Indice de Obras


Nahuel Moreno

Alertamos contra la capitulación al “Eurostalinismo”

 

 


Secretariado Centroamericano —SECA—

Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo —CITO—

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Edición electrónica Diciembre 2001

(Tomado del Boletín de Polémica Internacional # 9, año 1977, editado por el Bloque Socialista, organización que dio origen al actual Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Colombia)


 

 

Bogotá, 11 de febrero de 1977

A los compañeros del Secretariado Unificado de la IV Internacional

Estimados camaradas:

En mi carácter de miembro del SU, de dirigente trotskista durante 35 años y militante durante 37, como dirigente de la Tendencia Bolchevique y del Partido Socialista de los Trabajadores de la Argentina, he resuelto asumir la responsabilidad de dirigirme personalmente al SU, a las tres tendencias existentes en la Internacional, a todos los dirigentes y militantes responsables para solicitarles que hagamos una urgente delimitación pública de las declaraciones -‑a mi entender revisionistas‑- del compañero Ernest Mandel a la revista Topo Viejo de Barcelona, publicadas en los números 2 y 3 de esa revista, correspondientes a noviembre y diciembre de 1976, respectivamente.

I. Las declaraciones del compañero Mandel

1. En las declaraciones a las que hacemos referencia, el compañero Mandel sostiene que los partidos comunistas europeos han dejado de ser contrarrevolucionarios, traidores, y en la actualidad se encuentran en una etapa de transición, el “eurocomunismo”, del cual todavía no se puede prever su meta ni su trayectoria final. Unas pocas citas nos ilustran suficientemente al respecto:

“La extrema izquierda francesa ‑-a pesar de sus limitaciones, de su debilidad, de su división organizativa‑- tiene hoy un peso político real y posee la capacidad potencial de imponer un giro revolucionario a la dirección reformista del PC ”.

Los compañeros dirigentes del Partido Comunista (español), especialmente sus cuadros obreros, deberán asumirla y resolverla, y espero y confío que sean capaces de resolverla positivamente, en el sentido de que vuelvan a la senda del marxismo revolucionario ”.

“El eurocomunismo es una política de transición, aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué. Quizá represente una transición hacia la reabsorción de los partidos comunistas por parte de la socialdemocracia, cosa en mi opinión poco probable, pero no totalmente excluible. Quizá sea una transición hacia un nuevo stalinismo. Y también, ¿por qué no? puede ser una transición, por parte de los cuadros obreros del Partido, hacia un reencuentro con el marxismo revolucionario, con el leninismo. La lucha política y la experiencia práctica nos dirán qué es lo que va a ocurrir ”.

“También será difícil ‑-no digo imposible pero sí difícil-‑ que el PCE adopte una actitud claramente rompehuelga, como lo han hecho el PCI y el propio PCE en algunas épocas de su actuación. Y ello porque las relaciones de fuerza en el movimiento obrero español son muy distintas ”. (Subrayados nuestros.)

2.- Para el compañero Mandel el futuro de los partidos comunistas europeos es incierto y no descarta tampoco su conversión en marxistas revolucionarios. En ese sentido nos afirma que el “eurocomunismo es una política de transición, aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué... puede ser una transición... hacia un reencuentro con el marxismo revolucionario, con el leninismo”; “los compañeros dirigentes del Partido Comunista” (Español), “espero y confío de que sean capaces de resolverla positivamente, en el sentido de que vuelvan a la senda del marxismo revolucionario”; a “la dirección reformista del PC” (Francés) se le puede “imponer un giro revolucionario”.

Para esconder su revisionismo, su capitulación, el compañero Mandel combina esos vaticinios con expresiones tales como “ por parte de los cuadros obreros del partido”, “especialmente los cuadros obreros”, “dirigentes del PC (Español)” y “la extrema izquierda francesa”, en cada una de esas citas respectivamente. En la misma línea de razonamiento, asegura que “las relaciones de fuerza en el movimiento obrero español” son la causa principal para que el PC Español no pueda ser claramente rompehuelga”.

Pero esa clase de circunstancias agravan el revisionismo y no lo disimulan como cree el compañero Mandel, ya que eso significa que los partidos comunistas pueden volverse revolucionarios por la presión de sus cuadros obreros en España y de la “extrema izquierda” en Francia. Dicho de otra forma, la creación de la IV Internacional ha sido un trágico error histórico, puesto que los partidos comunistas son recuperables para la revolución, siempre y cuando los “cuadros obreros”, la “extrema izquierda” o la “relación de fuerzas” actúen con fuerte presión sobre ellos.

