Guillermo Lora

 

Respuesta a la burocracia

 


Redactado: Bolivia, 1963.
Publicado por vez primera: Bolivia, 1963.
Fuente de la versión digital: Partido Obrero Revolucionario, Sección Boliviana del CERCI, http://www.masas.nu.
Esta edición: Marxists Internet Archive, febrero de 2011.  


 

 

Prólogo

BALANCE DE LA DISCUSIÓN

 

 

El por qué de este escrito

Acontinuación se insertan los textos íntegros de las respuestas que he dirigido al lechinismo. Se trata de documentos que rebasan el interés puramente episódico o anecdótico y adquieren valor permanente, porque pueden ayudar a establecer verdades sobre hechos históricos.

Algunas de las respuestas -solamente algunas- han sido registradas parcialmente por la prensa paceña y orureña. Esta sola circunstancia justifica ya la presente publicación. La burocracia lechinista maneja enormes cantidades de dinero, cuya procedencia para nadie es un misterio (Comibol, Vicepresidencia, Caja de Seguridad Social, etc.) y cuyo destino es por demás deshonesto (prostituir a determinados dirigentes, comprar periódicos, alquilar firmas y fraguar votos de apoyo y condecoraciones).

Se trata de viejos métodos utilizados por los burócratas y que he denunciado en varias oportunidades.

 

¿A quien beneficia mi folleto?

Por lo que va a leerse se constará que he puesto especial cuidado en explicar minuciosamente mi conducta. Se tiene que saber que no tengo repliegues en mis concepciones ni en mis actos.

Hace años que estoy preocupado en volcar en letras de molde todo mi pensamiento político, que sirve de norma a mi acción cotidiana. Nada semejante puede decirse de los burócratas, pues sus actos y sus ideas están llenos de equívocos.

Mi pensamiento político íntegro solamente puede servir a la causa revolucionaria, a la causa del proletariado y en su esencia está dirigido contra el desgobierno movimientista. Por mucho que se retaceen mis escritos, ellos únicamente pueden concluir canalizándose hacia las masas y hacia la revolución social.

Me parece un contrasentido mayúsculo sostener que tal o cual sector del oficialismo o de la clase dominante puedan beneficiarse con mi prédica, desde el momento que ésta tiende a minar los cimientos del propio régimen del Movimiento Nacionalista Revolucionario y del capitalismo.

Los hechos se han encargado de demostrar la validez de mi tesis. El folleto titulado "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" ha contribuido a acentuar en los medios populares el afán por conocer debidamente a los diferentes sectores del Movimiento Nacionalista Revolucionario, por discutir dónde se encuentra, por lo menos potencialmente, la dirección revolucionaria.

El tan discutido documento ha obligado a propios y extraños a discutir acerca de la naturaleza de la burocracia sindical, de sus raíces y de sus perspectivas.

La polémica (estoy alegre de que se hubiese precipitado) me ha permitido puntualizar muchos de los problemas del movimiento obrero y subrayar la verdadera naturaleza del lechinismo y de su principal líder.

El pudor me impedía decir que Juan Lechin Oquendo no hizo más que firmar mis documentos y esto por mucho tiempo. Mis impugnadores me han obligado a decirlo públicamente y de un modo categórico.

Por otro lado, el folleto constituye una contribución al esclarecimiento de episodios importantes de la historia sindical del país. He tocado la raíz de los problemas, lo que explica el inusitado revuelo provocado por la difusión del folleto de referencia.

Creo con modestia y sinceridad que he servido a la causa revolucionaria y que el movimiento porista (trotskysta) ha comenzado a beneficiarse y ha cosechar los frutos de esta labor.

 

El papel del stalinismo

El stalinismo es una fuerza contra-revolucionaria (extremo que probaremos documentadamente en un próximo folleto) y como tal actúa frente a los grandes y pequeños problemas. En esta oportunidad ha volcado todo su veneno (cuya difusión profusa está financiada desde el exterior y también internamente por el mismo gobierno) contra el folleto que va a leerse.

La burocracia stalinista no está obligada a estar de acuerdo conmigo, pero lo asqueroso es que salga abiertamente en defensa de la burocracia lechinista. Así confirma su naturaleza contrarrevolucionaria y que está seriamente comprometida en la campaña electoral de Lechin.

 

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RESPUESTA A MARIO TORRES

(Carta a "El Diario" de La Paz)

 

La Paz, 26 de junio de 1963.

Señor Director:

Invoco su no desmentida hidalguía periodística para pedirle se sirva dar paso a la siguiente rectificación al suelto, que en solicitada pagada, ha publicado el señor Mario Tórres en el periódico de su dirección:

La "respuesta" de Tórres al folleto "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" constituye un exabrupto y por eso no merece de mi parte el menor comentario. Cuando alguien cree haber sido injustamente acusado tiene la obligación de exhibir documentos y razones para demostrar lo contrario. A esta altura de los acontecimientos, ¡es tan difícil creer en la honestidad de la burocracia sindical!

