Andrés Nin

Hacia una nueva etapa de la Alianza Obrera


Escrito: Marzo de 1936.
Primera vez publicado: La Batalla. 6 Marzo 1936. N° 241.
Digitalización: Martin Fahlgren, 2012.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2012.



Sería cerrar los ojos ante la realidad, negar que, en los momentos actuales, la Alianza Obrera atraviesa una profunda crisis que la reduce a una existencia vegetativa, por no decir puramente nominal. Y, sin embargo, a la A. O no sólo no ha cumplido aún íntegramente con su misión, sino que apenas ha iniciado este cumplimiento. A pesar del papel importante que desempeñó en el período de agitación revolucionaria que precedió a Octubre y durante la insurrección, es evidente que esa forma del frente único, nacida en el suelo de nuestra revolución, ha dado hasta ahora sólo una mínima parte de lo que puede dar de sí.

No entra en nuestros propósitos analizar, aquí en detalle las causas determinantes de este estado de cosas, que, no lo dudamos, será répida y eficazmente superado por la clase obrera.

Queremos, sin embargo, insistir en la opinión, repetidamente manifestada, de que una de las causas principales de la debilidad de la A. O. radica en la actitud adoptada ante la misma por la dirección del Partido Socialista, tanto cuando estaba en manos de la izquierda como en la actualidad, que está en las del centro. La Comisión Ejecutiva, en efecto, no ha hecho absolutamente nada para impulsar el desarrollo del movimiento aliancista y se ha opuesto tenazmente a su coordinación y centralización — garantía de eficacia y de victoria — en forma de Alianza Obrera nacional. Todas las tentativas de los demás sectores del proletariado para conseguir este objetivo han tropezado con la resistencia obstinada de los directivos del P. S. y de la U. G. T.

Si se tiene en cuenta estos antecedentes, se comprenderá la sincera satisfacción que nos ha producido el artículo que con el título de ”Fortalecimiento y desarrollo de las Alianzas Obreras” ha publicado recientemente en primera página, con todos los honores, el órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España Renovación.

Como el título indica con expresiva elocuencia, las J. S. proclaman públicamente la necesidad de impulsar el desarrollo de las A.O. y de reservarlesel lugar importantísimo que de derecho les corresponde en la lucha revolucionaria. ”Sin partido” — dice acertadamente Renovación — “no hay revolución posible; sin órganos de lucha y de poder, tampoco” ”El Partido” — añade — “dirige los órganos de la revolución; pero éstos son distintos a los del partido, entre otras cosas, por una fundamental; porque asentándose la revolución no sólo en la voluntad de los militantes del partido, sino en la de la inmensa mayoría de las masas de la población se hace imprescindible un instrumento que las recoja y las movilice”.

Celebramos gozosamente esta coincidencia del punto de vista de los jóvenes socialistas con el nuestro con tanto mayor motivo cuanto hasta ahora, como la misma Renovación hace notar acertadamente, ”la misión de las Alianzas no ha sido, en la mayoría de los casos, bien comprendida ni por sus propugnadores más entusiastas”. Pero al señalar, con la natural satisfacción, esta coincidencia, hemos de manifestar asimismo nuestro profundo asombro ante la afirmación, formulada en el artículo que comentamos, de que nuestro Partido ha presentado a las Alianzas Obreras ”poco menos como el órgano a través del cual habrá de hacerse la unificación de los partidos marxistas, pretendiendo convertirla en un nuevo partido, no sólo político, sino sindicalista” (?). ¿En qué se funda el órgano de las Juventudes Socialistas para atribuirnos una concepción tan absurda de la A. O.? ¿Cuándo, en qué circunstancias, en qué domuentos, ha expuesto el P. O. U. M. esa peregrina teoría? Ahí está nuestra prensa, ahí están nues tras publicaciones, ahí están los discursos de nuestros propagandistas como la prueba más categórica de que la especie que se nos atribuye carece en absoluto de fundamento. Nuestro punto de vista es bien claro: Alianza Obrera como organización de masas destinada a desempeñar un papel análogo al de los Soviets en Rusia; Partido único basado en los principios inconmovibles del marxismo revolucionario y que no será, desde luego, el P. O. U. M., sino el resultado de la fusión de éste con los demás sectores revolucionario.

Si Juventudes Socialistas y nosotros coincidimos en estos dos puntos esencialísimos, la consecuencia lógica que de esta coincidencia se deduce es la plena posibilidad de una acción común hoy y de la unidad orgánica en un porvenir próximo.

Señalemos, finalmente, otra coincidencia, garantía no menos firme de una acción común eficaz. ”Ahora” — dice Renovación —, “si de cierto queremos levantar un poder proletario frente al de la burguesía, es preciso dar a las Alianzas un carácter más democrático, permitiendo que estén dirigidas directamente por las masas mismas”. No sólo debemos ”permitirlo” —añadimos, por nuestra cuenta— sino que esta participación directa de las masas se impone imperiosamente si queremos que se conviertan en organismos vivos, animados por el entusiasmo y la fuerza creadora de las masas obreras. Esta participación de las masas, esta democratización de las Alianzas, paralelamente a su ensanchamiento y centralización, han de constituir, a nuestro juicio, los rasgos característicos de la A. O. en su nueva etapa. A conseguirlo estamos dispuestos a consagrar todos nuestros entusiasmos, todos nuestros esfuerzos, toda nuestra voluntad de acción. con la seguridad de que en esta pugna para dotar a la clase obrera de nuestro país de los instrumentos de combate de que tiene necesidad imperiosa para vencer, el Partido Obrero de Unificación Marxista y las Juventudes Socialistas lucharán estrechamente unidos.

Andrés Nin