Salvador Allende

Misiones y tareas de juventud y Nacionalización del cobre, discurso en la Plaza de la Constitución pronunciado ante el pueblo de Santiago 


Pronunciado: El 21 de diciembre de 1970.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Compañeras y compañeros integrantes de la Unidad Popular, compañeros y amigos, dirigentes nacionales de los partidos del pueblo, ministros, subsecretarios, funcionarios del Gobierno Popular.

Me acompañan en esta tribuna, como símbolo de los que se reúnen en esta plaza, tres compañeros que representan a la juventud, a los campesinos y a los compañeros del pueblo.

Tal como reiteradamente lo dijéramos, el Gobierno Popular siempre informará al pueblo sobre sus actos y las proyecciones que ellos tendrán sobre la vida de Chile y de cada uno de los chilenos. Esta tarde los hemos convocado para que comprendan la importancia trascendental que tiene el acto que vamos a ejecutar y en el cual son protagonistas la juventud, los campesinos y los trabajadores del cobre. La juventud no podía ser espectadora de este gran proceso de transformación económica y social de Chile, la juventud es protagonista fundamental de esta etapa de la vida Patria. Necesitamos, reclamamos y pedimos la energía creadora de la juventud, su lealtad revolucionaria que será puesta sin quebrantos al servicio de Chile y del pueblo. Hoy iniciamos un hecho de honda significación solidaria y humana. La juventud chilena recorrerá los valles, los campos, las aldeas, las poblaciones, llevando el mensaje redentor, la voluntad, la decisión creadora y revolucionaria del Gobierno Popular. El cansancio más que centenario de los viejos luchadores será reemplazado por la energía juvenil, para hacer de Chile una Patria distinta: la Patria sin distingos de todos los chilenos, independiente en lo económico y soberana en lo político.

La juventud tendrá que ser factor esencial en la transformación que esta sociedad injusta reclama, para dar paso a una nueva sociedad. La presencia de la juventud es tanto o más necesaria cuando en nuestro país -podemos decir con orgullo que somos un pueblo joven- más del 60 por ciento de la población tiene menos de 30 años; más de 4 millones 600 mil chilenos son menores de 30 años. Y también es justo reconocerlo, entre los adultos y los hombres que ha desbordado los 50 años y militan y adhieren a los partidos populares hay una conciencia joven y también una voluntad joven. La lucha del pueblo de Chile no es una lucha de generaciones; así la presencia de la juventud en el trabajo voluntario, en el trabajo democrático de la Unidad Popular, está señalando que comprende la labor histórica en que vivimos, y esta juventud, con su espíritu creador, con su fuerza moral, va a levantar un dique contra la corrupción juvenil, contra aquellos que malgastan sus horas y acuden a las drogas para evadirse de una sociedad que no los satisface y en la cual se sienten enajenados. La juventud de la Unidad Popular debe ser el ejemplo en el trabajo, en el estudio, en la lealtad al pueblo y en la vocación heroica por servir a Chile por sobre todas las cosas.

Secretaria de la juventud

Como una necesidad del Gobierno, frente a ustedes, esta tarde auspiciosa, firmaré el decreto que crea la Secretaria General de la Juventud, cuya breve exposición dice lo siguiente:

Considerando que el Ejecutivo tiene especial interés en elevar la presencia política de la juventud y su capacidad de acción en la conducción de la Patria Nueva, al presentar ésta su más decidida y eficiente colaboración a los planteos del Gobierno Popular, es necesario crear un organismo juvenil que colabore con el Gobierno en la formulación de una política relativa a los problemas que interesan a la juventud y a su participación en los aludidos planes, decreto:

Artículo 1°: Créase la Secretaría General de la Juventud, dependiente de la Presidencia de la República, cuyo objeto será cooperar en la formulación y ejecución de planes en la política relativa a la juventud.

Artículo 2°: Corresponderá a la Secretaria General de la Juventud proponer al Ejecutivo planes concretos, relativos a la participación organizada de la juventud en las grandes iniciativas de trabajos voluntarios, alfabetización, forestación, construcción de casas, por ejemplo, divulgación y ejecución de medidas de Gobierno, difundir el Programa de la Unidad Popular y elevar el nivel político de las masas chilenas; preocuparse especialmente de los problemas específicas de la juventud, ya sea en materia relativa a educación, trabajo, salud, alimentación, recreación o deporte; coordinación con las entidades estatales, muy en especial con la Subsecretaria de Educación, Dirección de Depones del Estado, Oficina de Planificación, Departamento de Cultura del Ministerio de Educación, Dirección de Turismo, Ministerio del Trabajo, Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, y, en general, con los Ministerios, Subsecretarías y Direcciones Generales.