Sin embargo, me corresponde disipar algunos malentendidos que flotan en el ambiente.

Al señor Tórres le preocupa saber por qué recién ahora he publicado dicho folleto.

Mi respuesta es categórica: su aparición obedece a un cálculo cuidadoso, las circunstancias política imperantes pueden permitir su amplia y libre difusión. En otra oportunidad la misma burocracia habría conseguido su secuestro policial.

A Tórres, como siempre, le falta valor personal para lanzar sus sindicaciones.

Insinúa simplemente que puedo estar en convivencia con fuerzas reaccionarias. ¿Con cuáles?

Para mí el Movimiento Nacionalista Revolucionario en su conjunto, incluído el lechinismo, son fuerzas contrarrevolucionarias. Los que han leído el diario oficial de hoy comprenderán que el partido de gobierno no pierde la menor oportunidad para zaherirme.

¿Acaso Tórres pretende que tengo relaciones con el imperialismo? La lectura del folleto del que soy autor convencerá al menos avisado que esa tesis es absurda. Las publicaciones del Partido Obrero Revolucionario no llevan la advertencia de "prohibida la reproducción", porque está interesado en su mayor difusión. Desde el momento que una publicación porista llega a la calle puede ser citada, reproducida y difundida por nuestros amigos y enemigos. La misma actitud asumo frente a la publicación de parte de "La Burocracia Sindical y la Masacre de Siglo XX" en un matutino, el día domingo 23, a pesar de que no he realizado gestión alguna encaminada a ese fin.

El folleto de referencia está constituido por documentos históricos y por una interpretación de los mismos, fue escrito sin intención de que se convierta en actor de la lucha fraccional movimientista que se libra actualmente. Circunstancias extrañas a mi voluntad han determinado que las cosas ocurran de otra manera.

Mi criatura está en medio de una batalla fratricida y no por eso reniego de ella. Comprendo perfectamente que ciertos sectores del gobierno pueden citarme y hasta copiarme parcialmente, pero la integridad de mi pensamiento va dirigida contra el Movimiento Nacionalista Revolucionario y no únicamente contra tal o cual de sus sectores.

En definitiva, las ideas revolucionarias se abren paso hasta llegar a las masas. Al respecto me permito citar el siguiente ejemplo:

"Al comprender los alcances de la Tesis de Pulacayo, que en ese momento circulaba secretamente, Patiño ordenó a sus empresas que le dieran la mayor difusión posible en la prensa de Bolivia, para que el país se diera cuenta del peligro en que se hallaba... Le fue muy difícil al "superestado" conseguir la publicación de ese documento que en vez de ser tomado por los diarios como un hallazgo y una primicia informativa, fue insertado como aviso solicitado a una elevada tarifa." (M. Carrasco, "Simón I. Patiño", pag. 261).

La Tesis de Pulacayo fue difundida por la gran minería, por la Empresa Patiño, pero no le sirvió a ella, sino al pueblo boliviano y a los trabajadores.

Por otro lado, "El Diario" registra una carta de A. Asbún que dice:

"Es cierto que hace diecisiete años la Empresa Aramayo en su mina Quechisla acostumbraba poner en subasta pública sus movilidades usadas en favor de sus trabajadores. Aprovechando de tal circunstancia el señor Tórres me recomendó ante dicha empresa para que se me adjudicase un automóvil."

 

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ABUSAN DE LA INGENUIDAD DE ALGUNOS JOVENES

(Carta a "Presencia" de La Paz)

 

26 de junio de 1962.

Señor Director:

Encarezco la publicación de la siguiente respuesta a las solicitadas de Mario Tórres y de otras personas, que "Presencia" ha registrado en sus páginas:

1.- Se explica que "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" hubiese obligado a los burócratas a reaccionar violentamente, pues toda la llaga de la dirección lechinista. La "Célula Minera" del Movimiento Nacionalista Revolucionario insinúa que estuviese comprendido en los planes del ministro de Gobierno y sostiene que mi folleto es el resultado de una reunión en el "despacho" de dicho ministro.

La verdad es la siguiente: hace algunos días que fui apresado por Control Político y posteriormente conducido por el señor Artieda ante el ministro de Gobierno, el que me sometió a un interrogatorio acerca de mis actividades políticas.

En mi vida no es la primera vez que me ocurre un accidente de tal naturaleza. Los militantes del movimientismo tienen todas las puertas abiertas para preguntar a su compañero de partido si algo más se trató en esa oportunidad.

Estoy orgulloso de ser un "revolucionario insobornable". Jamás he pedido favor alguno a los gobernantes, menos a los actuales, que para mí son enemigos del país y de los trabajadores.

