OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PERÚ

 

UN PROGRAMA DE ESTUDIOS SOCIALES Y ECONOMICOS* 

 

 

El debate sobre los tópicos del nacio­nalismo me parece una ocasión no sólo para tratar, en las páginas de esta revista, en sucesivos artículos próximos, algunos temas del Perú que desde hace tiempo ocupan mi pensamiento, sino también para bosquejar desde ahora las bases de un programa de estudios sociales y económicos, hacia cuya elaboración creo que tienden los representantes, más afines, en ideas, de la nueva generación. Pienso, como dije en mi artículo del viernes último, que una de las caracte­rísticas de esta generación es su creciente interés por el conocimiento de las cosas pe­ruanas. Y pienso, igualmente, que otra de sus características es una naciente aptitud para coordinar y concretar sus esfuerzos en una obra común.

El criolla, como es notorio, ha heredado del español su individualismo. Pero el áspe­ro individualismo ibero no ha conservado al menos, en este trópico, su recia fibra original. Injertado en la psicología indígena, ha degenerado, en un egoísmo estéril y mórbido. El peruano, por ende no resulta individualista sino simplemente anarcoide. En el intelectual, este defecto se exaspera y se exacerba. En la historia peruana, no se encuentra ningún eficaz ejemplo de cooperación intelectual. El radicalismo, que aproximó temporalmente a algunos intelectuales, no supo dejarnos un conjunto más o menos orgánico de estudios o siquiera de opiniones. Pereció sin dejarnos más literatura que la de su jefe.

En la nueva generación, en cambio, se advierte mucha menos dispersión y mucho menos egotismo. Los jóvenes tienden a agruparse; tienden, a entenderse. La obra del intelectual de vanguardia no quiere ser un monólogo. Se propaga, poco a poco, la convicción de qué los hombres nuevos del Perú deben articular y asociar sus esfuerzos. Y de que la obra individual debe convertirse, voluntaria y conscientemente, en obra colectiva.

La exploración y la definición de le realidad profunda del Perú no son posibles sin cooperación intelectual. En esto se declaran de acuerdo todos los intelectuales jóvenes con quienes yo he considerado y discutido el tema del presente artículo. Y de estas conversaciones ha brotado espontánea la idea de la creación de un centro o ateneo de estudios sociales y económicos. El nombre es lo de menos. Lo que a todos nos importa es el fin.

El estudio de los problemas peruanos exige colaboración y exige, por ende, disciplina. De otra suerte, tendremos interesantes y variados retazos de la realidad nacional pero no tendremos un cuadro de la realidad, entera. Y la colaboración y la disciplina no pueden existir sino como consecuencia de una idea común y de un rumbo solidario. En consecuencia, no sólo es natural sino necesario que se junten únicamente los afines. Los hombres de idéntica sensibilidad e idéntica inquietud. La heterogeneidad es enemiga de la cooperación. Y, sobre todo, en este caso, no se trata de inaugurar una tribuna de polémica bizantina sino de forjar un instrumento de trabajo positivo y orgánico.

El proyecto en gestación quiere que algunos intelectuales, movidos por un mismo impulso histórico, se asocien en el estudio de las ideas y de los hechos sociales y eco- nómicos. Y que apliquen un método científico al examen de los problemas peruanos. Este segundo orden de investigación requiere un trabajo de seminario. Por, consiguiente, el proyectado grupo tendría que dividirse en secciones. Una sección de Economía Peruana, una sección de Sociología Peruana, una sección de Educación, serían las principales. Cada sección elaboraría, dentro de las normas generales, su propio programa. Para cada tema se designarla un relator que expondría, primero a sus compañeros, luego al público, sus conclusiones. El trabajo estaría sometido a un sistema. Pero este sistema, destinado a obtener una libre cooperación, no disminuiría el carácter y la responsabilidad individuales de las tesis.

Entre los problemas de la Economía Peruana, hacia cuyo estudio se encuentra más obligada la nueva generación, se desta­ca el problema agrario, La propiedad dé la tierra es la raíz de toda organización social, política y económica. En el Perú, en particular, esta cuestión domina todas las otras cuestiones de la economía nacional. El pro­blema del indio es, en último análisis, el problema de la tierra. Sin embargo, la docu­mentación, la bibliografía de este tema no pueden hasta hoy ser más exiguas. El debate de este tema, que debería conmover, intensamente la conciencia nacional, no preocu­pa sino a algunos estudiosos. Un Ateneo de Estudios Sociales y Económicos lo trans­formaría en el mayor debate nacional.

Yo no pretendo, dentro del limitado ámbito de un artículo, trazar el plan de or­ganización y de trabajo de este Ateneo de Estudios Sociales y Económicos. Como di­go más arriba, este artículo no tiene por ob­jeto más que esbozar sus lineamientos. El programa mismo tiene que ser fruto de una intensa cooperación. Hacia esta cooperación se encaminan los intelectuales jóvenes.

La nueva generación quiere ser idealista. Pero, sobre todo, quiere ser realista. Está muy distante, por tanto, de un nacionalismo declamatorio y retórico. Siente y piensa que no basta hablar de peruanidad. Que hay que empezar por estudiar y definir la realidad peruana. Y que hay que buscar la realidad profunda: no la realidad superficial.

Este es el único nacionalismo que cuenta con su consenso. El otro nacionalismo no es sino uno de los más viejas disfraces del más descalificado conservantismo.

 

 


NOTA:

* Publicado en Mundial, Lima 17 de julio de 1925.