Su vinculación también deberá ser estrecha con el Ministerio de la Familia, cuyo proyecto enviaremos al Congreso Nacional antes del 31 de diciembre de este año.

Además, la Secretaría de la Juventud deberá sugerir al Gobierno las medidas legales o administrativas que estime adecuadas para la realización de sus respectivos planes y programas: consultar, coordinar y planificar con las organizaciones de masas de la juventud chilena, como federaciones estudiantiles, CUT Juvenil, organizaciones juveniles campesinas, de pobladores, deportivas y culturales.

Artículo 3°: La Secretaria General de la Juventud estará integrada por seis representantes designados por el Presidente de la República, sobre la base de las insinuaciones que hagan los dirigentes nacionales del Comando Juvenil de la Unidad Popular. Los miembros que integren la Secretaría General de la Juventud no percibirán rentas por las funciones que desempeñen.

La Secretaría General de la Juventud podrá solicitar de los organismos públicos todos los antecedentes, informes o servicios que estime convenientes para el mejor desempeño de su cometido, los cuales la deberán prestar u otorgar al más breve plazo.

Artículo transitorio: La Subsecretaria General de la Juventud estará anexa a la Presidencia de la República.

Con esto quiero señalar la importancia que le doy a esta Secretaría y la presencia de la juventud en el Gobierno Popular y en la lucha de nuestro pueblo.

Voy a firmar el decreto respectivo.

He dicho, pueblo de Santiago, que esta tarde quiero informarles a ustedes de todas las iniciativas que estimamos de importancia, y que el Gobierno ha resuelto convertir en realidad, cumpliendo con ellos el Programa de la Unidad Popular y con nuestra conciencia. Quiero destacar también que no se trata, en esta ocasión, de hacer un resumen de la tarea realizada en estos meses y días que estamos en el Gobierno. Me dirigiré antes del fin de año, a través de la radio y por el canal estatal, en una cadena voluntaria, y no obligatoria, al país, para dar a conocer lo realizado en este período.

Quiero ahora, de la misma manera, destacar la importancia que para nosotros tiene la creación del Consejo Nacional Campesino.

Pretendemos -lo hemos expresado reiteradamente- un desarrollo económico que impulse el progreso del país. Un desarrollo económico que implique un régimen social más justo que dé al hombre más libertad al garantizar su existencia al margen de los riesgos de la vida, para terminar con su alienación, o sea, garantizándolo contra la enfermedad, la cesantía, la incultura, la falta de vivienda, de salud, de recreación y de descanso.

Para poder cumplir con todo ello, que es una necesidad imperativa, el pueblo debe entender que esta tarea no puede realizarla un hombre ni un Gobierno. Es una tarea que sólo puede ejecutarse sobre la base de una gran conciencia de las masas populares: de la voluntad irrevocable de un pueblo de producir más, de trabajar más, de esforzarse más y sacrificarse más -si es necesario por Chile, y por cambiar las condiciones materiales de existencia de los sectores más postergados. Pero también el pueblo debe recordar lo que he dicho tantas veces: vamos a producir más, vamos a trabajar más, vamos a esforzarnos más, pero ello no será en beneficio de una minoría, sino en provecho de la mayoría de los chilenos, en beneficio de Chile y su pueblo.

Factor fundamental en este esfuerzo solidario, en esta gran tarea común, será el aporte del campesino chileno, del trabajador de nuestra tierra, esos compatriotas preteridos durante un siglo y medio, que han vivido postergados, desconocidos y explotados. Que ha vivido siempre sobre el surco ajeno, sembrando para otros y consumiendo a menudo sus inenarrables insatisfacciones y hambres. Frente a una realidad injusta a la que, con una auténtica y profunda Reforma Agraria nosotros pondremos término, la presencia del campesino será activa y creadora en la vida de Chile.

Para comprender la importancia que tiene la Reforma Agraria, que es parte de un amplio y complejo proceso de desarrollo económico; para entender que ella implica ayuda técnica, créditos, mecanización del trabajo agrícola, cambios en el sentido de la propiedad de la tierra; para tener conciencia cabal de lo que representa este proceso quiero que el pueblo no ignore dos cosas fundamentales: que Chile tiene una situación agrícola de 6 millones de hectáreas arables, de las cuales hoy tan sólo son tierras aradas 2 millones 600 mil hectáreas. Cuando incorporemos a la producción el trabajo calificado y técnico del Ministerio de Agricultura y de los organismos especiales que de él dependen; cuando, por sobre todo, incorporemos más tierras, con la presencia del trabajador dignificado en su esfuerzo y reconocido en sus derechos igual al resto; cuando el campesino tome en sus manos esta gran responsabilidad y comprenda que su esfuerzo y su trabajo son indispensables; cuando él sepa que Chile no puede seguir comprando en el extranjero 140 a 160 millones de dólares anuales para importar carne, grasa, trigo, mantequilla y aceite; cuando el campesino chileno no ignore que el 47 por ciento de la población se alimenta mal; cuando el campesino sepa que lo que ocurre con su propia familia se proyecta a lo largo de la Patria, sólo entonces tendremos la certeza y la seguridad de que la auténtica Reforma Agraria será el bastión que garantice nuestro progreso. Entonces tendremos un hombre nuevo: el campesino del Gobierno Popular, que será el factor fundamental en el trabajo y en la producción de la tierra.

