Rosa Luxemburgo

Nuestro programa y la situación política

Discurso en el Congreso de fundación del Partido Comunista Alemán (Liga Espartaco)-KPD(s)

 


Escrito: 31 de diciembre de 1918. Aunque sin especificar lugar, ni donde fue impreso.

Nota del traductor: Cuando realice esta traducción quizás en 2007, no conocía la traducción de Mary- Alice Waters

Fuente de esta edicion: Rosa Luxemburg, EÓuvres II, (Ecrit polítiques 1917-1918), Maspero 1971, págs. 101 y siguientes

Traduccion: Carlos Guerrero, con cuyo permiso aparece aqui.

Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, abril de 2014.


 

¡Camaradas! La razón por la cual emprendemos hoy la tarea de discutir y adoptar nuestro programa, no se limita al hecho puramente formal de habernos constituido ayer en un nuevo partido autónomo y que un nuevo partido debe adoptar oficialmente un programa; el debate de hoy sobre el programa es motivado por grandes acontecimientos históricos y, en particular, por el hecho de que hemos alcanzado un punto donde el programa socialdemócrata y más generalmente el programa socialista del proletariado debe crearse sobre nuevas bases. Camaradas, reanudamos así la trama que habían tejido Marx y Engels en el Manifiesto Comunista hace justo setenta años. Como todos sabemos, el Manifiesto Comunista considera el socialismo, la realización de los objetivos socialistas como la tarea inmediata de la revolución proletaria. Esta fue la concepción que Marx y Engels que defendieron en la revolución de 1848 y que consideraban también como el fundamento de la acción proletaria en sentido internacional. Ambos creían entonces -y otros elementos del movimiento proletario lo creían también- que estaba planteada como tarea inmediata la realización del socialismo; que bastaba realizar una revolución política, apoderarse del poder del Estado para que inmediatamente el socialismo tomara cuerpo.

Como ya sabemos, Marx y Engels, más tarde, revisaron completamente esta opinión. He aquí lo dicen de su propia obra en el prólogo que redactaron aún juntos para la edición de 1872 del Manifiesto Comunista (reproducida en la edición de 1894):

"Este pasaje [el final del capítulo II, es decir las medidas prácticas que se deben adoptarse para realizar el socialismo], en muchos aspectos, tendría que ser redactado muy diferente hoy día. Dados los progresos colosales de la gran industria en los veinticinco últimos años y los progresos paralelos que realizó, en su organización en partido la clase obrera, dadas las experiencias, en primer lugar de la revolución de Febrero, después sobre todo de la Comuna de París, que, durante dos meses puso por primera vez en las manos del proletariado el poder político, este Programa hoy día ha envejecido sobre algunos puntos. La Comuna, en particular, demostró que no basta que la clase obrera se apodere simplemente de la máquina del Estado para hacerlo servir a sus propios fines".

¿Y qué dice, este pasaje declarado anticuado? He aquí lo que leemos en el Manifiesto Comunista:

"El proletariado se servirá de su dominación política para arrancar poco a poco todo el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado en clase dominante, y para aumentar cuanto antes la cantidad de las fuerzas productivas. Esto naturalmente no podrá hacerse al principio sino por una violación despótica del derecho de propiedad y del régimen burgués de producción, es decir, por medidas que, parecen insuficientes e insostenibles económicamente, pero que durante el movimiento se sobrepasaran y serán indispensables como medio de trastornar todo el modo de producción.

Estas medidas, por supuesto, serán muy diferentes en los distintos países.

Sin embargo, para los países más avanzados, las medidas siguientes podrán ser puestas en práctica en casi todas partes:

1. Expropiación de la propiedad de la tierra y asignación de la renta de bienes raíces a los gastos del Estado.

2. Impuesto progresivo.

3. Abolición de la herencia.

4. Confiscación de los bienes de todos los emigrados y sediciosos.

5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional, cuyo capital pertenecerá al Estado, y que gozará de monopolio exclusivo.

6. Centralización, en manos del Estado de todos los medios de transporte.

7. Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado e instrumentos de producción; roturación de los terrenos incultos y mejora de las tierras cultivadas, según un plan de conjunto.

8. Trabajo obligatorio para todos; organización de ejércitos industriales especialmente para la agricultura.

9. Combinación del trabajo agrícola y el trabajo industrial; medidas que tienden a hacer poco a poco desaparecer la distinción entre la ciudad y el campo.

10. Educación pública y gratuita de todos los niños, abolición del trabajo infantil en las fábricas tal como se practica hoy día. Combinación de la educación con la producción material, etc."

Como podemos ver, con pocas variantes son, más o menos, las mismas tareas que las que se nos plantean hoy día: la puesta en práctica, la realización del socialismo. Setenta años de desarrollo capitalista separan del tiempo actual del tiempo en que se formulo este programa; la dialéctica del proceso histórico quiso que reanudáramos ahora las concepciones que Marx y Engels habían abandonado más tarde en 1872, considerando que eran erróneas. Tuvieron entonces buenas razones para considerar que eran erróneas y rechazarlas. El desarrollo del capitalismo que se produjo mientras tanto, ha convertido que lo que era entonces un error se convirtiera hoy en realidad, de modo que hoy, la tarea inmediata consiste en realizar lo que Marx y Engels pensaban hacer en 1848. Sin embargo, entre esta fase de desarrollo, el principio, y nuestra concepción y nuestras tareas actuales, se entreteje el desarrollo, no sólo del capitalismo sino también del movimiento obrero y sobre todo del movimiento obrero en Alemania, país guía del proletariado moderno.

Este desarrollo tomó una forma singular. Después de las desilusiones de la revolución de 1848, Marx y Engels abandonaron la opinión según la cual el proletariado estaba inmediata y directamente en condiciones de realizar el socialismo; en cada país entonces se crearon los partidos socialistas, social-demócratas que adoptarían una opinión y objetivos totalmente diferentes. Estos partidos se fijarían como tarea inmediata la lucha cotidiana en el ámbito político y económico a fin de educar en primer lugar poco a poco los ejércitos del proletariado que deberían realizar el socialismo cuando el desarrollo capitalista llegará a su madurez. Esta revocación, esta base completamente diferente sobre la cual se estableció el programa socialista, fue, en Alemania, en particular, donde asumiría una forma muy típica y peculiar. Antes del colapso del 4 de agosto, la socialdemocracia en Alemania se refería en efecto al programa de Erfurt, el cual colocaba en primer plano las "tareas mínimas urgentes" y reducía el socialismo a una estrella brillante en la lejanía - él devenía en el objetivo final. Sin embargo, lo que importa más que la letra del programa, es la manera en que se concibe en la práctica viva; y la comprensión del programa venía determinada por un documento importante para la historia de nuestro movimiento obrero: el prólogo a la Lucha de las clases en Francia de Marx que Federico Engels escribió en la edición de 1895. Camaradas, no es simplemente por interés para la historia que yo vuelva a examinar estos problemas; se trata más bien de lo contrario, de un problema totalmente actual y del deber histórico que nos incumbe en el momento en que replanteamos nuestro programa colocándolo sobre las bases sentadas antes, en 1848 por Marx y Engels. Habida cuenta de las modificaciones consecutivas en el desarrollo histórico, tenemos el deber de emprender una revisión neta y consciente oponiéndose a la concepción que prevalecía en la socialdemocracia alemana que la llevaron hasta el hundimiento el 4 de agosto. Esta revisión es la tarea que debemos emprender oficialmente.

