Caminando con los camaradas

Arundhati Roy

 


Primera Vez Publicado:  En la revista Outlook en 2010, y luego en forma digital e impresa en inglés por el Proyecto Kasama.
Traducción al castellano: Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés con la colaboración del periódico Nueva Democracia.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, septiembre de 210.
Fuente: CEPRID, 2010.
Derechos:  Licencia Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual-Unported 3.0 por CEPRID, 2010.


 

 

Una escueta nota, escrita a máquina, se deslizó bajo mi puerta en un sobre cerrado confirmando mi cita con la más grave amenaza para la seguridad interna de India. Llevaba meses esperando saber de ellos. Tenía que estar en el mandir [templo] Ma Santeshwari en Dantewara, Chhattisgarh, en cualquiera de cuatro citas para las que me daban dos días. Eso significaba tener en cuenta el mal tiempo, pinchazos, bloqueos, huelgas de transporte y la pura mala suerte. La nota decía: "La escritora debe llevar cámara, tika [adorno tradicional de las mujeres en medio de la frente que usa la mujer casada o comprometida] y un coco. Mi contacto llevaríá gorro, la revista Hindi Outlook y plátanos. Contraseña: Namashkar Guruji [es una frase que se dice cuando se va a visitar un templo, Guruji es lo que una busca dentro de sí misma]. Me pregunté si el contacto y anfitrión estarían esperando a un hombre. Y si debía ponerme un bigote. Hay muchas formas de describir Dantewara. Es un oxímoron [un absurdo]. Es una ciudad fronteriza justo en el corazón de la India. Es el epicentro de una guerra. Una ciudad donde las cosas están al revés.

En Dantewara la policía viste de paisano y los rebeldes usan uniformes. El superintendente de la cárcel está tras las rejas. Los prisioneros están libres (trescientos de ellos escaparon de la cárcel de la ciudad vieja hace dos años). Las mujeres que han sido violadas están bajo custodia policial [detenidas]. Los violadores dan discursos en el mercado.

Al otro lado del río Indravati, en la zona controlada por los maoístas, está el lugar que los policías llaman «Pakistán». Allí los pueblos están vacíos, pero el bosque está lleno de gente. Los niños que deberían estar en la escuela corren desenfrenadamente. En las encantadoras aldeas del hermoso bosque los edificios escolares de hormigón o han sido volados y convertidos en un montón de escombros, o están llenos de policías. La guerra a muerte que se desarrolla en la selva es una guerra de la que el Gobierno de la India está a la vez orgulloso y avergonzado. La Operación “Caza Verde” ha sido anunciada y también negada. Palaniappan Chidambaram, Ministro del Interior de la India (y máximo Director Ejecutivo para la Guerra) dice que no existe, que es una creación de los medios de comunicación. Y sin embargo, importantes fondos se han asignado a ésta y decenas de miles de soldados se están movilizando para ello. Aunque el teatro de operaciones está en las selvas de la India central, esta guerra tendrá graves consecuencias para todos nosotros.

Si los fantasmas son espíritus imperecederos de alguien o algo que ha dejado de existir, entonces tal vez la nueva carretera de cuatro vías que se extiende a través de la selva es lo opuesto a un fantasma. Tal vez sea el presagio de lo que está por venir.

Los antagonistas en el bosque son dispares y desiguales en casi todos los sentidos. Por un lado está una gran fuerza paramilitar armada con el dinero, poder de fuego, los medios de comunicación y la arrogancia de una superpotencia emergente. Por otro lado los aldeanos comunes armados con armas tradicionales, respaldados por una fuerza de combate de la guerrilla maoísta perfectamente organizada, enormemente motivada y con una extraordinaria y violenta historia de rebelión armada. Maoístas y paramilitares son viejos adversarios y han combatido las más viejas manifestaciones de unos y otros muchas veces antes: Telengana en los años 50, Bengala Occidental, Bihar, Srikakulam en Andhra Pradesh a fines de los años 60 y 70, y luego otra vez en Andhra Pradesh, Bihar y Maharashtra desde los años 80 hasta el presente. Cada uno está familiarizado con las tácticas del otro y ha estudiado cuidadosamente los manuales de combate del otro. Cada vez pareciese que los maoístas (o sus avatares anteriores) no sólo habían sido derrotados sino, literalmente, físicamente exterminados. Pero cada vez han vuelto a resurgir, más organizados, más decididos y más influyentes que nunca. Hoy, una vez más, la insurrección se ha extendido por los bosques ricos en minerales de Chhattisgarh, Jharkhand, Orissa y Bengala Occidental, tierra natal de millones de personas de los pueblos tribales de la India, tierra de ensueño para el mundo corporativo.

Es más fácil para la conciencia liberal creer que la guerra en los bosques es una guerra entre el Gobierno de la India y los maoístas, quienes consideran las elecciones una farsa, al Parlamento una pocilga y han declarado abiertamente su intención de derrocar el Estado indio. Es conveniente olvidar que los pueblos tribales en la India central tienen una historia de resistencia que antecede a Mao por siglos. (Eso es una verdad de Perogrullo, por supuesto. Si no fuera así, no existirían.) Los Ho, los Oraon, los Kols, los Santhals, los Mundas y los Gonds se han rebelado numerosas veces contra los británicos, contra los zamindars [recolectores de impuestos del imperio Mughal] y contra los prestamistas. Las rebeliones fueron aplastadas con crueldad, miles murieron, pero los pueblos nunca fueron conquistados. Incluso después de la Independencia las tribus estuvieron en el corazón del primer alzamiento que podría describirse como maoísta, en la aldea de Naxalbari en Bengala Occidental (donde se origina la palabra Naxalita, que ahora se usa indistintamente con Maoísta). Desde entonces la política naxalita ha estado estrechamente ligada a las sublevaciones tribales, lo cual dice mucho sobre las tribus y también sobre los naxalitas.

Este legado de rebelión ha dejado atrás un pueblo enfurecido que ha sido deliberadamente aislado y marginado por el gobierno de la India. La Constitución, el sustento moral de la democracia india, fue aprobada por el Parlamento en 1950. Fue un día trágico para los pueblos tribales. La Constitución ratificó la política colonial y transformó al Estado en custodio de las tierras tribales. De paso, convirtió a toda la población tribal en intrusos en su propia tierra. Se les niega sus derechos ancestrales a los productos del bosque, criminaliza toda una forma de vida. A cambio del derecho a voto, arrebató su derecho a la subsistencia y la dignidad. Siendo despojados de sus tierras y empujados en una espiral descendente a la indigencia, en un cruel acto de prestidigitación el Gobierno comenzó a utilizar su propia penuria en su contra. Cada vez que necesitaba desplazar a una gran población -por represas, proyectos de irrigación, minas- se habló de "poner a las tribus en el camino de la modernidad" o de darles "los frutos del desarrollo moderno". De las decenas de millones de personas desplazadas internamente, refugiados a causa del “progreso” de la India (más de 30 millones sólo por las grandes represas), la gran mayoría son pueblos tribales. Cuando el Gobierno comienza a hablar del bienestar de las tribus, es hora de preocuparse. La más reciente manifestación de este asunto ha venido del ministro del Interior, P. Chidambaram, quien dice que no quiere que los pueblos tribales vivan en “culturas de museo”. El bienestar de los pueblos tribales no pareció ser una prioridad durante su carrera como abogado corporativo, cuando representaba los intereses de varias de las más importantes empresas mineras. Por lo tanto, podría ser interesante investigar las causas de su reciente angustia.

En los últimos cinco años los Gobiernos de Chhattisgarh, Jharkhand, Orissa y Bengala Occidental han firmado memorandos de entendimiento (MDE) con cientos de empresas corporativas por varios miles de millones de dólares, todo en secreto, para las plantas de acero, de concentrado de hierro, centrales eléctricas, refinerías de aluminio, presas y minas. A fin de que los MDE se conviertan en dinero real, las tribus deben ser desplazadas.

Por esto hay guerra.

Cuando un país que se llama a sí mismo una democracia declara abiertamente la guerra dentro de sus fronteras, ¿qué podemos esperar de esta guerra? ¿significa la resistencia una oportunidad? ¿qué opinas? ¿quiénes son los maoístas? ¿son sólo nihilistas violentos que bajo engaño presentan una ideología anticuada a los pueblos tribales, empujándolos a una insurrección sin esperanza? ¿Qué lecciones han aprendido de sus experiencias anteriores? ¿Es la lucha armada intrínsecamente antidemocrática? ¿Es acertada la teoría del sándwich, tribus "normales" atrapadas en el fuego cruzado entre el Estado y los maoístas? ¿Son “maoístas” y “tribus” dos categorías totalmente distintas tal como vienen siendo presentadas? ¿Sus intereses convergen? ¿No han aprendido nada el uno del otro? ¿Se han cambiado el uno al otro?

El día antes de irme mi madre llamó, sonaba somnolienta. "He estado pensando -dijo con el extraño instinto de una madre- que lo que este país necesita es una revolución."

Un artículo en Internet dice que el Mossad de Israel está entrenando a 30 oficiales de alto rango de la policía india en técnicas de asesinato selectivo para “descabezar” la organización maoísta. Se habla en la prensa sobre el nuevo equipamiento que se ha comprado a Israel: telémetros de rayo láser, equipos de imagen térmica y aviones no tripulados muy populares entre el ejército de EEUU. Armas perfectas para ser usadas contra los pobres.

El camino desde Raipur a Dantewara toma unas diez horas en coche a través de zonas que se sabe están "infestadas de maoístas". Estas no son palabras descuidadas: “Infestado/infestación” implica enfermedad/plagas. La enfermedad debe ser curada, las plagas deben ser exterminadas. Los maoístas deben ser eliminados. De formas crípticas, inocuas, el lenguaje del genocidio se ha incorporado a nuestro vocabulario.

Para proteger la carretera las fuerzas de seguridad han “asegurado” una estrecha franja de bosque a ambos lados. Más adentro están los dominios de “Dada”. Los Hermanos, los camaradas.

En las afueras de Raipur un enorme cartel anuncia el Hospital del Cáncer construido por Vedanta (la compañía con la que trabajó nuestro ministro del Interior). En Orissa, donde se desarrolla la minería de bauxita, Vedanta también está financiando una Universidad. Con estas formas crípticas, inocuas, las empresas mineras entran en nuestro subconsciente: Gigantes tiernos que realmente se preocupan. Se llama RSC, Responsabilidad Social Corporativa. Permite a las empresas mineras ser como el legendario actor y ex Primer Ministro NTR, quien quiso interpretar todos los papeles en la mitológica Telugu -los buenos y los malos, todos a la vez, en la misma película. La RSC enmascara la indignante economía en que se basa el sector minero en la India. Por ejemplo, según el reciente Informe Lokayukta para Karnataka, por cada tonelada de mineral de hierro extraído por una empresa privada el Gobierno recibe una regalía de 27 rupias [30 céntimos de euro] y la empresa minera obtiene 5000 rupias [unos 85 euros]. En el sector del aluminio y la bauxita las cifras son aún peores. Estamos hablando de robo flagrante por una suma de miles de millones de dólares, lo suficiente para comprar las elecciones, los gobiernos, los jueces, periódicos, canales de televisión, las ONG y los organismos de ayuda. ¿Qué importa un ocasional hospital oncológico aquí o allá?

No recuerdo haber visto el nombre de Vedanta en la larga lista de MDE firmados por el gobierno de Chhattisgarh. Pero tengo una mente suficientemente retorcida como para sospechar que si hay un hospital oncológico debe haber una enorme montaña de bauxita en alguna parte. Pasamos Kanker, famoso por su Escuela de Entrenamiento de Guerra Antiterrorista y Combate de Selva desarrollada por el brigadier B.K. Ponwar, el Rumpelstiltskin [personaje de un cuento de hadas] de esta guerra, encargado de la tarea de convertir policías corruptos y negligentes (escoria) en comandos de selva (oro). "Combatir la guerrilla como una guerrilla", el lema de la Escuela de Entrenamiento de Guerra está pintado en las rocas. A los hombres se les enseña a correr, deslizarse, saltar dentro y fuera de helicópteros en el aire, montar a caballo (por alguna razón), comer serpientes y vivir de la selva. La brigada se enorgullece de instruir perros de la calle para luchar contra los ’terroristas’. Ochocientos policías se gradúan de la Escuela de Entrenamiento de Guerra cada seis semanas. Veinte escuelas similares se planean para toda la India. La fuerza policial gradualmente se viene convirtiendo en un ejército. (En Cachemira es a la inversa, el ejército se está convirtiendo en una inflada y administrativa fuerza de policía). Las cosas puestas de cabeza. De cualquier manera, el enemigo es el pueblo.

Es tarde. Jagdalpur está dormido, a excepción de los muchos enganchadores de Rahul Gandhi [dirigente del gubernamental Partido del Congreso] ofreciendo a la gente unirse a la Juventud del Partido. Rahul Gandhi ha estado dos veces en Bastar durante los últimos meses pero no ha dicho gran cosa sobre la guerra. Es probablemente demasiado sucia como para que el Príncipe de los Pueblos se inmiscuya en este asunto. Sus asesores de imagen deben haberle puesto los pies en el suelo. El hecho que Salwa Judum [Cazadores de la Paz] -el temido grupo parapolicial de vigilancia patrocinado por el gobierno, responsable de violaciones y asesinatos, de quemar pueblos y desplazar a cientos de miles de personas de sus hogares- sea liderado por Mahendra Karma, un diputado del Partido del Congreso, no encaja mucho en la cuidadosamente orquestada publicidad en torno a Rahul Gandhi.

