Boris Ponomariov

 

La política nacional leninista del PCUS y su alcance internacional

 

 


Redactado: Por Boris Ponomariov, en 1982, cuando era miembro suplente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y Secretario del CC del PCUS.
Fuente del texto: B. Ponomariov, "La política nacional leninista del PCUS y su alcance internacional", Revista Internacional (Problemas de la Paz y del Socialismo), № 9 (septiembre) de 1982 [№ 289] (Praga - Checoslovakia), págs. 3-10.
Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de 2014.
Digitalización y HTML: Juan Fajardo, enero de 2014.


 

 

 

Entre los problemas cardinales de nuestra época, la cuestión nacional ocupa un lugar importante. La experiencia histórica del socialismo real indica el único camino posible hacia la justa y completa solución de este problema.

Los grandes éxitos, sin precedente, logrados en el desarrollo económico, socio-político y espiritual de los pueblos de la Unión Soviética demuestran contundentemente las ventajas del socialismo, la exactitud de la teoría marxista-leninista de las naciones y el acierto de la política nacional del PCUS. La inquebrantable fraternidad de los pueblos de la URSS es una potente fuerza motriz de la sociedad Soviética, una fuente inagotable de energía creativa.

En la Disposición del CC del PCUS acerca del 60 aniversario de la formación de la URSS se señala que en esta gloriosa efemérides la Unión Soviética aparece a la vista del mundo entero como una familia estrechamente compenetrada de repúblicas iguales en derechos que construyen mancomunadamente el comunismo. En inquebrantable cohesión, el pueblo soviético esta unido en torno al entrañable Partido Comunista y su Comité Central encabezado por el camarada Leonid Brezhnev, fiel continuador de la magna causa leninista.

La fuerza de atracción irradiada por el ejemplo de la URSS se convirtió en un poderoso estímulo de la lucha de los pueblos por la liberación nacional y social. Bajo el embate de esta lucha y la influencia de los cambios operados en la correlación de fuerzas mundial se desmoronó el sistema colonial del imperialismo, y decenas de pueblos alcanzaron la independencia estatal. Una gran conquista de la humanidad fue la formación del sistema socialista mundial, en el que las relaciones interestatales se estructuran sobre una base cualitativamente nueva de autentica igualdad, ayuda mutua y amistad. La profundización del entendimiento entre los pueblos y la ampliación de su colaboración constituyen una importante vertiente de la lucha del PCUS y del Estado soviético contra el peligro de guerra y la carrera armamentista, por una paz duradera.

El incesante y progresivo desarrollo del multinacional País de los Soviets plantea nuevas y nuevas tareas ante el Partido Comunista y todo el pueblo soviético. Pertrechado con la doctrina marxista-leninista y la experiencia histórica atesorada, el partido acomete la solución de estas tareas y enriquece con espíritu creador los principios leninistas, comprobados en la práctica, de la construcción del socialismo y del comunismo. En los materiales y resoluciones de los Congresos XXIV—XXVI del partido y en los trabajos del camarada Leonid Brezhnev se formula y fundamenta en sus múltiples aspectos la política nacional leninista correspondiente a la etapa del socialismo desarrollado.

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Para alcanzar los orígenes de la justa solución del problema nacional en nuestro país, hay que remontarse a los primeros años de la actividad de nuestro partido, antes aún de la revolución. La teoría elaborada por Lenin acerca de la cuestión nacional en la época del imperialismo y de transición del capitalismo al socialismo constituye uno de sus méritos más relevantes ante el movimiento revolucionario mundial. En su teoría integral sobre las leyes que regulan el desarrollo de las naciones y su transformación de naciones capitalistas en socialistas, Lenin fundamentó de manera exhaustiva que la verdadera solución del problema nacional está vinculada a la revolución socialista, al triunfo del socialismo, y revelo la necesidad de que la lucha revolucionaria de la clase obrera y el movimiento de liberación nacional se fundieran en un mismo torrente.

Dentro de la herencia leniniana ocupa un lugar central el tema del internacionalismo proletario. Los bolcheviques dirigidos por Lenin establecieron teóricamente y demostraron en la práctica que la aplicación de este principio en la construcción del partido y en el movimiento obrero juega un papel de importancia excepcional para la liberación social y nacional. El partido, enseñaba Lenin, debe actuar como una organización combativa, unida y centralizada, debe apoyarse en todo el proletariado sin distinci6n de idioma o nacionalidad, un proletariado cuya unión este cimentada por la constante solución conjunta de sus problemas teóricos y prácticos, tácticos y organizativos [1]. La creación de un partido basado en los principios del centralismo democrático y del internacionalismo proletario paso a ser condición decisiva para asegurar la unidad combativa de los obreros de todas las naciones de nuestro país,

Lenin consideraba que, en esencia, la solución del problema nacional supone la plena igualdad de las naciones, su derecho a la autodeterminación, incluido el derecho a separarse, y la unidad internacional de la lucha clasista del proletariado por el socialismo. El POSDR fue el primero entre los partidos de la clase obrera que, por decisión del II Congreso, incluyo en su Programa el derecho de autodeterminación de las naciones, haciendo de el una de sus tesis centrales. Hoy, desde la altura de los años transcurridos y a la luz de la experiencia histórica podemos apreciar claramente la enorme significación política e ideológica que tuvo este planteamiento programático para el desarrollo del movimiento revolucionario, convirtiéndose en un poderoso instrumento de educación internacionalista de los obreros y aglutinamiento de las masas trabajadoras de las nacionalidades oprimidas en torno al proletariado y contribuyendo a atraer al partido las mejores fuerzas de todas las naciones de nuestro país, a iniciarlas en el marxismo, en el bolchevismo.