Si se cree que el folleto "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" guarda relación con mi último apresamiento, ¿por qué no se aplica el mismo criterio al que lleva por título "Las guerrillas (La concepción marxista contra el golpismo aventurero)" y que ha aparecido dos o tres días antes del primero? Si se diera crédito a las suposiciones de la "Célula Minera" se tendría que concluir que el ministro de Gobierno se ha convertido en un "conspirador extremista".

Parece que se ha perdido el sentido de las proporciones. Las posiciones y teorías revolucionarios no pueden ser vendidas o alquiladas. Las ideas que le sirven de fundamento no pueden ser útiles al enemigo de clase.

Se da a entender que mi deber es contribuir a la superación de la crisis interna del Movimiento Nacionalista Revolucionario. Mi tarea es otra: liquidar al Movimiento Nacionalista Revolucionario como dirección política. El país sabe bien que tanto Víctor Paz, Arze o Lechin no representan más que diversas facetas de la misma calamidad, el desgobierno movimientista.

Comprendo y disculpo a los jóvenes que han sido obligados a tomar el nombre de "Célula Minera". Ignoran los detalles del problema que se está discutiendo, desde el momento que no intervinieron en los acontecimientos de 1949 y no tienen más remedio -si quieren conservar sus actuales privilegios- que obedecer las órdenes de Tórres. Estoy informado que muchos de ellos ni siquiera han leído el documento del que resultan responsabilizándome.

2.- Se ha publicado copia de un recorte periodístico en el que se lee que el congreso minero de Telamayu aclaró la compra de un automóvil de la empresa Aramayo por Tórres. Esa información es inexacta.

Pedí la expulsión de ese dirigente de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia por haber comprobado que dicho dirigente cometió ese delito. La reunión no consideró nada porque Juan Lechin informó que Tórres hacia sido enviado a Catavi a cumplir cierto trabajo sindical y que en ausencia no se lo podía juzgar.

3.- Es comprensible el tono violento con el que se me ataca; se piensa que la calumnia temeraria puede destruir el contenido acusatorio de mi folleto.

 

Nota marginal

En una de las últimas reuniones de la Federación de Mineros se desarrolló la siguiente escena:

Tomó la palabra Arancibia (uno de los firmantes a nombre de la supuestos Célula Minera) para decir que era improcedente que se obligue a los dirigentes a firmar documentos redactados por otros, que no, eran discutidos en la institución y que hasta se ignoraba su contenido.

Kunkar, entre sonrisas, dijo que había firmado por miedo. Tórres contento en sentido de que Arancibia podía sacar un comunicado público solidarizándose con las "calumnias de Lora". El chantaje no pudo menos que asustar al joven Arancibia.

 

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FORMA EN QUE NEGOCIA LA BUROCRACIA

 

1.- A. Asbún -chico de los mandados de los lechinistas- dice en su carta: "Es cierto... que el señor Tórres me recomendó ante esa empresa (la Aramayo (para que se me adjudicase un automóvi).

Asbún parece ignorar que desde hace diez y siete años funcionan sociedades de burócratas sindicales y de otras personas para realizar negociados a la sombra de la gran minería. En la actualidad esta es una práctica que a nadie admira.

La anterior confesión no aclara en nada los extremos que sostengo en mi folleto y que no tiene más virtud que empeorar la situación de Mario Tórres, que lo presenta como a un negociante. Este sujeto actúa impulsado por un tremendo complejo de culpa.

2.- A Tórres debería darle vergüenza hablar sobre el famoso y misterioso automóvil. El mi folleto cito su confesión que al respecto hizo en el parlamento.

3.- Hay falsedades de mucho bulto en el escrito de Tórres. Si fuese cierto el que me quedé en Oruro junto a Lechin (en vísperas de la masacre del 28 de mayo de 1949), no hubiese sido apresado en Siglo XX y desterrado a Chile. Vuelvo a repetir que Lechin fue militante del POR y esto digo porque a mí me encomendó mi partido trabajar coordinadamente con él.

La Paz, 27 de junio de 1963.

 

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RESPUESTA A UN "MORALISTA"

 

1.- Tórres dice: "Lora ha confirmado que sostuvo una larga plática con el ministro de Gobierno". La frase encierra una gruesa calumnia.

"Toda conversación embellecida se llama plática" (Barcia). Si eso quiere decir el autor de la "solicitada" me limito a rechazar cortés, pero enérgicamente, la imputación. No he dicho en momento alguno haber conversado, sino que he sido conducido ante la autoridad e interrogado por ella. Todo interrogatorio para el político y también para el delincuente, es una lucha entre la víctima y el verdugo. Me parece una torpeza el querer culpar al perseguido de su apresamiento.

Me parece que Tórres quiere insinuar que compré mi libertad con el folleto "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX".

