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N. Moreno


¿Partido mandelista o partido leninista?

(1973)





El nuevo carácter de nuestros partidos

Nosotros creemos que el origen de las diferencias que tenemos con la mayoría en todos los terrenos -teórico, programático, estratégico y táctico- nace de una fundamental: la que mantenemos respecto al método de construcción de nuestras secciones. Los compañeros de la mayoría, entre los cuales se destacan Mandel y Germain con sus trabajos teóricos, plantean una serie de definiciones y tareas que pretenden cambiar las normas leninistas de construcción del partido. Para ellos, el sector esencial sobre el cual debemos volcar nuestra propaganda y agitación, el que define los rasgos fundamentales de nuestra política, es la "vanguardia de masas", que existe en todo el mundo. Estas afirmaciones se han transformado en un verdadero principio.

Para asegurarnos el éxito de nuestra estrategia, que consistiría en ganar la hegemonía dentro de la vanguardia, debemos emplear dos tácticas: 1) realizar campañas políticas cuyos ejes estén definidos por las inquietudes de la vanguardia, con la única condición de que dichas inquietudes "no se opongan a la lucha de las masas" y 2) concentrarnos lo más posible para hacer conocer las acciones "ejemplares" de la vanguardia". Una vez que hayamos ganado a esa vanguardia de masas, la utilizaremos para dos tareas. La primera, ayudar a los obreros avanzados de los sindicatos a luchar contra la burocracia; la segunda, propagandizar y agitar entre estos obreros la necesidad de que se organicen en comités de fábrica y órganos de poder dual para recibir preparados cualquier oleada futura de luchas masivas generalizadas.

Para completar este esquema, Mandel eleva esta concepción, que al principio aparecía como específica de la actual etapa, al terreno general. Ya no se trata de la función de nuestros partidos en esta etapa y para una región, sino de su carácter para todo el mundo y toda la historia (5) (6). Esta concepción no solo se opone a la leninista-trotskista de construcción del partido, sino que no sirve para nada: ni siquiera para ganar a la vanguardia (a lo sumo permitiría que la vanguardia nos gane a nosotros para sus acciones "ejemplares").

Para los bolcheviques, las cosas son de otro modo: el partido revolucionario tiene que ganar la hegemonía política en la clase obrera y el movimiento de masas. Esto se consigue trabajando sobre ellos, con una política que se plantea para que ellos la tomen. Sólo cuando esto ocurre se puede derrotar a la burocracia. Y así solamente el partido gana su derecho histórico a ser considerado el partido revolucionario, la vanguardia de la clase obrera en la lucha contra el capitalismo.


¿Qué es la vanguardia?

Por la forma en que están planteadas las cosas, es evidente que el punto de partida de esta discusión es una definición precisa de lo que es la vanguardia, qué papel cumple y cuáles son sus relaciones con el partido bolchevique. En el trabajo que citamos más arriba, " Mandel, adelantándose a las conclusiones del documento europeo, trató de dar una interpretación teórica sobre el nuevo papel del partido bolchevique y el de la vanguardia. En este cuadro que resume toda su concepción señala que hay tres segmentos fundamentales en la formación de la conciencia de clase: las masas, que avanzan de la acción a la experiencia y de allí a la conciencia; los obreros avanzados, de la experiencia a la conciencia y de la conciencia a la acción; y el núcleo revolucionario, de la conciencia a la acción y de allí a la experiencia

A continuación, Mandel dice que, invirtiendo este esquema, se obtiene "la siguiente imagen" (?) de la cual se pueden sacar "conclusiones prácticas" (?). He aquí esa imagen reveladora:

Nos detendremos primero en la cuestión de los tres sectores: las masas, los obreros avanzados (vanguardia) y el partido.

En el marxismo utilizado por Marx hay estructuras (las clases) y superestructuras (las ideologías y las instituciones). Las masas están en la estructura y el partido revolucionario en la superestructura. La clase obrera, las masas y la sociedad en su conjunto, tienen superestructuras que son de dos tipos: objetivas y subjetivas. Las objetivas son las instituciones y las subjetivas las ideologías y las conciencias. Un sindicato, un periódico obrero, un partido, un soviet, una publicación nacionalista, son "superestructuras institucionales, objetivas, de la clase o del movimiento de masas. Los partidos comunistas y socialistas también. La conciencia sindicalista y reformista forman parte de la superestructura ideológica, subjetiva, de la clase obrera. Como son ideologías burguesas, son "falsas conciencias" obreras. La ideología trotskista es la "conciencia verdadera" de la clase obrera y forma parte de la superestructura ideológica o subjetiva. El partido trotskista es la forma objetiva de esa ideología y, por lo tanto, forma parte de la superestructura institucional de la clase obrera.

En la lucha por ganar a la clase obrera y al movimiento de masas, todas estas instituciones e ideologías se combaten encarnizadamente unas a otras. Esto es muy claro. Resumiendo, vemos que hay dos segmentos fundamentales: la estructura y la superestructura. 0, dicho de otra forma, las clases por un lado y las instituciones e ideologías por otro. Mandel, que habla de tres, parte de un hecho cierto, evidente: existe una numerosa vanguardia. Pero con nuestro esquema no tenemos dónde ubicarla; no es ni una clase ni una institución. ¿Es necesario entonces revisar el marxismo? Es decir, ¿existe una tercera categoría? ¿O la vanguardia se ubica en la estructura, junto a la clase obrera y el movimiento de masas? ¿O se ubica en la superestructura, junto al partido?

Todo el trabajo teórico de Mandel se debate en este problema irresoluble. Consciente de que tiene que dar una definición que justifique plenamente el descubrimiento de esta tercera "categoría", dice: "La categoría de "obrero avanzado" parte de la estratificación objetiva inevitable de la clase. Es un resultado de su origen histórico distinto, así como de la diferente posición en el proceso social de producción y su diferente conciencia de clase. "(8)

Pero esta definición no soluciona ningún problema. Si el elemento decisivo es la "estratificación objetiva" dentro de la clase, la vanguardia forma parte de ella, vale decir de la estructura.

Y si se define por su "diferente posición en el proceso social de producción", quiere decir que- aunque sigue siendo parte de la estructura, es otra clase. Finalmente, si se define por su "diferente conciencia de clase" forma parte, junto al resto de las conciencias, de la superestructura.

Esta contradicción se agudiza cuando Mandel nos describe al "obrero avanzado" (o vanguardia). Aquí resulta que esta nueva categoría tiene una "esencia" francamente sorprendente. Es aquella parte de la clase trabajadora que se encuentra involucrada ya en un grado más alto que las luchas esporádicas y que ha alcanzado ya el primer nivel de organización" y "lo que la distingue de las masas es el hecho de que ni aun durante el período de calma abandona el frente de la lucha de clases, sino que continúa el combate, por decirlo así, "con otros medios". Intenta solidificar los fondos de resistencia formados durante la lucha en fondos de resistencia permanentes, o sea, en sindicatos. Publicando periódicos obreros y organizando grupos de educación para éstos, tiende a cristalizar y a elevar la conciencia de clase creada durante la lucha. Por lo tanto, ayuda a darle forma al factor continuidad, oponiéndose a la necesaria discontinuidad en la acción de las masas, y al factor conciencia, oponiéndose al espontaneísmo que lleva consigo el movimiento de masas". (9)

¿Qué tiene que ver todo esto con "orígenes históricos distintos" "diferentes posiciones en el proceso social de producción" y "estratificación de clase"? Un militante sindical de los mineros ingleses cumple parte de los requisitos que le pide Mandel para ser considerado "obrero avanzado ": "ha alcanzado el primer nivel de organización", "no abandona el frente de "la lucha de clases" en los "períodos de calma", "publica periódicos", "tiende a cristalizar y elevar la conciencia", se "opone al espontaneísmo" y "ayuda" al "factor continuidad". Pero no cumple los otros requisitos: no tiene un "origen histórico distinto al de los mineros ingleses, no está ubicado en ninguna "estratificación de clase", ni ocupa una "diferente posición, en el proceso de producción".

A la inversa, los técnicos proletarizados de la industria automotriz norteamericana que sí cumplen estos tres últimos requisitos (tienen un origen histórico distinto al de la clase obrera yanqui, ocupan -relativamente- un papel distinto en la producción social y están particularmente estratificados dentro de la clase obrera), no cumplen los otros, por lo menos en Detroit, donde la vanguardia indiscutido (los "obreros avanzados") han sido los obreros negros, que prácticamente se insurreccionaron hace pocos años. Actualmente ocurre lo mismo con los obreros inmigrantes en la Renault francesa.

Mandel no tiene ninguna forma de salir de esta contradicción, y mezcla lo cuantitativo con lo cualitativo en forma inexplicable. Si la definición es cuantitativa, vanguardia son los obreros "más conscientes", los "más luchadores", los "más inteligentes" de la clase obrera. Vale decir, forman parte de una estructura (la clase obrera) donde se diferencian del resto de sus compañeros por ser "más" en algún sentido. Si la definición es cualitativa, es decir, los que "continúan el combate", los que "publican periódicos", los que "han alcanzado un primer nivel de organización", entonces la vanguardia se ubica en la superestructura. La contradicción es de hierro y no se puede salir de ella por mas que se quiera formular una definición diferente, confirmando así al marxismo en que hay sólo dos categorías, no tres.

Pero, entonces: ¿cómo definir a la vanguardia? Si lo quisiéramos hacer con ayuda de la lógica dialéctica, diríamos que la vanguardia es un fenómeno, no un existente (un ser), es decir que, a diferencia de las clases y superestructuras, no tiene una existencia permanente durante toda una época. Los sectores que en la lucha están al frente, son la vanguardia. Es un término relativo; su mismo nombre indica que existe una retaguardia. En un sentido general, el partido es vanguardia" de la clase obrera; la clase obrera es vanguardia de la sociedad toda. Si vamos a ejemplos concretos, en Francia en 1936 el movimiento obrero fue la vanguardia, pero en 1968 lo fue el movimiento estudiantil. En Argentina, desde 1955 hasta 1966 lo fueron los obreros metalúrgicos, en 1968 los estudiantes, a partir de 1969 los obreros de la industria automotriz. En Perú, bajo la dirección de Hugo Blanco, fueron vanguardia los campesinos; durante la presidencia de Velasco Alvarado lo fueron los docentes.

No es casual que Germain, contradiciendo en cierto modo sus Propias definiciones, se refiera sólo a la vanguardia obrera, porque allí es donde se hace más evidente que ésta no se define por "estratificaciones", ni por niveles de conciencia y de organización, sino por el papel que cumple en una determinada lucha. El carácter de "fenómeno" además, puede manifestarse dentro de una misma lucha: en el Cordobazo el papel más avanzado lo cumplió al comienzo el estudiantado, luego el movimiento obrero y el gremio automotriz En las luchas del proletariado francés después de la Revolución Rusa, hubo una vanguardia como Thorez y Marty que luego, en 1936, se hallaba a la retaguardia. Podríamos decir que cada ascenso o lucha tiene su vanguardia: existió la de los IWW o la del PS norteamericano y también la que dirigió las luchas de la CIO; de la primera surge un Cannon, de la segunda un Farrell Dobs; de la estudiantil del 68 de la que ya hablamos, son Krivine, Dutschke y Cohn Bendit; de las nacionalidades oprimidas, Malcolm X.

Recapitulando, podemos decir que la vanguardia es propia de cada lucha; que en una misma lucha diferentes grupos pueden alternarse en ese papel; que un sector que hoy es vanguardia mañana no sólo puede dejar de serlo, sino que hasta puede convertirse en retaguardia. El destino de las vanguardias es ser absorbidas por la clase o ser asimiladas por la superestructura.

Por ejemplo, si alguna de ellas hace permanente su actividad, creando una ideología y construyendo una- organización. Pasa a formar parte de la superestructura. A veces son absorbidas por algunos de los partidos u organizaciones de masas existentes. Thorez se hace stalinista, Reuther burócrata (igual que Lechín en Bolivia o Vandor en la Argentina); Cohn Bendit dedica al cine y Krivine a construir el partido trotskista en Francia. Otros grandes sectores de la vanguardia, al abandonar la lucha, vuelven a confundirse con su clase, con lo cual siguen en la estructura.

El esquema de Germain, que intenta aprisionar a la vanguardia en una "categoría", en lugar de definirla, hace que se pierda para nuestra comprensión. Al ignorar, los aspectos desigualmente desarrollados que se combinan para dar lugar a este fenómeno, revisa completamente el materialismo histórico. Pero éste no es el único defecto de su invento.


¿Dónde entran las organizaciones reformistas?

