Kim Jong Il

 

EL SOCIALISMO DE NUESTRO PAIS ES EL SOCIALISMO A NUESTRO ESTILO QUE ENCARNA LA IDEA JUCHE

Diciembre 27, 1990

 


Redacción: Discurso pronunciado ante los cuadros directivos del Comite Central del Partido del Trabajo de Corea, 27 de diciembre de 1990.
Fuente del texto: Kim Il Sung, El socialismo de nuestro pais es el socialismo a nuestro estilo que encarna la Idea Juche, Pyongyang: Ediciones en Lenguas Extranjeras [1991].
Edición Digital: Marxists Internet Archive, 2012.


 

Hoy, en la palestra internacional el socialismo se enfrenta a una fiera confrontación con el imperialismo debido a las aviesas conjuras de éste contra él. Los imperialistas y los restauradores burgueses despliegan una ofensiva contrarrevolucionaria, por lo cual en algunos países el socialismo se ha desmoronado y la sociedad va arruinándose en todos los aspectos. Sin embargo, nuestro socialismo avanza con vigor por el único camino de la victoria manifestando a plenitud su superioridad y vitalidad, sin vacilar ni en lo más mínimo ante las febriles maniobras de los imperialistas y los reaccionarios. Nuestro pueblo tiene el gran orgullo y la dignidad de que instauró la sociedad socialista más ventajosa; hasta los amigos extranjeros lo admiran diciendo que el socialismo de Corea es el mejor.

Los imperialistas, llenos de ira ante las manifestaciones cada vez mayores de la vitalidad de nuestro socialismo, activan más la ofensiva contra nuestro país, y los restauradores burgueses nos difaman porque no aceptamos su política de reformas dirigidas a hacer retroceder el socialismo al capitalismo. Dado que ellos maniobran con frenesí para denigrar nuestro socialismo debemos manifestar en alto grado su superioridad y vitalidad y, a la vez, difundir ampliamente sus ventajas.

Puesto que el ideal del socialismo es difundido tergiversadamente por las corrientes oportunistas de toda laya tenemos que realizar la propaganda sobre sus ventajas no sólo con datos generales sino también con la realidad concreta del socialismo de nuestro país. Sólo entonces es posible que los miembros del Partido y demás trabajadores, adquiriendo un correcto conocimiento del socialismo de nuestro país que es el mejor en el mundo, hagan fracasar las maquinaciones de los imperialistas y los restauradores burgueses tendentes a desacreditar el socialismo. Debemos procurar que los militantes y demás trabajadores conozcan bien las peculiaridades esenciales y la superioridad del socialismo a nuestro estilo para que con firme convicción en éste luchen vigorosamente para llevar al triunfo la causa socialista.

 

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Antes no eran pocas las personas que consideraban igual el socialismo en cada país. Sin embargo, al ver la realidad de que aunque recientemente en Europa el socialismo se desmoronó, en Asia y América Latina su bandera sigue desplegada, comenzaron a rectificar su concepto. De modo particular, ante la gran superioridad y vitalidad que manifiesta el socialismo de nuestro país, han llegado a tener un nuevo concepto de lo que es el auténtico socialismo. Desde luego que toda sociedad socialista, independientemente de qué país se trate, es una sociedad más avanzada completamente diferente a la explotadora que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad, y como tal es superior a la capitalista. Pero sus ventajas se manifiestan de manera diferente según la idea rectora en que se apoya.

Antes, numerosos países que construían el socialismo con el marxismo-leninismo como guía rectora, aplicaron tales como eran las tesis que éste planteara hace muchos años y transplantaron mecánicamente las experiencias de la Unión Soviética. Podemos citar como ejemplo representativo los países de Europa del Este, que estuvieron ocupados por la Alemania fascista durante la Segunda Guerra Mundial y después de ser liberados por el ejército soviético tomaron el camino del socialismo con el apoyo de la Unión Soviética. Estos países, por haber considerado como acato del principio revolucionario y el internacionalismo aceptar incondicionalmente las tesis marxista-leninistas y las experiencias de la Unión Soviética, introdujeron el socialismo de tipo soviético tal como era. Huelga decir que no es posible negar las históricas proezas y las experiencias de ese país que en el mundo fue el primero en construir el socialismo. Pero, sus experiencias fueron, en todo caso, la expresión de las condiciones históricas de aquel entonces y de la realidad concreta de la Unión Soviética. Las experiencias de ese país no podían adaptarse plenamente a la realidad de otros países porque habían sido acumuladas mientras construía el socialismo sola y por primera vez, bloqueada por los imperialistas. En vista de que la época cambia y la realidad concreta de cada país es diferente, si se absolutizan y aceptan de manera dogmática las experiencias, no es posible construir debidamente el socialismo. Sin embargo, los países de Europa del Este transplantaron el socialismo de tipo soviético, por eso éste no pudo manifestar su superioridad en la debida forma.

En un tiempo en nuestro país los fraccionalistas antipartido y contrarrevolucionarios, contaminados por el dogmatismo y el servilismo a la gran potencia, insistieron en establecer el poder de tipo soviético y ejercer la democracia a la manera soviética. Este planteamiento, está claro, no estaba acorde con las demandas de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país. Aquí, que era una atrasada sociedad colonial y semifeudal, no era posible aceptar por entero las teorías marxistas presentadas teniendo como premisas las condiciones socio-históricas de los países europeos donde el capitalismo había avanzado, ni las teorías leninistas planteadas teniendo como premisas las condiciones de Rusia con el capitalismo medianamente desarrollado. De acuerdo con las condiciones socio-históricas en que se encontraba nuestro país, tuvimos que pensar con nuestra propia cabeza y resolver con nuestras propias fuerzas to dos los problemas presentados en la revolución. Nuestra realidad —después de liberado el país fue dividido en Norte y Sur y emprendimos la construcción de una nueva sociedad enfrentados cara a cara con los imperialistas norteamericanos—, demandaba apremiantemente que resolviéramos todas las cuestiones en la revolución y la construcción ateniéndonos a nuestras condiciones. Esta exigencia del desarrollo de la revolución se realizó plenamente gracias a que el gran Líder planteó sobre la base de la idea Juche la línea y la política originales acordes con las aspiraciones de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país.

Tempranamente, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, al concebir la inmortal idea Juche en reflejo del deseo y las demandas de los pueblos aspirantes a la independencia, proporcionó la nueva doctrina rectora para la época de la independencia. La idea Juche deviene la doctrina revolucionaria que constituye la etapa más alta del desarrollo del pensamiento revolucionario de la clase obrera. Su originalidad y superioridad determinan las peculiaridades y las ventajas de nuestro socialismo basado en esa ideología.

La idea Juche exige que de la revolución y la construcción de cada país se haga cargo su pueblo y que éste las realice con sus propias fuerzas de acuerdo a la realidad. Nuestro pueblo, teniendo como guía directriz esta idea, implantó el socialismo con sus propias fuerzas y a tenor de la realidad concreta del país, siguiendo el camino escogido por él mismo.

Bajo la dirección del gran Líder, nuestro pueblo, con la bandera revolucionaria de la idea Juche en alto, restauró la Patria desplegando la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, y después de la liberación abrió un original camino del socialismo resolviendo de conformidad con la realidad del país y con sus propias fuerzas, todos los problemas presentados en la revolución y la construcción.

El socialismo de nuestro país es el socialismo centrado en el hombre, que encarna la idea Juche. Nuestro Partido y el pueblo construyeron el socialismo a nuestro estilo basándose en la idea Juche.

Resolvimos a nuestra manera el problema referente al Poder de acuerdo con el deseo del pueblo y la realidad concreta del país.

En la revolución para realizar la independencia de las masas populares, lo fundamental es el problema del Poder. El asunto primordial en la construcción del socialismo es establecer el Poder del pueblo dirigido por la clase obrera. Al establecerlo es posible hacer la revolución y la construcción del socialismo teniéndolo como arma.

En el período de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa el gran Líder planteó la original línea para la construcción del Poder popular, basándose en la idea Juche y creó el Gobierno Revolucionario Popular en las zonas guerrilleras, base en forma de región liberada, y después de emancipado el país, creó el Poder popular, sucesor de él. Nuestro Poder popular, surgido como el Poder de la democracia popular, se ha desarrollado y fortalecido como el Poder del socialismo con el avance de la revolución y la construcción.

Nuestro pueblo lo estableció conforme a su deseo, con sus propias manos y en concordancia con la realidad del país, y por eso, nuestro Poder, a diferencia del poder que se estableciera con la ayuda de otro país, es, desde el principio, completamente independiente. Nuestro Poder popular, por apoyarse en la alianza obrero-campesina dirigida por la clase obrera y en el frente unido de las vastas masas populares, tiene un terreno socio-político extraordinariamente amplio. Por estas características se ha desarrollado como un poder muy sólido con profundas raíces entre las amplias masas populares, lo que lo diferencia del Poder soviético o del de otros países que lo imitaron. Nuestro Poder popular es el poder de carácter más popular que asegura bajo su responsabilidad la vida independiente y creadora del pueblo. Generalmente, cuando se habla de poder se piensa principalmente en el órgano autoritario. En varios países que tomaron el camino del socialismo se estableció el poder atendiéndose principalmente a la facultad autoritaria. Desde luego, es imposible separar esta facultad del poder socialista. Pero no se debe establecer como un poder exclusivamente de autoridad ya que el pueblo es el dueño y el poder le sirve a éste. Nuestro país lo estableció no como un simple órgano autoritario sino como un poder que sirve sólo al pueblo trabajador, más concretamente como representante de sus derechos independientes, como organizador de su potencial y actividades creadores, como responsable de su vida, como guardián de sus intereses. Por su carácter revolucionario y popular nuestro Poder popular goza del pleno apoyo y confianza del pueblo. El poder de nuevo tipo y basado en la idea Juche, deviene una poderosa arma política del socialismo a nuestro estilo.