Llegué al mandir de Ma Danteshwari a tiempo para mi cita (el primer día, primera oportunidad). Tenía mi cámara, mi pequeño coco y mi tika pintada con polvo rojo en la frente. Me preguntaba si alguien me observaba riendo. A los pocos minutos una joven se me acercó, llevaba gorra y mochila. Traía las uñas pintadas con un descascarado esmalte rojo. Ni revista Hindi Outlook, ni plátanos. "¿Eres tú la que tenía que venir?", me preguntó. Ningún Namashkar Guruji. Yo no sabía qué decir. Sacó una nota empapada de su bolsillo y me la entregó, "Outlook nahi mila", decía (No se pudo encontrar Outlook).

"¿Y las plátanos?”

"Me los comí -dijo- tenía hambre".

Realmente era una amenaza para la seguridad.

Su mochila decía: ‘Charlie Brown – No tu tonto ordinario’. Dijo que su nombre era Mangtu. Pronto aprendí que Dandakaranya, el bosque en que estaba a punto de entrar, estaba lleno de gente que tenía muchos nombres e identidades fluidas. Era como un bálsamo para mí, esa idea. ¡Qué hermoso, no de estar aferrado a ti mismo para convertirse en otra persona por un momento!

Caminamos hasta la parada de autobús, a sólo unos minutos de distancia del templo. Estaba repleta. Las cosas sucedieron rápidamente. Había dos hombres en motocicleta. No hubo ninguna conversación, sólo una mirada de reconocimiento, un desplazamiento del peso corporal, el ruido de los motores. No tenía idea a dónde íbamos. Pasamos por la casa del Superintendente de Policía (SP), al cual conocí en mi última visita. Era un hombre sincero: "Vea señora, hablando con franqueza este problema no puede ser resuelto por nosotros policial ni militarmente. El problema con estas tribus es que no entienden la codicia. A menos que se vuelvan codiciosos no hay esperanza para nosotros. Le he dicho a mi jefe: retire la fuerza y en lugar coloque un televisor en cada hogar. Todo se resolvería automáticamente".

En poco tiempo íbamos camino a las afueras de la ciudad. Nadie nos seguía. Fue un viaje largo, tres horas en mi reloj. Terminó abruptamente en medio de la nada, en una carretera vacía con bosques a ambos lados. Mangtu bajó, yo también. Motos a la izquierda, cogí mi mochila y seguí a la pequeña amenaza a la seguridad interior hacia el bosque. Era un día hermoso, el suelo del bosque era una alfombra de oro. Al rato salimos a un blanco banco de arena de un ancho lecho de río. Era obviamente alimentado por los monzones, por lo que ahora era más o menos un piso de arena, en el centro iba un arroyo hasta los tobillos, fácil de vadear. Al otro lado estaba «Pakistán». Cuando empezamos a cruzar recordé lo que me había dicho el franco superintendente: “Aléjese de allí, señora, mis muchachos disparan a matar”. Nos imaginé en la mira de un rifle de la policía, pequeñas siluetas sobre el paraje, fáciles de liquidar. Pero Mangtu parecía bastante indiferente y le seguí.

En la otra orilla nos esperaba Chandu, con una camisa de color verde lima que decía «Horlicks!» Una amenaza de seguridad un poco mayor, tal vez veinte años. Tenía una sonrisa encantadora, una bicicleta, un bidón con agua hervida y varios paquetes de galletas de glucosa para mí, gentileza del Partido. Recobramos el aliento y nos pusimos a caminar de nuevo. La bicicleta a fin de cuentas era inútil, la ruta casi en su totalidad no permitía usarla. Subimos colinas escarpadas y bajamos por caminos rocosos muy precarios en las laderas. Cuando no podía pedalear, Chandu levantaba la bicicleta y la ponía sobre su cabeza como si no pesara nada. Comencé a preguntarme acerca de su aire de desconcertado muchacho de pueblo. Descubrí (mucho después) que él podía manejar todo tipo de armas, "a excepción de una LMG", me informó alegremente.

Tres bellos y ebrios hombres con flores en sus turbantes caminaron con nosotros durante una media hora antes de que nuestros caminos se separaran. Al atardecer sus mochilas empezaron a cantar. Tenían gallos en ellos, los habían llevado al mercado pero no habían conseguido vender.

Chandu parece ser capaz de ver en la oscuridad. Yo tengo que usar mi linterna. Los grillos comienzan a cantar y pronto hay una orquesta, una cúpula de sonido sobre nosotros. Anhelo mirar el cielo nocturno pero no me atrevo, tengo que mantener mis ojos en el suelo. Un paso a la vez, concentrada.

Oigo los perros pero no puedo decir a qué distancia están. El terreno se aplana. Echo un furtivo vistazo al cielo, me llena de éxtasis. Espero que paremos pronto. "Pronto" dice Chandu. Resulta ser más de una hora. Veo siluetas de árboles enormes. Llegamos.

El pueblo se ve espacioso, las casas muy lejos una de la otra. La casa en que entramos es hermosa. Hay fuego, algunas personas sentadas alrededor. Hay más gente afuera, en la oscuridad. No puedo decir cuántos, apenas puedo distinguirlos bien. Un murmullo recorre alrededor. Lal Salaam Kaamraid (Saludos rojos, camarada) Lal Salaam, digo yo. Yo estoy más que cansada. La dueña de casa me llama adentro y me da pollo cocido al curry en judías verdes y un poco de arroz rojo, fabuloso. Su bebé está dormido a mi lado, sus tobilleras de plata brillan a la luz del fuego.

Después de la cena extiendo mi saco de dormir. Es un sonido extraño e intrusivo el de la gran cremallera. Alguien pone la radio. La BBC en hindi. La Iglesia de Inglaterra ha retirado sus fondos del proyecto Niyamgiri de Vedanta, citando la degradación ambiental y violaciones a los derechos de la tribu Dongria Kondh. Puedo oír cencerros, resoplidos, pies que se arrastran, y el bufido del ganado. Todo está bien con el mundo. Mis ojos se cierran. Nos levantamos a las cinco, nos movemos cerca de las seis y en un par de horas cruzamos otro río. Caminamos a través de algunos pueblos hermosos. Cada pueblo tiene una familia de árboles de tamarindo que velan por él, como un puñado de enormes dioses benevolentes. Dulce, tamarindo Bastar. A las once el sol está alto y caminar es menos agradable. Nos detenemos en un pueblo para el almuerzo.

Chandu parece conocer a la gente en la casa. Una hermosa jovencita coquetea con él. Se le ve un poco tímido, quizá porque yo estoy cerca. El almuerzo es papaya cruda con masoor dal [parecido al puré de lentejas con especias], y arroz rojo. Y polvo de ají rojo. Vamos a esperar a que el sol pierda algo de fuerza antes de empezar a caminar de nuevo. Nos echamos una siesta en la plaza. Hay una belleza relajante en este lugar. Todo está limpio, no hay desorden. Un gallo negro desfila de arriba a abajo sobre una pared de barro. Una malla de bambú refuerza las vigas del techo de paja y se dobla como un soporte de almacenamiento. Hay una escoba de paja, dos tambores, una cesta de caña tejida, un paraguas roto y toda una pila de cajas vacías de cartón corrugado aplastadas. Algo me llama la atención, necesito mis gafas. Esto es lo que está impreso en el cartón: Ideal Power 90 High Energy Emulsion Explosive (Class-2) SD CAT ZZ. Explosivo de alto poder.

Empezamos a caminar de nuevo a las dos. En el pueblo al que vamos nos encontraremos con una Didi (hermana, camarada) quien sabe cuál será el siguiente paso del viaje. Chandu no lo sabe. Hay una economía de información también, nadie debe saberlo todo. Pero cuando llegamos a la aldea Didi no está allí, no hay noticias de ella. Por primera vez veo una pequeña nube de preocupación en Chandu, una nube grande se asienta sobre mí. No sé como serán los sistemas de comunicación, pero ¿qué pasa si algo ha salido mal?

Estamos detenidos frente a un edificio escolar abandonado, a poca distancia del pueblo. ¿Por qué todas las escuelas rurales del gobierno están construidas como bastiones de hormigón, con persianas de acero en las ventanas y puertas correderas plegables de acero? ¿Por qué no como las casas del pueblo, con barro y paja? Debido a que cumplen la doble misión de cuarteles y bunkers. "En los pueblos en Abhujmad -dice Chandu- las escuelas son así..." Dibuja un plano de construcción sobre la tierra con una ramita, tres octógonos unidos entre sí como un panal. "Así que pueden disparar en todas direcciones." Dibuja flechas para ilustrar su punto, como un gráfico explicativo, parece una rueda de carreta. No hay profesores en ninguna de las escuelas, dice Chandu, todos han huido. ¿O es que ustedes los expulsaron? No, sólo la policía persigue. Pero ¿por qué vendrían los profesores a la selva, cuando reciben sus salarios sentados en su casa? Buen punto.

Me informa que se trata de un “área nueva”. El Partido ha entrado recientemente.

Una veintena de jóvenes llegan, niñas y niños. Son adolescentes o apenas veinteañeros. Chandu explica que se trata de la milicia a nivel de aldea, el peldaño más bajo de la jerarquía militar de los maoístas. Nunca he visto a nadie como ellos antes. Se visten con saris y lungis [el sari es un vestido tradicional en la mujer que puede ser o bien d cuerpo entero o a modo de pareo largo, el lungi es unisex, se lleva tapando el muslo], algunos en uniforme verde oliva desgastado. Los chicos llevan joyas, gorro. Cada uno de ellos tiene una escopeta casera, que se llama un bharmaar. Algunos también tienen cuchillos, hachas, un arco y flechas. Un muchacho lleva un mortero hecho de un pesado tubo GI de un metro. Está lleno de pólvora y metralla y listo para ser disparado. Hace un gran ruido pero sólo puede utilizarse una vez. Aún así, asusta a la policía, dicen, y se ríen. En sus mentes la guerra no parece ser lo principal. Tal vez porque su área se encuentra fuera del área de operaciones de Salwa Judum. Ellos acaban de terminar un día de trabajo ayudando a construir una cerca alrededor de algunas casas del pueblo para mantener las cabras fuera de los cultivos. Están llenos de alegría y curiosidad. Las chicas se ven confiadas y seguras con los chicos. Tengo un sensor para este tipo de cosas, y me siento impresionada. Su trabajo, dice Chandu, es patrullar y proteger a un grupo de cuatro o cinco pueblos y ayudar en los campos, limpiar los pozos o reparar casas, hacer lo que se necesite. Todavía no hay noticias de Didi. ¿Qué hacer? Nada. Esperar. Ayudar en algo, cortar y pelar.

Después de la cena, sin hablar mucho, todos se ponen en fila. Es evidente que nos estamos moviendo. Todo se mueve con nosotros, el arroz, verduras, ollas y sartenes. Salimos del recinto escolar y caminamos en fila hacia el bosque. En menos de media hora llegamos a un claro donde vamos a pasar la noche. No hay absolutamente ningún ruido. En cuestión de minutos todos han extendido sobre el suelo sus láminas de plástico azul, la omnipresente "jhilli” (sin la cual no habría Revolución). Chandu y Mangtu comparten una y me ofrecen la otra para mí. Me asignan el mejor lugar, en la mejor roca gris. Chandu dice que ha enviado un mensaje a Didi, si ella lo recibe estará aquí a primera hora de la mañana. Si lo recibe. Es la habitación más hermosa en la que he dormido en mucho tiempo, mi habitación privada en un hotel de mil estrellas. Estoy rodeada de esos extraños, hermosos chavales con su curioso arsenal. Con seguridad todos son maoístas. ¿Todos ellos van a morir? ¿Es para ellos la Escuela de Instrucción para la Guerra en la Selva? ¿Y los helicópteros de combate, la imagen térmica y las miras láser?

¿Por qué deben morir? ¿Para qué? ¿Para convertir todo esto en una mina? Recuerdo mi visita a las minas a cielo abierto del mineral de hierro en Keonjhar, Orissa. Allí una vez hubo bosques y niños como éstos. Ahora la tierra es como una herida en carne viva, de color rojo. Polvo rojo llena tus fosas nasales y tus pulmones. El agua es de color rojo, el aire es rojo, la gente es roja, sus pulmones y el pelo son de color rojo. Todo el día y la noche los camiones rugen a través de sus aldeas, en caravana, miles y miles de camiones, llevando mineral al puerto Paradip, desde donde se irá a China. Allí se convertirán en coches y en humo y en ciudades que surgen repentinamente durante la noche. En una "tasa de crecimiento" que deja sin aliento a los economistas. En armas para hacer la guerra.