Germain no lo sabe. Y, efectivamente, este es otro error y mucho más grave que el anterior. Parece que para Mandel y Germain las organizaciones stalinistas y socialdemócratas no tienen nada que ver con el partido revolucionario; es más, parece que no existen. Esto se debe a que Mandel-Germain cree que nuestra lucha fundamental es contra la falsa y atrasada conciencia de la clase obrera y las masas, lo cual es correcto sólo en un sentido general. Porque la falsa conciencia no está formada simplemente por las ideas incorrectas que tienen en su cabeza la gran mayoría de los individuos miembros de la clase obrera o el movimiento de masas, sino que se expresa en instituciones fortísimas, objetivas, las grandes organizaciones reformistas. Ellas captan y organizan a los trabajadores, los educan en esa falsa conciencia, imprimen periódicos para propagandizarla, emplean métodos burocráticos y gangsteriles para defenderla. Nuestra lucha contra esas falsas conciencias no es una intervención quirúrgica ni una sesión de psicoanálisis para extraer de la mente de cada uno de los obreros las ideas equivocadas. Es una lucha a muerte contra las organizaciones que las sostienen, contra su ideología, contra sus métodos y, fundamentalmente, contra su política.

¿Podemos ignorar estas organizaciones en un esquema de la relación de nuestros partidos con el movimiento obrero y su vanguardia? ¿Existe realmente esa relación pura "partido-vanguardia-masas"? De ninguna manera; nuestra relación con la clase obrera es una relación de superestructura revolucionaria a estructura de clase. Y la vanguardia no es el único mediador, porque entre nosotros y la clase obrera están otras superestructuras, los partidos obreros, los sindicatos y otros organismos de clase, los cuales generalmente son reformistas y a veces ultraizquierdistas. Esto vale también para nuestra relación con el movimiento de masas. Por eso nuestros partidos no pueden darse una política para la clase obrera y para ganar a su vanguardia, sin darse una para los sindicatos, los partidos comunistas, los socialdemócratas, los comités de fábrica. No estamos diciendo solamente que no se puede ignorar a las organizaciones reformistas y burocráticas, si no que hay que destruirlas. Trotsky dijo: "La clase de por sí no es homogénea. Sus diferentes sectores adquieren conciencia por vías distintas y con ritmos distintos. La burguesía participa activamente en este proceso. Crea sus propios organismos dentro de los trabajadores o utiliza los ya existentes oponiendo unos sectores obreros a otros. En el seno del proletariado actúan diferentes partidos . (10)

Sus tendencias subjetivistas y fenomenológicas llevan a Mandel-Germain a olvidar que uno de nuestros principales objetivos, si no el principal, es barrer a las direcciones y partidos oportunistas de la dirección del movimiento obrero. Como no ve este obstáculo para el desarrollo de la conciencia de clase que son los partidos contrarrevolucionarios, descubre algo asombroso: que lo "que hoy estorba a la clase obrera" para "poder adquirir una conciencia política de clase" es, sobre todo, "la influencia constante del consumo y la mistificación ideológica de la pequeña burguesía y de la burguesía. Y es por eso que, para Mandel-Germain, "el proceso de abrir los ojos hacia la ciencia social crítica puede jugar un verdadero papel revolucionario en el nuevo despertar de la conciencia de clase entre las masas".

¿Así que ahora nuestra lucha principal es contra "la influencia constante del consumo y la mistificación ideológica de la pequeña burguesía" y debemos abandonar la que siempre hemos sostenido contra las direcciones traidoras y reformistas del movimiento de masas? ¿Así que ésta es la mejor manera de que las masas logren una conciencia de clase? Nosotros, arqueotrotskistas, vamos a seguir en la misma, pero además, para combatir a esas direcciones, en lugar de abrir más los ojos "hacia la ciencia social crítica", vamos a usar una política, la trotskista, contra la stalinista y la socialdemócrata.


La verdadera relación entre acción, experiencia y conciencia

Del esquema mandeliano según el cual las masas, la vanguardia y el partido, recorren diferentes y difíciles caminos para llegar a la conciencia, a la acción o a la experiencia, ya hemos eliminado a la vanguardia, dado que por tratarse de un fenómeno su desarrollo no puede seguir ninguna secuencia previsible. Sólo faltaría agregar que, mientras cumple su papel de vanguardia, cualquier sector sigue en ese momento las mismas leyes de desarrollo que el propio movimiento de masas y el partido, aunque en forma contradictoria. Para los marxistas, "lo espontáneo es la forma embrionaria de lo consciente. Es decir que acción, experiencia y conciencia son partes de una totalidad que se da en todos los niveles, desde el partido hasta las masas. El elemento determinante de esa totalidad son las acciones del movimiento de masas.

No vemos por ningún lado esa acción sin conciencia que le atribuye Mandel a la clase obrera y a las masas. Al contrario, creemos que no existe ninguna acción sin conciencia previa. El régimen capitalista e imperialista, con sus infamias, provoca cambios en la conciencia de las masas (odio, rechazo, indignación, etcétera), que son previos a toda acción. Si existiera una secuencia podríamos decir que es la siguiente: la realidad objetiva de la sociedad burguesa hace impacto en la conciencia de las masas y esto provoca sus acciones. Pero esa realidad objetiva impacta a través de una experiencia, la. de sufrir la explotación. Por ejemplo: el patrón explota al obrero (realidad objetiva del régimen capitalista); éste sufre la explotación (hace la experiencia de ser explotado); siente deseos de cambiar su situación (llega a la conciencia de que debe luchar contra el patrón); se lanza a la lucha (pasa a la acción).

De todos modos, esta secuencia no es más que un esquema porque el obrero contemporáneo, por ejemplo, antes de salir a la lucha, va al sindicato; es decir que su experiencia no parte de cero, puesto que se apoya en la de camadas anteriores de obreros y no necesita ni repetir exactamente la de ellos ni reinventar el sindicato ante cada lucha. Ya sabe hasta cierto grado lo que es una huelga, una ocupación, una manifestación, un petitorio y es consciente de esa experiencia.

Mandel podría decirnos ahora que la clase obrera no aprende más que por sus acciones. Esto es cierto, pero no contradice lo anterior; no quiere decir que la clase obrera efectúe acciones sin conciencia. Las acciones del movimiento de masas encadenan distintos niveles de conciencia y experiencia, hacen que cada una tenga siempre como punto de partida un determinado nivel, que desembocará en otro superior, el cual -a su vez- será punto de partida de nuevas acciones.

Dentro de la conciencia de la clase obrera y las masas explotadas, hay una lucha entre concepciones falsas y verdaderas. Por ejemplo, un obrero socialdemócrata que odia al fascismo, lo considera su peor enemigo y quiere la unidad obrera para luchar contra él, pero, al mismo tiempo, confía en su dirección burocrática y reformista. Respecto al fascismo tiene una conciencia verdadera; respecto a su dirección, y por consiguiente a la forma de luchar contra el enemigo, una falsa. Aquí, como en todo conocimiento, el papel de la práctica es decisivo. Sólo la práctica puede afirmarlo en su conciencia de clase o atacarle su falsa conciencia; sólo la práctica podrá permitirle superar lo falso y afirmar lo verdadero, para llegar a un nuevo nivel de conciencia, que- tendrá nuevas contradicciones siempre superables a través de nuevas acciones. Pero decir que la práctica es el factor determinante en el camino hacia la conciencia de clase, no quiere decir que el camino comience por allí.

Mandel podría insistir en que, de todos modos, estamos de acuerdo con él en que la acción es la única que lleva a la conciencia de clase y que, por lo tanto, respecto a este punto no tenemos diferencias. No es cierto- tenemos dos y fundamentales. La primera es que Mandel habla de un nivel de conciencia desconocido y nosotros de la conciencia de clase, que todos sabemos lo que es. Para él, cada sector llega a un diferente nivel (por ejemplo, la vanguardia a una conciencia "empírica y pragmática") y sólo el partido revolucionario llega a la conciencia de clase (que para Mandel es científica y no política). La segunda diferencia es que para nosotros la conciencia de clase se logra justamente a través de un factor superestructuras, el partido revolucionario, y no a través de las meras acciones y experiencias del movimiento obrero.

Las masas no llegan automáticamente a la conciencia de clase, a la conciencia universal e histórica. Podríamos decir que el movimiento de masas se acerca a ella asintóticamente, es decir que en cada etapa está más cerca de ella, pero nunca la alcanza por sus propios medios. El partido es el único que puede hacer que esas dos líneas, cada vez más cerca una de la otra, dejen de ser asíntotas; que el movimiento de masas se confunda con la conciencia política de clase.

La concepción mandelista es la posición típica de los intelectuales anticonformistas existencialistas y fenomenólogos europeos de la posguerra, uno de cuyos clásicos exponentes es Sartre. Significa la negación del hombre y, en este caso, del carácter humano del movimiento de masas y de la clase obrera, porque el hombre se distingue de los animales por ser consciente, en distintos grados, de sus acciones.

El partido cumple con las mismas leyes que el movimiento de masas pero a un nivel cualitativamente superior. La conciencia del partido revolucionario no es más que la experiencia histórica del movimiento obrero y de masas. En vez de arrancar de una conciencia y experiencia parciales y limitadas, el partido arranca de la conciencia y experiencia históricas y universales. Para extraerlas, utiliza una serie de ciencias combinadas en una -el marxismo-, las eleva a conciencia histórica, universal y abstracta, y la transforma en un programa, político marxista.


¿Conciencia científica o política?

Para Mandel, "la categoría de partido revolucionario surge del hecho de que el socialismo marxista es una ciencia, que, en último análisis, puede ser asimilada completamente sólo en forma individual y no de manera colectiva". Y esto es así porque "El marxismo constituye la culminación (. . . ) de por lo menos tres ciencias sociales: la filosofía clásica alemana, la economía política clásica, y la ciencia política francesa clásica (el socialismo y la historiografía franceses)"(13) y "su asimilación presupone, por lo menos, un entendimiento de la dialéctica materialista, del materialismo histórico, de la teoría económica marxista y la historia crítica de las revoluciones y del movimiento obrero modernos".

Esto quiere decir que elevarse a la conciencia de clase es llegar a la comprensión teórica, científica y global del marxismo como ciencia; manejar la dialéctica, la sociología, la economía y la historia marxistas. Por eso sólo puede ser asimilada en "forma individual y no colectiva"; es decir, por eso sólo una ínfima minoría científica puede llegar a ella. Es la concepción más derrotista que nos podamos imaginar; es en realidad una tarea imposible de cumplir para el movimiento obrero. Si pretendemos expulsar de la conciencia de los trabajadores toda la basura ideológica acumulada por la burguesía y la burocracia, y reemplazarla por la "ciencia marxista" (la "ciencia social crítica") no debemos construir un partido, sino pedirle al imperialismo que nos subvencione una universidad con capacidad para cientos de millones de trabajadores de todo el mundo, con becas para que todos puedan concurrir. Como Mandel ve que esto es imposible, se conforma con decir que sólo una pequeña minoría de individuos puede elevarse a la conciencia de clase.

Esto le crea el problema de qué hacer con esas masas que son incapaces de adquirir la conciencia de clase. Mandel-Germain "resuelven" este problema liquidando al partido como partido político revolucionario y dando gran importancia, en su lugar, a un sector social específico, la "intelectualidad técnica". Ella tendría, según Germain, "la posibilidad de su participación masiva dentro del proceso revolucionario y en la reorganización de la sociedad", que llevará a "los estratos desesperados y críticos de la clase obrera lo que ellos no pueden llevar a cabo, debido al estado fragmentado de su, conciencia: el conocimiento científico y la conciencia que les posibilitará reconocer la verdadera faz de la escandalosamente velada explotación, y de la opresión disfrazada a que son sometidos". Es decir que esta intelectualidad, que se vuelve revolucionaria como sector social, no como parte de la militancia del partido, tiene en sus manos la tarea de despertar la conciencia de clase. Y la principal tarea del partido revolucionario, puesto que la fundamental quedó en manos de la intelectualidad, será la de asesorar teóricamente a esa intelectualidad técnica, dándole cursos de "ciencia social crítica" mandeliana. Con lo cual el papel de esta "ciencia social crítica" es decretar la muerte del partido bolchevique. Con esto Mandel, entre otras cosas, da argumentos a la acusación que permanentemente hace la burguesía al movimiento de masas revolucionario: que es una masa inconsciente arrastrada y engañada por un puñado de agitadores que ocultan sus fines políticos.

Para Mandel, la clase obrera no puede reproducir en forma masiva ningún conocimiento y esto equivale a decir que la sociedad en su conjunto no avanza en el conocimiento. El cree que así como, sólo los individuos asimilan él socialismo científico, sólo los individuos son capaces de asimilar y reproducir los conocimientos acumulados por la humanidad desde la prehistoria hasta nuestros días. Lo que está haciendo Mandel es confundir la parte concreta de los conocimientos (es decir, los resultados) con su elaboración. Pero la sociedad (o la clase obrera o cualquier otro sector de ella) avanza incorporando los resultados científicos, no los métodos de investigación que llevaron a esos resultados. Negar esto sería lo mismo que decir que un individuo que no ha estudiado medicina y farmacopea no sabrá utilizar la aspirina. Sin embargo, hace muchos años que la humanidad hace uso de la aspirina para quitarse el dolor de cabeza con buenos resultados.