Por ello, esta tarde firmaremos un Decreto que crea el Consejo Nacional Campesino, que estructura el Consejo Nacional como una entidad que oficializa la participación de los campesinos en la dirección de la política agraria en sus planes, programas, metas, prioridades, presupuestos, producción, precios y tributos que se relacionen con el agro. A él corresponderá formular sugerencias, proposiciones e iniciativas tendientes a coordinar la acción del Gobierno y las aspiraciones del campesinado.

En el Consejo Nacional Campesino existirán dos representantes de las organizaciones nacionales siguientes: de la Confederación Nacional “El Triunfo Campesino”, de la Confederación Nacional Campesina “Ranquil”, de la Confederación Nacional Campesina “Libertad”, de la Confederación Nacional de Asentamientos y de la Confederación Nacional de Cooperativas Campesinas y Pequeños Agricultores.

En cada provincia existirá un Consejo Provincial Campesino. El Ministro de Agricultura asistirá permanentemente al Consejo Nacional. En los Consejos Provinciales participará un representante del Ministerio de Agricultura. Todos los cargos de los Consejos son ad honorem.

De esta manera, queremos estructurar una organización que nazca por la voluntad democrática de los campesinos en la comuna, en la provincia y al nivel nacional, y llegará el día en que los campesinos, no sólo a través de la Central Única de Trabajadores, sino que directamente, tendrán representantes en todos los sectores fundamentales de los servicios públicos que dicen relación con el trabajo en la tierra de Chile.

Y, a propósito de esta materia, quiero decir claramente al pueblo que me escucha, que estuve ayer en la provincia de Cautín, en donde hay un clima muy tenso, artificialmente creado en parte.

Dije allí públicamente que no era mi intención desenterrar el hacha de la guerra, símbolo de los mapuches y que no exhibía tampoco, hipócritamente, una blanca y tibia paloma de la paz.

Llevaba la palabra responsable de un gobernante del pueblo, para decirles a los trabajadores de la tierra, para decirles a los mapuches que reconociendo la justicia de su anhelo y su ansia de tierra, yo les exigía que no participaran más en tomas de fundos ni corrieran los cercos. Con ello, agregué, permitían la explotación y la campaña intencionada que se hace para decir que este Gobierno se ha sobrepasado. Que la Ley no se respeta y que existe anarquía en el país.

Hice notar que en este Gobierno hay un responsable, que el Presidente de la Republica apoya sus determinaciones en la fuerza moral y en la influencia que tiene en las masas populares.

Dije, al mismo tiempo, que así como íbamos a organizar el Consejo Nacional Campesino, así como nos íbamos a preocupar con decisión, rapidez y responsabilidad de la situación de los mapuches, así también señalé que había dos clases de propietarios agrícolas: aquellos que han cumplido con las leyes, que han trabajado la tierra, que han respetado al hombre que con ellos colaborara, y que han sabido respetar la dignidad del campesino: así como también, por desgracia, existía el otro sector de propietarios agrícolas -no me refería a las entidades gremiales- que estaba vinculado a actividades reaccionarias, a conspiraciones, que actuaba tenebrosamente, incluso contrabandeando armas.

A este respecto, quiero precisar muy bien mis palabras, ya que un diario sostiene que han venido armas de Argentina, sin precisar los hechos. Ese tipo de propietario agrícola ha contrabandeado armas. En el sur de Chile, sobre todo en las provincias de Cautín, Bío-Bío y Malleco, hay propietarios que están armados, que tienen armas largas y metralletas, que las han usado ya y que han anunciado que las seguirán usando. Yo he dicho, categóricamente, que no queremos la violencia, que nos oponemos a la violencia, que no queremos que el acero chileno se convierta en armas para enfrentar a chilenos contra chilenos. Que queremos que el acero se convierta en picotas, azadones, martillos, herramientas de trabajo. Pero he sostenido que si esos propietarios no entienden, será el propio Gobierno el que imponga el respeto a la Ley y a la vida de los trabajadores de la tierra.

