Carlos Marx

 

Carta a F.  Engels

 


Escrito:  El 2 de agosto de 1862.
Traducción al castellano:  Por Francisca Lazo. La traducción se publicó, como apéndice, en las páginas 8 a 13 del libro: Maurice Dobb, Marx Como Economista y Sobre la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1977.
Transcripción/HTML:  Diego Calvelo Álvarez/Juan R. Fajardo, 2015.
Esta edición digital: Marxists Internet Archive, 20151.   


 

 

[Londres,] 2 de agosto de 1862

Es un verdadero milagro que yo haya podido proseguir, como lo he hecho, con el trabajo teórico. Después de todo, me propongo incluir la teoría de la renta ya en este volumen, como capítulo suplementario, es decir, como «ejemplo» de un principio sentado anteriormente. Te diré en pocas palabras lo que, cuando elaborada, será una larga y complicada historia, a fin de que puedas darme tu opinión.

Tú sabes que distingo dos partes del capital: El capital constante (materia prima, matières instrumentales [materias auxiliares], maquinaria, etc.) . cuyo valor reaparece meramente en el valor del producto; y en segundo lugar, el capital variable, es decir, el capital invertido en salarios, que incluye menos trabajo que el que devuelve el obrero. Por ejemplo, si el salario diario = 10 horas y si el obrero trabaja 12, aquél reemplaza al capital variable + 1/5 (2 horas). A este último excedente lo llamo plusvalía.

Supongamos una tasa de plusvalía dada (es decir, la extensión de la jornada de trabajo y el excedente de trabajo sobre el necesario para la reproducción de la paga del obrero) y digamos que es igual al 50 por ciento. En este caso, con una jornada de trabajo de, por ejemplo, 12 horas, el obrero trabajaría 8 horas para sí y 4 (8/2) para el empleador. Y supongamos esto para todas las industrias, de modo que cualesquiera diferencias en el tiempo medio de trabajo son simplemente una compensación de la mayor o menor dificultad del trabajo, etc.

En estas circunstancias, con igual explotación del obrero en diferentes industrias, capitales diferentes del mismo volumen producirán cantidades muy diferentes de plusvalía en diferentes esferas de la producción, y por consiguiente muy diferentes tasas de beneficio, ya que la ganancia no es sino la proporción de la plusvalía respecto del capital total aplicado. Esto dependerá de la composición orgánica del capital, esto es, de su distribución en capital, constante y variable.

Supongamos, como antes, que el trabajo excedente = 50 por ciento. Entonces, si por ejemplo 1 Libra = 1 jornada de trabajo (el resultado no altera si tomas la duración de la jornada como una semana), la jornada de trabajo = 12 horas y el trabajo necesario (para la reproducción de la paga) = 8 horas, los salarios de 30 obreros (o jornadas de trabajo) serán entonces = 20 Libras, y el valor de su trabajo = 30 Libras; el capital variable por obrero (diana o semanalmente) = 2/3 de Libra, y el valor que éste produce = 1 Libra. La cantidad de plusvalía producida en diferentes industrias por un capital de 100 Libras será muy diferente según las proporciones de capital constante y variable en que se divida ese capital. Llamemos c al capital constante, y v al variable. Si en la industria del algodón, por ejemplo, la composición fuese c = 80, v = 20 el valor del producto sería = 100 (dada una plusvalía o trabajo excedente del 50 por ciento. La cantidad de plusvalía = 10 y la tasa de beneficio = 10 por ciento, ya que en beneficio = relación de 10 (plusvalía) a 100 (el valor total del capital gastado). Supongamos que en la sastrería al por mayor la composición sea c = 50, v = 50; entonces el producto = 125, la plusvalía (a una tasa del 50 por ciento, como antes) = 25, y la tasa de beneficio = 25 por ciento. Tomemos otra industria, en que la proporción sea c = 70, v = 30; entonces el producto = 1/5, y la tasa de beneficio = 15 por ciento. Y finalmente, una industria en que la composición sea c = 90, v = 10; el producto = 105 y la tasa de beneficio = 5 por ciento.

Aquí tenemos, con igual explotación del trabajo, cantidades muy diferentes de plusvalía para iguales sumas de capital invertidas en distintas industrias, y en consecuencia tasas de beneficio muy diferentes. Pero si sumamos los cuatro capitales anteriores, obtenemos :

Valor del Producto %
 l) c = 80, v = 20 210  Tasa de beneficio = 10
2) c = 50, v = 50  125  ” ” ” = 25
3) c = 70, v = 30  115  ” ” ” = 15
4) c = 90, v = 10  105  ” ” ” = 5
 Capital = 400  Beneficio = 55

Tasa de plusvalía en todos los casos = 50

Sobre 100, esto da una tasa de beneficio del 133/4 por ciento.