Al defender las tesis esenciales del programa nacional contra los oportunistas de derecha y los dogmaticos «de izquierda», Lenin denuncio el grave peligro que entrañaban tanto los intentos nacionalistas de limar o adulterar el contenido clasista de la problemática nacional como el nihilismo nacional. En el enfoque leninista no se percibe el menor elemento de ignorancia de las peculiaridades nacionales, de infravaloración del significado y el papel de la historia, la cultura y las tradiciones de cada nación. Lenin subrayaba que la aspiración a desarrollar todo lo avanzado, todo lo democrático, todo lo mejor de cuanto alienta al orgullo nacional, lejos de estar en contradicción con los intereses del socialismo, con los intereses de la clase obrera, coincide plenamente con ellos.

El hecho de que los bolcheviques supieran cohesionar a los obreros y trabajadores de todas las naciones y etnias de Rusia en torno al proletariado ruso, como núcleo básico y principal fuerza motriz del movimiento revolucionario, fue una de las condiciones más importantes que posibilitaron el triunfo de la Revolución de Octubre.

El Gran Octubre marco un brusco viraje en el destino de todos los pueblos de nuestro país. En los primeros actos legislativos del Poder soviético se dieron ya pasos decisivos hacia la completa liberación de las naciones antes oprimidas y la garantía de su igualdad de jure, que había de convertirse en igualdad de facto.

Los bolcheviques tuvieron que elaborar los principios de la construcción nacional-estatal que correspondían a las tareas de la transformación socialista de la sociedad, y llevar a cabo esa construcción en reñida lucha con gran número de partidos y organizaciones nacionalistas que existían entonces en el país. Todas las dificultades fueron vencidas gracias a la potente voluntad de unificación patentizada por la multinacional clase obrera de Rusia y al inmenso trabajo político y organizativo desarrollado por el partido bolchevique. Las masas de trabajadores de todas las nacionalidades expresaron su firme decisión de aunar sus energías y recursos en aras del objetivo común: la construcción de la nueva sociedad, de una sociedad justa.

Lenin subrayaba que la proclamación del derecho de las naciones a la autodeterminación, hasta llegar a la separación, no debía confundirse con la cuestión sobre la conveniencia de la separación. En igualdad de las demás condiciones, es preferible para el proletariado la unificación de las naciones en un Estado grande y potente sobre una base de voluntariedad, verdaderamente democrática e internacionalista.

El I Congreso de los Soviets de la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas, celebrado el 30 de diciembre de 1922, fue lógico resultado del proceso de unificación de los pueblos hermanos. Los delegados de las cuatro republicas Soviéticas —la RSFSR, Ucrania, la Federación Transcaucásica (integrada por Azerbaidzhan, Armenia y Georgia) y Bielorrusia— aprobaron la Declaración y el Tratado sobre la formación de la URSS. En su discurso de clausura del congreso, el jefe del Estado, Mijaíl Kalinin, dijo: «Hace ya milenios enteros que los mejores cerebros de la humanidad cavilan sobre el problema teórico de la indagación de formas que aseguren a los pueblos la posibilidad de vivir en amistad y fraternidad, liberándoles de terribles sufrimientos y luchas reciprocas. Y solo ahora, en el dia de hoy, se coloca prácticamente la primera piedra en esta dirección»[2]

La política nacional se centró entonces en la liquidación de la desigualdad de las naciones por sus niveles de desarrollo económico y cultural, ya que solo as! se podia asegurar su igualdad de hecho. Esta tarea, señalaba el partido, solo podia ser resuelta mediante la ayuda efectiva y prolongada del proletariado ruso. El pueblo ruso, enfrentado é1 mismo con el desbarajuste y el hambre, invirtió enormes recursos materiales en el desarrollo de las regiones periféricas nacionales y envió alii a miles de funcionarios del partido, obreros y especialistas, que compartieron generosamente sus conocimientos y experiencia. Gracias a esta ayuda internacionalista, las regiones de la antigua periferia nacional resolvieron en años contados tareas para cuya solución se hubiese necesitado en otras condiciones toda una época.

