Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

Por la libertad de España y por la paz del mundo

Discurso pronunciado en la sesión de Cortes celebrada en Valencia el 1 de diciembre de 1936

 

Señores diputados:

En nombre de la minoría parlamentaria comunista y de los diputados del Partido Socialista Unificado de Cataluña, que hoy pertenecen a esta minoría, y en nombre también del Partido Comunista de España y del Partido Socialista Unificado de Cataluña, declaro mi absoluta conformidad con el discurso pronunciado por el jefe del Gobierno en representación del mismo. Y lo hago porque, a través de los cuatro meses de lucha, de esta lucha, de esta guerra civil sangrienta, desencadenada por los generales traidores a la patria y por los reaccionarios y fascistas, este Gobierno, continuador de la política del Frente Popular que ha propugnado siempre nuestro Partido, ha sabido interpretar las necesidades de las masas en lucha, naciendo que todas las fuerzas proletarias, democráticas y progresivas de nuestro país se orientaran hacia un solo objetivo: ganar la guerra. Ganar la guerra significa mantener y respetar el régimen democrático, las instituciones parlamentarias que se ha dado libremente nuestro país desde el advenimiento de la República, y que fueron ratificadas por la voluntad popular en las magnas elecciones del 16 de febrero. Y esto lo ha hecho el gobierno del Frente Popular.

Significado del Gobierno del Frente Popular

Señores diputados: Si en algo ha cambiado el Gobierno actual, ha sido en un sentido más amplio y más democrático.

Si ayer el Gobierno contaba con el apoyo, desde fuera, de la organización sindical de la CNT, que representa una parte importante del proletariado español, hoy esa organización está plenamente representada en el Gobierno, y por consiguiente éste, como ha dicho con razón en su discurso el Presidente del Consejo, representa a toda la masa popular, a todos los que quieren vivir en un régimen de democracia, de paz, de trabajo y de bienestar. Nosotros, comunistas, subrayamos la parte del discurso del Presidente del Consejo en la que saluda la participación de la CNT en la responsabilidad del gobierno de la República, y deciros a los hermanos anarquistas que hoy, más unidos que nunca, los proletarios de las diversas tendencias, anarquistas, comunistas, socialistas, sindicalistas, juntos con todas las fuerzas democráticas, con toda la intelectualidad honrada de España, más unidos que nunca, haremos la guerra, aniquilaremos al enemigo y conseguiremos el triunfo.

Afirmamos, pues, una vez más, para que lo sepan todos los países -tanto los de régimen democrático como aquéllos en los que domina el fascismo-, que la composición de este Gobierno es la representación genuina de la voluntad popular. Y con esto, salimos al paso de las calumnias que hace circular el enemigo, tanto en España como en el extranjero, para asustar a los timoratos, diciendo que la lucha que, en estos momentos se desarrolla en España gira, de un lado, en torno a la implantación de los soviets o del comunismo libertario, y de otro lado, a la defensa del orden constituido.

La sesión parlamentaria de hoy será, entre tantas otras, una nueva respuesta, un nuevo mentís a todo el que trate de desviar la atención del verdadero carácter que tiene la lucha planteada actualmente en España, que es la lucha entre la democracia y el fascismo.

Los generales facciosos, agentes del fascismo internacional

El Presidente del Consejo ha subrayado en su discurso el hecho de que la guerra civil en España hubiese terminado hace tiempo sin la ayuda estatal que los facciosos han recibido y reciben de los fascismos extranjeros: de Alemania, de Italia y de Portugal. Y tiene razón al afirmar esto, puesto que, sin esa ayuda, los generales facciosos y los señoritos fascistas -a pesar del empleo de las fuerzas mercenarias, del Tercio y de los marroquíes- hubiesen sido aplastados hace ya mucho tiempo por todo el pueblo en armas. Si hoy la lucha prosigue, y con caracteres más sangrientos que nunca, es porque esos traidores a la patria, esos agentes del fascismo internacional, pueden continuar la guerra gracias a los tanques, a los aviones, a la artillería, a las ametralladoras, a los fusiles y al personal técnico que han recibido de Alemania, de Italia y de Portugal. Pero, a pesar de esa ayuda prestada a los facciosos, el pueble español y su valiente Ejército Popular, mantienen en pie la consigna de ¡NO PASARAN!, y están acumulando las fuerzas necesarias para muy pronto poder pasar a la realización de la otra consigna: ¡PASAREMOS! Pasaremos, y arrojaremos de nuestra patria a los generales traidores y a los fascistas, y con ellos a las fuerzas de ocupación que los países fascistas han enviado a nuestro país.

