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Joaquín Maurín

Conversación con Trotsky

 

 


Primera vez publicado:  En La Batalla N° 66, 8 de agosto de 1924.
Versión digital: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, 2006, tomado de Cahiers Léon Trotsky N° 68, Institut Léon Trotsky de Francia.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2006.


 

 

La delegación de la minoría de la oposición en el seno de la C.N.T. juzgó provechoso encontrar a Trotsky, el organizador genial del ejército rojo, el revolucionario más estimado del proletariado ruso después de la desaparición de Lenin.

El nombre de Trotsky está ligado a los preparativos de la revolución y a los momentos más difíciles y más heroicos que atravesó la gran epopeya de la clase obrera rusa.

El proletariado ruso se da cuenta de la dimensión de un hombre como Trotsky. A su retorno de la casa de descanso del Cáucaso, hace algunas semanas, la clase trabajadora de Moscú, espontáneamente de conjunto, organizó una manifestación de simpatía por León Davidovich. Los obreros irradiaban de satisfacción. Sabían que Trotsky volvía fuerte y valiente, su salud casi restablecida, dispuesto a trabajar infatigablemente para la causa revolucionaria.

Trotsky, es el luchador heroico, el brazo de hierro que la revolución necesita para vencer. Ahora que la revolución ha entrado en una nueva fase, el nombre de Trotsky es unido a todas las esperanzas y a todas las inquietudes del pueblo ruso. Desde que volvió de la casa de descanso, Trotsky es continuamente llamado por los obreros de Moscú que le piden consejo, que quieren escuchar sus orientaciones. Cuando Trotsky habla en un sindicato, en una academia militar, la asistencia es tan grande que se podría volver a llenar la sala diez veces más. El día de la apertura del Congreso Internacional comunista, en el gran teatro de la Opera, todos los oradores han sido aclamados. Trotsky no estaba aún allí. En el momento en el que apareció en la sala, la ovación fue delirante. Es imposible imaginar un espectáculo en el cual pueda haber allí tal unanimidad entre los cinco mil espectadores. Trotsky era la encarnación más perfecta de la revolución después de la muerte de Lenin. Su figura ha sido el símbolo de las luchas de ayer y de los combates de mañana... Hablar con Trotsky es escuchar a la revolución, es compartir durante algunos instantes de la presencia de uno de esos hombres excepcionales que la humanidad fabrica y haciendo un esfuerzo llega a producir el número de tres o cuatro por cada época histórica. Para la delegación sindicalista española, esto tenía una gran significación.

Trotsky nos había citado en el Consejo Militar Revolucionario. Un soldado rojo nos condujo hasta la puerta de la oficina del Comisario de guerra. El camarada apareció sonriendo frente a nosotros. Después de algunos momentos de conversación sobre las cosas de España y de nuestro movimiento obrero comenzaron nuestras preguntas.

Los anarquistas

“-¿Verdaderamente los anarquistas han sido perseguidos durante la revolución?

- LT: No hubo represión específica contra los anarquistas como tales. Sin embargo, hubo varios de ellos que lucharon contra nosotros. Naturalmente, en pleno período revolucionario, el sentimentalismo es un mal consejero. Nosotros no nos hemos dejado guiar por él; hemos sido duros, implacables, incluso con nosotros mismos. Mientras que el enemigo nos atacaba por delante, algunos anarquistas pretendían apuñalarnos por la espada. ¿Qué hacer? Los anarquistas que nos combatían eran contrarrevolucionarios. Si de un lado su bandera era negra, del otro era la bandera blanca de Yudenitch, de Kolchak, de Denikin. Felizmente, no todos los anarquistas han sido enemigos de la revolución. Los mejores vinieron a nuestro partido y son hoy día los mejores combatientes. Frente a la revolución, el anarquismo se fraccionó en tres corrientes, aquellos que se han unido a ella, los dubitativos y los que se han pasado al otro lado de la barricada. En el curso de la revolución, no es posible perder el tiempo en convencer con razonamientos a aquellos que tomaron el fusil y lucharon contra nosotros. Pero se puede esperar convencer a los mejores de ellos que vienen a nuestro lado en España. Hay anarquistas de gran valor capaces de todos los sacrificios, de todos los heroísmos. Allí estos estarían necesariamente de vuestro lado y se volverían soldados de la revolución dispuestos a todos los combates. Otro sector como se los puede ver con Pestaña se colocaría del otro lado de la barricada. Estas gentes comenzarán con campañas humanitarias defendiendo la unión con la izquierda y terminarán por ponerse totalmente del lado de la burguesía. Con estos elementos, con esos contrarrevolucionarios, como durante la revolución, es necesario ser inflexible. Hay que considerar a estas personas como enemigos.