La solución de la cuestión nacional en el País de los Soviets se verificó en el curso de la construcción socialista. Se trataba, en rigor, de dos aspectos de un mismo proceso. La reestructuración socialista de las relaciones sociales y la eliminación de las clases explotadoras transformaron la vida de cada nación. A su vez, la unificación de los recursos, del trabajo y de la voluntad de los pueblos multiplico sus fuerzas y sentó la poderosa base material y espiritual de las transformaciones socialistas.

En la vida de todas las naciones y etnias se produjeron profundas mutaciones progresistas, que abarcaron la economía, las relaciones sociales y la cultura. En todas partes se llevo a cabo la creación de la industria moderna y la producción agropecuaria en gran escala. Una serie de nacionalidades pasaron al socialismo salvando la etapa capitalista. Destaca por su importancia el que en las diferentes republicas federadas aumentara considerablemente la proporción de nativos en las filas de la clase obrera, principal fuerza motriz del acercamiento de las naciones y etnias del país. Cristalizaron las formas, comunes en su esencia y al mismo tiempo flexibles y diversas, de la estatalidad nacional soviética, formas que responden a los intereses de cada nación y de toda la sociedad en su conjunto. Los enormes cambios que se operaban en la vida económica y sociopolítica de los pueblos soviéticos fueron acompañados y favorecidos por la revolución cultural. El analfabetismo quedo relegado al pasado. Se idearon los alfabetos de mas de cincuenta pueblos que carecían antes de escritura propia. De este modo fueron formándose naciones y etnias de nuevo tipo, socialista. La indes-tructible alianza de las naciones Soviéticas pasó la dura prueba de fuego de la Gran Guerra Patria. En esa guerra la URSS defendió y salvaguardó no só1o su independencia, sino el derecho mismo de todos los pueblos a la libertad nacional. La victoria sobre el fascismo salvó del exterminio pueblos enteros.

La Unión Soviética brindo al mundo ejemplos verdaderamente unidos en su género de solución del problema nacional. En la pequeña republica caucásica de Daguestán, verbigracia, viven ciudadanos de más de 30 nacionalidades. Allí! donde antes de la revolución nunca amainaban las discordias nacionales, las refriegas sangrientas, hoy reina la amistad de los pueblos y bulle el trabajo conjunto en alianza con todos los pueblos de la URSS.

Durante los decenios de construcción socialista, en el proceso de profunda transformación de todas las esferas de la vida en nuestro país cristalizo una nueva comunidad histórica de hombres, el pueblo soviético, agrupando a todas las clases y grupos sociales, todas las naciones y etnias sobre la base de los principios del internacionalismo proletario, socialista.

La piedra fundamental de la formación y el sucesivo fortalecimiento de esta nueva comunidad social e internacional es la labor de dirección y orientación desarrollada por el PCUS. El partido cuida y fortalece la amistad de los pueblos de la URSS, su gran alianza fraternal forjada en el crisol de las batallas revolucionarias y la construcción del socialismo.

Estos días, en vísperas del 60 aniversario de la URSS, puede decirse que asistimos a una impresionante exhibición de los adelantos económicos, sociales y culturales de todas las republicas de la URSS, un verdadero desfile de la victoria de la política nacional leninista del PCUS.

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El resultado más importante en que se tradujo ei intenso trabajo creador de todas las naciones y etnias cohesionadas en la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas fue la construcción, bajo la dirección del partido leninista, de la sociedad socialista desarrollada. El país alcanzo una nueva cota histórica. Esto, naturalmente, incidió en el desarrollo de las relaciones nacionales, cuyos principales rasgos característicos son hoy los siguientes:

en primer lugar, la cuestión nacional en los aspectos en que había sido heredada del pasado, ha sido resuelta por complete y de manera definitiva. En el país han arraigado firmemente las relaciones de igualdad y fraternidad, la amistad leninista de los pueblos; todas las republicas federadas han alcanzado un alto y relativamente igualado nivel de progreso socioeconómico y espiritual;

segundo, la combinación de las ventajas del socialismo desarrollado con los adelantos de la revolución científico-técnica acelera el proceso de internacionalización de todos los aspectos de la vida de las naciones Soviéticas; sobre la base del complejo económico único del país se satisfacen en grado cada vez más cabal los intereses de cada nación;

tercero, las estructuras sociales de la población que se configuraron en las diversas republicas federadas y autónomas durante la construcción so-cialista, y son todas del mismo tipo, van transformándose paulatinamente en estructuras aclasistas, siendo en todas partes la clase obrera la que actúa como fuerza rectora de este proceso;

cuarto, en el marco del Estado de todo el pueblo, la democracia socialista en constante perfeccionamiento abre un campo cada vez más amplio para la conjugación armoniosa de los intereses de las distintas republicas y de toda la Unión, para que cada ciudadano, independientemente de su condición social y nacionalidad, participe en la gestión social de manera directa y en pie de igualdad;

quinto, la mundividencia marxista-leninista, los ideales y valores morales socialistas han arraigado sólidamente en la conciencia social y desempeñan un papel decisivo en el florecimiento y acercamiento de las culturas nacionales, en el contínuo desarrollo de la cultura única del pueblo soviético;

sexto, el modo de vida socialista con sus rasgos inherentes de colectivismo y camaradería, de cohesión y amistad de los pueblos, con una elevada cultura de trato y comunicación internacional determina hoy las bases internacionalistas del genero de vida de todas las naciones Soviéticas,

y séptimo, el desarrollo de las relaciones nacionales transcurre en condiciones en las que ya se ha conformado una nueva comunidad social e internacional, el pueblo soviético, y en estrecha conexión con su sucesivo progreso.