Camaradas, ¿Cuál ha sido a este respecto la posición de Engels en el famoso prólogo a Las lucha de las clases en la Francia de Marx escrita en 1895, después de la muerte de Marx? Remontándose hasta el año 1848, demostró en primer lugar que la concepción según la cual la revolución socialista era inminente, había envejecido. Luego prosigue así su descripción:

"La historia nos dio un mentís a todos los que pensaban como nosotros. Probó que en aquel entonces que el grado de desarrollo económico sobre el continente no estaba lo suficientemente avanzado, y con mucho, para permitir la liquidación de la producción capitalista; ella probó a través de la revolución económica que, desde 1848, se extiende a todo el continente, a implantado la gran industria en Francia, Austria, Hungría, en Polonia y recientemente en Rusia, e incluso Alemania un país industrial vanguardista; todo esto se produce sobre la base capitalista que era pues aún perfectamente susceptible de extensión en 1848."

Luego él expone todos los cambios que se produjeron desde entonces y aborda la cuestión de las tareas del partido socialdemócrata en Alemania:

"La guerra de 1870-71 y la derrota del Comuna, como Marx lo predijo habían por el momento, desplazado el centro de gravedad del movimiento obrero europeo de Francia a Alemania. Francia por supuesto necesitaba años para reponerse de la sangría del mes de mayo de 1871. En Alemania, en cambio, donde la avalancha de los miles millones pagados por los franceses fomentaba aún el desarrollo creciente de una industria literalmente sujeta al régimen de invernadero, la socialdemocracia se desarrolló de una manera más bien rápida y más constante aún. Gracias a la inteligencia de los obreros alemanes en la utilización del sufragio universal introducido en 1866, la asombrosa progresión del partido se manifiesta a los ojos del mundo entero por cifras incuestionables."

Sigue la famosa enumeración, describiendo nuestro crecimiento de votos al Reichstag hasta obtención de millones de votos, y Engels concluye:

"Pero esta utilización eficaz del sufragio universal ha puesto en vigor un método de lucha del proletariado totalmente nuevo que siguió desarrollándose rápidamente. Se descubrió que las instituciones estatales, en el marco de las cuales se organiza la hegemonía de la burguesía, ofrecían a la clase obrera otras formas y posibilidades aún, con las cuales se podía combatir a esas mismas instituciones estatales. Se participó en las elecciones en determinados Landtag [Provincias], en los consejos municipales, los consejos de tribunales laborales, se le disputó a la burguesía cada una de sus posiciones, y en la distribución de las funciones, donde una buena parte del proletariado tenía algo que decir. Y así, el Gobierno y la burguesía llegaron a temer mucho más la acción legal del partido obreros que su acción ilegal, más sus éxitos electorales que los éxitos insurrecciónales."

Y Engels conecta aquí una crítica detallada a la ilusión según la cual, en las condiciones modernas del capitalismo, el proletariado podría obtener cualquier cosa en las luchas callejeras de la revolución. No obstante en la medida en que nos encontramos en plena revolución, una revolución caracterizada por la lucha de calle con todo lo que esto implica, creo que es hora de cuestionar una concepción que, hasta los últimos minutos, tuvo oficialmente en curso la socialdemocracia alemana y que es parcialmente responsable de nuestra experiencia del 4 de agosto de 1914. [Gritos de los delegados del congreso ¡Muy bien, muy bien!]

No quiero decir que por estas declaraciones, Engels comparte personalmente la culpa de la evolución que se produce en Alemania; digo solamente: he ahí un documento clásico que resume y apuntalaba la concepción prevaleciente en la socialdemocracia alemana, o más bien, que la matada. Con todos los conocimientos de especialista de los que disponía en el ámbito de la ciencia militar, Engels demuestra en este prologó, que en el estado actual de desarrollo del militarismo, de la industria y grandes ciudades, es perfectamente inútil creer que los obreros podría hacer revoluciones mediante combates callejeros y salir victoriosos. De esta refutación surgirán dos consecuencias:

En primer lugar, la lucha parlamentaria se consideró como la antítesis de la acción revolucionaria directa del proletariado y prácticamente como el único medio de la lucha de la clase. Esta crítica tuvo por resultado el parlamentarismo puro y simple. En segundo lugar, se consideró, curiosamente que en la más potente organización del Estado clasista, el militarismo, la masa de los proletarios en uniforme debía, como tal, a priori, inmunizarse e sería inaccesible a toda influencia socialista. Y se dice en el prólogo de Engels que sería absurdo pensar que en el estado actual de desarrollo de los gigantescos ejércitos, el proletariado pudiera enfrentar a los soldados equipados de metralletas y más recientes medios técnicos de combate; y postula que, seguramente, todo soldado debe seguir siendo, a priori y para siempre partidario de las clases dominantes; a la luz de la experiencia actual y viniendo de un hombre que estaba a la cabeza de nuestro movimiento, este error sería incomprensible si se ignoraban las circunstancias efectivas que presidieron a la elaboración del documento histórico citado. En descarga de nuestros dos grandes maestros y, en particular, de Engels, muerto 12 años más tarde que Marx, que defendía también el honor y las opiniones de Marx, debo afirmar que Engels escribió obviamente este prólogo bajo la presión directa de la fracción parlamentaria de entonces. Era el tiempo en que, en Alemania -después de la expiración de las leyes de excepción contra los socialistas- una fuerte corriente extremista de izquierda se manifestaba en el movimiento obrero alemán pretendía preservar a los camaradas de la absorción en una lucha puramente parlamentaria. Para, detener a estos elementos extremistas en teoría y someterlos en la práctica, para que gracias a la autoridad de nuestros grandes maestros, la gran masa dejara de prestarles atención, Bebel y compañía (ejemplo - tipo de lo que ya era entonces nuestra situación: la fracción parlamentaria al Reichstag tenía el poder de decisión ideológico y táctico sobre los destinos y las tareas de nuestro partido), Bebel y compañía obligaron a Engels, que vivía entonces en extranjero y debía pues confiar de buena fe en sus aserciones, a redactar este prólogo pues era necesario a su modo de ver, salvar a toda costa el movimiento obrero alemán de las desviaciones anarquistas. Por lo tanto, esta concepción determinó efectivamente los hechos y gestos de la socialdemocracia alemana hasta nuestra bonita experiencia del 4 de agosto de 1914. El prologo fue también la proclamación del parlamentarismo y nada más. Engels no vivió bastante más tiempo para ver los resultados, las consecuencias prácticas de la utilización que se hizo de su prólogo, de su teoría. Pero estoy segura de una cosa: cuando se conocen las obras de Marx y de Engels, cuando se conoce el espíritu revolucionario vivo, auténtico, inalterado que se extrae de todos sus escritos, de todas sus enseñanzas, se está convencido que Engels habría sido el primero en protestar contra los excesos que resultaron del parlamentarismo puro y simple; el movimiento obrero en Alemania ha cedido a la corrupción, a la degradación, muchos años antes de la guerra del 4 de agosto. El 4 de agosto no cayó del cielo surgiendo de la nada, no fue más un cambio de dirección inesperado sino la consecuencia lógica de experiencias que hicimos anteriormente, día a día, año con año [gritos en la sala ¡Muy bien, muy bien!]; Engels y el mismo Marx - si hubieran vivido- habrían sido los primeros en levantarse enérgicamente contra todo eso, por retener, por frenar brutalmente el vehículo para impedir que se atascase en el lodo. Pero Engels murió el mismo año en el que había escrito su prólogo. Nosotros lo hemos perdido en 1895; desde entonces, la dirección teórica pasó de las manos de Engels a las de Kautsky y asistimos al siguiente fenómeno: toda protesta contra el parlamentarismo puro y simple, protesta venida de la izquierda en cada uno de los congresos del partido, respaldada por un grupo mayor o menor de camaradas en lucha tajante contra el estancamiento cuyas consecuencias desastrosas debían apreciar a todos, fueron tacharon todas estas protestas de anarquismo, de socialismo anarquizante o al menos de antimarxismo. El marxismo oficial debía servir de cobertura a todas las vacilaciones, a todas las desviaciones con relación a la lucha de clase revolucionaria real, a todas las medidas a medias que condenaban la socialdemocracia alemana, al movimiento obrero en general, incluido el movimiento sindical, a vegetar en el marco y sobre el terreno de la sociedad capitalista, sin hacer ya la menor aspiración o intento serio para sacudirse las instituciones y dislocar a la sociedad capitalista.