Podría haber lugar a la suposición si dicho escrito significase una revisión de mis posiciones, un cambio de línea política o una capitulación ante el gobierno.

Nada de eso se me puede atribuir. El folleto continúa inmerso en mi orientación ideológica tradicional y que vengo sosteniendo desde hace varios lustros. Mis ideas y mi estilo están íntegros en el mencionado documento.

2.- Torres se atreve a declararme inmoral porque, dizque, aprovecho la crisis del Movimiento Nacionalista Revolucionario para lucrar (se refiere a la rápida venta de mi folleto). Entendámonos. Para el marxista revolucionario, moral es aquello que permite aproximar a las masas aproximarse a la conquista del poder e inmoral lo que las aleja de esa finalidad estratégica. Hay una inter-relación dialéctica entre el fin y los medios.

Soy militante político y tengo vivo interés en que mis ideas se difundan en la mayor medida posible. Cuando mis escritos se venden en gran cantidad creo estar contribuyendo a mi causa. Es por esto que estoy interesado en buscar las oportunidades propicias para lanzar mis publicaciones.

Lo inmoral sería que por vender deforme o ampute mis ideas. Inmoral es lo que hace Torres: firma trabajos ajenos y los hace vender en las pulperías de la COMIBOL.

Estoy agradecido a los autores de las "solicitadas" por haber contribuido al éxito de mi folleto. La ganancia obtenida será destinada en su integridad a costear la publicación de otros documentos.

3.- Sobre la militancia porista de Juan Lechin, debo dejar sentado lo siguiente:

Los estatutos del Partido Obrero Revolucionario dicen que es militante el que está conforme con su programa y trabaja en una de sus organizaciones. No se llevan registros de la militancia por razones de seguridad y no se podría exhibir ni siquiera la ficha de afiliación de su secretario general.

Pero, existe un antecedente, conocido por todo elemento antiguo de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, que viene a confirma lo que sostengo en el mencionado folleto. Hasta mediadas de 1947, Lechin se limitaba a firmar y a leer lo que yo escribía; escritos que trasuntaban la línea y los acuerdos del Partido Obrero Revolucionario.

Hecho inconcebible si el dirigente minero no hubiese sido militante porista. Más tarde, me correspondió luchar porque se materializase la ruptura política con Lechin, esto por razones programáticas y de moral revolucionaria.

En mi folleto que nos ocupa hablo de "cooperación política". Más exacto sería decir que me tocó la tarea de dirigir políticamente a Juan Lechin por algún tiempo.

Se dice que estuve ausente de una huelga general (para insinuar que me distingue la cobardía física).

El 8 de agosto de 1947 Tórres llevó al telégrafo una circular, en la que se instruía a los sindicatos mineros que debían declararse en pie de huelga.

En esa fecha estaba en Siglo XX y tan cierto es esto que el día 18 conversé con el señor Mario Carrasco (director de "El Diario") -viajó a ese distrito para constatar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros mineros- y lo acompañé por las secciones de la mina.

Unas veces mis enemigos me pintan como un pobretón y hoy se me presenta como a un rico hacendado, latifundista. Mis afanes por ubicar mi hacienda imaginaria en el mapa de Chuquiuta han resultado inútiles, porque en esa zona agraria solamente hay comunidades.

El mequetrefe Tórres debe saber que hasta en la desolada Chuquiuta el mes de agosto no corresponde al verano. Los "líderes" sindicales deben tener presente que en junio de 1947 se realizó el congreso de Colquiri y toda la actuación sindical posterior siguió sus determinaciones. El documento básico de ese congreso fue redactado por G. Lora... Posteriormente vino la famosa interpelación parlamentaria al gabinete ministerial y en toda esta etapa Tórres cumplía la tarea de llevar telegramas a la oficina respectiva.

A Tórres le pido una gracia: que mañana me convierta en dueño de minas o por lo menos en usufructuario de algunas de las granjerías que la COMIBOL concede a los grandes de la burocracia sindical. Esto es preferible a que un traficante nos hable de moral.

29 de junio de 1963.

 

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SOBRE LA MILITANCIA PORISTA DE JUAN LECHÍN

 

Varias veces el Partido Obrero Revolucionario ha sostenido, por escrito, que Lechin fue en cierta época militante clandestino de esta organización política. Es la primera vez que el líder obrero Lechin se ve obligado a desmentir aseveración tan tajante. Para que el intento forma parte del esfuerzo por borrar toda huella que denuncia las vinculaciones de Lechin con las agrupaciones marxistas.

El lector está informado que la izquierda del Movimiento Nacionalista Revolucionario profesa ahora el anticomunismo y está vivamente interesado en ganar la confianza del Departamento de Estado norteamericano. Parece que nuestra denuncia ha violentado tales planes, pues solamente así se explica la violenta reacción de los acólitos de Juan Lechin.