Para que la independencia de las masas populares sea real es necesario liquidar las viejas relaciones socio-económicas e implantar un nuevo sistema al respecto.

Nuestro Partido y el pueblo realizaron a nuestra manera la revolución democrática y la socialista conforme a las exigencias de nuestro pueblo y la realidad concreta de nuestro país.

La revolución democrática es la preparación para la socialista y una obra para crear sus premisas. Hacerla bien tiene suma importancia para el cumplimiento exitoso de la revolución socialista.

El gran Líder, basándose en las ricas experiencias y los éxitos logrados en el período de la Lucha Revolucionaria Anti-japonesa, después de la liberación planteó la muy correcta línea de la revolución democrática acorde con la realidad de nuestro país.

En nuestro país, que era una sociedad colonial y semifeudal, se presentó la reforma agraria como la tarea primordial en la revolución democrática. Sin que se liberara con ella a los campesinos que representaban la mayoría de la población, de la explotación y opresión feudales era imposible impulsar la revolución en su conjunto. Nuestro Partido efectuó estrictamente la reforma agraria, la tarea más importante en la revolución democrática, conforme a las demandas de la revolución continua con vistas al socialismo. Se confiscaron sin indemnización las tierras de los terratenientes y se entregaron gratuitamente a los campesinos que no las tenían o tenían pocas, y en cuanto a los campesinos ricos, tomó medidas restrictivas. Como resultado se crearon las condiciones favorables para la cooperativización de la economía agrícola.

En varios países de Europa del Este no lo hicieron así, sino confiscaron tierras mediante indemnización y las distribuyeron mediante pago, y eso dejando considerable parte a los terratenientes y sin adoptar medidas de restricción a los campesinos ricos. Por tanto en el campo seguía en pie en gran medida la base de la clase explotadora. Esto creó un gran obstáculo para la realización de la revolución socialista.

Además de la reforma agraria, en nuestro país se realizaron, a nuestro estilo y a cabalidad otras tareas de la revolución democrática de acuerdo con las exigencias de la revolución continua con vistas al socialismo.

La transformación socialista de las viejas relaciones de producción en la ciudad y el campo viene a ser una tarea capital de la revolución socialista. Cuando en nuestro país la transformación socialista se presentó como una demanda madura después del cese del fuego cumplimos sin demora la revolución socialista.

El gran Líder, percatándose científicamente de la realidad concreta en el campo de nuestro país después de la guerra y las aspiraciones revolucionarias de los campesinos, orientó la cooperativización agrícola tendente a transformar las estructuras económicas antes de la transformación técnica, y la transformación socialista del comercio y las industrias privados. Según la singular orientación de la transformación socialista trazada por el gran Líder, hicimos que con la dirección y ayuda del Partido y el Estado se mostrara prácticamente la superioridad de la economía cooperativizada y que al conjugarse estrechamente la modificación de las formas económicas y la del hombre los campesinos pobres, los medios y los artesanos, acogiéndose al principio de la voluntariedad, se incorporaran por sí mismos a esa economía. Tomamos la medida de restringir y transformar paso a paso a los campesinos ricos sin eliminarlos, y de transformar también a los comerciantes e industriales capitalistas guiándolos a que tomaran voluntariamente el camino del socialismo. Bajo la sabia orientación del Partido y el Líder, en nuestro país la transformación socialista de las relaciones de producción en la ciudad y el campo se llevó a buen término en un breve espacio de tiempo y sin ninguna desviación, y tan pronto como se estableció el régimen socialista, éste mostró su vitalidad en todos los aspectos.

En lo que se refiere al problema de la implantación de los sistemas socialistas de educación, cultura y salud pública, lo resolvimos también a nuestra manera sobre la base de la idea Juche. El sistema según el cual el Partido y el Estado aseguran bajo su plena responsabilidad las actividades de la enseñanza, la cultura y la salud pública del pueblo es el régimen más ventajoso, el que puede existir solamente en nuestro país. Esto es una importante característica del socialismo a nuestro estilo.

Con miras a plasmar el socialismo hay que consolidar el sujeto de la revolución, además de establecer el poder popular y el avanzado sistema socio-económico.

Antes, la revolución social se consideraba principalmente como el problema de tomar el poder y transformar el sistema socio-económico. Huelga decir que el problema fundamental en la revolución lo constituyen el establecimiento del poder popular y la implantación del avanzado sistema socioeconómico. Pero, el establecimiento de ambos, y su consolidación y desarrollo son inconcebibles al margen del fortalecimiento del sujeto de la revolución.

La victoria en la lucha para establecer el poder y el régimen socio-económico socialistas es el triunfo del sujeto de la revolución y, a la vez, un motivo de nuevo cambio para su mayor fortalecimiento y desarrollo. Si la clase obrera y demás sectores del pueblo trabajador toman el poder y establecen el régimen socialista, pueden producir un cambio radical en cuanto a su posición socio-política y económica, como resultado de lo cual se hará más sólida la posición directriz de la clase obrera, y los agricultores y todos los demás trabajadores se convertirán en socialistas. Pero, el establecimiento del poder y el régimen socialistas no significa que el sujeto de la revolución se fortalezca por sí solo. Para que este sujeto sea sólido hay que realizar, antes que nada, las transformaciones socio-políticas y económicas en sentido de fortalecerlo. En otras palabras tienen que llevarse a cabo en dirección a consolidar la unidad política e ideológica de las masas populares agrupadas alrededor del partido y el líder. Esto adquiere una significación muy importante para consolidar y desarrollar el régimen socialista triunfante y llevar adelante continuamente la revolución.

Para consolidar más el sujeto de la revolución por medio de esas transformaciones se debe aislar y debilitar al máximo a la ínfima minoría de fuerzas hostiles y reunir con firmeza a las amplias masas populares en torno al partido y el poder de la clase obrera, materializando con tino la línea de clase y la de masas en la revolución democrática y la socialista. En no pocos países, sin embargo, en el curso de una y otra cometieron desviaciones izquierdistas y derechistas como lesionar los intereses de algunas capas por no aplicar estrictamente la línea de masas o ceder algo ante la clase hostil, desviándose de la línea de clase, por lo cual no pudieron consolidar el terreno social y clasista del partido y el poder de la clase obrera, ni fortalecer el sujeto de la revolución. En nuestro país realizamos todas las transformaciones socio-políticas y económicas según las exigencias de la idea Juche y acordes completamente con las demandas y los intereses de la clase obrera y demás amplios sectores del pueblo trabajador, y así los agrupamos sólidamente alrededor del Partido y el Líder y fortalecimos el sujeto de la revolución tan firme como una roca.

El poderío del sujeto de la revolución se determina, ante todo, por su nivel político e ideológico, y por eso en su fortalecimiento es importante la transformación ideológica. El estado político e ideológico del hombre recibe influencia del régimen social, político y económico, pero esto depende grandemente de cómo el partido despliega la labor organizativa y política entre las vastas masas. Nuestro Partido, partiendo del principio de la idea Juche ha prestado siempre gran atención a la transformación del hombre y dado segura preferencia a la labor política sobre todas las demás actividades, y de esta manera ha resuelto con éxito la tarea de consolidar política e ideológicamente el sujeto de la revolución. Pero en no pocos países no le prestaron la debida atención a la transformación ideológica pensando que si modificaban por vía socialista las relaciones sociales y económicas y mejoraban las condiciones de vida material de los pueblos se transformaría por sí sola la conciencia ideológica de la gente. He aquí la causa esencial por la cual en varios países el socialismo pasa por pruebas.

El poderío político e ideológico del sujeto de la revolución es, precisamente, el de la unidad monolítica del líder, el partido y las masas. En nuestra sociedad socialista el Líder, el Partido y las masas constituyen un ente socio-político que comparte un mismo destino. La solidez de sus lazos consanguíneos se asegura por la unicidad ideológica y de dirección. La unicidad ideológica en ese ente se logra sobre la base de la idea del líder, y la de la dirección, por su guía. Nuestro Partido, llevando adelante las gloriosas tradiciones revolucionarias de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, estableció con firmeza el sistema de ideología única en todo su seno y la sociedad, y lo consolidó y desarrolló de generación en generación, y como resultado se ha logrado una unidad y cohesión invencible del Partido y las filas revolucionarias, basadas en la unicidad ideológica y de dirección y se ha dado un enérgico impulso a la revolución y la construcción.

La fuerza medular del sujeto de la revolución lo es el partido de la clase obrera, por eso, para robustecer este sujeto es menester reforzar primero el partido. El partido de la clase obrera es la fuerza orientadora de la revolución. El socialismo de nuestro país es de particular matiz gracias a que nuestro Partido se ha constituido como un nuevo partido revolucionario de tipo jucheano y ha conducido correctamente la revolución por un camino original.