Pero ahora, camaradas, alcanzamos el punto donde podemos decir: no hemos reencontrado de nuevo con Marx, volvimos de nuevo bajo su bandera. Hoy día, declaramos en nuestro programa: el proletariado no tiene otra tarea inmediata -en pocas palabras- que hacer del socialismo una verdad y un hecho y destruir el capitalismo por completo; retornamos así sobre el terreno que ocupaban Marx y Engels en 1848 y que ellos básicamente nunca han dejado. Queda claro ahora lo que es el verdadero marxismo y que era este marxismo substituto [Aplausos]. Hablo de ese marxismo que mucho tiempo se atribuyó el título de marxismo oficial en la socialdemocracia alemana. Sabemos dónde está este marxismo hoy día: controlado y domesticado por los Ebert, David y consortes. Está allí donde vemos a los representantes oficiales de la doctrina que, durante decenas de años, se ha hecho pasar para el marxismo puro, verdadero. Pero este no debe estar allí pues el marxismo, no podía hacerse en compañía de Scheidemann, de la política contrarrevolucionaria. El verdadero marxismo combate también los que pretenden falsificarlo; minando como un topo los fundamentos de la sociedad capitalista y gracias él, la mejor parte del proletariado alemán va hoy día bajo nuestro estandarte, bajo el estandarte de la tormenta revolucionaria; incluso del otro lado, allí donde la contrarrevolución parece aún todavía potente, tenemos nuestros partidarios, hermanos de lucha y futuros camaradas de armas.

Así pues, camaradas, conducidos por la marcha de la dialéctica histórica y enriquecidos por la experiencia del desarrollo capitalista de los setenta últimos años, nos encontramos, como yo lo he dicho ya, en el punto dónde estaban Marx y Engels en 1848, en el momento en que esgrimieron por primera vez el estandarte del socialismo internacional. Entonces, cuando se emprendió a revisar los errores y las ilusiones de 1848, se creía que el proletariado tenía aún un camino infinito que recorrer antes de que el socialismo se convierta en realidad. Por supuesto, nunca los teóricos serios se fijaron una fecha imperativa del hundimiento del capitalismo; pero se suponía vagamente que el camino sería aún muy largo; es lo que resulta a cada línea de este mismo prólogo que Engels escribió en 1895. Pero ahora podemos hacer el balance. ¿El plazo de tiempo no fue muy corto en comparación con desarrollo de las luchas de clases de antes? Setenta años de desarrollo del gran capitalismo han bastado para poder pensar seriamente en hacer desaparecer el capitalismo de la superficie terrestre de una vez por todas. Y más aún: no solamente estamos hoy día en condiciones de solucionar esta tarea, no solamente es nuestro deber para con el proletariado, sino nuestra solución es hoy día la única salida posible para que sobreviva la sociedad humana y escape de la destrucción. [Fuertes aplausos.]

¿Esta guerra, camaradas, ha dejado subsistir otro cosa en la sociedad burguesa más que un enorme montón de ruinas? Formalmente, el conjunto de los medios de producción e incluso numerosos instrumentos del poder, casi todos los instrumentos decisivos del poder, se encuentran aún entre las manos clases dominantes: nosotros no tenemos ilusiones al respecto. Pero, aparte de tentativas convulsivas para restablecer la explotación a través un baño de sangre, no pueden obtener es más que el caos. Se ha llegado hasta el punto en que el dilema al cual hoy día está enfrentada la humanidad se enuncia así: desaparición en el caos o su salvación por el socialismo. Los resultados de la Guerra Mundial ponen a las clases burguesas en la imposibilidad de encontrar una salida sobre el terreno de su soberanía de clase y conservación del poder en el capitalismo. Y es así como podemos comprobar en los hechos lo que Marx y Engels formularon por primera vez en un gran documento, en el Manifiesto Comunista, como la base científica del socialismo: el socialismo se volverá una necesidad histórica. Esta verdad, la vivimos hoy día en el sentido más estricto de los términos. El socialismo se convirtió en una necesidad, no sólo porque el proletariado no quiere vivir más en las condiciones materiales que le reservan las clases capitalistas, sino también porque si el proletariado no cumple su deber de clase realizando el socialismo, se amenazan a todos con desaparecer hundiéndonos todos juntos [Aplausos prolongados].

Aquí tenemos, camaradas, las bases sobre la cual se construye el programa que adoptamos hoy día oficialmente y que pudo verse en proyecto en el folleto: ¿Qué quiere la Liga Espartaco? Estas bases se encuentran en oposición consciente con las posiciones definidas en el programa de Erfurt, en oposición consciente contra la separación de las "pretensiones mínimas" inmediatas de la lucha política y económica de una parte, y de un programa máximo, el objetivo final del socialismo, por la otra. En oposición consciente con esta manera de ver del programa de Erfurt, liquidamos los resultados de los últimos setenta años de desarrollo y, en particular, los resultados inmediatos de la Guerra Mundial, declarando: ahora, no hay para nosotros ni programa máximo ni programa mínimo; el socialismo es una sola y misma cosa; es el mínimo que debemos realizar hoy día [¡Bien, bien!].

No me extenderé aquí sobre los detalles de las medidas que propusimos en nuestro proyecto de programa, ya que ustedes tienen la posibilidad de pronunciarse sobre cada una de ellas, los detalles llevarían demasiado tiempo. Considero que es mi deber es no formular aquí más que las grandes líneas generales que distinguen nuestra posición adoptada de el programa de la de la "socialdemocracia oficial" en vigor hasta ahora. En cambio, aprecio que es más importante y más urgente discutir y acordar sobre la manera en que debemos interpretar las circunstancias concretas, cuyas tareas debemos concebir en tácticas, las soluciones prácticas que resultan de la situación política, del curso que tomó la revolución hasta ahora y las líneas previsibles de su desarrollo futuro. Examinaremos pues la situación política desde la perspectiva que yo he intentado caracterizar y según la cual la realización del socialismo es la tarea inmediata cuya luz debe guiar todas las medidas sobre las que nos pronunciaremos.

Camaradas, creo poder decirlo orgullosamente, nuestro Congreso es el congreso constitutivo del único partido socialista revolucionario alemán; este congreso coincide por casualidad, o más bien, para hablar en toda exactitud, no, no por casualidad, con un cambio de dirección en el desarrollo de la revolución alemana misma. Podemos afirmar que con los acontecimientos de los días últimos baja el telón que marca desenlace de la fase inicial de la revolución alemana, que entramos ahora en una segunda fase, más avanzada de su desarrollo; y es nuestro deber al mismo tiempo que la fuente de un mejor conocimiento y más profundo para el futuro, hacer nuestra autocrítica, emprender un examen crítico profundo de lo que realizamos, creamos o descuidamos; esto nos permitirá adquirir medidas para la consecuencia de nuestra acción. Echemos una mirada escrutadora sobre la primera fase de la revolución que acaba de acontecer.

Su inicio fue el 9 de noviembre. El 9 de noviembre fue una revolución plena de insuficiencias y de debilidades. Esto no debe sorprendernos. Esta revolución ocurrió después de cuatro años de guerra, después de cuatro años a los cuales, gracias a la educación que le hicieron sufrir la socialdemocracia y los sindicatos libres, el proletariado alemán reveló una dosis de infamia y de renegación de sus tareas socialistas que no tiene su igual en ningún otro país. Como marxistas, que nos guiamos en sobre el terreno del desarrollo histórico no podemos esperar ver surgir repentinamente, el 9 de noviembre de 1918, una revolución grandiosa, animada por la conciencia de clase y los objetivos que debe alcanzar, en una Alemania que ofreció la imagen horrible del 4 de agosto y de los cuatro años que siguieron; lo que hicimos vivir el 9 de noviembre, era apenas un poco más que el hundimiento del imperialismo existente, más bien que la victoria de un nuevo principio. [¡Muy bien!]

