PLATAFORMA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

Las contradicciones del sistema mundial, antes ocultas en su seno, se revelaron con una fuerza inusitada en una formidable explosión: la gran guerra imperialista mundial.

El capitalismo intentó superar su propia anarquía mediante la organización de la producción. En lugar de numerosas empresas competitivas, se organizaron grandes asociaciones capitalistas (sindicatos, carteles, trusts), el capital bancario se unió al capital industrial, toda la vida económica cayó bajo el poder de una oligarquía capitalista que, mediante una organización basada en ese poder, adquirió un dominio exclusivo. El monopolio suplanta a la libre competencia. El capitalismo aislado se trasforma en miembro de una asociación capitalista. La organización remplaza a la anarquía insensata.

Pero en la misma medida en que, en los Estados considerados separadamente, los procedimientos anárquicos de la producción capitalista eran remplazados por la organización capitalista, las contradicciones, la competencia, la anarquía alcanzaban en la economía mundial una mayor acuidad. La lucha entre los mayores Estados conquistadores conducía inflexiblemente a la monstruosa guerra imperialista. La sed de beneficios impulsaba al capitalismo mundial a la lucha por la conquista de nuevos mercados, de nuevas fuentes de materia bruta, de mano de obra barata de los esclavos coloniales. Los Estados imperialistas que se repartieron todo el mundo, que trasformaron a millones de proletarios y de campesinos de África, Asia, América, Australia en bestias de carga, debían poner en evidencia tarde o temprano en un gigantesco conflicto la naturaleza anárquica del capital. Así se produjo el más grande de los crímenes: la guerra del bandolerismo mundial.

El capitalismo intentó superar las contradicciones de su estructura social. La sociedad burguesa es una sociedad de clases. Pero el capital de los grandes Estados "civilizados" se esforzó por ahogar las contradicciones sociales. A expensas de los pueblos coloniales a los que destruía, el capital compraba a sus esclavos asalariados, creando una comunidad de intereses entre los explotadores y los explotados, comunidad de intereses dirigida contra las colonias oprimidas y los pueblos coloniales amarillos, negros o rojos. Encadenaba al obrero europeo o americano a la "patria" imperialista.

Pero este mismo método de continua corrupción, originado por el patriotismo de la clase obrera y su sujeción moral, produjo, gracias a la guerra, su propia antítesis. El exterminio, la sujeción total del proletariado, un monstruoso yugo, el empobrecimiento, la degeneración, el hambre en el mundo entero, ese fue el último precio de la paz social. Y esta paz fracasó. La guerra imperialista se trasformó en guerra civil.

Una nueva época surge. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado.

El sistema imperialista se desploma. Problemas en las colonias, agitación en las pequeñas naciones hasta el momento privadas de independencia, rebeliones del proletariado, revoluciones proletarias victoriosas en varios países, descomposición de los ejércitos imperialistas, incapacidad absoluta de las clases dirigentes de orientar en lo sucesivo los destinos de los pueblos ese es el cuadro de la situación actual en el mundo entero.

La Humanidad, cuya cultura ha sido devastada totalmente, está amenazada de destrucción. Sólo hay una fuerza capaz de salvarla y esa fuerza es el proletariado. El antiguo "orden" capitalista no existe más. No puede existir. El resultado final de los procedimientos capitalistas de producción es el caos, y ese caos sólo puede ser vencido por la mayor clase productora, la clase obrera. Ella es la que debe instituir el orden verdadero, el orden comunista. Debe quebrar la dominación del capital, imposibilitar las guerras, borrar las fronteras entre los Estados, trasformar el mundo en una vasta comunidad que trabaje para sí misma, realizar los principios de solidaridad fraternal y la liberación de los pueblos. Mientras, el capital mundial se prepara para un último combate contra el proletariado. Bajo la cobertura de la Liga de las Naciones y de la charlatanería pacifista, hace sus últimos esfuerzos por reajustar las partes dispersas del sistema capitalista y dirigir sus fuerzas contra la revolución proletaria irresistiblemente desencadenada.

A este inmenso complot de las clases capitalistas, el proletariado debe responder con la conquista del poder político, volver ese poder contra sus propios enemigos, servirse de él como palanca para la trasformación económica de la sociedad. La victoria definitiva del proletariado mundial marcará el comienzo de la historia de la humanidad liberada.

