Recursos antisemitas[1]

 

 

30 de enero de 1937

 

 

 

Tras el arresto de Serguei, mi hijo menor, corren  rumores acerca de que la prensa soviética ha revelado  que el arrestado no se llama Sedov, sino Bronstein.  Se diría que este problema no tiene, de por sí, la menor  importancia. Pero sus implicancias son evidentes.

La verdad es la siguiente: en 1902 adopté el nombre Trotsky, y desde entonces no utilizo otro. En vista de  mi situación ilegal bajo el zarismo, registré a mis hijos  con el apellido de su madre: Sedov. Para no obligarlos  a cambiar un apellido al cual se habían acostumbrado, bajo el poder soviético asumí, con “fines cívicos”, el  apellido Sedov (es sabido que la ley soviética permite  al hombre tomar el apellido de su cónyuge). Yo, mi  esposa y mi hijo mayor salimos al exilio con pasaportes  a nombre de Sedov. Por eso mis hijos jamás utilizaron el apellido Bronstein.

¿Por qué es necesario mencionar ahora ese apellido? Evidentemente, porque es judío. A ello debo  agregar que se acusa a mi hijo de nada menos que de  intento de envenenar obreros. ¿Qué diferencia hay  entre esto y acusar a los judíos de utilizar sangre de  cristianos con fines rituales?



[1] Recursos antisemitas. Con autorización de la biblioteca de la Universidad de Harvard. Traducido del ruso [al inglés] por Donald Kennedy.  Parte de este artículo apareció en el libro Trotsky and & the Jews, de Joseph Nedava (Philadelphia, Jewish Publications Society of America,1972).