Simplemente la hora había llegado para un imperialismo, coloso con pie de arcilla, descompuesto desde su interior, que debía ser aplastado; lo que siguió fue un movimiento más o menos caótico, sin plan de batalla, muy poco consciente; el único vínculo coherente, el único principio constante y liberador se resumían en la consigna: creación de consejos de obreros y de soldados. Era la palabra clave de esta revolución que le confirió sin demora el tinte especial de revolución socialista proletaria -a pesar de las insuficiencias y las debilidades de los primeros momentos; y cuando quienes participaron y ahora vienen a servirnos calumnias contra los bolcheviques rusos, no deberemos nunca olvidar responderles: ¿De dónde han tomado ustedes el abecé de su revolución actual? ¿Acaso no fueron los rusos quienes les enseñaron el modelo de los consejos de obreros y de soldados [Aplausos]

Y a la cabeza del Gobierno alemán falsamente proclamado socialista, están hombres que en nada consideran que esa sea parte de su función, y que coco a codo con los imperialistas ingleses se unen pretendiendo a los bolcheviques rusos atacar; aquello también fueron delegados de estos consejos obreros con lo cual también se apoyan formalmente en los consejos de obreros y de soldados y bien se ven así obligados a reconocer que fue la revolución rusa que emitió las primeras consignas de la revolución mundial. Podemos afirmar con certeza lo que resulta espontáneamente de toda la situación actual: cualquiera que sea el país después de la Alemania donde estallará la revolución proletaria, su primer gesto será la creación de consejos de obreros y de soldados. [Murmullos de aprobación].

Es precisamente en eso lo que consiste el vínculo de unidad internacional de nuestro movimiento, esta es la consigna clave que distingue básica y tajantemente nuestra revolución de todas las revoluciones burguesas que la precedieron; un hecho caracteriza bien las contradicciones dialécticas en las cuales se mueve esta revolución. El 9 de noviembre, cuando dio su primer grito, su grito de nacimiento hasta cierto punto, ella encontró la consigna que nos conducirá hasta al socialismo: consejos de obreros y de soldados; un grito de guerra que congregó a todo el mundo; situada el 9 de noviembre bien por debajo, la revolución a pesar de todo encontró instintivamente esta fórmula; sin embargo, debido a las insuficiencias, a las debilidades, por falta de iniciativa personal y de claridad sobre lo que debía realizarse, se llegó a dejar escapar de las manos, dos días apenas después de la revolución, la mitad de los instrumentos de poder que había conquistado el 9 de noviembre. De esto constatamos de una parte que la revolución actual se somete a la poderosa ley de la necesidad histórica; que nos garantiza que alcanzaremos nuestro objetivo paso a paso, a pesar de todas las dificultades, las complicaciones y las faltas personales; por otra parte, si se confronta este grito de guerra a las insuficiencias de la realización práctica que le tomó en un inicio, es necesario decir que esta no eran más que los primeros balbuceos de la revolución; que deberá proporcionar un esfuerzo formidable y recorrer un largo camino antes estar suficiente madura para realizar íntegramente sus primeras consignas.

Camaradas, esta primera fase que va del 9 de noviembre hasta a estos últimos días se caracteriza por ilusiones de todos los lados. La primera ilusión del proletariado y los soldados que hicieron la revolución, fue la de la unidad bajo la bandera de lo que se hace llamar "socialismo". ¿Qué más característicos de debilidad interna de la revolución del 9 de noviembre, que sus primeros resultados? Elementos que, horas antes de la explosión de la revolución, consideraban tener por función perseguirla y de volverla imposible [¡muy bien!], tomaron la cabeza del movimiento sujetos de la calaña de, ¡los Ebert-Scheidemann y Haase! En la alegría general de la unidad, la idea directriz fue la unión de las distintas corrientes socialistas, he aquí la divisa de la revolución del 9 de noviembre -una ilusión que debía tomar una sangrienta venganza; que no hemos dejado de vivirla y de pensarla esto últimos días; incluso el mismo error de valoración por parte del Ebert-Scheidemann, e incluso de los burgueses de todas partes.

La ilusión de la burguesía a la salida de esta fase esperaba, en realidad, poder mantener las masas populares bajo este engaño y reprimir la revolución socialista gracias a la combinación Ebert-Haase, gracias al "Gobierno socialista"; se sumaba la ilusión del Gobierno Ebert-Scheidemann que esperaba poder reprimir la lucha de clase socialista de las masas trabajadoras con la ayuda de las masas de soldados del frente. He aquí las distintas ilusiones que explican también los acontecimientos de los últimos tiempos. Todas las ilusiones desaparecieron en la nada. Se tiene bien dado que la alianza de Haase con Ebert-Scheidemann bajo el emblema del socialismo, no era en realidad más que una hoja de parra con la que se oculta la desnudez de una política contrarrevolucionaria; y como en todas las revoluciones, nos ha sido dado curarnos de esta ilusión. Existe un método revolucionario particular para curar al pueblo de sus ilusiones; pero el remedio se compra, en ésta como en todas las revoluciones anteriores desgraciadamente, al precio de sangre. La sangre de las víctimas de la calle Chaussee el 6 de diciembre, la sangre de los marineros asesinados el 24 de diciembre mostraron la verdad a la gran masa de trabajadores: lo que hemos visto nacer bajo la apariencia de un supuesto Gobierno socialista no fue más que un Gobierno de la contrarrevolución burguesa; y los que siguen tolerando este estado de cosas trabajan contra el proletariado y contra el socialismo. [Aplausos].

Pero, camaradas, la ilusión de los Señores Ebert-Scheidemann que esperaban estar en condiciones de controlar al proletariado duraderamente con la ayuda de los soldados del frente se disipó, también. ¿En efecto, cuáles fueron los resultados del 6 y del 24 de diciembre? Últimamente todos pudimos constatar que las masas de soldados se desilusionaban profundamente, que comenzaban a pronunciarse críticamente al respeto de estos señores que pretendían utilizarlos como carne de cañón contra el proletariado socialista. Puesto que la ley del desarrollo objetivo y necesario de la revolución socialista obra para que las distintas tropas del movimiento obrero aprendan poco a poco, a través de la amarga experiencia, a saber cuál es la el verdadero camino de la revolución. Se hizo venir a Berlín masas frescas de soldados que debían servir de carne de cañón para reprimir todo movimiento del proletariado socialista y asistimos al siguiente fenómeno: varios cuarteles demandan hoy día folletos y volantes de la Liga Espartaco.

Camaradas, este es el final de la primera fase. Si los Ebert-Scheidemann pensaban dominar al proletariado con la ayuda de los soldados retrógrados, sus esperanzas en gran parte ya han sido quebrantadas y frustradas. Lo que les espera en un próximo futuro, es ver propagarse, en los cuarteles, una concepción revolucionaria cada vez más clara, verán con ello crecer así el ejército del proletariado en lucha y debilitarse el campo de la contrarrevolución. Pero resulta como consecuencia de ello que van a dispar las ilusiones de la burguesía, la clase dominante. Si leemos los diarios de los últimos días, después de los acontecimientos del 24 de diciembre, podremos constatar que se vuelve clara e incuestionablemente a percibir sentimientos de decepción e indignación: los secuaces de la burguesía que ocupan os altos puesto de poder probando que eran muy ineficaces. . [¡Muy bien!]