Nuestro Partido es de nacimiento el partido revolucionario de tipo jucheano. A diferencia de los partidos de otros países el nuestro se ha desarrollado como partido revolucionario de tipo jucheano y organizado y dirigido de manera independiente la revolución, por eso en nuestro país ésta se ha cumplido cabalmente en todas sus etapas anteriores y establecido el peculiar socialismo a nuestro estilo.

Nuestro Partido y el pueblo van desarrollando y completando el socialismo a nuestro estilo sobre la base de la idea Juche.

El gran Líder no sólo abrió el camino original para implantar el régimen socialista sino que también señaló la vía más correcta para desarrollar y completar el socialismo.

La conformación de toda la sociedad según la idea Juche es el gran programa comunista para hacer progresar y perfeccionar el socialismo a nuestro estilo. Sólo transformando toda la sociedad según la idea Juche es posible hacer realidad completamente las exigencias de independencia de las masas populares. Nuestro Partido se propone como objetivo estratégico en la construcción comunista ocupar las fortalezas ideológica y material del comunismo transformando al hombre, la sociedad y la naturaleza de acuerdo con lo que indica la idea Juche.

Un objetivo importante que se debe alcanzar sin falta en la transformación de toda la sociedad según la idea Juche es lograr la victoria total del socialismo. Lograrla por medio de imprimirles a todos los miembros de la sociedad los rasgos de la clase obrera y de llevar a una etapa superior la economía y la cultura será un trascendental avance en la transformación de toda la sociedad según la idea Juche.

El gran Líder esclareció, desde todos los ángulos, los rasgos de la sociedad socialista completamente triunfante y la estrategia y las tácticas para llegar a ella. Esa sociedad será realidad sólo cuando desaparezcan las acciones de las clases hostiles y la difusión de la ideología vieja, las diferencias entre la ciudad y el campo y las clasistas entre los obreros y campesinos, y se establezcan las sólidas bases materiales y técnicas del socialismo. Ya que actualmente en nuestro país todo el pueblo, firmemente armado con la idea Juche y unido férreamente alrededor del Partido y el Líder constituye el poderoso sujeto de la revolución, puede decirse que en el orden político e ideológico han madurado las condiciones principales para la victoria completa del socialismo. Si ahora damos un enérgico impulso a la construcción económica socialista y llevamos a una etapa superior la vida del pueblo, podremos ocupar la elevada cumbre del socialismo en cuanto al aspecto material.

El gran Líder ha dicho que el socialismo es donde todo el pueblo come arroz blanco con caldo de carne, viste ropas de seda y vive en casa de tejas; este es el anhelo secular de nuestro pueblo, que se hará realidad en un tiempo no lejano.

La teoría jucheana de la construcción socialista y comunista es la teoría sobre la edificación del comunismo, planteada en un nuevo plano sobre la base de los principios de la idea Juche y las experiencias prácticas de nuestra revolución. El marxismoleninismo expuso algunos criterios sobre la construcción del socialismo y el comunismo, pero no traspasó los límites de la hipótesis y conjetura debido a las limitaciones de las condiciones de la época y la praxis. Tampoco pudo dar una correcta respuesta al problema de la revolución continua después del establecimiento del régimen socialista, porque partiendo del principio de la concepción materialista de la historia consideraba principalmente el progreso de la sociedad como la historia del relevo del modo de producción. No fueron pocos los países que ateniéndose de manera dogmática al principio del concepto materialista del marxismo sobre la historia no hicieron avanzar de continuo la revolución después de la implantación del régimen socialista y, desde que el revisionismo contemporáneo levantó cabeza, perpetraron las maquinaciones contrarrevolucionarias para acabar hasta con las conquistas revolucionarias. La idea Juche fue la primera en aclarar científicamente que aun después del establecimiento del régimen socialista se debe continuar la revolución para eliminar los vestigios de la vieja sociedad en las esferas ideológica, técnica y cultural, lograr la victoria completa del socialismo y, más adelante, superar por completo el carácter transitorio de la sociedad socialista y pasar a la alta etapa del comunismo.

Para conquistar las fortalezas ideológica y material del comunismo transformando al hombre, la sociedad y la naturaleza según la idea Juche es necesario realizar las tres revoluciones: la ideológica, la técnica y la cultural. La línea de efectuar estas revoluciones es la más correcta, ya que garantiza plenamente el avance y completamiento del socialismo. Nuestro Partido, desde los primeros días de la construcción de la nueva sociedad orientó impulsarlas con energía en todas las esferas de la vida social. Nuestro Partido definió esas tres revoluciones como el contenido principal del proceso revolucionario que debe realizarse en la sociedad socialista después de la victoria de la revolución socialista y el establecimiento del régimen socialista, como la tarea de la revolución continua que se debe impulsar hasta que se establezca el comunismo.

En las tres revoluciones es necesario priorizar con seguridad la ideológica. Puesto que el hombre es el encargado del progreso social y su conciencia ideológica desempeña un papel decisivo en la lucha revolucionaria, sólo cuando se prioriza la revolución ideológica es posible edificar con éxito el socialismo y el comunismo. En nuestro país, con invariable prioridad a la revolución ideológica en el proceso revolucionario y constructivo se da enérgico impulso a las revoluciones técnica y cultural para transformar cabalmente al hombre, la sociedad y la naturaleza según los postulados de la idea Juche. Mediante las tres revoluciones todos los integrantes de la sociedad han crecido como verdaderos comunistas con una firme concepción revolucionaria del Juche, la economía ha logrado un incesante auge siguiendo el camino de la adecuación a las condiciones del país, de la modernización y la fundamentación científica, y la cultura socialista ha alcanzado pleno avance y florecimiento. La línea de las tres revoluciones es la más correcta para la construcción del socialismo y el comunismo, a la que debemos adherirnos firmes.

El modo del desarrollo y perfeccionamiento de la sociedad socialista después de implantado el régimen socialista depende de cómo se conduce y gobierna.

El régimen socialista nace con el entierro del capitalismo, y no de su placenta. Hay que conducir y gobernar la sociedad socialista no con métodos capitalistas sino con nuevos métodos acordes con las demandas consustanciales de la sociedad socialista. Pero, la teoría anterior de la clase obrera no dio suficiente respuesta al problema de cómo guiarla y gobernarla y de cómo dirigir la construcción del socialismo y el comunismo. Por las limitaciones de dicha teoría y la insuficiencia de la praxis, en el pasado la dirección y el gobierno de la sociedad socialista adolecían de muchos remanentes capitalistas. Así se han aplicado anacrónicos métodos de dirección y gobierno como los de la administración del Estado con muchos elementos burocráticos y los de la gestión de la economía con el estímulo del interés material como lo fundamental. A medida que avanzaba la construcción socialista se comenzaron a evidenciar más las limitaciones en los métodos de gestión y administración anacrónicos que adolecían de muchos residuos capitalistas. Pero, en los países de Europa del Este en que el socialismo fue introducido, se aplicó tal como era el modelo soviético en los métodos de dirección y gobierno de la sociedad. En nuestro país también hubo un tiempo, después de la liberación de la Patria, en que los elementos contagiados con el dogmatismo y el servilismo a grandes potencias difundieron el burocratismo soviético y otros métodos de dirección y gobierno anacrónicos.

La tarea histórica de resolver el problema de la dirección y el gobierno de acuerdo con la demanda consustancial de la sociedad socialista se vio resuelta por primera vez, con éxito, con el método de dirección y el nuevo sistema de gestión económica que el gran Líder creó sobre la base de la idea Juche. Este, aplicando según las demandas reales de la construcción socialista el método de trabajo al estilo de la Guerrilla Antijaponesa creado en medio de las llamas de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, sistematizó desde todos los ángulos el método jucheano de dirección e hizo nacer el espíritu y el método Chongsanri y el sistema de trabajo Taean y así se produjo en nuestro país un cambio revolucionario en las actividades del Partido y en la gestión del Estado y la economía.

En otros países, con el surgimiento del revisionismo contemporáneo el método de dirección y gobierno de la sociedad socialista llegó a introducir una mayor cantidad de elementos capitalistas y, en especial, con la adopción en todos los aspectos del método capitalista por los socialdemócratas contemporáneos se creó la grave situación de retroceder la sociedad al capitalismo.

El método jucheano de dirección con el sistema de orientación única del Líder, la línea revolucionaria de masas, el método de trabajo revolucionario y el estilo de trabajo popular como contenido principal, y el sistema jucheano de gestión de la economía con el sistema de trabajo Taean como lo principal, constituyen poderosas armas que permiten obtener éxitos en la construcción socialista y comunista.

Realmente nuestro socialismo es un socialismo peculiar que el pueblo forjó con brillantez sin fracasar y desviarse en lo más mínimo basándose en la certera idea rectora y apoyándose en sus propias fuerzas, y un socialismo prometedor que avanza con ímpetu por el camino que nos conduce a la victoria con claros objetivos y perspectivas.

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Nuestro socialismo es el más ventajoso porque encarna por completo las demandas consustanciales del hombre.