LA CONQUISTA DEL PODER POLÍTICO

La conquista del poder político por parte del proletariado significa el aniquilamiento del poder político de la burguesía. El aparato gubernamental con su ejército capitalista, ubicado bajo el mando de un cuerpo de oficiales burgueses y de junkers, con su policía y su gendarmería, sus carceleros y sus jueces, sus sacerdotes, sus funcionarios, etc., constituye en manos de la burguesía el más poderoso instrumento de gobierno. La conquista del poder gubernamental no puede reducirse a un cambio de personas en la constitución de los ministerios sino que debe significar el aniquilamiento de un aparato estatal extranjero, la apropiación de la fuerza real, el desarme de la burguesía, del cuerpo de oficiales contrarrevolucionarios, de los guardias blancos, el armamento del proletariado, de los soldados revolucionarios y de la guardia roja obrera, la destitución de todos los jueces burgueses y la organización de los tribunales proletarios, la destrucción del funcionarismo reaccionario y la creación de nuevos órganos de administración proletarios. La victoria proletaria es asegurada por la desorganización del poder enemigo y la organización del poder proletario. Debe significar la ruina del aparato estatal burgués y la creación del aparato estatal proletario. Sólo luego de la victoria total, cuando el proletariado haya roto definitivamente la resistencia de la burguesía, podrá obligar a sus antiguos adversarios a servirlo útilmente, orientándolos progresivamente bajo su control, hacia la obra de construcción comunista.

DEMOCRACIA Y DICTADURA

Como todo Estado, el Estado proletario representa un aparato dé coerción y este aparato está ahora dirigido contra los enemigos de la clase obrera. Su misión consiste en quebrar e imposibilitar la resistencia de los explotadores, empleando en su lucha desesperada todos los medios para ahogar en sangre la revolución. Por otra parte, la dictadura del proletariado, al hacer oficialmente de esta clase la clase gobernante, crea una situación transitoria.

En la medida en que se logre quebrar la resistencia de la burguesía, ésta será expropiada y se trasformará en una masa trabajadora; la dictadura del proletariado desaparecerá, el Estado fenecerá y las clases sociales desaparecerán junto con él.

La llamada democracia, es decir la democracia burguesa, no es otra cosa que la dictadura burguesa disfrazada. La tan mentada "voluntad popular" es una ficción, al igual que la unidad del pueblo. En realidad, existen clases cuyos intereses contrarios son irreductibles. Y como la burguesía sólo es una minoría insignificante, utiliza esta ficción, esta pretendida "voluntad popular", con el fin de consolidar, en medio de bellas frases, su dominación sobre la clase obrera para imponerle la voluntad de su clase. Por el contrario, el proletariado, que constituye la gran mayoría de la población, utiliza abiertamente la fuerza de sus organizaciones de masas, de sus soviets, para aniquilar los privilegios de la burguesía y asegurar la transición hacia una sociedad comunista sin clases.

La esencia de la democracia burguesa reside en un reconocimiento puramente formal de los derechos y de las libertades, precisamente inaccesibles al proletariado y a los elementos semi-proletarios, a causa de la carencia de recursos materiales, mientras que la burguesía tiene todas las posibilidades de sacar partido de sus recursos materiales, de su prensa y de su organización, para engañar al pueblo. Por el contrario, la esencia del sistema de los Soviets -de este nuevo tipo de poder gubernamental- consiste en que el proletariado obtiene la posibilidad de asegurar de hecho sus derechos y su libertad. El poder del Soviet entrega al pueblo los más hermosos palacios, las casas, las tipografías, las reservas de papel, etc., para su prensa, sus reuniones, sus sindicatos. Sólo entonces es posible establecer la verdadera democracia proletaria.

Con su sistema parlamentario, la democracia burguesa sólo da el poder a las masas de palabra, y sus organizaciones están totalmente aisladas del poder real y de la verdadera administración del país. En el sistema de los Soviets, las organizaciones de las masas gobiernan y por medio de ellas gobiernan las propias masas, ya que los Soviets llaman a formar parte de la administración del Estado a un número cada vez mayor de obreros; y de esta forma todo el pueblo obrero poco a poco participa efectivamente en el gobierno del Estado. El sistema de los Soviets se apoya de este modo en todas las organizaciones de masas proletarias, representadas por los propios Soviets, las uniones profesionales revolucionarias, las cooperativas, etcétera.

La democracia burguesa y el parlamentarismo, por medio de la división de los poderes legislativo y ejecutivo y la ausencia del derecho de revocación de los diputados, termina por separar a las masas del Estado. Por el contrario, el sistema de los Soviets, mediante el derecho de revocación, la reunión de los poderes legislativo y ejecutivo y, consecuentemente, mediante la aptitud de los Soviets para constituir colectividades de trabajo, vincula a las masas con los órganos de las administraciones. Ese vínculo es también consolidado por el hecho de que, en el sistema de los Soviets, las elecciones no se realizan de acuerdo con las subdivisiones territoriales artificiales sino que coinciden con las unidades locales de la producción.