La estrategia revolucionaria

-¿Cómo ve usted las posibilidades revolucionarias en Europa?

-LT: La revolución estaba madura en Alemania en la segunda mitad del año pasado. La lucha revolucionaria era fatal. Situaciones como aquellas que hemos visto el último año no se presentan a cada instante. El movimiento revolucionario no sigue una línea recta, tiene altas y bajas, progresos y retrocesos. El valor del revolucionario consiste en saber beneficiar al movimiento de ascenso para dar un impulso definitivo. Nosotros tuvimos la revolución de 1905. Hasta doce años más tarde, no hubo otro ascenso. En Alemania, la revolución comenzó en 1918. Los socialdemócratas se interpusieron entre el proletariado y la burguesía y la han paralizado. El último año, se presentó una situación favorable. Pero, el movimiento revolucionario no lo supo utilizar y se conoció una nueva retirada, ahora, vivimos la época del reflujo. El Partido Comunista alemán obtuvo en las últimas elecciones, alrededor de cuatro millones de votos. Si se compara esta cifra con los resultados anteriores, se percibe que el Partido progresó enormemente. Pero, si el Partido ganó terreno en relación a 1919, si se lo compara con el último año, lo perdió. Si las elecciones, en lugar de darse en mayo de 1924, se hubieran realizado durante la segunda mitad de 1923, el Partido no hubiera obtenido cuatro millones sino, sin duda, más de diez millones. Entonces hubo una pérdida. El año pasado, todo el mundo esperaba la revolución. La clase obrera entera tenía confianza y pensaba que se iba a dar el golpe final. El Partido Comunista alemán sin embargo dejó perder y pasar esta ocasión. Si nosotros hubiéramos dicho en octubre de 1917: “ esperemos algún tiempo para ganar un poco más de fuerza, para tener más influencia sobre las masas”, habríamos cometido la estupidez más grande que se pueda imaginar, habríamos cometido un crimen imperdonable. La masa no es inmóvil, es como una ola: sube y se va. Cuando las masas acuden hacia el Partido, sólo si éste último es tímido puede anhelar conservarlas y aumentar aún más su número. Si el Partido es fuerte, valiente, verdaderamente revolucionario, utiliza el aflujo de las masas para atacar con fuerza. Si en octubre no hubiéramos lanzado el asalto esperando tener aún un poco más de influencia, hoy Rusia no sería nada más que otra colonia del capitalismo franco-británico. La concepción revolucionaria que cree que la revolución sólo puede vencer cuando en las estadísticas tiene la gran mayoría de la clase obrera, es una concepción socialdemócrata, menchevique, fatalista. Después de los errores cometidos por el Partido Comunista alemán, la gran masa obrera alemana está dispuesta al reflujo y poco a poco los obreros vuelven a las filas reformistas. Esto se explica fácilmente por el hecho de que el trabajador se dice: “el Partido Comunista es el Partido de la revolución pero como hoy la situación no es revolucionaria, mejor entrar en las filas reformistas ya que es el partido de una época que no es revolucionaria”. Tenemos tres ejemplos de revolución que deberían ser escritos para que los obreros de todos los países se los graven en la memoria con caracteres indelebles. Octubre de 1917, la victoria de la revolución rusa; septiembre de 1920, la revolución saboteada en Italia por los reformistas. La segunda mitad de 1923 o la revolución abortada en Alemania por falta de decisiones. Con estos tres hechos, se debería hacer algo como el alfabeto revolucionario de todos los obreros.