La idea Juche dio por primera vez respuesta científica a los atributos esenciales del hombre y sobre esta base definió correctamente el camino que permite hacer realidad sus exigencias consustanciales. Nuestro socialismo, por estar basado en la idea Juche, las tiene materializadas completamente.

Nuestro socialismo encarna excelentemente la exigencia de independencia del hombre.

El hombre, como ente social que tiene la independencia como naturaleza, necesita vivir y progresar de manera independiente, libre de toda clase de subyugación. Para él la independencia es la vida más valiosa, esto es, la vida socio-política. El hombre tiene junto con la vida física la socio-política, y ésta constituye su característica esencial. El derecho del hombre es, ante todo, derecho socio-político y su dignidad se garantiza por la independencia socio-política. Realizar esta independencia deviene la condición primordial para hacer realidad todas las demandas consustanciales del hombre. Si las masas populares están sometidas en lo social y político, aunque transformen la naturaleza, no pueden gozar plenamente de sus beneficios ni librarse de trabas de la ideología y la cultura caducas. Defender con firmeza la independencia socio-política es una tarea vital para realizar la independencia de las masas populares.

Nuestro socialismo se la asegura a plenitud al pueblo. En nuestro país no existe ninguna condición social y económica que la limite gracias a que se cumplió plenamente la revolución socialista. Todo el pueblo disfruta de una vida muy digna en virtud de la gran solicitud del Partido y el Líder que le han dado la preciosa vida socio-política y la hacen brillar.

Las masas populares pueden ver realizada por completo su independencia sólo cuando se emancipan, ya no sólo del sojuzgamiento social y político, sino incluso de las ataduras de la naturaleza y de las viejas ideas y atraso cultural. Al establecerse el régimen socialista se realiza su independencia en el orden social y político, pero no están libres por completo de las trabas de la naturaleza y las viejas ideas y atraso cultural. Aun después de implantado el régimen socialista perviven en un determinado tiempo histórico vestigios de la sociedad explotadora, que constituyen el obstáculo principal para la plena verificación de la independencia de las masas populares. Por ello, aun después del establecimiento del régimen socialista debe continuar la revolución para liquidarlos. Mantenemos con firmeza la posición independiente en la revolución y la construcción e impulsamos con energía las tres revoluciones: la ideológica, la técnica y la cultural, gracias a lo cual el nuestro se ha convertido en un país independiente que en todas las esferas se desarrolla sin cesar con sus propias fuerzas, sin apoyarse en otros, y el pueblo en un glorioso pueblo que a la vanguardia emprende con éxito la causa del comunismo.

Hoy, en varios países se crea una grave situación al ser privadas las masas populares hasta de la independencia conquistada, por las conjuras contrarrevolucionarias de los imperialistas y los restauradores burgueses. Es ardua la lucha para lograr la independencia, pero no es menos arduo el combate para defender y proteger la obtenida. Los imperialistas maniobran con virulencia para arrebatarles la independencia a los pueblos de los países socialistas y volver a imponerles el yugo de la esclavitud colonial. Con miras a desbaratar esas maquinaciones, es menester proteger con firmeza el socialismo y fortalecerlo y desarrollarlo sin cesar. Para lograrlo es importante, ante todo, defender, fortalecer y hacer avanzar sin cesar el poder socialista y la propiedad socialista de los medios de producción que garantizan la independencia sociopolítica de las masas populares. Si ellas, al ser privadas de ésta, fueron sometidas a la esclavitud a lo largo de miles de años, fue porque no tenían en sus manos el poder ni los medios de producción. Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos, bajo el rótulo del puluralismo político, les abren a los reaccionarios derechistas el camino que les permite reconquistar el poder y hacen desaparecer la propiedad socialista insistiendo en la tenencia no estatal o en la privada. De esta manera los terratenientes y capitalistas de ayer, y sus descendientes y otros reaccionarios vuelven a tomar el poder y los medios de producción, y a oprimir y explotar a los pueblos. Esto es el más abominable acto de traición, encaminado a venderles a los imperialistas y demás reaccionarios la independencia socio-política conquistada a precio de la sangre de los pueblos de los países socialistas.

La independencia de las masas populares es garantizada por la autodefensa en la salvaguardia nacional. Es inconcebible al margen del trabajo para defender la soberanía del país y la nación frente a la agresión de los imperialistas. Nuestro pueblo, materializando a cabalidad la línea militar de autodefensa, preparó sólidamente la capacidad de salvaguardia nacional autodefensiva y está en condiciones de rechazar cualquier maniobra agresiva de los imperialistas y preservar firmemente la independencia del país y la nación.

Los socialdemócratas contemporáneos dejan indefensos sus países ante la agresión de los imperialistas. Vociferando sobre las relaciones internacionales basadas en un nuevo “modo de pensar” renunciaron a la lucha contra los imperialistas y han reducido unilateralmente las fuerzas armadas y acelerado la conversión de la industria militar estatal en civil e, insistiendo en la apolitización y desideologización del ejército lo han desarmado por completo política e ideológicamente. Cuando los imperialistas, manteniendo y fortaleciendo la alianza militar e incrementando las fuerzas armadas, asechan la oportunidad para agredir, los pueblos de numerosos países corren el peligro de volver a convertirse en sus esclavos coloniales debido a las artimañas entreguistas de los socialdemócratas modernos. To dos los hechos muestran patentemente que el camino de la socialdemocracia contemporánea es, precisamente, el camino contrarrevolucionario que conduce a la violación de la independencia de las masas populares.

Nuestro pueblo, que, a través de la amarga vida colonial y esclava del pasado y de la nueva vida socialista, libre y digna, de hoy, conoce bien que sólo el socialismo le asegura la independencia y, considerando muy valioso nuestro socialismo que protege completamente la independencia de las masas populares, lucha con total entrega para defenderlo.

Nuestro socialismo encarna por excelencia las demandas creadoras del hombre.

Este exige vivir y avanzar de manera creadora ya que es un ente social con creatividad por naturaleza. Realiza sin cesar las actividades creadoras tendentes a transformar la naturaleza y sociedad y a forjar su destino.

La superioridad esencial del socialismo se expresa en asegurar una vida digna y creadora a las masas populares. En nuestro país el Partido y el Estado aseguran bajo su responsabilidad todas las condiciones para que las masas populares trabajadoras disfruten a plenitud de esa vida. He aquí una causa importante por la cual nuestro socialismo se aviene a la naturaleza creadora del hombre.

El partido y el Estado de la clase obrera asumen la responsabilidad de asegurarle al pueblo la vida creadora, y esto es una exigencia consustancial de la sociedad socialista. Esta es la sociedad en la que el pueblo es dueño, y la misión del partido y el Estado de la clase obrera es servir al pueblo. En la sociedad socialista, de la vida creadora de todos sus miembros deben responsabilizarse el partido y el Estado de la clase obrera. Des de luego, no es fácil hacerlo. Por tanto no deben evitar su noble responsabilidad y deber que asumen ante el pueblo. Si no atienden bajo su responsabilidad la vida creadora del pueblo, la sociedad socialista no podrá mantener su carácter esencial revolucionario y popular.

En la actualidad los socialdemócratas contemporáneos eliminan de las funciones del partido y el Estado la responsabilidad y el deber de garantizarle la vida creadora al pueblo, y convierten a éste en un sujeto que se sostiene a costa de vender su fuerza de trabajo, sin ninguna protección estatal. De esta manera las condiciones de vida de la población no diferirán, a fin de cuentas, de las de la sociedad capitalista donde la vida y el destino de las personas son tratados como asuntos individuales y el Estado y el partido burgueses se muestran indiferentes ante la vida de los trabajadores sin que les importe que tengan trabajo o no, vivan o mueran de hambre. Esto es un fenómeno inevitable de la sociedad capitalista donde el Estado y el partido siguen siendo instrumentos para proteger los intereses de la clase explotadora. Pese a esto, los socialdemócratas contemporáneos, aun introduciendo el orden social y económico capitalista dicen que si aplicaran la “política de bienestar” podrían construir una “sociedad de bienestar”. En la sociedad capitalista no puede ser aplicada una verdadera política de bienestar en bien del pueblo. Si se aplica alguna “política de bienestar” en los países capitalistas, eso será nada más que una treta engañosa para encubrir las contradicciones clasistas de la sociedad y paralizar la resistencia de las masas del pueblo trabajador. Hoy el orden social y económico capitalista impuesto por los restauradores burgueses les trae sólo desempleo, pobreza y crimen, y no la verdadera vida creadora. La realidad muestra obviamente que sólo el sistema socialista en que el partido y el Estado de la clase obrera se responsabilizan de asegurarle la vida creadora al pueblo es el más ventajoso régimen social acorde con el atributo creador del hombre.

Nuestro socialismo materializa por excelencia la demanda consustancial del hombre no sólo al asegurarle la vida creadora a las masas populares sino también en el método de incentivar sus actividades creadoras. En nuestro país, como el método fundamental para poner en acción a los trabajadores se presenta anteponer la labor política a todas las demás, conforme a la exigencia connatural del hombre, y así poner al rojo vivo su elevado entusiasmo revolucionario y actividad creadora. De esta manera nuestros trabajadores, bien conscientes de ser los dueños de la revolución trabajan con plena entrega en bien de la sociedad, de la colectividad y de ellos mismos.