El sistema de los Soviets asegura de tal modo la posibilidad de una verdadera democracia proletaria, democracia para el proletariado y en el proletariado, dirigida contra la burguesía. En ese sistema, se asegura una situación predominante al proletariado industrial, al que pertenece, debido a su mejor organización y su mayor desarrollo político, el papel de clase dirigente, cuya hegemonía permitirá al semiproletariado y a los campesinos pobres elevarse progresivamente. Esas superioridades momentáneas del proletariado industrial deben ser utilizadas para arrancar a las masas pobres de la pequeña burguesía campesina de la influencia de los grandes terratenientes y de la burguesía, para organizarías y llamarlas a colaborar en la construcción comunista.

LA EXPROPIACIÓN DE LA BURGUESÍA Y LA
SOCIALIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN

La descomposición del sistema capitalista y de la disciplina capitalista del trabajo tornan imposible -dadas las relaciones entre las clases- la reconstrucción de la producción sobre las antiguas bases. La lucha de los obreros por el aumento de los salarios, aun en el caso de tener éxito, no implica el mejoramiento esperado de las condiciones de existencia, pues el aumento de los precios de los productos invalida inevitablemente ese éxito. La enérgica lucha de los obreros por aumento de salarios en los países cuya situación es evidentemente sin salida, imposibilitan los progresos de la producción capitalista debido al carácter impetuoso y apasionado de esta lucha y su tendencia a la generalización. El mejoramiento de la condición de los obreros sólo podrá alcanzarse cuando el propio proletariado se apodere de la producción. Para elevar las fuerzas productoras de la economía, para quebrar lo más rápidamente posible la resistencia de la burguesía, que prolonga la agonía de la vieja sociedad creando por ello mismo el peligro de una ruina completa de la vida económica, la dictadura proletaria debe realizar la expropiación de la alta burguesía y de la nobleza y hacer de los medios de producción y de trasporte la propiedad colectiva del Estado proletario.

El comunismo surge ahora de los escombros de la sociedad capitalista; la historia no dejará otra salida a la humanidad. Los oportunistas, en su deseo de retrasar la socialización por su utópica reivindicación del restablecimiento de la economía capitalista, no hacen sino aplazar la solución de la crisis y crear la amenaza de una ruina total, mientras que la revolución comunista aparece para la verdadera fuerza productora de la sociedad, es decir para el proletariado, y con él para toda la sociedad, como el mejor y más seguro medio de salvación.

La dictadura proletaria no significa ningún reparto de los medios de producción y de trasporte. Por el contrario, su tarea es realizar una mayor centralización de los medios y la dirección de toda la producción de acuerdo con un plan único.

El primer paso hacia la socialización de toda la economía implica necesariamente las siguientes medidas: socialización de los grandes bancos que dirigen ahora la producción; posesión por parte del poder proletario de todos los órganos del Estado capitalista que rigen la vida económica; posesión de todas las empresas comunales; socialización de las ramas de la industria que actúan sindicadas o como trusts; igualmente, socialización de las ramas de la industria cuyo grado de concentración hace técnicamente posible la socialización; socialización de las propiedades agrícolas y su trasformación en empresas agrícolas dirigidas por la sociedad.

En cuanto a las empresas de menor importancia, el proletariado debe, teniendo en cuenta su grado de desarrollo, socializarlas poco a poco.

Es importante señalar aquí que la pequeña propiedad no debe ser expropiada y que los pequeños propietarios que no explotan el trabajo de otros no deben sufrir ningún tipo de violencia. Esta clase será poco a poco atraída a la esfera de la organización social, mediante el ejemplo y la práctica que demostrarán la superioridad de la nueva estructura social que libera a la clase de los pequeños campesinos y la pequeña burguesía del yugo de los grandes capitalistas, de toda la nobleza, de los impuestos excesivos (principalmente como consecuencia de la anulación de las deudas de Estado, etc.).

La tarea de la dictadura proletaria en el campo económico sólo es realizable en la medida en que el proletariado sepa crear órganos de dirección de la producción centralizada y realizar la gestión por medio de los propios obreros. Con este objeto, se verá obligado a sacar partido de aquellas organizaciones de masas que estén vinculadas más estrechamente con el proceso de producción.

En el dominio del reparto, la dictadura proletaria debe realizar el remplazo del comercio por un justo reparto de los productos. Entre las medidas indispensables para alcanzar este objetivo señalamos: la socialización de las grandes empresas comerciales, la trasmisión al proletariado de todos los organismos de reparto del Estado y de las municipalidades burguesas; el control de las grandes uniones cooperativas cuyo aparato organizativo tendrá todavía durante el período de transición una importancia económica considerable, la centralización progresiva de todos esos organismos y su trasformación en un todo único para el reparto nacional de los productos.