Se esperaba que Ebert y Scheidemann se mostraran como los hombres fuertes que superan y domaran a la bestia feroz. ¿Y qué hicieron? Hicieron algunos insuficientes golpes represivos unos disturbios sin importancia con el resultado de que la hidra de la revolución levantará la cabeza más decidida que nunca. Por tanto la desilusión es recíproca en todos los lados. El proletariado perdió toda ilusión sobre la unión Ebert-Scheidemann-Haase en un supuesto Gobierno "socialista". Ebert-Scheidemann perdió la ilusión de poder superar a la larga a los proletarios en overol de trabajo con la ayuda del proletariado en uniforme de soldado; y la burguesía perdió la ilusión de poder engañar en sus objetivos la revolución socialista en Alemania, por intermedio de Ebert-Scheidemann-Haase. Pero así precisamente la primera fase de la revolución no dejó detrás de sí más que estos miserables pedazos y harapos de las ilusiones perdidas. Pero de esto es el proletariado quien podría sacar el mayor provecho; ya que no hay nada más nocivo en la revolución que las ilusiones, pues no hay nada más útil que la verdad desnuda.

Puedo aquí referirme a la opinión de un clásico alemán que no era un revolucionario del proletariado sino un revolucionario intelectual de la burguesía: quiero hablar de Lessing quien en uno de sus últimos escritos, entonces bibliotecario en Wolfenbüttel redactó las frases siguientes que me parecen muy interesantes y gozan de mi simpatía:

"No sé si es un deber sacrificar la felicidad y la vida en aras de la verdad… Pero si sé que es un deber, cuando se quiere enseñar la verdad, enseñar toda completa, o bien enseñarla en absoluto, de enseñarla clara y sencillamente, sin misterio, sin retención, sin desconfianza y en toda su fuerza… Porque cuanto más grosero el error, el camino que conduce a la verdad es más corto y directo; mientras que el error altamente sofisticado puede tenernos eternamente distante de la verdad, tanto más cuanto nos sea difícil de reconocerla como error… Aquél que no piensa más que en vender la verdad enmascarada y pintarrajeada podría muy bien ser el alcahuete de la verdad, pero él no ha sido nunca su amante"

Camaradas, estos señores Haase, Dittmann. etc. intentaron vendernos la revolución, la mercancía socialista bajo toda clase de máscaras y disfraces; resultaron ser los alcahuetes de la contrarrevolución. Ahora no se nos entregan estas ambigüedades, y la masa del pueblo alemán puede ver la mercancía en forma brutal y cuadrada de los señores Ebert y Scheidemann. Hoy día, incluso el más necio no puede equivocarse, es la contrarrevolución en todo su esplendor.

¿Cuáles son las perspectivas futuras de desarrollo, ahora que superamos la primera fase? No se trata por supuesto de enunciar profecías sino de sacar las consecuencias lógicas de lo que vivimos hasta ahora y de deducir las vías previsibles de la próxima evolución para conformar nuestra táctica y nuestro método de lucha. Camaradas, ¿Por dónde continua el camino? Tenemos un indicio, de un color puro e inalterado, en las últimas declaraciones del nuevo Gobierno Ebert-Scheidemann. ¿En qué dirección puede ir el curso del "Gobierno socialista", ahora que, como lo he mostrado, todas las ilusiones se han disipado? Cada día que pasa solo hace perder a este Gobierno un poco más del apoyo en las grandes masas del proletariado; no permanece ya detrás él, más que parte la pequeña burguesía, y de pequeños los restos del movimiento obrero, pero no sabemos muy bien cuánto tiempo aún ellos seguirá estando detrás Ebert-Scheidemann. Perderán también cada vez más el apoyo de las masas de soldados, ya que los soldados se han comprometido en la vía de la crítica, y comienzan a tomar conciencia de ellos mismos; ciertamente, este proceso empieza lentamente, pero no puede detenerse antes de la toma de conciencia socialista completa. Perdieron también el crédito ante la burguesía porque no se mostraron bastante fuertes. ¿Por dónde su camino puede continuarse ahora? Guardarán muy rápidamente la comedia de la política socialista; y si leemos el nuevo programa de estos señores, veremos que van a todo vapor hacia la segunda fase, a la de la contrarrevolución abierta y hasta podría decir, hacia la restauración de las condiciones anteriores a la revolución. ¿Cuál es el programa del nuevo Gobierno? Primero la elección de un presidente que ocupará una posición intermedia entre el rey de Inglaterra y el presidente de Estados Unidos [¡Bravo!] vendría a ser un Rey Ebert hasta cierto punto; y en segundo lugar, restablecimiento del Consejo federal. Podemos leer hoy día las pretensiones particulares de los gobiernos del Sur de Alemania, exigencias que destacan el carácter federativo del imperio alemán. El restablecimiento de este buen viejo Consejo federal, y por supuesto, de su apéndice, el Reichstag alemán, no es más que una cuestión de semanas. Camaradas, los Ebert-Scheidemann se comprometen así en la línea de la restauración pura y simple de las condiciones de antes del 9 de noviembre. Pero se comprometieron por allí incluso en una aguda pendiente y se encontrarán con todos los miembros y huesos rotos en el fondo del abismo. Ya que el restablecimiento de las condiciones de antes del 9 de noviembre estaban ya superadas, hoy día la Alemania esta a millas de la posibilidad de restablecerlas. Para conservar el apoyo de única la clase cuyos intereses verdaderos defienden, la burguesía, -apoyo que empezó seriamente en los últimos acontecimientos-, el gobierno se verá obligado en proseguir una política contrarrevolucionaria cada vez más violenta. Las pretensiones de los Estados del sur de Alemania, que publican hoy día los Diarios de Berlín, expresan claramente el deseo de ver, establecer una mayor seguridad reforzada del imperio alemán, sencillamente en otra palabras de obtener la declaración del el estado de sitio contra los elementos "anarquistas", "golpistas", "bolchevistas", es decir, contra los elementos socialistas. Las circunstancias obligarán a Ebert-Scheidemann a recurrir a la dictadura con o sin estado de sitio. Pero se desprende que precisamente el desarrollo que se produce hasta ahora, en la lógica de los propios acontecimientos y la violencia que pesa sobre los Ebert-Scheidemann nos llevarán a conocer, en la segunda fase de la revolución, un conflicto más agudo, de las luchas de clases más encarnizadas [¡Bravo!] Un conflicto más agudo se producirá no solamente porque las etapas políticas que yo he enumerado hasta a ahora, conducen a reanudar el combate entre revolución y contrarrevolución, cuerpo a cuerpo, sin ilusiones, sino también porque nuevas llamas, un nuevo incendio, venido de las profundidades se propaga cada vez más: las llamas de la lucha económica.

Camaradas, es muy característico que el primer período de la revolución que va, podría decir, hasta el 24 de diciembre y que acabo de describir, haya sido aún exclusivamente político -es esto cuya conciencia debemos tomar plenamente; y es lo que explica los balbuceos, las insuficiencias, las medidas a medias y la falta de miras y de conciencia de esta revolución. Esa fue la primera fase de una transformación cuya tarea principal se sitúan en el ámbito económico: subversión de las relaciones económicas. Sus pasos fueron ingenuos, inconscientes como un niño que a tientas busca sin saber dónde va, esta fase revestía aún, como lo he dicho, un carácter puramente político. No es más que en las últimas semanas que, totalmente espontáneamente las huelgas comenzaron a hacerse sentir declarando estar presentes:

Ahora bien, considero la naturaleza misma de esta revolución hace que precisamente las huelgas tomen necesariamente cada vez más amplitud, se conviertan cada vez más en el centro, la parte fundamental el foco de la revolución [Aplausos]. Tendremos entonces una revolución económica y es por ello que se convertirá en una revolución socialista. Pero la lucha por el socialismo no puede ser llevada sino por las masas, en un combate cuerpo a cuerpo contra el capitalismo, en cada empresa, oponiéndose cada proletario a su patrono. Solamente entonces se tratará de una revolución socialista.

