Salvador Allende

Nuevos médicos para una nueva sociedad. Discurso ante los estudiantes de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile


Pronunciado: Diciembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Mis queridos compañeros jóvenes, pido excusas ante Uds. por mi retraso. Vengo de hablarle a los jóvenes médicos que hoy se gradúan y creí útil y necesario plantear a esta generación médica su responsabilidad frente a los cambios trascendentes que Chile está haciendo y que tendrá que profundizar, por eso lamento no haber escuchado las palabras de los compañeros jóvenes dirigentes de ustedes, y saludo en forma cariñosa y cordial a los integrantes de esta primera asamblea de la Unidad Popular.

A cada joven, hombre o mujer, que nos trae su inquietud y decisión de lucha, de esperanza y su decisión de combate. Saludo a los compañeros dirigentes de las juventudes unitarias, a los compañeros Ministros y funcionarios del Gobierno Popular que han querido estar con ustedes para recibir el vigor limpio de la savia juvenil y revolucionaria de Chile.

Y quiero, antes de empezar a conversar con ustedes, recordar emocionadamente a todos los jóvenes caídos en cualesquiera latitud del mundo por luchar por la dignidad del hombre. Y quiero especialmente rendir un homenaje a los mártires de la juventud chilena, que a lo largo de nuestra historia les entregaron a ustedes un legado y herencia irrenunciable y a nosotros una lección. Nunca olvidemos que ellos se sacrificaron por hacer posible entre otras cosas, la presencia combatiente de la juventud en la Revolución Chilena.

Ustedes como jóvenes integran un proceso que compromete a todo un pueblo. La revolución no concibe ni puede aceptar parcelar responsabilidades y establecer, por cierto, diferencias ni mucho menos querellas generacionales.

Juventud, que es cierto que está más apta para entender y participar en el proceso revolucionario, porque ella está más transparente, más limpia, menos comprometida y por lo tanto, más apta para mirar el futuro de esta propia juventud que con su propio es fuerzo va a construir. Por ello es esencial entonces destacar que la juventud, como integrante del pueblo, debe tener conciencia cabal de su aporte en esta etapa trascendente de nuestra historia, aporte que fundamentalmente vencerá en lo político y en lo cultural.

La juventud nuestra debe entender que la teoría marxista de la historia señala y enseña que los procesos revolucionarios no arrasan, por así decirlo, con los regímenes y sistemas, sino que aprovechan lo positivo de ellos, descartando lo negativo, para superar las etapas y construir la etapa superior de una nueva sociedad. Y por lo tanto, al recordar a los mártires caídos, debemos atribuirle a ellos y a su ejemplo, las conquistas alcanzadas por el pueblo dentro del régimen democrático burgués que hemos aprovechado y aprovecharemos para hacer posible la transformación de este régimen e instaurar la nueva convivencia social.

Y allí debemos nosotros abolir la herencia que implica un pasado de miseria moral y fisiológica, donde al hombre se le negó el derecho a la cultura, al trabajo, a la salud. Donde el anciano no supo del descanso y donde la juventud no tuvo presente ni menos perspectiva de futuro.

Descargar el lastre que implica la explotación del hombre por el hombre en el régimen y la sociedad capitalista, para aprovechar lo positivo de las libertades políticas y transformarlas en libertades sociales, para hacer de las conquistas esencialmente políticas, conquistas económicas y sociales que terminen con la alienación del hombre y permitan dar a todos, sobre todo a los jóvenes, perspectivas de posibilidades iguales, para que partiendo de una misma raya, por así decirlo, puedan seguir su propio esfuerzo y capacidad asumir las responsabilidades que habrá de entregarles una sociedad distinta y revolucionaria.

Por ello es que es fundamental entender que esto que hemos llamado la vía chilena hacia el socialismo tiene características muy nuestras y que en nada implica, sino que aprovecha la experiencia que viene de otros países revolucionarios, para adecuarla a nuestra propia realidad, para decir que nosotros, dentro de las perspectivas y posibilidades que Chile nos abría, hemos encontrado el camino para hacer posible que el pueblo llegue primero al Gobierno y conquiste desde el Gobierno el Poder.

