Volver al Archivo V. I. Lenin

 

 

V. I. Lenin

 

Discurso al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, previo al III Congreso de la Internacional Comunista

 


Pronunciado: El 17 de junio de 1921.
Digitalizado para el MIA: Emiliano Monge, 2017.
HTML: Juan Fajardo, agosto de 2017.


 

 

Llegué en un buen momento, en el momento de discurso de Bela Kun. Vine acá para combatir los puntos de vista de Bela Kun, porque sé con absoluta certeza que si Bela Kun abre la boca, es para defender a los izquierdistas. Conozco muy bien a quienes iba a defender. Para el camarada Bela Kun, el comunismo consiste en defender a los izquierdistas. Él está equivocado. Es necesario intervenir muy seriamente contra este error. Hay que decir abiertamente que existen oportunistas en el Partido Comunista Francés –y estoy seguro que hay–, y que los izquierdistas cometen un error al desear quedarse en la izquierda bajo el modelo de su amigo Bela Kun y de aquellos camaradas franceses. El camarada Bela Kun considera que solo los oportunistas se equivocan, pero, en realidad, los izquierdistas también cometen errores.

Tengo estenografiado el discurso del camarada Trotsky. En este estenograma, Trotsky afirma que los camaradas de izquierda de este tipo, si continúan por el mismo camino, matarán al movimiento comunista y al movimiento obrero en Francia (aplausos). Estoy profundamente convencido de ello. Es por lo que vine aquí, para protestar contra el discurso del camarada Bela Kun, que ha tomado la palabra contra el camarada Trotsky en lugar de tomar su defensa, lo que debería haber hecho si desea ser un verdadero marxista.

El marxismo consiste en definir la línea política que hay que seguir en tal o cual circunstancia. Cuando el camarada Bela Kun nos viene a hablar de sangre fría, de disciplina y de todo aquello que ha descrito en su artículo en L’Humanité, bajo el mismo encabezado, parece que no comprende nada de lo que se manifestó. Y los que no comprenden que en el momento de una crisis suscitada por el envío de tropas francesas en el Ruhr, el partido no puede avanzar de esas consignas, no son marxistas.

El camarada Bela Kun piensa que ser revolucionario significa defender a los izquierdistas siempre y en todo lugar. La preparación de la revolución en Francia, en uno de los países europeos más poderosos, no puede ser efectuada solo por el partido. La conquista de los sindicatos por los comunistas franceses, eso es lo que me gusta más me complacería.

Cuando abro un periódico francés en particular (reconozco que me pasa poco seguido, porque no tiempo para leer los periódicos), lo que más me sorprende es la palabra ‘célula’. Me da la sensación que no encontrarán la palabra en ningún diccionario, porque es una expresión puramente rusa, elaborada por nosotros en la larga lucha contra el zarismo, contra los mencheviques, contra el oportunismo y contra la república democrática burguesa. Nuestra experiencia ha formado una organización de este tipo. Las células trabajan colectivamente en las fracciones parlamentarias, en los sindicatos o en otras organizaciones donde existen nuestros núcleos. Y si encontramos comunistas que han cometido ese error, menos que la estupidez admitida por el camarada Bela Kun, les acariciaríamos la cabeza.

Cuando miro a la magnífica tarea del Partido Comunista, cuando veo a estas células formadas en los sindicatos y en otras organizaciones, digo: La victoria de la revolución está garantizada en Francia si los izquierdistas no cometen tonterías[1]. Y cuando se dice, como el camarada Bela Kun, que la sangre fría y la disciplina no se justifica, esto es una tontería del espíritu de los izquierdistas. Vine hasta aquí para decir a los camaradas izquierdistas: si ustedes siguen ese consejo, matarán al movimiento revolucionario, como lo ha hecho Marat[2]. Yo no defiendo el Partido comunista francés, yo no digo que es un partido totalmente comunista. No. Cuando el camarada Zalevski cita una expresión del periódico L’Humanité que dice directamente que la exigencia de la indemnización es una cosa justa, tiene evidentemente toda la razón a su manera. Pero no podemos admitirlo.

Tomemos otro ejemplo, aquel de Marcel Cachin y de otros que, en el Parlamento francés, promueven el acuerdo franco-inglés y afirma que este acuerdo es una garantía de la paz. Esto es oportunista, y el partido que admite esto no es un Partido comunista. Por supuesto, en nuestra revolución[3] debemos indicar que es necesario resaltar tal o cual hecho, tales o tales intervenciones no pueden ser admitidas, que no son comunistas. Pero la crítica debe ser concreta. Hay que estigmatizar el oportunismo. Pero el verdadero oportunismo del partido, que se encuentra en el discurso de Cachin, no se somete a la crítica. Hay que criticarlo, criticar la expresión y dar un nuevo consejo. Eso es lo que ha dicho el camarada Trotsky en su discurso.