Ciertamente, por falta de reflexión, se tenía otra idea de la marcha de las cosas. Se pensaba que era suficiente con cambiar el antiguo gobierno, de poner a su lugar a un gobierno socialista, y proclamar entonces decretos para instaurar el socialismo. Una vez más, esto no sería más que una ilusión. El socialismo no se hace y no puede hacerse por decretos, incluso si emanan de un gobierno socialista, por muy perfecto que sea él. El socialismo debe ser hecho por las masas, por cada proletario. Es allí donde estén forjadas las cadenas del capitalismo, allí las cadenas deben ser rotas. El socialismo, es eso y no otra cosa, y es la única manera de construir el socialismo.

¿Y cuál es la forma externa de la lucha por el socialismo? Es la huelga y es ello por lo que hemos visto la fase económica del desarrollo avanzar al primer plano ahora que empieza el segundo período de la revolución. Querría destacar aquí que podemos decir orgullosamente y que nadie impugnará ese honor: nosotros, la Liga Espartaco, el Partido Comunista alemán somos los únicos en toda Alemania que hemos apoyado a los obreros en huelga combatientes [¡Muy bien!]. Hemos visto y leído una y otra vez cual ha sido la actitud del Partido Independiente frente a las huelgas. No había absolutamente ninguna diferencia entre la posición del Vorwärts y del Freiheit. Ambos dijeron darse enérgicamente a la tarea por el socialismo, y repetían el socialismo significaba para los obreros trabajar mucho. ¡Y es lo que decían mientras el capital aun estaba en el poder! No, el socialismo no se construye así, sino combatiendo el capitalismo con toda la energía; sin embargo, todo el mundo defiende las exigencias del capitalismo, desde los peores reaccionarios hasta al Partido Independiente, y su órgano el Freiheit, excepto nuestro Partido Comunista y solo él. Es decir, que todos los ellos sin excepción no se sitúan sobre nuestro terreno comunista revolucionario sino que combaten las huelgas con una violencia extrema.

El resultado de esto es que en la próxima fase de la revolución no solamente las huelgas no van a cesar de extenderse, sino que ocuparán el centro, el punto neurálgico de la revolución, rechazando las cuestiones puramente políticas que pasaran a segundo plano. Se comprenderá entonces que va a producirse en la lucha económica, una enorme agravación de la situación donde la revolución arribará así al punto en que para la burguesía no será ya de broma ni de chiste. La burguesía puede permitirse mistificaciones en el ámbito político, allí donde una mascarada es aún posible, allí donde gente como los Ebert-Scheidemann pueden aún presentarse con la etiqueta socialista, pero no allí donde la ganancia está en juego.

Esto colocará entonces al Gobierno Ebert-Scheidemann ante de la siguiente alternativa: terminar con las huelgas, suprimir la amenaza de estrechamiento que hace pesar sobre ella el movimiento de huelgas, o señores Ebert-Scheidemann serán declarados fuera de juego. Pienso también que las medidas políticas que ellos han tomado bastarán para hundirlos. Los Ebert-Scheidemann sufren muy especialmente por no haber encontrado gran confianza de la burguesía. La burguesía reflexionará antes de poner del abrigo de armiño a ese patán arribista de Ebert. Si la situación llegará hasta tal punto, la burguesía se dirá que finalmente, no basta tener sangre sobre las manos para ser rey, sino que necesita también tener sangre azul en las venas [¡Muy bien!] ; Si se llega hasta allí, se dirá: si queremos a un rey, nosotros no tenemos necesidad de un arribista que no sabe comportarse como tal y ni siquiera tiene modales regios. [Risas]

Así pues, camaradas, estos señores Ebert-Scheidemann favorecen la extensión de un movimiento contrarrevolucionario. Nada más que no vendrán a apagar las llamas de la lucha económica de clase que se elevan y se propagan, sus esfuerzos no satisfarán a la burguesía. O sea que se hundirán -para ceder el lugar a una tentativa de la contrarrevolución que se reúne en torno al General Groener, en virtud de una lucha desesperada, o en vistas de establecer una dictadura militar declarada bajo Hindenburg-, así ellos deberán inclinarse ante otras fuerzas contrarrevolucionarias.

No se puede decir nada preciso en detalle, no se puede hacer declaraciones proféticas sobre lo que llegará y poco nos importan las formas exteriores, el momento en que se producirá tal o cual cuestión; nos basta conocer las grandes líneas del desarrollo futuro. Bástenos saber a dónde nos lleva la primera fase de la revolución, cuyo principal rasgo fue la lucha sobre todo política: es decir seguirá una fase más encarnizada de lucha, esencialmente económica y que tarde o temprano al final de un plazo de tiempo más o menos largo, el Gobierno Ebert-Scheidemann debe desaparecer en el reino de Erebo [las sombras].

Difícilmente podremos también prever que ocurrirá con la asamblea nacional en la segunda fase del desarrollo de la revolución. Si ella se constituye, es posible que se convierta en una nueva escuela que permita educar a la clase obrera, pero no se excluye tampoco que nunca se cree ninguna asamblea nacional, sobre esto no se puede predecir nada. Para que se comprenda en la óptica en que defendimos ayer nuestra posición, añado solamente esto, entre paréntesis: nosotros negamos simplemente que deba hacerse depender nuestra táctica de una de estas posibilidades. No quiero reempezar los debates sino solamente decir esto a fin que no se tenga la idea en cualquiera ustedes que no escuchará más que con una oreja: ¡Ah, he aquí una nueva canción! Estamos en conjunto exactamente sobre mismo el terreno de ayer. No queremos hacer depender nuestra táctica hacia la asamblea nacional, en una posibilidad bien probable pero que aún no es una certeza, la de ver la asamblea nacional volatilizarse sin llegar a existir; queremos fundarla sobre todas las posibilidades posibles, incluido el de una utilización revolucionaria de la asamblea nacional en caso de que se constituyera. Nos es indiferente saber si lo será o no, puesto que la revolución no puede sino ganar, en cualquier caso.

¿Y qué quedara del Gobierno Ebert-Scheidemann o de cualquier otro gobierno autoproclamado socialdemócrata? Ya he dicho que el proletariado en masa, ya se ha alejado de ellos, que los soldados también cesaron de ser utilizables como carne de cañón. ¿Qué permanece pues a estas pobres "buenas gente" para salvar su situación? No les sigue quedando más que una única oportunidad; si leemos la prensa hoy, camaradas, veremos dónde están las últimas reservas que la contrarrevolución alemana quiere enviar a batirse contra nosotros, si se llega a esa situación y es necesario golpearnos duro. Todos habrán leído que en Riga, las tropas alemanas ya van contra los bolcheviques rusos, hombro a hombre con los ejércitos ingleses. Camaradas, tengo en las manos documentos que nos dan luz y nos permiten tener una vista de conjunto sobre lo que pasa actualmente en Riga. Todo el asunto emana de la orden del comandante en jefe de la VIII° armada, en colaboración con el Herr August Winning, socialdemócrata alemán y dirigente sindical. Siempre se han presentado las cosas de tal modo para hacernos creer que los pobres Ebert-Scheidemann eran víctimas de los aliados de la Entente. Pero desde alguna semanas, desde el principio de la revolución, la táctica del Vorwärts ha consistido en hacernos creer que la Entente deseaba sinceramente suprimir la Revolución en Rusia, y es así como la Entente tuvo la tal idea. Constatamos aquí, con documentos de tal apoyo, es costa del proletariado ruso y la revolución alemana. En un telegrama del 26 de diciembre, el Teniente Coronel Buerkner, jefe de Estado Mayor de la VIII° armada, daba conocimiento de las negociaciones que consiguieron este acuerdo de Riga. El telegrama en cuestión dice así:

"El 23-12 tuvieron lugar, a bordo buque inglés "Princess Margaret", una conversación entre el delegado plenipotenciario del Reich Winnig y el representante del Gobierno inglés Monsanquet, antes Cónsul General en Riga, quien convocó también al comandante alemán o su representante. Se me designó para participar. Objetivo el mantenimiento: aplicación de las condiciones de armisticio. Desarrollo del mantenimiento: Inglés: Buques estacionados aquí deben supervisar aplicación de las condiciones. En razón de las condiciones de armisticio, se exigirá:

"1. que los Alemanes mantengan en esta zona una potencia de combate suficiente para tener a los bolchevistas en jaque y no permitirles avanzar más allá de sus posiciones actuales."

