León Trotsky buscó
permanentemente (en gran parte motorizado por la época histórica
y los enormes acontecimientos que le tocaron vivir), hallar una unidad en continuo
movimiento entre los elementos periódicos del capitalismo y sus tendencias
básicas, así como entre los factores económicos y los factores
políticos en una época de decadencia capitalista. Aunque no fue
economista ni elaboró lo que podría llamarse un verdadera sistematización
teórica en este campo como sí lo hizo en otras áreas, puede
afirmase con toda seguridad que aportó agudos elementos enriqueciendo
la teoría económica marxista. Sus importantes contribuciones en
este campo han formado una parte destacada del acervo teórico de la III
Internacional y más tarde de la IV. Sus escritos sobre la naturaleza
y dinámica del capitalismo merecerían ser compilados seguramente
en varios libros así como también merecen ser estudiados y analizados
en profundidad. Aunque Trotsky no ha sistematizado sus contribuciones en este
terreno como dice el economista inglés Hillel Ticktin: "...hay suficiente
escrito para construir la base de su aproximación."1 Y esta base
debería ser construida fundamentalmente porque en sus múltiples
artículos dispersos pueden hallarse herramientas de inestimable valor
para el análisis científico-marxista de la economía política
de nuestros días.
En lo que sigue de la introducción a esta Primera Parte hemos realizado
una suerte de mapa para la lectura de los trabajos de León Trotsky (que
abarcan el período 1921-1939) en el que resaltamos algunos elementos
que se nos han aparecido como verdaderos aportes, así como intentamos
señalar algunos aspectos de la evolución de su pensamiento.
El concepto de "equilibrio"
El concepto de "equilibrio"
capitalista ocupa en el análisis de León Trotsky, en el marco
temporal de la inestable situación de la primera postguerra y los primeros
años ´20, un lugar privilegiado. Como podrá verse en el
artículo titulado La situación mundial realizado sobre la base
del discurso al III Congreso de la Internacional Comunista de 1921, la interpretación
de las tendencias del capitalismo se realiza a través de la relación
permanente entre tres factores. A saber: la economía, las relaciones
entre las clases y las relaciones internacionales entre los Estados. Dice Trotsky:
"El equilibrio capitalista es un fenómeno complicado; el régimen
capitalista construye ese equilibrio, lo rompe, lo reconstruye y lo rompe otra
vez, ensanchando, de paso, los límites de su dominio. En el esfera económica,
estas constantes rupturas y restauraciones del equilibrio toman la forma de
crisis y booms. En la esfera de las relaciones entre clases, la ruptura del
equilibrio consiste en huelgas, en lock-outs, en lucha revolucionaria. En la
esfera de las relaciones entre estados, la ruptura del equilibrio es la guerra,
o bien, más solapadamente, la guerra de las tarifas aduaneras, la guerra
económica o bloqueo. El capitalismo posee entonces un equilibrio dinámico,
el cual está siempre en proceso de ruptura o restauración. Al
mismo tiempo, semejante equilibrio posee gran fuerza de resistencia; la prueba
mejor que tenemos de ella es que aún existe el mundo capitalista".2
Como puede verse, en Trotsky, el equilibrio capitalista, lejos de constituir
algún tipo de estado permanente, es la visualización de la totalidad
del sistema capitalista como una unidad en continuo movimiento que construye
dicho equilibrio, luego lo rompe, lo reconstruye y lo vuelve a romper. En esta
visión abarcadora del movimiento de conjunto del capitalismo la determinación
de la economía en última instancia no resulta de ningún
modo un proceso mecánico sino moldeado permanentemente tanto por los
avatares de la lucha de clases como por las relaciones interestatales. De este
modo, Trotsky tuvo el mérito de incorporar el rol fundamental del factor
subjetivo y de los factores políticos en las tendencias de la economía,
en particular durante la edad madura del capitalismo, es decir, durante la época
imperialista. Esto le ha permitido, del mismo modo que a Lenin en su trabajo
El imperialismo fase superior del capitalismo y a los principales exponentes
de la III Internacional antes de su stalinización, establecer en el siglo
XX una continuidad dialéctica con la obra de los fundadores del marxismo.
Quizás (aunque lo que sigue debería ser estudiado en profundidad),
exclusivamente desde el punto de vista metodológico pueda establecerse
algún tipo de paralelismo entre la interpretación de Trotsky de
las tendencias al equilibrio del conjunto del sistema capitalista y la idea
sobre este aspecto proporcionada por Karl Marx en el Tomo II de El Capital,
particularmente en la exposición de los esquemas de reproducción.
