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Los senderos de la Revolución Rusa

Karl Radek

 


VI

Cuando la clase obrera tomó el poder el 25 de octubre de 1917, el Comité Militar Revolucionario, que había tomado el poder en nombre del soviet de obreros y soldados de Petrogrado, anunció el cambio logrado a la clase obrera rusa y al mundo entero declarando que: "La causa de la paz está en las manos poderosas del proletariado. El campesinado finalmente obtendrá la tierra, y la clase obrera extenderá su control a la industria."70] Lo que se anunció como objetivo inmediato de la revolución no era la introducción inmediata del socialismo, sino la solución al problema de la paz, y a la cuestión campesina: era la implementación de medidas transicionales, por ejemplo, el control sobre la producción. Pero las revoluciones no respetan los límites y definiciones bosquejados por sus dirigentes. La Revolución de Octubre era el preludio de la revolución proletaria mundial. Era el preludio de la insurrección comunista en el mundo capitalista, y no importa lo limitados que fueran los objetivos que los dirigentes de la revolución se hubieran planteado a sí mismos, la estampida de la Revolución Rusa de Octubre era el disparo que marcaba el inicio de la revolución proletaria, de la revolución comunista mundial. En este momento, la Revolución Rusa se ha topado con un límite social que constituirá su límite en el siguiente periodo histórico. No hay revolución alguna que pueda instaurar el comunismo de un solo golpe. La revolución no ha hecho más que quebrar la resistencia que el poder político de las viejas clases dominantes le oponía al desarrollo de la nueva clase victoriosa. Cuando a lo largo y a lo ancho del mundo entero la revolución comience su lucha por la transformación económica, entonces el camino de esta transformación será más corto en un cierto país y más largo en otro, dependiendo del grado de desarrollo económico, que o bien contribuirá a esta transformación o la obstaculizará. La revolución proletaria mundial representa un largo periodo de lucha; el camino al poder será más arduo en occidente, y será mucho más prolongado que en Rusia. La organización del socialismo, en lo que atañe a las condiciones de la industria, será mucho más fácil en los países capitalistas que en Rusia. La preponderancia de la concentración industrial y el alto nivel de capacidad técnica del proletariado serán entonces factores de decisiva importancia. Pero sería falso suponer que la revolución proletaria en Europa occidental no tendrá que remontar grandes dificultades económicas. La mayor dificultad reside en su base agrícola demasiado estrecha. La industrialización de Europa occidental ha vuelto a todos los países industriales dependientes de la importación de alimentos. El desarrollo de la revolución proletaria en Occidente está por lo tanto estrechamente vinculado al desarrollo de la revolución proletaria en Oriente. Es necesario tener en cuenta esto cuando emitimos juicios acerca de los problemas de la revolución proletaria en Rusia, sobre sus caminos, sus necesidades y su carácter.