Todo el mundo está durmiendo a excepción de los centinelas que toman turnos de una hora y media. Finalmente puedo ver las estrellas. Cuando yo era niña y crecía a las orillas del río Meenachal, solía pensar que el sonido de los grillos -que siempre aparecía en el crepúsculo- era el sonido de las estrellas calentando sus motores, listas para brillar. Estoy sorprendida de lo mucho que me gusta estar aquí. No hay ningún otro lugar del mundo en donde preferiría estar. ¿Quién debiera ser yo esta noche? ¿Camarada Rahel bajo las estrellas? Tal vez Didi venga mañana. Llegan a primera hora de la tarde. Puedo verlos desde la distancia, unos quince de ellos, todos de uniforme verde olivo corriendo hacia nosotros. Incluso desde la distancia, por la forma en que corren, puedo decir que son los pesos pesados. El Ejército Guerrillero de Liberación Popular (EGLP). Para ellos son los equipos de imagen térmica y las miras láser. Para ellos es la Escuela de Instrucción de Guerra.

Llevan armas de verdad, INSAS, SLR, dos tienen AK-47. El líder de escuadrón es el camarada Madhav que ha estado con el Partido desde que tenía nueve años. Él es de Warangal, Andhra Pradesh. Está molesto y muy avergonzado: Hubo una seria falla de comunicación, dice una y otra vez, que nunca suele ocurrir. Se suponía que usted debía haber llegado al campamento principal en la primera noche; alguien perdió el mando en el relevo en la selva; la bajada desde la motocicleta debía ser en un lugar completamente diferente. "Le hemos hecho esperar, le hicimos caminar mucho. Corrimos todo el camino cuando recibimos el mensaje de que usted estaba aquí”. Le dije que estaba bien, que yo había venido preparada para esperar y caminar y escuchar. Él quiere que nos vayamos de inmediato, porque la gente en el campamento estaba esperando preocupada.

Son algunas horas a pie hasta el campamento, se hace de noche cuando llegamos. Hay varias líneas de centinelas y círculos concéntricos de patrullaje. Debe haber un centenar de compañeros alineados en dos filas. Todo el mundo tiene un arma. Y una sonrisa. Comienzan a cantar: Lal lal salam, lal lal salaam, aane vaaley saathiyon ko lal lal Salaam. (saludos rojos a los camaradas que han llegado). Fue cantada con dulzura, como si fuera una canción popular acerca de un río o de una flor de los bosques. Con la canción iba el saludo, el apretón de manos y el puño cerrado. Todo el mundo saluda a todo el mundo, murmurando Lalslaam, mlalslaa mlalslaam...

Aparte de una gran jhilli azul extendida sobre el suelo, de unos quince metros cuadrados, no hay más señales de un "campamento". Pero aquí hay un techo de jhilli también, es mi habitación para la noche. O estaba siendo recompensada por mis días de marcha o era mimada por adelantado por lo que me esperaba. O las dos cosas. De cualquier forma, fue la última vez en todo el viaje que iba a tener un techo sobre mi cabeza. Durante la cena me reúno con la camarada Narmada, a cargo de la Krantikari Adivasi Mahila Sangathan, KAMS [Organización Revolucionaria de Mujeres Adivasi], quien tiene precio puesto a su cabeza, el camarada Saroja del EGLP que es tan alto como su SLR, la camarada Maase (que significa Muchacha Negra en Gondi) quien también tiene precio puesto a su cabeza, camarada Roopi, el asistente técnico, el camarada Raju quién está a cargo de la División con la que estuve caminando, y el camarada Venu (o Murali o Sonu o Sushil, como usted desee llamarlo), claramente el más experimentado de todos ellos. Tal vez del Comité Central, tal vez incluso del Buró Político. No me lo dijo, no se lo pregunté. Entre nosotros hablamos Gondi, Halbi, Telugu, Punjabi y Malayalam. Sólo Maase habla inglés. (¡Así que todos se comunican en hindi!). La camarada Maase es alta y tranquila y le cuesta enormemente entrar en conversación. Pero por la manera que ella me aborda puedo decir que es muy lectora. Y que echa de menos tener libros en la selva. Ella me va a contar su historia sólo mucho después, cuando ya confíe en mí su dolor.

Llegan malas noticias a la manera de la selva. Un corredor con ’galletas’, notas manuscritas sobre hojas de papel, dobladas y grapadas en cuadrados pequeños. Hay una bolsa llena de ellas, como chips. Hay noticias de todas partes: La policía ha matado a cinco personas en la aldea de Ongnaar, cuatro de la milicia y un aldeano ordinario: Santhu Pottai (25 años), Phoolo Vadde (22), Kande Potai (22), Ramoli Vadde (20), Dalsai Koram (22). Podrían haber sido los jóvenes de mi dormitorio estrellado de la noche anterior.

Entonces llegan buenas noticias. Un pequeño contingente de personas con una joven regordeta. Ella está fatigada, pero tiene un aspecto completamente nuevo. Todo el mundo los admira y comenta sobre su aspecto, ella parece tímida y complacida. Es una médica que ha venido a vivir y trabajar con los camaradas en el bosque. La última vez que un médico visitó Dandakaranya fue hace muchos años.

En la radio hay noticias sobre la reunión del Ministro del Interior con los Ministros de los estados afectados por "el extremismo de izquierda" para discutir sobre la guerra. Los Ministros de Jharkhand y Bihar han sido recatados y no han asistido. Todo el mundo sentado alrededor de la radio se ríe. En época de elecciones, dicen, durante la campaña e incluso tras uno o dos meses después que el gobierno se forme, todos los políticos dicen cosas como “los Naxalitas son nuestros hijos”. Usted puede configurar su reloj al horario de cuándo cambian de opinión y les crecen los colmillos.

Me presentaron a la camarada Kamla. Me indican que en ningún caso puedo ir más lejos que cinco pies de distancia de mi jhilli sin despertarla. Esto porque todo el mundo se desorienta en la oscuridad y podía terminar completamente perdida (no pienso despertarla, yo duermo como un tronco). Por la mañana Kamla me regala un paquete de polietileno de color amarillo con una esquina cortada. Una vez fue un envase para contener Aceite de Soja Refinado Abis Gold, ahora era mi tazón de té. Nada se desperdicia en el camino de la Revolución.

(Aún hoy pienso en la camarada Kamla todo el tiempo, todos los días. Ella tiene 17 años. Lleva una pistola casera en la cadera. Y cielos, ¡qué sonrisa! Pero si la policía se cruza con ella, la van a matar. Tal vez la violen primero. No harán preguntas, porque ella es una Amenaza a la Seguridad Interior.)

Después del desayuno el camarada Venu (Sushil, Sonu, Murali) me está esperando, sentado con las piernas cruzadas sobre su jhilli, observando a todo el mundo como un delicado maestro de escuela. Voy a tener una lección de historia o, más exactamente, una conferencia sobre la historia de los últimos treinta años en la selva de Dandakaranya, que ha terminado en la guerra que los envuelve actualmente. Por supuesto, es la versión de los partisanos. Pero ¿qué historia no es versión de alguien? En cualquier caso, la historia secreta debe hacerse pública si es que va a ser impugnada, contrastada, en vez de limitarse al engaño, que es lo que está sucediendo ahora.

El camarada Venu tiene un estilo calmado, tranquilizante, y una suave voz que en los días subsiguientes conservará aún en un contexto que a mí me enervaría por completo. Esta mañana habla durante varias horas, casi continuamente. Es como un administrador de una tienda pequeña que tiene un montón gigante de teclas con las que abre un enredo de armarios llenos de historias, canciones y reflexiones.

El camarada Venu estaba en uno de los siete escuadrones armados que cruzaron el Godavari desde Andhra Pradesh y entraron en el Bosque Dandakaranya (DK, en la jerga del Partido) en junio de 1980, hace treinta años. Él es uno de los primeros cuarenta y nueve. Pertenecían al Grupo Guerra Popular (GGP), una facción del Partido Comunista de India (Marxista-Leninista) PCI (ML), los naxalitas originales. En abril de ese año GGP se presentó oficialmente como un Partido separado e independiente, bajo la dirección de Kondapalli Seetharamiah. GGP decidió construir un ejército permanente, para lo cual necesitan una base. DK iba a ser esa base, y los primeros destacamentos fueron enviados para reconocer la zona y comenzar el proceso de construcción de zonas guerrillas. El debate acerca de si los partidos comunistas deben tener un ejército permanente y tener o no un "Ejército Popular" es una contradicción intrínseca, es antigua. La decisión del GGP de construir un ejército resultaba de su experiencia en Andhra Pradesh, donde su campaña “tierra para quien la trabaja” dio paso a un enfrentamiento directo con los terratenientes, y resultó en un tipo de represión policial que el Partido consideró imposible resistir sin una fuerza de combate entrenada para este efecto. (En el año 2004 GGP se fusionó con las otras facciones del PCI (ML), Partido Unidad (PU) y el Centro Comunista Maoísta (MCC) -que funcionaban en su mayor parte fuera de Bihar y Jharkhand- para llegar a ser lo que ahora es el Partido Comunista de la India (Maoísta)).

Dandakaranya es parte de lo que los británicos, a su manera de hombre blanco, llamaron Gondwana, tierra de los gond. Hoy en día los límites del estado de Madhya Pradesh, Chhattisgarh, Orissa, Andhra Pradesh y Maharashtra dividen este bosque. Dividir los pueblos problemáticos en distintas unidades administrativas es un viejo truco. Pero estos maoístas y gonds maoístas no le prestan mucha atención a cosas como las fronteras estatales. Tienen diferentes mapas en la cabeza y al igual que las demás criaturas de la selva, tienen sus propios caminos. Para ellos, las carreteras no están hechas para caminar sobre ellas, son sólo para ser atravesadas o, como es cada vez más el caso, para una emboscada. Aunque los gonds (divididos entre las tribus koya y dorla) son con mucho la gran mayoría de la población, hay también pequeños asentamientos de otras comunidades tribales. Las comunidades no adivasi, los comerciantes y colonos, viven en los bordes del bosque, cerca de las carreteras y los mercados.

Los miembros del GGP no fueron los primeros en llegar a Dandakaranya. Baba Amte, el conocido seguidor de Gandhi abrió su ashram [comunidad espiritual] y un hospital de leprosos en Warora en 1975. La misión Ramakrishna había comenzado a abrir escuelas rurales en los remotos bosques de Abhujmad. En el norte de Bastar, Baba Bihari Das había comenzado un esfuerzo agresivo para "acercar las tribus de nuevo al redil hindú”, que supuso una campaña para denigrar la cultura tribal, inducir el auto rechazo e introducir el gran regalo del hinduismo: las castas. A los primeros convertidos, los jefes de las aldeas y los grandes terratenientes –a gente como Mahendra Karma, fundador del Salwa Judum [fuerza paramilitar amparada y financiada por el Estado]- le fue otorgado el estatuto de Dwij, dos veces nacido, brahmán. (Por supuesto, esto tenía algo de estafa, porque nadie puede convertirse en un brahmán. Si pudieran, seríamos una nación de brahmanes). Pero este hinduismo falsificado se consideró lo suficientemente bueno para los pueblos tribales, al igual que la falsificación de marcas de todo lo demás que se vende en los mercados rurales, galletas, jabón, fósforos, aceite. Como parte del proceso de Hindutva [hinduización, versión moderna e intolerante del hinduísmo] los nombres de las aldeas fueron cambiados en los registros de tierras y como resultado ahora la mayoría tiene dos nombres, el nombre del pueblo y el nombre del gobierno. El pueblo de Innar por ejemplo, se convirtió en Chinnari. En los registros electorales los nombres tribales fueron cambiados a nombres hindúes (Massa Karma se convirtió en Mahendra Karma). Aquellos que no se presentaron para unirse al rebaño hindú fueron declarados “Katwas” (que para ellos significa Intocables) quienes más tarde se convirtieron en la base natural para los maoístas.

El GGP comenzó primero a trabajar en el sur de Bastar y Gadchiroli. El camarada Venu describe con detalle esos primeros meses: los aldeanos sospechaban de ellos y no los dejaban entrar en sus casas. Nadie les ofrecería comida ni agua. La policía hizo correr el rumor que eran ladrones y las mujeres ocultaban sus joyas en las cenizas de las estufas. Hubo una enorme represión. En noviembre de 1980, en Gadchiroli, la policía abrió fuego en una reunión de la aldea y mataron a un destacamento entero. Ese fue el primer asesinato-“enfrentamiento” en DK. Fue un traumático retroceso y los camaradas se retiraron a través del Godavari y regresaron a Adilabad. Pero volvieron en 1981. Comenzaron a organizar los pueblos tribales por la demanda de un aumento en el precio que se pagaba para hojas de tendu [tabaco] (que se usan para hacer beedis [cigarrillos]). En ese momento los comerciantes pagaban 3 paisa [3 céntimos de rupia, al cambio actual 1 euro equivale a 64 rupias, lo que da una idea de la cantidad que se les pagaba, ínfima e insignificante] para un paquete de alrededor de 50 hojas. Fue un trabajo formidable organizar a la gente del todo desconocedora con este tipo de política, y conducirlos a la huelga. A la larga la huelga fue un éxito y el precio se duplicó, a 6 paisa el paquete. Pero el verdadero éxito para el partido fue ser capaz de demostrar el valor de la unidad y una nueva manera de llevar adelante una negociación política. Hoy, después de varias huelgas y agitaciones, el precio de un paquete de hojas de tendu es 1 rupia [no llega a los dos céntimos de euro]. (Parece un poco improbable a estas tasas, pero el volumen de negocios del tendu se estima en cientos de crores de rupias [1 crore equivale a 10 millones]) Cada temporada el Gobierno genera ofertas y permite a los contratistas extraer un volumen fijo de hojas de tendu -por lo general entre 1500 y 5000 bolsas estándar conocidas como manak boras [aquí lo llamaríamos fardos]. Cada manak bora contiene alrededor de 1000 paquetes. (Por supuesto no hay manera de garantizar que los contratistas no extraen más de lo que están autorizados). Cuando el tendu entra en el mercado se vende por kilos. La escandalosa aritmética y el astuto sistema de medidas que convierte paquetes en manak boras y luego en kilos es controlado por los contratistas, y deja mucho espacio para la manipulación de la peor especie. La estimación más conservadora pone a sus ganancias por bolsa estándar en alrededor de 1100 rupias [unos 16 euros]. (Eso es, después de pagar una comisión al Partido de 120 rupias [no llega a 2 euros] por saco.) Incluso por ese monto un pequeño contratista (1500 sacos) hace alrededor de 16 lakh [1,6 millones de rupias] en una temporada y un gran contratista (5000 sacos) consigue hasta 55 lakh [5,5 millones de rupias]. Una estimación más realista resulta en varias veces esta cantidad. Mientras tanto la Más Grave Amenaza a la Seguridad Interior hace justo lo suficiente para mantenerse con vida hasta la próxima temporada.