Como dice Rosdolsky en su conocido trabajo Génesis y estructura de El
Capital de Marx: "...lo que le interesa a Marx en esta etapa de la investigación
es demostrar: 1) por qué sólo en el capitalismo ´se concreta
la posibilidad general de la crisis´, y cómo a pesar de ello es
posible un (muy relativo, e interrumpido por conmociones periódicas violentas)
´equilibrio móvil del sistema capitalista en crecimiento´."
Claro que nuestra comparación está restringida al terreno metodológico
ya que Marx en El Capital desarrolló el funcionamiento del capital en
estado puro. Sin embargo, y como continúa diciendo Rosdolsky, esto "...naturalmente
no sólo no excluye la concretización del análisis en una
etapa posterior de la investigación, sino que inclusive la exige".
Podríamos suponer que Trotsky, en el terreno del estudio de la dinámica
del capitalismo habría tomado la base lógica de las tendencias
al establecimiento y ruptura del equilibrio del capital en estado puro de Marx,
como método o como forma particular del movimiento de un sistema, para
analizar las tendencias de todo el sistema capitalista en su conjunto, tomando
la economía, la lucha de clases y la relación entre los estados
como los factores que se interrelacionan dialécticamente en el movimiento
que permanentemente define las tendencias equilibrantes y desequilibrantes.
La curva del desarrollo capitalista
En Trotsky los ciclos industriales
de aproximadamente diez años definidos por Marx que acompañan
todo el desarrollo del sistema capitalista, no pueden dar cuenta del conjunto
del movimiento del capitalismo a menos que se considere a este último
como una mera repetición y no como sujeto a un desarrollo dinámico.
De este modo, si bien "las fluctuaciones cíclicas de la coyuntura
son inherentes a la economía capitalista como los latidos del corazón
son inherentes a un organismo vivo."3, no obstante,"...no podemos
decir que estos ciclos explican todo: ello está excluido por la sencilla
razón que los ciclos mismos no son fenómenos económicos
fundamentales, sino derivados"4 Y, ¿qué quiere decir que
los ciclos son fenómenos derivados? Significa que a ellos subyace la
propia dinámica del desarrollo de las fuerzas productivas en el marco
de las relaciones capitalistas de producción. De este modo, aunque los
ciclos industriales y comerciales están dotados de un ritmo propio y
de una regularidad interna que consiste en "ascensos, interrupciones, depresiones,
crisis, etc..."5 las características particulares que dichos ciclos
adquieren en los distintos períodos está moldeada por la dinámica
que adquiere el desarrollo de las fuerzas productivas en los distintos momentos.
Así para Trotsky "la dinámica del desarrollo económico
está representada por dos curvas de diferente orden" una de ellas
es la que expresa las tendencias básicas e indica el "crecimiento
general de las fuerzas productivas, la circulación de mercancías,
el comercio exterior, las operaciones bancarias, etc."6 Esta curva que
dibuja el desarrollo de las fuerzas productivas, aunque en su conjunto ha marcado
para Trotsky una tendencia general ascendente en el curso del capitalismo hasta
la primera guerra mundial, no posee una forma regular. Existen normalmente épocas
"de crecimiento brusco así como otras de crecimiento más
gradual de las fuerzas productivas"7. En consecuencia, los distintos movimientos
que adquiere la dinámica de las fuerzas productivas determinan las formas
específicas que adquiere la otra curva que gráficamente aparece
superpuesta a la primera y que es la que identifica los ciclos indutriales o
comerciales. Según la dinámica específica que adquiera
el desarrollo de las fuerzas productivas, los distintos ciclos industriales
mostrarán (si se toma una cantidad de ellos en un período) alteradas
las relaciones entre los booms y las crisis. De este modo, cuando en determinados
períodos dados las tendencias básicas dibujan una curva ascendente,
en el balance de los ciclos industriales, el auge restaura con excedente la
destrucción anterior; por el contrario si el capitalismo dibuja una curva
descendente la intensidad de la crisis sobrepasa el auge; en el caso que la
crisis y el auge se aproximen en intensidad, entonces el capitalismo expresa
una situación de equilibrio temporario.
