William Z. Foster

 

Ofensiva de primavera y los planes japoneses

  

 


Redactado: Por William Z. Foster, en idioma ingles, en 1942.
Historial de publicación: Se publicó por primera vez como pamfleto de 15 paginas con el titulo Smash Hitler's Spring Offensive, Now! (¡Aplastar la ofensiva de primavera de Hitler, ahora!), por la Workers Library, en Nueva York, a inicios de 1942.
Versión castellana: Se publicó traducida in extenso en Garcilaso, revista mensual editada por la Casa de la Cultura, Lima - Peru, vol. III no. 16 (abril 1942); pags. 5-11.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, agosto 2012.


 

  

  Noticias de todas partes dicen que Alemania nazi está preparando una gran ofensiva para la primavera. Es claro que Hitler agotará todos los medios para hacer que esta ofensiva sea decisiva. Está desangrando a toda. Europa en procura de elementos para arrojar contra sus enemigos. Buscará anotarse un tanto decisivo, para ganar la guerra antes de que los Estados Unidos puedan desarrollar y lanzar a ella toda su potencia. La proyectada ofensiva nazi será dirigida contra la U. R. S. S.; puede también tomar la forma de una invasión a Inglaterra; tal vez se dirija hacia el cercano y medio Este; o puede caer, a traves de España, en el Norte de Africa. Un éxito decisivo nazi en cualquiera de estas direcciónes puede ser fatal a las naciónes unidas en la guerra. Si Hitler fuera capaz de debilitar seriamente a la U. R. S. S. o de invadir Inglaterrra significaría un muy serio desastre para la causa democrática, y sería también una catastrofe si el tuviera éxito en la captura de la zona del Mediterráneo y en su empuje a través del Cercano Oriente, estableciendo de ese modo contacto con los japoneses en el lejano Este.

EL PELIGRO DE LA OFENSIVA DE PRIMAVERA DE HITLER

De todo esto resulta perfectamente claro que la gran tarea del día para los Estados Unidos, así como para todas las naciónes unidas en conjunto, es dirigir cada uno de sus pasos a quebrar la planeada ofensiva de primavera de Hitler. Debe utilizarse todos los medios para prevenir esta ofensiva desde que comience a tomar forma y para aplastarla en cuanto llegue. Esto significa que debemos aumentar ampliamente nuestra ayuda de municiones a la U. R. S. S. y Gran Bretaña y también adoptar enérgicas medidas para lograr una potente fuerza armada americana en la zona europea de guerra tan pronto como sea posible. El resultado de la guerra, el destino de la democracia mundial puede bien depender de que las naciones unidas despierten o no plena y rápidamente al peligro que ahora las enfrenta y aplasten en gérmen la ofensiva de Hitler.

Mientras tanto, ¿qué hay acerca del Japón? Por supuesto, se debe prestar seria atención a este agresor, que está obteniendo aho-ra tan espectaculares éxitos en el lejano Este. La guerra es una; así, las victorias del Japón son también las de Hitler, Hong Kong se ha perdido y también Manila; las Filipinas y Malaya han sido invadidas; Singapur ha caído; las Indias Orientales Holandesas y Burmania están en peligro; hasta Australia y la India están amenazadas, y la guerra del pueblo chino se ha tornado mucho más dificil. Las conquistas del Japón en el lejano Este constituyen una amenaza al mundo.

Es cierto que a pesar de sus recias victorias, existen debilidades básicas en la posición del Japón. Lleva más de un millem de soldados muertos en una guerra sin esperanzas en China, asi como varios cientos de miles de inmovilizados a lo largo de las fronteras soviéticas; además de esto, las lejanas bases navales del Japón y sus largas lineas de conmnicaciónes son sumamente vulnerables, su sistema industrial es relativamente débil, y toda su economía ha sido socavada por la larga guerra con China.