Errar es humano... ¡pero no tanto!

3. El compañero Mandel comete un error: confundir el rol de rompehuelgas en las luchas económicas con el rol contrarrevolucionario político. Para nosotros, en cambio, y para todo verdadero marxista revolucionario, son mucho más graves las traiciones políticas que el rol jugado en las luchas sindicales del movimiento obrero.

El compañero Pierre Frank, hace años, explicó cómo el Partido Comunista Francés combina cierta defensa diaria, cotidiana, de los trabajadores en las fábricas, cierto rol de dirección y de vanguardia en las luchas económicas para poder mantener de esa manera el prestigio que le permita cometer horrendas traiciones políticas. El compañero Mandel no ha comprendido esta dialéctica de los partidos comunistas. De lo que se trata es del papel de rompehuelgas político, de traidores y contrarrevolucionarios de los PC, dejando de lado las pequeñas o grandes concesiones hechas a las bases en las luchas económicas del movimiento obrero. Durante 1976, el PCE no se ha cansado de traicionar políticamente al proletariado y a las nacionalidades oprimidas españolas, de jugar a favor del régimen. Sin embargo, el compañero Mandel no se ha dado por notificado y ni se ha visto en la obligación de hacer esta denuncia. Por ejemplo, los compañeros vascos tienen que decirle a toda la Internacional si el compañero Mandel ha actuado correctamente o no, si el PCE cada vez es mejor o peor en las luchas políticas contra el régimen.

4. Tan grave como lo que dice, es precisamente lo que el compañero Mandel no dice en su entrevista. En ningún momento manifiesta que los partidos comunistas europeos, especialmente el español, están traicionando y continuarán traicionando cada vez más a medida que siga el ascenso revolucionario, porque esa es la función a la que históricamente están condicionados los partidos comunistas desde el año 1935, desde que adoptaron la estrategia de la colaboración de clases y del frente popular con la burguesía.

En ningún lugar Mandel habla de la crisis irreversible de los partidos comunistas, provocada por la contradicción insoluble entre su política y dirección contrarrevolucionaria y el ascenso del movimiento de masas. Por el contrario, sistemáticamente insiste en que no está descartado para nada el posible cambio de los partidos comunistas en un sentido revolucionario, sin excluir a sus direcciones.

Tampoco denuncia el frente único contrarrevolucionario existente entre el Krem1in, los partidos comunistas, el imperialismo y los partidos socialistas; y dentro de ese frente único contrarrevolucionario, cómo juegan los PC.

II. El carácter contrarrevolucionario y traidor del “eurocomunismo”

1. Sólo un impresionista puede hablar de las tres variantes admitidas por el eurocomunismo: socialdemocracia, stalinismo y marxismo revolucionario. El eurocomunismo es una doble adaptación de los partidos comunistas, tanto al ascenso de masas europeo como al propio imperialismo. La adaptación al ascenso de masas tiene un solo objetivo: servir mejor a la contrarrevolución imperialista. Para un trotskista la discusión sobre el eurocomunismo tiene un límite: la imposibilidad de la conversión en auténticos revolucionarios de los partidos comunistas con sus direcciones. Dicho de otra manera: la discusión sólo puede girar alrededor de los cambios formales que los partidos comunistas están efectuando para servir mejor a la contrarrevolución imperialista‑stalinista durante el ascenso de la revolución europea.

Planteado así el problema, hay una sola cuestión a responder: ¿los partidos comunistas europeos son ya socialdemócratas o siguen siendo stalinistas? Según nuestra opinión son stalinistas, porque continúa su estrecha relación con la URSS. Si hubiera una guerra entre el imperialismo y aquélla, creemos se pondrían de parte del estado obrero y no del imperialismo. Pero sucede que hoy día las contradicción no es entre la URSS y el imperialismo, sino entre el ascenso revolucionario y la contrarrevolución europea (imperialista‑burocrática); de esta manera, los PC, al igual que los partidos socialistas, forman parte de ese frente contrarrevolucionario. Por lo tanto, los PC frente al movimiento obrero y de masas adoptan posiciones socialdemócratas para jugar mejor su rol contrarrevolucionario: están cada vez más cerca de su propio imperialismo sin haber llegado al punto de ser sus agentes directos , lo cual los convertiría inmediatamente en partidos socialdemócratas. Sin embargo, la diferencia en este momento es mínima y secundara puesto que, ante el ascenso revolucionario, tanto los socialdemócratas como los partidos comunistas europeos tienen una política semejante. La socialdemocracia, por su lado, la cumple estrecha y directamente ligada a su imperialismo, mientras que el PC, por el otro lado, lo hace a través de Kremlin, pero la política es la misma: servir a la contrarrevolución por medio de la colaboración de clases.