Somos interrumpidos por algunas risas y vemos a Nilesh, uno de los jóvenes camaradas del EGLP, caminando rápidamente hacia el sector de cocina, golpeándose a sí mismo. Cuando él se acerca veo que está llevando un nido de enfurecidas hormigas rojas que se han extendido por todo el cuerpo y le muerden los brazos y el cuello. Nilesh se está riendo también. "¿Alguna vez ha comido chutney [conserva agridulce que se usa para acompañar carnes, aves y paté] de hormiga?" me pregunta el camarada Venu. Conozco las hormigas rojas y desde mi niñez en Kerala he sido mordida por ellas, pero nunca las he comido. (El chutney resulta ser agradable. Amargo, mucho ácido fólico.)

Nilesh es de Bijapur, que está en el corazón de las operaciones de Salwa Judum. El hermano menor de Nilesh se unió a los Judum en una de sus fiestas de saqueos y quema y se hizo un Oficial de Policía Especial. Vive en el campamento Basaguda con su madre, su padre se negó a ir y se quedó en el pueblo. En efecto, se trata de una disputa de sangre en la familia. Más tarde, cuando tuve la oportunidad de hablar con él le pregunté por qué su hermano Nilesh había hecho eso. "Era muy joven”, dijo Nilesh. “Se le presentó una oportunidad de huir, herir personas y quemar casas. Se volvió loco, hizo cosas terribles. Ahora se ha quedado atrapado. Nunca podrá volver a la aldea, no será perdonado. Él lo sabe. "

Volvemos a la lección de historia. La próxima gran lucha del Partido, dice el camarada Venu, fue contra los Molinos de Papel Ballarpur. El Gobierno ha dado a la Thapars un contrato de 45 años para extraer 1,5 lakh [150 mil] toneladas de bambú con precios enormemente subsidiados (cosa pequeña en comparación con la bauxita, pero aún así). A las tribus se las pagaban 10 paisa por un paquete que contiene 20 cañas de bambú. (No voy a ceder a la vulgar tentación de comparar esto con los beneficios que la Thapars estaba haciendo.) Una larga agitación, una huelga seguida de negociaciones con funcionarios de la fábrica de papel en presencia del pueblo y el precio se triplicó a 30 paisa por paquete. Para los pueblos tribales se trataba de grandes logros. Otros partidos políticos han hecho promesas, pero nunca mostraron signos de cumplirlas. La gente empezó a acercarse al GGP preguntando si podían unirse.

Pero las políticas hacia el tendu, bambú y otros productos forestales eran estacionales. El problema permanente, la pesadilla real para la vida de las personas era el mayor terrateniente de todos, el Departamento Forestal. Cada mañana los funcionarios forestales, incluso los más jóvenes [se refiere a los recién llegados al puesto], pueden aparecer en los pueblos como un mal sueño, impidiendo a los aldeanos arar sus campos, recolectar leña, arrancar las hojas, cosechar la fruta, pastorear su ganado, vivir. Trajeron elefantes a los campos invadidos y esparcieron semillas de Babool [árbol espinoso, muy agresivo] para destruir la tierra cuando ellos pasaban. El pueblo sería detenido, humillado, sus cultivos destruidos. Por supuesto, desde el punto de vista del Departamento Forestal se trataba de personas en una actividad ilegal inconstitucional y el Departamento se limitaba a hacer cumplir el Estado de Derecho. (Su explotación sexual de las mujeres era un beneficio adicional añadido en la dificultad de la empresa).

Envalentonados por la participación del pueblo en estas luchas, el Partido decidió enfrentarse con el Departamento Forestal. Se alentó a la gente a ocupar los terrenos forestales y cultivarlos. El Departamento Forestal tomó represalias quemando los pueblos nuevos que surgieron en la zona. En 1986 se anunció un Parque Nacional en Bijapur, lo que significaba el desalojo de 60 aldeas. Más de la mitad de ellos ya habían sido desplazados y la construcción del Parque Nacional se había iniciado cuando el Partido llegó a la zona. Demolió las obras de construcción y detuvo el desalojo de los pueblos restantes. Impidió que el Departamento Forestal entrara en la zona. En algunas ocasiones los funcionarios fueron capturados, atados a los árboles y golpeados por los aldeanos. Fue la catárquica venganza por generaciones de explotación. Finalmente el Departamento Forestal huyó. Entre 1986 y 2000 el Partido redistribuyó 300.000 hectáreas de tierras forestales. Hoy en día -dice el camarada Venu- no hay campesinos sin tierra en Dandakaranya.

Para la actual generación de jóvenes el Departamento Forestal es un recuerdo lejano, como aquella clase de historias que las madres cuentan a sus hijos acerca de un pasado mitológico de servidumbre y humillación. Para la generación más adulta, liberarse del Departamento Forestal significó una libertad verdadera. Se podía tocar, probar. Es algo inmensamente más significativo que lo que la Independencia de la India podría ser. Comenzaron a unirse alrededor del Partido que había luchado con ellos.

El equipo del escuadrón siete había recorrido un largo camino. Su influencia ahora se extendió por 60.000 kilometros cuadrados de bosque, miles de pueblos y millones de personas.

Pero la salida del Departamento Forestal anunció la llegada de la policía, junto a una época de derramamiento de sangre. Falsos “enfrentamientos” por parte de la policía, emboscadas por parte del GGP. Con la redistribución de la tierra vinieron otras responsabilidades: el riego, la productividad agrícola y el problema de una población en expansión que arbitrariamente abre tierras en el bosque. Se tomó la decisión de separar el “trabajo de masas” y el “trabajo militar”.

Actualmente Dandakaranya es administrado por una elaborada estructura de Janatana Sarkars (gobiernos populares). Los principios de organización provienen de la revolución china y la guerra de Vietnam. Cada Janatana Sarkar es elegido por un grupo de aldeas cuya población conjunta puede ir desde 500 hasta 5000. Tiene nueve departamentos: Krishi (agricultura), Vyapar-Udyog (comercio e industria), Arthik (economía), Nyay (justicia), Raksha (defensa), Hospital (salud), Jan Sampark (relaciones públicas), la School-Riti Rivaj (educación y cultura) y Selva. Un grupo de Janatana Sarkars, se inscriben en un Comité de Área. Tres Comités de Área constituyen una División. Hay diez Divisiones en Dandakaranya. "Tenemos ahora un departamento de Resguardo de la Selva -dice el Camarada Venu- usted debe haber leído el informe del Gobierno que dice que los bosques han aumentado en las zonas Naxalitas."

Irónicamente -dice el camarada Venu- los primeros en beneficiarse de la campaña del partido contra el Departamento Forestal fueron los Mukhiyas (jefes de aldea), la brigada Dwij. Utilizaron su fuerza de trabajo y sus recursos para tomar tanta tierra como podían, mientras todo iba bien. Pero entonces la gente comenzó a acercarse al Partido con sus "contradicciones internas", como curiosamente lo expone el camarada Venu. El Partido empezó a dirigir su atención a cuestiones de equidad, las clases y la injusticia en la sociedad tribal. Los grandes terratenientes detectaron problemas en el horizonte. A medida que la influencia del Partido crecía, ellos comenzaban a decaer. Cada vez más personas exponían sus problemas al Partido en lugar de exponerlos a los Mukhiyas. Las viejas formas de explotación comenzaron a ser cuestionadas. El día de la primera lluvia tradicionalmente se suponía que el pueblo iría a cultivar primero la tierra de los Mukhiyas en lugar de la propia. Esto terminó, ya no se ofrecieron más para los primeros días de recolección de mahua [un tipo de planta que crece mucho y produce una especie de aceite] u otros productos forestales. Obviamente, algo había que hacer.

Llegó Mahendra Karma, uno de los mayores terratenientes de la región y al mismo tiempo un miembro del Partido Comunista de India (CPI). En 1990 reunió un grupo de Mukhiyas y terratenientes y comenzó una campaña llamada Jan Jagran Abhiyan (Campaña Pública Despertar). Su forma de “despertar” al “público” era formar una partida de caza con unos trescientos hombres para peinar el bosque matando a la gente, quemando casas y abusando sexualmente de las mujeres. El entonces Gobierno de Madhya Pradesh (Chhattisgarh aún no había sido creado) les proporcionó resguardo policial. En Maharashtra algo similar, denominado "Frente Democrático", inició su asalto. El Grupo Guerra Popular respondió a todos ellos al estilo de la Guerra Popular, asesinando a algunos de los terratenientes más notorios. En pocos meses el Jan Jagran Abhiyan, el "terror blanco" -de acuerdo al término que utiliza el Camarada Venu- se desvaneció. En 1998 Mahendra Karma, que para entonces ya se había unido al Partido del Congreso, trató de revivir el Jan Jagran Abhiyan. Esta vez fracasó aún más rápido que antes.

Luego, en el verano de 2005, la fortuna les favoreció. En abril, el Gobierno de BJP [Partido del Pueblo, de corte hinduísta y mucho más derechista que el Partido del Congreso] en Chhattisgarh firmó dos memorandos de entendimiento para establecer plantas integradas de acero (cuyos términos son secretos). Uno de 7.000 crore [un crore equivale a 10 millones de rupias] con Essar Steel en Bailadila, y el otro por 10.000 crore con Tata Steel en Lohandiguda. Ese mismo mes el primer ministro Manmohan Singh hizo su famosa declaración acerca de que los maoístas son "la Más Grave Amenaza a la Seguridad Interior" de la India. (Fue extraño decirlo en ese momento, porque en realidad sucedió lo contrario.

El Gobierno en Andhra Pradesh acababa de maniobrar contra los maoístas, diezmándolos. Perdieron cerca de 1.600 de sus cuadros y estaban en completo desorden). La declaración del Primer Ministro puso a los títulos de valor de las empresas mineras en alza. También envió una señal a los medios de comunicación que los maoístas eran un blanco legítimo para cualquier persona que decidiera ir tras ellos. En junio de 2005, Mahendra Karma convocó a una reunión secreta de Mukhiyas en la aldea de Kutroo y anunció el Salwa Judum (la cacería de purificación), una mezcla encantadora de terrenalidad tribal y sentimiento Dwij/Nazi. A diferencia de la Jan Jagran Abhiyan, Salwa Judum fue una operación de limpieza destinada a desplazar a los pueblos desde sus aldeas hacia campamentos cercanos a la carretera, donde pudieran ser vigilados y controlados. En términos militares se denominan Aldeas Estratégicas. Fueron ideadas por el General Sir Harold Briggs en 1950, cuando los ingleses estaban en guerra contra los comunistas en Malasia. El Plan Briggs se hizo muy popular entre el ejército indio, que lo ha aplicado en Nagaland, Mizoram y en Telengana. El Primer Ministro BJP de Chhattisgarh, Raman Singh, anunció que en lo que a su gobierno incumbía, los aldeanos que no se movieran de los campamentos se considerarían maoístas. Así que en Bastar para un aldeano común sólo quedarse en casa viviendo una vida ordinaria se convirtió en el equivalente a entregarse a la actividad terrorista.

Junto a un tazón de acero con té negro, como un regalo especial, alguien me alcanza un par de auriculares y enciende un pequeño reproductor MP3. Es una grabación del Sr. D.S. Manhar, en ese tiempo Superintendente de Policía de Bijapur, informando por radio a un funcionario subalterno acerca de las recompensas y los incentivos que el Estado y el Gobierno Central ofrecen a las aldeas ’jagrit’ (las que ‘despertaron’), y para las personas que están de acuerdo con trasladarse a los campamentos. Luego da instrucciones precisas de que los pueblos que se nieguen a “ceder” deben ser quemados y los periodistas que deseen cubrir a los naxalitas deben ser fusilados en el acto. (Yo había leído sobre esto en los periódicos hacía tiempo. Cuando la noticia se hizo pública, a modo de castigo -no está claro para quién-, el Superintendente fue trasladado a la Comisión Estatal de Derechos Humanos.)