Haber militado en el Partido Obrero Revolucionario -partido marxleninista- solamente puede ser timbre de orgullo para cualquier mortal.

Descontamos que Lechin, a su torno, desmienta nuestras afirmaciones. Los burócratas nunca se han distinguido por su honestidad, su valentía y consecuencia. Contrariamente, siempre han utilizado el cinismo y el desplante en todos sus actos.

Por nuestra parte, hemos contribuido con datos y razones para probar nuestra tesis. Hasta ahora hemos callado algunos datos.

 

Algunos antecedentes sobre Lechin:

Se aproximó al Partido Obrero Revolucionario expresando sus dudas acerca de la capacidad revolucionaria del Gobierno Villarroel-Paz Estenssoro (RADEPA-MNR) y en esta medida coincidía con los militantes trotskystas. Muchas personas (algunas de ellas son actualmente militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario) vieron a Juan Lechin asistir en La Paz (más concretamente, en un domicilio de la Plaza Abaroa) a los círculos poristas de adoctrinamiento, donde se leía y se explicaba el "Manifiesto Comunista" de Marx y Engels.

Cuando G. Lora abandonó la ciudad paceña, huyendo de la persecución policial, esto poco antes del 21 de julio de 1946, Lechin charló con el militante porista que ejercía provisionalmente la secretaria general del partido para que su trabajo continuase bajo el control porista.

Ya entonces había sospechas de que su radicalismo encubría sus vinculaciones con el Ministerio de Trabajo.

En Chile, en Chillón, Lechin expresó a los trotskystas que él se había alejado del Partido Obrero Revolucionario boliviano porque Lora lo odiaba.

Hechos similares podemos citar hasta el infinito.

 

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ECOS DE LA DIFUSIÓN DE "LA BUROCRACIA SINDICAL Y LA MASACRE DE SIGLO XX"

 

- Sin que nosotros lo solicitemos "Presencia" de La Paz ha publicado el prólogo del folleto en su integridad.

- A los dos días de esa publicación, los burócratas llenaron los periódicos de La Paz con sus solicitadas (ese es el destino que se da a las cuotas sindicales), con el vano propósito de desvirtuar el contenido y las denuncias de nuestro folleto. Las respuestas firmadas por G. Lora pudieron ser publicas en la prensa en forma fragmentaria y venciendo múltiples dificultades.

Para salvar esos escollos se decidió multicopiar dichas respuestas.

- Los burócratas, al verse desenmascarados, remitieron a los distritos mineros telegramas urgentes para que las direcciones sindicales se pronunciasen repudiando el mencionado folleto. Hasta el momento parece que tal orden no ha sido cumplida, lo que constituye un serio revés para los "líderes" de marras. Sabemos de sobra cómo funciona este mecanismo para fabricar votos de apoyo en favor de la cúspide de la Federación de Mineros.

El Siglo XX el telegrama firmado por los burócratas fue simplemente ocultado hasta el día de hoy.

- En el distrito de Siglo XX, un sinvergüenza que está incrustado en la heroica "La Voz del Minero" secundó a Mario Torres con sus tontas acusaciones.

Llegó al extremo de sostener que G. Lora no pisó ese distrito con motivo de los acontecimientos luctuosos de mayo de 1949.

Para desbaratar la infamia, fue suficiente la respuesta de los jóvenes trotskystas (ver el número tres de "Trinchera") y el contenido de la edición de "El Militante" (número 108), vocero del Comité Regional del POR. Así se puso en su lugar a semejante gusano, cuyo nombre nos resistimos a escribir para no emporcar esta hoja.

- En Oruro, "La Prensa" ha comenzando a publicar, en números sucesivos, el contenido de nuestro folleto e igualmente reproduce algunas de las respuestas de G. Lora a los burócratas corruptos y sinvergüenzas.

Síntesis: en medio del combate recio que se libra entre la dirección porista y la burocracia de la Federación de Mineros, "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" se ha convertido en un documento sensacional y viene siendo utilizado por las bases obreras contra los malos dirigentes movimientistas.

 

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LA VIDA OCIOSA DE UN BURÓCRATA

La polémica -que tiene sus propias leyes y cuyas consecuencias son a veces imprevisibles- nos obliga a discutir con un insignificante pigmeo.

La política se torna desagradable cuando nos enfrenta con cualquier pelele. Es el precio que, no pocas veces, se paga por tener el derecho de intervenir en el desarrollo de los acontecimientos político-sociales.

Es lo que nos ha ocurrido con ese sujeto que se llama Mario Tórres Calleja, famoso por sus negociados y tropelías y que no tiene el menor reparo en presentarse como "líder" sindical y político.