He conversado con los sindicatos, mejor dicho, con los representantes de los sindicatos patronales de la Sociedad Nacional de Agricultura, y les he dicho que el memorándum que entregaron al Ministro de Agricultura será respondido a la brevedad. Que en veinte interrogantes que plantean no vamos a escamotear ninguna respuesta. Yo quiero que todos los propietarios agrícolas sepan cuál va a ser nuestra actitud y el camino que vamos a seguir.

Indiscutiblemente, los pequeños y medianos agricultores, los que trabajan bien la tierra, sabrán que el Gobierno Popular irá en su ayuda. Pero cumpliremos irrevocablemente la Reforma Agraria como una necesidad económica y social: inclusive, modificaremos la actual ley, pero ciertamente por los cauces legales. Si les exigimos al mapuche, al indígena y al trabajador de la tierra respeto a la ley, se lo exigiremos implacablemente a los que tienen la obligación superior de respetarla por su nivel de cultura y educación.

Mientras tanto, debo señalar que este Gobierno no ha trasgredido la Ley. Quiero recordarles, porque ya ha sido publicado en los diarios de Santiago, a propósito de un documento emanado de los parlamentarios democratacristianos de la provincia de Cautín, que ellos no deben olvidar que las tomas en esa provincia empezaron en junio de este año, y que se tomaron más fundos en esos meses de junio y agosto que los que se han tomado después de la elección. De la misma manera, hubo corridas de cercos también en número tan crecido como ahora.

He querido recordarles a esos parlamentarios que las disposiciones legales no las ha transgredido este Gobierno. Quiero recordar a Chile entero que fueron algunos propietarios agrícolas los que faltaron el respeto a los ministros del Presidente Frei en un acto de la propia Sociedad Nacional de Agricultura. Quiero recordar que fueron patrones agrícolas los que atravesaron sus coches y sus camionetas en los caminos, para expresar de esta manera su protesta frente a los propósitos del Gobierno anterior de fijar el precio del trigo. Quiero recordar que en la provincia de Linares fueron atropellados, baleados y heridos funcionarios de INDAP. Quiero recordar que periodistas fueron golpeados, y por último, quiero recordar que fue asesinado un funcionario público que iba a cumplir la Ley, que incluso estaba resguardado por fuerzas de Carabineros: me refiero al ingeniero Mery.

No somos nosotros los que hemos transgredido la Ley, y en los casos que se han producido tomas de fundos hemos hecho razonar a los trabajadores agrícolas.

Sabemos que algunos predios han sido tomados porque sus patrones no los trabajan o los abandonaron. En otros, donde los conflictos se han prolongado extraordinariamente, indiscutiblemente la desesperación condujo a los trabajadores agrícolas a actuar como es bien conocido.

Nosotros en esos casos hemos destinado interventores. A ellos les hemos dado instrucciones muy claras porque necesitamos que los fundos intervenidos sigan produciendo para hacer posible que se alimente mejor el hombre de Chile, y ésta es una actitud responsable de nuestra parte.

Pueblo mapuche

Quiero decirle al pueblo de Chile lo que ayer aprendí en Cautín, mientras se realizaba el Segundo Congreso de los Mapuches: hay que saber que en Chile existen 3.048 reducciones indígenas, entre Bío-Bío y Llanquihue, con 392.616 mapuches, y que la máxima concentración está en Cautín con 189.000; en Malleco hay 89.000; en Valdivia 3.000; Arauco 5.000, etcétera.

Las actividades básicas de los mapuches son la agricultura y la ganadería. Sin embargo, muchos de ellos se alimentan tan solo de piñones, ahí, en los sectores agrícolas de la costa de la provincia de Bío-Bío.

Quiero decirles a ustedes que la raza que defendió con heroísmo al renglón inicial de nuestra historia, ha ido perdiendo sus tierras, y su postergación creció; quiero señalar que la ley que se dictara para darles determinados privilegios tiene un sentido paternalista y, por lo mismo, el mapuche no puede autogenerar su propia conducta. No pueden enajenar su tierra ni arrendarla. Todo debe serles tramitado en los juzgados de indios, que son pocos en número, y que, además, trabajan escasas horas del día. Quiero señalar que corresponde más o menos una hectárea y media o una hectárea y cuarto por mapuche, y que esta tierra tan sólo puede cultivarse en un 60 por ciento. Y quiero decir que las condiciones de vida de esta gente son dramáticamente lamentables. Quiero destacar que existen 77.800 niños en edad escolar y que faltan escuelas y maestros; sobre todo, maestros que entiendan y comprendan la antropología del mapuche. Quiero decirles que hay 37.000 y tantos niños en edad preescolar absolutamente abandonados y 27.000 lactantes sin atención médica, muchos de los cuales jamás tomaron un vaso de leche. Quiero decirles que es una obligación nacional, es un imperativo de nuestra conciencia, no olvidar lo que Chile les debe al pueblo y a la raza araucana, origen y base de lo que somos. Por lo tanto, el Gobierno Popular irá con responsabilidad a encarar esta situación: elevará el nivel material y espiritual del hombre araucano, del mapuche nuestro; legislará con un sentido distinto; le entregará tierras y dignificará su existencia, como una imperiosa necesidad de su presencia humana en la vida de pueblo de Chile.