Es difícil para algunos, entender esto que es la vía chilena que plantea interrogantes, porque implica la obligación de no estar sujeto a moldes prehechos que vengan de otras realidades revolucionarias sino que señala que nuestra tarea debemos cumplirla diariamente, todos los minutos de nuestra existencia frente a lo que somos, frente a lo que vivimos, frente a los elementos que tenemos para hacer posible esta transformación y es precisamente en la reserva moral de la juventud en donde descansa, sin que ello implique claudicación de los adultos, la seguridad y la certeza que a pesar de lo difícil que significa que Chile pueda alcanzar la meta trazada, que es el socialismo, ya que tenemos que marchar-repito- dentro de los marcos de un estado democrático-burgués, es repito, la voluntad revolucionaria de la juventud un estímulo dinámico, para que el Gobierno y el pueblo sepan que implacablemente cumpliremos el Programa de la Unidad Popular.

Y eso hay que entenderlo, respetar las libertades políticas que no son sólo nuestras, transformarlas en libertades sociales, comprender que dentro de esta realidad existe y existirá la oposición dura e implacable de aquellos sectores nacionales e internacionales que saben que sus intereses serán profundamente heridos. Para poder defenderse de esta crítica, para no sentirse golpeados por ella, para que no se resquebraje la voluntad, es fundamental el diálogo, la discusión ideológica. Es esencial que dentro de los cuadros juveniles exista la más amplia democracia interna, que permita el planteamiento elevado de las distintas opiniones, y un análisis consecuente de las tácticas que seguimos, sin olvidar jamás el fondo estratégico de nuestra lucha, que implica transformar el régimen burgués para instaurar el socialismo.

Es la juventud esencialmente la que tiene que entender que Chile vive esta etapa, que otros pueblos no alcanzaron y no vivieron y que cientos y miles de hombres y mujeres, y sobre todo de jóvenes de otros continentes, digan lo que aquí sucede, lo que está pasando y pasó. Y tienen la esperanza justa de que no fracasemos mientras los menos anhelan que no alcancemos el éxito para poder cerrar el paso a otros pueblos que también dentro de sus propias realidades pudieran encontrar en la unidad, el instrumento liberador de la explotación centenaria a que han sido sometidos.

Por eso al hablarles a ustedes de esta realidad nuestra, hay que precisar el contenido revolucionario que tiene nuestro proceso. Debemos insistir una y mil veces, que la victoria alcanzada es la victoria de todos los que siguieron, que la victoria alcanzada, es la victoria de la Unidad Popular y que si bien es la victoria de la Unidad Popular y esta Unidad debe ser más férrea, más honda, más firme y más profunda en los cuadros juveniles, porque son ustedes queridos compañeros, los que van a vivir la sociedad socialista que nosotros empezamos a construir.

Es conveniente insistir, reiteradamente, que cada pueblo tiene su propia condición histórica, su idiosincrasia, su realidad objetiva, que ha sido y es diferente a la nuestra. De ello entonces el gran valor del diálogo de discusión ideológica. De allí la necesidad de que la juventud sea el gran vehículo de contacto permanente entre sus partidos y el pueblo y las masas chilenas. De que la juventud sea el vehículo entre su Gobierno y el pueblo que estaba en el agro, en la mina, en el litoral, en la población marginada, en la Universidad o en la industria. Es la juventud la que debe llevar este mensaje para elevar el nivel de las masas populares chilenas e impulsarlas al cumplimiento de sus propias tareas.

Yo que nunca le mentí al pueblo, con mayor razón debo ser claro ante ustedes, compañeros jóvenes. Lo dije y debo repetirlo, la victoria electoral no era fácil. La etapa entre la victoria y la toma del Gobierno era más difícil, y más todavía ésta que vivimos, en donde empezamos a construir la nueva vida y la nueva sociedad. Son ustedes los que pueden integralmente llevar con la fuerza interior de su moral transparente, la posibilidad de ser el hombre nuevo, de la nueva sociedad. Entiendan que los viejos como nosotros ni siquiera hemos tenido la posibilidad de entender lo que representa ser joven y abrirles todos los caminos para que sean ustedes los auténticos sembradores de la revolución chilena a lo largo de la Patria.

Ya lo he dicho, el problema en esta etapa de transición es duro y muy difícil, extraordinariamente duro y extraordinariamente difícil. Necesitamos el esfuerzo de ustedes, en todos los aspectos de su vida: el joven campesino arando con más pasión la tierra para que ésta pueda parir los alimentos que el hambre de Chile necesita. El joven obrero formado en los comités de producción de las industrias, participando en la actividad sindical, cautelando que no se burle al pueblo frente al patrón irresponsable comprometido, que no quiere oportunamente renovar las maquinarias, comprar los repuestos o las materias primas que necesita la elaboración de los productos.

