F. ENGELS

CARTA A ADOLPH SORGE



Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en 1936.
Fuente  de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2010.


 

 

Londres, 29 de noviembre de 1886

El auge de Henry George ha llevado a la luz, desde luego, una cantidad colosal de fraudes, y me alegro de no haber estado ahí. Pero a pesar de todo ha sido un día trascendental. Los alemanes no han aprendido a usar su teoría como palanca que podría poner en movimiento a las masas norteamericanas; en su mayor parte no entienden la teoría y la tratan en forma abstracta y dogmática, como algo que debe aprenderse de memoria y que proveerá entonces sin más a todas las necesidades. Para ellos es un credo y no una guía para la acción. A lo que se agrega que por principio no aprenden el inglés. De aquí que las masas norteamericanas tuvieron que buscarse su propio camino, el que por el momento parecen haberlo encontrado en los K of L[1], cuyos confusos principios y ridícula organización parecen corresponder a su propia agrupación. Pero, según todos mis informes, los K of L son una potencia real, especialmente en Nueva Inglaterra y en el oeste, y se refuerzan día a día debido a la brutal oposición de los capitalistas. Creo que es necesario trabajar dentro de sus organizaciones, formar dentro de esta masa todavía bastante plástica un núcleo de gente que comprenda el movimiento y sus fines y que en consecuencia tome la dirección, por lo menos de una sección, cuando se produzca la ruptura inminente e inevitable del “orden” actual. El peor aspecto de los Caballeros del Trabajo fue su neutralidad política, la que tuvo por resultados las maniobras de parte de los Powderly[2], etc.; pero esto ha terminado con el comportamiento de las masas en las elecciones de noviembre, especialmente en Nueva York. El primer gran paso de importancia para todo país que entre en el movimiento es siempre la organización de los obreros como partido político independiente, no importando cómo, siempre que sea un partido netamente obrero. Y este paso ha sido dado, con rapidez mucho mayor de la que teníamos derecho a esperar, y eso es lo principal. El que el primer programa de este partido sea todavía confuso y muy deficiente, el que haya izado la bandera de Henry George, son males inevitables, pero también sólo transitorios. Las masas deben tener tiempo y oportunidad para desarrollarse, y únicamente pueden tener la oportunidad de hacerlo si tienen su propio movimiento —no importa en qué forma siempre que tengan su propio movimiento— al que hacen progresar por sus propios errores y aprendiendo lastimándose. El movimiento está en Norteamérica en la misma situación en que estaba entre nosotros antes de 1848; la gente realmente inteligente de allí deberá empezar por desempeñar el mismo papel que el que desempeñó la Liga Comunista en las asociaciones obreras antes de 1848. Con la diferencia de que en Norteamérica las cosas irán ahora con rapidez infinitamente mayor; no tiene en absoluto precedente que el movimiento haya logrado tales triunfos electorales después de escasamente ocho años de existencia. Y lo que falta será puesto por la burguesía; en ninguna parte del mundo los burgueses se comportan tan desvergonzada y tiránicamente como en Estados Unidos, y vuestros jueces han dejado brillantemente atrás a los hábiles profesionales de Bismarck. Allí donde la burguesía lucha empleando métodos de este tipo, las cosas llegan rápidamente a una decisión, y si no nos apuramos los europeos, los americanos pronto nos tomarán la delantera. Pero es precisamente ahora que se hace doblemente necesario tener ahí unas pocas personas que estén de nuestro lado, bien firmes en lo que respecta a la teoría y a la táctica, y que también sepan escribir y hablar en inglés; porque, por buenas razones históricas, los norteamericanos son un mundo remoto en todas las cuestiones teóricas, y si bien no arrastran instituciones medievales europeas, siguen estando, en cambio, bajo el peso de cantidad de tradiciones medievales, religión, Derecho inglés común (feudal), supersticiones, espiritismo: en una palabra, toda clase de imbecilidades que no perjudican directamente a los negocios y que son ahora muy útiles para volver estúpidas a las masas. Y si hay a mano gente de mentalidad teóricamente clara, que pueda explicarles de antemano las consecuencias de sus propios errores y hacerles comprender que todo movimiento que no tenga en vista constantemente y como objetivo final la destrucción del sistema asalariado está destinado a descarrilarse y fracasar, entonces pueden evitarse muchas tonterías y puede acortarse considerablemente el proceso. Pero esto debe tener lugar a la manera inglesa, debe abandonarse la característica específicamente alemana, para lo cual no están capacitados los señores del Sozialist, al tiempo que los del Volkszeitung únicamente son más inteligentes en lo que concierne a los business.[3]

 

§ En las elecciones municipales de noviembre de 1886, muchos de los partidos obreros recientemente formados obtuvieron muchos votos y en algunos lugares fueron electos sus candidatos. El triunfo más espectacular fue el obtenido en la ciudad de Nueva York, donde- el United Labour Party, constituido en julio, llevó a Henry George como candidato a alcalde, obteniendo el segundo puesto y derrotando a Theodore Roosevelt, el candidato republicano. [Extracto de la N. Ed. ingl.]

 

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[1] Knights of Labor (Los Caballeros del Trabajo): organización sindicalista surgida en 1869. (N. de marxists.org)

[2] Terence Vincent Powderly (1849-1924).  Nacido en Irlanda e inmigrado a los EE.UU.  Dirigió los Knights of Labor. (N. de marxists.org)

[3] El Sozialist, semanario germanoamericano dirigido por Dietzgen, era el órgano oficial del Socialist Labour Party; el New Yorker Volkszeitung, diario alemán, había sido fundado en 1878 por afiliados del mismo partido. (N. Ed. Ingl.)