Rosa Luxemburgo

LA ASAMBLEA NACIONAL

 


Escrito: Noviembre de 1918.

Publicado por primera vez: Rote Fahne, 20 de noviembre 1918

Fuente de esta edicion: Texto tomado del MIA.org, frances

Traduccion: Carlos Guerrero

Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, abril de 2014


 

En el Deutsche Tageszeitung, el Vossische y el Vorwärts hasta el independiente "Freiheit", de Reventlow, Erzberger y Scheidemann hasta Haase, Kautsky, un llamamiento unánime se hace escuchar para reclamar la Asamblea Nacional, y un grito de angustia no menos unánime se eleva, la idea de que podría caer en manos de la clase obrera.

Por lo tanto, se debe escuchar, al "pueblo" entero, y la nación entera debe ser llamada para decidir el destino ulterior de la revolución, por la expresión de una mayoría.

Entre los abogados o agentes camuflados de la clase dominante, esta consigna se comprende y es natural por sí misma. Con los guardianes de las cajas fuertes de los capitalistas, no vamos a discutir ni en la Asamblea Nacional, ni sobre la Asamblea Nacional. Pero los líderes de los Independientes son ellos mismos quienes, sobre esta cuestión crucial, se sitúan en el mismo campo que los guardianes del capital.

Ellos quieren esta manera, como Hilferding lo expone en la "Freiheit" salvar la revolución del uso de la fuerza, la guerra civil con todos sus terrores. ! Ilusión pequeño-burguesa! Ellos se imaginan el curso de la poderosa revolución social ante la cual se encuentra la humanidad, como un encuentro entre las diferentes clases sociales bajo la forma de una discusión hermosa, pacífica "digna", que encuentra su conclusión en una votación -tal vez ni siquiera una vez el famoso "salto de carnero". Y si la clase capitalista reconoce que está en minoría, declarara, con un suspiro, en tanto que partido parlamentario disciplinado: ¡No se hace nada! Vemos que hemos luchado por votos, que así sea! Estamos de acuerdo y les transmitimos nuestros trabajadores todos los campos, nuestras fábricas, nuestras minas, nuestras cajas de seguridad a prueba de fuego y todos nuestras grandes ganancias...

En verdad, la raza de los Lamartine, los Garnier-Pagès, de los Ledru-Rollin, de los ilusionistas y de los merolicos pequeños burgueses de 1848, esta raza no ha muerto y resucita en su versión alemana, fastidiosa, pedante y erudita -desprovista de brillantez, de talento y del encanto de la novedad- en las personas de Kautsky, Hilferding, Haase.

Estos marxistas plenos de profundidad han olvidado, ABC del socialismo. Ellos han olvidado que la burguesía no es un partido parlamentario, sino una clase dominante, que está en posesión de todos los instrumentos de dominación económica y social.

Estos señores junkers (terratenientes) y los capitalistas se tranquilizaran siempre y cuando el gobierno revolucionario se contente con realizar un ligero maquillaje estético del sistema del salariado, ellos serán agradables, siempre y cuando la revolución sea gentil, es decir, siempre y cuando el nervio vital, la arteria de la dominación de clase de la burguesía la propiedad privada capitalista, el trabajo asalariado, la ganancia, permanezcan intactos. Si la ganancia es tomada por el cuello, si la propiedad privada se ofrece al cuchillo del sacrificio, entonces será el fin de la bondad.

El idilio actual, donde el lobo y el cordero, el tigre y las ovejas pastan en apaciblemente, lado a lado, como en el arca de Noé, durará exactamente hasta el momento en que comencemos a ocuparnos seriamente del socialismo.

Tan pronto como la famosa Asamblea Nacional decidiera realmente realizar el socialismo en toda su plenitud, de erradicar por completo la dominación del capital, entonces comenzará inmediatamente el combate. Cuando la burguesía sea tocada en el corazón -y su corazón está en su caja fuerte- luchará a vida o muerte por su dominación, ella acumulara mil obstáculos, tanto abiertamente y como en secreto, contra las medidas socialistas.