Los socialdemócratas contemporáneos, a contrapelo de la demanda connatural del hombre, sólo prestan atención al interés material, y absolutizándolo tratan de movilizar al hombre a base del dinero. Transformando todas las relaciones interpersonales en relaciones monetario-mercantiles, convierten a los trabajadores en esclavos del dinero, el cual es un medio para ser utilizado en aras de la vida de la gente y no un objetivo para su actividad creadora. Desde luego, en la sociedad socialista, por su carácter transitorio, pueden ser utilizados el interés material y la palanca monetaria. Pero, deben aprovecharse, en todo caso, como medio adicional de gestión y actividad económica sobre la base de elevar la conciencia revolucionaria de las gentes y bajo la dirección y el control planificados del Estado. El método de movilizar a las personas con el dinero es capitalista, contrario al atributo esencial del hombre. Ese método crea el egoísmo y trae por consecuencia que la sociedad se convierta en capitalista. Lo prueba palpablemente la realidad imperante en los países donde es restaurado el capitalismo por los socialdemócratas contemporáneos.

Nuestro socialismo hace que el hombre despliegue plenamente su conciencia.

La conciencia es el atributo esencial del hombre que determina todas sus acciones, y la ideología desempeña el papel decisivo en sus actividades cognoscitivas y prácticas. El hombre, por poseer conciencia ideológica independiente, despliega con energía la acción creadora para comprender y transformar la naturaleza y la sociedad conforme a su voluntad y sus demandas y con su propia iniciativa. La vitalidad del régimen social depende de cómo éste hace que la conciencia del hombre se manifieste.

Una fuente importante de la gran superioridad y vitalidad de nuestro socialismo reside precisamente en el hecho de que es el régimen social en que se manifiesta en alto grado la conciencia del hombre. En nuestro país, por haberse ejecutado cabalmente la revolución socialista, desapareció el basamento socioeconómico que da origen a las viejas ideologías. En nuestra sociedad socialista las ideas perniciosas existen sólo como remanentes de la vieja sociedad. Esto, claro está, no quiere decir que haya desaparecido el peligro de que resucite una vieja ideología. Con el cambio de las condiciones sociales y económicas, no se transforma por sí sola la conciencia ideológica del hombre. En ésta no puede existir un vacío. El hombre se deja influenciar por una ideología avanzada o negativa. Da do que los vestigios de la vieja ideología tienen profundas raíces y la penetración ideológica y cultural del imperialismo sigue sin cesar, si no se realiza bien la labor para armar con la nueva idea del comunismo, es lógico que se abrirá un espacio para la difusión de perniciosas ideologías. Para que el socialismo manifieste plenamente su superioridad y vitalidad, hay que contar con una excelente ideología y un sistema de educación ideológica revolucionaria que permitan dar al hombre nutriente ideológico.

Nosotros tenemos la idea Juche, la más revolucionaria de la época en que vivimos, y un sistema de educación ideológica revolucionaria. En la sociedad socialista la labor para dar la educación revolucionaria a la gente la efectúa el partido de la clase obrera. Las personas asimilan el nutriente político y adquieren el temple revolucionario a través de este partido y las organizaciones políticas dirigidas por él. En nuestro país el Partido revolucionario, que tiene por idea directriz la gran doctrina Juche, dirige nuestra sociedad socialista, gracias a lo cual la cuestión de la educación revolucionaria del pueblo se resuelve con éxito. En toda la sociedad reina el sublime rasgo político e ideológico de que todos los miembros, agrupados férreamente en torno al Partido y el Líder se esfuerzan abnegadamente en bien de éstos y de la Patria y el pueblo, siendo su única convicción la idea Juche. Esta es la fuente de la gran superioridad y la invencible vitalidad de nuestro socialismo. Nuestro pueblo, por poseer la noble idea revolucionaria y el espíritu indoblegable de lucha pudo abrir victoriosamente el difícil camino de la revolución coreana y hoy avanza continua y vigorosamente por el sendero del socialismo rechazando todos los retos de los imperialistas. Pero, antes, en no pocos países se produjo la grave situación donde la gente se degeneró ideológicamente y la causa socialista fue llevada al borde del peligro porque no realizaron con tino el trabajo para pertrechar con la ideología revolucionaria de la clase obrera. Todo esto pone en claro que sólo tomando como lo principal la labor encaminada a transformar de manera revolucionaria la ideología del hombre, y a ponerla en acción conforme a su atributo esencial como ente social con conciencia, es posible construir con éxito el socialismo y mostrar a plenitud sus ventajas.

Nuestro socialismo tiene materializada por excelencia la demanda colectivista del hombre.

El hombre es un ser social que estableciendo relaciones sociales, vive y actúa dentro de la comunidad social, por eso demanda, como algo connatural, el colectivismo tendente a vivir compartiendo el destino con la comunidad social y cooperando con sus congéneres. El hombre, como es ser social, sólo en el colectivo social puede forjar su destino de modo independiente y creador. Para el hombre el colectivismo es la exigencia fundamental para vivir con dignidad como miembro de la comunidad social. Sólo cuando como un integrante de colectivo social vive compartiendo con éste un mismo destino, puede hacer brillar la vida socio-política y disfrutar de una digna vida como dueño de su destino. El colectivismo deviene una condición fundamental para fortalecer el poderío del colectivo social. El hombre puede desempeñar plenamente el papel creador sólo en el marco del colectivo social. La capacidad creadora del hombre para transformar la naturaleza y la sociedad se pondrá en pleno juego sólo cuando se integra a un colectivo social e intensifica la colaboración.

Aunque para el hombre el colectivismo es su demanda connatural, en la sociedad explotadora se pisotea despiadadamente y predomina el individualismo, que, producto del sistema de propiedad privada, es, originalmente, la ideología de la clase explotadora. El individualismo, surgido como ideología de las clases dominantes reaccionarias de la sociedad explotadora llegó a su apogeo en la sociedad capitalista provocando la enajenación de la razón y conciencia del hombre. En particular, los imperialistas y capitalistas monopolistas, cuya codicia individualista ha llegado a un punto extremo, no vacilan en valerse de cualquier método cruel para apoderarse de riquezas.

En nuestro país el sistema socialista se consolida y avanza sobre la base del colectivismo y se fortalece la educación en él de todos los integrantes de la sociedad, gracias a lo cual el colectivismo se manifiesta en alto grado. Cuando digo que la sociedad socialista se basa en el colectivismo, no quiero decir que ignora los intereses individuales. En la sociedad socialista los intereses individuales concuerdan con los del colectivo, que recogen los individuales. En nuestra sociedad socialista donde se ha plasmado la idea Juche que considera lo más valioso al hombre no sólo los intereses del colectivo sino también los del individuo son respetados y se presta gran atención a todos. Cada persona progresa y disfruta de una vida feliz en el desarrollo y la prosperidad del colectivo, y he aquí la superioridad esencial de nuestro socialismo. Los socialdemócratas contemporáneos, oponiéndose al colectivismo e impugnando que éste es el totalitarismo, fomentan el individualismo burgués y así van convirtiendo la sociedad en una sociedad corrupta y degenerada donde reina el individualismo extremo, que persigue sólo el bienestar individual sin hacer caso de lo que sucede con el país y la nación.

Todos los hechos prueban claramente que nuestro socialismo en que todos los miembros de la sociedad gozan a plenitud de la vida independiente y creadora, ayudándose y guiándose unos a otros con el espíritu colectivista en pleno despliegue, es la mejor sociedad socialista, concordante con las demandas consustanciales del hombre.

 

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La superioridad de nuestro socialismo se manifiesta plenamente en las esferas política, económica, ideológica y cultural.

La vida política tiene decisivo significado en la vida social de la gente. Las masas populares pueden gozar de una vida independiente y creadora sólo cuando llevan una auténtica vida política como dueñas de la política.

Nuestro pueblo participa en actividades políticas de sumo valor en la sociedad socialista.

El valor de estas actividades se manifiesta en que todos los habitantes gozan de la libertad y los derechos auténticamente democráticos como dueños del Estado y la sociedad.

Nuestra sociedad socialista es una verdadera sociedad democrática que le asegura al pueblo auténtica libertad y derechos políticos. Nuestra democracia es una democracia socialista a nuestro estilo, que tiene encarnada la idea Juche.

Desde temprano nuestro país viene resolviendo a nuestro estilo el problema de la democracia de acuerdo con su realidad concreta y sobre la base de la idea Juche. Después de la liberación el gran Líder presentó la línea de la democracia progresista conveniente a la voluntad, las ideas y los sentimientos de nuestro pueblo. Esta democracia progresista de nuevo tipo se opone a los imperialistas y sus lacayos y garantiza la libertad y los derechos auténticos a todos los que aman al país y la nación. En nuestro país esta democracia evolucionó como democracia socialista a nuestro estilo, conforme a las nuevas condiciones históricas en que se estableció el régimen socialista.

La democracia socialista a nuestro estilo es la democracia centrada en las masas populares, en la que todos los trabajadores disfrutan a plenitud de la vida independiente y creadora con iguales derechos y libertad como miembros iguales de la sociedad, ayudándose y guiándose unos a otros. En nuestro país donde la democracia es el principal modo de actividad del Estado, los trabajadores toman parte activa en su administración como dueños del Poder y ejercen a plenitud los derechos a todas las actividades sociales y políticas. Según la voluntad de las masas populares se traza y ejecuta la política de acuerdo con sus intereses. El régimen socialista de nuestro país es el sistema auténticamente democrático que garantiza realmente a las masas populares la libertad y los derechos verdaderos.