Necesitamos al joven estudiante vinculado con conciencia revolucionaria a su tremenda responsabilidad de aprender. El joven, como lo dijera hace algún tiempo atrás, que tiene la satisfacción de poder ser universitario por ejemplo, debe entender cómo cientos y miles de muchachos aún no pueden alcanzar ese nivelo todavía, no pueden entrar a la educación secundaria. El dirigente político juvenil tiene que ser ejemplo de obrero en su trabajo, de campesino en su labor, en su tarea como empleado, y ejemplo de estudiante en la Universidad, en el Liceo o en la educación básica. No puede haber disculpas para no prepararse con la responsabilidad política que se asume. Para mí no hay buen dirigente universitario si no se es al mismo tiempo ejemplar estudiante universitario.

Tenemos que ganar la batalla económica de Chile y esta tarea tienen que entenderla los jóvenes. Por ejemplo, el sueldo de Chile es el cobre. Básicamente el Presupuesto Nacional descansa en la producción cuprífera y nuestros compañeros responsables de ese sector de la economía, han fijado niveles que no es fácil alcanzar. Todavía debemos pensar que el cobre sufre los vaivenes de un mercado internacional, donde seguramente habrá interés en que estos precios perjudiquen a Chile. La juventud debe comprender lo esencial que representa entonces ganar la batalla en el frente económico y en el diálogo con los trabajadores, los empleados y los técnicos. La presencia juvenil es necesaria porque el compañero de esa industria debe entender que si él trabaja más y si produce más cobre, habrá más cuadernos, más lápices, más aulas, más escuelas, más desayunos escolares, más posibilidades de educación.

La juventud debe entender que la Reforma Agraria que encara este Gobierno, está limitada por disposiciones legales que implican, por ejemplo, que no se pueda de inmediato tomar los fundos por parte de los organismos del Estado, aunque ellos hayan sido expropiados.

Lo que es más serio todavía, la Ley de Reforma Agraria deja al margen los activos, los implementos de la producción, los animales y por lo tanto, nadie se imagina que con los cascos de la tierra podrá la tierra dar los alimentos que el pueblo reclama.

Lo he dicho, que camináramos por los marcos tradicionales de la producción agraria y relacionáramos este proceso con el incremento de la población, que el año 2000, que ustedes van a alcanzar y yo también, el año 2000 necesitaríamos mil millones de dólares. Óiganlo bien, mil millones de dólares en carne, trigo, grasas, mantequilla y aceite. Calculen, proyecten, piensen jóvenes, lo que esto significa y comprenderán la responsabilidad que tiene el campesino, que no pasó en la inmensa mayoría de los casos ni por la educación básica ni la media y hasta ahora creo que ningún hijo de campesino ha pasado aún por la vieja y secular Universidad de Chile.

Por eso, necesitamos que la juventud se compenetre de nuestra realidad, entienda que la batalla de Chile es ahora la batalla en el frente económico, para asentar y afianzar el frente político y así como el obrero del cobre tendrá que entender su responsabilidad, así también tendrá que entenderla, y será tarea más difícil aparentemente, y a lo mejor es más fácil que el campesino la comprenda, pero la tierra chilena tiene que producir más.

Pero en esta etapa de transición es más difícil, porque hay patrones que resisten trabajar sus tierras frente a la certeza de que serán expropiados o frente a la duda que no serán, porque el pequeño y mediano agricultor no comprende que el beneficio que para él implica la Reforma Agraria y que haya un mercado más amplio para sus propios productos. Porque el campesino que nunca tuvo la certeza del valor de la organización tiene que entender lo que representa la creación del Consejo Nacional Campesino proyectado a las localidades, a los departamentos y a las comunas, porque debe nacer desde allí la cooperación consciente del trabajador de la tierra.

He puesto estos dos extremos, el de la mina de cobre en un país minero y el de la tierra en un país con hambre. Porque el joven tiene que entender la interrelación profunda que existe en que la tierra produzca y el mineral también. Por eso compañeros jóvenes a ustedes yo los llamo para que estén presentes con su ejemplo, su actitud y su palabra, para derrotar la amenaza que se cierne sobre Chile y su Gobierno. Cuando algunos están esperanzados en que no podamos nosotros derrotar la inflación y mermar presurosamente la cesantía con amargura de dirigente, con amargura de chileno, con profunda amargura del Compañero Presidente, he comprobado y lo diré el primero de mayo, que en algunas faenas falta conciencia en los propios trabajadores industriales, y el ausentismo marca una lacra que debemos superar.