En una de las "solicitadas", ya rutinarias, se ha dado a entender -como ya tenemos registrado- que G. Lora estuvo ausente en una huelga minera porque se fue a "veranear". En nota anterior se ha esclarecido convincentemente la cuestión. La especie es absurda en boca del lechinismo, tan identificada con la vida ociosa de la corrupta y dual de la burocracia sindical.

El maestro de bellacos nos ayudará a comprender el fenómeno que azota al sindicalismo boliviano:

Gran parte de la "habilidad" política de Lechin, que le permite usurpar indefinidamente la dirección de la Federación de Mineros y de la Central Obrera Boliviana, consiste en saber sacar oportunamente el cuerpo de los acontecimientos, cuando éstos se tornan peligrosos para el ejercicio de sus cargos remunerados suculentamente.

Sabe viajar y "enfermarse" oportunamente, toda vez que existe el peligro de que se comprometa seriamente y pueda perder sus privilegios.

Jamás se pronuncia categóricamente sobre ningún problema delicado y cuando las bases esperan que su "líder" abra la boca y diga algo que oriente, Juan Lechin Oquendo está siempre ausente del escenario. En todo esto hay mezcla de cobardía y de oportunismo.

Los observadores se quedan boquiabiertos por su gran habilidad para cabalgar dos potros al mismo tiempo, para andar del brazo con la izquierda y la derecha, con los opositores radicales y con el oficialismo. ¿Ideología, programas? Para él todo esto es perder el tiempo, su empirismo le empuja a permanecer siempre flotando, usufructuando sin pausas de cargos gubernamentales y sindicales.

Hay otro rasgo que distingue inconfundiblemente a Lechin: su tendencia orgánica hacia la ociosidad, hacia una vida ostentosa y degenerada de señor feudal.

Decir que se ha aburguesado no es nada, lleva una vida de pachá oriental. En fin, olfatea oportunamente por dónde soplan los vientos y sabe acomodarse a ellos.

Sus propios amigos nos dan una idea de lo que es Lechin. Trascribimos una conversación telefónica entre Mealla de Catavi (antiguo dirigente de la Federación de Mineros) y Lechin:

"Oruro Habla Abel Mealla: ¿Cuándo vienes?", le pregunta a Lechin.

"Cochabamba (Lechin): Cuando sea necesario actuar.

"Oruro (Mealla): Vamos a Llallagua. Lo que siento es que no estés aquí. Ayer me indicaba un amigo que cambiabas automóviles y muchachas, aquí tiene que venir pronto".

(Patiño Mines, "Los conflictos sociales en 1947". Interpelación al gabinete. La charla transcrita fue leída por el ministro de Gobierno, pag. 199).

Más adelante, en la página 200 de la misma obra, se lee la continuación del diálogo:

"Oruro (Mealla): Querido Juan, sabemos que estás engordando y cambiando diariamente de automóviles y chicas, cuando tu presencia urge en estos momentos en Oruro, que es donde ya estamos actuando. Te hablará Anibal.

"Oruro. (Habla Anibal): Urge tu viaje a ésta querido Juan". No es necesario abundar en consideraciones acerca de la vida que llevan los burócratas sindicales y que es diametralmente opuesta a la de los obreros, obligados a soportar salarios de hambre y pésimas condiciones de trabajo.

En uno de los números del semanario "Masas" -vocero del POR- ha sido descrito el palacete en que vivía el "obrero" Lechin y que nada en común tiene con las pocilgas que habitan los mineros.

Los burócratas sindicales han dejado de ser obreros por sus ideas y, esto es muy importante, por su forma de vida.

Se han desclasado y siguen normas que son propias de los explotadores. Clientes cotidianos de los clubs nocturnos, fuman cigarrillos importados y solamente beben whisky. Estos elementos están condenados a venderse al mejor postor para costear su tren vida burgués.

El revolucionario condiciona su forma de vida a sus ideas. No se puede pensar ni actuar como revolucionario si se lleva una vida disipada, llena de francachelas y de vicios.

Los burócratas sindicales deben justificar sus fortunas malhabidas. A Torres la lucha sindical y política le ha servido para salir de pobre. Durante el sexenio se benefició con viviendas de la empresa "San José". Cuando trabajaba su salario era uno de los más bajos y ahora es un potentado. Con lo que gastan los burócratas en diversiones y mujeres podrían vivir bien centenares de obreros. El poder también les ha dado cinismo a los burócratas.

 

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LINEA POLÍTICA INVARIABLE: 

COMBATIR A LA BUROCRACIA

En una nota anterior hemos indicado que venimos combatiendo a la burocracia sindical (lechinismo) desde mucho antes al año 1949.

Los poristas hemos sido los primeros que hemos calificado a este sector -pese a sus múltiples protestas- como el "ala izquierdista" del Movimiento Nacionalista Revolucionario. Hasta ahora las protestas del lechinismo frente a nuestra labor esclarecedora no pasaban de las manifestaciones mudas y hasta meramente simbólicas. Nos parecía que estaban de acuerdo con el criterio de que representamos la más alta expresión de la conciencia política de la clase obrera. ¿Por qué solamente ahora los presuntos izquierdistas han reaccionado tan violentamente, al extremo de responder con exabruptos a las razones y a los documentos que presentamos?

