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F. ENGELS

CARTA A F. TURATI



Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en 1936.
Fuente  de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2010.


 

Londres, 26 de enero de 1894

 

EN mi opinión, la situación de Italia es la siguiente.

La burguesía, que llegó al poder durante y después del movimiento de independencia nacional, ni quería ni podía completar su victoria. Ni destruyó los remanentes feudales, ni transformó la producción nacional conforme al módulo capitalista moderno. Incapaz de asegurarle al país las ventajas relativas y temporarias del sistema capitalista, lo recargaron en cambio con todos los daños y desventajas del sistema. Y como si no fuese suficiente, perdieron los últimos restos de respeto y confianza al enredarse en los más sucios escándalos bancarios.

La población trabajadora —campesinos, artesanos, obreros agrícolas e industriales— se halla en consecuencia en situación de opresión, por una parte debido a los antiguos abusos, heredados no sólo de los tiempos feudales, sino de un período anterior aún (tome, por ejemplo, la mezzadria[1] o los latifundios del sur, donde el ganado está suplantando a los hombres); y por otra parte, debido al más rapaz de los sistemas impositivos que haya inventado jamás la política burguesa. También en este caso puede decirse, con Marx, que “Como todo el resto del occidente de la Europa continental, no sólo somos torturados por el desarrollo de la producción capitalista, sino también por su falta de desarrollo. Junto con la miseria moderna, estamos oprimidos por toda una serie de miserias heredadas provenientes del hecho de que siguen vegetando entre nosotros los métodos antiguos y anticuados de producción, que tienen por efecto condiciones sociales y políticas inadecuadas a la época. Sufrimos no solamente a causa de los vivos, sino también de los muertos. Le mort saisit le vil[2].

Esta situación tiende a una crisis. En todas partes, las masas productoras están fermentando: se levantan por doquier. ¿A dónde conducirá esta crisis?

El Partido Socialista italiano es evidentemente demasiado joven y, teniendo en cuenta toda la situación económica, demasiado débil para poder esperar una victoria inmediata del socialismo. En ese país, la población rural sobrepasa por mucho a la urbana; en las ciudades, la industria está apenas desarrollada, y en consecuencia el proletariado típico es numéricamente pequeño: está compuesto en su mayor parte de artesanos, pequeños patrones y pequeños comerciantes, constituyendo una masa fluctuante entre la pequeña burguesía y el proletariado. Son los burgueses pequeños y medianos de los tiempos medievales, en proceso de decadencia y disolución; seguramente se convertirán en su mayor parte en proletarios, pero en la actualidad todavía no están proletarizados. Y esta clase, enfrentada diariamente con la ruina, y llevada ahora a la desesperación, es la única clase que puede dar los luchadores y dirigentes de un movimiento revolucionario en Italia. Serán seguidos en su camino por el campesinado, excluido de tomar iniciativa propia y eficaz, debido al hecho de que vive espacialmente disperso y no sabe leer ni escribir, pero que de todos modos será un aliado fuerte e indispensable.

En el caso de un triunfo más o menos pacífico, tendrá lugar un cambio de ministerio y subirán al poder los republicanos “convertidos”; en el caso de una revolución, triunfará la república burguesa.

¿Cuál debiera y debe ser la actitud del Partido Socialista frente a esta situación?

La táctica que, desde 1848. les ha brindado a los socialistas los mayores éxitos, es la que recomienda el Manifiesto Comunista: “En las diversas etapas del desarrollo que debe atravesar la lucha de la clase obrera contra la burguesía, los socialistas representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto (...) Luchan por el logro de los objetivos inmediatos, por el reforzamiento de los intereses momentáneos de la clase obrera, pero en el movimiento actual representan también, y cuidan, el futuro de ese movimiento.”

En consecuencia, los socialistas toman parte activa en todas las fases del desarrollo de la lucha entre las dos clases, sin perder de vista con ello, el hecho de que esas fases son tan sólo otros tantos pasos preliminares hacia el gran objetivo primordial: la conquista del poder político por el proletariado, como medio para una nueva organización de la sociedad. Su puesto está al lado de quienes luchan por la obtención inmediata de un progreso que al mismo tiempo sirve a los intereses de la clase obrera. Aceptan todos esos pasos políticos o sociales progresivos, pero únicamente como cuotas. Por lo tanto, consideran a todo movimiento revolucionario o progresista como un paso más en el logro de su finalidad propia; y es tarea especial de ellos impulsar más hacia adelante a otros partidos revolucionarios y, en caso de que uno de ellos resulte vencedor, cuidar los intereses del proletariado. Esta táctica, que nunca pierde de vista el gran objetivo final, nos ahorra a los socialistas los desengaños a que los demás partidos de visión menos clara —sean republicanos o socialistas sentimentales, quienes confunden lo que es una mera etapa con el objetivo final del avance— sucumben inevitablemente.