La duración del ala reformista

-Camarada Trotsky, en julio de 1921, hace casi tres años, en una entrevista que tuvo lugar con la delegación sindical española, usted nos anunció ya los ministerios Herriot y Mac Donald, es decir la situación actual de dirección reformista que Europa comienza a vivir. ¿Esta fase de reformismo será de larga duración?

-LT: Cuando el capitalismo europeo estableció el régimen de dictadura, no era difícil de prever el desarrollo de esta situación política. El fascismo es para la burguesía el contrario del proletariado, del otro lado de la barricada. El Estado, son bandas armadas que en tiempos de tranquilidad, permanecen ocultas, disimuladas, pero que aparecen feroces apenas es necesario luchar contra el proletariado. Esta lucha se termina con la victoria final del proletariado o la victoria pasajera de la burguesía sobre el proletariado. Si la burguesía llega a salvarse del momento difícil pasado, ella misma va a ordenar estas cuestiones. En el caso actual de Mussolini, la burguesía italiana ya no tiene más necesidad de la dictadura fascista. Momentáneamente, el peligro rojo desapareció en Italia. La burguesía quiere gobernar según sus propias necesidades. La dictadura se vuelve no necesaria. Es por lo que Mussolini intenta ahora disminuir su virulencia y ampliar su esfera de influencia centrándose en las verdaderas preocupaciones burguesas. Bien, pero las posibilidades del reformismo son muy estrechas. En Inglaterra, que es el lugar donde tiene más fuerza, se observa ya la mezquindad de la política de Mac Donald. La extensión que pueden tomar las reformas es muy restringida. Y, globalmente, la situación de Europa excluye reformas sociales. Bajo el régimen capitalista actual, el desarme es imposible. El obrero no puede entonces esperar un mejoramiento de su condición. La clase obrera se desembarazará, a causa de su decepción de la influencia reformista. La época del reformismo no puede ser de larga duración. Su fin coincidirá con un ascenso de la marea revolucionaria pero no es posible decir en qué momento. Lo que es seguro, sin embargo, es que hoy las perspectivas revolucionarias son menos precisas que lo que han sido durante la segunda mitad del año pasado.

Rusia

-¿El reconocimiento definitivo de Rusia por las potencias capitalistas favorecerá el desarrollo económico de la Unión de Repúblicas Soviéticas?

-LT: De ninguna manera. Rusia sólo puede contar con ella misma. No podemos esperar, no esperamos crédito del capital extranjero aunque Rusia hoy sea el país que puede ofrecer para el crédito la seguridad más grande. Esto que puede parecer una paradoja, es una gran verdad. Si firmamos un contrato con el capital extranjero, la validez de este contrato permanecerá hasta que la revolución sea hecha en otros países. Por otro lado, los capitalistas se arriesgan más a ser expropiados conservando sus capitales en sus países respectivos que prestándonoslos. La burguesía antes economizaba e invertía grandes cantidades en los negocios porque tenía confianza en el futuro. Sabía que sus hijos recibirían estos beneficios. Hoy, esta confianza está perdida. Ven como la revolución progresa en todas partes. La burguesía se volvió tímida en las grandes operaciones de crédito y en los proyectos industriales. Es por esto que estamos persuadidos que el capitalismo no se aventurará de ninguna manera a prestarnos algunos millones de libras esterlinas. Es evidente que si se de

-¿Qué importancia considera usted que tendrá una revolución en España?