Luchamos por la paz de Europa

Y al hacerlo así, llevaremos una ayuda formidable a los países que luchan por la paz, porque es sabido que los Estados fascistas, Italia y Alemania en primer lugar, quieren apoderarse de España con objeto de conseguir puntos de apoyo ventajosos para desencadenar la guerra en Europa, con el propósito de fascistizarla.

En el gran discurso pronunciado recientemente por el camarada Litvinof en el Congreso de los soviets -Congreso que ha aprobado la Constitución más democrática del mundo, garantía de paz entre los pueblos-, se dedica una gran parte a explicar los propósitos siniestros del fascismo alemán e italiano, al ayudar al general Franco en su lucha contra el pueblo español. Litvinof subraya, con mucha razón, que la ayuda de Alemania a los facciosos españoles tiene un propósito muy concreto: el de colonizar nuestro país y crear en él puntos de apoyo para su política de guerra y de fascistización de Europa. “Alemania e Italia -dijo Litvinof- no necesitan en España el fascismo por el fascismo mismo, ni por la realización de ninguna ideología o doctrina. El fascismo -subrayó- es, en este caso, un medio para alcanzar objetivos diferentes.”

Y esos objetivos diferentes son los que dejo enunciados

Es conocido por todos los señores diputados que el ex general Franco ha declarado que se propone bloquear algunos puertos nuestros del Mediterráneo, con el propósito de impedir a España abastecerse de lo necesario para proseguir la guerra y poder permitir, en cambio, que Alemania, Italia y Portugal puedan pertrecharle, en forma todavía más descarada que hasta aquí, de armas, municiones y hombres para la guerra contra el pueblo español. Como ha subrayado ya el Presidente del Consejo, esa política o esos propósitos no van solamente contra nosotros, sino contra otros países de régimen democrático, contra otros pueblos partidarios del Frente Popular y que no quieren someterse a la dominación del fascismo, porque no quieren la guerra, porque quieren vivir en paz, democráticamente, como corresponde a los pueblos civilizados.

Llamamiento a los gobiernos democráticos

Pues bien; yo, desde esta tribuna, con la autoridad que me da mi partido y junto con los demás representantes del Frente Popular, hago un llamamiento, no a esos pueblos -que esto no hace falta, pues ellos, los pueblos, no desperdician ocasión para manifestar su solidaridad entusiasta con la heroica lucha del pueblo español y su voluntad decidida de ayudarle-, sino a sus gobiernos, para que abandonen la política suicida que siguen actualmente e interpreten la voluntad de sus pueblos, los cuales claman junto con nosotros: ¡Basta ya de claudicaciones ante el fascismo internacional! ¡Realizad una política enérgica de paz! ¡Ayudad al pueblo español para que pueda liquidar rápidamente esta contienda sangrienta, desencadenada por el fascismo!