El primer pueblo que Salwa Judum quemó (el 18 de junio de 2005) fue Ambeli. Entre junio y diciembre de 2005 quemaron, mataron, violaron y saquearon en su camino a través de cientos de pueblos del sur de Dantewara. El centro de sus operaciones fueron los distritos de Bijapur y Bhairamgarh, cerca de Bailadila, donde se proyectaba la nueva planta de Essar Steel. No es coincidencia que estos también fueran bastiones maoístas, donde los Janatana Sarkars habían hecho un gran trabajo, especialmente en la construcción de estructuras de recolección de agua. Los Janatana Sarkars se convirtieron en el blanco especial de los ataques de Salwa Judum. Cientos de personas murieron de la manera más brutal. Cerca de sesenta mil personas se trasladaron a los campamentos, algunos voluntariamente, otros por el terror. De éstos, cerca de tres mil fueron nombrados Oficiales de la Policía Especial con un salario de mil quinientas rupias [al mes].

Por estas migajas miserables los jóvenes, como el hermano de Nilesh, se han condenado a una cadena perpetua en un recinto de alambre de púas. Crueles como lo han sido, podrían terminar siendo las peores víctimas de esta horrible guerra. Ninguna de las sentencias del Tribunal Supremo que ordena el desmantelamiento de Salwa Judum puede cambiar su destino. Los restantes cientos de miles de personas salieron fuera del radar del gobierno. (Pero no los fondos de desarrollo destinados para estos 644 pueblos. ¿Qué pasa con esa pequeña mina de oro?) Muchas de estas personas se dirigieron a Andhra Pradesh y Orissa, donde por lo general migran para trabajar como mano de obra durante la temporada de recolección de chile. Pero decenas de miles de personas huyeron a la selva, donde todavía se mantienen viviendo sin refugio y volviendo a sus campos y hogares sólo durante el día.

En la estela de Salwa Judum apareció un enjambre de estaciones de policía y cuarteles. La idea era garantizar un cordón de seguridad para “reocupar” los territorios controlados por maoístas. El supuesto era que los maoístas no se atreverían a atacar una gran concentración de fuerzas de seguridad. Los maoístas, por su parte, se dieron cuenta de que si no rompían el cordón de seguridad equivaldría a abandonar al pueblo cuya confianza se habían ganado y con quienes habían vivido y trabajado durante veinticinco años. Se devolvió el golpe en una serie de ataques en el corazón de la red de seguridad.

El 26 de enero de 2006 el EGLP atacó el campamento de policía de Gangalaur y mató a siete personas. El 17 de julio de 2006 el campamento de Salwa Judum en Erabor fue atacado, 20 personas murieron y 150 fueron heridos. (Es posible que haya leído al respecto: "Los maoístas atacaron el campamento de refugiados que había creado por el gobierno estatal para proporcionar viviendas a quienes huían de sus pueblos producto del terror desatado por los naxalitas.") El 13 de diciembre 2006 atacaron el "campamento de socorro" de Basaguda y mataron a tres oficiales de policía especial y un alguacil. El 15 de marzo de 2007 ocurrió el más audaz de todos los ataques. Ciento veinte guerrilleros del EGLP atacaron el ashram de Rani Bodili Kanya, un albergue de niñas que había sido convertido en cuartel de policía para 80 efectivos de Chhattisgarh (y agentes de policía especial) mientras las niñas todavía vivían allí como escudos humanos. El EGLP entró en el recinto, acordonó el edificio anexo en el que vivían las niñas y atacó los cuarteles. 55 policías y agentes especiales fueron aniquilados. Ninguna de las niñas resultó herida. (El cándido Superintendente de Policía de Dantewara me había mostrado su presentación en Power Point con fotografías espeluznantes de los cuerpos quemados, destripados, de los policías en medio de las ruinas del edificio de la escuela que fue detonado. Era tan macabro que era imposible no mirar a otro lado. Él observó satisfecho mi reacción.) El ataque a Rani Bodili causó revuelo en el país. Organizaciones de Derechos Humanos condenaron a los maoístas no sólo por su violencia, sino también por su posición anti-educación y el ataque a las escuelas. Pero en Dandakaranya el ataque a Rani Bodili se convirtió en leyenda: canciones, poemas y obras fueron escritas al respecto.

La contraofensiva maoísta rompió el cordón de seguridad y dio a la gente un respiro. La policía y Salwa Judum se retiraron a sus campamentos, de los que ahora emergen sólo en grupos de 300 o 1000 -por lo general en medio de la noche- para llevar a cabo operaciones de Acordonamiento y Búsqueda en las aldeas. Poco a poco, a excepción de la policía Especial y sus familias, el resto de la gente en los campos de Salwa Judum comenzó a regresar a sus aldeas. Los maoístas les dieron la bienvenida a su regreso y anunciaron que incluso podrían volver oficiales de policía especial si realmente se arrepentían públicamente de sus acciones. Los jóvenes comenzaron a afluir al EGLP. (El EGLP se constituyó formalmente en diciembre de 2000. En los últimos treinta años, sus destacamentos armados se habían extendido muy gradualmente hasta constituir secciones, las secciones se habían convertido en pelotones y pelotones en compañías. Pero después de las depredaciones de Salwa Judum, el EGLP fue rápidamente capaz de alcanzar la fuerza de batallón.) Salwa Judum no solo había fallado, había fracasado rotundamente. Como ahora sabemos, no fue sólo una operación local de poca monta. Sin importar el doble lenguaje en la prensa, Salwa Judum fue una operación conjunta del Gobierno del Estado de Chhattisgarh y el Partido del Congreso, que estaba en el poder central. No podía permitirse un fracaso.

No cuando todos los memorandos de entendimiento aún estaban esperando, como ramilletes marchitándose en el mercado matrimonial. El Gobierno estaba enormemente presionado por desarrollar un nuevo plan y así emergió la Operación Caza Verde. Los Oficiales de Policía Especial de Salwa Judum ahora se llaman Comandos Koya. Se ha desplegado la Fuerza Armada Chhattisgarh (CAF), el Fuerza de Policía de Reserva Central (CRPF), la Fuerza de Seguridad Fronteriza (BSF), la Policía de Fronteras Indo-Tibetana (ITBP), la Fuerza de Seguridad Industrial Central (CISF), los Grey Hounds [Sabuesos Grises], Escorpiones, Cobras. Y una política que es cariñosamente han llamado WHAM, Winning Hearts and Minds [Ganando Corazones y Mentes].

Guerras importantes a menudo se desarrollan en lugares inesperados. El capitalismo de libre mercado derrotó el comunismo soviético en las sombrías montañas de Afganistán. Aquí, en los bosques de Dantewara se libra una batalla por el alma de la India. Mucho se ha hablado de la profunda crisis en la democracia de la India y la colusión entre las grandes corporaciones, los principales partidos políticos y las fuerzas de seguridad. Si cualquiera quisiera hacer un rápido chequeo al azar, Dantewara es el lugar para ir.

Un proyecto de informe sobre Relaciones Agrarias del Estado y la Inconclusa Tarea de la Reforma Agraria (Volumen 1) indica que Tata Steel y Essar Steel fueron quienes financiaron la primera aparición de Salwa Judum. Puesto que se trata de un informe del Gobierno, creó un frenesí cuando se presentó en la prensa. (Este hecho ha sido posteriormente eliminado en el Informe final. ¿Fue un error genuino, o alguien recibió una suave palmadita de acero integrado en el hombro?).

El 12 de octubre de 2009 debía celebrarse la audiencia pública resolutiva para la planta siderúrgica de Tata en Lohandiguda, donde los pueblos locales podían acudir, pero en realidad tuvo lugar en una sala pequeña en el interior de la Receptoría en Jagdalpur, a muchos kilómetros de distancia, acordonada con extrema seguridad. Un público contratado de 50 miembros de las tribus fue llevado en un convoy de jeeps del gobierno. Después de la reunión, el Receptor de Distrito felicitó “al pueblo de Lohandiguda” por su cooperación. Los diarios locales informaron la mentira a pesar de que lo sabían bien (los auspiciadores los contrataron). Pese a las objeciones de los aldeanos, la adquisición de terrenos para el proyecto había comenzado.

Los maoístas no son los únicos que tratan de derrocar el Estado indio. Ya ha sido depuesto en varias ocasiones por el fundamentalismo hindú y el totalitarismo económico.

Lohandiguda, a cinco horas de Dantewara, nunca fue una zona naxalita, pero ahora lo es. La camarada Joori, que estaba sentada a mi lado mientras comía el chutney de hormigas, trabaja en la zona. Dijo que decidieron ir allí luego que algunas pintadas comenzaron a aparecer en las paredes de casas de pueblo diciendo ‘Naxali Ao, Hamein Bachao’ (¡Naxalitas, vengan a salvarnos!). Hace unos meses Vimal Meshram, presidente de la aldea Panchayat fue asesinado a tiros en el mercado. "Era un hombre de Tata”, dice Joori. “Él forzaba a la gente a abandonar sus tierras y aceptar la indemnización. Es bueno que él haya sido aniquilado. Hemos perdido a un compañero también, le dispararon. ¿Quieres más Chapoli?” Ella sólo tiene veinte años. “No vamos a permitir que Tata llegue allí. La gente no los quiere”. Joori no es del EGLP, está en el Chetna Natya Manch (CNM), el ala cultural del Partido. Ella canta, escribe canciones. Es de Abhujmad (está casada con el camarada Madhav, se enamoró de su canto cuando él visitó su pueblo junto a una tropa CNM).

Siento que debo decir algo en este momento. Acerca de la inutilidad de la violencia, sobre lo inaceptable de las ejecuciones sumarias. Pero, ¿qué debo sugerir hacer? ¿Vaya a la corte? ¿Hagan un dharna [una manifestación pacífica] en Jantar Mantar, en Nueva Delhi? ¿Una marcha? ¿Una huelga de hambre? Suena ridículo. A los promotores de la Nueva Política Económica -a quienes les resulta muy fácil decir "No Hay Alternativa"- se les debe pedir que sugieran una Política de Resistencia alternativa. Una específica, para estas personas en particular, en este bosque específico. Aquí, ahora. ¿Por qué partido debieran votar? ¿A qué institución democrática del país debieran recurrir? ¿Qué puerta no tocó el Narmada Bachao Andolan durante los largos años que luchó contra las grandes represas sobre el Narmada?

Está oscuro. Hay mucha actividad en el campo, pero no puedo ver nada. Sólo los puntos de luz que se mueven alrededor. Es difícil decir si son estrellas, luciérnagas o maoístas en movimiento. El pequeño Mangtu aparece de la nada. Me enteré de que él pertenece a un grupo de diez niños que forman parte de la primera horneada de las Escuelas Móviles de las Juventudes Comunistas, a quienes se les enseña a leer y escribir y se les instruye en los principios básicos del comunismo. ("¡El adoctrinamiento de las mentes jóvenes!" como claman nuestros medios corporativos. Los anuncios de televisión que lavan el cerebro a los niños antes de que puedan pensar no son vistos como una forma de adoctrinamiento.) Los jóvenes comunistas no están autorizados a portar armas o usar uniformes. Pero ellos miran a los escuadrones del EGLP con estrellas en los ojos, como seguidores de una banda de rock.

Mangtu se comporta con mucha cortesía hacia mi. Él ha llenado mi botella de agua y dice que debo empacar mi maleta. Suena un silbido. La tienda de jhilli azul es desmantelada y doblada en cinco minutos exactos. Otro silbido y el centenar de camaradas se alinean en filas. Cinco filas. El camarada Raju es el Director de Operaciones. Hay un llamado a la atención. Estoy en la fila también gritando mi número cuando me señala la camarada Kamla, quien está delante de mí. (Contamos hasta veinte y luego comenzamos desde uno, porque eso es lo máximo que la mayoría de los gonds sabe contar. Veinte es suficiente para ellos. Tal vez debería ser suficiente para nosotros.) Chandu viste uniforme ahora, y lleva una ametralladora. En voz baja el camarada Raju instruye al grupo. Todo está en gondi, no entiendo nada, pero consigo entender la palabra RV. Más tarde Raju me dice que significa ¡Rendezvous! [lugar de reunión]. Es una palabra gondi ahora. “Hacemos puntos RV para que, en caso que nos encontramos bajo fuego y la gente deba dispersarse, todos sepan dónde reagruparse.” No pueden imaginar el tipo de pánico que esto induce en mí. No porque tengo miedo de ser blanco, sino porque tengo miedo de perderme. Soy disléxica direccional, puedo perderme entre mi habitación y mi cuarto de baño. ¿Qué voy a hacer en 60.000 kilómetros cuadrados de bosque? Vamos contra viento y marea, voy a aferrarme al pallu [vestido] del camarada Raju.

Antes de empezar a caminar el camarada Venu se me acerca “Estamos listos, camarada. Con su permiso.” Estoy sorprendida. Parece un pequeño mosquito con una gorra de lana y chappals [un tipo de calzado similar a la zapatilla], rodeado de sus escoltas, tres mujeres, tres hombres, fuertemente armados. “Estamos muy agradecidos a usted camarada, por venir hasta aquí”, dice. Una vez más el apretón de manos, el puño cerrado. “Lal Salaam camarada”. Desaparece en la selva, el Guardián de las Llaves. En un momento es como si él nunca hubiera estado aquí. Estoy un poco desconsolada, pero tengo horas de grabaciones para escuchar. Y como los días se convierten en semanas, voy a conocer a muchas personas que pintarán de color y detalles la red que él dibujó para mí. Comenzamos a caminar en la dirección opuesta. El camarada Raju, que huele a analgésico en crema desde una milla de distancia, dice con una sonrisa feliz: “Mis rodillas ya no las siento. Sólo puedo caminar si he tomado un puñado de analgésicos.”