De suyo es traicionar ...

2. Una de las razones de ser del trotskismo es la lucha implacable contra los partidos socialistas y comunistas, pasados al campo de la contrarrevolución imperialista y cada vez más traidores de la clase obrera. Para el trotskismo este paso de los partidos reformistas al campo de la contrarrevolución imperialista es un hecho contundente e irreversible, que llevó a la fundación de la IV Internacional. Si los partidos socialistas y comunistas pudieran ser cambiados y transformados en revolucionarios, no se hubiera fundado la III Internacional, primero, y la IV Internacional, posteriormente. Para los trotskistas, los partidos comunistas del mundo entero, especialmente los europeos, tienen una clara política traidora, de frente popular, de colaboración con la burguesía. ¿El eurocomunismo puede significar que los PC abandonen su política frentepopulista como sugiere el compañero Mandel? Negamos esa posibilidad categóricamente.

La degeneración de ambas internacionales obedeció a profundas causas sociales: la burocratización de estos partidos, que les ha dado una sólida base económica y social a su reformismo y los ha atado de por vida, por razones económicas y sociales, al campo de la contrarrevolución imperialista. Aunque el proceso de degeneración de la III Internacional fue diferente al de la II, al ir del centro a la periferia, de la burocratización del PC soviético a la de los partidos nacionales, no dejó por eso de ser un proceso de burocratización y de degeneración que marcó a todos los partidos comunistas. Todos están asentados en una burocracia política y sindical.

Es así como, en donde estos partidos logran un gran apoyo de masas, esta burocratización se acentúa, pero con rasgos “nacionales”, puesto que esta burocracia privilegiada comienza a tener como principal fuente de sus ingresos al propio ‑mercado nacional”, con sus sindicatos, puestos parlamentarios y aparato partidario. Por ejemplo, esa es la situación actual de los PC europeos, tanto el italiano, francés, español y portugués. Esta burocracia, esta capa privilegiada, es la que impide por razones sociales la regeneración revolucionaria de los partidos comunistas nacionales.

3. Haber tomado el poder o haber dirigido una revolución por parte de algunos partidos comunistas no quiere decir que hayan cambiado histórica y estructuralmente, dejando de ser contrarrevolucionarios. Justamente por tomar el poder, la burocratización se amplía ya que su fuente pasa a ser todo el estado nacional. Sucede igual que cuando una burocracia sindical privilegiada dirige una huelga hasta el triunfo. No por ello deja de ser una burocracia llena de privilegios, contrarrevolucionaria, agente, en última instancia, de la burguesía imperialista y de la contrarrevolución en las filas obreras. Es decir, por su carácter burocrático, estos partidos, aunque hayan tomado el poder y dirigido una revolución, siguen oponiéndose y combatiendo todo desarrollo interno e internacional de la revolución permanente. Dicho de otra forma, aunque hayan dirigido una revolución nacional victoriosa continúan siendo enemigos verdaderos de la revolución socialista internacional.

Cuando ello ocurre se debe a causas objetivas muy concretas y especificas que el propio Trotsky previó en el Programa de Transición : “ sin embargo uno no puede categóricamente negar por anticipado la posibilidad teórica que bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, colapso financiero, presión revolucionaria de las masas, etcétera) los partidos pequeño burgueses, incluyendo los stalinistas pueden ir más allá, de lo que ellos mismos desean por el camino de un rompimiento con la burguesía” (Trotsky, The Transitional Program for Socialist Revolution , Pathfinder, 1973, p. 95).

Sin embargo, Trotsky no dedujo de ello que la burocracia nacional de los partidos stalinistas dejara de ser una capa privilegiada, ni que no siguiera cumpliendo su rol de traidora y contrarrevolucionaria; ni mucho menos llegó a la conclusión de abandonar la crítica y el combate ideológico encarnizado.

La derrota de los explotadores de un país llevada a cabo por el stalinismo en esas “circunstancias completamente excepcionales” se dio traicionando a los trabajadores del mundo entero. Es así como la derrota del imperialismo en China, Corea del Norte, Vietnam y Europa del este fue el precio pagado por aquél para que el stalinismo domesticara y aplastara la revolución obrera en Europa occidental.

