) de su desarrollo fuese sólo la capacidad de consumo absoluta de la sociedad” (19), me hace una severa admonición: “El Sr. Ilín no ha advertido la torpeza de la traducción, cuando en el original dice sencilla y claramente: 'als ob nur die absolute Konsumptionsfáhigkeit der Gesellschaft ihre Grenze bilde'” (2286). El crítico no explica qué hay de malo en esta traducción (completamente exacta). Y para caracterizar su severidad, basta con aducir un par de traducciones suyas. Pág. 2284: “Mas si la reproducción normal anual se muestra en la medida dada, con esto también se muestra...” (en el original: ist damit auch unterstellt); pág. 2285: “Se trata, ante todo, de la reproducción simple. Más adelante se mostrará” (en el original: Ferner wird unterstellt) “no sólo que los productos se cambian por su valor”, etc. Así piles, el buen Sr. Skvortsov tiene indudablemente la convicción firme de que unterstellen significa mostrar y que wird unterstellt es futuro.

No hablo ya del estilo del temible crítico, que nos obsequia con frases como ésta: “ahora el modo capitalista de producción se equipara a la industria agrícola” (2293). (Nota de Lenin)

[**] En el capítulo doce del primer tomo de El Capital, consagrado a la cuestión de la manufactura, hay un apartado especial que se titula: División del trabajo dentro de la manufactura y división del trabajo dentro de la sociedad. Al principio de este párrafo, Marx dice: “Nos referiremos brevemente a las relaciones entre la división manufacturera del trabajo y la división social del trabajo, que es la base general de toda producción mercantil (Das Kapital, I2, S. 362). Qué aleccionador resulta confrontar con ello la salida de nuestro enfadado Júpiter, ¿no es cierto? (Nota de Lenin)

[***] A propósito. Esta última tesis (que los pagos en trabajo son una supervivencia del régimen de servidumbre) la expongo abiertamente en mi libro. El Sr. Skvortsov no habla de ello, sino que toma mi observación de que el pago en trabajo se mantiene en el fondo desde Rússkaya Pravda y echa chispas al particular: encontramos ahí una cita de Kliuchevski, los mercados interiores en el el siglo XII, el fetichismo mercantil y la afirmación de que en mi libro “la producción mercantil es un principio milagroso y que todo lo explica en la historia (sic!), empezando desde Rússkaya Pravda” (sic!). Esto, según las apariencias, es crítica del mismo tipo que la del “achís, achís”, de la que ya me he ocupado demasiado, a mi juicio, al comienzo del artículo. (Nota de Lenin)

[*** *] A propósito del Sr. Hourwich. Con su actitud inmotivada de olímpico desprecio hacia las “conclusiones” de este escritor -conocido en la literatura marxista como autor de dos libros y colaborador de revistas- el Sr. Skvortsov únicamente pone de relieve su fatuidad. (Nota de Lenin)

[*****] De más palabras: “La agricultura era en Rusia antes del capitalismo asunto de los señores, un capricho señorial para unos y una obligación, una carga para otros”[17] según opinión del Sr. Skvortsov “resulta que toda una formación social, el modo de producción basado en la servidumbre era sólo un capricho de señores”. No, Sr. Skvortsov, esto no “resulta” en modo alguno, pues en su sitio yo indico que “la economía basada en la servidumbre fue en cierto modo un sistema ordenado y acabado” (129)[18], y aquí defino únicamente uno de los caracteres de este sistema. Que en la hacienda del terrateniente había un elemento de “capricho de señores” puede verlo con facilidad cualquiera que recuerde los conocidos tipos de los “Oblómov de la aldea del régimen de servidumbre o de la explotación usuraria” (152)[19]; esto lo indican también los estadísticos de los zemstvos, a quienes pertenece la expresión “caprichos de señores” (148)[20]; esto lo demuestran hasta los datos de un período de desarrollo de la construcción de maquinaria agrícola en Rusia: el intento de los terratenientes de traer sencillamente del extranjero obreros y máquinas (130 y 153)[21] no era otra cosa sino un “capricho de señores”. “El Sr. Ilín no dice, lamentablemente, cuándo y dónde se operó la transformación por el capitalismo del señor feudal” (el Sr. P. S. hace mal en pensar que esta categoría sólo es aplicable a la época “anterior a la formación del derecho de servidumbre”; también es aplicable a la época del derecho de servidumbre) “y del campesino dependiente en industriales” (2293). Yo hablo de esto en el 11, en el III y, sobre todo, en el capítulo IV del libro, donde se trata precisamente de la transformación de la agricultura en una empresa comercial e industrial. Es muy posible que mis indicaciones relativas a este proceso requieran complementos y correcciones: no dudo que cualquier crítico serio y competente sabría hacerlos; pero el Sr. Skvortsov, por desgracia, ha velado por completo el fondo del asunto con unas amonestaciones severas. ¡No es mucho! (Nota de Lenin)