Y al pedir esto, no lo hacemos solamente por razones de orden nacional, sino por razones de orden internacional, en interés de la paz del mundo. En interés repito, de la paz. ¿Es que los Gobiernos de Francia, de Inglaterra y de otros países de régimen democrático no se dan cuenta de los propósitos del fascismo alemán e italiano, al tratar de conquistar España para el fascismo? ¿Es que no se dan cuenta de que Alemania trata de tomar posiciones territoriales en España para poder atacar a Francia desde diversos frentes? ¿Es que no se dan cuenta de que Italia, al ayudar a los generales facciosos, se propone obtener en las costas españolas puertos de guerra, con el propósito de dominar el Mediterráneo y controlar la ruta de la India, tan importante para Inglaterra? ¿Es que no se dan cuenta de que con la ocupación de hecho de Marruecos, los fascistas alemanes e italianos se proponen controlar el Estrecho y poner a Gibraltar a tiro de cañón? ¿Es que no se dan cuenta de que la ocupación de la isla de Mallorca por parte de los italianos, haciendo de ella una base naval y aérea, obedece al mismo propósito de dominación del Mediterráneo por parte de los países fascistas? ¿No se dan cuenta, en fin, esos países de que los propósitos del fascismo, al ayudar a los facciosos españoles, tienden a preparar las condiciones para una guerra victoriosa para ellos? Si no se dan cuenta de ello, sus pueblos deben hacérselo comprender. (¡Muy bien!)

Homenaje a los heroicos defensores de Madrid

El Presidente del Consejo ha destacado con razón la grandiosa epopeya de la lucha que se está desarrollando a las puertas de Madrid. Nuestro partido se suma, emocionado, a ese fervoroso homenaje a nuestras valerosas Milicias, a las fuerzas armadas leales, a nuestra gloriosa aviación, a todos, en fin, los que dan su vida y su sangre por la defensa de heroica capital de España, símbolo de la lucha antifascista actual. Y al mismo tiempo que hace esto, se asocia al recuerdo emocionado de las víctimas que caen, no sólo las del frente de batallas, sino también las víctimas de la población civil, las mujeres y los niños que mueren, segados por la metralla de la aviación alemana e italiana. El Partido Comunista de España levanta su voz de protesta y de indignación contra la destrucción, bárbara e incivil, que se está llevando a cabo de todas las obras de arte, de todos los centros culturales, de todo lo que hay de histórico y artístico en Madrid, de lo que es, en fin de cuentas, patrimonio de toda la civilización, de toda la humanidad. Pero, al hacer esto, recuerda una vez más a los países democráticos y a los Gobiernos que debían representar la voluntad inequívoca de esos pueblos, que no es posible permanecer pasivos, impasibles, ante semejantes crímenes porque, ¡que nos oigan bien!, la destrucción de Madrid, esa bárbara cosecha de víctimas inocentes, no es más que el ensayo de la obra siniestra de destrucción que los mismos aviones y las mismas hordas salvajes realizarán mañana sobre Londres, sobre París, sobre Bruselas.

Por eso hacemos desde esta tribuna un llamamiento a esos Gobiernos para que, si no se atreven a ayudarnos, ayudándose ellos mismos, por lo menos no nos boicoteen. Pedimos solamente que nos permitan abastecernos de lo que nos es necesario para librarnos rápidamente de las garras de los bárbaros fascistas y mercenarios internacionales que quieren hundir a España en la esclavitud.

Cómo ganaremos la guerra

Dicho esto, hecho este llamamiento a la solidaridad internacional, creo necesario subrayar que la guerra la ganaremos solamente en la medida en que seamos capaces de movilizar todos nuestros recursos nacionales en hombres, armas y víveres. En la medida en que, mediante una dirección única y férrea, mediante un mando militar único, mediante un Ejército único y disciplinado, podamos y sepamos hacer la guerra. Para ganar la guerra, es necesaria una dirección única en la producción nacional de armas y municiones. Es necesario que podamos satisfacer, no sólo las necesidades locales sino también las necesidades generales de todos los frentes, abastecidos con arreglo a un plan. Si somos capaces, y lo seremos, de ordenar nuestra economía nacional, industrial y agrícola, de producir para las necesidades de la lucha y para las necesidades de la retaguardia, ganaremos la guerra. Pero para ganar la guerra es preciso, sobre todo, producir: producir sin descanso, sin limitación de horas, todo cuanto nos haga falta. No pararse demasiado en ensayos de tal o cual doctrina económica, de tal o cual sistema teórico, en querer construir demasiado el futuro, olvidándose del presente. El presente nos dice que lo primordial, lo inmediato, lo urgente, lo indispensable, es ganar la guerra. Pues, si no se gana la guerra, todos los ensayos doctrinales, todas las realizaciones de carácter social, caerán como un castillo de naipes bajo las botas dominadoras del militarismo y del fascismo. Por eso nosotros, comunistas, sin renunciar ni en un ápice a nuestra ideología y a nuestro programa, decimos que hoy no puede haber más que un solo programa, una sola idea, un solo objetivo: ganar la guerra. A este objetivo estamos dispuestos a supeditar, y supeditaremos, todas las otras reivindicaciones. (¡Muy bien!) .