La causa fundamental de este cambio radical en la conducta de nuestros adversarios tiene que atribuirse exclusivamente a los nuevos factores políticos imperantes, particularmente a la modalidad adquirida por la pugna fracciona¡ dentro del oficialismo movimienista.

Desde antes de 1952 hemos desahuciado al Movimiento Nacionalista Revolucionario en su conjunto como dirección política capaz de llevar el proceso revolucionario hasta su punto culminante y es esta certeza en el pronóstico la que da fortaleza a nuestro programa.

Jamás se excluyó de ese análisis severo al lechinismo, calificado por nosotros como una simple expresión "obrerista" (el término casi siempre ha sido empleado en un sentido despectivo) de un programa completamente extraño a los trabajadores y a los mismos intereses nacionales.

Nuestra autopsia de la burocracia puso en claro los métodos que utilizó para prostituir a toda una generación de dirigentes sindicales.

Tales son las razones político-ideológicas que explican nuestra actitud severa frente a la izquierda del Movimiento Nacionalista Revolucionario.

El folleto polémico titulado "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" está dentro de esa orientación política. Nos correspondió, algún tiempo antes, en abril de 1952, en una conferencia pronunciada en la Mutualidad de París pronosticar que el proletariado boliviano combativo y politizado dentro del proceso revolucionario abierto y si quería triunfar y tomar el poder, no tenía más camino que superar políticamente al pequeño burgués Movimiento Nacionalista Revolucionario, de política burguesa, y al propio lechinismo.

Casi textualmente sostuvimos: la historia coloca a los obreros ante la necesidad inexcusable de pasar por encima de los cadáveres del movimientismo y del propio Lechin, en ese entonces indiscutido líder obrero. Los teóricos de la izquierda movimientista no han refutado hasta ahora nuestra tesis.

La crítica al lechinismo, a la izquierda del MNR, es parte inseparable de nuestra lucha consecuente contra los desgobiernos movimientistas, actitud que se distingue por su indiscutible consecuencia y sistematicidad dentro del tablero político, tan movible y contradictorio.

La especie de que los últimos escritos poristas han resultado inesperados no traduce más que una ignorancia supina acerca del marxismo y del acontecer político.

Las cambiantes y a veces virulentas, disputas internas del Movimiento Nacionalista Revolucionario, adquieren un carácter secundario y episódico frente a nuestra crítica integral al desgobierno movimientista, imbricada en la concepción de que la atrasada Bolivia ya está viviendo trágicamente su experiencia capitalista.

No hay que olvidar que todos los sectores del oficialista están discutiendo, a veces apasionadamente, acerca de saber quién es el más fiel servidor del programa francamente pro imperialista y antiobrero. Todos ellos pelean por usufructuar las granjerías que da el poder político.

Los poristas, que somos ajenos a esta pantomima, no tenemos por qué disimular nuestras diferencias con el lechinismo, vale decir con la burocracia sindical, o con todo el Movimiento Nacionalista Revolucionario, esto incluso cuando algunos caudillos oficialistas pelean entre sí.

Nuestras publicaciones ven la luz no teniendo en consideración los intereses de grupo dentro del Movimiento Nacionalista Revolucionario (el lector comprenderá fácilmente que estamos empeñados en liquidar políticamente al conjunto del régimen imperante), sino las condiciones imperantes que pueden permitir su amplia difusión. En la medida de lo posible aprovechamos todo coyuntura legalista, aunque normalmente nuestras actividades siguen los canales clandestinos.

En resumen: el folleto "La burocracia sindical y la masacre de Siglo XX" es parte del esfuerzo que hace el Partido Obrero Revolucionario para analizar el fenómeno del lechinismo cuáles son su raíces y sus perspectivas. No es más que la continuación de nuestra larga lucha antiburocrática.

Su publicación y difusión no tiene en consideración los intereses mezquinos que se ponen en juego dentro de la lucha fraccionakl oficialista y se han tomado en cuenta las posibilidad de su distribución amplia y libre.

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CARTA A LOS TRABAJADORES MINEROS DE SIGLO XX

La Paz, agosto de 1963

Compañeros trabajadores:

Les escribo desde mi refugio (la barbarie pazestenssorista me ha obligado a sumergirme en la clandestinidad) para hacer llegar hasta ustedes algunas reflexiones que creo pueden ayudarles a orientarse en este momento lleno de dificultades por el que atraviesan.

El sindicato instrumento de lucha en

las manos obreras

Tenemos una rica experiencia sindical y no es aconsejable echarla por la borda, pues se volverían a cometer no pocos errores que nos han costado muy caro.