Por naturaleza, el socialismo es la auténtica democracia; de ninguna manera pueden separarse socialismo y democracia. Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos hablan ruidosamente del “socialismo democrático”, separando artificialmente el socialismo de la democracia. La democracia en que insisten ellos es una “democracia pura”, una democracia sin dictadura. En la historia nunca ha existido democracia sin dictadura. Mientras existe la lucha clasista, la democracia adquiere un carácter clasista y se relaciona con la dictadura. La democracia socialista ejerce estrictamente la democracia sobre las masas populares, pero la dictadura sobre los enemigos de clase que la violan. Al contrario, la democracia burguesa aplica la democracia para la minoría de las clases explotadoras, pero la más cruel dictadura para la clase obrera y demás amplias masas del pueblo trabajador.

La capitalista no es una sociedad democrática, sino es la sociedad de la omnipotencia del oro donde se conocen sólo el dinero y el poder, la sociedad donde rige la ley de la selva, la sociedad llena de falsedades y engaños. No puede existir auténtica democracia en la sociedad capitalista donde las masas del pueblo trabajador son esclavas de los capitalistas monopolistas quienes tienen en sus manos incalculable cantidad de dinero. Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos maniobran febrilmente para introducir la democracia burguesa, abrigando ilusiones sobre la sociedad capitalista como si en ella existiera alguna libertad y democracia. Esto se manifiesta de manera concentrada en la admisión del parlamentarismo y el pluripartidismo de carácter burgués.

Este parlamentarismo y pluripartidismo son instrumentos para ejecutar la dictadura burguesa, y no la política democrática.

Los capitalistas emplean el parlamento burgués para legitimar la cruel explotación y opresión a las masas del pueblo trabajador. Aunque los gobernantes capitalistas se entregan al rejuego de elecciones con miras a ponerle la máscara de democracia al parlamentarismo burgués, la lucha electoral no es una lucha de criterio político sino una lucha de dinero. Los capitalistas monopolistas y sus representantes que gastan mucho dinero en las elecciones obtienen la mayoría de los escaños en el parlamento burgués. En tal parlamento no puede ser adoptada una ley o una decisión a favor de las masas populares. La aprobación de una u otra en el parlamento burgués no es más que seguir un determinado procedimiento para legalizar una resolución ya adoptada por los capitalistas monopolistas y sus representantes fuera del parlamento.

Lo mismo ocurre también con el pluripartidismo burgués. En la sociedad capitalista no sólo la clase explotadora y la explotada están frente a frente en lo clasista, sino que también en el seno de la clase explotadora se contraponen sus intereses. Reflejando tales relaciones clasistas de la sociedad explotadora surgen varios partidos y se introduce el pluripartidismo. Los manipuladores reales que detrás del pluripartidismo burgués deciden a su antojo la política, son los grandes capitalistas monopolistas. Este se emplea para disfrazar la esencia reaccionaria de la dictadura burguesa y para embellecerla.

Los imperialistas dejan a un lado de la noche a la mañana hasta ese parlamentarismo y pluripartidismo burgueses de carácter formal si se convierten en un obstáculo para mantener su dominación reaccionaria, y pasan a la dominación fascista abierta. A consecuencia de que los socialdemócratas contemporáneos los introdujeron, cerrando los ojos intencionadamente ante su esencia reaccionaria, a los pueblos les sobrevino la catástrofe y no la democracia. Como resultado de haber introducido el pluripartidismo y realizado las llamadas “elecciones libres” quien ocupó la mayoría en el parlamento no resultó ser el partido de la clase obrera sino la alianza de los partidos reaccionarios de diversos tipos. A través de las “elecciones libres”, los enemigos clasistas y los estafadores políticos se hicieron de no pocos escaños en el parlamento, disfrazándose de “amigos del pueblo”. Así, en varios países en que se introdujeron el parlamentarismo y el pluripartidismo burgueses, se restauró el capitalismo y no se aseguran a los pueblos la libertad y los derechos políticos, sino se le imponen infortunios y sufrimientos.

La histórica lección nos enseña claramente que no se debe abrigar ninguna ilusión acerca de la democracia burguesa y que se tiene que seguir sólo el camino de la democracia socialista.

La valiosa vida política de nuestro pueblo se expresa en que todos participan en la vida político-orgánica revolucionaria, incorporados a determinadas organizaciones políticas.

Cuando el hombre participa en las actividades político-orgánicas integrado a la organización del partido o una agrupación política dirigida por éste, puede llevar una digna vida so cio-política y hacerla brillar, asimilando como su nutriente la idea revolucionaria del líder y la política del partido, su encarnación. En nuestro país todas las personas toman parte en las actividades político-orgánicas, incorporadas a organizaciones políticas. Para nuestro pueblo estas actividades constituyen una parte de la vida cotidiana, ya generalizada. Nuestro pueblo, considerándolas como actividades de gran valor que le dan brillo a la vida socio-política, participa a conciencia en la vida orgánica.

Los socialdemócratas contemporáneos fomentan la libertad ilimitada tildando la vida político-orgánica de “restricción de la libertad”. Si el hombre come y vive simplemente sin hacer nada, sin llevar esa vida orgánico-política como miembro del colectivo social, esto no se puede considerar una vida humanamente digna. En varios países las organizaciones políticas revolucionarias fueron desarticuladas por las maniobras de los socialdemócratas contemporáneos, como resultado de lo cual las personas no llevan auténticas actividades político-orgánicas, y no pocos, dejándose engañar por los ardides de los contrarrevolucionarios sirven de instrumento a los reaccionarios en sus organizaciones políticas.

La realidad muestra claramente que sólo la vida político-orgánica que se lleva incorporado a la organización del partido o a una organización política guiada por éste, constituye la auténtica actividad político-orgánica que hace brillar la vida socio-política.

La vida económica constituye el fundamento de la vida social.

Nuestra sociedad socialista garantiza las condiciones materiales a todos los trabajadores para que puedan gozar a plenitud de la vida independiente y creadora. Nuestro pueblo recibe del Estado, a precio muy bajo, las provisiones y también se le aseguran gratis o a precio muy barato, todas las condiciones necesarias para comer, vestir y morar, y ahora vive sin conocer ni siquiera la palabra impuesto porque fue abolido por completo con todos sus tipos. Nuestro Partido y el Gobierno de la República han tomado varias medidas populares, entre ellas los sistemas de enseñanza y de asistencia médica gratuitas en correspondencia con la naturaleza de la sociedad socialista, y adoptan otras más según lo facilitan las condiciones. En nuestro país, el Estado atiende bajo su total responsabilidad la vida de los ancianos desamparados, inválidos y niños. Y el pueblo recibe beneficios del seguro social de varios tipos y otros muchos por parte del Partido y el Estado. En nuestro país, partiendo del carácter transitorio de la sociedad socialista, se realiza la distribución socialista según la calidad y la cantidad del trabajo realizado y se utilizan las palancas económicas como el precio, pero en este caso se establecen el salario y el precio ajustándose al principio de mejorar de modo sistemático y por igual la vida del pueblo. No es grande la diferencia del salario de los trabajadores y se encamina a reducirla todavía más. En lo que se refiere al precio de las mercancías se establece bajo el precio de los artículos de consumo masivo y, más bajo aún, en especial, el de los necesarios para los niños y escolares. Cada trabajador tiene asegurado el trabajo y excelentes condiciones para la labor creadora. En nuestro país no hay ni un desempleado ni un mendigo, y todos los trabajadores hacen florecer la digna vida creadora. Bajo la sabia dirección y la gran solicitud del Partido y el Líder todos los integrantes de la sociedad disfrutan por igual de una vida feliz ayudándose y guiándose, libres de preocupaciones por la comida, la ropa y la vivienda, lo que constituye un aspecto de la verdadera vida material de nuestra sociedad.

Los socialdemócratas contemporáneos, lejos de resolver el problema de la vida material del pueblo de acuerdo con la exigencia consustancial de la sociedad socialista, maniobran obstinadamente para convertir en capitalista la vida económica haciéndose ilusiones respecto a la vida material en la sociedad capitalista. Ellos, difamando la vida material de la sociedad socialista como “igualdad de la pobreza” y apreciando por lo alto la del capitalismo donde “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres”, introducen abiertamente el orden económico capitalista. La vida económica capitalista es la más inhumana, la que trae a las masas populares sólo infortunios y sufrimientos. En la sociedad capitalista los monopolistas y las capas privilegiadas poseen una gran cantidad de bienes producidos a costa de la sangre y el sudor de las masas del pueblo trabajador, con los cuales llevan una vida fastuosa, degenerada y viciosa, mientras el amplio sector de las masas populares trabajadoras languidecen en el desempleo, la pobreza, la enfermedad y otros infortunios. La introducción de la vida económica capitalista sería inconcebible si no existieran los traidores a la revolución quienes persiguen sólo la opulencia y el lujo personales sacrificando los intereses de los pueblos.