La Revolución Rusa ha pasado por todo un ciclo entero de desarrollo, desde la lucha por la república democrática hasta la lucha por la república soviética. La victoria de la república soviética pareciera ser lo mismo que la victoria del comunismo. Pero no es por azar que sus dirigentes no hayan inscripto el término "comunismo" en el nombre de la república, y en muchas ocasiones le han infundido a las palabras "República Socialista Federal" el sentido de una "república que lucha por el socialismo". Después de cuatro años de desarrollo, la república soviética se ha topado con el límite que constituye su significación histórica. La significación es la siguiente: Rusia es un país rural en el cual la clase obrera ha conquistado el poder para acelerar el desarrollo del país hacia el socialismo. En este desarrollo debe tener tanto en cuenta la naturaleza pequeño burguesa del país, como también la relación mundial de fuerzas existente. Dependiendo del desarrollo de la revolución mundial, ésta cumplirá sus objetivos, o si no perecerá junto con ellos. La posición dominante de la clase obrera en Rusia con respecto a las tendencias y fuerzas burguesas se asemeja mucho a la situación de los elementos feudales en Rusia con respecto a los elementos burgueses. Ya desde mediados del siglo XIX, las tendencias y necesidades capitalistas se fortalecieron cada vez más en Rusia. La clase feudal les hizo concesión económica tras concesión económica con el único fin de mantener su poder político. Por otra parte, supo cómo retrasar las concesiones políticas por más de cincuenta años. Fue finalmente derrotada porque, bajo presión de la clase obrera, se vio obligada a hacerle concesiones políticas a la burguesía. La situación de la clase obrera con respecto a la burguesía no es comparable, naturalmente, en todos los aspectos con la situación de los elementos feudales. Existe de hecho una diferencia esencial: es la cuestión que hace a la dirección del desarrollo del mundo entero en la actualidad. El zarismo fue obligado a capitular porque el desarrollo mundial iba en dirección del capitalismo, en otras palabras, conducía a la victoria de la burguesía. El mundo capitalista se encuentra ahora en estado de desintegración creciente. La burguesía rusa no constituye una nueva clase poderosa, segura de sí misma y dinámica, sino una clase atomizada y quebrada, que se apoya de nuevo en las muletas que le ofrece el fortalecimiento temporario del mundo burgués, luego de superada la crisis de la desmovilización de 1918-1919. Los nuevos elementos burgueses en Rusia, los campesinos liberados del yugo feudal, constituirían naturalmente la base de la reconstrucción de una nueva y poderosa burguesía en Rusia en caso de la victoria internacional del capital. Pero en caso de que triunfe el proletariado occidental, el campesinado ruso sería demasiado débil para formar una fuerza contrarrevolucionaria opuesta a la tendencia del desarrollo mundial. Esta diferencia fundamental es decisiva para juzgar las posiciones de aquellos autodenominados marxistas como Paul Levi71], que afirman que, dado que las relaciones económicas son las relaciones decisivas, según la teoría marxista, la Rusia soviética se verá obligada, después de haber hecho concesiones económicas a la burguesía, de seguir el camino de desarrollo que conduce a la democracia burguesa. Esta concepción no hace más que mostrar que su autor quizás conoce el ABC del socialismo, pero todavía ignora su gramática. No hay marxismo alguno que pueda predecir en qué proporción las condiciones económicas se traducen en condiciones políticas. Si en el corto plazo, la descomposición del capitalismo diera lugar a tendencias decisivas conducentes al restablecimiento del dominio capitalista, entonces la presión burguesa sobre el poder proletario en Rusia se tornaría cada vez más fuerte, y el gobierno soviético tendría que optar entre dos posibilidades: o bien hundirse combatiendo, o transformarse en un instrumento del desarrollo burgués. Quienquiera que no haya deducido de los eventos de estos tres últimos años que el orden social capitalista logrará superar sus tendencias a la desintegración, no tiene por qué compartir la opinión de nuestros novatos marxistas, quienes sostienen que las concesiones económicas acarrearán concesiones políticas.

La historia de todas las revoluciones en la era capitalista es la historia de la lucha entre las tendencias capitalistas y las socialistas. Las tendencias socialistas proletarias de los Levellers, los Diggers y los Milenaristas que participaron en la Revolución Inglesa,72], y la de los Enragés de la Revolución Francesa73] fueron derrotadas por las tendencias burguesas porque el capitalismo estaba en su fase ascendiente de desarrollo. La Revolución Rusa es parte de la revolución proletaria mundial, que está en trance de desarrollo. Aunque haya resultado políticamente victoriosa, apenas puede cumplir las tareas de la revolución mundial, la transformación del capitalismo en socialismo, porque las condiciones para esto son muy desfavorables en Rusia. En comparación con el programa del periodo histórico inaugurado por la insurrección del 25 de octubre de 1917, los eventos de la Revolución Rusa que han tenido lugar hasta ahora sólo tienen un valor muy limitado. Básicamente, la Revolución Rusa no ha hecho más que limpiar el terreno de las clases feudales y de los vestigios feudales. No ha podido aniquilar a la burguesía ni a las tendencias burguesas, ya que mientras el capitalismo reine en Europa, estas tendencias alimentarán la economía campesina, y serán fortalecidas por el cerco capitalista que rodea a la Rusia soviética. El poder estatal de la clase obrera rusa es un medio que permite superar al capitalismo metódicamente. Aislada, Rusia no podrá superarlo por sí misma. Sólo la victoria de la revolución mundial en los países industrializados acelerará el desarrollo de este proceso. Esta será una victoria conquistada no tanto por medio del Terror Rojo como por medios económicos.