Todos estos cambios radicales operados en la vida de las naciones y etnias socialistas de nuestro país se han visto reflejados y consagrados en la nueva Constitución de la URSS, la Constitución de la sociedad socialista desarrollada.

Es de subrayar que los vínculos socialistas entre naciones han desbordado el marco de un solo país: en el mundo existe y se fortalece la comunidad socialista.

En la etapa actual, el desarrollo de las relaciones nacionales en nuestro país tiende principalmente al ulterior acercamiento entre las naciones Soviéticas en todos los pianos, acercamiento que se traduce en la progresiva consolidación de la Unión. Por supuesto, el que hayamos entrado en la etapa del socialismo desarrollado no significa que ahora la unidad de lo in-ternacional y lo nacional, su conjugación armoniosa se establezca por si sola. Esta unidad solo puede ser alcanzada mediante la aplicación consecuente de la política nacional del PCUS y del Estado soviético, una política elaborada científicamente, realista. Por eso, sintiendo legitimo orgullo por las conquistas históricas alcanzadas en la solución del problema nacional, nuestro partido se mantiene atento a los problemas del desarrollo de las naciones socialistas.

Tomemos la esfera de la construcción económica. Hoy la situación en ese campo es la siguiente: se desarrolla con éxito el complejo económico único del país, que constituye la base material de la fraternidad y la amistad de los pueblos; las republicas Soviéticas, situadas ahora aproximadamente al mismo nivel de desarrollo económico, resuelven conjuntamente el problema clave para el ulterior progreso: la intensificación de la producción. El rumbo actual del partido tiende a incremental el potencial material y espiritual de cada republica y, al mismo tiempo, aprovecharlo al máximo en beneficio del desarrollo armonioso de todo el país.

La URSS marcha firmemente hacia su 60 aniversario. Pero es tradición del partido centrar la atención en aquellos problemas que reclaman solución. En este sentido cabe destacar como tarea primordial el aprovechamiento al máximo de los recursos materiales y laborales de cada republica, tarea que dimana directamente de la línea de intensificación de la producción, proclamada por el partido.

El funcionamiento eficiente del complejo económico del país y, en consecuencia, el progreso económico y la elevación del bienestar de los trabajadores de cada republica dependen hoy en grado decisivo de la realización de programas tales como la puesta en explotación de los recursos energéticos y de materias primas de Siberia, el Lejano Oriente y el Norte, de la zona del Ferrocarril Baikal — Amur, el fomento de la agricultura en las Tierras No Negras y el desarrollo de los complejos territoriales de producción.

La tarea central de las organizaciones del partido y de los trabajadores de todas las republicas durante el presente y el próximo quinquenios consiste en llevar a la práctica el Programa alimentario aprobado por el Pleno de mayo de 1982 del CC del PCUS y asegurar plenamente el abastecimiento alimenticio de la población. No cabe duda de que la amistad y unidad internacional de los pueblos de la URSS desempeñarán un importante papel en la realización de los grandes objetivos trazados en el Programa. Al mismo tiempo, todo este trabajo constituirá un factor de continua aproximación y fortalecimiento de la amistad entre los pueblos.

En la etapa actual se eleva el papel de la política social en el desarrollo de las relaciones nacionales y ante todo en la solución de tareas tales como la optimación de la estructura social en el marco de cada republica, la elevación del bienestar y el nivel de cultura del pueblo, y la regulación de los procesos migratorios dentro de las republicas y entre ellas. En todas las republicas se registra un notable acercamiento de las clases y los grupos sociales.

La conclusión formulada en el XXVI Congreso del PCUS de que la estructura social sin clases se establecerá ya, principalmente y en lo funda-mental, dentro del marco histórico del socialismo desarrollado muestra claramente la perspectiva de ulterior fortalecimiento de la unidad social e internacional del pueblo soviético. Y es precisamente desde este punto de vista que enfocamos el future de las naciones. Es evidente que la cota históricamente nueva que han de alcanzar en su desarrollo será la formación de naciones socialistas sin clases. Esta nueva calidad social ofrecerá, sin duda, una base mas amplia y mas solida para su cohesión y progreso en el seno del pueblo soviético como comunidad social e internacional.

Todo el camino recorrido por nuestro país confirma de manera convincente la enorme fuerza vital y el profundo carácter democrático de los principios fundamentales de organización del multinacional Estado soviético. La experiencia indica que cuanto más democrático es el sistema político, cuanto más ampliamente gozan los trabajadores de los frutos de la democracia, tanto mayor es la fuerza de atracción que ejercen entre si todas las naciones y etnias. Esta regularidad determina el carácter internacionalista de la estatalidad nacional de los pueblos de la URSS.