El camarada Raju habla perfectamente el hindi y tiene una manera inexpresiva de contar las más divertidas historias. Trabajó como abogado en Raipur durante dieciocho años. Tanto él como su esposa, Malti, eran miembros del partido y parte de su entramado urbano. A finales de 2007 una de las personas clave en la red de Raipur fue detenida, torturada y finalmente se convirtió en informante. Fue conducido alrededor de Raipur en un vehículo policial cerrado y forzado a delatar a sus antiguos compañeros. La camarada Malti era una de ellos. El 22 de enero de 2008 fue arrestada junto con varios otros. La principal acusación contra ella es que envió a varios diputados del Parlamento unos discos compactos que contenían pruebas de vídeo de las atrocidades de Salwa Judum. Su caso difícilmente dará lugar a una audiencia debido a que la policía sabe que su caso es débil, pero la nueva Ley de Seguridad Pública Especial de Chhattisgarh permite a la policía detenerla sin derecho a fianza durante varios años. “Ahora el Gobierno ha desplegado varios batallones de la policía de Chhattisgarh para proteger a los pobres miembros del Parlamento de su propio correo”, dice el camarada Raju. Él no fue apresado porque estaba en Dandakaranya en ese momento, asistía a una reunión. Ha estado aquí desde entonces. Sus dos niños que quedaron solos en casa fueron interrogados intensamente por la policía. Por último empacaron y se fueron a vivir con un tío.

El camarada Raju recibió noticias de ellos por primera vez hace sólo unas semanas. ¿Qué le da esta fuerza, esta capacidad de aferrarse a su humor ácido? ¿Qué los mantiene a todos en marcha, a pesar de lo mucho que han sufrido? Su fe y su esperanza, su amor por el Partido. Yo lo encuentro una y otra vez, en lo más profundo de ellos, de las formas más íntimas.

Nos estamos moviendo en fila única ahora, yo y un centenar de “violentistas sin sentido”, ‘insurgentes sedientos de sangre’. Miré alrededor del campamento antes de irnos. No hay señales de que casi un centenar de personas hubiera acampado aquí, a excepción de algunas cenizas allí donde hubo fuego. Este ejército es increíble. En cuanto al consumo se trata son más Gandhistas que el mismo Gandhi, y tienen una huella de carbono más pequeña que cualquier evangelista del cambio climático. Hasta tienen un enfoque gandhiano para el sabotaje y, por ejemplo, antes de quemar un vehículo de la policía lo desmantelan y cada parte es canibalizada [despedazada, se lo llevan] . El volante es enderezado y se convierte en un cañón de bharmaar [escopeta casera], la tapicería es retirada y utilizada para bolsas de municiones, la batería para carga solar. (Las nuevas instrucciones del alto mando son que los vehículos capturados deben ser enterrados y no quemados. Así se pueden resucitar cuando sea necesario.) ¿Debo escribir una obra me pregunto: ‘Gandhi, toma tu arma’? ¿O sería linchada?

Estamos caminando en total oscuridad y silencio. Yo soy la única que usa una linterna, apunto hacia abajo de manera que todo lo que puedo ver en el círculo de luz son los talones desnudos de la camarada Kamla en sus chappals negro a rayas. Me muestra exactamente dónde poner mis pies. Lleva diez veces más peso que yo, su mochila, un fusil, una enorme bolsa de provisiones sobre su cabeza, una de las ollas grandes y dos grandes bolsos llenos de verduras. La bolsa en su cabeza está perfectamente equilibrada, y puede trepar por las laderas y caminos de rocas resbaladizas sin siquiera tocarla. Ella es un milagro. Resulta ser una larga caminata. Estoy muy agradecida de la lección de historia porque aparte de todo lo demás, le dio a mis pies un descanso de un día entero.

Es la cosa más bella, caminar en el bosque por la noche. Y voy a hacer esto noche tras noche.

Vamos a una celebración del centenario de la rebelión Bhumkal de 1910 en la cual los Koyas se levantaron contra los británicos. La palabra Bhumkal significa movimiento, rebelión. El camarada Raju dice que la gente camina varios días para unirse a la celebración. El bosque debe estar lleno de gente en movimiento. Hay celebraciones en todas las divisiones de DK. Somos privilegiados porque el camarada Leng, el maestro de ceremonias, está caminando con nosotros. Leng en lenguaje Gondi significa ’la voz’. El camarada Leng es un hombre alto de mediana edad, de Andhra Pradesh. Es colega del legendario y querido cantante-poeta Gadar que en 1972 fundó la organización cultural radical Jan Natya Manch (JNM). Con el tiempo JNM se convirtió en parte formal de GGP y en Andhra Pradesh podía convocar audiencias numerosas de decenas de miles. El camarada Leng se unió en 1977 y se convirtió en un cantante famoso por derecho propio. Vivió en Andhra durante la peor represión, la época de los ‘enfrentamientos’-asesinatos en los que murieron amigos casi todos los días. Él mismo fue detenido una noche en su cama de hospital, por una mujer Superintendente de Policía que se hizo pasar por médico. Fue llevado al bosque fuera de Warangal para el "enfrentamiento". Pero afortunadamente para él - dice el camarada Leng- Gadar recibió la noticia y lograron dar la alerta. Cuando en 1998 el GGP decidió iniciar una organización cultural en Dandakaranya, el camarada Leng fue enviado a la cabeza del Chetana Natya Manch (CNM). Y aquí está ahora, camina conmigo vistiendo una camisa verde oliva, y por alguna razón, pijama de color púrpura con conejitos rosa. “Hay 10.000 miembros en CNM ahora”, me dijo. “Tenemos 500 canciones, en hindi, Gondi, Chhattisgarhi y Halbi. Hemos impreso un libro con 140 de nuestras canciones. Todo el mundo escribe canciones.” La primera vez que hablé con él su voz sonaba muy seria, muy resuelta. Pero días después, sentado alrededor de un fuego, aún en su pijama, nos habló del exitoso e influyente director de la película Telugu (un amigo suyo), quien siempre interpretaba a un naxalita en sus propias películas. “Le pregunté- dijo el camarada Leng en su adorable hindi con acento Telugu- ¿por qué crees que los naxalitas son siempre así?” e improvisó una hábil caricatura de un hombre en cuclillas, dando pasos altos, con aspecto de sentirse observado, que sale del bosque con un fusil AK-47, y nos hizo gritar de risa.

No estoy segura si estoy esperando con interés las celebraciones de Bhumkal. Me temo que voy a ver las danzas tribales tradicionales endurecidas por la propaganda maoísta y entusiastas y retóricos discursos ante una obediente audiencia con ojos vidriosos. Llegamos a la base bastante tarde por la noche. Se ha erigido un monumento temporal con andamios de bambú envueltos en tela roja. En la parte superior, por encima de la hoz y el martillo del Partido Maoísta, está el arco y la flecha de los Janatana Sarkar envuelto en papel de plata. Adecuada, la jerarquía. El escenario es enorme, también temporal, sobre un resistente andamio cubierto por una gruesa capa de enlucido de barro. Ya hay pequeñas fogatas esparcidas por el suelo, la gente ha empezado a llegar y cocina su cena, no son más que siluetas en la oscuridad. Seguimos nuestro camino a través de ellas (lalsalaam, lalsalaam, lalsalaam) y seguimos marchando durante unos quince minutos hasta que entramos nuevamente en el bosque.

En nuestro nuevo campamento debemos reunirnos de nuevo. Otro llamado a la atención y a continuación las instrucciones sobre las posiciones de guardia y los “arcos de fuego” -decisiones sobre quién cubrirá qué zona en caso de un ataque de la policía. Los puntos RV se fijan nuevamente.

Un grupo de avanzada ya había llegado y ha preparado la cena. Para el postre Kamla me trae una guayaba salvaje que ha arrancado en el camino y que sigilosamente guardó para mí.

Desde el amanecer se siente más y más gente reuniéndose para la celebración del día. Hay un murmullo de excitación que se levanta. Las personas que no se han visto en mucho tiempo se reúnen de nuevo. Podemos escuchar el sonido de las pruebas de los micrófonos. Banderas, pancartas, carteles se están levantando. Se ha instalado también un cartel con las fotos de las cinco personas que fueron muertas en Ongnaar el día que llegamos.

Estoy tomando té con la camarada Narmada, la camarada Maase y la camarada Rupi. La camarada Narmada habla de los muchos años que trabajó en Gadchiroli antes de convertirse en jefa del Krantikari Adivasi Mahila Sanghathan (KAMS) en Dandakaranya. Rupi y Maase han sido activistas urbanas en Andhra Pradesh y me cuentan de los largos años de lucha de las mujeres dentro del Partido, no sólo por sus derechos, sino también para hacer ver al Partido que la igualdad entre hombres y mujeres es fundamental para un sueño de una sociedad justa. Hablamos de los años 70 y las historias de las mujeres dentro del movimiento naxalita que estaban desilusionadas por los compañeros de sexo masculino que se creían grandes revolucionarios pero caían en el mismo viejo patriarcado, el chovinismo de siempre. Maase dice que las cosas han cambiado mucho desde entonces, aunque todavía tienen mucho camino por recorrer. (No hay mujeres todavía en el Comité Central del Partido y el Buró Político.)

Cerca del mediodía llega otro contingente EGLP. Está dirigido por un hombre alto, esbelto, de aspecto juvenil. Este camarada tiene dos nombres -Sukhdev y Gudsa Usendi-, ninguno de los dos es el propio. Sukhdev es el nombre de un camarada muy querido que fue ejecutado. (En esta guerra sólo los muertos están lo suficientemente seguros para usar sus nombres reales.) En cuanto a Gudsa Usendi, muchos compañeros han sido Gudsa Usendi en un momento u otro. (Hace unos meses era el camarada Raju). Gudsa Usendi es el nombre del portavoz del Partido para Dandakaranya. Así que aunque Sukhdev pasa el resto del viaje conmigo, no tengo idea de que cómo podría encontrarlo de nuevo. Sin embargo podría reconocer su risa en cualquier lugar. Llegó a DK en 1988 -dice- cuando GGP decidió enviar allí a un tercio de sus fuerzas de Telengana del Norte. Él viste bien de “civil” (la palabra Gondi para la vestimenta común) y no usa el “vestido” (el “uniforme” maoísta) y podría pasar por un joven ejecutivo. Le pregunto por qué no usa uniforme. Dice que ha estado de viaje y acaba de regresar de Keshkal Ghats cerca de Kanker. Hay reportes de depósitos de bauxita -3 millones de toneladas- en las que una compañía llamada Vedanta tiene puestos sus ojos.

Bingo. Diez sobre diez para mis instintos.

Sukhdev dice que fue allí para tomar la temperatura a los pueblos. Para ver si estaban dispuestos a luchar. “Ellos quieren destacamentos ahora. Y armas”. Hecha la cabeza hacia atrás y suelta una carcajada, “les dije que no es tan fácil, bhai [hermano]”. A partir de los hilos sueltos de conversación y la facilidad con que lleva su AK-47, puedo decir que también es un alto rango y parte del EGLP.

El correo de la selva llega. ¡Hay una galleta para mí! Es del camarada Venu. En un pequeño pedazo de papel, doblado y re-doblado, ha escrito la letra de una canción que me prometió que me enviaría. La camarada Narmada sonríe cuando lo lee. Ella conoce esta historia. Se remonta a la década de 1980, en la época en que el pueblo había comenzado a confiar en el partido y llegaba a éste con sus problemas, sus “contradicciones internas” como dice el camarada Venu. Las mujeres estaban entre las primeras en llegar. Una noche, una anciana sentada junto al fuego se levantó y cantó una canción para el registro de Dada. Pertenecía a la tribu Maadiya, donde era costumbre para las mujeres quitarse la blusa y mantenerse con el pecho desnudo después de casarse.

Jumper polo intor Dada, Dakoniley

Taane tasom intor Dada, Dakoniley

Bata Papam kittom Dada, Dakoniley

Duniya kadile maata Dada, Dakoniley

Ellos dicen que nosotros no podemos dejarnos [puestas] nuestras blusas,

Dada, Dakoniley

Nos hacen quitárnosla, Dada,

¿De qué manera hemos pecado, Dada?

El mundo ha cambiado, Dada.

Aatum hatteke Dada, Dakoniley

Aada nanga dantom Dada, Dakoniley

Id pisval Manni Dada, Dakoniley

Mava koyaturku vehat Dada, Dakoniley

Pero cuando vamos al mercado, Dada,

Tenemos que ir semidesnudas, Dada,

No queremos esta vida, Dada,

Dile esto a nuestros antepasados, Dada.