LA ESPINA DORSAL DEL EJE, ALEMANIA NAZI

No obstante, Japón es cosa seria, y la de someterlo, es una gran tarea que tienen en sus manos Estados Unidos junto con los ingleses, chinos, holandeses, australianos, filipinos y otros pueblos en gueera con él. Pero no hay razón para el pánico, tal como están tratando de crearlo Heart y otros quintacolumnistas por los avances japoneses. Si Japón ha sido capaz de hacer tan espectaculares avances se debe, no tanto a su propio gran poder, como a las increíbles estupideces militares cometidas en la dirección por los oficiales estadounidenses y británicos en Pearl Harbour y Singapur. Mediante una, combinación de gran complacencia e ignorancia general de los métodos de la guerra moderna, ellos sirvieron al Japón grandes victorias en bandeja de plata. Sería una locura brutal tratar de corregir estos graves errores cayendo en uno aún más grande: esto es, relajando nuestra actual presión contra Hitler, deteniendo nuestra ayuda a la U. R. S. S. y Gran Bretafia en la zona europea de guerra, como Hitler y Hearst quieren que hagamos. Esto sería promover un abrumador desastre y podría muy bien ocasionar la pérdida de la guerra.

El senador Pepper, de Florida (New York Times, febrero 14); también plantea tajantemente esta cuestión vital:

"El centro de esta guerra se halla en Rusia, independientemente de cuan ominosos sean sus signos en otras partes del mundo... Dejad romper el frente ruso, debilitar el ejército ruso, dejad cortar las línea.s de aproyisionamiento de Rusia, y el torrente del hitlerismo inundará toda la superficie del mundo... El frente ruso —dice— debe ser sostenido a costa de cualquier sacrificio".

El senador extrajo otra lección básica de la naturaleza fundamental del frente germano-soviético cuando estableció:

"Cuando una superficie tal (Rusia.) es tan vital, parecería esencial que aquellos quo la defienden, aquellos que dirigen esas gallardas y heroicas acciones, deberían participar íntimamente en cada consejo, en cada conferencia en que se planee la gran estrategia de esta guerra que abarca al mundo. ¿Podemos no reclamar, en consecuencia, que se haga espacio a los rusos en el tablero de la. guerra?''

En esta cuestión de a dónde dirigir nuestros mayores golpes en la guerra, hay dos proposiciónes básicas que debemos llevar constantemente en el pensamiento. La primera es que esta es una guerra indivisible, no varias guerras separadas. Las potencias del Eje constituyen un grupo de imperialistas que han salido a dominar el mundo; están unidos y tienen una estrategia común en el orden mundial. Pueden ser derrotados únicamente como grupo. La segunda cuestión a recordar es que la Alemania nazi es el elemento más fuerte en la combinación del Eje. Controlando toda la Europa Central y Occidental, Alemania es el corazón y la espina dorsal del Eje. De modo que, aunque combatiendo al Eje en todos los lugares del mundo los mayores golpes necesariamente deben ser dirigidos contra su corazón: Alemania nazi. El Eje no puede ser derrotado antes que Alemania sea aplastada, y ninguna potencia del Eje podrá mantenerse mucho tiempo después que Alemania sea derrotada. A pesar de su peligrosidad, es posible que Japón no pueda ganar la guerra mundial en el Pacífico; de todos modos no podrá ganarla inmediatamente; pero Alemania sí puede bien ganarla rápidamente en la zona europea por medio de un ataque arrollador que derribara una o más potencias democráticas.

El Presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill, en recientes documentos y discursos, han reconocido que Alemania es el más decisivo enemigo de las naciones unidas. El secretario de Marina Knox planteó la cuestión muy bien recientemente:

"La guerra en el Pacifico, en Malaya, en Rusia, en Libia, son una sola guerra, una sola puja por la direction del mundo. El enemigo es uno, indivisible y total. Hitler quiere que nosotros volquemos todo nuestro creciente poder en el Pacífico, para detener nuestra ayuda a los ingleses y los rusos. Pero esto es lo que nos proponemos no hacer".

Hay muchísima gente que, impresionada por los éxitos del ejeército rojo en el invierno, ingenuamente cree que la U. R. S. S. tiene ahora a Alemania tomada por el cuello y que, por lo tanto, ningún peligro real puede venir ya de esta parte. Pero esta es la más fatal illusion, de la cual tambien nosotros podemos caer víctimas. Es ciertl que el ejército rojo ha dado devastadores golpes a los Nazis. Ha debilitado seriamente sus fuerzas armadas; ha destruído el mito de su invencibilidad. En la reciente Conferencia de Rio de Janeiro, en que participaron todas las repúblicas americanas, Summer Welles declaró que el ejército rojo había destruído más de la tercera parte de las fuerzas aéreas de Hitler y más de la mitad de sus tanques. El ejército rojo ha aliviado la terrífica presión contra Inglaterra y ha salvado a este país de ser conquistado. Solo su valiente lucha ha prevenido al mundo de ser invadido par los fascistas. Pero, mientras reconocemos todos estos brillantes éxitos soviéticos, no osemos subestimar las vastas fuerzas restantes de la Alemania Nazi. Hitler tiene tras de sí las industrias no solo de Alemania, sino de toda Europa. Debemos prestar mucha atención al reciente discurso de Stalin en que establece que Alemania todavía tiene una gran superioridad de aeroplanos y tanques.