Por otra parte, la mayor parte de esos triunfos se concretaron en el mundo colonial, en países periféricos; esto quiere decir que bien se debilitaba el imperialismo, le permitía recuperarse y sobrevivir con la ayuda del stalinismo y los PC. Al mismo tiempo, le permitía al stalinismo reivindicar sus concepciones etapistas y del socialismo en un solo país, y por esa vía seguir consolidándose en el movimiento de masas del mundo entero como último reaseguro de la propia contrarrevolución imperialista.

Ese papel traidor del stalinismo mundial, de todos los partidos comunistas del orbe sin excepción, hayan roto o no con Moscú, hayan tomado el poder o no, se concreta en el rol funesto que han tenido en la domesticación, durante más de dos décadas, del proletariado industrial del mundo entero. Este papel ha sido directo e indirecto. Directo, cuando los PC han sido la fuerza política dominante. Indirecto, porque su política burocrática detiene la revolución donde tienen influencia y ayudan así a las burocracias sindicales y socialdemócratas de los países donde no la tienen para que éstas sigan controlando a la clase obrera.

4. A pesar de las traiciones stalinistas, el proletariado de los países metropolitanos empezó a levantar cabeza en Europa occidental. Este acontecimiento histórico, que tiene un solo significado, el comienzo del fin del régimen capitalista‑imperialista a escala mundial, llevará a dimensiones insospechadas el rol traidor de los partidos comunistas de todo el mundo, especialmente los de Europa occidental.

Haber combatido y denunciado a los partidos comunistas durante décadas como contrarrevolucionarios, y precisamente ahora, cuando llega el ascenso revolucionario que pondrá al descubierto el papel cada vez más traidor de esos partidos, asegurar que los partidos comunistas europeos tienen “una política de transición, aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué”, como afirma el compañero Mandel, es como usar paraguas para los días de sol. Ha llegado la hora de la lucha final e implacable contra los partidos comunistas y socialistas, de desnudarlos ante las masas, ante millones y millones de trabajadores, como partidos traidores y contrarrevolucionarios. Ha llegado la hora de intensificar y ampliar al denuncia sin cuartel y sistemática del trotskismo contra los partidos comunistas y socialistas tradicionales. Por eso no es posible que en este momento hagamos la vista gorda, pasando por alto su triste pasado, ni mucho menos asegurar que no sabemos cual será su política. Como trotskistas sabemos lo que harán una y mil veces: traicionar más que nunca a la clase trabajadora.

Frente único sin capitular ni bajar la guardia

5. Sostener la denuncia sistemática contra el carácter traidor de los partidos comunistas no significa ignorar la táctica de frente único ni la crisis en la que ellos están sumergidos. Es que justamente esta táctica, para ser auténticamente comunista, revolucionaria y trotskista, debe ir acompañada de una clara delimitación y denuncia a los partidos reformistas de masas hacia los cuales se dirige. Así actuaron Lenin y Trotsky frente a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques en 1917. Posteriormente esa fue la política de la III Internacional cuando se orientó hacia el frente único con los partidos socialdemócratas: al mismo tiempo que los convocaba al frente único, en ningún momento dejó de denunciarlos como traidores. Si no se combina la denuncia más intransigente con el llamado al frente único se termina capitulando a los partidos reformistas.

Una variante ‑- aunque de fundamental importancia-‑ de esta táctica de frente único, debe ser nuestro llamado a la unidad de acción con los partidos reformistas (incluido el PC) contra los intentos del fascismo o de los golpes reaccionarios, que atacan tanto a los revolucionarios como a los reformistas. Este peligro permanente del movimiento obrero en su ascenso, es decir, los putchs fascistas o reaccionarios, debe ser combatido con una política de frente único consecuente pero con una táctica principista, sin dejar de denunciar por un solo minuto a los partidos comunistas y socialistas como los verdaderos causantes, por su política, del fortalecimiento del fascismo y la reacción, así como del ataque que éstos puedan emprender. Es decir, nosotros más que nunca levantamos la bandera del frente único con los partidos reformistas para defender a esos mismos partidos del ataque de la reacción; pero más que nunca también seguimos denunciando a esos partidos como los principales causantes de la existencia y el avance de ella.

