Salvador Allende

A romper con la cortina de mentiras. Discurso en el Día Nacional de la Prensa 


Pronunciado: El 12 de febrero de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Compañeros Ernesto Tricol y Manuel Lagunas; Presidente el primero del Colegio Nacional de Periodistas, y Presidente, el segundo, del Consejo Regional Valparaíso-Aconcagua de dicho Colegio; dirigentes nacionales y regionales del periodismo; autoridades civiles, militares y de Carabineros; estimados compañeros parlamentarios del pueblo; compañero Ministro de Tierras y Colonización.

Es para mí grato el estar esta mañana en este acto de extraordinaria trascendencia. Lamento que, en realidad, un hecho de esta naturaleza no se haya realizado frente al pueblo, ya que pienso que es el pueblo el que debe tener la información necesaria para formarse una opinión y un criterio sobre los hechos de ayer y de hoy.

Expreso mi palabra de felicitación por el discurso y la intervención del Presidente regional del Consejo Valparaíso-Aconcagua de Periodistas, ya que él ha señalado en profundidad lo que representa este día, en que los periodistas de Chile se reúnen para solemnizar lo que ellos representan en el recuerdo del que diera el primer paso en la prensa de Chile, recordando a la figura de Camilo Henríquez, el fraile de la Buena Muerte.

Nación soberana

En realidad, 159 años es un tiempo largo y hay que pensar lo que ha significado en proceso bullente de la humanidad ese periodo y hay que medir, entonces, con la dimensión necesaria y justa, lo que significará la actitud audaz, creadora, de Camilo Henríquez, que puso su inteligencia y su pluma al servicio de la gran causa emancipadora de Chile. Por sus ideas, que heroicamente tenían que chocar con los opulentos y gobernantes de su época, fue perseguido por haber leído y estudiado El Contrato Social de Rousseau; fue sometido a juicio por los tribunales nacionales del Santo Oficio; pero supo sobreponerse a aquellos que lo combatían e hizo posible el primer diario nuestro: La Aurora de Chile, que tuviera cuatro páginas a dos columnas y que editara los 200 primeros ejemplares.

Es útil para medir el pensamiento rebelde de Camilo Henríquez recordar lo que escribiera hace 159 años, cuando dijo: “Comencemos declarando nuestra independencia. Ella sola puede borrar el sitio de los rebeldes que nos da la tiranía, ella sola puede llevamos a la dignidad que nos pertenece”. Estas palabras, dichas hace tantos y tantos años, tienen todo el valor de una convicción profunda, de un hombre que sabía lo que representaba luchar por la independencia de la Patria. Por eso hay que encontrar, en la voluntad, la conciencia y la actitud de Camilo Henríquez, la semilla fecunda de una convicción que por cierto era similar a la de los que lucharon para hacer posible nuestra independencia. Y no sólo en este periódico, sino en las proclamas patrióticas que escribiera, siempre puso este acento y esta fe. Esta convicción en el porvenir, en el destino, en la potencia, como él dijera, del pueblo chileno. Y fue indiscutiblemente un factor esencial lo que él dijo y escribió para formar una conciencia junto a aquellos otros que en la acción hicieron posible, con la actitud de Carrera, de Manuel Rodríguez, o del padre de la Patria, Bernardo O’Higgins, entregamos la posibilidad de ser una nación independiente y soberana.

Por eso hacen bien los periodistas, hacen bien los trabajadores de la prensa de Chile, que al recordar lo que son, la tarea y la labor que tienen de alta responsabilidad, rendir anualmente un homenaje al que hiciera posible, repito, el primer diario de nuestra tierra.

Cultura para todos

En este instante qué grato es para mí señalar que precisamente al cumplirse 159 años, hoy el gobierno popular, que presido, hace posible una vieja aspiración. Y ella es la de crear la Editorial del Estado, que permitirá que el libro, el pensamiento y la idea, circulen libremente por la Patria, y que la cultura no sea patrimonio de unos pocos.

Esta mañana, en el primer acto inicial de esta reunión, tan importante, hemos podido apreciar el valor que tiene la cultura autóctona, y hermoso sentido, seguramente todos, lo que representa el esfuerzo de los artistas que creen en el contenido nacional y en la expresión de la belleza, manifestada en forma creadora de los hombres y mujeres que hace tanto tiempo habitaron nuestra tierra. Yo quiero rendir un homenaje en Margot Loyola a todos los artistas y creadores chilenos, porque ella es un ejemplo de mujer investigadora, que hace posible que el pueblo entienda y conozca la gran tradición cultural que tenemos para romper precisamente la dependencia en que lamentablemente, en este aspecto, también hemos estado sometidos.