[******] Conf. contra Stammler las justas observaciones de H. Cunow, parte de cuyo artículo fue traducido en Naúchnoe Obozrenie en 1899, así como de B. Lvov, La ley social (en el mismo sitio) y la traducción del artículo del Sr. Sadi Gunter, prometida por .Naúchnoe Obozrenie para 1900. (Nota de Lenin)

[*******] Precisamente a este eclecticismo se reduce, a mi modo de ver, la “nueva” orientación “crítica” que “comienza a dibujarse” en nuestra literatura en el último tiempo (conf. artículos de Struve en Zhizn, 1899, núm. 10, y 1900, núm. 2; de Tugán-Baranovski en Naúchnoe Obozrenie, 1899, núm. 5, y 1900, núm. 3). El primero de los mencionados escritores empezó a “esbozar” su inclinación al eclecticismo hace más de cinco años en sus Notas críticas, e inmediatamente después de su aparición se hizo (como tendrá a bien recordar Struve) el intento de “abrir los ojos” al público a la confusión del marxismo con la ciencia burguesa en sus concepciones[25]. Resulta por ello extraño oírle a Struve esta frase: “Cerrar simplemente los ojos a la así llamada (¿sin razón, pues, así llamada? -V. I.) crítica `burguesa' de la doctrina de Marx y dedicarse a repetirla y parafrasearla ha resultado hasta ahora no sólo inútil, sino hasta perjudicial” (Zhizn, núm. 2, 305). Naturalmente, “cerrar simplemente los ojos” no sólo ante la ciencia burguesa, sino hasta ante las doctrinas más absurdas, incluido el obscurantismo extremo, es sin duda perjudicial; esto es un lugar común banal. Mas una cosa es no cerrar los ojos ante la ciencia burguesa, estudiarla y aprovecharla, pero manteniendo una actitud crítica hacia ella y no renunciando a la integridad y lo definido de la concepción filosófica; y otra cosa es rendirse ante la ciencia burguesa y repetir, por ejemplo, las palabrejas relativas a lo “tendencioso” de Marx, etc., que tienen una idea y significación completamente determinadas. Y después, si se habla de “repetir y parafrasear”, ¿acaso la repetición y paráfrasis de Bóhm-Bawerk y Wieser, de Sombart y Stammler merecen por sí, a priori, más atención que la repetición y paráfrasis de Marx? ¿Acaso el Sr. Struve, que se las ha ingeniado ya (en la literatura rusa, daos cuenta) para ver un “daño” (sic.!) en repetir a Marx, no ha advertido y no advierte daño en la repetición no crítica de las correcciones en boga de la “ciencia” burguesa de moda? ¡Cuánto ha habido que apartarse del marxismo para llegar a semejante punto de vista y a tan imperdonable “cerrar los ojos” ante la “confusión de ideas” actual! Struve manifiesta al fin de su artículo el deseo especial de que yo me manifieste en las cuestiones planteadas por la llamada “crítica”. Observaré a esto que en la actualidad me interesa de un modo especial la cuestión de la tendencia ecléctica moderna en filosofía y en economía política, y que no pierdo aún la esperanza de ofrecer con el tiempo un examen sistemático de esta corriente[26]; pero ir tras cada “error fundamental” y “antinomia fundamental”... del eclecticismo, me parece simplemente (¡con perdón de los honorables “críticos”!), falto de interés. Por eso me limito por ahora a un contradeseo: que la nueva “corriente crítica” se dibuje con plena precisión, sin limitarse a alusiones. Cuanto antes ocurra esto, tanto mejor, pues tanto menor será la confusión y con tanta mayor claridad comprenderá el público la diferencia que hay entre el marxismo y la nueva “corriente” de la crítica burguesa de Marx. (Nota de Lenin)