En cualquiera de las republicas Soviéticas el poder estatal esta al servicio de todos los trabajadores residentes en su territorio, independientemente de que pertenezcan o no a la nacionalidad aborigen. Todas las republicas de nuestro país son multinacionales y, como ha subrayado Leonid Brezhnev, el partido se esfuerza por que las naciones y etnias de cada republica estén representadas como es debido en los organismos del partido y del Estado, teniendo en cuenta estrictamente, claro esta, las características profesionales, ideológicas y morales de cada perso-na[3].

Las transformaciones históricas operadas en la vida económica, social y política del país han imprimido un poderoso impulse al progreso espiritual de las naciones Soviéticas en el contexto del socialismo desarrollado. Estos procesos han hallado su 1ógica expresión en el enriquecimiento de la vida espiritual de la sociedad, en la diversificación de sus formas y una mayor gama de matices. La cultura internacional única del pueblo soviético integra en si cuánto hay de valioso y con significación universal en las realizaciones y tradiciones propias de todas las culturas nacionales socialistas. Al mismo tiempo, es mas rica y polifacética que cada una de ellas por separado, esta abierta a todo lo auténticamente humanitario y avanzado de la cultura mundial.

En el auge cultural de todos los pueblos soviéticos intervienen tanto la incorporación de los logros de otras naciones al fondo nacional propio como el continuo desarrollo de la cultura propia, la superación de sus elementos caducos, atrasados y el renacimiento de las mejores tradiciones. Toda cultura que aspira só1o a conservar las tradiciones del pasado, en vez de injertar en ellas el espíritu de la época contemporánea, de enriquecerlas con los adelantos de otras culturas, inevitablemente se extenúa, se condena al provincialismo y al estancamiento. En una palabra, la edad de oro del desarrollo multifacético de los pueblos de nuestro país, según la inspirada ex-presión de Leonid Brezhnev, no esta en el pasado, sino en su presente y su porvenir.

Para el sucesivo fortalecimiento de la unidad sociopolítica e ideológica del pueblo soviético tienen gran importancia las cuestiones relacionadas con las lenguas, con la vida lingüística. Y es que los pueblos de nuestro país hablan en más de 130 idiomas.

En el hecho de que las naciones y etnias, todos los soviéticos utilicen con verdadera libertad e igualdad de derechos las lenguas vernáculas o las de otros pueblos de la URSS se refleja como en un espejo el carácter democrático y humanista de nuestro régimen. Al tiempo que se observa una rápida expansión del ruso como idioma de comunicación internacional y mundial, continúan desarrollándose y enriqueciéndose mutuamente las lenguas de todos los pueblos del país.

Como se señaló en el XXVI Congreso del PCUS, el desarrollo de un Estado multinacional tan extenso como el nuestro origina no pocos proble-mas en la esfera de las relaciones nacionales, problemas que exigen la solicita atención del partido. Nuestro partido analiza estos problemas en profundidad, los tiene siempre en cuenta en su actividad cotidiana, realiza una gran labor de educación internacionalista y patriótica de los trabajadores, desarrolla con espiritu creador la herencia teórica marxista-leninista y sale al paso de los falsificadores burgueses y revisionistas de la política nacional leninista.

La experiencia indica que la desaparición de las clases antagónicas, la formación de relaciones sociales socialistas no garantizan de por si las correspondientes mutaciones en la esfera socio-sicológica y en las relaciones entre personas de diferentes nacionalidades, no se traduce automáticamente en la extinción de los prejuicios nacionalistas y sus manifestaciones.

Las secuelas del nacionalismo son particularmente vivaces y estables en la esfera de las relaciones personales, en la vida corriente; a menudo se entrelazan con supervivencias de carácter religioso. Y el PCUS aplica constantes esfuerzos para que el internacionalismo proletario arraigue como norma de conducta, como rasgo inalienable de la posición activa del hombre soviético ante la vida.

No es ningún secreto el que la propaganda hostil de Occidente, en su lucha contra el socialismo real, se esfuerza en especial por causar daño a la amistad de los pueblos de nuestro país, por reactivar los ánimos nacionalistas.

Por eso el partido presta sostenida atención a la labor de educación ideológica, vela constantemente por el fortalecimiento de la amistad entre los trabajadores de todas las nacionalidades.

Sabido es que nadie nace internacionalista, el internacionalismo se educa. Nuestro partido considera que el constante perfeccionamiento de la educación del internacionalismo y el patriotismo, de las formas y métodos de esta educación constituye uno de los principales instrumentos del reforzamiento de la amistad leninista de los pueblos y una condición de suma importancia para acelerar el desarrollo de nuestra sociedad por la vía de la construcción del comunismo.

La práctica viva del desarrollo de las relaciones nacionales en la URSS, la solución efectiva y en sumo grado humanitaria de problemas tremendamente complicados, que no puede resolver ninguna democracia burguesa, ese es el tesoro de comprobada experiencia que esta a disposición de todos los luchadores por el socialismo, por la felicidad de todos los hombres del mundo.