Por eso es que, con profunda satisfacción, y como el máximo homenaje, declaro que la Editorial del Estado se llamará Camilo Henríquez.

Transformaciones

Es también auspicioso que esta reunión se realice en Valparaíso donde naciera el diario más antiguo. El Mercurio, y aquí, en Valparaíso, donde ha nacido también el primer diario que es una cooperativa: La Unión. De allí que para mí sea significativo señalar estos dos hechos y decir que indiscutiblemente la prensa y los periodistas, viven la etapa de su existencia en relación estrecha con los problemas que confrontan como integrantes de una sociedad.

En la etapa inicial y bullente de la prensa chilena, ella corresponde a los sectores de la burguesía, que luchaban contra los grupos oligárquicos y contra el feudalismo e indiscutiblemente, los periodistas se expresan desde afuera, como lo decía Manuel Lagunas, en función de una tribuna, o en función de una trinchera. De allí que a lo largo de la historia nuestra podamos señalar y destacar, cómo el ingenio y la mordacidad, el espíritu combativo y también el espíritu creador modelaron la audacia del pensamiento escrito de los periodistas chilenos. Por ejemplo, Vicuña Mackenna señala cómo los sectores pelucones criticaban a los pipiolos a través de El Hambriento, que, según se dice, era dirigido por el propio Portales, como El Satiricón, de Juan Rafael Allende, puso una nota de ironía y a veces de burla dura, pero que implicaba crítica a un estado social para señalar la necesidad y la conveniencia de las transformaciones. Por eso, indiscutiblemente, nosotros no podemos dejar de señalar que en las etapas que ha vivido Chile la prensa indiscutiblemente ha trasmitido, sobre todo, la expresión de los sectores de mayor influencia o de dominio. Y también es satisfactorio señalar cómo los periodistas llegaron, en el ejercicio ennoblecido de su profesión, hasta el martirologio, como ocurriera, por ejemplo, con Luis Meza Bell, por el delito de haber denunciado el asesinato del maestro primario Anabalón Aedo.

Y así como los sectores de la burguesía dieron forma a su pensamiento para criticar a los sectores reaccionarios que defendían con vigor antipatriótico nuestra dependencia de España, en el caminar del tiempo nace otra prensa, que tiene un contenido de lucha frente a esos sectores de la burguesía, que ya han ido acentuando su influencia y su predominio en la vida institucional de Chile. Así podemos señalar que en el año 1899, si mi memoria no me es infiel, nace La Democracia, un periódico impulsado por la fuerza creadora, la rebeldía, el valor moral del que fuera también el padre de los trabajadores chilenos y les abriera a ellos el camino de la lucha; me refiero a Luis Emilio Recabarren.

Este decía, por ejemplo: “Yo estimo que la Patria es un hogar satisfecho y completo y la libertad sólo existe cuando existe ese hogar. La enorme muchedumbre que puebla los campos y ciudades, ¿tiene acaso hogar? No tiene hogar, y el que no tiene hogar no tiene libertad y se le niega la Patria”. Así se expresaba Luis Emilio Recabarren, quien, por cierto, y por tener esas ideas y vivirlas, tuvo también que escribir: “Yo he vivido cuatro meses en la Cárcel de Santiago, cuatro en la de Los Andes; cerca de siete en la de Valparaíso, y ocho en la de Tocopilla”. Es decir, su vida de periodista, y de luchador social estuvo marcada por la incomprensión de los grupos dirigentes y supo de la cárcel y el destierro, pero abrió un cauce nuevo: la prensa, a los sectores de la clase obrera, y entregó a ellos su voluntad y su conciencia revolucionaria, dejando el digno ejemplo de su digna vida. Por ello, cuando se recuerda el pasado de la prensa chilena, nadie puede dejar de recordar a Luis Emilio Recabarren, el maestro de los obreros y el conductor de una nueva conciencia social.

Contribución

En este instante, indiscutiblemente como nunca quizá, los periodistas tienen no sólo la obligación de mirar hacia el pasado, y de ver en la historia del periodismo de la Patria ayer, lo que es enseñanza en la lucha en el bregar, por el derecho de expresar sus ideas, sino que tienen hoy una mayor obligación frente no sólo a lo que acontece en el mundo, a lo que sucede más allá de nuestras fronteras en donde los pueblos bullen y luchan por ser independientes en lo económico, porque la paz alcance la tranquilidad del hombre y porque a la explotación suceda el derecho a que cada pueblo obtenga el futuro y el destino que sea capaz de construir, sino que deben mirar fundamentalmente el proceso de honda y profunda transformación que Chile vive en función, precisamente, de haber alcanzado los más altos niveles de desarrollo de la democracia burguesa para que sobre la base de la voluntad mayoritaria expresada en las urnas, pueda nuestro país alcanzar las grandes y las profundas y hondas transformaciones que la realidad económica y social de la Patria exige y reclama. Y quiénes con mayores posibilidades que los periodistas para contribuir a crear precisamente esta profunda y honda voluntad nacional.

