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León Trotsky


La ofensiva económica de la contrarevolución y los sindicatos



Escrito: 30 de marzo de 1933
Primera Edición: La Vérité #151, 28 de abril de 1933
Fuente: Leon Trotsky, "Oeuvres" (Tomo I). EDI, Paris 1978
Digitalización - Traducción: Germinal
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 2001




Toda la historia moderna muestra que el proletariado no es nada sin sus organizaciones de clase. Al mismo tiempo, la experiencia demuestra que las organizaciones obreras llegan a ser a menudo un freno para la lucha revolucionaria. Más de una vez el movimiento obrero se ha roto contra esta contradicción. El ejemplo más trágico de ello es la catástrofe alemana, en la que las organizaciones obreras dirigentes, cada cual a su manera, han paralizado al proletariado desde arriba y lo han entregado desarmado al fascismo.

La finalidad del partido comunista es llevar a la clase obrera al poder. Sólo puede cumplir esta misión revolucionaria si gana la mayoría del proletariado y, por tanto, sus organizaciones de masas, especialmente los sindicatos. La lucha del partido por influenciar a los sindicatos debe ser llevada de forma que no frene las tareas presentes de la organización de masas, que no la escinda, que no haga germinar entre los obreros la idea de que los comunistas desorganizan el movimiento de clase. Los principios de esta lucha ya fueron enunciados en el Manifiesto del Partido Comunista, desarrollados por la teoría y la práctica posteriores del movimiento obrero, y han encontrado su expresión más elevada en el bolchevismo.

El partido es la flor de la clase, su élite revolucionaria. El sindicato acoge amplias masas de obreros en niveles diferentes. Cuanto más amplias son las masas que organiza, más cerca está el sindicato de haber realizado su tarea. Pero lo que la organización gana en extensión lo pierde inevitablemente en profundidad. Las tendencias oportunistas, nacionalistas, religiosas, en los sindicatos y en sus direcciones, son la expresión del hecho de que los sindicatos incluyen no sólo la vanguardia, sino también las grandes reservas. Así, los flancos débiles del sindicato provienen de sus flancos fuertes. La lucha contra el oportunismo en los sindicatos significa en el fondo un trabajo tenaz y paciente para llevar las reservas a la vanguardia.

Quien separa a los obreros revolucionarios, quien construye, junto a las organizaciones de masas, sindicatos revolucionarios 'limpios', según la expresión irónica de Lenin, pero poco numerosos, y por ello impotentes, no sólo no resuelve la tarea histórica, sino que renuncia a resolverla; peor todavía, él mismo crea directamente obstáculos a la lucha por influenciar en la clase obrera.

Las organizaciones del presente congreso son las organizaciones de la Oposición Sindical Roja (R.G.O.) en Alemania, Polonia e Italia. La historia de estas organizaciones es la de una violación nefasta de los principios fundamentales de la política sindical. La R.G.O. no es más que el partido comunista mismo, o un trozo de ese partido bajo otro nombre. Esta organización no liga el partido a los sindicatos, al contrario, lo separa de los sindicatos. Por la debilidad de sus efectivos es incapaz de reemplazar a los sindicatos en el terreno de la acción de masas, y a la vez es incapaz de influenciarlos desde fuera, porque se alza contra ellos con hostilidad, en tanto que es una organización que le hace la competencia.

Para justificar la política de la R.G.O., como para justificar la teoría del social-fascismo, la burocracia estalinista hace ahora referencia al hecho de que los jefes de los sindicatos alemanes mostraron su aptitud para servir de lacayos a Hitler, como en su momento fueron lacayos de los Hozenzollern. Señalando con el dedo el papel abyecto de Leipart y cía., los estalinistas franceses se pronuncian contra la fusión de las dos organizaciones sindicales en Francia. Está dispuestos a aceptar la unión, con una sola condición: si a la cabeza de los sindicatos unificados se encuentran luchadores revolucionarios y no traidores.

Los estalinistas demuestran así que, como los Borbones, no han aprendido ni olvidado nada. Exigen que se les ofrezcan siempre dispuestas las organizaciones de masas para formar su dirección revolucionaria. Desdeñan con ello trabajar en seno de tales sindicatos. Dicho de otro modo, esperan que otros resuelvan la tarea histórica que debería constituir el contenido principal de su propio trabajo.

Que los jefes de los sindicatos alemanes, como los de América y los de los trade-unions de Inglaterra, son 'los mayores bribones del mundo', ya lo dijo Rosa Luxemburg hace mucho tiempo. Cuando se creó la Internacional Comunista la tarea más importante era excluir a los bribones de los sindicatos de masas. La burocracia estalinista hace bancarrota precisamente en el cumplimiento de esa tarea.

Que la R.G.O. de Alemania no se haya pasado del lado de Hitler es para ella un mérito negativo, del que no conviene, en general, hacer alarde en las filas revolucionarias. Pero la impotencia de la R.G.O., la impotencia del K.P.D., la impotencia de la I.C. estalinista, consiste en que los bribones como Leipart y Cia. sean todavía hoy quienes controlen los sindicatos de masas. En cuanto a la R.G.O., ha demostrado claramente, frente a los grandes acontecimientos, que sólo era un castillo de naipes.

El lugar de los comunistas está en los sindicatos de masas. Los comunistas deben entrar en ellos, a banderas desplegadas o replegadas, trabajar abierta o clandestinamente, según las condiciones políticas y policiales del país. Pero deben hacerlo sin perder ni un minuto.

Los comunistas no pueden poner ninguna condición a la clase obrera en su conjunto ni a la burocracia reformista, para participar en el movimiento sindical. Si la clase obrera comprendiera de antemano las ventajas de la política comunista no toleraría traidores reformistas en la cúpula de sus organizaciones. En cuanto a la burocracia reformista, ella está conscientemente interesada en que los comunistas continúen en el exterior de los sindicatos y, por eso mismo, rehusará todas las condiciones que podrían facilitar el trabajo a los comunistas. El revolucionario proletario no inventa ultimatums, altivos pero absurdos, para justificar su deserción de los sindicatos. Al contrario, penetra en ellos a pesar de todos los obstáculos y todas las barreras. El comunista no recibe de las manos de la burocracia sindical las condiciones ventajosas para su trabajo, sino que las conquista poco a poco en la medida en que adquiere influencia en el interior de los sindicatos.

El hecho de que los organizadores del presente congreso, que llama a preparar la resistencia contra la ofensiva del capital y del fascismo, sean organizaciones de sectas de la R.G.O. de tres países, nos obliga a llamar a la lucha contra los métodos funestos de la burocracia estalinista, que aísla la vanguardia proletaria y le cierran el camino de la victoria.¡Camaradas comunistas, obreros conscientes! ¡Restableced en toda su fuerza los principios marxistas de la política sindical formulada por los cuatro primeros congresos de la I.C.! ¡Sacudid de vuestros pies el polvo del estalinismo! ¡Volved a la vía de Marx y Lenin! Sólo este camino conduce hacia delante.


Sobre la traducción: León Trotsky. Obras. Marzo 1933 - Julio 1933. Publicadas bajo la dirección de Pierre Broué. Introducción y notas de Pierre Broué y Michel Dreyfus. Publicación del Institut Léon Trotsky. Tomo I. París EDI 1978. Études et documentation internationales. Se traducen exclusivamente los documentos de L. Trotsky y las referencias del editor que contribuyen a su identificación.



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