6. Igual sucede con la crisis inevitable de los partidos comunistas en todo gran ascenso del movimiento de masas. Es preciso distinguir cuidadosamente entre la caracterización de la política de un PC y la de sus crisis. Estas últimas son un fenómeno muy positivo, en la medida que permiten la eliminación de estos partidos contrarrevolucionarios. Pero si alguien confunde la crisis con la política del partido, llega a la aberración de creer que por el hecho de entrar en crisis el partido puede dejar de ser traidor y por lo tanto cambiar su política. Quien piensa así ayuda a la dirección burocrática contrarrevolucionaria de esos partidos comunistas a superar o paliar la crisis, ya que amortigua la implacable denuncia que desata su desmoronamiento. Un verdadero trotskista, por el contrario, utiliza la crisis de toda dirección burocrática y de todo partido comunista para acelerarla, señalando el carácter irrecuperable que tienen para la revolución esa dirección y ese partido.

Nuestro objetivo es claro y categórico: explicarle a los trabajadores cómo ese partido comunista y su dirección están definitivamente perdidos para la revolución, puesto que son agentes de la contrarrevolución imperialista en las filas del movimiento obrero. O sea, su crisis nos parece importante porque significa la desaparición, destrucción o aniquilamiento de ese partido, proceso con el cual nosotros estamos de acuerdo y deseamos lograr.

Parecen sepultureros... y lo son

7. En la actual realidad italiana, francesa y española, todo lo que hemos dicho se cumple milimétricamente. El Partido Comunista Italiano es hoy día la máxima garantía de orden burgués. De hecho está colaborando de lleno con el gobierno demócrata cristiano y con la gran patronal italiana. Las “concesiones democráticas” que le hace a la base de movimiento sindical de su país tienen un objetivo obvio: poder desarrollar mucho mejor su política contrarrevolucionaria al servicio del imperialismo italiano.

El PC Francés, por su parte, se postula a través de la Unión de la Izquierda como el sepulturero de la revolución obrera francesa. Los hechos han confirmado también el siniestro rol traidor del PC español. Ha sido el guarda espalda del régimen postfranquista y aun del franquismo. Ha sido el partido que ha logrado impedir que se organice una gran huelga general que derrote al régimen. Es el partido que liquida las Comisiones Obreras para servir mejor al imperialismo español y al régimen. Mientras salvan al régimen, Carrillo hace declaraciones públicas barajando la posibilidad de participar en un gobierno de unidad nacional bajo el rey. No contento de ello, desvía la justa indignación de los trabajadores contra la aparición de bandas fascistas y convierte las manifestaciones en pilares de la política del gobierno español. Pocas veces hemos visto una política más abyecta y traidora. ¡Y éste no es más que el principio! Veremos traiciones peores por parte del PCE.

Portugal, a su manera, señala el futuro de todos los partidos comunistas europeos. Allí, el PC trató de entregar los embriones de poder obrero y popular al MFA, un ala del ejército imperialista, o directamente los combatió a sangre y fuego. Entregó las justas huelgas del movimiento obrero contra el plan de austeridad de Vasco Goncalves y llamó a apoyar este plan del gobierno imperialista.

Esto es lo que han hecho los partidos comunistas europeos, pero no nos cansaremos de repetir que sólo son botones de muestra de lo que harán en el futuro, y que no será otra cosa que catastróficas y peores traiciones. La realidad ha demostrado que el combate del trotskismo al stalinismo y a los PC era totalmente justificado; asimismo se ha comprobado su condición natural de traidores y contrarrevolucionarios.

III. Las contradicciones del compañero Mandel

1. El compañero Mandel contradice lo que él mismo escribió o aprobó hace algún tiempo. El documento público de la Internacional sobre España titulado La agonía del franquismo, fue escrito por la TMI [Tendencia Mayoritaria Internacional] orientada por el compañero Mandel.

En ese documento, aunque deplorable en sus análisis y política concretas para España se sostiene una caracterización de principios frente al PC. Veamos algunos apartes de sus concepciones hace algún tiempo:

“Durante veinte años, el Partido Comunista español y sus diferentes aliados han perseguido obstinadamente la estrategia de tratar de obtener el reemplazo de la dictadura con un régimen democrático‑burgués a través del vehículo de una combinación de hacer presión sobre la burguesía (la ‘huelga general pacífica’) y ofreciendo al gran capital siempre las garantías de colaboración de clase y respeto por el orden burgués. La formación de la Junta Democrática es solamente la última variante de una estrategia única y permanente: convencer a la burguesía española que puede cambiar su sistema político sin que su dominio de clase sea seriamente amenazado”

“El PCE quiere asegurar a la burguesía española que el régimen puede ser cambiado bajo condiciones que pueden dejar intactos no solamente su poder económico y sus ganancias privadas sino igualmente su estado y sus instrumentos de represión contra los obreros. Este es el real contenido de su política traidora”.