Operación verdad

¿Quién más que los periodistas para hacer de su tarea y de su labor una función ennoblecida en el planteamiento objetivo y real de los hechos que vive Chile, y de los hechos que más allá de la frontera hacen los pueblos que al igual que el nuestro, luchan y bregan por una sociedad distinta? ¿Quién más que los periodistas pueden contribuir por su propia creación y más allá del subjetivismo que forman indiscutiblemente parte de su labor hacer posible que el hecho real que convivimos tenga la dimensión que tiene y no la que quisieran otros que fuera para poder de esta manera luchar en contra de la voluntad de Chile y abrirse un camino distinto de justicia social y de respeto a la personalidad humana? ¿Acaso no estamos contemplando no sabemos sino vivimos diariamente lo que acontece más allá de nuestras fronteras que a veces tiene como base lo que se escribe dentro de nuestros propios límites materiales, para ser posible sólo una confabulación en contra de Chile? ¿No habrá llegado acaso y yo le pregunto a los periodistas, el instante de que seamos capaces nosotros de hacer la Operación Verdad, para terminar con la cortina de mentiras que, artificialmente, se levanta en contra de Chile y, precisamente, en contra de los periodistas y en contra de la libertad de prensa? ¿Dónde y en cuántos países de este continente o de otros continentes hay más amplia libertad para expresar lo que se quiera, para disentir diaria y permanentemente de la acción del gobierno y de los gobernantes? ¿Qué periodista puede decir que en Chile no tiene acceso el diálogo, a la conversación o a la discusión no sólo con los funcionarios de la alta jerarquía, con los ministros de Estado, sino con el propio Presidente de la República? ¿Cuándo hemos sometido nosotros al control el derecho a preguntarles a ustedes, periodistas de Chile, sobre cualquier materia que les interese, les apasione o les preocupe? Y, sin embargo, internacionalmente el gobierno popular, que me honro en presidir, aparece como un factor destinado a poner cortapisas o a presionar e impedir la libertad de la prensa y a limitar el derecho de los periodistas.

Auténtica democracia

Nos hemos visto obligados a señalar la falta de autoridad moral y el interés tergiversado de aquellos que se cobijan en la Sociedad Interamericana de Prensa. Todos los días Chile vive la información que se propaga vertiginosamente en todos los continentes con noticias que no tienen un asidero y que perjudican extraordinariamente a nuestro país. Ejemplo sencillo: Un alto personero de una empresa tan importante como la CAP, según esa información transmitida por la United Press, habría puesto término a los compromisos de Chile para entregar el hierro sobre la base de convenios establecidos y 24 horas después tiene que venir indiscutiblemente el desmentido. Pero ese desmentido no se publica en la prensa internacional pero la noticia acusadora sí que corre vertiginosamente y se extiende más que una mancha de aceite.

Y ahora en la primera página de un diario, el anuncio de una reunión de estudiantes que tienen derecho y jamás les cerraremos las fronteras a la gente que quiere venir a nuestra Patria, pero allí está el anuncio de que esa gente vendrá a imponer lo que estiman las conveniencias tácticas para los procesos revolucionarios, que hablan de la determinación de ese Congreso que establece como camino único la lucha armada.

No, señoras y señores: nosotros los gobernantes de Chile en voluntad de expresión mayoritaria del pueblo, no somos colonos mentales de nadie, y el camino de Chile es el camino que nosotros hemos trazado de acuerdo a nuestra historia, a nuestra tradición y a lo que somos, y hemos elegido los cauces de la democracia burguesa para transformarlos en los cauces de una auténtica democracia revolucionaria.