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La lucha por la liberación del yugo foráneo, de la opresión nacional tiene una historia milenaria. Y en nuestros días la cuestión nacional sigue siendo una de los problemas centrales del desarrollo de la sociedad humana.

De ahí que la teoría y la práctica de la transformación de las relaciones nacionales en la URSS hayan alcanzado trascendencia histórico-universal. Ejercen enorme influencia en la lucha de los pueblos por la independencia nacional, la libertad y la igualdad. En muchos de sus aspectos, la experiencia del PCUS esta siendo ampliamente utilizada por Estados, partidos y movimientos sociales progresistas del mundo entero.

Con máxima resolución y absoluta consecuencia luchan por la completa igualdad nacional los partidos marxistas-leninistas. Si nos paramos a examinar las razones fundamentales por las que el movimiento comunista, a lo largo de muchos decenios, dedica tan intensa y constante atención a la cuestión nacional, cabe destacar las siguientes.

La primera consiste en que la lucha por la libertad y la independencia nacional es parte integrante de la autentica renovación social del mundo en nuestra epoca y, por consiguiente, de la lucha que sostienen los comunistas en aras de un futuro mejor de la humanidad. El segundo motivo es que la lucha por el establecimiento de la igualdad de derechos de las naciones, de re-laciones internacionales justas constituye un importante factor de oposición eficaz a la política imperialista orientada a agravar la situación internacional, un factor de lucha contra el peligro de guerra y la carrera armamentista. «Nuestra experiencia —destacaba Lenin— nos ha infundido la firme convicción de que solo la exclusiva atención por los intereses de las distintas naciones puede eliminar los motivos de conflictos, puede eliminar recelos mutuos, puede eliminar el temor de toda intriga y crear, en particular entre los obreros y campesinos que hablan lenguas diferentes, esa confianza sin la cual son absolutamente imposibles las relaciones pacificas entre los pueblos y el desarrollo exitoso de todos los valores de la civilización actual».[4]

La excitación de la discordia nacional y del chovinismo solían ser el prologo de agresiones, de guerras de conquista. En vísperas de la primera guerra mundial, las potencias imperialistas emponzoñaban la atmósfera en Europa con el tufo del nacionalismo y del chovinismo. El fascismo hitleriano, cuando se preparaba para la segunda guerra mundial, exacerbo en extremo el chovinismo y el racismo. Esto hallo su expresión en la política que perseguía el exterminio físico de algunas nacionalidades y condenaba a otros pueblos a la esclavitud y la extinción. Innúmeras guerras coloniales de conquista libró el imperialismo bajo la bandera del nacionalismo y del chovinismo.

También en nuestros dias el chovinismo es un arma utilizada por el imperialismo, y en primer lugar por los EE.UU., que espolean la carrera ar-mamentista, exacerban la tirantez de las relaciones internacionales, se entrometen descaradamente en los asuntos internos de otros Estados y agravan situaciones críticas en diferentes regiones del mundo. Sobre la ideología chovinista descansa la política de los círculos gobernantes de Israel, que han desatado la sangrienta agresión en el Líbano, lanzándose por el camino del genocidio directo con respecto a los palestinos y el exterminio implacable de libaneses.

La estrategia agresiva del imperialismo norteamericano esta enfilada no solo contra las naciones que luchan por la independencia, sino que tiende también a limitar la soberanía de los aliados de EE.UU., a supeditar la política de esos países a los intereses de los círculos gobernantes estadounidenses. Es cada vez más evidente que semejante curso está en contradicción con los intereses básicos de los pueblos grandes y pequeños, incluidos los intereses nacionales de los propios norteamericanos.

A ese curso se contrapone la política de los Estados socialistas, de los partidos comunistas y obreros. El enfoque marxista-leninista de la cuestión nacional, la defensa consecuente del derecho de autodeterminación de las naciones es una de las bases en que se sustentan los principios fundamentales refrendados en la Constitución de la URSS que determinan las relaciones de la Unión Soviética con otros Estados.

La experiencia Soviética en el dominio de la construcción nacional halla su reflejo mas cabal en la actividad de los partidos comunistas y obreros de los países de la comunidad socialista, en la vida social de esos países, en la práctica de sus relaciones interestatales.

En cada país socialista, la política nacional de los partidos marxistas-leninistas se verifica por vías y métodos concretos en consonancia con las peculiaridades internas y la historia del país dado. Sin embargo, a pesar de todas las diferencias, en la solución del problema nacional —lo mismo que en la construcción del socialismo tomada en conjunto— se manifiestan principios comunes, leyes generales. Lo importante es que los países de la comunidad socialista encuentran una justa conjugación de los intereses nacionales de cada uno con los intereses generales, colaboran, despejando el camino de todo lo que puede obstaculizar el avance común.