La relación entre ambas curvas resulta fundamental en el análisis
de Trotsky quien plantea que "nuestro principal objetivo ha de ser establecer
la curva de la evolución capitalista, incorporando sus elementos no periódicos
(tendencias básicas) y periódicos (recurrentes). Tenemos que hacer
esto para los países que nos interesan y para el conjunto de la economía
mundial...Una vez que hemos fijado la curva (el método de fijarla es
sin duda una cuestión especial por sí misma, y de ninguna manera
simple, que pertenece al campo de la técnica estadística económica)
podemos dividirla en períodos, dependientes del ángulo de ascenso
o descenso con respecto al eje de abscisas. Por este medio obtenemos un cuadro
del desarrollo económico, o sea, la caracterización de ´la
verdadera base de todos los acontecimientos que se investigan´. (Engels)"8
A su vez Trotsky interrelacionaba constantemente el movimiento de la curva del
desarrollo capitalista con los sucesos políticos, lo que puede verificarse
por ejemplo cuando plantea que "Con este esquema (se refiere a la identificación
de las dos curvas N. de R.) como punto de partida, debemos sincronizarnos luego
con los sucesos políticos (en el más amplio sentido del término),
y entonces podemos buscar no sólo su correspondencia, o para decirlo
más cautamente, la interrelación entre las épocas definitivamente
delineadas de la vida social y los segmentos agudamente expresados de la curva
del desarrollo capitalista, sino también por aquellos impulsos subterráneos
directos que unen los sucesos. A lo largo de este camino, naturalmente, no es
difícil caer en la más vulgar esquematización; y, sobre
todo, ignorar la tenacidad de los acontecimientos internos y la sucesión
de los procesos ideológicos, y llegar a olvidar que la economía
sólo es decisiva en último análisis. ÁNo han faltado
conclusiones caricaturescas dibujadas a partir del método marxista! Pero
renunciar por esta causa a la formulación de la cuestión como
se indicara antes (´su aroma de economicismo´) es demostrar una
completa incapacidad para entender la esencia del marxismo que busca las causas
de los cambios de la superestructura social en los cambios del fundamento económico
y en ningún otro lado"9.
Sin duda alguna la visualización de la curva que signa el desarrollo
de las fuerzas productivas como modificadora de los ciclos (el elemento periódico)
y su interrelación con los factores políticos (en sentido amplio)
constituye un aporte de Trotsky a la teoría económica marxista
en la medida que el factor dinámico del desarrollo aparece moldeando
permanentemente al factor periódico constituido por el ciclo industrial.
Aquí podríamos permitirnos una disgresión: es evidente
que para Karl Marx el capitalismo como sistema constituía un todo dinámico,
en continuo movimiento así como que la cuestión del crecimiento
o desarrollo de las fuerzas productivas ocupaba para él un lugar fundamental.
Sin embargo Marx, que dejó sólo esbozados los límites a
las posibilidades del desarrollo capitalista particularmente en el Tomo III
de El Capital, no alcanzó, como señala Román Rosdolsky
en el trabajo ya citado, a escribir los dos últimos tomos que integraban
el plan original del El Capital y que presuponían un mayor nivel de concreción
en el análisis de la economía. De este modo, la vida de Marx (aunque
también la época que le tocó vivir) resultaron en cierto
sentido un límite en su propio camino metodológico de ascenso
de lo abstracto a lo concreto. Nos permitimos suponer entonces que tal vez Trotsky
(a quien le tocó vivir una época de franca decadencia de las fuerzas
productivas y de grandes convulsiones revolucionarias), aunque sin haber hecho
una sistematización acabada, haya buscado un acercamiento a un nivel
mayor de concreción (o de menor abstracción) en múltiples
informes y en algunos escritos en los que da cuenta de la estrecha dependencia
entre el movimiento cíclico de la economía capitalista y la curva
del desarrollo de las fuerzas productivas así como su interrelación
con los factores políticos. Valdría aquí tal vez, para
reafirmar esta suposición, apelar al ejemplo al que Trotsky acude en
su artículo Sobre la cuestión de las tendencias en el desarrollo
de la economía mundial, cuando plantea que a través de la visualización
de una curva logarítmica aparecida en el periódico inglés
The Times, comprendió por qué Marx se había equivocado
en su predicción revolucionaria de 1849/50. Según Trotsky el error
de Marx consistió en el hecho de que, en 1851 había comenzado
"no una simple inflexión (hacia arriba) de la curva económica,
sino un nuevo período de ascenso del capitalismo" y continúa,
"En esa época Marx no podía tomar en cuenta -sólo
observó el ascenso en el mercado- que se las estaba viendo con una nueva
época de ascenso, donde las crisis serían sólo temporarias
y las vacilaciones débiles, y los boom las vencerían rápidamente,
conduciendo a la economía a niveles más altos. No previó
esto. La revolución no apareció en 1859/60."