Considerada como capital total de la clase (400), la tasa de beneficio sería = 133/4 por ciento. Y los capitalistas son hermanos. La competencia (transferencia o retiro de capital de una industria a otra) provoca que iguales sumas de capital en diferentes industrias produzcan, a pesar de su diferente composición orgánica, la misma tasa media de beneficio. En otras palabras: el beneficio medio que produce un capital de 100 libras, por ejemplo, en cierta industria, no proviene de la aplicación de este capital particular ni está vinculado, en consecuencia, a la finalidad con que se produce la plusvalía, sino que constituye una parte alícuota del capital total de las clases capitalistas. Es una participación en la cual se pagan los dividendos, en proporción a su volumen, mediante la totalidad de la plusvalía (o trabajo no pagado) que produce el capital variable total (invertido en salarios) de la clase.

Ahora bien, a fin de que los cuatro tipos de capital de la clase anterior produzcan el mismo beneficio medio, cada uno de ellos debe vender sus mercancías a 1133/4 Libras. Las industrias 2 y 3 las venden por encima de su valor, y las 1 y 4 por debajo de su valor. El precio regulado de esta manera = gastos del capital + beneficio medio; por ejemplo, el 10 por ciento es lo que [Adam] Smith llama precio natural, precio de costo, etc. Es a este precio medio que reduce los precios en las diferentes ramas la competencia (por transferencia o retiro del capital) entre las diferentes industrias. Por consiguiente, la competencia no reduce a las mercancías a su valor, sino a su precio de costo, que es superior, inferior, o igual a su valor, según la composición orgánica de los respectivos capitales.

Ricardo confunde valor con precio de costo. Por consiguiente, cree que si existiera la renta absoluta (esto es, una renta independiente de la diversa productividad de los diferentes tipos de suelos) los productos agrícolas, etc., se venderían siempre por encima de su valor, porque se venderían por encima de su precio al costo (capital invertido + tasa media). Esto echaría por tierra su ley fundamental. Por eso niega la existencia de la renta absoluta y sólo admite la renta diferencial.

Pero esta identificación del valor de las mercancías con su precio de costo es fundamentalmente errónea y viene siendo aceptada tradicionalmente desde A. Smith.

El hecho es éste:

Supongamos que la composición media de todo el capital no agrícola sea c = 80, v = 20, de modo que el producto (a una tasa de plusvalía del 50 por ciento) = 110, y la tasa de beneficio = 10 por ciento.

Supongamos además que la composición media del capital agrícola sea c = 60 y v = 40. (Estas cifras son estadísticamente bastante correctas para Inglaterra; las rentas ganaderas, etc., no comportan diferencias en este caso porque están determinadas por las rentas del cereal y no por ellas mismas.) Entonces el producto, con la misma explotación del trabajo que antes, será = 120, y la tasa de beneficio = 20 por ciento. Por consiguiente, si el agricultor vende su producto a su valor, lo vende a 120 y no a 110, que es su precio de costo. Pero, la propiedad de la tierra le impide al agricultor, equivalente de los capitalistas hermanos, ajustar el valor del producto a su precio de costo. La competencia entre los capitales no puede modificar esto. Interviene el terrateniente y extrae la diferencia entre el valor y el precio de costo. En general, una baja proporción del capital constante al variable es expresión de un bajo (o relativamente bajo) desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo en una esfera particular de la producción. Por consiguiente, si la composición media del capital agrícola, por ejemplo, es c = 60, v = 40, en tanto que la del capital no agrícola es c = 80, v = 20, esto demuestra que la agricultura todavía no ha alcanzado el mismo grado de desarrollo que la industria. (Lo que es muy fácil de explicar, ya que, prescindiendo de todo lo demás, la industria presupone a la antigua ciencia de la mecánica, y la agricultura presupone a las ciencias enteramente nuevas de la química, la geología y la fisiología). Si la proporción es en la agricultura c = 80, v = 20 (como supusimos antes), la renta absoluta desaparece. Sólo queda la renta diferencial, la que, sin embargo, expongo en forma tal que la suposición de Ricardo, del continuo deterioro de la agricultura, se manifiesta de lo más ridícula y arbitraria.

En la determinación anterior del precio de costo, en cuanto distinto del valor, debe señalarse también que, además de la distinción entre capital constante y capital variable —la que surge del proceso inmediato de producción en que interviene el capital—, hay también una distinción entre capital fijo y capital circulante, distinción que proviene del proceso de circulación del capital. Pero la fórmula se volvería demasiado complicada si yo tratase de introducir también esto en lo dicho más arriba.

Aquí tienes —a grandes rasgos, porque la cosa es bastante complicada— la crítica de la teoría de Ricardo. Admitirás, al menos, que la atención a la composición orgánica del capital termina con una pila de lo que hasta ahora parecían ser contradicciones y problemas...