Por tanto, nosotros no podemos aceptar sino alarmarnos ante el hecho de que Estados Unidos esta proveyendo solo el 50 por ciento de las municiones prometidas a la U. R. S. S. El primer ministro Churchill también recientemente documentó que Inglaterra tampo-co había cumplido en su totalidad el envío de los prometidos aprovisionamientos a la U. R. S. S. En el mejor de los casos, Estados Unidos y Gran Bretaña están proveyendo solo una pequeña cantidad de las municiones a la Unión Soviética, y permitir que ésta disminuya es hacer un temerario juego con la muerte.

Una de las mayores consideraciónes de Hitler al incitar a Japón a hacer la guerra contra Estados Unidos era desviar lejos de sí el ataque americano. El queria impedir que las municiones americanas fueran a Gran Bretaña y a la U. R. S. S. y llevar la flota Americana lejos del Océano Atlántico. No debemos caer en esta trampa ni por una excesiva confianza en los éxitos del ejército rojo, ni dejandonos engañar por la campaña pro Hitler de Hearst para hacernos retirar la ayuda a nuestros aliados en la crucial guerra en Europa y volver toda la atención a hacer "nuestra propia guerra en el Pacifico". La victoria en la Guerra, la salvación de nuestro país y del mundo de la esclavitud fascista, pueden bien depender de que no cometamos este funesto error, de que aumentemos al extremo nuestros golpes, en esta critica emergencia de la guerra, contra el mayor enemigo, la Alemania nazi.

En los Estados Unidos, como en las otras potencias democráticas, una de las más grandes lecciones que debemos aprender para, ganar la guerra es que debemos pelear en la ofensiva. No debemos permanecer en la defensiva, esperando, para golpear. No es bastante tratar de construir bharcos más rápido de lo que pueda hacer Hitler para hundirlos, ni amontonar gran cantidad de armamentos defensivos en diversas partes del mundo. Nuestro país, y las naciones aliadas en conjunto, deben tomar sin falta, activamente, la ofensiva. Una estrategia defensiva significa prolongar la guerra, indefinidamente, derramar inútilmente mares de sangre. Uno de los grandes aciertos de las potencias del Eje es que ellas han mantenido tanto tiempo la ofensiva. Esto les ha dado la posibilidad de golpear en los lugares más débiles las líneas del enemigo, cuando y dónde ellos quisieran. Por la misma razón, una de las más básicas debilidades de los países demacráticos es el haber permanecido a la defensiva. Esto ha contribuído a acarrearles grandes desastres. Mirad a Francia; permanecía plácidamente detrás de su línea Maginot, perdida en una loca sobre estimación, hasta que aplastada por los agresores nazis, que eligieron el momento estratégico para atacar. Y ahora, Gran Bretaña está cometiendo el mismo error, reservando su grande y altamente equipado ejército inactivo en su hogar isleño, esperando a Hitler para atacarlo cuándo y como él crea conveniente.

ABRIR UN NUEVO FRENTE EUROPEO

Es ohvio que las naciones aliadas deben romper completamente con la política de defensiva que ha sido tan desastrosa para la causa democrática. En esta guerra, una activa política de ofensiva, vale en sí misma millones de soldados. En esta cuestión vital, nosotros deberiamos aprender de la U. R. S. S. Los dirigentes del ejército rojo apreciaron justamente la importancia de arrebatar la iniciativa y mantener la ofensiva. Por casi seis meses el ejército rojo y la nación soviética resistieron del ejército alemán el más poderoso ataques jamás lanzado contra ningún pueblo en toda la historia. Ellos sufrieron grandiosas pérdidas en hombres, material y territorio. Ellos arrostraron un sistema organizado de bárbaras atrocidades contra su población civil tal como el mundo moderno jamás ha conocido.

