¿El fin?[1]

 

 

1 de febrero de 1937

 

 

 

El fiasco moral del proceso de Zinoviev y Kamenev  obligó a Stalin a montar el proceso de Piatakov y Radek.  Durante nueve años Radek y Piatakov fueron herramientas de confianza en manos de Stalin, quien los valoraba en alto grado, dado que eran más inteligentes  y cultos que sus colaboradores más estrechos. Pero  no contaba con otros ex trotskistas destacados y conocidos para montar el nuevo fraude judicial. Se vio obligado a sacrificar a Piatakov y a Radek. Si con las primeras amalgamas Stalin se creyó inventor y creador de  un nuevo sistema para hacer milagros, ahora se ha  convertido en prisionero del sistema. Ahora necesita un  nuevo juicio para encubrir la funesta historia del avión  de Piatakov. ¿Dónde conseguirá la gente necesaria?  Necesita un proceso especial de ingenieros y técnicos  alemanes para apuntalar el estúpido cuento de hadas  de mi vinculación con la Gestapo. ¿Dónde terminará?  Ya hemos dicho antes que Stalin trata de aplacar su sed  con agua salada.

Las amalgamas judiciales hacen cundir el pánico  en las filas de la propia burocracia. La mayoría de los fusilados del último juicio no eran personalidades políticas, sino burócratas del estrato medio y medio-superior. Es probable que en su historial hubiera algunos errores, felonías, quizás inclusive crímenes. Sin embargo, la GPU les obligó a declararse culpables de crímenes colosales, de envergadura histórica, y luego... los fusiló. Ningún burócrata puede sentirse a salvo. Stalin guarda expedientes de todos los funcionarios políticos y administrativos de cierta importancia. En esos expedientes constan los pecados de todo tipo (manejo imprudente de caudales públicos, aventuras amorosas, relaciones personales sospechosas, parientes comprometedores, etcétera). Los sátrapas locales elaboran expedientes similares de sus subordinados. Stalin está en condiciones de degradar y aplastar a cualquier de sus colaboradores - incluyendo a los miembros del Buró Político - en cualquier momento. Hasta 1936 Stalin empleó los expedientes para violar la conciencia del pueblo, para obligar a la gente a decir lo que no querían decir. A partir de 1936 empezó a jugar con las vidas de sus colaboradores. ¡Se ha iniciado un nuevo período! Stalin utilizó a la burocracia para aplastar al pueblo; ahora aplica el terror contra la propia burocracia. La burocracia, temerosa de hallarse aislada del pueblo, apoya a Stalin. Stalin, temeroso de hallarse aislado de la burocracia, trata de arrastrar al pueblo, de ahí la constitución “democrática” y los juicios demagógicos.

Los colaboradores de Stalin miran asustados a sus espaldas y se preguntan: ¿a quién le tocará el turno mañana? al mismo tiempo, las masas populares no pueden dejar de preguntarse: ¿quiénes son nuestros gobernantes? ¿Cómo es posible que quienes hasta ayer ocupaban cargos de importancia, resulten hoy culpables de crímenes graves? ¿Cómo es posible que el Comité Central de la época de Lenin estuviera integrado - con la única excepción de Stalin - por traidores y renegados? ¿No será al revés? ¿No sucederá, quizá, que Stalin se ve obligado a ahogar en sangre  a los viejos cuadros del Partido Bolchevique, porque él mismo se ha convertido en el pilar de una nueva aristocracia?

El sistema político de la URSS ha entrado en una  época de crisis profundas y graves. Sólo los ciegos no  lo ven. Sólo los hipócritas, que pretenden disfrazarse  de revolucionarios con el rótulo barato de “amigos de  la URSS” callan estos hechos. Estos aristócratas se autojustifican con el pretexto de que denunciar los  crímenes de la camarilla stalinista equivale a apoyar  a los fascistas. Son como las personas supersticiosas que temen nombrar sus enfermedades de viva voz  porque creen en la magia de las palabras. La burocracia  stalinista ayuda al fascismo al asumir los rasgos más  repugnantes de los regímenes totalitarios. ¡Gracias a  los procesos de Moscú, la opinión pública se ha olvidado del incendio del Reichstag y de la manera sangrienta en que Hitler liquidó a la oposición (30 de junio  de 1934)![2] ¿Podría prestarse mejor servicio a los  verdugos fascistas? Los cimientos económicos de la URSS conservan su  carácter progresista. Las masas trabajadoras y los amigos del progreso del mundo entero deben defender esos  cimientos por todos los medios posibles. Pero el peligro que más directamente amenaza a dichos cimientos  está en la conducción desmoralizada y desmoralizante de la burocracia stalinista.

Los pueblos de la URSS están atrapados en una red de falsedades totalitarias. El primer deber de los amigos de la URSS – los auténticos, no los falsos - es  decirles a los pueblos de ese gran país la verdad, toda  la verdad, para ayudarlos a salir de su atolladero.

El problema de la comisión investigadora internacional no es un problema personal mío, ni de mi familia (mi hijo Serguei corre peligro en Krasnoiarsk, mi hijo León, en París). Tampoco es un problema de los miles de militantes de la Oposición Soviética que piden justicia. No: es un problema internacional. Afecta profundamente a la conciencia política y las normas morales de todos los países. ¡El mejor medio para salir de las peores situaciones es la verdad! ¡Por eso las organizaciones obreras, los grupos sociales progresistas, los ciudadanos honrados deben apoyar la iniciativa de crear una comisión investigadora internacional!



[1]¿El fin?. Biulleten Opozitsii, Nº, 54-55, marzo de 1937. Traducido del ruso [al inglés] para la primera edición [norteamericana] de este obra por John Fairlie.

[2] Hitler inició la “purga sangrienta”, el 30 de junio de 1934, con el fin de eliminar a potenciales elementos de oposición del Partido Nazi y otros grupos burgueses alemanes.