Las tendencias de la curva del desarrollo capitalista en la primera postguerra
En el ya citado artículo
La situación mundial, Trotsky realiza una descripción que abarca
desde el año 1783 a 1914, para marcar las oscilaciones de las "tendencias
básicas" o del crecimiento de las fuerzas productivas. Las oscilaciones
de la curva del desarrollo en este período, para él, más
allá de sus altibajos ha marcado un movimiento de conjunto ascendente
hasta la Primera Guerra Mundial. Del mismo modo, desde el punto de vista de
sus fenómenos derivados que son los ciclos económicos (el elemento
periódico), puede constatarse que, en términos generales, las
crisis equilibraron los booms.
Sin embargo, en polémica con aquellos que, del reestablecimiento de los
ciclos luego de la primera guerra, concluían que el capitalismo estaba
recuperando su vitalidad, Trotsky va a insistir en la idea de que aunque el
movimiento cíclico acompañará toda la vida del capitalismo,
esto no es síntoma de buena salud sino sólo de que el capitalismo
no ha muerto, de que sigue existiendo. En el mismo sentido, señala que
"...para definir la edad del capitalismo y su estado general, para poder
darse cuenta de cómo se desenvuelve, y ver si alcanza su edad madura
o toca a su fin, es preciso, además, analizar el carácter de los
ciclos en cuestión, tal como se juzga el estado del organismo humano,
según el modo como respira: tranquila o entrecortadamente, profundo o
suave, etc."10
En este marco, para Trotsky, en 1919/20 no se asistía a un período
similar sino a uno cualitativamente distinto al que se habían enfrentado
Marx y Engels en 1849/51. La diferencia se encontraba en el hecho que "la
revolución de 1848, parcial e indecisa, borró sin embargo las
últimas huellas del régimen de servilismo y de gremios y ensanchó
el límite del desarrollo capitalista. Únicamente en estas condiciones
pudo ser considerado el boom de 1851 como el principio de un crecimiento capitalista
prolongado hasta el año 1873. ¿Puede alcanzarse el mismo resultado
a partir del ascenso económico de 1919-1920? No. Ningún ensanchamiento
del límite del desarrollo capitalista entra en cuenta."11 Y ¿a
qué se debía esta enorme diferencia? Al hecho que, como Trotsky
explica en La situación mundial, si bien la guerra había estallado
porque "las fuerzas productivas se sentían oprimidas en los límites
de los estados capitalistas más potentes" y "La tendencia del
capital imperialista consistía en suprimir las fronteras políticas
y apoderarse de toda la tierra; suprimir las aduanas, los tabiques que detenían
el progreso de las fuerzas productoras", el resultado, contradictoriamente
al buscado por el capital, había sido el establecimiento de la mayor
cantidad de fronteras y de aduanas como nunca en la historia se habían
conocido.
Es en función de esta situación que Trotsky establece una diferenciación
tajante entre el comienzo de un ciclo económico de recuperación
relativa entre los años 1919-21 (que tiene características esencialmente
especulativas) y las posibilidades de la curva del desarrollo capitalista de
alcanzar un tramo ascendente (un período de expansión). ƒl
establece un lazo estrecho entre la inexistencia de algún tipo de ensanchamiento
del límite al desarrollo capitalista con los antagonismos económicos
existentes entre los principales Estados imperialistas y las posibilidades de
expansión del conjunto de la economía. En este mismo sentido,
más tarde Trotsky en 1925 en el artículo Sobre la cuestión
de la estabilización de la economía mundial, polemizando con Varga
(quién parece sostener que se asistía a un momento de desarrollo
de las fuerzas productivas basándose en los índices de crecimiento
norteamericano), plantea que "la cuestión básica se resuelve
no calculando la producción, sino por medio de un análisis de
los antagonismos económicos". Este concepto resulta fundamental
en el pensamiento de Trotsky ya que, en su análisis de las características
del período él es el primero que observa las relaciones de dependencia
y antagonismo de Estados Unidos con Europa y el resto de los países capitalistas
avanzados, que inevitablemente pondrían enormes límites al crecimiento
del primero. Ya por 1921 decía: "Es evidente que América
se verá obligada a disminuir su producción, no teniendo la posibilidad
de reconquistar el mercado europeo antes de la guerra. Por otro lado, Europa
no podrá reconstruir sus regiones más desvastadas ni las ramas
más importantes de su industria. Por cuya razón asistiremos en
el futuro a un retorno penoso al estado económico de antes de la guerra,
y a una dilatada crisis: el marcado estancamiento en algunos países y
en ramas de las industrias particulares; en otros, a un desarrollo muy lento.