Este fue el primer problema femenino contra el cual el Partido decidió emprender una campaña. Tenía que ser manejado con delicadeza, con herramientas quirúrgicas. En 1986 se constituyó el Adivasi Mahila Sanghathana (AMS), que se convirtió en el Krantikari Adivasi Mahila Sangathan (KAMS) y ahora cuenta con 90.000 integrantes inscritas. Bien podría ser la mayor organización de mujeres en el país. (Son todas maoístas por cierto, todas las 90.000. ¿Todas van a ser ’eliminadas’? ¿Y los 10.000 miembros del CNM? ¿Ellos también?). Las campañas de KAMS se levantan contra las tradiciones adivasi del matrimonio forzado y el secuestro, contra la costumbre de hacer que durante la menstruación las mujeres vivan fuera de la aldea en una cabaña en el bosque, contra la violencia doméstica y la bigamia. No han ganado todas sus batallas, pero entonces ¿que han conseguido las feministas? Por ejemplo, en Dandakaranya incluso hoy en día a las mujeres no se les permite sembrar las semillas. En reuniones del Partido los hombres han acordado que esto es injusto y debe terminar, pero en la práctica simplemente no lo permiten. Así que el Partido decidió que las mujeres sembrasen semillas en las tierras comunales, que pertenece al Janatana Sarkar. En esa tierra ellas siembran las semillas, cultivan vegetales y construyen diques de contención. Una victoria a medias, no una victoria completa.

A medida que la represión policial ha crecido en Bastar, las mujeres de KAMS se han convertido en una fuerza formidable y movilizan a cientos, a veces miles de personas para enfrentar físicamente a la policía. El hecho de que KAMS existe ha cambiado radicalmente las actitudes tradicionales y se alivian muchas de las formas tradicionales de discriminación contra la mujer. Para muchas jóvenes la adhesión al Partido, en particular al EGLP, se convirtió en una forma de escapar de la asfixia de su propia sociedad. La camarada Sushila, antiguo miembro de KAMS nos habla sobre la ira de Salwa Judum contra las mujeres de KAMS. Ella dice que uno de sus lemas era Hum Do Bibi layenge! Layenge! (¡Vamos a tomar dos esposas! ¡Lo haremos!) Muchas de las violaciones y la bestial mutilación sexual iba dirigida a las mujeres de KAMS. Muchas mujeres jóvenes que fueron testigos de la barbarie se unieron al EGLP y ahora las mujeres representan el 45% de sus cuadros. La camarada Narmada llama a algunas de ellas y en un momento se unen a nosotros.

La camarada Rinki tiene el pelo muy corto, un corte Bob como se dice en Gondi. Es valiente de su parte, porque aquí “corte Bob” significa “maoísta”. Para la policía es evidencia más que suficiente para justificar ejecuciones sumarias. La aldea de la camarada Rinki, Korma, fue atacada por el Batallón Naga y Salwa Judum en 2005. En ese momento Rinki era parte de la milicia del pueblo. Sus amigas Lukki y Sukki también eran miembros de KAMS. Después de quemar el pueblo, el Batallón Naga capturó a Lukki, Sukki y otra chica, las violaron y las mataron. “Ellos las violaron en la hierba -dice Rinki- pero después de eso ya no había hierba”. Han pasado muchos años, el Batallón de Naga se ha ido pero la policía llega todavía. “Vienen cada vez que necesitan mujeres, o pollos”. Ajitha tiene también un corte Bob. Salwa Judum llegó a Korseel, su pueblo, y mató a tres personas ahogándolos en una nallah [algibe] . Ajitha estaba con la Milicia y siguió al Judum a cierta distancia hasta un lugar cerca del pueblo llamado Paral Nar Todak. Ella los vio violar a seis mujeres y disparar a un hombre en la garganta.

La camarada Laxmi que es una bella muchacha con una larga trenza, me dice que ella vio al Judum quemar treinta casas en su aldea Jojor. “No teníamos armas en ese entonces -dice ella- no podíamos hacer nada, sino observar”. Se incorporó al EGLP poco después. Laxmi fue parte de los 150 guerrilleros que caminaron por la selva durante tres meses y medio en 2008, hasta Nayagarh en Orissa [es la capital de ese departamento], para asaltar una armería de la policía desde donde se capturaron 1.200 fusiles y 200.000 cartuchos de municiones.

La camarada Sumitra se unió al EGLP en 2004, antes que Salwa Judum iniciara su asalto. Se unió, dice ella, porque quería escapar de su casa. “Las mujeres son controladas en todos los sentidos”, me dijo. "En nuestro pueblo a las niñas de no se les permitía subir a los árboles, si lo hacían, tenían que pagar una multa de 500 rupias [7’5 euros] o una gallina. Si un hombre golpea a una mujer y ella le devuelve el golpe tiene que dar al pueblo una cabra. Los hombres se van juntos a las montañas durante meses a cazar. A las mujeres no se les permite acercarse al animal muerto, la mejor parte de la carne va a los hombres. Tampoco se les permite comer huevos”. ¿Buenas razones para unirse a un ejército guerrillero?

Sumitra cuenta la historia de dos de sus amigas, Telam Parvati y Kamla, quienes trabajaron con KAMS. Telam Parvati proviene de la aldea Polekaya en Bastar del Sur. Como todo el mundo que viene de ahí, ella también vio a Salwa Judum quemar su aldea. Entonces se unió al EGLP y se fue a trabajar a los Ghats de Keshkal. En 2009 ella y Kamla acababan de organizar las celebraciones del 8 de Marzo, Día de la Mujer, en la zona. Estuvieron juntas en una pequeña cabaña a las afueras de un pueblo llamado Vadgo. La policía rodeó la choza en la noche y empezó a disparar. Kamla respondió a los disparos pero fue abatida. Parvati escapó, pero fue encontrada y asesinada al día siguiente.

Eso es lo que sucedió el año pasado en el Día de la Mujer. Y aquí está un informe de prensa de un periódico nacional sobre el Día de la Mujer de este año:

“Rebeldes de Bastar dan un golpe por los derechos de la mujer. Sahar Khan, Correo de Hoy [Mail Today], Raipur, 7 de marzo 2010. “El gobierno pudo haber levantado todas las restricciones para combatir la amenaza maoísta en el país. Pero una parte de los rebeldes en Chhattisgarh tiene asuntos más apremiantes en la mano que la supervivencia. Con el Día Internacional de la Mujer a la vuelta de la esquina, los maoístas en la región del Estado de Bastar han llamado a una semana ‘celebraciones’ para defender los derechos de la mujer. “También colocaron carteles en Bijapur, distrito de Bastar. El llamamiento de los autoproclamados campeones de los derechos de la mujer ha dejado atónita a la policía estatal. El Inspector General de Bastar T.J. Longkumer dijo: ‘Nunca había visto un llamamiento de este tipo de parte de los naxalitas, quienes sólo creen en la violencia y el derramamiento de sangre’”.

Y a continuación, el informe continúa diciendo:

“Creo que los maoístas están tratando de contrarrestar nuestra altamente exitosa Jan Jagran Abhiyaan (campaña para concientizar a las masas). Empezamos la campaña en curso con el objetivo de ganar apoyo popular para la Operación “Caza Verde”, que fue lanzado por la policía para erradicar a los extremistas de izquierda", dijo el Inspector General. Este cóctel de malicia e ignorancia no es inusual. Gudsa Usendi, encargado de prensa del Partido conoce más de esto que la mayoría de la gente. Su pequeño computador y la grabadora de MP3 están llenos de declaraciones de prensa, desmentidos, correcciones, literatura del Partido, las listas de los muertos, clips de televisión, de audio y videos. “Lo peor de ser Gudsa Usendi -dice- es emitir aclaraciones que nunca se publican. Podríamos sacar un grueso libro con nuestras aclaraciones inéditas sobre las mentiras que dicen de nosotros”. Habla sin dejar rastro de indignación, de hecho con cierto regocijo.

“¿Cuál es la acusación más ridícula que han tenido que negar?”

Piensa de nuevo. “En 2007, tuvimos que emitir un comunicado diciendo ‘Nahi bhai, humney gai ko hathode say mara nahin’ (No hermano, no matamos a las vacas con martillos.). En 2007 el Gobierno de Raman Singh anunció un Gai Yojana (Proyecto Vaca) como promesa electoral, una vaca para cada adivasi. Un día los canales de televisión y los periódicos informaron de que naxalitas había atacado a un rebaño de vacas y las apalearon hasta la muerte -con martillos- porque eran anti-hindúes, anti-BJP. Usted puede imaginar lo que pasó. Emitimos un desmentido, casi nadie lo informó. Más tarde resultó que el hombre al que habían dado las vacas para distribuirlas era un rufián. Las vendió y dijo que nosotros lo habíamos emboscado y matado a las vacas”.

¿Y el más grave?

“Oh, hay docenas, ellos llevan adelante una campaña después de todo. Cuando Salwa Judum se inició, el primer día atacaron un pueblo llamado Ambeli, lo quemaron completamente y luego todos ellos, Oficiales de Policía Especial, el Batallón Naga, la policía, se movió hacia Kotrapal ... usted debe haber oído hablar de Kotrapal. Es un pueblo famoso, lo han quemado 22 veces por rehusar a rendirse. Cuando la Judum llegó a Kotrapal nuestra milicia estaba esperando. Habían preparado una emboscada, murieron dos Oficiales de Policía Especial. La milicia capturó siete efectivos, el resto huyó. Al día siguiente los periódicos informaron que los naxalitas habían masacrado a adivasis pobres. Algunos dijeron que habían matado a cientos de personas. Incluso una revista respetable como Frontline, dijo que habíamos matado a 18 inocentes adivasis. Incluso K. Balagopal, el activista de derechos humanos que suele ser meticuloso en cuanto a los hechos, repitió lo mismo. Enviamos una aclaración, nadie la publicó. Más tarde, en su libro, Balagopal reconoció su error... Pero, ¿quién lo informó?”

Le pregunté qué pasó con las siete personas que fueron capturadas. “El Comité de Área convocó un Jan Adalat (Tribunal Popular). Cuatro mil personas asistieron y escucharon la historia completa. Dos de los Policías Especiales fueron condenados a muerte. Cinco fueron advertidos y se les dejó ir. La gente decidió. Incluso con los informantes -que se están convirtiendo en un gran problema hoy en día- la gente escucha el caso, las historias, las confesiones y dice " Iska hum risk nahin le sakte" (No estamos dispuestos a asumir el riesgo de confiar en esta persona) o " Iska risk hum lenge" (Estamos dispuestos a asumir el riesgo de confiar en esta persona). La prensa siempre informa acerca de informantes que son asesinados, nunca acerca de los muchos que se dejan ir, nunca acerca de las personas que estos informantes habían asesinado. Así que todo el mundo piensa que es un procedimiento sediento de sangre en el que todo el mundo es siempre asesinado. No se trata de venganza, se trata de sobrevivir y salvar vidas futuras... Por supuesto que hay problemas, hemos cometido errores terribles, incluso hemos matado a las personas equivocadas en nuestras emboscadas, pensando que eran policías, pero no es la manera que se ha retratado en los medios.”

Los temidos Tribunales Populares. ¿Cómo podemos aceptarlos? ¿O aprobar esta forma de rápida justicia?

Por otra parte, ¿qué pasa con los falsos “enfrentamientos” -la peor forma de justicia sumaria- que significa medallas de valor para los policías y soldados, premios en efectivo y promociones para del Gobierno de la India? Cuanto más matan, más se les recompensa. “Bravehearts” [Corazones Valientes] se les llama, los “especialistas en enfrentamientos”. “Anti-nacionales” somos llamados aquellos que nos atrevemos a cuestionarlos. ¿Y qué hay acerca de la Corte Suprema que descaradamente admitió que no tenía pruebas suficientes para condenar a muerte a Mohammed Afzal (acusado del ataque al Parlamento de diciembre de 2001), pero lo hizo de todos modos porque “la conciencia colectiva de la sociedad sólo será satisfecha si la pena capital es impuesta sobre el condenado”.

Al menos en el caso del Jan Adalat de Kotrapal, el Colectivo estaba físicamente presente para tomar su propia decisión. No fue tomada por jueces que habían perdido el contacto con la vida ordinaria hace mucho tiempo, presumiendo hablar en nombre de un Colectivo ausente. ¿Qué debió haber hecho la gente de Kotrapal?, me pregunto. ¿Llamar a la policía?

El sonido de los tambores ha tomado un volumen muy alto. Es hora de Bhumkal. Caminamos hasta el escenario y casi no puedo creer lo que veo. Hay un mar de gente, la más salvaje, gente hermosa, vestida de las más salvajes y hermosas maneras. Los hombres parecen haberse prestado mucha más atención a sí mismos que las mujeres. Tienen tocados con plumas y tatuajes pintados en sus rostros. Muchos tienen sus ojos pintados y sus rostros cubiertos de talco blanco. Hay muchos milicianos, niñas en saris de colores impresionantes con rifles colgados sobre sus hombros. Hay ancianos, niños y arcos de guirnaldas rojas que cruzan el cielo.