Por eso, ayer dije a los mapuches que la juventud se reunirá hoy, aquí en Santiago, para iniciar su trabajo voluntario. Yo les pido más que eso, les exijo a los jóvenes estudiantes de quinto y sexto año de medicina, a los estudiantes del último curso de odontología, les pido a médicos y dentistas jóvenes, que vayan con premura, con cariño, con ternura humana, a trabajar durante uno o dos meses allí, en las comunidades; que se identifiquen con la realidad dramática del pueblo mapuche, que lleven, junto a la técnica, la palabra alentadora en el remedio y en el diagnóstico. Que vayan también los maestros y los estudiantes normalistas. Por nuestra parte, movilizaremos el INDAP, la CORA y todos los organismos necesarios para cambiar la vida y trabajo del mapuche. Ése es un compromiso de honor, y yo sé que la juventud que me escucha considera mi petición y mi mandato, mandato que emana del dolor y de la esperanza de los araucanos de la zona sur de Chile.

Deseo ahora referirme al tercer protagonista de este acto: el cobre. Y quiero que cada hombre y cada mujer que me escucha comprenda la importancia del acto en el cual vamos a firmar el proyecto destinado a modificar la Constitución Política, para que Chile pueda ser dueño de su riqueza fundamental, para que podamos nacionalizar el cobre sin apellidos: para que el cobre sea de los chilenos.

Deseo entregar algunas cifras, porque sólo haciendo conciencia en el pueblo éste adquirirá el sentido superior de su propia responsabilidad. Nacionalizar el cobre, el hierro, el salitre y las riquezas nacionales básicas, indiscutiblemente obligará a una gran unidad de los que defienden a Chile y sus fronteras económicas.

Yo reclamo que estén junto a nosotros aquellos que no tienen nuestro mismo domicilio político ni nuestras mismas ideas, pero que piensan en Chile y en su destino.

El paso que vamos a dar, absolutamente dentro de los cauces legales, es seguro será desfigurado a escala internacional y, también, resistido por un grupo pequeño de malos chilenos. Pero el pueblo de Chile y el Gobierno Popular que presido han aquilatado claramente la responsabilidad de la medida que es indispensable adoptar para fortalecer la economía de Chile, para romper su dependencia económica, para completar la esperanza y el anhelo de los que nos dieron la libertad política, para conquistar nuestra segunda independencia la independencia económica de nuestra Patria.

Vean ustedes algunos antecedentes: empecemos por el valor no retornado, es decir, por el que no volvió a Chile de la gran minería del cobre. Antes de 1930 carecemos de datos confiables. No existía la posibilidad de una estadística veraz. Entre 1930 y 1969 han salido de las fronteras de la Patria 3.700 millones de dólares, que han ido a engrosar la gran fortaleza de las empresas que, en escala internacional, controlan los yacimientos cupríferos en los cinco continentes. En 1969 no retornaron 166 millones de dólares. Quiero destacar que 3.700 millones de dólares es el 40 por ciento de la riqueza total de Chile, del esfuerzo acumulado durante 400 años por todos los chilenos. El 40 por ciento de esa riqueza ha salido desde los años 30 a 69, y este hecho no lo podemos olvidar.

Chile sabe también que, en total, más o menos en esos mismos años, por los capítulos de cobre, hierro, salitre, electricidad y teléfonos, han salido del país algo así como 9.600 millones de dólares, cifra que representa el valor total de la riqueza de Chile. Por irresponsabilidad o complicidad de las castas gobernantes, nuestro potencial de riqueza se ha diluido, mientras el hombre del pueblo se debatía entre el hambre y la incultura. Por ello haremos que el cobre sea chileno, en la etapa inicial de nacionalización de nuestras riquezas.

Quiero que el pueblo sepa que las utilidades netas en Chuquicamata, Salvador y El Teniente, entre 1965 y 1970, alcanzaron a 6S0 millones de dólares, es decir, un promedio de 110 millones por año. Ciento diez millones de dólares bastan, por ejemplo, para construir tres fundiciones y tres refinerías electrolíticas con capacidad de 100 mil toneladas cada una. Esos 110 millones de dólares bastarían para alimentar a 250 familias chilenas durante cerca de 15 meses, o entregar un par de zapatos por año a 2 millones y medio de chilenos.