Lo que hace Mandel es elaborar dos tipos de conciencia: la de la vanguardia, que es "empírica" y "pragmática" y la conciencia de clase que es "científica global", o sea la de la "comprensión teórica". Esto significa que la conciencia política, el programa, no existen en esta moderna fenomenología de la clase obrera. Para Mandel el hecho de que el obrero esté o no de acuerdo con el programa del partido revolucionario, no tiene nada que ver con su nivel de conciencia; no significa que se haya elevado a la conciencia de clase. Para Trotsky, en cambio, "no se pueden formular los intereses de clase de otro modo que por medio de un programa, como tampoco se puede defender un programa de otro modo que creando un partido. La clase, tomada en sí, no es más que terreno para la explotación. El rol del proletariado comienza en el momento en que de clase social en sí, deviene clase política para sí. Esto sólo puede lograrse por medio de un partido. El partido es esa herramienta histórica con la que la clase adquiere su conciencia. El desarrollo de la conciencia de clase, es decir, la construcción de un partido revolucionario que arrastre tras de sí al proletariado, es un proceso complicado y contradictorio". "

Como vemos, para "Trotsky "el desarrollo de la conciencia de clase" es un proceso objetivo.

La categoría de partido revolucionario surge del hecho de que el marxismo, como partido, es un programa. Imaginemos un supuesto partido integrado por grandes intelectuales que manejan a la perfección los aspectos científicos del marxismo, pero no se preocupen por formular un programa político, ni por trabajar con 61 sobre el movimiento de masas. ¿Es ése un partido revolucionario? No. Un partido revolucionario es, evidentemente, aquél en el cual algunos compañeros entienden a fondo el marxismo y colaboran con la inmensa mayoría de trabajadores que militan en él, para formular un programa político correcto y llevarlo a la práctica.

Entre el programa del partido y la ciencia marxista hay una relación dialéctica: sin teoría (ciencia) marxista no se puede elaborar un programa revolucionario. También hay una relación dialéctica entre ese programa y las acciones de las masas: si no parte de las acciones de las masas, el programa no puede ser revolucionario. Y también hay una relación dialéctica con la actividad del partido: sin un partido que lo lleve a la práctica ningún programa es, por sí mismo, revolucionario. Todos estos elementos confluyen para lograr esa realidad concreta que es el partido revolucionario con su programa. Y este partido es "el más alto grado de desarrollo de la conciencia de clase proletaria", como diría Mandel. Por eso décimos que Mandel, al magnificar una parte esencial del partido revolucionario, la ciencia marxista, cae en una desviación cientificista intelectual acerca del papel del partido y de la conciencia de clase. La conciencia de clase es la transformación de la "clase social en sí, en "clase política para sí" según Trotsky. Para Mandel, siguiendo su razonamiento, la conciencia de clase debería ser la transformación de la clase obrera en conciencia científica y no en conciencia política, como para Trotsky. Y esto es una barbaridad. Es suficiente con que sectores masivos de la clase obrera apoyen políticamente al partido marxista para que se hayan elevado a la conciencia de clase. Es suficiente con que individuos o sectores de la clase se incorporen al partido y acepten su programa y estatutos, para que sean la máxima expresión de la conciencia de clase. Esto es así aunque las masas que apoyan políticamente al partido y los individuos 0 sectores que se incorporan a él aceptando sus estatutos y programa, no sepan ni una sola palabra de filosofía, economía o sociología marxista, es decir que no hayan asimilado "completamente" al marxismo como "ciencia". Este fue el criterio clásico de Lenin y Trotsky. Como vemos, mucho menos exigente que el de Mandel.

La conciencia de clase significa que los obreros sepan que la sociedad sufre un cáncer, el régimen capitalista e imperialista, y que el único remedio" para ese cáncer es nuestro programa y nuestro partido. Este conocimiento, como lo señalaba Trotsky, puede y debe ser adquirido en forma masiva y no individual por el movimiento obrero y de masas. Y el movimiento obrero y de masas adquiere este conocimiento confrontando en el transcurso de sus acciones las diferentes políticas que le plantean los distintos partidos que existen en su seno. Si existe un partido revolucionario que da la política correcta (es decir, la que responde a los intereses históricos e inmediatos de la clase obrera) en cada una de las luchas, el movimiento obrero y de masas lo reconocerá como su Partido Y se habrá elevado a la conciencia política de clase. Si este partido no existe, no podrá hacerlo. El papel de marxismo "como ciencia" es transformar los intereses históricos e inmediatos de la clase obrera en un programa de movilización, vale decir en una respuesta política para cada lucha real del movimiento de masas, que tienda a elevar esa 1ucha hacia la toma del poder. Y de esta manera ganar a. las masas para nuestro programa y nuestro partido, liquidando a sus direcciones traidoras y oportunistas.


Un análisis vanguardista y estrategista

Análisis, realidad y política

Si para Mandel la "ciencia social crítica" cumplía el papel de despertar la conciencia de clase, para su discípulo Germain, el análisis cumple uno todavía más revolucionario, puesto que es siempre" el de "cambiar las condiciones en favor de la revolución proletaria, no el de adaptarlas a la situación dada". 16

Esta peligrosa afirmación confunde lo que es un análisis con la política marxista, (de la misma manera que antes Mandel confundía lo que es ciencia marxista con programa y partido revolucionario). Una leve diferencia con la opinión de Lenin, para quien el marxismo busca realizar "un análisis estrictamente exacto y objetivamente verificable de las relaciones de clase y de los rasgos concretos propios de cada momento histórico". "

Es decir, estudiar cuidadosamente la realidad para descubrir las tendencias hacia la revolución proletaria y las que se le oponen y las relaciones entre ambas. Esto es, nada menos, que la caracterización del "momento histórico" dado. Y es "la base científica" de la que habla Lenin, necesaria -no como cree Mandel "para blandirla contra la realidad y cambiarla"- sino solamente para forjar la herramienta con que la cambiaremos. Esa herramienta "es la política" decía Lenin. Y en particular nos referimos a la política del partido hacia las masas para imponer un cambio revolucionario.

El objetivo del análisis es profundizar una y otra vez el estudio de una determinada situación, para elaborar las consignas correctas que pueden fortalecer las tendencias revolucionarias y las que tratarán de destruir a las contrarrevolucionarias.

Pero el análisis no cumple para nada el objetivo de "cambiar las condiciones existentes en favor de la revolución proletaria". Ese objetivo lo cumple la política. Análisis y política están, pues, íntimamente unidos aunque no son lo mismo. No podemos darnos una política revolucionaria si no partimos de un análisis y caracterización científicos de la realidad. Al mismo tiempo, nuestro análisis no sirve para nada si no deviene en una política para cambiar esa realidad. Veamos un ejemplo.

Análisis: el movimiento obrero está en ascenso; tiene a su frente a los socialdemócratas y stalinistas; la burguesía está en crisis; existe un gobierno débil que se ve obligado a dar libertades democráticas y a hacer concesiones al movimiento obrero; un sector de la burguesía prepara un golpe de estado fascista; la clase media está dividida: un sector tiende a dejarse arrastrar por el fascismo y otro por el movimiento obrero; nuestro partido no tiene influencia de masas pero es reconocido por sectores de vanguardia.

Caracterizacion: estamos en una situación prerrevolucionaria que desembocará en la revolución obrera o en la contrarevolución fascista; hacia la revolución obrera empuja el ascenso de la clase, la radicalización de un sector de la pequeña burguesía y la existencia de nuestro partido; hacia la contrarrevolución empujan la burguesía y el imperialismo, la clase media de derecha y la política traidora de las direcciones oportunistas del movimiento de masas; sólo si desplazamos a estas direcciones y ganamos la dirección del movimiento de masas la situación desembocará en la revolución obrera

Política: hay que unificar al movimiento obrero en un frente contra el fascismo y empezar a plantear el armamento de los organismos de masas, denunciando las vacilaciones y traiciones de las direcciones reformistas; en esta tarea debemos ganar al movimiento de masas; hay que realizar un trabajo sobre la base del ejército; hay que levantar un programa que contemple también las necesidades de la pequeña burguesía para arrastrarla hacia la revolución obrera; debemos trabajar en las organizaciones del movimiento obrero y de masas levantando las consignas que surgen de los puntos anteriores: "Unidad de todas las organizaciones obreras y partidos obreros y populares contra el fascismo"; "destacamentos armados de los sindicatos y soviets (si los hay)"; "derechos democráticos para los soldados y suboficiales", etcétera.

El análisis marxista de las etapas

Para formular nuestra política, lo primero que hacemos es definir con todo cuidado la etapa de la lucha de clases por la que atraviesa un país, un continente, el mundo, un gremio, una fábrica o, inclusive, un colegio o una facultad. La base para el análisis y la caracterización marxista es la situación de la lucha de clases. Vale decir que se trata, antes que nada, de un análisis estructural, que debe responder a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación de fuerzas entre las clases en la situación que queremos caracterizar? Sobre esta base se incorporan los elementos superestructurales: situación de los partidos políticos, de los sindicatos y otros organismos de masas, de las distintas tendencias existentes en su interior, etcétera. La relación de fuerzas general entre las clases se expresa en el tipo de régimen que existe en cada etapa. Un cambio general en la relación de fuerzas (es decir de etapa ) se transforma a corto plazo en un cambio de régimen.

Dentro de estas etapas hay momentos en que una clase toma la ofensiva y momentos en que la toma otra clase; dentro de una misma clase distintos sectores pueden estar a la ofensiva en cada momento; sectores de una misma clase pueden a veces luchar entre sí. Además, están las superestructuras de las diferentes clases, y el estado, que tienen cierta autonomía respecto al movimiento de las clases, lo que provoca situaciones contradictorias base-superestructura (como dando el movimiento obrero se orienta a la revolución y los partidos obreros se orientan cada vez más hacia la derecha). Todos estos vaivenes que se dan dentro de una etapa pueden determinar subetapas, que debemos precisar cuidadosamente.

Trotsky ha dicho que hay, en general, cuatro tipos de etapas, que reflejan cuatro estadios en el proceso de 1a lucha de clases: contrarrevolucionarios, no revolucionarios, prerrevolucionarios y revolucionarios. Los gobiernos reflejan de una manera no mecánica las características de la etapa, y en ellos se resumen todas las contradicciones. Existen gobiernos fascistas, bonapartistas, semibonapartistas, democráticoburgueses, kerenskistas. kornilovianos. En los paises atrasados, según Trotsky, se dan gobiernos bonapartistas sui generis , que son los que, sin dejar de ser burgueses, enfrentan o resisten a alguna potencia imperialista para lo cual tiende a apoyarse en el movimiento de masas u obrero o, por el contrario, aplastan a lops trabajadores como sirvientes del imperialismo.

La existencia de estos diferentes tipos de gobierno, inclusive a veces para una misma etapa, obedece a que, como toda superestructura, reflejan no sólo la relación fundamental explotadores-explotados, sino todas las otras contradicciones y combinaciones de clases o sectores de clases. Siguen siendo, todos ellos, gobiernos burgueses, pero algunos se apoyan en la clase media de las ciudades, otros se ven obligados a apoyarse en el campesinado o en los partidos de la clase obrera; en algunos tiene más peso el aparato burocrático-militar del estado que en otros, etcétera. De estas diferentes combinaciones, surgen diferentes tipos de gobierno, que reflejan situaciones particulares de la lucha de clases. Pero todos estos gobiernos están determinados por las características especiales de la etapa y por el régimen. En una etapa prerrevolucionaria, puede haber un gobierno democrático-burgués o uno kerenskista, pero no puede haber un gobierno fascista; en una etapa contrarrevolucionaria puede haber un gobierno fascista o uno bonapartista, pero no puede haber un gobierno democrático-burgués.

Este método, que consiste en definir las etapas y regímenes por la situación de la lucha de clases y los gobiernos por la combinación concreta de sectores sociales y superestructuras que expresan, era el de nuestra Internacional en las buenas épocas del "arqueotrotskismo". Nuestra política comenzaba por el intento serio, tenaz, cuidadoso y científico, de definir la etapa que atravesábamos y el gobierno que soportábamos en cada momento. Pero, desde que la mayoría predomina en la dirección de nuestra Internacional, ese método se ha abandonado. Nuestros análisis se hacen ahora únicamente en base a las relaciones existentes dentro del movimiento obrero y muy especialmente, casi exclusivamente, a la situación de la vanguardia. Del resultado de semejantes análisis surge una política cuyo objetivo ya no es dirigir correctamente a las masas en las situaciones que deben enfrentar sino impactar a la vanguardia. De ahí el desprecio por el método científico que ha elaborado el trotskismo.

Antes, hubiéramos discutido meses enteros si la definición del gobierno de Banzer como "fascista" que hace el compañero González Moscoso era correcta o no. ¿Por qué? Porque sólo poniéndonos de acuerdo en eso podíamos ponernos de acuerdo en la política a seguir. Actualmente, los compañeros de la mayoría están de acuerdo en la política y estrategia del POR(C) para Bolivia, sin estar de acuerdo, aparentemente, en la definición del gobierno, pues González dice que es "fascista" y Germain lo califica de "reaccionario". Esto podría ser una casualidad, pero desgraciadamente, es la regla. Los compañeros de la mayoría decían que la política del ERP y del PRT(C) era un ejemplo (o sea que la aprobaban con elogios), pese a que el PRT(C) había definido la situación argentina como de "guerra civil" Y los compañeros del SU como prerrevolucionaria.