Si el sindicato no es un instrumento de lucha en manos de los trabajadores no sirve a los intereses de la clase obrera. El primer deber de las organizaciones laborales es la de luchar incansable e incondicionalmente en defensa de los intereses de sus afiliados. Este objetivo sólo puede cumplirse si el sindicato se levanta sobre la más amplia democracia, vale decir, si permite que las bases sean las que controlen e inspiren directamente la conducta de los dirigentes.

Los altos dirigentes tienen que estar al servicio de la masa y no esta última al de aquellos, como desgraciadamente ocurre casi siempre.

El deber del momento consiste en lograr que nuestras organizaciones laborales superen la ruptura (esto quiere decir algo más que una simple diferenciación) entre las altas cumbres dirigentes y el grueso de las bases. Si se persiste en ahondar este lamentable estado de cosas quiere decir que se tiene la voluntad de convertir a los sindicatos obreros en organismos extremadamente débiles y totalmente burocratizados, que dejarán de defender a los trabajadores y se transformarán en refugio de la burocracia.

La democracia sindical

Una democracia interna irrestricta debe ser la norma básica de la vida sindical.

Los obreros tienen el derecho intocable de abrazar la ideología política que crean conveniente o de permanecer al margen de ella. Nadie debe ni puede ser perseguido por sus ideas políticas o creencias religiosas y menos de caer en el extremo de perder su fuente de trabajo como castigo por sus convicciones más íntimas.

El sindicato es un frente único de clase elemental y por eso debe garantizarse la más amplia discusión y cooperación entre todos los explotados. Lo que los obreros de base no deben permitir, bajo ningún pretexto, es que las organizaciones laborales se conviertan en instrumentos al servicio del sectarismo partidista; no deben tolerar que el aparato sindical sirva exclusivamente a determinado partido político (no importa del color que sea éste). Si esto ocurre quiere decir que la lucha sindical se ha prostituido.

Honestidad y capacidad en la lucha

Cuando en el plano de las direcciones se forman camarillas excluyentes que, debido a intereses bastardos, se oponen al surgimiento de nuevos dirigentes, significa que la alta jerarquía caduca y la burocracia se confunde con la incapacidad.

Los burócratas dejan de ser la expresión de la gran capacidad creadora de las masas y que se mueven como simples individuos que concluyen como simples muñecos en manos de los explotadores.

Debe lucharse contra esta tendencia hacia la degeneración de movimiento sindical. La dirección de las organizaciones obreras debe ser la expresión de la capacidad colectiva e individual. No hay que tener miedo de llevar hasta los más altos cargos a elementos nuevos, si éstos han demostrado suficiente capacidad en la actividad diaria.

Sin embargo, la capacidad no es suficiente. Hay un otro factor, mucho más importante. Me refiero a la honestidad que debe distinguir a los dirigentes sindicales. Los que estamos en la trinchera obrera estamos luchando por los intereses del pueblo y relegando a segundo plano toda ambición personal. La dirección sindical no debe servir, en ningún caso, para el enriquecimiento de ciertos malos individuos.

El manejo de los dineros sindicales debe ser limpio y transparente como el agua más pura.

Es esto lo que ustedes, compañeros trabajadores de Siglo XX, tienen que cuidar como la niña de sus ojos.

No deben permitir que ningún elemento de dudosa trayectoria llegue hasta la dirección sindical.

Por una dirección digna del baluarte de la revolución

Compañeros trabajadores: la historia los ha emplazado a cumplir una gran tarea, tienen la misión de darse una dirección digna del gran Sindicato de Siglo XX, que es el baluarte inexpugnable de la revolución boliviana.

No olviden que ustedes son los herederos de miles de héroes que han caído en plena batalla, de innumerables compañeros que purgan en las cárceles pazestenssoristas por su adhesión incondicional a la clase obrera.

A tiempo de emitir su voto para elegir la directiva del sindicato, tienen que cuidar que sea el voto bien meditado y honesto.

No tienen que olvidar ni por un instante que está en vuestras manos el destino de la tradición de la gloriosa Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, que durante el sexenio rosquero timoneó la lucha revolucionaria del pueblo boliviano y que ahora está llamada a acaudillar la lucha de la nación oprimida por el imperialismo por la liberación nacional y social y contra el oscurantismo del agotado Movimiento Nacionalista Revolucionario, vale decir, contra el desgobierno pazestenssorista.

Los sindicatos de hoy no solamente son organismos obreros de resistencia a la superexplotación patronal, sino que, paralelamente a la evolución de la conciencia de clase del proletariado, se han convertido en canales de movilización de las masas hacia la revolución social y la dictadura del proletariado.

(La carta fue enviada a la dirección del Sindicato de Siglo XX, de las secciones y se distribuyó entre los trabajadores).