Quiero que sepa el pueblo que las inversiones en la Gran Minería y en la Andina después de 1965, según el plan de expansión, significaron la inversión o significarían la inversión de 690 millones de dólares, para incrementar la producción en 412 mil toneladas al año. De ellos ya se han invertido 140 millones, pero Chile debe 530, o sea, la expansión de las explotaciones mineras se ha hecho endeudando al país.

Quiero que el pueblo sepa que El Teniente, vale decir, la Kennecott, antes de los pactos, era propietaria del 100 por ciento de las acciones del mineral aludido, y las utilidades retiradas representaban un 17,4 por ciento; las utilidades, repito. Después del pacto, habiendo entregado el 51 por ciento de las acciones, siendo propietaria del 49 por ciento y habiendo recibido el 56 por ciento de las utilidades que corresponden a la explotación, o sea, la Kennecott, ahora con el 49 por ciento, ha tenido tres veces más utilidades que cuando controlaba 100 por ciento de El Teniente.

Quiero que sepan lo ocurrido en escala mundial con la Anaconda. Utilidades netas consolidadas por esta empresa: en 1969 la Anaconda obtuvo utilidades en escala mundial por 99 millones de dólares. De esas utilidades, 79 millones, vale decir, el 80 por ciento, los obtuvo en Chile; sin embargo, en Chile sólo tiene invertido un 16 por ciento de las inversiones que posee en escala mundial.

El 16 por ciento de sus inversiones le da el 80 por ciento de las utilidades. ¡Caramba que es buen negocio para la Anaconda invertir su dinero en Chile!

Quiero que Chile no ignore que no controla la explotación, ni las ventas, ni el manejo financiero del cobre, que alcanzó a mil millones de dólares en 1969. En años anteriores esto ha significado una verdadera sangría para el país. Se imponía, por ejemplo, un precio de venta inferior al internacional. Ahora bien, el déficit en el valor de las ventas por el menor precio que se nos pagó, esto es, por un precio inferior al precio internacional, entre 1964 y 1966, fue de 668 millones de dólares, que fueron utilidades exclusivas para las empresas. Quiero destacar que sobre la base de la nacionalización, según las estimaciones de los técnicos y de acuerdo con los antecedentes disponibles, podemos calcular que a 45 centavos por libra y al nivel de producción actual, la nacionalización reportará para Chile 70 millones de dólares anuales suplementarios, superior a los ingresos que hoy tenemos, es decir, 70 millones más por el solo concepto de utilidades.

Quiero, por último, decirles a ustedes que, según antecedentes técnicos, las reservas mundiales de cobre alcanzan a 275 millones de toneladas métricas, y que Chile tiene reservas que representan un 30 por ciento del total, o sea, más de 80 millones de toneladas. Quiero que sepan que la ley promedio en escala mundial es de una riqueza del 1,5 y la ley promedio de Chile es de 1,7 a 1,8, es decir, somos un país que tiene ilimitadas reservas y una gran riqueza. Por eso es que en este instante, nosotros al dar este paso, estamos encarando una gran posibilidad para el pueblo y para la Patria, y lo vamos a hacer dentro de los cauces legales, lo vamos a hacer como un derecho del pueblo de Chile, como una obligación del Gobierno Popular que ustedes eligieron. Lo vamos a hacer para hacer posible el progreso material de nuestra Patria, para asegurar nuestra soberanía y para demostrar que la dignidad de Chile y su independencia no tiene precio, ni está sometida a ninguna presión ni a ninguna amenaza.

Por lo demás, quiero que se entienda perfectamente bien, esto no es una agresión al pueblo norteamericano ni al Gobierno norteamericano, ni tampoco es una agresión porque vamos a utilizar la Ley y a indemnizar según sea lo justo a través de los organismos regulares del Estado chileno y de las propias empresas. Quiero decir públicamente, para terminar con infundios, o para impedir que la conjura internacional se desate en contra nuestra, que estamos llanos, y así ya se ha resuelto, a utilizar los mismos usuarios que han comprado nuestro cobre en Estados Unidos o en Europa; que no nos negamos a negociar con ellos como a negociar cobre con cualquier país del mundo. El que nos pague más y mejor, y el que nos compre semielaborado, se llevará gran parte de la producción chilena.

Quiero señalar que no queremos privar del cobre a nadie que nos haya comprado y lo necesite. Lo que quiero decir es que sí vamos a ser dueños de la riqueza esencial de Chile; vamos a controlar su producción; vamos a fijar los niveles de producción; vamos a intervenir directamente en los mercados y a defender el interés de Chile por sobre todas las cosas, porque somos los dueños de nuestro destino económico.