Los "análisis justificación" de la mayoría

Parece imposible que se pueda coincidir en una política a partir de caracterizaciones de la situación real diametralmente opuestas. Y en realidad lo es. Pero lo que ocurre es que los compañeros de la mayoría no parten del análisis de la situación de la lucha de clases, sino que hacen casi al revés: formulan una estrategia de acuerdo a los fenómenos internos al movimiento obrero y de masas y luego inventan un análisis de la realidad que se acomode a esa estrategia y la justifique.

En otra época, el sector al que le dieron importancia fundamental fue el de las organizaciones burocráticas del movimiento obrero, en especial a los partidos comunistas. Entonces formularon una estrategia dirigida a ese sector: la del entrismo "sui generis". Para justificarla, empezaron por asegurar que la guerra mundial era inevitable y que los partidos comunistas se verían obligados a encabezar la lucha de las masas, con el consiguiente surgimiento de tendencias centristas que dirigirían toda una etapa de la revolución

No hubo guerra mundial ni surgieron las tendencias centristas, pero se fueron inventando nuevos análisis de la realidad para seguir justificando esa estrategia decenal. Ya hemos visto el último de ellos, que nos dice que la estrategia del entrismo "sui generis" se adoptó porque se previó que ". . . el proceso de radicalización(. . . ) se produciría esencialmente en el seno de las organizaciones de masas tradicionales" (18). Y también hemos visto que, como lo demostró el fenómeno castrista y guevarista, no fue así.

La política del IX Congreso para América Latina es otro buen ejemplo de este método. Los camaradas de la mayoría no tomaron en cuenta para nada el análisis marxista de la lucha de clases para definir su estrategia. No dieron ninguna importancia a las etapas que estaba viviendo cada país latinoamericano. Lo que tomaron como punto de referencia es lo que discutía la 66vanguardia": guerra rural o no, lucha armada o no. De ahí sacaron la estrategia. Primero fue la guerrilla rural; después -cuando las papas quemaban porque se habían hundido todas las guerrillas rurales- la destilaron y obtuvieron la quintaesencia, la "estrategia de la lucha armada". A los camaradas de la Mayoría no les importaba que en Brasil hubiera un régimen semifascista o ultrarreaccionario; en Perú un bonapartismo "sui generis"; cierto desplazamiento nacionalista en otros países latinoamericanos y diferentes etapas de la lucha de clases en cada país. Ellos englobaron a todos en un análisis por el cual necesitaran una estrategia común

El primer análisis-justificación de la estrategia de lucha armada fue inventar un tipo de régimen común a toda América Latina, un régimen de acuerdo monolítico entre el imperialismo, las burguesías nacionales y las fuerzas armadas. Pero después del Congreso Mundial surgieron gobiernos como el de Torres y el de Allende y cayó Onganía en la Argentina, acontecimientos que derrumbaron ese análisis. Como había que mantener la estrategia, se inventó un nuevo tipo de régimen: el "reformismo militar". En realidad, lo único que tenían de nuevo los englobados por este - nombre, era precisamente el nombre. Fue Rockefeller quien lo inventó. Cuando visitó América Latina, escribió un informe en el que recomendaba al imperialismo una nueva política, el "reformismo militar", con el cual estuvieron de acuerdo el imperialismo, las burguesías nacionales y las fuerzas armadas. Esta caracterización también se derrumbó cuando vinieron los sangrientos golpes proimperialistas de Banzer y la Junta Militar chilena, por razones obvias Gran parte del gobierno de Torres y la última parte del de Allende tuvieron las características de gobiernos "kerenskistas". La única definición aproximada es la que nos da Germain por la negativa, cuando califica a Banzer de "korniloviano", pero muy a la pasada. ¿Por qué fueron incapaces los camaradas de la mayoría de prever estos gobiernos y darse una política frente a ellos? Porque el análisis correcto significaba, por ejemplo en el caso de los gobiernos kerenskistas, plantear el frente único obrero contra el golpe reaccionario y la formación de milicias como parte de las organizaciones naturales del movimiento dé masas. Es decir, significaba que no había que hacer guerrillas. El análisis correcto no servía para justificar su estrategia.

¿Cómo caracterizábamos nosotros a los regímenes latinoamericanos? Veamos: "La derrota o la necesidad de enfrentar al movimiento de masas, así como la coyuntura económica, facilitaron la unidad imperialismo-burguesía nacional y esta unidad permitió el surgimiento de gobiernos bonapartistas dictatoriales, apoyados por el ejército o directamente militares, y en algunos casos semifascistas, como Brasil.

Esto plantea un importante problema teórico: el frente único monolítico entre el imperialismo yanqui y la burguesía nacional. . . ¿se dará dentro de un periodo histórico de cinco, diez o más años, o por el contrario, es un fenómeno transitorio como el visto en todos los otros periodos latinoamericanos de gobiernos fuertes que fueron seguidos por gobiernos débiles cuando ascendió el movimiento de masas?

En principio creemos que la solución castrista y guevarista del problema, de que estos gobiernos seguirán siendo así, es falsa.

"La crisis actual creciente entre sectores burguesas nacionales y de algunos de éstos con el imperialismo, combinada con un factor mucho más importante y decisivo, el ascenso del movimiento de masas, está provocando la crisis de todos estos gobiernos. Es decir no son un fenómeno monolítico y eterno, por el contrario, es bien momentáneo, tanto como dure el retroceso del movimiento de masas. (19)

Dos años más tarde decíamos: "Definir los gobiernos y regímenes latinoamericanos no es una preocupación ociosa, sino una de las necesidades revolucionarias más urgentes". "El intento de ignorar el grave problema teórico de definir los regímenes latinoamericanos actuales con ingeniosas frases periodísticas como, por ejemplo, "reformismo militar", no hace más que oscurecer el problema y alejarnos del análisis marxista, de clase. Las tenazas de la colonización yanqui, por un lado, la movilización obrera, por otro, originan violentos y espectaculares cambios en el carácter de los regímenes burgueses. Algunos son semifascistas, como el de Brasil, o directamente reaccionarios sobre bases de legalidad burguesa, como el de Uruguay. Otros, nacionalistas burgueses que tienden a transformarse o se transforman en bonapartistas "sui generis según las enseñanzas de Trotsky.

El espectacular ascenso del movimiento de masas origina situaciones de poder dual institucionalizado o atomizado, que dan origen a otro tipo de gobierno y regímenes, los kerenskistas. Estos son típicos de situaciones revolucionarias, cuando el poder obrero es tan fuerte que el gobierno queda suspendido en el vacío entre los dos poderes. "

"[el kerenskismo es]. . . sumamente inestable, bonapartismo o semibonapartismo entre los explotadores y el movimiento de masas, y no como el [bonapartismol "sui generis" entre el imperialismo y el movimiento de masas". El actual ascenso revolucionario tiende a transformar el bonapartismo "su¡ generis" en bonapartismo kerenskista o en reaccionario". "Creemos que el régimen de Velasco tiene elementos bonapartistas "sui generis". Allende está a mitad de camino. "

"En Bolivia se han dado los tres tipos de gobierno que hemos definido: reaccionario o semifascista el de Barrientos- tendiendo a bonapartista "sui generis" el de Ovando; kerenskista el de Torres". "

Para nosotros, a cada tipo de régimen, por expresar una distinta situación de la lucha de clases, había que enfrentarlo con una estrategia diferente. Para los camaradas de la mayoría, el análisis se reducía a explicar por qué motivo regía una misma estrategia para cualquier tipo de etapa, régimen y país. La explicación es, en realidad, muy sencilla: porque ésa era la estrategia más simpática a la vanguardia. Este carácter vanguardista fue abiertamente proclamado por Mandel cuando nos dijo que había que realizar ". . . campañas políticas nacionales, elegidas cuidadosamente, coincidiendo con las preocupaciones de la vanguardia. . . ""

Toda esta negación del marxismo navega a velas desplegadas en el documento europeo de la mayoría. No se hacen allí distingos de ningún tipo entre las etapas que viven los distintos países europeos. Sin embargo, unos viven en una situación contrarrevolucionaria (como Grecia, España y Portugal) que evoluciona a prerrevolucionaria (como España) o se combina con la guerra civil dentro de su imperio (como en Portugal); otros viven una situación no revolucionaria pero evolucionando a prerrevolucionaria (como Italia, Francia y, quizás, Inglaterra, qué soporta una guerra de hecho en Ir " landa) o revolucionaria (como Irlanda del Norte). Los otros países viven una situación no revolucionaria, sin posibilidades de transformarse a corto plazo en prerrevolucionaria.

Nuestra caracterización es sumaria y posiblemente equivocada; querríamos que se la tome solamente como un ejemplo metodológico.

Lo que queremos destacar es que de las diferentes situaciones surgen, evidentemente, tareas diferentes, a veces diametralmente opuestas.

En Grecia, España y Portugal -con situaciones parecidas las grandes tareas planteadas son las democráticas; en los últimos países con carácter urgente, porque en España el movimiento obrero viene en continuo ascenso y Portugal enfrenta la guerrilla en sus colonias. En Inglaterra, donde se da una situación opuesta a las mencionadas, la tarea esencial es lograr que los soldados ingleses se retiren de Irlanda del Norte y, además, elaborar un programa de transición para enfrentar la miseria creciente del movimiento obrero. En Italia y Francia tenemos planteados problemas objetivos diferentes a los del resto de los países europeos, porque la lucha de clases está a un nivel más alto. Los camaradas de la mayoría dicen control obrero y trabajo sobre la vanguardia, no porque crean que las situaciones de todos los países sean iguales, sino porque ellos recorren un camino inverso: en lugar de decir a esta situación corresponde esta tarea, dicen "puesto que vamos a aplicarles la misma estrategia, todos los países son iguales".


¿Por qué degeneraron la II y la III Internacionales?

El desplazamiento de los camaradas dé la mayoría a una concepción vanguardista se expresa no sólo en el terreno de los análisis concretos, sino también en cuestiones teóricas generales. Hay dos de ellas donde la dimensión de las aberraciones llega al límite del revisionismo: la degeneración de la II y III Internacionales y la caracterización de las situaciones prerrevolucionaria y revolucionaria.

En ambos casos, el camarada Mandel-Germain basa toda su explicación en las relaciones internas de la clase obrera y, dentro de ella, en el papel de la vanguardia. Para Mandel "la raíz de la degeneración, tanto de la II como de la III Internacionales, es decir, la subordinación de los partidos de masas socialdemócratas y comunistas de Europa Occidental a una burocracia conservadora y reformista, que en la práctica diaria se ha convertido en parte del statu-quo", responde a una ley general de la degeneración.

Veamos esa ley: "El resultado de estas tendencias contradictorias depende de la lucha entre ellas, que a la vez está determinada, en última instancia, por dos factores sociales: por una parte, el grado de los intereses sociales específicos que se desprende de la organización autónoma y, por otra parte, el grado de actividad política de la vanguardia de la clase obrera. "(22)

Los trotskistas siempre hemos tomado como elemento fundamental para analizar las causas de la degeneración de la II y III Internacionales, el proceso general de la lucha de clases en el mundo. Creemos que la II Internacional degeneró por la existencia y ascenso, del imperialismo, que otorgó grandes concesiones a sectores importantes de la clase obrera gracias ala explotación de sus colonias. Esto provocó el nacimiento de una aristocracia obrera íntimamente ligada a las concesiones que otorgaba el capitalismo. Mandel ahora descubre que la "organización autónoma" y "autopreservación del aparato" en sí se explican por la necesidad de preservación de los "intereses sociales específicos del propio aparato y no como parte del proceso general de formación de la aristocracia obrera. La III Internacional degeneró por las derrotas y el retroceso del movimiento obrero en todo el mundo y por la refracción de este mismo retroceso en el primer estado obrero, la URSS, una nación campesina y atrasada. De ahí la importancia que nuevamente tuvo la preservación del "aparato en sí".

Pero Mandel ahora abandona este clásico análisis, y entonces la degeneración burocrática es la resultante de la relación- entre una burocracia que defiende su aparato y el "grado de actividad política de la vanguardia. Las masas con sus luchas no cuentan para nada. Con este método, se puede deducir que la burocracia puede ser liquidada por la mera "actividad de la vanguardia", es decir, sin necesidad de apelar a la movilización.


Las situaciones prerrevolucionaria y revolucionaria

Todo un capítulo de la "nueva metodología mandeliana" lo constituye la revisión de la teoría en cuanto a la calificación de las situaciones prerrevolucionaria y revolucionaria.