“Mientras los efectos de esta política sobre la burguesía todavía es débil hoy día, no va a ser así inmediatamente después de la caída de la dictadura. En ese momento una alianza con los reformistas social democráticos, los neosocialdemócratas o los stalinistas puede aparecer a sectores importantes de la burguesía como el último resorte para detener el ascenso revolucionario como un paliativo que no amenace inmediatamente su dominio de clase. Pero la habilidad de los reformistas stalinistas para llevar a cabo este trabajo contrarrevolucionario no depende solamente de sus intenciones de orientación política sino también y sobre todo del alcance de la crisis social, del movimiento de masas, así también como del nivel de la conciencia de clase de las masas, el grado de autoorganización y centralización que ellas hayan logrado, la relación de fuerzas entre los reformistas y los revolucionarios dentro del movimiento obrero y lo que se haya avanzado en el camino de la construcción del partido revolucionario”. (Subrayados nuestros.)

2.Para La agonía del franquismo la política del PCE era y seguirá siendo la misma, ya que es “permanente” desde los últimos “veinte años”: una política “contrarrevolucionaria” y “traidora”. De la misma manera en este documento se consignaba que mientras ascendiera la revolución, en esa misma medida el PC sería más útil a la contrarrevolución burguesa. Sin embargo, ahora Mandel nos dice otra cosa, oponiéndose así a un documento oficial de la Internacional y de su fracción. El compañero Mandel debió haber sostenido esa misma posición política. Tal vez hubiera podido actualizar sus conceptos, por ejemplo, citando las traiciones del PCE, y profetizar las traiciones futuras. En lugar de ello actuó como un hábil abogado defensor del PC español y de los PC europeos.

Al actuar así el compañero Mandel comete dos crímenes. No ayuda para nada a la implacable lucha de los trotskistas españoles, franceses e italianos contra las traiciones actuales de los Partidos Comunistas de esos países. En lugar de denunciarlos con signos de admiración, se limita a abrir una serie de signos de interrogación sobre el futuro de su política.

Asimismo, su segundo crimen tiene que ver con la actitud de un obrero de vanguardia que haya empezado a fustigar al PC por su política traidora y contrarrevolucionaria, pero que al leer las declaraciones del compañero Mandel entra en un estado de confusión: ¿debe romper con el Partido Comunista o, por el contrario, presionarlo para cambiar su política?

Todo obrero con inclinaciones de izquierda en Francia, después de conocer el actual pensamiento de Mandel, queda sumido en un estado de duda total. ¿La mejor política no es presionar cada vez más al PC para que adopte “el giro revolucionario” vaticinado por Mandel? Es decir, las conclusiones de las declaraciones del compañero Mandel refuerzan las esperanzas y la confianza, ya muy disminuidas, de miles de trabajadores en los partidos comunistas europeos, en lugar de desarrollar esa crisis hasta el fin para producir la ruptura con esos partidos. En resumen, las declaraciones del compañero Mandel llevan inevitablemente a una política de capitulación con los PC europeos.

Creo, compañeros, haber demostrado exhaustivamente la gravedad de las aseveraciones del compañero Mandel y la necesidad de efectuar una delimitación pública con ellas. Esta delimitación debe ser el resultado de un intercambio fraternal de opiniones entre todos los dirigentes, tendencias, fracciones y militantes que seguimos reivindicando el análisis clásico y fundamentado en los principios del trotskismo en referencia a los partidos comunistas. Podemos cambiar el tono, podemos ver las distintas variantes tácticas convenientes en relación a esa declaración crítica contra la hecha por el compañero Mandel, pero es necesario hacerlo para aminorar la catástrofe ocasionada a nuestros militantes trotskistas europeos y a nuestra Internacional en su conjunto.

Ninguna de estas proposiciones deben ser tomadas como una caracterización y un ataque público o interno al compañero Mandel. De ninguna manera juzgamos su trayectoria histórica, que merece el mayor de los elogios como uno de nuestros máximos dirigentes durante más de treinta años, sino que juzgamos sus funestas declaraciones públicas en la medida que afectan el futuro de nuestra internacional. En este sentido deben ser recibidas.

Con saludos trotskistas ortodoxos y esperando vuestra pronta respuesta,

N. Moreno.