Del mismo modo que en el campo de la producción, en el del reparto es importante utilizar a todos los técnicos y especialistas calificados, tan pronto como su resistencia en el orden de lo político haya sido rota y estén en condiciones de servir, en lugar de al capital, al nuevo sistema de producción.

El proletariado no tiene intención de oprimirlos. Por el contrario, sólo él les dará la posibilidad de desarrollar la actividad creadora más potente. La dictadura proletaria remplazará a la división del trabajo físico e intelectual, propio del capitalismo; mediante la unión del trabajo y la ciencia.

Simultáneamente con la expropiación de las fábricas, las minas, las propiedades, etc., el proletariado debe poner fin a la explotación de la población por parte de los capitalistas propietarios de inmuebles, pasar las grandes construcciones a los Soviets obreros locales, instalar a la población obrera en las residencias burguesas, etcétera.

En el trascurso de esta gran trasformación, el poder de los Soviets debe, por una parte, constituir un enorme aparato de gobierno cada vez más centralizado en su forma y además, debe convocar a un trabajo de dirección inmediata a sectores cada vez más vastos del pueblo trabajador.

EL CAMINO DE LA VICTORIA

El período revolucionario exige que el proletariado ponga en práctica un método de lucha que concentre toda su energía, es decir la acción directa de las masas, incluyendo todas sus consecuencias lógicas: el choque directo y la guerra declarada contra la maquinaria gubernamental burguesa. A ese objetivo deben ser subordinados todos los demás medios, tales como por ejemplo, la utilización revolucionaria del parlamentarismo burgués.

Las condiciones preliminares indispensables para esta lucha victoriosa son: la ruptura no solamente con los lacayos directos del capital y los verdugos de la revolución comunista -cuyo papel asumen actualmente los socialdemócratas de derecha- sino también la ruptura con el "Centro'' (grupo Kautsky) que, en un momento crítico, abandona al proletariado y se une a sus enemigos declarados.

Por otra parte, es necesario realizar un bloque con aquellos elementos del movimiento obrero revolucionario que, aunque no hayan pertenecido antes al partido socialista, se ubican ahora totalmente en el terreno de la dictadura proletaria bajo su forma sovietista, es decir con los elementos correspondientes del sindicalismo.

El crecimiento del movimiento revolucionario en todos los países, el peligro para esta revolución de ser ahogada por la liga de los estados burgueses, las tentativas de unión de los partidos traidores al socialismo (formación de la Internacional amarilla en Berna) con el objetivo de servir bajamente a la Liga de Wilson, y finalmente la necesidad absoluta para el proletariado de cordinar sus esfuerzos, todo esto nos conduce inevitablemente a la creación de la Internacional comunista, verdaderamente revolucionaria y verdaderamente proletaria.

La Internacional que se revele capaz de subordinar los intereses llamados nacionales a los intereses de la revolución mundial logrará así la cooperación de los proletarios de los diferentes países, mientras que sin esta ayuda mutua económica, el proletariado no estará en condiciones de construir una nueva sociedad. Por otra parte, en oposición a la Internacional socialista amarilla, la Internacional proletaria y comunista sostendrá a los pueblos explotados de las colonias en su lucha contra el imperialismo, con el propósito de acelerar la caída final del sistema imperialista mundial.

Los malhechores del capitalismo afirmaban al comienzo de la guerra mundial que no hacían sino defender su patria. Pero el imperialismo alemán reveló su naturaleza bestial a través de una serie de sangrientos crímenes cometidos en Rusia, Ucrania, Finlandia. Y ahora se revelan a su vez, aún a los ojos de los sectores más atrasados de la población, las potencias de la Entente que saquean al mundo entero y asesinan al proletariado. De acuerdo con la burguesía alemana y los socialpatriotas, con la palabra de paz en los labios, se esfuerzan por aplastar, con ayuda de tanques y tropas coloniales ignorantes y bárbaras, la revolución del proletariado europeo. El terror blanco de los burgueses caníbales ha sido indescriptiblemente feroz. Las víctimas en las filas de la clase obrera son innumerables. La clase obrera ha perdido a sus mejores campeones: Liebknecht, Rosa Luxemburg.

El proletariado debe defenderse por todos los medios. La Internacional comunista convoca al proletariado mundial a esta lucha decisiva. ¡Arma contra arma! ¡Fuerza contra fuerza! ¡Abajo la conspiración imperialista del capital! ¡Viva la República internacional de los Soviets proletarios!