-LT: La mayor importancia, tanto para España como para América. La revolución española repercutirá en el continente entero. El desarrollo económico de España fue lento a causa de la incapacidad absoluta de la burguesía nacional. En el momento en que la clase obrera se apodere del poder, España adquirirá un gran desarrollo. De suerte que desde un punto de vista nacional, la revolución en España es necesaria. Es necesario también, como lo veremos, ver las cosas desde un punto de vista internacional. Hasta hace tres años, el imperialismo yanqui permanecía tranquilo; parecía que se contentaba con el radio de acción con el que gozaba al interior de sus fronteras. Pero las necesidades económicas lo empujaron a una expansión que se amplía todos los días. Quiere colonizar a Europa y al conjunto del continente americano. Lo que la república de los Soviets es para Oriente, es decir, la antorcha que transmite el fuego de la revolución, España puede serlo con el imperialismo yanqui en América latina. El plan de la sociedad de las industrias y tracciones eléctricas que hoy interesa a España es una preocupación del imperialismo norteamericano que busca tener en España una influencia total exactamente como en Europa. Y, son únicamente los Estados unidos soviéticos de Europa en su lucha contra los Estados Unidos imperialistas de Norteamérica que podrán asegurar la salvación de Europa. La guerra por venir será una guerra entre la Europa socialista y la América del Norte capitalista. En este asunto, España puede ser de una enorme importancia. Puede ser el punto de apoyo para maniobrar al interior del continente americano contra el imperialismo yanqui.

Los problemas de España

-¿Qué piensa usted del problema de Marruecos?

-LT: Es necesario ser abiertamente, brutalmente partidario del abandono. El miedo a favorecer a la burguesía francesa no debe retener un segundo al proletariado español. La burguesía, en la medida en que aumenta su dominación sobre las colonias oprime más a la clase trabajadora. Allí encima, nos es necesario ser intransigentes. Los marroquíes tienen un derecho absoluto de proclamarse una República independiente.

-¿Y sobre la cuestión de Cataluña?

-LT: Yo estoy totalmente por la independencia de Cataluña. Cuando el proletariado catalán comprenda que los otros obreros del resto de España que componen el Partido comunista no están por la opresión, los trabajadores catalanes tendrán más conciencia. Entre los obreros no puede haber ni opresores ni oprimidos. Es necesario sin embargo comprender que la independencia de Cataluña sólo se podrá obtener abatiendo a la burguesía. Una vez hecha la revolución, se creará una federación libre siempre más estrecha, como nosotros lo hemos hecho en Rusia. El Partido obrero en España, debe ser eminentemente liberador, debe ser más que cualquiera y por encima de todo el campeón de las luchas por la independencia. Es por esto que la cuestión de la independencia de Cataluña debe figurar entre los temas de su agitación. Esto sería, por otro lado, un arma excelente para contribuir al estallido del Estado burgués”

Llegado este punto, nuestra conversación toma un giro distinto. Trotsky nos había hablado con elocuencia de una infinidad de cosas. En el curso de su exposición, haciendo referencia a la acción revolucionaria, hacía gestos imponentes, sus brazos se levantaban y retumbaban golpeando como espadas. El hombre que se expresaba era enérgico y audaz; por otro lado, era nuestro camarada y reía con nosotros.

Nin le contaba la historia publicada en la prensa, según la cual él se había enamorado de una bailarina española al punto tal que la Cheka se había visto obligada a transportarlo al Cáucaso para curarlo de su pasión amorosa. Trotsky luego de reír mucho dijo: “Esto parece un vaudeville en un acto que he visto en Madrid cuando pasé por España”.

Otro camarada le dijo que según la prensa burguesa, había muerto un número infinito de veces. “Lamentablemente para la burguesía, respondió Trotsky, me siento fuerte y completamente convencido que la revolución va a triunfar en todas partes”.

Hemos hablado aún por mucho tiempo de las cosas de España. En el momento de separarnos de él, teníamos en el corazón más energía. Aquel que nos había comunicado este fuego, era el genial revolucionario, la espada y la cabeza de la revolución: León Trotsky.

 

Moscú, 7 de julio