Sin embargo, el ejército rojo fue capaz a pesar de todas sus perdidas y en mediio del terrible invierno de salir adelante en una gran ofensiva todo a lo largo de las dos mil millas del frente oriental. Por ° la primera vez en los diez años desde que Japón invadió Manchuria una potencia agresora fascista fue forzada a pelear en la defensiva. Ante la extrañeza y la admiración del mundo el ejército rojo está ahora, penetrando entre las tropas de Hitler golpeando cuando y donde él (y no el enemigo) decide en un fiero esfuerzo por destruir el poderío en hombres y material de Hitler y, por ese medio, debilitar o hacer imposible su proyectada ofensiva de primavera. El desarrollo de la gran ofensiva soviética, después del asalto del ejército alemán, es incuestionablemente una de las más grandes (si no la más grande) de las realizaciónes militares en los anales de la guerra.

La ofensiva del ejército rojo es probablemente el punto fundamental en la guerra mundial. Ella podría transformarse en el comienzo de una gran ofensiva .por las naciones unidas en general. Ciertamente existen todas las razones para que nuestro país deba dirigir en este sentido todos sus esfuerzos. En el Pacífico junto con nuestros aliados, deberíamos atacar las bases expuestas del Japón y sus extensas e indefendibles líneas de comunicaciones aún cuando nuestra potencia de aire, mar y tierra no haya alcanzado todavía su máximum. El éxito de los súbitos ataques navales americanos a las Islas de Gilbert y Marshall son un resaltante ejemplo de la efectivida.d de las tácticas ofensivas. Pero, por sobre todo es necesario para nosotros y para nuestros aliados marchar a la ofensiva en la zona europea de guerra. La proyectada ofensiva de primavera de Hitler debe ser rota a toda costa antes do que se logre ponerla en marcha. Esta es hoy la suprema necesidad de las potencias democráticas en la guerra.

Para desarrollar una ofensiva general, la creación de un nuevo frente europeo por Gran Bretaña y los Estados Unidos es imperativa. La A. E. F. recientemente desembareada en Irlanda, debería ser al anticipo de un gran ejército de millones de soldados americanos. Los Estados Unidos podrían verter hombres y municiónes en la zona europea en cantidades sin precedente. La situación exige que una fuerza tal, junto con el ejército, grande, altamente entrenado y enteramente armado de Gran Bretaña, creen un frente, occidental y tomen a Hitler por la espalda. Las fuerzas anglo-americanas apoyadas por rebelión de los pueblos de los países ocupados, querrían y podrían marchar hacia el Este, mientras el victorioso ejército rojo castigara hacia el Oeste hasta que ambos se encontraran y estrecharan sus manos.

NUESTRO ENEMIGO INTERNO NUMERO UNO: LA COMPLACENCIA

Para que en Estados Unidos se desarrolle esta determinación de tomar la ofensiva es absolutamente necesario que nos liberemos nosotros mismos de nuestra actual sobreestimación. Esta complacencia es nuestro enemigo interno número uno. Debemos sencillamente desembarazarnos de la idea ampliamente difundida, de que no podemos perder la guerra, de que naturalmente la ganaremos. Debemos dejar de embriagarnos con fáciles afirmaciónes de que somos el pueblo más rico y eficiente, de que nuestro sistema industrial es el más fuerte de la tierra, y de que, en consecuencia, las potencias del Eje no tienen posibilidad do mantenerse frente a nosotros. Debemos dejar de jactarnos de nuestra propia grandeza y de subestimar completamente al enemigo. A donde pueden conducir tales ilusiones lo vemos demasiado clara.mente en Pearl Harbour, donde los oficiales de nuestro ejército y marina subestimaron completamente la audacia del Japón, con el consiguiente desastre. Una negligencia semejante, basada también en la complacencia condujo a la destrucción del gran vapor Normandie.

Cierto, Estados Unidos tiene en potencia una gran fuerza militar, pero la guerra se gana con las armas actuales, no con la potencia futura; y en las fuerzas guerreras reales, nosotros somos aún relativamente débiles. Debemos ver con claridad que nos hallamos en un combate a vida o muerte con poderosos y resueltos enemigos; que se juega nuestra independencia nacional y que sólo si desarrollamos una guerra total e implacable podemos, nosotros y nuestros aliados, surgir victoriosos del presente momento de la guerra mundial. Tal indomable espíritu de lucha es indispensable si nuestro país ha de asegurarse la gran ventaja de pelear en la ofensiva.