El camarada Laporte estaba completamente mal, y el camarada Trotsky, al protestar contra eso, tenía absolutamente razón. Tal vez la conducta del partido francés no era del todo comunista. Estaba dispuesto a admitirlo. Pero en ese momento, una estupidez tal[4] destruirá el movimiento comunista en Francia y en Inglaterra. Con la proclama de 1919[5], no se hace la revolución. El camarada Trotsky tiene mil veces razón al decirlo. Un camarada Luxemburgués le ha reprochado al partido francés de no haber saboteado la ocupación de Luxemburgo[6]. Piensa que es una cuestión geográfica, como cree el camarada Bela Kun. No, aquí, la cuestión es política, y el camarada Trotsky tiene completamente razón en protestar contra aquello. Es una estupidez muy ‘de izquierda’, muy revolucionaria y muy perjudicial para el movimiento francés. Solo las tonterías izquierdistas pueden evitar la victoria del comunismo en Francia, en Inglaterra y en Alemania. Si nosotros continuamos nuestra lucha contra el oportunismo, sin ninguna exageración, vamos a vencer seguramente. Debemos criticar abiertamente al Partido comunista francés, decir que no es un Partido comunista, decir que la política defendida y representada en el Parlamento francés por Marcel Cachin sobre la unión de Francia y de Inglaterra por la explotación de las masas obreras (yo no utilizaría esta expresión oficialmente)– por bandoleros, y no por meros bandidos, sino grandes ladrones–, debemos resaltar con la mayor precisión y la más grande franqueza que esta política, defendida por Cachin, expresada en tal o cual discurso de Cachin o en tal o cual número del periódico, no es comunismo, sino oportunismo.

El comité central del Partido comunista no aprobará esta política, y espero que tampoco el Congreso de la Internacional Comunista. Pero no debemos apoyar ni los disparates que defendió el camarada de Luxemburgo, ni aquellos del camarada Laporte, aunque ha hablado muy bien… Sé que en la Juventud Comunista hay revolucionarios genuinos. Critiquen a los oportunistas sobre bases concretas, señalen los errores del comunismo oficial francés, pero no hagan tonterías también ustedes. Cuando las masas se acercan cada vez más a ustedes, cuando está próximo el triunfo, es necesario tomar el control de los sindicatos. La mayoría de los sindicatos se adapta maravillosamente al trabajo previo, y si logramos ganarlos obtendremos una gran victoria. A la democracia burguesa ya no le quedan posibilidades, pero en los sindicatos todavía predominan los dirigentes burocráticos de la Segunda Internacional y de la Internacional Dos y Media. Antes que nada, tenemos que ganar una mayoría marxista confiable en los sindicatos. Entonces comenzaremos a hacer la revolución, no con un llamado a la “clase 1919”, no con las idioteces en que se especializa Bela Kun, sino por el contrario, con la lucha contra el oportunismo y contra las imbecilidades perpetradas por los izquierdistas. Tal vez esto no sea tanto una lucha como una advertencia contra los discursos de Marcel Cachin -paralela a la lucha abierta y declarada contra las tradiciones del oportunismo- y una advertencia contra las idioteces izquierdistas. Por eso consideré mi obligación apoyar fundamentalmente todo lo que dijo el camarada Trotsky y declarar que la política que sostiene Bela Kun es indigna de que la defienda ningún marxista ni ningún comunista. Hay que combatir esta línea política, y espero, camaradas, que después la comisión que ha sido propuesta aquí (es una proposición muy razonable), que una vez que la Comisión haya completado su trabajo en el análisis de la conducta del partido francés, arribaremos a los resultados que confirman mi pensamiento.

 

Lenin, Moscú, 17 de junio de 1921.

_____________________________

[1] La palabra en ruso es “gloupost” (“глупость”), que significa “locura”. En el francés está traducido como “bêtise”: tontería o necedad.

[2] Lenin tal vez se refiera al ataque de Marat contra los enragés durante el proceso revolucionario.

[3] En el estenograma en vez de “revolución” debería decir “resolución”.

[4] El intento de Bela Kun era movilizar al Partido comunista francés contra la dirección de Frossard.

[5] Se refiere a los documentos del primer congreso de la Internacional Comunista, en su mayoría principistas que fueron completados por los sucesivos congresos.

[6] Tras la ocupación del Ruhr, una parte de la delega­ción francesa planteaba que los jóvenes llamados a filas en 1919 se negasen a prestar el servicio militar. El delegado de Luxemburgo acusó al partido francés de no "impedir" la ocupación de Luxemburgo por las tropas francesas, como si la detención de la guerra fuera una acción aislada de un sector (“la clase de 1919”) y no del conjunto de la clase obrera. Trotsky decía que los intentos de resolver este tipo de problemas "privados" con una demostración de fuerza, cuando esa fuerza era insuficiente para solucionar el problema básico -la toma del poder-, conducen al aventurerismo.