Mentiras de la prensa

Ahí está La Prensa señalando que según algunos comentaristas norteamericanos, Chile estaría proclive a abrir las posibilidades de una base militar soviética, por el hecho de que hemos demostrado preocupación para recuperar el tiempo perdido y mirar hacia el mar y crear el Ministerio del Mar y de sus recursos naturales; porque hemos visto que no es posible que olvidemos que el horizonte nuestro está ahí en el mar y que la visionaria actitud de O’Higgins la tuvo en función de nuestra lucha emancipadora, sino hoy día frente a un mundo en que debe haber paz, la perspectiva de las posibilidades increíbles de las riquezas no estudiadas que tiene el mar para Chile, país de una tan enorme y dilatada costa porque hemos hablado del puerto pesquero industrial, porque hemos dicho la necesidad de tener una flota pesquera, porque hemos reclamado insistentemente lo indispensable que es fortalecer la Marina Mercante Nacional.

Pues bien, ya se supone que vamos a abrir las costas y las bahías de Chile para una base militar encubierta o descarada, y lo publican, y lo publican a veces con satisfacción aquí periodistas chilenos, reproduciendo la irresponsabilidad cuando se sabe perfectamente bien que ésta no es tierra para que vengan a asentar otros intereses que no sean los nuestros. Chile no será jamás, por voluntad de su pueblo y dignidad de sus Fuerzas Armadas, base naval-militar de ningún pueblo.

Libertad de prensa

Sin embargo, sin embargo, ahí está, ahí está la actitud solapada y artera; ahí está la información envenenada, ahí está lo que las agencias internacionales que representan determinados intereses y propalan, perjudicando no sólo la imagen de un gobierno, sino la imagen de Chile. Por eso esta mañana en que yo traía un discurso escrito, prefiero una improvisación que revele lo que siento como gobernante del pueblo. Y yo le digo a Manuel Lagunas, Presidente del Colegio Regional, lo que es el periodismo de trinchera cuando el periodismo de trinchera está destinado a defender ideas y principios; le tengo más miedo al periodismo de tribuna disimulado que mete el contrabando sobre la base que sus argumentaciones sinuosas y que representan precisamente el escamoteo de la auténtica verdad que vivimos.

Camilo Henríquez fue un periodista de trinchera, porque defendía con pasión la posibilidad de una Patria independiente y soberana. Recabarren fue un periodista de trinchera, porque defendía su concepción de un mundo distinto. Yo no vengo a reclamar como Presidente de Chile sino una cosa de los periodistas: los que comparten nuestras ideas que las defiendan con decisión y valentía, orgullosos de comprender que el mundo avanza, que no puede detenerse ante las mareas de la historia, y aquellos que no comparten nuestras ideas, que tengan la objetividad suficiente para decir la verdad, y que reconozcan que en este gobierno como en pocos o en ninguno, ha habido y habrá la más amplia libertad y el respeto para todas las ideas expresadas dentro de los cauces que implican una ética y una moral dentro de la ley, que los rige.

Por eso estoy aquí con tranquilidad de conciencia, como Presidente de Chile, para señalar cómo otros ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio y se atreven a hablar que en este país no existe la libertad de prensa, de información. Y cómo hemos demostrado con los hechos de qué manera nosotros somos leales al compromiso que emana del Programa de la Unidad Popular de nuestras convicciones.

Ya hemos señalado que en el día de hoy nace, y hemos dicho que tendrá el nombre de Camilo Henríquez, la Editorial del Estado. ¿Y cuánto se impidió la Editorial del Estado y cuánto se dijo para hacer creer que nosotros, el gobierno popular era el que quería impedir que la empresa Zig-Zag siguiera publicando sus revistas? Y la verdad, ¿cuál es? La que los propios dirigentes de esa empresa en carta pública manifiestan: Salvamos de la crisis económica y no por culpa de este gobierno a la más importante empresa impresora de Chile. Y ellos propusieron frente a la propia realidad que confrontaban; ellos propusieron que el gobierno adquiriera Zig-Zag, única manera de poder seguir esa empresa funcionando, pero al mismo tiempo que pudieran seguir imprimiendo las revistas que más le interesaban a este gobierno, acusado nacional e internacionalmente, por algunos, de poner cortapisas al pensamiento escrito, este gobierno, ha adquirido aceptando la idea de los que eran dueños de Zig-Zag, esa empresa, para convertirla en un bastión de la cultura nacional y afirmando el compromiso, el contrato necesario para que puedan seguir imprimiéndose en los talleres del Estado las revistas que interesan a los que fueron ayer dueños de Zig-Zag. Qué distintos son los hechos; qué diferente es la realidad y cómo es conveniente entonces que los periodistas, de acuerdo con su ética, levanten su voz para decir que es falso y engañoso lo que intencionalmente algunos han querido hacer creer en la escala nacional y en la escala internacional.