En un manifiesto lanzado por nuestro partido al mes de haberse desencadenado la guerra, decíamos que esta guerra era una guerra de carácter nacional, en la que era preciso defender nuestro territorio de la invasión extranjera, en la que era preciso luchar por la independencia de nuestro país, que los generales fascistas querían entregar al fascismo alemán e italiano. Y los hechos han venido a damos la razón. Esa concepción nuestra ha sido compartida por todos vosotros y es la que nos ha permitido hoy ver participar en las responsabilidades del Gobierno desde la CNT y los comunistas, pasando por los socialistas y republicanos, hasta los religiosos, pero unidos todos en una única voluntad: ganar la guerra, triunfar en la guerra, asegurar a nuestro país el desarrollo de una vida democrática, de paz y de trabajo; en la que haya cabida para todos los hombres honrados.

Un Gobierno auténticamente nacional

El carácter nacional de la lucha ha permitido la creación de este Gobierno, que es un Gobierno verdaderamente nacional, que debe hacer y ganar la guerra. Pero, al mismo tiempo que hace la guerra, este Gobierno se preocupa de la defensa de los intereses de los obreros, de los campesinos, de la pequeña burguesía, de los intelectuales, de todos los hombres de ciencia, de todos los que quieren cooperar a la creación de una España grande y feliz, respetada en el mundo. De una España en la que cesen las persecuciones de toda índole, en la que exista una verdadera democracia, en la que puedan caber todos los españoles honrados de verdad, cualquiera que sea su credo político o su creencia religiosa.

Este Gobierno es también nacional porque ha sabido comprender los problemas de las nacionalidades oprimidas, porque ha sabido conceder y respetar los derechos de los pueblos de Cataluña y Euskadi y porque reconocerá esa misma personalidad histórica a Galicia, apenas ésta se vea libertada de las garras del fascismo. Porque es un Gobierno que no tiene afanes imperialistas, sino que quiere extender su régimen democrático a los pueblos coloniales, que, como Marruecos, son hoy víctimas de los engaños y traiciones de Franco y sus satélites, que los obligan a luchar contra nosotros por el terror.

Es un Gobierno nacional, porque, hoy más que nunca, los intereses económicos, políticos y sociales de Cataluña, de Euskadi y de otras nacionalidades, se identifican y se complementan. Porque todos sabemos que el fascismo quiere clavar su bota sangrienta sobre todos los pueblos de España, de Castilla, de Cataluña, de Euskadi. Y que una victoria o una derrota en cualquiera de los frentes repercute sobre todo el territorio del país y decide en su conjunto la suerte de la guerra.

Este Gobierno nacional y esta voluntad nacional son los que nos darán la victoria. Pero este Gobierno nos dará la victoria si todas las fuerzas del país se colocan disciplinadamente bajo su dirección. Es necesario que todos acaten las decisiones de los órganos emanados del Gobierno, y que se acabe con toda esa pléyade de Comités y organismos que se arrogan poderes por sí y ante sí.