Las conjuras de los socialdemócratas contemporáneos encaminadas a convertir en capitalista la vida económica se manifiestan concentradamente en convertir la economía planificada socialista en la de mercado capitalista. Ellos, aun introduciéndola, vociferan que construyen un “socialismo humanitario y democrático”. La economía de mercado nunca puede ser compatible con el socialismo. Está basada en la propiedad privada y el individualismo. La ilimitada acción de la ley del valor que constituye la característica principal de esta economía y el predominio de la competencia ilimitada tienen por base la propiedad privada de los medios de producción. Por eso, ellos impulsan la tarea de convertir estos medios en propiedad privada

para implantar la economía de mercado capitalista. A individuos les han vendido a su antojo fábricas, empresas y tierras que eran propiedad estatal e, incluso, las dan a bajos precios a capitalistas extranjeros. Los socialdemócratas contemporáneos, mientras introducen la economía de mercado cimentada en la propiedad privada, hablan de que alcanzarán alguna prosperidad económica, pero esto es una ilusión irrealizable.

La historia ya confirmó la verdad de que el vertiginoso e incesante progreso de la producción social puede lograrse sólo con la economía planificada socialista.

En nuestro país la economía planificada se realiza a escala nacional sobre la base de la única propiedad socialista de los medios de producción. Esta economía muestra su creciente superioridad y vitalidad sobre la base de la cada día más sólida y adelantada propiedad socialista y del elevado espíritu colectivista del pueblo.

Aquí todas las actividades económicas se realizan conforme a la exigencia consustancial de la sociedad socialista y según el plan unificado del Estado. La producción y la circulación, la acumulación y el consumo son planificados a escala de toda la sociedad, y sobre esta base la economía aumenta sin cesar a un alto ritmo. Tal ritmo de desarrollo económico a pesar del atraso histórico y las maquinaciones obstaculizadoras de los imperialistas es una fehaciente prueba de la superioridad y vitalidad del régimen económico socialista de nuestro país.

En la sociedad capitalista en que predomina la economía de mercado basada en la propiedad privada de los medios de producción siguen siendo fenómenos inevitables el carácter anárquico de la producción, el enorme despilfarro de mano de obra, el estancamiento y bancarrota cíclicos de la economía. La economía de mercado capitalista contribuye a engrosar más los grandes monopolios mientras lleva a los trabajadores a la po

breza, y a los medianos y pequeños empresarios a la bancarrota y la ruina. Esto agrava la diferencia y la contraposición entre los polos: “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres” y así empuja a la sociedad capitalista hacia la cada vez más grave crisis política y económica. Las desastrosas consecuencias de la economía de mercado se manifiestan gravemente en los países en que la economía planificada socialista se ha convertido en la de mercado capitalista por obra de los restauradores burgueses. En estos países, como resultado de introducir la economía de mercado en todas las vertientes, se ha destruido la unidad del progreso económico y agravado su desequilibrio, con la consiguiente depresión de la producción y el arruinamiento de la vida socio-económica en todos los aspectos. Así fue como aumentó el desempleo, subieron los precios de las mercancías y se agotaron los artículos de primera necesidad dando pie al empeoramiento de la vida de la población. La economía de mercado es la causa de la diferencia entre los pobres y los ricos y de toda clase de injusticia y corrupción, incluida la economía sumergida, lo que crea un gran caos en la economía y todas las demás esferas de la vida social.

Al mismo tiempo que en varios países se efectúa ruidosamente la transición a la economía de mercado, los imperialistas y los capitalistas monopolistas traman astutos ardides para conseguir la penetración económica, vociferando sobre la llamada “cooperación económica” y “ayuda”. La dependencia económica trae, a fin de cuentas, la pérdida de la independencia política. Instigar a la contrarrevolución valiéndose de la “cooperación económica” y la “ayuda” es un método habitual de los imperialistas. Si no se le da paso a su penetración económica, los imperialistas, invocando “sanciones” y cosas por el estilo, practican la política de presión política y militar y de bloqueo económico. Los países socialistas deben promover con otros

países la cooperación y el intercambio económicos en adhesión al principio de igualdad y beneficio mutuo, pero tienen que rechazar categóricamente las maquinaciones de los imperialistas tendentes a incentivar la contrarrevolución con la “colaboración económica” y la “ayuda” y a violar la independencia política. Quienes hacen la revolución, en lugar de depositar esperanzas en la humillante “colaboración económica” y “ayuda”, deben considerar honor y obligación esforzarse por realizar la causa de independencia del pueblo con el espíritu revolucionario de apoyarse en sus propias fuerzas y de luchar con tenacidad.

En breve espacio de tiempo posbélico, nuestro Partido y el pueblo, poseedores de la firme convicción y voluntad de realizar con sus propias fuerzas la revolución y la construcción, levantaron sobre las ruinas, a lo que fue reducido todo por los imperialistas norteamericanos, una sólida economía nacional independiente, que constituye el fundamento material que garantiza la consolidación y el desarrollo del régimen socialista. Sólo construyendo una sólida economía nacional independiente es posible asegurar la independencia política, hacer firme la base material y técnica del socialismo y mejorar sin cesar la vida material y cultural de la población, manifestando así en un alto grado la superioridad del régimen socialista. Nuestro pueblo, bajo la dirección del Partido y con el pleno despliegue del espíritu revolucionario de apoyarse en las propias fuerzas y de luchar con tenacidad, construyó la sólida economía nacional independiente, gracias a lo cual da enérgico impulso a la causa socialista sin vacilar en lo más mínimo ante ningún bloqueo económico de los imperialistas y la fluctuación económica mundial.

La vida ideológica y cultural es una esfera importante en la actividad social. A través de ella la gente llega a tener conciencia ideológica independiente, cultivarse la capacidad creadora, poseer nobles rasgos espirituales y morales y satisfacer sus variadas exigencias culturales y estéticas.

El socialismo asegura a las masas populares la vida ideológica y cultural a tenor con la naturaleza del hombre, ente social. En nuestra sociedad socialista las masas populares, poseedoras de la ideología y la cultura y de conciencia ideológica independiente, gozan a plenitud de la sana y rica vida cultural y estética.

La conciencia ideológica que el pueblo debe tener como dueño de su destino es la independiente. Sólo armándose con ésta puede mantener la posición independiente y creadora en la revolución y la construcción, oponerse con entereza a todo tipo de ideas reaccionarias burguesas y oportunistas y mantener con firmeza el principio revolucionario y la posición de clase obrera. Nuestro Partido, al armar firmemente al pueblo con la idea Juche, lo ha convertido en un pueblo con sólida conciencia independiente. Aquí todos los trabajadores, con conciencia ideológica de independencia llevan según su deseo una vida digna como dueños de su destino y del Estado y la sociedad.

La conciencia ideológica de independencia está imbricada con la idea colectivista. Tal como la posición independiente del hombre es inconcebible al margen del colectivo social, igualmente no se puede imaginar la conciencia ideológica de independencia fuera del colectivismo. En nuestro país, al intensificar la educación en el colectivismo los trabajadores ponen en pleno juego el espíritu revolucionario de luchar abnegadamente en aras del Partido y el pueblo, de la sociedad y el colectivo, ayudándose y guiándose unos a otros bajo la consigna: “¡Uno para todos y todos para uno!”. La elevada conciencia de independencia y el espíritu colectivista de nuestro pueblo se ponen plenamente de manifiesto al considerar valiosa la vida socio-política. En el camino de la revolución por la independencia de las masas populares, puede perderse la vida física, pero no de jar que se manche la vida sociopolítica; esto es el noble rasgo ideológico y espiritual de nuestro pueblo.

En nuestra sociedad socialista los trabajadores crecen como poderoso ente que posee capacidad creadora y altas cualidades. En nuestro país, país de estudio y educación en que todo el pueblo aprende, la intelectualización de toda la sociedad se lleva a cabo con éxito. Aquí se ha puesto en vigencia la enseñanza obligatoria general de 11 años y se desarrolla la enseñanza superior, gracias a lo cual los integrantes de la nueva generación se preparan como mejores cuadros nacionales y constructores del socialismo, y en virtud del ordenado sistema educacional en el que se compaginan el estudio y el trabajo, los trabajadores se cultivan la capacidad creadora. Gracias al ordenado sistema de estudio establecido en todo el Partido y la sociedad y las excelentes condiciones creadas al respecto, todos los cuadros y trabajadores mejoran sin cesar su calificación política y profesional.

En nuestro país, con la creación de la cultura nacional socialista se asegura al pueblo una mejor vida cultural y estética. Al florecer y progresar la cultura revolucionaria y popular, nacional en la forma y socialista en el contenido, nuestro país ha adquirido fama como nación de brillante cultura, nación del arte.

Aquí los bellos rasgos y costumbres y la moral del pueblo se promueven conforme a la realidad socialista, con plenas manifestaciones de su moral y vida sana sobre la base de la camaradería, el deber y la conciencia revolucionarios.

La sana y multifacética vida ideológica y cultural que goza nuestro pueblo es de muy alto valor y digna, y sólo se puede llevar bajo el régimen socialista de nuestro país.

En varios países en que la labor ideológica y la creación cultural no se realizaron con tino, de conformidad con la demanda consustancial del socialismo, se ha producido la grave consecuencia de degenerarse y corromperse la sociedad socialista. Los socialdemócratas contemporáneos introducen a su antojo la ideología y la cultura burguesas como si éstas fueran de algún “valor para la humanidad”.