El sol está alto y abrasador. Habla el camarada Leng y varios dirigentes de los distintos Janatana Sarkars. La camarada Niti, una mujer extraordinaria que ha estado con el Partido desde 1997, es una amenaza tan grande para la nación que en enero de 2007 más de 700 policías rodearon el pueblo de Innar porque oyeron que ella estaba allí. La camarada Niti se considera tan peligrosa y está siendo perseguida con tal desesperación no porque haya dado muchas emboscadas (y las ha dado), sino porque es una mujer adivasi que es amada por el pueblo en cada aldea y es una verdadera inspiración para los jóvenes. Ella habla con su AK en el hombro. (Es un arma de fuego con historia. El arma de casi todos tiene una historia: a quién fue arrebatada, cómo y por quién.) Un grupo CNM realiza una obra de teatro sobre el levantamiento Bhumkal. Los viles colonizadores blancos usan sombrero e hilos de oro en el pelo y amenazan con golpear y hacer picadillo a los adivasis, causando gran júbilo en la audiencia. Otra compañía de Gangalaur del Sur interpreta una obra llamada Nitir Judum Pito (Historia de la Caza de Sangre). Joori traduce para mí. Es la historia de dos ancianos que buscan la aldea de su hija. Mientras caminan por el bosque se pierden porque todo está quemado e irreconocible. Salwa Judum incluso ha quemado la batería y los instrumentos musicales. No hay cenizas, ya que ha estado lloviendo. No pueden encontrar a su hija. En su dolor la pareja de ancianos empieza a cantar y, al escucharlos, la voz de su hija canta de nuevo para ellos de entre las ruinas: el sonido de nuestro pueblo ha sido silenciado, canta. No hay más golpes de arroz, no hay más risas junto al pozo. No hay más aves, ni cabras balando. La cuerda tensa de nuestra felicidad se ha roto. Su padre canta de nuevo: Mi hermosa hija, no llores hoy. Todo el que nace tiene que morir. Estos árboles alrededor de nosotros caerán, las flores florecen y se desvanecen, un día este mundo va a envejecer. Pero ¿por quienes morimos? Un día nuestros saqueadores aprenderán, un día la verdad prevalecerá, pero nuestra gente no te olvidará, no por miles de años.

Unos pocos discursos más. Luego los tambores y comienza el baile. Cada Janatana Sarkar tiene su propia compañía de teatro. Cada compañía ha preparado su propia danza. Llegan una por una, con enormes tambores y representan historias salvajes. El único personaje que todos los grupos tienen en común es el Villano de las Mineras, con casco y gafas oscuras y por lo general fumando un cigarrillo. Pero no hay nada rígido o mecánico en su danza. Mientras bailan se levanta el polvo. El sonido de los tambores se hace ensordecedor. Poco a poco la multitud comienza a tambalearse y entonces empieza a bailar. Bailan en pequeñas líneas de seis o siete, hombres y mujeres por separado, con los brazos alrededor de la cintura del otro. Miles de personas. A esto es a lo que han venido, para esto. La felicidad se toma muy en serio aquí, en el bosque Dandakaranya. La gente deberá caminar muchos kilómetros, durante varios días para festejar y cantar, para poner las plumas en sus turbantes y las flores en el pelo, para poner sus brazos alrededor del otro, beber jugo de mahua y bailar toda la noche. Nadie canta o baila solo. Esto, más que cualquier otra cosa, señala su desafío hacia una civilización que trata de aniquilarlos.

No puedo creer que todo esto ocurre justo bajo las narices de la policía. Justo en medio de la Operación “Caza Verde”.

Al principio los camaradas del EGLP observan a los bailarines, de pie a un lado con sus armas. Pero entonces, uno por uno, como los patos que no pueden soportar estar parados a la orilla y ver otros patos nadar, se mueven y comienzan también a bailar. Pronto hay líneas de bailarines verde olivo girando con todos los otros colores. Y luego, a medida que se encuentran hermanas y hermanos, padres e hijos y amigos que no se han reunido durante meses, a veces años, las líneas se separan y se vuelven a formar y el verde olivo se distribuye entre los remolinos de saris, flores, tambores y turbantes. Sin duda es un Ejército del Pueblo. Por ahora, al menos. Y lo que dijo el Presidente Mao acerca de las guerrillas como peces y el pueblo como el agua en que nadan es, en este momento, literalmente cierto.

El Presidente Mao también está aquí. Un poco solo, tal vez, pero presente. Hay una fotografía suya dispuesta sobre una tela roja. Marx también está y Charu Mazumdar, el fundador y jefe teórico del movimiento naxalita. Su retórica abrasiva fetichiza la violencia, la sangre y el sufrimiento, y a menudo emplea un lenguaje tan áspero que resulta casi genocida. Estando aquí, en el día de Bhumkal, no puedo dejar de pensar que su análisis, tan vital para la estructura de esta revolución, sea tan alejado de su emoción y textura. Cuando dijo que sólo “una campaña de aniquilamiento” podría producir “el hombre nuevo que desafiará la muerte y será libre de todo interés personal” ¿Podría haber imaginado que este antiguo pueblo, bailando en la noche, serían aquellos en cuyos hombros llegarían a descansar sus sueños?

Es muy contraproducente para todo lo que está ocurriendo aquí que lo único que pareciera enviarse al mundo exterior sea la retórica dura e inflexible de los ideólogos de un partido que ha evolucionado desde un pasado problemático. Cuando Charu Mazumdar dijo la famosa frase, “El Presidente de China es nuestro presidente y el Camino de China es Nuestro Camino" estaba dispuesto a sostenerla hasta el punto que los naxalitas guardaron silencio mientras el general Yahya Khan ejecutó genocidios en Pakistán Oriental (Bangladesh), porque en ese momento China era un aliado de Pakistán. Hubo silencio también sobre los Khmer Rojos y su campos de exterminio en Camboya. Hubo silencio sobre los atroces excesos de las revoluciones china y rusa. Silencio sobre el Tíbet. Dentro del movimiento naxalita también ha habido excesos violentos y es imposible defender gran parte de lo que han hecho. Pero nada puede comparar lo que han hecho con los sórdidos actos del Partido del Congreso y el BJP en Punjab, Cachemira, Delhi, Mumbai, Gujarat ... Y, sin embargo, a pesar de estas contradicciones terribles, Charu Mazumdar fue un visionario en la mayor parte de lo que escribió y dijo. El partido que fundó (y sus muchos grupos escindidos) ha mantenido el sueño de la revolución real y presente de la India. Imagina una sociedad sin ese sueño. Sólo por eso no podemos juzgarlo con demasiada dureza. Especialmente si nos envuelven con la piadosa patraña de Gandhi sobre la superioridad de "la vía no violenta" y su noción de Economía de la Confianza (Trusteeship): "El rico mantendrá la posesión de su riqueza, de la que usará lo que razonablemente requiera para sus necesidades personales y actuará como fiduciario con el resto, que será utilizado en bien de la sociedad".

Qué extraño es sin embargo, que los zares contemporáneos del Establishment indio -el Estado que aplastó sin piedad a los naxalitas [se refiere a la rebelión en Naxalbari en los años 60, que da nombre a los maoístas indios]- deban ahora estar diciendo lo que Charu Mazumdar dijo hace tanto tiempo: el Camino de China es Nuestro Camino.

Las cosas al revés.

El Camino de China ha cambiado. China se ha convertido en un poder imperial, se aprovechan de otros países, de los recursos de otros pueblos. Pero el Partido sigue estando allí, solamente ha cambiado de opinión. Cuando el Partido es un pretendiente cortejando al pueblo (como lo es ahora en Dandakaranya), atento a todas sus necesidades, entonces realmente es un Partido del Pueblo y su ejército verdaderamente un Ejército Popular. Pero después de la Revolución con facilidad esta historia de amor puede convertirse en un amargo matrimonio. Con facilidad el Ejército Popular puede volverse contra el pueblo. Hoy en Dandakaranya, el Partido quiere mantener la bauxita en la montaña. ¿Mañana ira a cambiar de opinión? ¿Pero podemos o debemos dejar que los temores sobre el futuro nos inmovilicen en el presente?

El baile seguirá toda la noche. Camino de vuelta al campamento. Maase está ahí, despierta. Charlamos hasta altas horas de la noche. Le doy mi copia de los “Versos del Capitán” de Neruda (lo traía conmigo, por si acaso). Ella pregunta una y otra vez: “¿Qué pensarán de nosotros fuera? ¿Qué dicen los estudiantes? Hábleme del movimiento de las mujeres, ¿cuáles son los grandes temas ahora?”. Ella pregunta por mí, de lo que escribo. Trato de darle un relato honesto de mi caos. Entonces ella empieza a hablar de sí misma, de cómo se unió al Partido. Ella me dice que su compañero fue asesinado en mayo pasado, en un enfrentamiento falso. Fue detenido en Nashik y llevado a Warangal para ser asesinado. “Deben haberlo torturado horriblemente”. Ella se dirigía a reunirse con él cuando se enteró de que había sido detenido. Ha estado en el bosque desde entonces. Tras un largo silencio me dice que se casó una vez, hace años. “Lo mataron en un enfrentamiento también” -dice- y añade con precisión desgarradora “pero en uno de verdad”.

Me despierto en mi jhilli pensando en la tristeza prolongada de Maase, escuchando los tambores y los sonidos de la felicidad prolongada en el escenario, y pensando en la idea de Charu Mazumdar acerca de la guerra prolongada, el precepto central del partido maoísta. Esto es lo que hace que la gente piense que la oferta de los maoístas para celebrar “conversaciones de paz” es un engaño, una estratagema para obtener un respiro para reagruparse, volver a armarse y volver a librar la guerra prolongada. ¿Qué es la guerra prolongada? ¿Es una cosa terrible en sí mismo, o depende de la naturaleza de la guerra? ¿Qué hubiera pasado si la gente aquí en Dandakaranya no hubiera librado su guerra prolongada durante los últimos treinta años? ¿Qué sería de ellos ahora? ¿Y son los maoístas los únicos que creen en la guerra prolongada? Casi desde el momento en que la India se convirtió en una nación soberana se convirtió en una potencia colonial, anexando territorio, haciendo la guerra. Nunca ha dudado en utilizar las intervenciones militares para hacer frente a los problemas políticos de Cachemira, Hyderabad, Goa, Nagaland, Manipur, Telengana, Assam, Punjab, el levantamiento naxalita en Bengala Occidental, Bihar, Andhra Pradesh y ahora a través de las áreas tribales de la India central. Decenas de miles han sido asesinados con impunidad, cientos de miles de torturados. Todo esto bajo la máscara benigna de la democracia. ¿Contra quienes se han librado estas guerras? Musulmanes, cristianos, sikhs, comunistas, dalits, las tribus y sobre todo contra los pobres que se atreven a cuestionar su suerte en lugar de aceptar las migajas que se arrojan para ellos. Es difícil no ver al Estado Indio en su esencia como un Estado Hindú de las castas superiores (sin importar qué partido esté en el poder), que alberga una conciente hostilidad hacia el “otro”. Un Estado que de una manera verdaderamente colonial envía los Nagas y Mizos para luchar en Chhattisgarh, a los Sikhs a Cachemira, a los Cachemiros hasta Orissa, a los Tamiles hasta Assam y así sucesivamente. ¿Si esto no es guerra prolongada, qué es? Desagradables pensamientos en una noche hermosa y estrellada. Sukhdev está sonriendo para sí, su rostro se ilumina por la pantalla de su ordenador. Es un loco adicto al trabajo. Le pregunto qué es lo gracioso. “Estaba pensando en los periodistas que vinieron el año pasado para las celebraciones de Bhumkal. Vinieron por un día o dos. Uno posó con mi AK, se fotografió y luego regresó y nos llamó ‘Máquinas de Matar’ o algo así”. El baile no ha parado y ya amanece. Las filas de baile aún están ahí, cientos de jóvenes bailando. “No van a parar -dice el camarada Raju-, no hasta que empezamos a empacar”.

En la explanada me encuentro con el Camarada Doctor. Ha estado preparando un pequeño campamento médico en el borde de la pista de baile. Quiero besar sus mejillas regordetas. ¿Por qué no puede ser por lo menos treinta personas en vez de uno solo? ¿Por qué no puede él un millar de personas? Le pregunto cómo desearía que fuera la salud de Dandakaranya. Su respuesta me heló la sangre. La mayoría de la gente que ha visto, dice, incluidas las mujeres de la EGLP tiene un recuento de hemoglobina entre 5 y 6 (cuando el estándar para las mujeres indias es 11). Hay tuberculosis causada por más de dos años de la anemia crónica. Los niños pequeños sufren de malnutrición proteinoenergética Grado II, que en terminología médica se denomina Kwashiorkor (Lo busqué después. Es una palabra derivada de la lengua Ga de la costa de Ghana y significa “la enfermedad que adquiere un bebé cuando viene un nuevo bebé”. Básicamente, el viejo bebé de deja de recibir la leche materna y no hay suficientes alimentos que le proporcionen nutrición). “Es una epidemia aquí, como en Biafra”, dice el camarada Doctor. “He trabajado en los pueblos antes, pero nunca he visto nada como esto”. Más aún la malaria, la osteoporosis, la solitaria, severas infecciones de oídos y dientes y amenorrea primaria, que se produce cuando la desnutrición durante la pubertad hace que el ciclo menstrual de la mujer desaparezca, o nunca aparezca.

“No hay clínicas en este bosque, aparte de una o dos en Gadchiroli. No hay médicos. No hay medicinas”.

El Camarada Doctor se va fuera por ahora, con su pequeño equipo en un viaje de ocho días a Abhujmad. Va vistiendo el uniforme, de modo que si lo encuentran lo van a matar.