Todo esto es inevitable. Todas estas batallas deberán ser libradas hasta el final -ya sea con o sin la Asamblea Nacional. La "guerra civil" que se desea desterrar la ansiedad de la revolución, no se deja desterrar, porque la guerra civil es sólo otro nombre para la lucha de clases, y la idea de un socialismo que pueda lograrse sin la lucha de clases, por la decisión de una mayoría parlamentaria, es una ridícula ilusión pequeño-burguesa.

¿Qué ganamos con este cobarde rodeo con la Asamblea Nacional? Se refuerza la posición de la burguesía, y se debilita el proletariado, se hunde en la confusión por las ilusiones vacías de contenido, se desperdicia tiempo y energía en "conversaciones" entre el lobo y el cordero, en una palabra, se hace el juego de todos estos elementos cuya finalidad es frustrar la revolución proletaria de sus objetivos socialistas, haciendo solo una castración, una revolución democrática burguesa.

Pero la cuestión de la Asamblea Nacional no es una cuestión de oportunidad, una cuestión de mayor "comodidad" es una cuestión de principio, del reconocimiento del carácter socialista de la revolución.

Durante la gran Revolución francesa, el primer paso decisivo se dio en julio de 1789, cuando los tres estados separados se unificaron en una Asamblea Nacional. Esa decisión marcó su huella en todo el curso posterior de los acontecimientos, ella fue el símbolo de la victoria del nuevo orden social burgués sobre la sociedad feudal medieval de las corporaciones.

Del mismo modo, el símbolo de un nuevo orden social, el socialismo, de la cual esta revolución proletaria es parte, el símbolo del carácter de clase de sus tareas específicas es el carácter de clase del órgano político que debe realizar estas tareas: el parlamento de los trabajadores, la representación del proletariado de las ciudades y el campo.

La Asamblea Nacional es una herencia obsoleta de las revoluciones burguesas, una cáscara vacía, un residuo de tiempos de las ilusiones pequeño burguesas sobre el "pueblo unido" sobre la "libertad, igualdad, fraternidad" del Estado burgués.

Aquellos que hoy recurren a la Asamblea Nacional, quieren consciente o inconscientemente, hacer recular la revolución a la etapa histórica de las revoluciones burguesas, y se comporta como un agente encubierto de la burguesía, o un ideólogo inconsciente la pequeña burguesía.

Es al grito de "Democracia o dictadura!" que se libra la batalla por la Asamblea Nacional, los dirigentes socialistas dóciles retoman por su cuenta el lema de la demagogia contrarrevolucionaria, sin darse cuenta de que esta alternativa no es más que una falsificación demagógica.

No se trata ahora de elegir entre democracia y dictadura. La cuestión planteada por la historia en el orden del día es: democracia BURGUESA o democracia SOCIALISTA. Pues la dictadura del proletariado, es la democracia en sentido socialista del término. La dictadura del proletariado, no significa las bombas, los golpes, disturbios, la anarquía, como los agentes de las ganancias capitalistas se atreven a decir, sino el uso de todos los medios del poder político para la construcción del socialismo, para la expropiación de la clase capitalista de acuerdo con el sentido y la voluntad de la mayoría revolucionaria del proletariado, el cual es, el espíritu de la democracia socialista. Sin la voluntad consciente y la acción consciente de la mayoría del proletariado, no hay socialismo. Para agudizar esta conciencia a templar su voluntad, organizar esta acción, es necesario un órgano de clase: el parlamento de los proletarios de las ciudades y el campo.

Convocar una asamblea de representantes de los trabajadores, en lugar de la Asamblea Nacional de las revoluciones burguesas, constituye en sí mismo un acto de lucha de clases, una ruptura con el pasado histórico de la sociedad burguesa, un instrumento poderoso de la agitación de las masas proletarias, una declaración de guerra sin ambages al capitalismo.

No hay pretextos, no hay equívocos -los dados deben ser lanzados. El cretinismo parlamentario era una debilidad de ayer, hoy es un equívoco, mañana será una traición al socialismo.●

Die Rote Fahne, 20 de noviembre 1918