Apliquemos lo dicho a Italia.

La victoria de la pequeña burguesía, que está en proceso de desintegración, y del campesinado, quizá pueda llevar al poder un ministerio de republicanos “convertidos”. Esto nos dará sufragio universal y mayor libertad de movimiento (libertad de prensa, de organización y de reunión), nuevas armas que no son de despreciar.

O bien nos traerá la república burguesa, con la misma gente y algunos mazzinistas o de otra tendencia. Esto ampliaría aun más la libertad y nuestro campo de acción, al menos por el momento. Y Marx dijo que la república burguesa es la única forma política en que puede resolverse la lucha entre el proletariado y la burguesía. Sin hablar de la reacción que se haría sentir en Europa.

De modo que la victoria del movimiento revolucionario que se está preparando no puede sino fortalecernos y situarnos en condiciones más favorables. Cometeríamos el mayor de los errores si reprimiésemos nuestra simpatía por el mismo o, si en nuestra actitud ante los partidos “emparentados” con el nuestro, nos redujésemos simplemente a la crítica negativa. Puede llegar el momento en que tendríamos el deber de colaborar en forma positiva. ¿Qué momento podría ser?

Indudablemente, no es asunto nuestro preparar directamente un movimiento que no sea estrictamente de la clase que representamos. Si los republicanos y radicales creen que ha llegado la hora, dejémosle a ellos en libertad de atacar. Respecto a nosotros, nos hemos desengañado con harta frecuencia de las grandes promesas de esos señores, para que permitamos que vuelvan a abusar de nuestras personas. Ni sus proclamas ni sus conspiraciones nos descarriarán. Es nuestro deber apoyar todo movimiento popular verdadero; no lo es menos proteger al apenas formado núcleo de nuestro partido proletario, no sacrificarlo inútilmente y no permitir que el proletariado sea diezmado en estériles levantamientos locales.

Pero en cambio, si el movimiento es realmente nacional, nuestra gente no se quedará escondida y no necesitará contraseñas...

Mas si se llega a esto, debemos tener conciencia, y proclamarlo abiertamente, de que intervenimos sólo como partido independiente, aliado momentáneamente a los radicales y republicanos, pero que es de naturaleza esencialmente diferente de ellos: que no nos permitimos albergar en absoluto ninguna ilusión en cuanto al resultado de la lucha en caso de victoria; que este resultado no sólo no puede satisfacernos, sino que para nosotros será únicamente una nueva etapa cumplida, una nueva base de operaciones para nuevas conquistas; que en el momento mismo de la victoria nuestros caminos se bifurcarán; que a partir de ese mismo día formaremos una nueva oposición al nuevo gobierno, no una oposición reaccionaria sino progresista, una oposición de la más extrema izquierda, que bregará por nuevas conquistas, más allá de las ganadas.

Después de la victoria común quizá se nos ofrezca algunos cargos en el nuevo gobierno, pero siempre en minoría. Aquí reside el mayor peligro. Después de la Revolución de Febrero de 1848, los socialistas democráticos franceses (la gente de la Réforme, Ledru-Rollin, Louis Blanc, Flogon, etc.), fueron lo bastante incautos como para aceptar cargos de esa naturaleza. Siendo minoría en el gobierno, involuntariamente cargaron con toda la responsabilidad por toda la infamia y la traición que la mayoría, compuesta puramente de republicanos, cometió contra la clase obrera, al tiempo que su participación en el gobierno paralizó completamente la acción revolucionaria de la clase obrera que se suponía representaban.

Aquí sólo le expreso mi opinión personal, que usted me pidió, y lo hago con cierta cautela. En cuanto a la táctica general que le he descrito, me he convencido de su justeza en todos los momentos de mi vida. Nunca me hizo tropezar. Pero respecto de su aplicación a Italia en las condiciones actuales, la decisión debe ser tomada en el lugar, y por aquellos que están en medio del movimiento.

 

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[1]  Aparcería.(N. de marxists.org)

[2] El muerto atrapa al vivo. (N. de marxists.org)