A continuación:

"3. Una exposición de las presentes disposiciones para las tropas, tanto alemanas como letonas que combaten a los bolchevistas, debe enviarse al oficial de Estado Mayor británico para que el decano mayor de los oficiales de marina tenga conocimiento. Este oficial comunicará todas las disposiciones futuras relativas a las tropas que deberán combatir a los bolchevistas mismos.

"4. Una fuerza militar suficiente deberá mantenerse bajo las armas en los puntos siguientes para impedir su empleo por los bolchévistes o el anticipo de éstos en una línea general que conecta los siguientes lugares: Walk, Wolmar, Wenden, Friedrichstadt, Pensk, Mittau.

"5. El ferrocarril entre Riga y Libau debe estar garantizado contra los ataques bolchévistes; todas las provisiones y el correo británico que utiliza esta vía deben beneficiarse de un régimen preferencial."

Sigue toda una serie de solicitudes. Y he aquí la respuesta del Sr. Winnig, plenipotenciario alemán:

"Es ciertamente inusual querer obligar a un Gobierno a ocupar a un Estado extranjero, pero en este caso preciso, es nuestro deseo más caro posible", declara el Sr. Winnig, dirigente sindical, "ya que se actúa para proteger la sangre alemana" -los barones bálticos- "y nos sentimos también moralmente obligados de ayudar a un país que liberamos del contexto oficial del que formaba parte anteriormente. Pero nuestros esfuerzos fueron obstaculizados, en primer lugar por el estado de las tropas sujetas a la influencia del efecto de las condiciones de armisticio: no quieren combatir más sino volver a entrar en ellas y están formadas por añadidura por viejos inválidos de guerra; en segundo lugar por la actitud de los Gobiernos de aquí" -se trata de los Gobiernos letones- "que presentan a los Alemanes como sus opresores. Nos esforzamos en crear formaciones voluntarias y combativas, lo que, en parte, ya se realizó".

Lo que vemos que se hace allí, es la contrarrevolución. Se ha informado hace algún tiempo, de la creación de la División de Hierro, destinada expresamente para luchar contra los bolchévistes en los países bálticos. La posición del Gobierno Ebert-Scheidemann a este respecto no quedaba clara. Ahora se sabe que es este gobierno él mismo que presentó la propuesta de su creación.

Camaradas, una pequeña observación más sobre Winnig. Podemos bien decir que los dirigentes sindicales alemanes -que un dirigente sindical preste tales servicios políticos no es una casualidad- que los dirigentes sindicales alemanes y los social-demócratas son los más grandes y más infames bandidos que el mundo jamás haya conocido. [Gritos y aplausos.] ¿Saben dónde debería estar esta gente, Winnig, Ebert, Scheidemann? Según el código penal alemán que ellos mismos declararon plenamente válidos y según el cual hace restituir la justicia y es la base del sistema legal, el lugar de esta gente está en los trabajos forzados! [Gritos y aplausos.] Ya que según el código penal alemán, cualquiera que emprenda reclutar soldados alemanes al servicio del extranjero será castigado a trabajos forzados. Y podemos bien decir que tenemos hoy día, a la cabeza del gobierno "socialista", no sólo gente que son los "Judas" los traidores del movimiento socialista y de la revolución proletaria, sino también de los criminales, quienes no tienen absolutamente su lugar en una sociedad decorosa. [Fuertes aplausos.]

En relación con este punto, le leeré, al termino de mi exposición, una Resolución que espero verla adoptar por unanimidad, para que dispongamos de suficientemente peso para intervenir contra esta gente que dirige ahora los destinos de Alemania.

Camaradas, para reanudar el hilo de mi exposición: todas estas maquinaciones, la creación de la División de Hierro y, en particular, el acuerdo con el imperialismo inglés citada más arriba, no representan obviamente otra cosa que las últimas reservas destinadas a obstruir y aplastar el movimiento socialista alemán; pero la cuestión crucial, la relativa a las perspectivas de paz, está muy estrechamente vinculada a eso. ¿Que otra cosa se puede ver en estos acuerdos, si no la tentativa avivar la guerra? Mientras que en Alemania, estos canallas hagan la comedia, haciendo parecer que tiene mucho que hacer para negociar la paz, afirmando que los espartaquistas somos unos aguafiestas perturbadores de la paz, gente que suscita el descontento de la Entente y retrasamos los acuerdos de paz, se preparan para avivar la guerra con sus propias manos, la guerra en el Este a la que la guerra en suelo alemán.

Aquí nos hallamos aún en una situación que obliga a entrar en un período de grandes conflictos violentos. Al mismo tiempo que el socialismo y que los intereses de la revolución, nos incumbe defender también los intereses de la paz mundial. Esto confirma precisamente la táctica que otros momentos, los espartaquistas defendimos sin descanso y en toda ocasión durante los cuatro años de la guerra. La paz, es la revolución mundial del proletariado. ¡No hay otro medio para establecer y garantizar realmente la paz que la victoria del proletariado socialista! [Aplausos prolongados.].

Camaradas, ¿qué resulta para nuestra línea táctica general la situación donde vamos a encontrarnos próximamente? La primera consecuencia que debeos extraer es seguramente; esperanza de ver caer el Gobierno Ebert-Scheidemann sustituido por un gobierno expresamente, revolucionario, socialista y proletario. Sin embargo, querría llamar su atención, no hacia arriba de la pirámide, sino hacia abajo. No podemos seguir alimentando la ilusión, volver a caer en el error de la primera fase de la revolución la del 9 de noviembre, creer que basta en resumen con cambiar al Gobierno capitalista y con sustituirlo por otro, para hacer una revolución socialista. Se puede conducir la revolución socialista a la victoria si se procede de manera opuesta; si se mina progresivamente al Gobierno Ebert-Scheidemann por una lucha de masas social y revolucionaria; querría recordarle aquí algunas insuficiencias de la revolución alemana que no han desaparecido con la primera fase y que ponen de manifiesto que nosotros no estamos por desgraciada, aún en el punto de garantizar la victoria del socialismo invirtiendo el Gobierno. Yo he intentado demostrar que la revolución del 9 de noviembre fue sobre todo una revolución política y que necesita convertirse en esencialmente económico. Pero era también una revolución urbana, el campo no ha sido por decirlo así afectado hasta ahora. Sería una locura que querer realizar el socialismo sin la agricultura. Desde el punto de vista de la economía socialista, no se puede absolutamente reestructurar la industria sin unirse a una agricultura reorganizada según los principios socialistas. La idea más importante del orden económico socialista es que se suprima la oposición y la separación entre la ciudad y el campo. Esta separación, este contraste, esta oposición es un fenómeno puramente capitalista que es necesario suprimirla inmediatamente si se coloca desde una opinión socialista. Si queremos seriamente una reestructuración socialista, deberán llevarse lo mismo de atención al campo que en los centros industriales y sobre este punto, nosotros no estamos por desgraciada, más que al principio del principio. Es necesario allí poner seriamente ahora, no solamente si se considera que no podremos socializar sin la agricultura y también por la siguiente razón: si ahora hicimos la cuenta de las últimas reservas de la contrarrevolución contra nosotros y nuestros esfuerzos, hay aún una reserva importante que nosotros no contábamos, el campesinado. En la medida precisa donde él no ha sido afectada hasta ahora, puede aún ser una reserva para la burguesía contrarrevolucionaria. Y cuando la llama de las huelgas socialistas le lama los pies, la primera cosa que hará la burguesía será movilizar al campesinado, a los partidarios fanáticos de la propiedad privada. Para hacer frente a la amenaza de esta potencia contrarrevolucionaria, no hay otro medio que de llevar la lucha de clase al campo, que movilizar al proletariado sin tierra y al pequeño campesinado contra los campesinos ricos los terratenientes. [Fuertes aplausos].