Siempre partiendo de las relaciones internas del movimiento obrero, y de las de vanguardia con el partido Mandel afirma: "La maduración de una situación prerrevolucionaria (explosión potencialmente revolucionaria) es la integración de la acción de las grandes masas con la acción de los obreros avanzados. Una situación revolucionaria o sea la posibilidad de la conquista revolucionaria del poder- aparece cuando ha sido alcanzada la integración de las acciones de la vanguardia y las masas con la conciencia de la vanguardia y los estratos revolucionarios."(23)

O sea que la burguesía y la pequeña burguesía no entran en este esquema. Tenemos derecho a pensar que Mandel considera que la situación de esas clases y su relación con el movimiento de masas no tienen importancia. Por el contrario, Trotsky pensaba que "el descontento, la nerviosidad, la inestabilidad, el arrebato fácil de la pequeña burguesía, son signos extremadamente importantes de una situación prerrevolucionaria.(24) Y definía una situación "apta para la victoria de la revolución proletaria", como aquella en que se daban las siguientes condiciones: "1) el impasse de la burguesía y la consecuente confusión de la clase dominante; 2) la aguda insatisfacción y el anhelo de cambios decisivos en las filas de la pequeña burguesía, sin cuyo apoyo la gran burguesía no puede mantenerse; 3) la conciencia de lo intolerable de la situación y la disposición para las acciones revolucionarias en las filas del proletariado; 4) un programa claro y una dirección firme de la vanguardia proletaria. "

Este ordenamiento que Trotsky repite sistemáticamente durante la década de los 30, es aleccionador: primero, la situación de la burguesía; segundo, la de la pequeña burguesía; tercero, la de la clase obrera, y, último, la existencia de un partido revolucionario. Como buen marxista, empieza por lo objetivo y termina por lo subjetivo, De la situación prerrevolucionaria Trotsky no nos ha dado una definición tan exacta. Ha señalado que es una situación intermedia entre la no revolucionaria y la revolucionaria. Ha insinuado que está caracterizada por la existencia de las tres primeras condiciones y la ausencia de la última, el partido.

Por otra parte, esto no es sólo una cuestión de ortodoxia trotskista, sino sencillamente de sentido común: si la burguesía está unida en un sólido frente, goza de una buena situación económica, mantiene satisfecha a la pequeña burguesía y cuenta con su simpatía, las famosas "integraciones" de Mandel no llevan, ni por casualidad, a la revolución. El más avanzado de los casos que pudiéramos imaginar -masas, vanguardia y partido integrados en sus acciones y su conciencia- terminarán con un aplastamiento brutal y sangriento de la clase obrera a manos de esa burguesía unida, apoyada por la pequeña burguesía y defendida por un ejército sin ninguna clase de fisuras. Por suerte, no hay ninguna posibilidad real de que semejante "integración "mandelista se produzca en la lucha de clases tal cual la conocemos hasta ahora.


El concepto germainista de normalidad

Ahora bien, esta incomprensión de los camaradas de la mayoría, en especial de Germain, acerca de qué es una situación prerrevolucionaria o revolucionaria, ha provocado toda una discusión viciosa alrededor de la palabra normal". Esta discusión comenzó para América Latina, pero tiene importancia decisiva para el análisis marxista de la situación mundial. Los camaradas de la mayoría afirman que no veremos en América Latina procesos de desarrollo "normal" del movimiento de masas, porque no habrá lapsos prolongados con condiciones de democracia burguesa. Con esto pretenden demostrar que el pronóstico de la minoría de que América Latina se aproxima cada vez más a las normas clásicas de la revolución proletaria es falso.

La cuestión de si la revolución tiende o no a "normalizarse" no tiene que ver con la mayor o menor duración de los regímenes de legalidad burguesa. Tiene que ver con que los procesos revolucionarios de todo el mundo tiendan o no hacia las situaciones que fueron descritas por Lenin y Trotsky, es decir con que se generalicen o no situaciones parecidas a la Revolución Rusa. "Normales" son las revoluciones que tienen como centro a1 proletariado industrial, a las ciudades como ámbito geográfico y a la insurrección urbana como eje de la lucha armada. "Normal" es también que dichas revoluciones sólo triunfen, si tienen a su frente a un partido bolchevique.

Esta concepción de "normalidad" nació en oposición a la de "anormalidad" que hemos presenciado en esta postguerra, donde partidos pequeñoburgueses, o burocráticos, desde el stalinismo hasta el castrismo, se vieron obligados a encabezar gobiernos obreros y campesinos. La anormalidad fue consecuencia de varios factores combinados: el primero fue que dos de las condiciones de una situación revolucionaria (el impasse de la burguesía y la radicalización de la pequeña burguesía) se transformaron de coyunturales en crónicas. El crack financiero, la crisis crónica de la economía, se reflejaron en una crisis sin salida de la burguesía durante años y una izquierdización permanente de la pequeña burguesía que no encontraba ninguna posibilidad de apoyarse en una ligera recuperación de la economía burguesa.

Estos factores se combinaron con la crisis del imperialismo yanqui en la posguerra y su división ante Castro y con dos carencias revolucionarias fundamentales: la del movimiento obrero y su dirección. El campesinado pasó a jugar un papel preponderante y las condiciones objetivas terminaron llevando a los partidos pequeñoburgueses al gobierno y a la ruptura con el régimen imperialista, terrateniente y, por último, burgués.

La anormalidad consistió, en definitiva, en que, por la ausencia del movimiento obrero y del partido revolucionario las dos primeras condiciones de la situación revolucionaria adquirieron un peso colosal y el papel del partido revolucionario fue cumplido por partidos pequeñoburgueses con influencia de masas. Esta combinación anormal había sido prevista por Trotsky en el Programa de Transición.

La actual vuelta de la "normalidad" no significa lisa y llanamente que se vuelva a la situación previa a la Segunda Guerra Mundial, sino que el movimiento obrero se incorpora a la situación revolucionaria y nuestros partidos, los únicos obreros y revolucionarios que existen hoy, se desarrollan.

Las demás condiciones no sólo no van a retroceder, sino que seguirán avanzando. El carácter crónico de la crisis se extenderá a países capitalistas con una estructura mucho más sólida que los atrasados y esto acentuará el peso de la intervención de la clase obrera industrial.

La combinación será mucho más explosiva que en cualquier etapa que hayamos conocido anteriormente: mayor crisis crónica de la economía burguesa, mayor ízquierdización de la pequeña burguesía, mayores sentimientos y actividad revolucionarios de la clase obrera, colosal crecimiento e influencia en el movimiento de masas de nuestros partidos y nuestra Internacional. Es decir, la revolución se vuelve "normal" en forma creciente porque se vuelve objetivamente más fácil y, sobre todo, porque la clase obrera y nuestros partidos entran en escena. Se pueden volver a dar situaciones revolucionarias "anormales", pero quedarán supeditadas (y ayudarán) a escala mundial a la normalización.

¿Qué tiene que ver con todo esto la mayor o menor duración de los períodos de legalidad burguesa? La Revolución Rusa, la más "normal" de todas las revoluciones triunfantes, se dio en la Rusia zarista, con siglos de despotismo, un año de legalidad en 1905 y unos meses en 1917, más unos pocos años de resquicios legales. Esa es nuestra "normalidad": la clandestinidad del movimiento revolucionario y el enfrentamiento, a gobiernos reaccionarios de distinto pelaje la mayor parte del tiempo. No entendemos la "normalidad" como la situación de Europa Occidental, con un siglo o más de legalidad burguesa, interrumpida brevemente por fenómenos como el fascismo.

Creemos, sí, que las etapas de clandestinidad serán mucho menos prolongadas que las rusas, porque las condiciones son mucho más favorables al movimiento de masas. Y sostenemos 44 firmemente que, al igual que en Rusia, los resquicios legales y las etapas democráticas serán logradas únicamente por la acción del movimiento de masas; y que, cuanto más fuertes sean los golpes que éste le aseste a la burguesía, más débiles serán los regímenes que irán surgiendo. La tendencia a los gobiernos kerenskistas será cada vez más aguda, en la medida en que siga el ascenso, y sólo una oportunidad revolucionaria desaprovechada por la falta de un partido bolchevique y una política trotskista, explicará los retrocesos parciales a regímenes semifascistas.

Estas han sido las experiencias de Bolivia y Chile, que nuestro método marxista de análisis fue capaz de prever y el método estrategista y vanguardista de los camaradas de la mayoría ignoró por completo. El camarada Germain, al llamar "korniloviano" a Banzer, reconoce al gobierno de Torres como kerenskista. ¿No se da cuenta de que reconocer la existencia de gobiernos kerenskistas, significa reconocer las pautas "normales" de la Revolución Rusa? Evidentemente no. Ellos opinan que los golpes de Banzer y los militares chilenos les dan la razón, porque demuestran la "excepcionalidad" de los períodos de democracia burguesa. ¡Sin embargo Bolivia y Chile han tenido más tiempo de democracia burguesa en los últimos cinco anos que la Rusia revolucionaria en todo un siglo! Silencio absoluto: los camaradas de la mayoría siguen comparando la situación latinoamericana con la de Europa dominada por el fascismo.

Distintos países -Bolivia y Chile entre ellos- han entrado en la situación prerrevolucionaria clásica, que no se convirtió en revolucionaria por la falta del partido. Esto no quiere decir que todos los países latinoamericanos han entrado en esa etapa. Todo lo contrario, es una minoría de países la que se encamina hacia ella en un proceso de conjunto, desigual. Pero esas Rusias latinoamericanas le señalan el camino a los otros países del continente y, nos atrevemos a decirlo, como mínimo, a todo el mundo occidental.

El proceso latinoamericano y mundial nos confirma esta tendencia y esto convierte en herramientas fundamentales de nuestro análisis las enseñanzas de la Revolución Rusa en contra de las estrategias de "lucha armada", de "trabajo sobre la vanguardia" y de "control obrero" de la mayoría. Los bolcheviques no encararon otra forma de lucha armada que no fuera la que marcaba el ascenso del movimiento de masas. Con la lucha armada o sin ella, con "control obrero" o sin él, iban construyendo el partido en todo momento. ¿Por qué cambiar? Aún no hemos sido derrotados, ni vemos ese peligro de ocupación nazi de nuestros países que hace temblar a la mayoría. Cuando esa perspectiva exista, cosa que no creemos, podremos discutir las nuevas formas de lucha armada. Mientras tanto, seguimos orgullosos de nuestro análisis y de nuestra política.

Los camaradas de la mayoría, Germain incluido, tienen que dejar de jugar a los films del Oeste "made in Italy", para volver al método y al programa tradicional de nuestro movimiento. Esto es más necesario que nunca. Hay que partir de la realidad y no de "La hora de los hornos" o las películas de Costa-Gavras*, ni de las "inquietudes (necesidades) de la vanguardia" que, en muchos casos, se inspiran en ellas. Acabamos de ver el desarrollo acelerado de otro régimen kerenskista: el de Allende. Acabamos de ver cómo el triunfo momentáneo de los Kornilovs chilenos fue facilitado por la ausencia de una política y un partido bolchevique. Por eso esa política y esos partidos son hoy más necesarios que nunca. ¡Desempolvemos los tres tomos de Lenin del año 1917 y los análisis de Trotsky sobre la Revolución Rusa!


Lenin y Trotsky Sobre la orientación de los partidos comunistas y trotskistas

El camarada Mandel ha señalado al pasar que su interpretación del nuevo papel del partido leninista fue anticipado por Lenin, en El ultraizquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. Suponemos que los párrafos que toma son los siguientes: "El primer objetivo histórico (el de ganar para el poder soviético y para la dictadura de la clase obrera a la vanguardia con conciencia de clase del proletariado) no podía alcanzarse sin una victoria ideológica y política completa sobre el oportunismo y el socialchovinismo. . . "(26) y "Lo principal se ha logrado ya: se ha conquistado a la vanguardia de la clase obrera. . . . . . . . . . . la vanguardia proletaria ha sido conquistada ideológicamente. Esto es lo principal. "(27)

Lenin dijo esto en un momento histórico concreto: cuando luchaba contra el oportunismo para ganar a los obreros socialistas de izquierda y anarcosindicalistas para la III Internacional. Y se refería a una vanguardia también concreta: una vanguardia obrera, que era lo más avanzado de su clase, y que tenía fuerte influencia y era ampliamente reconocida por amplios sectores de la clase obrera. Todo el capítulo donde figuran esas citas comienza señalando este hecho, que configura una situación distinta a la actual, donde la numerosa vanguardia existente no es reconocida por la clase trabajadora, y predominan en ella los elementos no proletarios. Para Lenin se trataba de ganar a esa vanguardia para concretar el triunfo de los obreros rusos a nivel organizativo y de la vanguardia mundial. Pero esa tarea central sobre la vanguardia no lo llevó a modificar las características centrales de los partidos comunistas; los siguió considerando un órgano para conducir a las masas a la revolución proletaria. El esfuerzo de Lenin estaba dirigido, justamente, a convencer a dicha vanguardia de que debía organizar partidos bolcheviques, con una política marxista revolucionaria ara las masas y no para la vanguardia en cada uno de sus países

Ubicadas estas citas en su lugar, cabe preguntarse por qué Mandel las usó en lugar de las resoluciones de la III Internacional. Nosotros sabemos por qué: porque los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista han dicho lo contrario de lo que dice Mandel-Germain: ". . . esta minoría que es comunista y que tiene un programa, que quiere organizar la lucha de las masas, es el Partido Comunista.