Hasta que se produzca la victoria de la revolución proletaria en los países industrializados, el deber de la república soviética es mantener el poder de la clase obrera sobre este inmenso país, de modo tal que éste no se transforme en un reservorio de recursos humanos y materiales de la contrarrevolución. Si la república soviética no hace más que cumplir esta tarea negativa, habrá prestado un servicio enorme a la revolución mundial. No permitirá que el capitalismo mundial reprima las crecientes tendencias revolucionarias en el seno del proletariado europeo con las bayonetas de los campesinos rusos. Si el gobierno soviético logra, a través de su política realista —que consiste en reconocer los hechos y tomar en cuenta la realidad— fortalecer a la Rusia soviética hasta que puede jugar un papel activo en las luchas de los años venideros, ya sea militarmente, o exportando alimentos a los países industriales en los que haya triunfado la revolución proletaria, entonces la cuestión de la naturaleza de la Revolución Rusa quedaría resuelta de modo definitivo. Hasta ahora, la Revolución Rusa ha sido el primer eslabón, y por tanto el más débil, de la insurrección socialista mundial. Su fusión con la poderosa corriente de la revolución proletaria mundial convertiría al fortalecimiento y desarrollo de la Rusia soviética —como potencia que controla los mayores recursos agrícolas en dirección al socialismo— en una de las principales tareas estratégicas del proletariado internacional.

Los oponentes de la revolución proletaria rusa que se disfrazan con los ropajes del marxismo, están explotando la detención del desarrollo de la revolución mundial y la Nueva Política Económica promulgada por el gobierno soviético, que es en parte el resultado del lento desarrollo de la revolución mundial, para socavar la confianza del proletariado mundial y del proletariado ruso mismo; de hecho se rehúsan a reconocerle a la Revolución Rusa su carácter proletario, porque ésta no fue capaz de triunfar sobre el capitalismo de un solo golpe. Nos recuerdan que ellos hace ya mucho tiempo habían anticipado que la Revolución Rusa no haría más que conducir al dominio de la burguesía, y que ésta sólo estaba en condiciones de abolir al feudalismo. Pero estos representantes de la burguesía en el seno de la revolución traicionaron la Revolución Rusa a fuerzas que no deseaban liquidar el feudalismo. Los mencheviques, que apoyaron al gobierno del Príncipe Lvov74], y evitaron que los campesinos liquidaran las grandes propiedades feudales de la tierra, no tienen razón alguna en jactarse de ser quienes reconocieron inmediatamente los límites burgueses de la revolución. Ni siquiera se atrevieron a empujar a la Revolución Rusa hasta sus propios límites burgueses. La revolución ha violado estos límites y ha ido más allá de ellos bajo la dirección de los bolcheviques. Le ha arrancado el poder a la burguesía y ha intentado modificar las relaciones sociales en Rusia gracias a su poder. Cada uno de sus pasos hacia adelante es una abominación para los enemigos de la revolución proletaria. Cada detención en su avance es saludada por ellos como un augurio de colapso y bancarrota. Pero esto no perturba a los luchadores revolucionarios. Ellos saben por la experiencia de sus combates militares que una detención, o incluso una retirada, es a menudo la precondición para una nueva ofensiva victoriosa.

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70] Para ver el texto de esta proclama, Cf. Sergei Mstislavskii, Cinco días que transformaron a Rusia, Londres, 1988, págs. 19-20.

71] Paul Levi (1883-1930) fue el sucesor de Rosa Luxemburgo como dirigente del Partido Comunista alemán. Condenó el aventurerismo del partido durante la "acción de marzo" de 1921.

72] Los Levellers, los Diggers y los Milenaristas fueron sectas radicales que surgieron al calor de la guerra civil inglesa.

73] Los Enragés fueron revolucionarios radicales dirigidos por Jacques Roux y Jean Varlet durante la Revolución Francesa.

74] El príncipe Georgi Lvov (1861-1925) fue diputado cadete y el primer ministro inicial del gobierno provisional.

 

 

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