En ningún lugar necesitamos más urgentemente luchar contra la, complacencia y la sobreestimación y desarrollar el espíritu de la ofensiva, que en el campo de la producción. En este aspecto especialmente nos estamos dopando con brillates estadisticas sobre nuestras proezas industriales. La seria amenaza de Alemania nazi en Europa y de Japón en el Lejano Este deben ser para nosotros advertencias de que debemos lanzarnos a la producción de guerra como nunca hasta ahora. Los 60.000 aeroplanos, 45.000 tanques y 8.000.000 de toneladas de flota del presidente Roosevelt, pueden ser producidos, pero sólo después de un inteligente y tenaz esfuerzo de nuestra parte. Estados Unidos puede proveer a todas las demandas de municiones que hacen nuestros aliados pero sólo mediante una acción resuelta en la producción. El gobierno debe tomar una parte más decisiva en la producción y la voz de los obreros organizados en la línea del plan Murray debe ser realmente escuchada en la industria. La tarea de la producción de guerra no puede ser librada simplemente a los patrones, con sus desmedidas ambiciones de lucro, su resistencia a la expansión de los establecimientos y a transformar sus industrias sobre una base de guerra.

UNA MAYOR DEMOCRACIA REFORZARA EL ESFUERZO BELICO DE NUESTRA NACIÓN

Tambien debemos estar en guardia para preservar nuestras libertades basicas. En este aspecto tampoco puede haber lugar a la complacencia. Hitler puede ser derrotado solamente por los países democráticos y hay muchas siniestras fuerzas en los Estados Unidos —los Hoover, Lindbergh, Dies, Hearst, Coughlin, Norman, Thomas, etc. — que estan procurando ansiosamente explotar la situación de guerra para empujar a nuestro país por la senda del fascismo. Para proseguir la guerra exitosamente el gobierno debe adoptar diversas medidas de centralización, como hemos ya visto. Pero los reaccionarios tratan de transformar esta disciplina y control necesarios en peligrosos ataques contra los derechos del pueblo, Estados Unidos debe salir de la guerra más democrática que al entrar en ella; pero esto será solo si el pueblo, especialmente los sindicatos, están alerta para defender y extender nuestras instituciones democráticas.

Una grande y vital tarea para el fortalecimiento de la democrácia americana y para ganar la guerra es lograr la libertad de Earl Browder. América no debe tolerar el indecible ultraje de este gran luchador antifascista encerrado entre rejas. En esta crisis de la guerra el pueblo americano necesita urgentemente las brillantes condicciónes y la capacidad de Browder. En inequívocos términos, el pueblo debe exigir su libertad. El encarcelamiento de Browder es una amenaza a toda la democracia americana, a toda nuestra lucha conjunta contra el hitlerismo.

TAREAS Y DEBERES OBREROS EN LA GUERRA

En estos días cruciales, con la necesidad fundamental de los Estados Unidos y sus aliados de pasar a la ofensiva para aplastar a las potencias del Eje, la clase obrera organizada toma sobre sí una pesada parte de responsabilidad. Es necesaria la mayor participación posible de la clase obrera en el esfuerzo bélico: para consolidar la unidad nacional, para ayudar a fortalecer la política anti-nazi del gobierno, para cambiar nuestra presente complacencia en militancia combatiente, para acelerar la producción, para desarrollar la defensa civil, pra apuntalar nuestra democracia, para combatir a la insidiosa Quinta Columna, para proteger la salud y eficiencia de los obreros. Para ayudar al cumplimiento de estos fines, el C. I. O., A. F. of L. y Railroad Brotherhoods, deben exigir amplia representación en el gabinete del presidente, en todos los consejos de guerra, del gobierno, en la dirección de la industria, en el servicio de defensa civil, etc.

Y para ello, el proletariado organizado debe unir sus propias filas. La unidad de accion entre todos los grupos obreros nacionales ha dejado de ser una simple cuestión sindical. Ahora es una cuestión nacional fundamental de todo el pueblo; una medida básica necesaria de todo el pueblo; una medida básica necesaria para ganar la guerra. Los obreros saludarán en todas partes la reciente constitución de la Junta Obrera de la Victoria entre la A. F. of L. y el C. I. O., presidida, por el presidente Roosevelt; le dará su más cálido apoyo y la utilizará para desarrollar un programa total obrero de guerra y para movilizar a los sindicatos al máximo a un combate agresivo para destruir al nazifascismo. En cada Estado, en cada ciudad, los sindicatos de ambas federaciónes trabajarán en estrecha colaboración para ganar la guerra.

William Z. Foster