"El Partido Comunista sólo difiere de la gran masa de trabajadores en lo que él considera la misión histórica del con. junto de la clase obrera y se esfuerza en todo momento en defender no los intereses de algunos grupos o profesiones sino los de toda la clase obrera."(28)

""El Partido Comunista, si es realmente la vanguardia de la clase revolucionaria. . . si ha sabido unirse indisolublemente a toda la existencia de la clase obrera y, por su intermedio, a la de toda la masa explotada. . . "(29)

Como vemos, la Internacional Comunista plantea con claridad que el objetivo de los partidos revolucionarios debe ser organizar la lucha de las masas" (no de la vanguardia); defender siempre ("en todo momento") los intereses de "toda la clase obrera", no de algunos grupos (¿qué es la vanguardia sino un "grupo" dentro del movimiento obrero?); y para ello debe saber unirse indisolublemente a toda la existencia de la clase obrera no a la existencia parcial de un sector, así sea de "vanguardia").


Trotsky contra Germain

Germain sostiene que la posición del documento europeo de la mayoría con respecto a los organismos de masas, es similar a la que tuvo Trotsky durante los años 34-36 para Bélgica, Francia y España, a pesar de que nuestras organizaciones eran más débiles. Es una lástima que Germain no siga adelante con su comparación y no nos explique cuál fue la posición de Trotsky sobre el papel de nuestros partidos para la misma época. Jamás planteó nada de lo que dicen los camaradas de la mayoría. Nunca dijo que no había posibilidades inmediatas de lograr partidos con influencia de masas. Nunca dijo que nuestra táctica central para el próximo periodo fuera trabajar sobre la vanguardia de masas. Y menos aún, dijo que el trabajo sobre esa vanguardia era lo que caracterizaba al partido bolchevique.

Lo que Trotsky planteó fue lo opuesto. El consideró que la situación prerrevolucionaria en esos países posibilitaba un amplio trabajo sobre las masas y un rápido crecimiento de nuestras secciones: "Las fuerzas de las que disponemos son pequeñas. Pero la ventaja de una situación revolucionaria consiste en que un grupo, incluso poco numeroso, puede llegar a ser una gran fuerza en un corto espacio de tiempo, a condición de saber formular pronósticos exactos y lanzar a tiempo las consignas justas. "" " "Es cierto que en el curso de una revolución, es decir, cuando los acontecimientos se suceden a un ritmo acelerado, un partido débil puede convertirse en un partido poderoso, con la única condición de que comprenda con lucidez el curso de la revolución y de que posea cuadros probados que no se dejan exaltar por las palabras o aterrorizar por la represión. " "Una decena de millares de militantes, con una dirección firme y perspicaz, pueden encontrar el camino de las masas, arrancarlas de la influencia de los charlatanes, stalinistas y socialdemócratas. " "Es preciso dirigirse hacia las masas, hacia sus capas más bajas y explotadas. " "Pero 20. 000, -o incluso 10. 000 con una política clara, decidida, agresiva, pueden ganarse a las masas en un corto plazo, de la misma forma que se las ganaron los bolcheviques en ocho meses. "" "Debemos dirigirnos hacia las amplias masas, hacia las organizaciones de masas, a cualquier precio, por todos los medios, sin dejamos influir ni paralizar por la intransigencia conservadora.(35) "El primer deber de toda organización revolucionaria, especialmente en un periodo crítico como el presente, en que la conciencia de las masas cambia literalmente a diario, consiste en mantener oídos atentos a lo que el trabajador común comenta en la fábrica, en la calle, en los transportes, en el café y en el hogar, para saber cómo ve él la situación, que esperanzas alienta, en qué cosas cree: hay que escuchar atentamente a ese trabajador. "(36)

La situación europea de la época en que Trotsky escribía estas líneas, era parecida a la actual: se estaba entrando en un periodo prerrevolucionario. Pero, de la misma manera que ocurre con los escritos de Lenin y con las resoluciones de la III Internacional, todo lo que dijo Trotsky es lo opuesto a lo que dicen los camaradas de la mayoría. La mayoría nos dice que no hay posibilidades de lograr partidos con influencia de masas; Trotsky no se cansa de repetir que "un grupo, incluso poco numeroso, puede llegar a ser una gran fuerza", "un partido débil puede convertirse en un partido poderoso", "con una dirección firme y perspicaz, pueden encontrar el camino de las masas", "con una política clara, decidida, agresiva, pueden ganarse a las masas en un corto plazo", etcétera. La mayoría nos dice que hay que centrar nuestra actividad en la vanguardia; Trotsky afirma que "es preciso dirigirse hacia las masas, hacia sus capas más bajas y explotadas", "debemos dirigirnos hacia las amplias masas", etcétera. La mayoría nos dice que nuestras campañas políticas deben girar alrededor de "problemas cuidadosamente elegidos que correspondan a las inquietudes (necesidades) de la vanguardia"; Trotsky afirma que mantener oídos atentos" al "trabajador común es el deber de toda organización revolucionaria". No se aparta Trotsky ni un milímetro de esta concepción cuando aconseja, para la misma época, el trabajo entrista. Este entrismo no tenía como objetivo esencial el ganar a ninguna vanguardia; era una táctica para ir hacia el movimiento de masas.

Trotsky decía: "Es necesario ir a las masas. Es necesario que hallemos un lugar para nosotros dentro del frente único, es decir dentro de los marcos de alguno de los dos partidos que lo componen. En la realidad práctica, eso significa dentro de la SFIO. "(37)

Para Trotsky, la función del partido siempre es intervenir de lleno en las luchas de las masas, disputando su dirección y levantando las consignas más adecuadas a esas luchas. Para Trotsky siempre es posible transformar nuestros partidos, por pequeños que sean, en partidos de masas en una etapa prerrevolucionaria. Es decir, Trotsky siempre tiene posiciones contrarias a las de Germain. El nuevo tipo de partido leninista, cuya misión fundamental es trabajar sobre la vanguardia, no se encuentra por ninguna parte en sus escritos de aquella época. Pero, quizás previendo que en el futuro pudieran aparecer algunos Germain es en el movimiento trotskista, también dijo algo sobre la vanguardia: "Si el proletariado no advirtiese, en algunos meses, en el proceso de la lucha, que sus tareas, sus métodos, se han clarificado y que sus filas se cohesionan y robustecen, entonces comenzaría inevitablemente la disgregación en su propio seno. Amplias capas despertadas por primera vez por el movimiento actual volverían a caer en la pasividad. A medida que el suelo comenzase a hundirse bajo sus pies, la vanguardia engendraría un estado de espíritu favorable a la acción de grupos aislados y al aventurerismo en general. (38)

Resumiendo, sólo el movimiento de masas, orientado por el partido, puede salvar a la vanguardia de caer en la desesperación aventurera y guerrillerista.


Nuestro trabajo político sobre las masas y la vanguardia: propaganda y agitación

Por lo que hemos dicho hasta ahora, parecería que opinamos que el partido debe ignorar la existencia de las vanguardias que aparecen en cada momento de la lucha de clases y no darse ninguna actividad hacia ella. Esto no es así; reconocemos que la vanguardia del movimiento obrero y del movimiento de masas es un sector al cual le debemos dar importancia y sobre el cual debemos trabajar. Lo que hemos dicho hasta ahora es que esas vanguardias no definen la política del partido , ni sus consignas , ni su organización , ni sus análisis.

Hay un gran sector de la política del partido que esta destinado a la vanguardia la propaganda.

Así lo define Lenin cuando dice:

"Mientras se trataba (y en la medida en que aún se trata)de ganar para el comunismo a la vanguardia del proletariado la prioridad recaía y recae sobre la propaganda. (39)

El problema es que para Mandel-Germain, nuestro trabajo sobre la vanguardia debe ser mucho más ambicioso que el que nos proponía Lenin: Se trata de ". . . campañas políticas nacionales en torno a problemas cuidadosamente elegidos que corresponden a las inquietudes (necesidades) de la vanguardia que no vayan contra la corriente de la lucha de masas y les ofrezcan a nuestras secciones una posibilidad de demostrar una capacidad de iniciativa efectiva aunque todavía modesta. " Y "concentrar su propaganda y, donde sea posible su agitación, sobre la preparación de estos obreros avanzados"(41)

Y el documento de Germain aclara aún más esta posición. Según él, lo que fue proyectado en el IX Congreso ". . . fue un giro hacia la transformación de las organizaciones trotskistas de grupos de propaganda en organizaciones capaces ya de aquellas iniciativas políticas a un nivel de la vanguardia de masas que son requeridas por la dinámica de la lucha de clases misma.

Para la mayoría se debe tender a la agitación y las acciones ("iniciativas políticas") "a un nivel de, la vanguardia de masas".

Aun cuando fuera correcto que los esfuerzos de nuestras secciones se centraran en la vanguardia, el solo hecho de proponer, agitación y acciones sobre ella ya está en contradicción con el leninismo ("la prioridad recae en la labor de propaganda").

Debería ser ampliamente conocida la definición de propaganda como "la actividad de dar muchas ideas, a unos pocos" y la de agitación como la de "dar unas pocas ideas a muchos". La propaganda abarca desde un curso de economía marxista o de lógica dialéctica hasta la charla individual con un activista obrero al que le explicamos la situación nacional e internacional, nuestro programa y las diferencias entre la nuestra y las otras organizaciones obreras. La agitación, por el contrario, consiste en levantar unas pocas consignas (a veces una sola) que den salida para la lucha que tiene planteada en cada momento el movimiento obrero o de masas, (aumentos de salarios, libertades democráticas, asamblea constituyente, todo el poder a los soviets, etcétera).

Lo que caracteriza a un partido leninista troskista es que su actividad principal es la agitación sobre el conjunto de toda la población explotada y no solo sobre un sector de ella, aunque este sector sea la clase obrera. Lo que caracteriza al partido Mandelista es que su actividad principal es la agitación y las campañas políticas principalmente sobre la vanguardia.


El arte de encontrar las consignas

Un partido bolchevique comienza por efectuar un análisis de la etapa de la lucha de clases, de ese análisis surgen una, dos o tres tareas esenciales para el movimiento de masas, que concretamos en consignas. Este es el aspecto concreto de nuestra política, por eso es el fundamental. La teoría y la propaganda sirven para precisar este aspecto. Toda nuestra actividad incluyendo la Teoría y la Propaganda esta sujeta a este objetivo ultimo definir cuales son las tareas generales que enfrentan las masas en una etapa determinada , pero plantearlas en forma de consignas.

Veamos un ejemplo: sube un nuevo gobierno. El grueso del esfuerzo teórico del partido se concentrara en definirlo con precisión, en analizar cuidadosamente la relación dé fuerzas entre las clases, los sectores que integran el nuevo gobierno y los que están en oposición, y las relaciones de ambos con el imperialismo, el papel que juegan en él las fuerzas armadas, etcétera. Si de allí se deduce, por ejemplo, que es un gobierno bonapartista contrarrevolucionario, definiremos unas pocas consignas agitativas que responderán a las necesidades que le plantea dicho gobierno al movimiento de masas (defensa de las conquistas económicas; libertades democráticas; defensa de las organizaciones obreras). Pero nos encontraremos con que esta caracterización y estas tareas son distintas de las que plantean las direcciones reformistas y burocráticas y la ultraizquierda y también chocan con las tendencias espontáneas de la vanguardia. Esto nos obligará a que también nuestra propaganda gire alrededor de la explicación constante de las características de ese régimen, de la polémica con nuestros enemigos dentro del movimiento obrero alrededor de dicha caracterización y de por qué las tareas que nosotros proponemos al movimiento de masas son las correctas. En síntesis: nuestra teoría se volcará a descubrir qué consignas debemos agitar, nuestra propaganda a explicar a la vanguardia por qué debemos agitar esas consignas y no otras. Esto no quiere decir que sean nuestras únicas actividades teóricas y propagandísticas, sino que son las principales.