En la comunidad de los países hermanos ha cobrado desarrollo el internacionalismo socialista, esto es, el internacionalismo proletario en las condiciones de construcción del socialismo y del comunismo. El internacionalismo socialista determina los principios y normas de cooperación entre las naciones y etnias en el marco de cada país socialista. Abarcando de hecho todas las esferas de los vínculos interestatales e interpartidarios, regula las relaciones de los Estados soberanos socialistas.

En el internacionalismo socialista se plasma el respeto hacia las peculiaridades nacionales e históricas de cada país, la decisión de prestarse entre si apoyo y ayuda desinteresada, de defender mancomunadamente las conquistas del socialismo. Una tarea cada vez mas importante, sobre todo en momentos en que la reacción mundial intensifica su labor subversiva contra los países de la comunidad socialista, consiste en seguir afianzando y desarrollando los principios del internacionalismo socialista, concretándolos en la práctica de cada día.

La experiencia Soviética en la solución del problema nacional es objeto de gran interés por parte de la opinión pública, hombres de Estado, personalidades políticas y partidos de los países independizados de Asia, África y América Latina.

En dichos países la cuestión nacional se plantea, hoy también, muy aguda. Su contenido reside, ante todo, en la lucha de los pueblos contra el imperialismo, por la completa liberación nacional, para acabar con la explotación por parte de las corporaciones transnacionales y realizar el derecho al desarrollo independiente. El imperialismo no quiere resignarse con la pérdida del dominio político sobre decenas de países antaño coloniales o semicoloniales. Muchos países liberados están siendo escenario de dramáticos acontecimientos, que encuentran un terreno abonado por los seculares y todavía sin resolver problemas nacionales, tribales, religiosas y lingüísticos. Las esperanzas cifradas en la agudización de las discordias nacionales constituyen un elemento esencial de la estrategia neocolonialista del imperialismo.

Hoy resalta con especial nitidez la relación existente entre la solución del problema nacional en los Estados independizados y la elección por ellos de la vía de desarrollo sociopolítico. Para dichos países, la opción es la siguiente: o el «repaso», es decir, la via capitalista de desarrollo, con la enemistad y desigualdad nacional, la explotación de los trabajadores y los flagelos de la miseria y del hambre, que le son inherentes, o el nuevo camino abierto por la Revolución de Octubre, el camino que conduce al socialismo, en el que no hay campo para conflictos nacionales, en el que la amistad y la igualdad de las naciones se han convertido en ley del desarrollo social y en el que no existe la explotación del hombre por el hombre.

Lenin ensenaba que, para juzgar del carácter progresista o reaccionario de un movimiento nacional u otro, hay que aplicar en cada caso concreto el criterio de si dicho movimiento contribuye a consolidar las fuerzas antiimperialistas, revolucionarias o conduce a su aislamiento, de si sirve a los objetivos de la liberación social de los trabajadores, al progreso social o es utilizado por el imperialismo, por la reacción interna en contra del mismo, en interés de las clases explotadoras. El deber de los comunistas, según la definición de Lenin, consiste en «dar el apoyo más decidido a los elementos más revolucionarios de los movimientos democrático-burgueses de liberación nacional»[5].

Indudablemente, uno de los rasgos característicos del desarrollo mundial contemporáneo es la agudización de las relaciones nacionales en los países capitalistas industrializados. La agravación del problema nacional aparece alii como un elemento inseparable del continuo ahondamiento de la crisis general del sistema capitalista. Por eso la lucha por la conservación y consolidación de la soberanía nacional, contra el diktat imperialista, por la igualdad de derechos de las minorías y grupos nacionales se funde cada vez más con las tareas de dar solución a todo el cumulo de agudos problemas sociales en los países capitalistas y, en definitiva, con las tareas de la transformación socialista de las relaciones sociales.

Por regla general, las protestas de las nacionalidades discriminadas o bien son ignoradas por los gobiernos burgueses o bien, cuando adoptan formas activas, son brutalmente reprimidas. Así ocurrió en una serie de ciudades meridionales de los EE.UU. y así sucede en el Ulster, donde el Gobierno Thatcher, negándose a conceder derechos elementales a los patriotas presos, condeno a diez de ellos a morir en huelga de hambre.

En muchos países capitalistas desarrollados, las reivindicaciones nacionales constituyen un importante elemento de los programas políticos y toda la actividad de los partidos hermanos. Trátese de la solución del acuciante problema norirlandés o de la lucha contra la opresión racial y nacional de los negros, los indios y otras minorías nacionales en los EE.UU., de la situación de los obreros extranjeros en la RFA, en Francia y en otros países, del problema del Quebec francófono en Canadá, de la solución de cuestiones litigiosas entre los valones y los flamencos en Bélgica, de las condiciones de la autonomía nacional en una serie de regiones españolas o de Escocia y el país de Gales en Gran Bretaña, los comunistas definen sus posiciones con respecto a esos problemas partiendo de la idea leninista de combinar la batalla por la solución de la cuestión nacional con la lucha por transformaciones radicales de signo antimonopolista, democrático, por los intereses de clase de los trabajadores, por el progreso social.