Podemos a partir de aquí concluir lo que nos queda por hacer para garantizar las condiciones previas al éxito de la revolución y resumiré así nuestras tareas inminentes: debemos en todo futuro, extender en todos los sentidos el sistema de consejos de obreros y de soldados, pero principalmente el sistema de consejos de obreros. Lo que emprendimos el 9 de noviembre no es más que un tímido principio, y no solamente eso, perdimos incluso en la primera fase de la revolución grandes medios de poder. Sabemos que la contrarrevolución emprendió un desmontaje asiduo del sistema de consejos de obreros y de soldados. En Hesse, los consejos obreros y soldados han sido suprimidos completamente por el gobierno contrarrevolucionario; en otros lugares, se les han arrancado de las manos los instrumentos del poder. Es por esto que no podremos contentarnos con extender el sistema de consejos de obreros y de soldados, deberemos incorporar también a los empleados agrícolas y a los pequeños campesinos en este sistema de consejos. Debemos tomar el poder, debemos plantearnos así la cuestión de la toma del poder: ¿Qué han hecho, qué pueden hacer, qué deben hacer los consejos de obreros y de soldados en toda Alemania? [¡Bravo!] Esa es la fuente del poder; debemos minar al Estado burgués en la base, pondremos por todas partes fin a la separación de las autoridades públicas, de la legislación y la administración, los uniremos, los entregaremos a los consejos de obreros y de soldados.

Camaradas, he aquí un extenso campo que debemos arar. Debemos hacer los preparativos a partir de la base, debemos dar a los consejos de obreros y de soldados el poder, de tal suerte que la caída del gobierno Ebert-Scheidemann o de cualquier otro gobierno similar ya no será más que el acto final de este drama. Así pues, la conquista del poder no debe hacerse de una vez, sino debe ser progresiva: nos introduciremos en el Estado burgués hasta ocupar todas las posiciones y defenderlas todas las con uñas y dientes. La lucha económica en mi opinión, que es también la de mis amigos más cercanos en el Partido, debe ser llevada también por los consejos de obreros. Es también a los consejos obreros que corresponderá dirigir el conflicto económico y hacer utilizar vías cada vez más amplias. Los consejos obreros deben disponer de todo el poder en el Estado. Es en este sentido que deberemos actuar, en los próximos tiempos; si asumimos esta tarea, se desprenderá que deberemos contar en lo inmediato con un refuerzo gigantesco de la lucha. Se trata de luchar paso a paso, cuerpo a cuerpo. En cada Estado, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada comuna, con el fin de entregar a los consejos de obreros y de soldados todos los instrumentos del poder será necesario arrancarlos uno a uno a la burguesía.

En este objetivo, será necesario en primer lugar educar a nuestros camaradas, será necesario educar a los proletarios. Pues incluso allí donde los consejos de obreros y de soldados existen, no se sabe bien cuál es su función [¡Muy bien!]. Debemos hacer comprender a las masas de que el consejo de obreros y de soldados debe ser en todas las direcciones el eje de aparato de Estado, que debe apoderarse de todos los poderes para hacerlos converger en una misma corriente: la revolución socialista. Incluso las clases trabajadoras, ya organizadas en los consejos de obreros y de soldados, están aún a millas de entender esto, solamente algunas pequeñas minorías de proletarios tienen una clara conciencia de sus tareas. Esto es una debilidad pero es totalmente normal no podemos quejarnos de ello. Solo al ejercer el poder, las masas podrán aprender a ejercer el poder. No hay otro camino para inculcarle esta ciencia. Afortunadamente hemos superado el tiempo en que la cuestión era educar al proletariado en el socialismo. Este tiempo ha quedado atrás, pero hoy para los marxistas de la escuela de Kautsky. Educar las masas proletarias aún es la tarea, eso quiere decir: hacerles discursos, difundir volantes y folletos. Pero hoy no, la escuela socialista de los proletarios no tiene necesidad de todo eso. Su educación se hace pasando a la acción [¡Muy bien!]. En el principio era la acción, tal es ahora la divisa; y la acción es para nosotros, que los consejos de obreros y de soldados se sientan destinados a convertirse en el único poder público en todo el Imperio y aprendan a serlo. Esta es la única manera de minar el terreno a fin que madure para la revolución que deba coronar nuestra obra. Esta es la razón camaradas, que por conciencia clara y plena, ayer declaramos, en particular dije: ¡Dejad de tomar la lucha a la ligera! Algunos camaradas lo interpretaron mal, creyendo que los acusaba de querer seguir permaneciendo con los brazos cruzados boicoteando la asamblea nacional. Yo no he pensado tal cosas ni un solo instante. Solamente que no podía ya extenderme sobre este problema; pero en el marco y en el contexto de hoy, yo tendría la posibilidad. Quiero decir aquí que la historia nos vuelve la tarea menos fácil la revolución a diferencia de cómo lo hizo con las revoluciones burguesas donde bastaba con cambiar el poder oficial en el centro y sustituirlo por algunas pocas personas. Nosotros debemos actuar desde abajo, lo que revela muy bien el carácter de masivo de nuestra revolución cuyos objetivos contemplan los fundamentos, las raíces mismas de la estructura social, lo que corresponde al carácter de la revolución proletaria actual; debemos conquistar el poder político no por la cumbre sino desde abajo El 9 de noviembre, se intentó de sacudir las autoridades públicas, la hegemonía de la clase dominante, fue una tentativa débil, incompleta, inconsciente, caótica. Lo que es necesario hacer ahora, es dirigir, en plena conciencia, toda la fuerza del proletariado contra los fundamentos de la sociedad capitalista. Es en la base, allí donde cada patrono se enfrenta a sus esclavos asalariados, es en la base, allí donde los órganos ejecutivos de la soberanía política de clase hacen frente a los objetos de esta soberanía, es en la base donde debemos arrancar a la clase gobernante, los instrumentos de su poder, paso a paso, para tomarlos en nuestras manos. Tal como lo expuse, la marcha de esta acción tiene un aire más lento y pesado de lo que creímos en el entusiasmo de los primeros momentos. Creo que es bueno comprender con plena claridad, todas las dificultades y todas las complicaciones de esta revolución. Y espero que como yo, ninguno de ustedes dejará que la descripción de las grandes dificultades de las tareas que se acumulan, paralizar su ardor o su energía; al contrario, cuanto más grande sea la tarea, más concentraremos todas nuestras fuerzas; y nosotros no olvidemos que la revolución puede hacer su obra con una extraordinaria rapidez. Yo no emprendería predecir la duración necesaria para este proceso. ¡Quién de nosotros calcula y se preocupa del tiempo, baste que alcance nuestra vida para llegar a final! Importante solamente saber con claridad y precisión lo que debemos y lo que tenemos que hacer. Espero con mis escasas fuerzas, haber expuesto nuestras tareas un poco a grandes líneas. [Aplausos tumultuosos.]