Esquematizando, podemos decir que toda la ciencia y el arte trotskista se sintetizan en la capacidad para elaborar las consignas adecuadas en cada momento de la lucha de clases. Es lo mismo que decía Lenin: "Por lo tanto, el contenido capital de las actividades de la organización de nuestro partido, el centro de gravedad de estas actividades debe consistir en una labor que es posible y necesaria, tanto durante el periodo de la explosión más violenta, como durante el de la calma más completa, a saber: en una labor de agitación política unificada en toda Rusia que arroje luz sobre todos los aspectos de la vida y que se dirija a las grandes masas

Lenin basa esta línea de denuncias políticas en una confianza ciega en la capacidad de organización y de movilización del obrero atrasado o del obrero medio, y no en

la capacidad especial de los obreros de vanguardia o "avanzados". Nunca se detiene, en relación al movimiento de masas, en la vanguardia obrera o en la necesidad de que el partido tome iniciativas propias en la acción, sino solamente en la organización de campañas agitativas. Para Lenin, si impactamos a las masas con una de esas campanas, los obreros son capaces de todo. El papel del ido es iniciar esas campanas, acampanar y dirigir al movimiento de masas. Por eso criticaba a los intelectuales "que no saben o no tienen la posibilidad de ligar el trabajo revolucionario al movimiento obrero para formar un todo". "Debemos imputar la culpa a nosotros mismos, a nuestro atraso con respecto al movimiento de masas, a no haber sabido aún organizar denuncias suficientemente amplias, resonantes, rápidas contra todas esas ignominias el obrero más atrasado comprenderá y sentirá y al sentirlo él mismo querrá reaccionar, lo querrá con un deseo incontenible, y sabrá entonces organizar hoy una batahola contra los censores, desfilar mañana en manifestación frente a la casa del gobernador que haya sofocado un alzamiento campesino dar pasado mañana una lección a los gendarmes con sotana que desempeñan la función de la santa inquisición, etcétera. "(44)

Ya hemos visto cómo Trotsky recordaba para España (un país tan caro a Mandel-Germain que lo usa como analogía para la actual situación europea) que: "Las fuerzas de las que disponemos son pequeñas. Pero la ventaja de una situación revolucionaria consiste en que un grupo, incluso poco numeroso, puede llegar a ser una gran fuerza en un corto espacio de tiempo, a condición de saber formular pronósticos exactos y lanzar a tiempo las consignas justas. (45)

Trotsky resume su posición diciendo: "La agitación no es sólo el medio de comunicar a las masas tales o cuales consignas de llamarlas a la acción, etcétera. Para el partido, la agitación es también un medio de escuchar a las masas, de sondear su estado de animó y sus pensamientos y, según los resultados, de tomar tal o cual decisión práctica. " Y se cansó de decir lo mismo para Estados Unidos: "Cuando iniciamos la lucha no podemos estar seguros de la victoria. Sólo podemos decir que nuestra consigna se ajusta a la situación objetiva, y los mejores elementos la comprenderán y los más atrasados que no la comprendan no se opondrán." "Lo importante, cuando el programa sea sancionado definitivamente, es conocer las consignas muy bien y utilizarlas hábilmente para que en cada parte del país todo el mundo utilice las mismas consignas al mismo tiempo. Tres mil pueden dar la impresión de quince o de cincuenta mil. "(48)


La especificidad de las consignas

Estas verdades archisabidas han sido olvidadas -o nunca las conocieron- por los camaradas de la mayoría. Ellos sostienen el trabajo sobre la vanguardia mientras Lenin y Trotsky sostienen la agitación sobre las masas. Esta diferencia entre quienes seguimos las enseñanzas de Lenin y Trotsky y quienes siguen los camaradas de la mayoría se manifiesta claramente en la actividad militante de nuestras secciones. Por más que nos esforzamos en descubrirlas, no logramos saber cuáles son las consignas generales e importantes para la acción de nuestra sección francesa, por ejemplo. Si algo la caracteriza, es la carencia de consignas generales para el movimiento obrero y de masas.

No estamos hablando del programa, sino de una, dos o tres consignas que caractericen y respondan a las necesidades del movimiento de masas en la situación actual de Francia. Los camaradas norteamericanos han tenido una consigna fundamental en los últimos años: "Retiremos las tropas de Vietnam, ahora". Nosotros, para la campaña electoral, hemos tenido otra: "No vote patrones, ni militares, ni dirigentes vendidos vote por sus compañeros obreros. " ¿Cuáles fueron las consignas centrales de la campaña electoral de los camaradas franceses? Es imposible saberlo.

Vayamos -a las consignas para el movimiento obrero y de masas francés. Si revisamos la colección de Rouge de junio a agosto de 1973, veremos que allí hay sólo tres campañas de denuncia constantes: solidaridad con los obreros de la fábrica de relojes LIP, con los obreros inmigrantes y lucha contra los grupos fascistas.

La única que podría tener algo que ver con el conjunto del movimiento de masas francés es la campaña contra los grupos fascistas pero en ella no se levanta la consigna "frenemos o aplastemos a Ordre Nouveau y al fascismo". Las otras dos son campañas parciales para sectores específicos. Nos preguntamos: ¿cuál es la o las consignas generales que dan solución a los problemas más sentidos del movimiento obrero? Exceptuando los grupos fascistas, ¿el régimen no le crea al movimiento obrero ninguna clase de problemas? ¿No responde a una necesidad de las masas la consigna "frenemos la ofensiva patronal contra nuestro nivel de vida y de trabajo"? Si el único problema es el fascismo, - -, Por qué no levantamos una consigna para movilizar a las masas contra él? Y que- conste que aquí no estamos defendiendo ni atacando tal o cual consigna, estamos planteando . algo mucho más elemental: nuestra obligación de darnos consignas para la acción del movimiento de masas. Vale decir, nuestra obligación de hacer agitación.

Insistimos en que no estamos diciendo que no haya que darle una enorme importancia al trabajo sobre la vanguardia obrera o de masas.

Al contrario, hay momentos de la lucha de clases en que se convierte en nuestro trabajo fundamental . Cuando hay una grave derrota histórica en el movimiento obrero , nuestra actividad esencial en la propaganda sobre la vanguardia hasta que el movimiento obrero se recupere.

Hubo también una situación excepcional que transformó el trabajo sobre la vanguardia en el eje de la actividad revolucionaria en un período de ascenso. Fue la situación que ya vimos en la construcción de la III Internacional, basada en el triunfo de la Revolución Rusa y la, aparición del primer estado obrero. En este último caso estuvo planteado por" uno o dos años, ganar de un solo golpe a toda o casi toda la van, guardia mundial a caballo del ejemplo y entusiasmo despertado por el triunfo espectacular del movimiento de masas con una dirección bolchevique, que se expande a escala mundial a través de la vanguardia, porque ella asimila ese triunfo del movimiento de masas. Esta situación está determinada por la ley del desarrollo desigual y combinado del movimiento revolucionario mundial: un triunfo colosal, con una dirección marxista revolucionaria, del movimiento de masas en un determinado país va paralelo e interconectado al reflejo de ese triunfo a escala mundial al nivel de la vanguardia. Pero nuevamente aquí el elemento-decisivo es el movimiento de masas.

Lo mismo nos va a ocurrir a escala nacional tan pronto obtengamos algún triunfo muy importante a nivel de la lucha de clases nacional. Un triunfo decisivo en un gremio importante del movimiento obrero francés, como por ejemplo el metalúrgico, el automotriz o el de maestros, dirigido por nuestro partido, provocará un impacto inmediato y de un solo golpe sobre toda la vanguardia del movimiento obrero francés. La vanguardia obrera se acercará por miles a nuestro partido, y nuestra tarea central, por un tiempo, será ganarla de un solo golpe para el trotskismo. Pero no debemos engañarnos. Ese vuelco se producirá en base a un triunfo del movimiento de masas, y por ningún. otro motivo.


Cómo se gana a la vanguardia

Tanto una situación "normal", en la cual la tarea es la agitación en el movimiento de masas, como estas situaciones momentáneas y excepcionales que hemos descrito, nos plantean una pregunta. ¿Cómo trabajamos sobre la vanguardia? ¿Cómo la ganamos? ¿Tal vez con una política específica? La mayoría opina que sí, que a la vanguardia se la gana desarrollando campañas nacionales sobre cuestiones que "corresponden a las inquietudes "de la vanguardia" y tomando "iniciativas efectivas" en esas cuestiones. Nosotros opinamos todo lo contrario : que a la vanguardia la debemos ganar explicándole pacientemente (haciendo política sobre ella ) nuestra política para el movimiento obrero y de masas y no con una política especifica para ella.

Este problema es muy importante, porque aquí radica el origen del grueso de las diferencias políticas concretas entre la mayoría y la minoría.

La vanguardia, nunca surge con tendencias hacia la política trotskista o bolchevique. Surge expresando las tendencias espontáneas de la lucha del movimiento de masas en ese momento, y la primera lección de política la recibe de los partidos reformistas con influencia de masas, de la burocracia sindical y de los fenómenos mundiales de la revolución. Esas son las ideas que primero conoce, antes sólo conocía el veneno que vomitan todos los días los órganos de propaganda de la burguesía. El partido revolucionario no tiene ninguna posibilidad de competir con la "propaganda de la burguesía y sus agentes en el movimiento obrero. Partimos, pues, de una situación de inferioridad. La vanguardia contemporánea, por ejemplo, nació a la vida política bajo la presión de la propaganda stalinista en un polo, y la castrista en el otro. Eso explica que durante un tiempo discutiera fundamentalmente los problemas de la lucha armada.

Si tomamos como punto de partida esas "inquietudes", nos veremos obligados a optar (como les ocurrió a los camaradas de la mayoría) por uno u otro polo. Quizás logremos, amoldándonos a esta situación, captar a un sector de esa vanguardia, pero sólo a costo de sacrificar nuestra propia línea política.

Ahora bien: captar a la vanguardia proguerrillera transformándonos en proguerrilleros, o a la vanguardia stalinista transformándonos en prostalinistas, ¿para qué sirve? Para nada. Es un golpe brutal a la posibilidad de dirigir la revolución. Sólo estaremos haciendo el juego a alguna de las políticas incorrectas que se expresan con mucha más fuerza que la nuestra dentro de la vanguardia. Tan pronto fracase la estrategia castrista o la stalinista, nuestro partido se hundirá con ella.

Como trotskistas, nosotros confiamos en el movimiento de masas; pensamos que él hará la revolución si sabemos construir un partido que lo dirija con una política correcta. Ese partido se construirá fundamentalmente ganando a la vanguardia para esa política trotskista, no para cualquier política o para su desviación de turno. Esta tarea es mucho más difícil y dura qué la que plantea la mayoría, pero es la única justa.

Captar a la vanguardia es un avance para el proceso revolucionario sólo si se la , capta para la política revolucionaria. El stalinismo captó a amplios sectores de la vanguardia . para su . política, y los esterilizó para dirigir la revolución, los liquidó como vanguardia. En nuestros días, el castrismo también captó a casi toda la vanguardia mundial y la llevó al desastre; desmoralizó políticamente a" un sector y llevó a la liquidación física a otro, a una gran parte de la vanguardia latinoamericana de los años 60.

¿Qué significa ganar a la vanguardia para la política trotskista? Algo muy sencillo: ganarla para la agitación, en el movimiento, de masas, de las consignas que nuestro partido elabora científicamente en cada etapa, para la estrategia de construir un partido bolchevique y para el programa de dicho partido. Es pelear muy duramente, día tras día, contra las direcciones burocráticas y reformistas, en primer lugar y contra las tendencias ultraizquierdistas en segundo término. Es decirle, ante cada problema de la lucha de clases: "Compañero de vanguardia, frente a esta situación, el stalinismo levanta tal consigna para el movimiento de masas; esa consigna es incorrecta porque nos lleva a, depositar confianza en algún sector de la burguesía, que terminará llevándonos al matadero. El ultraizquierdismo te plantea que te lances a realizar acciones por tu cuenta, aislándote del movimiento de masas, de tus compañeros de trabajo de todos los días: si le haces caso terminarás también siendo derrotado por la burguesía

Nosotros te planteamos que no te separes ni un milímetro de tus compañeros de trabajo, que permanezcas ligado al movimiento de masas, para convertirte en su dirección; que detectes cuidadosamente cuáles son los problemas ¡por los cuales tus : compañeros están dispuestos a movilizarse; busques la consigna precisa para llevar adelante esa movilización; y que esto que haces en tu trabajo lo hagas también a nivel nacional y de todo el mundo

Para realizar esta tarea debes dar un paso más allá de tu lugar de trabajo, necesitas organizarte en un partido de militantes como tú. En ese partido, , que. es el que estamos construyendo nosotros, hacemos lo mismo que tú haces en tu lugar de trabajo: buscamos las consignas adecuadas para movilizar en cada momento a las masas explotadas. Pero además sabemos que esa movilización de las masa terminará en la toma del poder o será derrotada, y tenemos un programa, el programa de transición, que es el que encadena las consignas hasta conducir a las masas a la toma del poder. "Te invitamos a construir ese partido con nosotros y a adherir a nuestro programa. "

Así de sencilla es la tarea sobre la vanguardia: partir de las consignas que agitamos en el movimiento de masas, y ganarla para el partido y el programa del que surgen dichas consignas. Y todo esto que tenemos que decirle a la vanguardia, ¿qué es sino propaganda (muchas ideas para unos pocos)? Pero, ¿cómo podremos hacer esta propaganda si no somos los campeones de la agitación de esas consignas?

Más aún, en los casos "excepcionales" que planteamos, nuestra propaganda tiene el mismo sentido. Después de un aplastamiento histórico del movimiento de masas, pasaremos s haciendo propaganda sobre la vanguardia. ¿Y qué le diremos? ""Compañero: el movimiento obrero está derrotado pero confiamos incondicionalmente en que volverá a luchar. No te lances a acciones por tu cuenta: estudia y aprende toda la experiencia acumulada por los trabajadores en más de un siglo de lucha; fórmate como la dirección de esas nuevas luchas que inevitablemente van a venir; sondea cuidadosamente a tus compañeros y, apenas los veas dispuestos a reiniciar la lucha, aunque sea por una cuestión ínfima y mezquina, busca y plantea la consigna adecuada para esa lucha. El único sitio donde puedes estudiar y aprender toda esa experiencia, el único sitio donde podrás elaborar esa consigna, es nuestro partido. "

Veamos el otro caso excepcional, el de la III Internacional. Acaso definió Lenin una política específica para ganar a la vanguardia mundial? ¿Hizo "campañas políticas nacionales" en torno a las "inquietudes" de la vanguardia? ¿Se puso a favor de los socialistas de izquierda y los anarco-sindicalistas a los que quería ganar, en contra del oportunismo y el socialchovinismo de los partidos socialdemócratas? Nada de eso; ganar a la vanguardia significaba convencerla de que debía darse "una labor de agitación política unificada. . . que se dirija a las grandes masas"; ganarla para la política del partido bolchevique ruso. Y esto significaba hacerla romper definitivamente con los partidos socialdemócratas y las tendencias anarquistas para que construyeran en cada uno de sus países partidos bolcheviques al estilo del ruso.