Pese a todas las peculiaridades que reviste la cuestión nacional en diferentes países, la experiencia de la URSS, de los países del socialismo real es un punto de referencia y una valiosa ayuda en la búsqueda de las vías de solución de este problema. En síntesis, dicha experiencia en su aspecto internacional consiste en lo siguiente.

Primero, en el ejemplo del mayor país del mundo, con su inmensa diversidad nacional, país en el que las clases dominantes fomentaron durante siglos la discordia nacional y la opresión, se ha comprobado irrefutablemente la posibilidad real de conformar un tipo cualitativamente nuevo de relaciones entre las naciones y etnias, basadas en ei principio de igualdad de derechos, justicia y amistad. Se ha demostrado de modo convincente que estas relaciones constituyen un poderoso factor de progreso social.

Segundo, se ha establecido por vía teórica y demostrado en la práctica que por cuanto toda forma de opresión nacional y desigualdad es un producto del sistema de explotación del hombre por el hombre, la lucha por la solución del problema nacional está indisolublemente ligada con la lucha por la emancipación social de los trabajadores. El capitalismo es incapaz de resolver de manera mínimamente consecuente el problema nacional.

Tercero, el logro de la verdadera igualdad entre las naciones supone la realización de su derecho a la autodeterminación, a la creación de su propio Estado, del derecho a determinar ellas mismas el régimen socioeconómico, a estructurar con soberanía sus relaciones con otros países y pueblos. La única base política en que puede asentarse sólidamente el Estado multinacional es la alianza voluntaria de las naciones y etnias que lo integran.

Cuarto, la liberación política de las naciones no puede ser completa ni duradera si no se conjuga con la transformación de las relaciones económicas y sociales, con la lucha por la igualdad de derechos en lo económico. En las condiciones de nuestra época, cuando decenas de Estados resuelven las tareas sumamente complejas de superar el atraso secular y lograr la igualdad de derechos en las relaciones económicas con los países del capitalismo desarrollado, la experiencia de las republicas Soviéticas les ofrece un ejemplo valioso y alentador. En este aspecto tiene particular importancia el que se haya demostrado, para los pueblos que no han pasado la fase capitalista de desarrollo, la posibilidad real de alcanzar el socialismo salvando dicha fase o acortándola considerablemente.

Quinto, el establecimiento de la igualdad nacional está estrechamente ligado con el carácter del sistema político del Estado. Cuanto más cerca este dicho sistema de la verdadera democracia, como poder del pueblo, cuanto más ampliamente incorpore a las masas de trabajadores a la participación activa en los asuntos de la sociedad y del Estado, tanto mayor sera el campo que abra para la solución de las tareas del renacimiento nacional en los países que emprenden el camino del desarrollo independiente.

Sexto, para dar justa solución a los problemas nacionales debe existir una vanguardia política consciente, organizada y coherente, capaz de comprender debidamente e interpretar los intereses nacionales, de acumular la energía del pueblo de manera que sus esfuerzos confluyan con los de otros pueblos en el cauce internacional común de la lucha contra el imperialismo, por la libertad nacional y el progreso social. Es decir: es necesario un partido que exprese los intereses de la clase obrera, de todos los trabajadores y se gule por el socialismo científico.

Y por último, séptimo, la práctica de muchos años ha demostrado la inmensa importancia que tiene la labor coherente del partido para educar a los trabajadores de todas las nacionalidades en el espíritu del internacionalismo y afirmar en la conciencia de los hombres las ideas de amistad y fraternidad de los pueblos.

Por supuesto, con lo que hemos expuesto aquí no se agota la riqueza concreta de la experiencia Soviética. Esta experiencia presenta multitud de facetas y abarca diversas fases del desarrollo histórico.

El PCUS no piensa, ni mucho menos, proponer a otros pueblos que imiten los ejemplos soviéticos sin tener en cuenta la situación histórica con-creta, el lugar y el tiempo. Cada pueblo, cada país puede tomar de nuestra experiencia lo que considere necesario y útil para sí.

El camino recorrido por el país Soviético desde el Gran Octubre, sus conquistas históricas, la sociedad del socialismo desarrollado construida en nuestro país ofrecen firmes cimientos para reforzar la amistad de los pueblos, y aprovechar el potencial creativo, que encierra esta amistad, en interés de la construcción del comunismo. También en este tramo de camino, la Unión Soviética abre nuevos horizontes ante toda la humanidad.

 

 

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[1] Véase V. I. Lenin. Obras Completas, 2a ed., Cartago, Buenos Aires, t. VI, p. 360.

[2] M. I. Kalinin. Obras Escogidas, Moscú, 1960, t. 1, p. 359 (en ruso).

[3] Véase L. I. Brézhnev. Por el camino de Lenin. Moscú, 1981, t. 8, p. 699.

[4] V. I. Lenin, O.C., t. XXXVI, p. 379.

[5] V. I. Lenin. O. C., t. XXIII, p. 250.