Deseo, en forma muy breve, hacer una síntesis del proyecto que entregaremos mañana al Congreso. En ese proyecto se deja establecido, definitivamente, el dominio absoluto del Estado sobre los yacimientos y minas, de modo que los particulares tendrán sobre ellos sólo el derecho de concesionarios, Se establecen las reglas para fijar montos y formas de pago de las indemnizaciones en caso de expropiación. Para ello se debe dictar una ley que determine lo que es la Gran Minería, y que puede referirse igualmente al cobre, al hierro, al salitre, o a otro mineral cualquiera. Con este proyecto se da término definitivamente a toda posibilidad de existencia de contratos-leyes. El Estado queda en libertad para modificar lo que haya pactado con particulares, si así lo requiere el interés nacional, sin otra obligación que la de indemnizar al afectado.

El Estado queda facultado para tomar posesión material de los bienes, en el momento mismo en que se dicte la orden de expropiación. Lo anterior en cuanto a las normas generales. En lo que se refiere al caso concreto de la nacionalización de las actuales minas de cobre de la Gran Minería, y de la Compañía Andina incluida, se aplicarán las normas generales antes indicadas, de modo que no se necesita de una nueva ley. Los minerales y las instalaciones quedarán en poder del Estado. Por la Reforma Constitucional se dejará sin efecto la compra de las empresas que se había hecho en virtud de los Convenios del Cobre, y se declaran disueltas las actuales empresas mixtas. Lo que se haya pagado por concepto de compra de acciones se abona a la indemnización que debe pagarse. La indemnización la fija la Contraloría General de la República. Puede apelarse ante un tribunal especial, que proponemos sea integrado por el Presidente de la Corte Suprema, que lo presidirá, por un miembro del Tribunal Constitucional designado por el Presidente de la República, por el Presidente del Banco Central, el director de ODEPLAN y el vicepresidente de la CORFO.

Nadie puede negar la solvencia de la Contraloría y de este Tribunal. Las cosas del Gobierno Popular se hacen en serio y merecen el respeto del país y el respeto de los otros pueblos.

No se paga indemnización alguna por los yacimientos. El pago de los bienes expropiados es en dinero, a 30 años de plazo, con cuotas anuales y a un interés del 3 por ciento sin reajuste. El pago puede suspenderse si los expropiados entorpecen la marcha de los minerales, y se reducirá en la cantidad que hubiesen recibido las Compañías por utilidades superiores al promedio normal. Este proyecto lo concebimos dentro de nuestro derecho e irá al Congreso para ser discutido; allí se oirán las corrientes de opinión pública en él representadas.

Estamos actuando dentro de los cauces jurídicos normales. Además, debo recordarles que las Naciones Unidas han reconocido el derecho de los pueblos a nacionalizar las riquezas fundamentales que están en manos del capital foráneo. Chile no renunciará a este derecho, porque ello implica romper nuestra dependencia económica, lo que significa también plena soberanía e independencia cultural. Por ello, esta tarde, al firmar ante ustedes el decreto que crea el Consejo Nacional Campesino y el proyecto que implica la modificación de la Constitución, creo que el pueblo entiende que estamos dando un paso decisivo en la vida histórica de la Patria, y si la juventud se va a movilizar y el campesino va a entregar su energía creadora y su capacidad, al igual que la energía creadora y la capacidad de la juventud, serán los mineros, los trabajadores del metal rojo, los empleados, técnicos y los profesionales chilenos los que sientan el orgullo de trabajar en una riqueza que será de todos los chilenos.

Por primera vez en la historia la bandera de la Patria flameará izada en el mástil del esfuerzo de los trabajadores chilenos, para entregar su capacidad productora al progreso de Chile y el pueblo nuestro.

Voy a firmar el decreto que crea el Consejo Nacional Campesino, y que ya tiene la firma del estimado compañero Ministro de Agricultura, Jacques Chonchol. Quiero decir que he recibido una nota muy grata.

El Consejo de Presidentes de la Federación Universitaria -compañeros que están aquí- se han reunido de inmediato y me han enviado una comunicación con la firma de los compañeros Alejandro Rojas, de la FECH; Jorge Fuentes, de la FEC; Alberto Ríos, de la FEUC, y Jaime Sponda, de la FEUCV, para decir que los estudiantes de Medicina y de Odontología, y en general los estudiantes, aceptan mi petición y estarán presentes en Cautín para cumplir la tarea que les he pedido.

Paso a firmar, ahora, el proyecto de ley que enviaremos al Congreso para modificar nuestra Constitución, a fin de poder nacionalizar las riquezas fundamentales del cobre que están en manos del capital foráneo. Este proyecto de ley tiene ya la firma del estimado compañero Ministro de Minas, Orlando Cantuarias.