¿Por qué fue ésa la única oportunidad en que Lenin planteó que la tarea central era ganar a esa vanguardia? Porque el impacto de ese gran triunfo del movimiento de masas que fue la Revolución Rusa hizo que, por primera (y hasta ahora única) vez en la historia, la propaganda del marxismo revolucionario pudiera competir con éxito con la propaganda burguesa y reformista; porque por primera (y hasta ahora única) vez en la historia, la vanguardia de todo el mundo se orientó masivamente hacia el marxismo revolucionario, fascinada por el ejemplo del proletariado soviético y su partido bolchevique.


La dialéctica masas-vanguardia

Tanto la teoría marxista cómo los ejemplos históricos señalan que existe una dialéctica entre las masas y la vanguardia y, por lo tanto, que es falsa la concepción mecánica de los camaradas de la mayoría, según la cual por el solo hecho de ganar a la vanguardia hemos avanzado en el camino de dirigir a las masas. Si ganamos a la vanguardia para una política que no sea la leninista-troskysta de trabajar sobre el movimiento de masas , alejamos a nuestro partido de la política revolucionaria, separamos a la vanguardia de las masas y terminamos liquidando tanto al partido como a la vanguardia , abandonando el movimiento de masas a su suerte y cerrando el camino al triunfo de la revolución. Si ganamos a la vanguardia para la política leninista-trotskista habremos dado un paso inmenso hacia la construcción del partido con influencia de masas, que lleve al triunfo de la revolución.

En esta dialéctica, también cabe la posibilidad de que haya vanguardias, o sectores de ellas, que, por problemas históricos y sociales concretos, no puedan ser ganadas para la política marxista revolucionaria. En un sentido general, éste es el caso de un sector importante de la vanguardia estudiantil, que está condenado por la lógica inflexible de la lucha de clases a abandonar tarde o temprano las trincheras del movimiento de masas para pasar a las de la burguesía. Justamente esta dialéctica es la que explica que todo lo que ganemos o perdamos los marxistas revolucionarios, a todos los niveles de la lucha de clases (movimiento de masas, clase obrera o vanguardia) está determinado por la propia lucha de clases, con sus vaivenes; nunca por una política específica, más o menos correcta, para la vanguardia. Visto desde otro ángulo: la única forma de ganar a la vanguardia es tener una política correcta para el movimiento de masas. Pero con eso no basta: lo más importante es que esa política obtenga triunfos importantes que nos lleven a la dirección del movimiento de masas a escala nacional o internacional. Eso es lo que pasó en Francia en mayo del 68: "Una política correcta para el conjunto del estudiantado y del movimiento obrero nos llevó a impactar a la vanguardia, pero no logramos ganarla en forma masiva porque el movimiento de masas, en su primera gran movilización de conjunto de los últimos treinta y cinco años, no logró un triunfo completo y resonante sobre la burguesía. La medida del triunfo hizo que siguiéramos influyendo en la vanguardia cuando decayó la movilización.

Esta dialéctica es la que descubre el error básico de los razonamientos de los camaradas de la mayoría. Ellos señalan dos hechos ciertos: que hay una numerosa vanguardia y que "no podemos abrigar la esperanza de ganar la simpatía política general en la clase obrera de un solo golpe". - Pero de esos dos hechos, sacan la conclusión equivocada de que debemos trabajar principalmente sobre la "vanguardia de masas", con una política específica para ella, que parta de sus "inquietudes". Aunque los camaradas de la mayoría no lo dicen, la lógica de este razonamiento lleva a la conclusión de que a esa "vanguardia de masas" sí la podemos ganar de "un. solo golpe" a diferencia de lo que ocurre con la clase obrera.

Estamos de acuerdo en que no podemos ganar a la clase obrera "de un solo golpe". Pero, ¿qué es lo que nos impide ganarla en un proceso? Si en cada momento de la lucha del movimiento de masas o de sectores de él levantamos las consignas correctas, iremos ganando, gradualmente o por saltos, sus "simpatías". Y apenas se desencadenen luchas importantes, la "simpatía política" del movimiento de masas o importantes sectores de él por nuestros partidos y nuestra política, crecerá geométricamente.

Tampoco comprendemos qué es lo que nos puede permitir ganar la "simpatía política general" de la "vanguardia de masas" de un solo golpe. La "vanguardia de masas" no tiene necesidad de nuestro partido ni de nuestra política. En los momentos de calma en la lucha de clases, tenderá a realizar acciones separadas del movimiento de masas a las que nosotros nos deberemos oponer. Esto producirá que sólo un sector minoritario de ella §e acerque a nuestras posiciones; el resto seguirá con sus tendencias espontaneístas. No hay forma de evitarlo. Orientar al partido en torno a esas inquietudes, puede producir un éxito momentáneo. Pero es también muy probable que, a menos que rompamos total y absolutamente con el trotskismo, se den en la vanguardia tendencias no trotskistas mucho más hábiles y capaces que nosotros para seguir al pie de la letra la desviación (o inquietud) de turno de esa vanguardia.

Pero el panorama cambiará apenas entre a tallar el movimiento de masas. En ese momento, sectores de la vanguardia estarán mucho más preocupados por dar una orientación correcta a la lucha de las masas que por realizar acciones separadas de ellas. Entonces recordarán nuestro paciente pero intransigente trabajo propagandístico, y dirán: "los trotskistas tenían razón cuando nos decían que confiáramos en el movimiento de masas y no nos separáramos de él; vayamos a discutir con ellos cuál es la política correcta para esta movilización". Otros sectores, los guerrilleros por ejemplo, seguirán con sus acciones aisladas de la lucha de las masas, se separarán cada vez más de ellas, y serán desconocidos por ellas como dirección de alternativa frente al reformismo y la burocracia. El partido entablará un diálogo amplio y fraternal con el primer sector, tratando de ganarlo para su" política hacia el movimiento de masas. Con respecto a los guerrilleristas, lo único que podrá hacer el partido será una caracterización: "estos compañeros son irrecuperables, por el momento, para el marxismo revolucionario; defendámoslos de los ataques de la burguesía, pero dejemos que se cocinen políticamente en su propia salsa ".

Por medio de este proceso, y, no "de un solo golpe", ganaremos día a día más influencia en la vanguardia del movimiento de masas. La dialéctica de las relaciones vanguardia-masas es inflexible: sólo podremos ganar "de un solo golpe" a la vanguardia en el momento de este proceso en que nuestro partido haya dirigido al movimiento de masas a la obtención de un triunfo colosal. Sólo en ese momento, y en ningún otro, la tarea (que sigue siendo propagandística). de ganar a la vanguardia, será la central. Y nunca por una etapa indefinida; apenas hayamos agotado las posibilidades de ese trabajo, volveremos (con nuestras fuerzas multiplicadas por cien) a nuestra tarea central de agitar las consignas correctas para cada momento de la lucha de las mares.

En muchas oportunidades, nuestras consignas agitativas no movilizan a las masas y sólo son tomadas por sectores de la vanguardia como cuando realiza, por ejemplo, una manifestación de apoyo a Vietnam o a una huelga obrera. La mayoría podría extraer de aquí la conclusión de que la vanguardia realiza acciones y ese solo hecho hace necesaria una política para ella.

En esto hay parte de razón: la vanguardia realiza acciones, pero no todas ellas son positivas. No basta con la condición que ponen los camaradas de la mayoría de que dichas acciones "no vayan en contra de la corriente de la lucha de las masas". Se puede realizar una acción que en un sentido general coincida con la lucha de las masas, pero que en ese momento particular sólo sirva para desatar la represión o para distraer la atención de las masas de sus problemas centrales. Por, ejemplo, si en medio de una movilización de masas por salarios, un sector de la vanguardia hace una manifestación con la única consigna de "abajo la burocracia sindical", distrae la atención de las masas, pues el problema central para ellas son los salarios, y la lucha contra la burocracia sólo estará planteada como un aspecto (en un comienzo secundario) de esa lucha antipatronal. Si esa manifestación de la vanguardia termina con la muerte de diez oficiales de la policía, producirá la represión del régimen sobre un movimiento de masas que aún no está preparado para enfrentaría. Por lo tanto, no es suficiente con que las acciones de la vanguardia no vayan "en contra de la corriente de la lucha de las masas", sino que es necesario que respondan al milímetro a las necesidades presentes de esa lucha de masas. Toda otra posibilidad debe ser enérgicamente condenada por el partido.

Ahora bien, ¿qué significado tienen las acciones de la vanguardia, desde el punto de vista de la lucha de clases en su conjunto? Lo que para la vanguardia es una acción (una manifestación, un acto relámpago, etcétera), desde el punto de vista 1 de la lucha de clases es una tarea agitativa que dicha vanguardia realiza sobre el movimiento de masas. Cumple el mismo papel que hablar por radio o lanzar un volante, tratar de llegar a las masas con nuestras consignas; es una acción agitativa del partido y de la vanguardia. No es una acción directa del movimiento de masas, ni de enfrentamiento a los explotadores, sino una técnica, entre otras, para agitar consignas. Si la burocracia, el reformismo, la ultraizquierda o nosotros (porque nos equivocamos) repartimos un volante o levantamos una consigna incorrecta, perjudicamos a la lucha del movimiento de masas. Lo mismo ocurre con las acciones de la vanguardia: si el eje de esas acciones es correcto, la agitación que ellas provocan en el movimiento de masas es positiva; si no, es negativa. ¿Y cuáles son esas acciones correctas de la vanguardia, sino aquéllas que tienen como eje las consignas que nosotros agitamos en el movimiento de masas?

Resumamos todo este problema. Los camaradas de la mayoría sostienen que nuestra tarea central es el trabajo sobre la "vanguardia de masas". Nosotros sostenemos que dicha tarea central sólo se justifica en un periodo de aplastamiento histórico del movimiento de masas o cuando un importante triunfo del movimiento de masas con nuestra dirección empuja a toda la vanguardia hacia nuestras posiciones; y que en la actual situación, que tiende a ser prerrevolucionaria a nivel mundial, nuestra tarda central es sobre el movimiento de masas en la gran mayoría de los países.

Los camaradas de la mayoría sostienen que. nuestra tarea central es agitar en 1, a vanguardia las consignas que, partiendo de sus inquietudes, la lleven a la acción. Nosotros sostenemos que nuestra agitación está reservada al movimiento de masas, para llevarlo a la acción, con consignas correctas, y que nuestra tarea sobre la vanguardia es, propagandística y debe girar, fundamentalmente, alrededor de la explicación de esas consignas"

Los camaradas de la mayoría toman como criterio casi absoluto para las tareas del partido las acciones de la vanguardia; plantean que nuestra tarea central es lanzar campañas políticas que respondan a sus inquietudes, o sea a los objetivos espontáneos de sus acciones. Plantean algo mucho más grave aún (que veremos más adelante): que nuestras secciones realicen acciones por su cuenta tomando como base esas inquietudes, para dar el ejemplo y ganar la simpatía de esa vanguardia.

Nosotros estamos totalmente a favor de que la vanguardia se unifique, crezca, se fortalezca y tenga iniciativa. Pero no nos cansamos de decirle: "Compañeros, líguense al movimiento de masas; confíen en él, realicen acciones propagandísticas y agitativas que sirvan para agitar la consigna precisa para cada momento de sus luchas; nosotros estaremos junto a ustedes en todas y cada una de esas acciones. Pero no estaremos con ustedes si realizan acciones físicas que intenten reemplazar a las de las masas, por más buenas intenciones que tengan y, más aún, estaremos contra ustedes si esas acciones perjudican a las masas. Si esto ocurre denunciaremos implacablemente que ustedes están en un error, que sus acciones son nefastas, y trataremos de dividirlos para ganar al sector de ustedes que se pueda recuperar para las filas del marxismo revolucionario y para desprestigiar definitivamente ante las masas al otro sector, al que las desprecia y realiza acciones que van, objetivamente, en contra de sus luchas".




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Escrito: En 1973.
Primera edición: Bajo el título de "Un documento escandaloso" formó el sexto capítulo de un aporte a la polémica previa al X Congreso Mundial del Secretariado Unificado de la IV Internacional de enero de 1974. Luego fue publicado en 1989 como "El partido y la revolución. Teoría, programa y política. Polémica con Ernest Mandel."
Digitalización: Por Grupo Socialista Guernica; convertido a html para el MIA por Juan R. Fajardo.
Fuente: Nahuel Moreno, ¿Partido mandelista o partido leninista?, publicado en internet por el Grupo Socialista Guernica (mayo de 2001), por cortesía de quien aparece aquí y en cuya página (http://www.geocities.com/gguernica/) está también disponible en formato .DOC y comprimido en formato .ZIP.
Esta edición Marxists Internet Archive, mayo de 2001.