La ideología y la cultura burguesas son las más reaccionarias porque corrompen y degeneran a la gente. Los gobernantes capitalistas consideran como gente peligrosa a las personas independientes despiertas en lo ideológico y preparadas en lo cultural. Por eso, los capitalistas monopolistas gastan enorme cantidad de dinero y otros recursos para cerrarles el paso al progreso ideológico y cultural a los trabajadores y degradarlos en lo ideológico y espiritual. En la sociedad capitalista reinan la ideología y la cultura reaccionarias destinadas a justificar la explotación y opresión a las masas del pueblo trabajador, la agresión y el saqueo a otros países, paralizar la conciencia revolucionaria de ellas, y atrofiar su capacidad creadora. En esa sociedad donde prevalecen la ideología y la cultura burguesas, se consideran como motivos de orgullo la explotación, el saqueo y la vida ociosa, mientras la conciencia y el trabajo sincero son despreciados; reinan el engaño, el fraude, el asesinato, el pillaje, el tráfico de seres humanos y otros diversos delitos; cunden la depravación, la inmoralidad, la corrupción y el libertinaje; y se fomentan la discriminación nacional, el racismo y la fobia al hombre. Las masas populares no disfrutan de los bienes espirituales y culturales creados por ellas mismas sino son víctimas de la ideología y cultura reaccionarias difundidas por la clase dominante. Como resultado de que los socialdemócratas contemporáneos han introducido a ciegas la ideología y la cultura burguesas corrompidas, la gente ha quedado presa de

ellas, la sociedad se pudre y enferma, y renace el capitalismo. Esto prueba claramente cuáles son las consecuencias de la penetración ideológica y cultural burguesa. Los imperialistas no sólo convierten a los pueblos de sus países en mutilados espirituales sino que, además, maniobran virulentamente para hacer degenerar desde el interior los países socialistas mediante la penetración de su corrupta ideología y cultura burguesa. Cuanto más se intensifican las conjuras de los imperialistas para la penetración ideológica y cultural burguesa, tanto más estrictamente se deben impedir y desarrollar la ideología y cultura socialistas revolucionarias. Los imperialistas y los enemigos clasistas, valiéndose del individualismo y el egoísmo que existen en la sociedad socialista como vestigios de la vieja ideología, maniobran con astucia para difundir la ideología y la cultura burguesas. Nuestro Partido, mediante el bloqueo estricto de la penetración de la cultura e ideología burguesas de los imperialistas y la enérgica lucha para superar el individualismo y el egoísmo, impidió su infiltración y logró que en toda la sociedad prevalecieran la ideología y la cultura revolucionarias.

Debemos rechazar consecuentemente la penetración ideológica y cultural de los imperialistas y realizar de continuo y con energía la revolución en los dos órdenes con miras a elevar sin cesar el nivel ideológico y cultural de la sociedad y hacer florecer más plenamente la sana y noble vida ideológica y cultural de nuestro pueblo.

Nuestro socialismo es el más ventajoso y manifiesta su vitalidad inagotable, y es firme e inconmovible el apoyo y confianza que el pueblo le expresa a este socialismo a nuestro estilo.

El socialismo es una causa que inicia el líder y se completa bajo la dirección de él y el partido.

La historia de la construcción del socialismo a nuestro estilo coincide con la gloriosa y brillante historia revolucionaria del gran Líder quien condujo al pueblo por el recto camino de la victoria, y con la de la lucha del Partido. Si nuestro pueblo ha podido avanzar con firmeza por el camino del socialismo indicado por la idea Juche y escogido por él mismo según su convicción, y levantado el más ventajoso socialismo a nuestra manera, ha sido porque esa idea creada por el gran Líder ilumina el camino de nuestra revolución y cuenta con la correcta dirección de éste y el Partido.

Es ilimitado el orgullo y la dignidad de nuestro pueblo que bajo la sabia guía del Líder y el Partido abre el original camino socialista y crea una nueva vida feliz. Nuestro pueblo se siente muy orgulloso por haber nacido como miembro de la nación coreana y porque ésta es la mejor. También es enorme su orgullo y dignidad por tener al gran Líder, ser dirigido por el gran Partido, guiarse por la inmortal idea Juche y vivir en el más ventajoso régimen socialista. Este orgullo y dignidad sirven de fuente de las nobles ideas y sentimientos: venerar sin límites al Líder, confiar sin reservas en el Partido, seguir ilimitadamente a la idea Juche y apreciar el socialismo a nuestro estilo. No hay en este mundo fuerza capaz de detener la marcha de nuestro pueblo, que bajo la dirección del gran Líder y el gran Partido avanza con el gran orgullo y la dignidad nacionales, con la bandera de la idea Juche, la bandera del socialismo, en alto.

La causa de nuestro socialismo con la idea Juche como la rectora es invencible. Nuestro pueblo tiene profundo amor a la causa socialista del Juche que iniciara con su propia fuerza siguiendo el camino escogido por él mismo, y ama sin límites a nuestra Patria donde se ha hecho realidad el ideal socialista. Y protegerá y llevará hasta el fin la causa jucheana del socialismo iniciada a costa de su sangre y sudor, independientemente de qué lado sople el viento y de qué pruebas le esperen.

La superioridad de nuestro socialismo es la de la idea Juche en que se basa, y avanzaremos enarbolando invariablemente la bandera de esta idea: he aquí la segura garantía para la victoria definitiva de la causa del socialismo y el comunismo. Todos los miembros del Partido y los trabajadores deben armarse más sólidamente con la idea Juche y materializarla continua y cabalmente para, de esta manera, hacer brillar más el socialismo a nuestro estilo.

El camino que hace brillar el socialismo es, precisamente, el de defender y aplicar sin falta la línea y la política del Partido. Los militantes y los trabajadores deben tenerla como firme convicción y esforzarse con todo vigor e inteligencia para llevarla a la práctica de modo estricto.

La lucha por el socialismo acompaña una fiera batalla de clases contra el imperialismo y los enemigos clasistas de todo tipo, la cual continuará hasta el triunfo definitivo del socialismo y el comunismo. Todos los trabajadores y los integrantes de la nueva generación, con ilimitado odio a todos los regímenes y las clases explotadores y con el intransigente espíritu de lucha contra ambos, tienen que luchar resueltamente para hacerle frente al desafío de los imperialistas encabezados por los norteamericanos y los enemigos clasistas. Al impedir estrictamente la penetración de las ideas y la cultura perniciosas de toda laya, contrarias a la idea Juche, debemos asegurar con firmeza la pureza de la idea y la cultura del socialismo.

El proceso de la construcción del socialismo y el comunismo es un proceso en que todas las relaciones de la sociedad se complementan sobre la base del colectivismo y se elevan a una altura sublime los rasgos ideológicos y espirituales de la gente. Los militantes y demás trabajadores deben dotarse firmemente del espíritu colectivista para así apreciar más los intereses del pueblo, de la sociedad y el colectivo que los individuales, y hacer brillar la valiosa vida social y política.

Fortalecer el Partido y elevar su papel dirigente es la garantía decisiva para la victoria del socialismo. Mediante la consolidación organizativa e ideológica del Partido, el robustecimiento en todos los aspectos de su capacidad combativa y la agrupación de las amplias masas a su alrededor, debemos hacer más sólida la unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas. Fortaleciendo por todos los medios el rol dirigente del Partido en la revolución y la construcción debemos impulsar con fuerza la edificación del socialismo. Todos los militantes y demás trabajadores, enarbolando la consigna revolucionaria: “¡Cumplimos si lo decide el Partido!”, deben esforzarse abnegadamente para defender la causa del Partido y realizar su gran proyecto. Todos los cuadros, dotados con el revolucionario punto de vista de masas, deben entrar profundamente entre ellas, tratarlas con corazón propio de una madre, compartir con ellas la vida y la muerte, las alegrías y las penas y conducirlas con el propio ejemplo.

Manifestar plenamente la superioridad del régimen económico del socialismo y lograr un incesante auge en la construcción económica socialista es una tarea importante para dar cima a la causa del socialismo y comunismo. En la construcción económica socialista hemos alcanzado colosales éxitos, pero aún tenemos muchos trabajos que realizar. No vanagloriarse de la victoria, no temer a la dificultad, innovar y avanzar ininterrumpidamente es la cualidad revolucionaria de nuestro pueblo. Tenemos que seguir manteniendo el espíritu revolucionario y el estilo combativo que mostramos en el decursar de la ardua lucha revolucionaria hasta que la causa revolucionaria del Juche llegue a la victoria definitiva. Todos los cuadros y los trabajadores, muy fieles a la dirección del Partido y el Líder, deben registrar innovaciones y ascenso incesantes en todos los sectores de la economía nacional para, de este modo, frustrar

las conjuras antisocialistas de los imperialistas y los reaccionarios, y dar un enérgico y continuo impulso a la revolución y la construcción.

Todos los cuadros, los militantes y demás trabajadores, avanzando con firme paso por el camino del socialismo a nuestro estilo bajo la bandera revolucionaria de la idea Juche y enarbolando la consigna combativa de “¡Vivir a nuestra manera!”, tienen que lograr lo más pronto posible la victoria total del socialismo y la reunificación de la Patria y culminar la causa revolucionaria del Juche.