 

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[1] En el artículo Una crítica no crítica, responde a una crítica hostil del “marxista legal” P. Skvortsov sobre el libro El desarrollo del capitalismo en Rusia. Lenin empezó a escribir el artículo en enero de 1900. El artículo quedó terminado en marzo y se publicó en la revista Naúchnoe Obozrenie (mayo-junio de 1900). Fue el último artículo de Lenin publicado en la prensa legal rusa antes de viajar al extranjero. (Nota de Edit. Progreso)

[2] V. I. Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia (Развитие капитализма в России, Moscú, 1899).  Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia", en Obras Completas (Moscú, Editorial Progreso, 1981), tomo 3, págs. 1-664. (Nota de marxists.org)

[3] Las palabras entre comillas son una paráfrasis de un pasaje de Ensayos del período gogoliano de la literatura rusa, de N. G. Chernishevski. (Nota de Edit. Progreso)

[4] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia" ..., pág. 39. (Nota de marxists.org)

[5] C. Marx, El Capital, tomo II. (Nota de Edit. Progreso)

[6] C. Marx, El Capital, tomo II. (Nota de Edit. Progreso)

[7] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 55. (Nota de marxists.org)

[8] C. Marx, El Capital, tomo II. (Nota de Edit. Progreso)

[9] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 56. (Nota de marxists.org)

[10] Véase O. C., t. 2, págs. 416-418. (Nota de Edit. Progreso)  

Esas páginas corresponden a una subsección del "Tercer Artículo" de la obra de Lenin, El Censo de los Kustares de 1895-1895 en la Provincia de Perm y los problemas generales de la industria "kustar" (1897).  Véase V. I. Lenin, Obras Completas (Moscú, Editorial Progreso, 1981), tomo 2, págs. 329-444. (Nota de marxists.org)

[11] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 415. (Nota de marxists.org)

[12] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., págs. 600-601. (Nota de marxists.org)

[13] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 159. (Nota de marxists.org)

[14] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 153. (Nota de marxists.org)

[15] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 160. (Nota de marxists.org).

[16] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 161. (Nota de marxists.org)

[17] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., págs. 337-338. (Nota de marxists.org)

[18] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 198. (Nota de marxists.org)

[19] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 229. (Nota de marxists.org)

[20] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 224. (Nota de marxists.org)

[21] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., págs. 200 y 231-232. (Nota de marxists.org)

[22] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 101. (Nota de marxists.org)

[23] Véase V. I. Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia"..., pág. 100. (Nota de marxists.org)

[24] El artículo de Lenin Algo más sobre la teoría de la realización se se publicó con la firma “V. Ilín” en el núm. 8 de la revista Naúchnoe Obozrenie, de agosto de 1899. (Nota de Edit. Progreso)  

[25] El intento de “abrir los ojos” al público a la confusión del marxismo con la ciencia burguesa (crítica del struvismo y del “marxismo legal”), lo hizo Lenin en su trabajo El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve (Reflejo del marxismo en la literatura burguesa). (Nota de Edit. Progreso)  

[26]Un examen sistemático de esta corriente” lo hizo Lenin en su obra Materialismo y empiriocriticismo. (Nota de Edit. Progreso)