Pueblo de Santiago y pueblo de Chile, con esta firma, con la firma de este proyecto de ley, pongo fin a este acto. Expreso mi reconocimiento a los que han venido en forma tan espontánea a reafirmar su fe y su confianza en el propio pueblo; a comprender que esta tarea que tenemos que realizar es dura y es pesada, pero al mismo tiempo, a dejar constancia que nada, absolutamente nada, puede detener a un pueblo consciente, unido, fortalecido en su fe y decidido a construir un nuevo destino.

Quiero señalar que lo que hemos realizado hasta ahora es un aporte importante al progreso de la Patria. Y seguiremos sin premura afiebrada, pero sin ninguna vacilación, hasta cumplir integralmente las cuarenta medidas que anunciáramos al pueblo en escala nacional y las 20 que propusiéramos para los campesinos. De igual manera avanzaremos en el cumplimiento del Programa de la Unidad Popular. Lo hemos dicho ya, y lo repetimos: lo que el pueblo de Chile ha hecho no tiene parangón, y desde más allá de nuestras fronteras se observa nuestra actitud.

Los que al principio nos negaron, los que vacilaron, los que nos calumniaron, los que mintieron en contra nuestra, los que conspiraron en contra de las instituciones diciéndose demócratas, los que llegaron hasta el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército -símbolo del soldado en conciencia cívica y del hombre que sirve a la Patria en la paz, obedeciendo a las leyes-, tienen que reconocer que este Gobierno, porque tiene la fortaleza del pueblo, ha cambiado rectamente. No nos inquietan las críticas que nos hagan. Ahí está la libertad de prensa, a veces atinada, pero la mayoría de las veces injusta; sin embargo, pueden seguir criticándonos; cada cual puede expresar su opinión. Aquí está el Gobierno, seguro de su marcha, porque está junto al pueblo y es el pueblo hecho Gobierno. Aquí está el Gobierno del pueblo, que sabe que las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros respaldan la acción y la voluntad del pueblo expresada en las urnas, por mandato de la Constitución y la Ley.

Dos hechos quiero recalcar para terminar mi intervención. Expropiamos, por ejemplo, la Empresa de Paños Bellavista de Tomé. Nadie se ha atrevido a criticarnos. Tan justa, tan clara, tan necesaria fue la actitud del Gobierno, que con el apoyo de la Ley y el dictamen del Consejo de Defensa del Estado procedimos a dictar el decreto. Yo les puedo decir a ustedes que por el rostro de los curtidos obreros de esa empresa corrieron las lágrimas cuando se impusieron de ello. Se les hacía justicia; tres o cuatro meses impagos, sin imposiciones, sin atención médica, eliminadas las posibilidades de ganarse la vida con su propio trabajo.

Hoy esta empresa, en manos nuestras, encabezará el complejo textil, donde integraremos a otras empresas, que serán empresas del Estado, empresas mixtas o empresas particulares que trabajarán dentro de la orientación general que del Ministerio de Economía en este respecto.

Quiero agregar también que hemos intervenido el Banco Edwards, y que tampoco nadie se ha atrevido a criticarnos. Nadie se ha atrevido a criticarnos, porque hemos procedido dentro de la Ley. Y, aunque parezca paradojal, resguardando a los que prestaron el dinero a empresarios que están en falencia, es decir, en pleno resguardo de Bancos extranjeros; más, por sobre todo, por resguardar la palabra y el prestigio de Chile en el crédito internacional. Lo hemos hecho también en defensa de los accionistas pequeños del Banco, que no son responsables de los manejos de su institución, y para dar tranquilidad a los que desarrollan sus actividades utilizando como organismo de crédito al Banco Edwards. Nadie ha criticado esta medida, y no podían criticarla por la razón fundamental de que hubo hechos que se sitúan en el campo del delito y sobre el cual se pronunciará, si es necesario, la justicia en el momento oportuno.

Por eso es que quiero, una vez más, señalar que hacer una revolución, transformar las estructuras de un país, cambiar la existencia de la pareja humana, dar tranquilidad al anciano y dar, sobre todo, esperanza y futuro al niño, en un país en vías de desarrollo, es una labor dura y pesada, que podemos sobrellevar justamente porque ustedes van a estar presentes en la tarea. La responsabilidad del pueblo yo la he podido palpar. Visité algunas poblaciones para decir que habían procedido mal los que se tomaron departamentos o casas, que se habían levantado con el esfuerzo de los obreros, de otros modestos empleados; que se perjudicaba a esos chilenos que sacrificaron sus ingresos para tener un techo.

Que la solución no era enfrentar obreros contra obreros por tener casa; u obreros contra empleados, u obreros contra hombres de las Fuerzas Armadas o Carabineros, que la solución estaba en acelerar un plan de desarrollo que permita la construcción de las viviendas necesarias, y que ésta no es tampoco tarea de un día. En fin, como ustedes comprenderán, estamos al comienzo de un difícil y largo proceso de histórica significación para el pueblo de Chile.