Vayan ustedes con su limpieza revolucionaria a sacudir a aquellos que no entienden la responsabilidad que tienen ante la historia del pueblo, y cuando apelo a ustedes, es porque si he señalado lo que reclamo como aporte, debo decir también que ustedes, más que otros, tienen que entender lo que representa la nueva convivencia, la nueva sociedad, la esperanza del hombre nuevo, que ustedes pueden encarnar. Necesitamos una juventud con ambición de futuro, una juventud con pasión creadora, con dinamismo y energía, con voluntad revolucionaria. Una juventud acerada en la crítica, pero en la crítica limpia. Una juventud capaz de hacer sentir su voz de protesta, pero consciente de que su voluntad revolucionaria se pueda expresar en este Gobierno, porque es el Gobierno del Pueblo y es el Gobierno de la Juventud.

Quien pueda medir con mayor responsabilidad lo que debe alcanzar la juventud en el campo cultural, cundo todos sabemos que en los países dependientes como el nuestro, llegaron tarde la Revolución Mercantil y la Revolución Industrial, y estamos tan y tan lejos de la Revolución Científico Tecnológica. Por eso la juventud puede superar la distancia. Decía compañeros, la importancia que tiene que la juventud entienda que debe asimilar los conocimientos que marcan la vida del hombre prácticamente en el Siglo XXI. De allí entonces que yo los inste cada vez más a asumir estas responsabilidades, el trabajo que deben alcanzar tiene los niveles de una gran tarea política, pero al mismo tiempo la juventud tiene que realizar tareas concretas.

La juventud tiene que estar presente en la movilización del pueblo en cada instante, en cada minuto y en cada hora de nuestra existencia revolucionaria, pero además de eso la juventud debe tener las tareas específicas y concretas que hagan posible su labor en la responsabilidad del trabajo voluntario. La gran tarea la he diseñado en el campo de la discusión y preparación ideológica, en el diálogo con las masas, en el contacto con el pueblo, en la movilización de las masas y el pueblo, pero al mismo tiempo la juventud debe quemar sus energías en las tareas voluntarias que den su ejemplo para que sea estímulo para otros.

Queremos a la juventud en las campañas de alfabetización, haciendo nuestro el lema tan sencillo, tan claro, tan simple y tan aleccionador de Cuba: “El que no sabe aprende, el que sabe enseña”. ¡A enseñar compañeros jóvenes en las brigadas de alfabetizadores! Ancianos y hombres maduros. que no tuvieron como ustedes la suerte siquiera de saber lo que pasa más allá de su casa, de su Patria y las fronteras del propio continente.

¡A trabajar compañeros jóvenes en las tareas que también sirven! En las plazas de juegos infantiles, en la cancha deportiva; a trabajar en el proceso productivo amplio que Chile reclama de ustedes. A sembrar compañeros jóvenes con el sudor de su ejemplo, la vida que esperamos sea la cosecha que el pueblo anhela. A no olvidar jamás que juventudes de otras tierras entregan su vida, para afianzar nuestro derecho a ser libres, a mirar a Chile, la Revolución chilena con dimensión de chilenos y convicción de chilenos, sin olvidar tampoco la obligación solidaria, moral del internacionalismo proletario y a comprender que los que caen en otras tierras de Latinoamérica, en Asia y en África y sobre todo a comprender que los que caen en Vietnam, caen por nosotros también, compañeros jóvenes chilenos.

Como compañero de ustedes, quiero agradecer una vez más lo que hicieron, no por mí, sino por el pueblo de Chile. Como compañero de ustedes, no olvidaré el esfuerzo desplegado para llevar la esperanza que redime aun a aquellos que no tenían fe. Como compañero de ustedes, cuando pasé a altas horas de la noche por los campos o las ciudades, en las murallas y en los cerros, en los árboles vi mi nombre, que sabía que lo habían escrito sobre todo manos de muchachos, las manos anónimas de la juventud, y no pocas veces la pintura se tiñó de rojo, cuando la sangre rubricó la decisión de la victoria. Y no olvido eso como compañero de ustedes, y viejo compañero, como Compañero Presidente yo entrego en ustedes, el futuro de la Patria y sé que lo entrego a la voluntad revolucionaria de la juventud de mi Patria que sabrá responderle al pueblo y hacer posible la epopeya socialista.