Yo les hablo a los periodistas con la convicción profunda que ellos deben tener, que respeto el ejercicio de su profesión con la importancia que tiene, y porque los hombres que estamos en el gobierno popular hemos señalado con los hechos la significación que les damos a sus organizaciones y reclamamos de ellos que vitalicen su organización, que modifiquen las disposiciones legales del Colegio de Periodistas de Chile, para que sean ellos los que pongan cortapisas no a los periodistas que planean los hechos de sus ideas con el lenguaje apasionado de sus convicciones, sino que pongan cortapisas a pseudo periodistas que venden su pluma para injuriar al pueblo en su derecho de querer una cosa distinta y mejor.

Aceptar las críticas

Por eso, no hemos buscado, no buscamos en las leyes represivas la posibilidad de detener aun el ataque en contra nuestra. No nos inquieta la crítica. No sólo la aceptamos, sino que la reclamamos. No creemos que haya gobierno alguno que no cometa errores; lo peor sería no aceptar la crítica. Lo que nosotros queremos señalar, lo que nosotros queremos destacar esta mañana frente a este hecho trascendente que es el Día de los Periodistas lo que puede y debe significar su presencia, su apoyo, su decisión en este gran proceso que está viviendo Chile.

¿Qué son los periodistas? Son trabajadores. Trabajadores que no pueden negar una realidad que ellos no pueden muchas veces, la inmensa mayoría de las veces, escribir lo que quisieran porque el comercio de la información y la noticia constituye un factor económico esencial para determinados grupos. Nosotros queremos periodistas que tengan la máxima expresión de libertad para expresarse, pero pensamos que esa libertad la van a adquirir a plenitud cuando haya también una sociedad en que la libertad se exprese en la independencia económica. Por eso, pensamos que los periodistas son trabajadores de la inteligencia, que están vinculados al proceso de la lucha de los trabajadores que no son sólo campesinos y obreros, sino que empleados, técnicos, profesionistas, pequeños y medianos comerciantes e industriales.

Comprendemos perfectamente bien lo que representa y lo que significa la frustración que debe tener un periodista cuando no puede escribir lo que siente, lo que anhela, lo que cree que es mejor para su Patria.

Conciencia profesional

Junto con señalar nosotros la importancia trascendente que ha tenido y tiene en la historia de Chile el ejercicio honesto del periodismo, garantizamos en los hechos y no sólo con la palabra del Presidente a los periodistas de Chile su legítima posibilidad de contribuir a través de lo que escriban, a la lucha emancipadora. Herederos de Camilo Henríquez, piensen en el Fraile de la Buena Muerte, que luchó en el duro batallar por la independencia de Chile. Por esa misma independencia luchamos hoy día. Por esa misma independencia estamos aquí. Por esa misma independencia somos gobierno, porque no hay una plena independencia política si no hay una independencia económica.

Por eso nosotros le damos a la función del periodista, a la labor, a la tarea del periodista, la más trascendente y significativa importancia. Cada comentario y cada palabra, cada titular, no sólo tiene una profunda y honda repercusión interna, sino que se proyecta más allá de las fronteras, y ustedes son trabajadores. Este es un gobierno de trabajadores. Ustedes viven la época contemporánea en que los pueblos no aceptan seguir siendo esquilmados y explotados, y ustedes tienen derecho a pensar lo que es la auténtica dignidad del hombre, y deben comprender que queremos el desarrollo integral de la personalidad humana.

Por eso traigo esta mañana, junto con el saludo y la palabra y el estímulo del gobierno, el llamado que les hago a los periodistas de Chile para que rompan la cortina de mentiras y para que contribuyan a una Operación Verdad que señale auténticamente qué somos, qué queremos y a dónde vamos. Queremos un país con dignidad en una tierra donde el hombre tenga el pleno derecho del ejercicio de su propia dignidad. Dignidad individual que ha de constituir la gran dignidad colectiva de un pueblo que anhela ser el pueblo dueño de su propio destino y capaz de hacer del hombre, genéricamente hablando, el dueño del futuro de la Patria.

Periodistas de Chile, que el recuerdo de Camilo Henríquez, que el sacrificio del periodista Meza Bell, de lo que indicara Recabarren, de la sangre de la vida que entregara Elmo Catalán, le señalen a ustedes que el periodismo de trinchera tiene el valor cuando se ejercen las ideas en función de las profundas convicciones y que el periodismo de tribuna tiene también el respeto cuando la crítica se presta sobre la base auténtica y objetiva de los hechos reales. Yo tengo fe en los periodistas de Chile, porque forman parte del pueblo y el pueblo es la base de este gobierno.