Respeto al campesino

Es preciso que acaben los abusos que de vez en cuando se producen en el campo, donde bandas de desarmados, arrogándose la representación de organizaciones políticas o sindicales, se apoderan de los bienes de los campesinos, bajo pretexto de proceder a una pretendida colectivización. Sépanlo todos: el campesino ha recibido la tierra de la República para que la pueda trabajar individual o colectivamente, según su propia voluntad, y contra esa voluntad nadie puede ir. El campesino deberá pagar por el disfrute de la tierra exclusivamente lo que las autoridades legales establezcan. Nada ni nadie puede arrogarse derechos para cobrar a los campesinos rentas o impuestos que no estén establecidos por la ley. El campesino, y el trabajador de la tierra en general, tienen derecho a disponer libremente de su producción y nadie está autorizado para confiscársela. Si las necesidades de la guerra lo exigen, las incautaciones de los productos podrán hacerse solamente a través del Estado y mediante el pago correspondiente de su valor. Esta debe ser la regla general, y a esta regla debemos atenernos todos, si es que queremos colaborar lealmente con el Gobierno y ponerle en condiciones de ganar la guerra.

Respeto al pequeño industrial y al pequeño comerciante

Y lo que decimos de los campesinos lo decimos, en general, de todos los pequeños comerciantes, de todos los modestos industriales, de todos los pequeños productores, de todos los que -industriales o comerciantes- no sean enemigos de la República y del pueblo. Sus bienes y sus vidas deben ser y serán respetados dentro de la República democrática, porque la esencia de ésta es el respeto y la protección de cuanto forma parte del pueblo, y porque solamente así podremos mantener la unión necesaria, indispensable, para ganar la guerra.

Lo mismo decimos de los bienes de los extranjeros. Sus vidas y haciendas deben estar y están garantizadas, siempre y cuando que su comportamiento sea de respeto para las instituciones republicanas y en consonancia con las reglas de hospitalidad de nuestro pueblo. Y si algunos de sus bienes o instalaciones han sido utilizados para las necesidades de la guerra, serán compensados con la debida indemnización.

Mano dura contra los especuladores

Pero al afirmar esto y al actuar con esta norma de conducta, nos permitimos decir también al Gobierno -aunque sabemos que ya ha pensado en esto- que debe ser inexorable con todos los que quieran aprovecharse de la situación actual de guerra y de las dificultades propias del abastecimiento para encarecer los artículos de primera necesidad o para acaparados y provocar la especulación. Hay muchos emboscados que quieren aprovecharse de la situación penosa que atravesamos para enriquecerse, mientras en el frente se está derramando la sangre para defender a nuestra patria de la invasión fascista nacional y extranjera. Contra ésos habrá que proceder con mano dura, y estamos seguros de que el Gobierno lo hará así. Y en esta obra no dudo que ha de contar con la ayuda, la responsabilidad y la disciplina de todas las organizaciones del Frente Popular, políticas y sindicales, interesadas en lograr la más rápida victoria sobre el enemigo.

He creído necesario -aunque por la situación se considere oportuno hacer esta sesión de Cortes lo más breve posible- plantear aquellas cuestiones que nuestro partido estimaba de todo punto necesario aclarar, no sólo para España, sino también para fuera de España, para que nadie se llame a engaño.

El Frente Popular, indestructible

Termino haciendo de nuevo un llamamiento a los pueblos democráticos y a sus Gobiernos, para que tengan en cuenta que, como ha dicho el gran Stalin en su mensaje al pueblo español, “el liberar a España de los reaccionarios fascistas no es asunto privativo de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva”. Y para nosotros, los representantes de todas las organizaciones y partidos que forman en el Frente Popular, cualesquiera que sean las dificultades y vicisitudes por que tengamos que atravesar en este duro período de la lucha, hay una cosa que debe ser sagrada: la unidad de todas las fuerzas proletarias, democráticas y antifascistas. Para cimentar, para consolidar aún más, si cabe, esa unión, quiero recordar las históricas palabras pronunciadas por don Manuel Azaña, Presidente de nuestra República democrática, el día antes de la victoria electoral del 16 de febrero: “Si algún día las conductas de los dirigentes no os satisfacen, quitadlos y poned otros; pero si amáis al país y a la República, jamás destruyáis vuestra unión.” Unidos, venceremos. ¡Viva la República democrática! ¡Viva el triunfo del pueblo en armas! (Grandes aplausos.)