Andreu Nin

La federación obrera de unidad sindical


Escrito: Mayo de 1936.
Primera vez publicado: La Batalla, n° 251. 15 Mayo 1936.
Digitalización: Martin Fahlgren, 2013.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2013.



La base de la F. O. U. S., creada en la Conferencia de unidad sindical de los días 2 y 3 de mayo, la constituyen, como es sabido, los Sindicatos autónomos.

Los Sindicatos autónomos representan un fenómeno nuevo en Cataluña, donde durante largos años, el movimiento sindical había sido monopolizado por la C. N. T. Ante todo, hay que poner de relieve el carácter particular de esas organizaciones. No se trata de Sindicatos autónomos en el sentido tradicional del término, es decir, de organizaciones de tipo corporativo, encerradas en la cáscara local, sin intereses generales y con débil conciencia de clase, sino al contrario, de organizaciones de lucha de clases que se sienten íntimamente ligadas a la causa general del proletariado. Su autonomía no es, pues la expresión de un deseo de aislarse de los demás hermanos de clase, sino del descontento producido por la actuación de las centrales sindicales existentes, con las cuales no se sienten compenetradas. La prueba de que es así la tenemos en el hecho elocuente de que todos los delegadas existentes a la Conferencia pronunciáronse sin excepción por la coordinación de todos los sindicatos autónomos. Hubo sólo discrepancias de forma, pero no de fondo. Nadie, absolutamente nadie se pronunció en favor del mantenimiento de la autonomía. De aquí la fundación de la F. O. U. S.

La F. O. U. S. ha declarado desde el primer momento que no se consideraba como una nueva central, sino como un agrupamiento orgánico inicial para llegar a la unificación. Se nos dirá que el hecho de agrupar a todas estas organizaciones equivale ya a la creación de una nueva central. Pero esta objeción carece en absoluto de fundamento. En sus dos resoluciones sobre la unidad, la Conferencia se declara dispuesta a proseguir tenazmente las negociaciones con todos los sindicatos que no hayan adherido a la misma para llegar a lo que constituye el ardiente anhelo de la clase obrera. Sólo razones partidistas, sectarias, divisionistas, pueden impedir que el movimiento iniciado por la F. O. U. S. conduzca rápidamente a la unidad. Los únicos argumentos que pueden oponérseles son de carácter absorcionista o divisionista, es decir, que a la fórmula de fusión, aceptada unánimemente por la Conferencia, se oponga la de la unidad dentro de la C. N. T. o de la U. G. T. o la división del movimiento sindical en dos grandes sectores, marxista el uno, anarquista el otro.

La F. O. U. S. no es una nueva central. Su propósito es organizar la lucha por la unidad sindical, porque la experiencia enseña que toda causa, por justa que sea, si quiere triunfar, ha de organizar a sus partidarios. Dispersas, las mejores voluntades se pierden; organizadas, avanzan con paso firme y seguro hacia el triunfo.

La impresión que la aparición de la F. O. U. S. ha producido, tanto en los medios confederales como en los ugetistas; la campaña encarnizada emprendida por ambos sectores contra el nuevo organismo, son la prueba más evidente de que nos hallamos en presencia de un movimiento de indudable importancia, llamado el futuro inmediato de nuestras organizaciones sindicales. En efecto, adhieren a la F.O.U.S. sindicatos de todas las comarcas de Cataluña, sin excepción y de de todos los centros importantes. No se trata, todavía, naturalmente, de una fuerza imponente, pero sí que podemos afirmar, sin temor de incurrir en exageración, que la F. O. U. S. engloba hoy el mayor número de obreros organizados de Cataluña. Para empezar, no está mal, sobre todo si se tiene en cuenta que la bandera levantada por el nuevo organismo ha de arrastrar tras de sí, fatalmente, a las masas trabajadoras catalanas hoy y a las españolas mañana. La unidad es sentida por nuestro proletariado con fervor. Y si esta unidad es necesaria en todos los aspectos, mucho más lo es en el terreno sindical, donde la división es sencillamente absurda. El sindicato debe agrupar a todos los obreros sin distinción de tendencias. Los obreros de cada fábrica, taller o mina han de pertenecer a la misma organización sindical. Lo contratio es favorecer las tendencias explotadoras de la burguesía, la cual utiliza en provecho propio — como se dice en la resolución de la Conferencia — la competencia entre las distintas organizaciones sindicales.

No se trata tampoco de crear una central catalana. Se limita por el momento la acción a Cataluña por las particularidades de nuestro movimiento y por la repercusión indudable que la unidad sindical catalana tendría en todo el país. Crear una central catalana, desligada del movimiento obrero general, sería un verdadero crimen. La unidad de acción de todo el proletariado peninsular, tanto desde el punto de vista político como sindical, es absolutamente indispensable. La F. O. U. S. no sólo no es una central catalana, sino que constituye el remedio más eficaz para hacer abortar una tentativa acariciada desde hace tiempo por los hombres de la "Esquerra de Catalunya". En efecto, los políticos pequeño burgueses podrían aprovecharse de la hostilidad de gran parte de la masa obrera catalana a ingresar en la C. N. T. y en la U. G. T. para canalizar el descontento en .una organización de tipo nacionalista que estaría directa o indirectamente a su servicio. Con la fundación de la F. O. U. S., esa tentativa quedará definitivamente frustrada. Desde ahora ya no hay organizaciones dispersas. Las que no estén en la U. G. T. o en la C. N. T. forman o formarán parte de la F. O. U. S., con lo cual no queda margen para la maniobra "esquerrista". Por otra parte, la Conferencia de primeros de mayo ha afirmado categóricamente que el objetivo que se persigue no es sólo la unificación sindical en Cataluña, sino en toda España.

Las perspectivas que se abren al movimiento de unidad sindical son francamente halagüeñas. La U. G. T. nunca ha sido ni será nada en Cataluña. La C. N. T. ha perdido definitivamente la hegemonía y lejos de emprender el camino de la rectificación persiste en sus antiguos errores. Hoy más que nunca la fórmula del ingreso en una de estas dos centrales es inadmisible. La clase trabajadora no quiere absorción ni división, sino fusión, en una sola central sindical. La fundación de la F. O. U. S. significa el primer paso efectivo en este sentido. El éxito obtenido por la Conferencia de unidad sindical permite abrigar las más alentadoras esperanzas. La F. O. U. S. no se limitará a predicar la unidad en abstracto, sino que trabajará tenazmente para sumar nuevos adeptos, fomentará el desarrollo de frentes únicos por industria (como se ha hecho con el ramo mercantil y las artes gráficas), impulsará la Alianza Obrera, saboteada por los dirigentes de importantes sectores obreros, aprovechará las luchas por las reivindicaciones inmediatas para patentizar la necesidad de la unidad de acción y de la unidad orgánica de la clase trabajadora, contribuirá activamente, en una palabra, a crear un movimiento unitario avasallador que imponga, en un breve plazo, la desaparición de todas las organizaciones sindicales existentes para fundirse en una central única.

Andrés Nin