Las fluctuaciones cíclicas seguirán teniendo lugar, pero en general,
la curva del desarrollo capitalista no se inclinará hacia arriba sino
hacia abajo."12
Estos conceptos introducidos por Trotsky resultan de fundamental importancia
porque ponen en escena una visión abarcadora del sistema imperialista
en su conjunto donde los límites internacionales impuestos a la expansión
de las fuerzas productivas y como veremos a continuación, el rol de la
lucha de clases, reaparecen como los factores centrales del antagonismo tanto
económico como político entre los Estados.
La dinámica del
desarrollo capitalista, los ciclos y la lucha de clases
También en el año 1921, en polémica contra quienes opinaban
que luego de la crisis comercial e industrial comenzada en la primavera de 1920
y que alcanzó su punto máximo en mayo de 1921, la economía
capitalista había entrado en una crisis sin salida que acabaría
en la dictadura del proletariado, Trotsky señalaba por un lado que no
era descartable en modo alguno la posibilidad futura de un resurgimiento comercial-industrial.
Esta última posibilidad estaba inscripta para él en el movimiento
del capitalismo como tal a la vez que señalaba que "...durante el
período en que hemos ingresado, período de retribuciones por la
destrucción y la ruina de la guerra, período de regreso al viejo
estado económico, todo resurgimiento tiene que ser superficial, puesto
que será provocado por la especulación, mientras que las crisis
serán más largas y profundas".13 En este contexto, un reanimamiento
económico podía incluso ser favorable al desarrollo de la lucha
de clases. En el marco de esta discusión Trotsky despliega la gran flexibilidad
dialéctica de su pensamiento en el artículo Flujos y reflujos
al establecer con precisión las condiciones específicas que resultaron
de combinaciones particulares entre una situación económica dada
y las tendencias de la lucha de clases (incluida la cuestión de la dirección
revolucionaria) en el período de la primera postguerra. Así define
que: "Los efectos políticos de una crisis (no sólo la extensión
de su influencia sino también su dirección) están determinados
por el conjunto de la situación política existente y por aquellos
acontecimientos que preceden y acompañan la crisis, especialmente las
batallas, los éxitos o fracasos de la propia clase trabajadora, anteriores
a la crisis. Bajo un conjunto de condiciones la crisis puede dar un poderoso
impulso a la actividad revolucionaria de las masas trabajadoras; bajo un conjunto
distinto de circunstancias puede paralizar completamente la ofensiva del proletariado
y, en caso de que la crisis dure demasiado y los trabajadores sufran demasiadas
pérdidas, podría debilitar extremadamente, no sólo el potencial
ofensivo sino también el defensivo de la clase"14 Para ilustrar
esta relación plantea que, por ejemplo "...para el momento en que
la crisis industrial y comercial de postguerra se establecía de forma
abierta e inconfundible (luego de un año de prosperidad ficticia), el
primer asalto elemental de la clase trabajadora contra la sociedad burguesa
ya estaba en sus etapas finales."15 Pero en mayo de 1921 comienza una recuperación
"¿Significa esto que se ha detenido la decadencia de la vida económica
del capitalismo?, ¿qué esta economía ha recobrado su equilibrio?,
¿qué la época revolucionaria está llegando a su
fin? En absoluto. El quiebre en la coyuntura industrial significa que la decadencia
de la economía capitalista y el curso de la época revolucionaria
son mucho más complejas de lo que imaginan algunos simplistas."16
Como puede verse, en Trotsky, no existe nada que se parezca a una relación
mecánica entre las crisis inmediatas y la revolución. Por el contrario,
él veía la posibilidad de que una recuperación económica
pusiera en escena un reanimamiento de la lucha de clases. Su conclusión
estaba anclada en fuertes bases materiales de las que desprendía una
bastante precisa relación entre el ciclo económico y las potencialidades
dinámicas del desarrollo capitalista (la curva). Así afirma: "No
importa cuales puedan ser las condiciones generales, por más profunda
que pueda ser la decadencia económica, la crisis económica e industrial
interviene barriendo las mercancías y fuerzas productivas excedentes,
y estableciendo una correspondencia más estrecha entre la producción
y el mercado, y por estas mismas razones abriendo la posibilidad del reanimamiento
industrial. El ritmo, la amplitud, la intensidad y la duración del reanimamiento
depende de la totalidad de las condiciones que caracterizan la viabilidad del
capitalismo. Hoy puede decirse positivamente... que luego de que la crisis haya
desmontado la primera valla, bajo la forma de los precios exorbitantes, el incipiente
reanimamiento industrial chocará rápidamente, bajo las actuales
condiciones mundiales, contra otra cantidad de vallas: la más profunda
ruptura del equilibrio económico entre Europa y Estados Unidos, el empobrecimiento
de Europa Central y Oriental, la prolongada y profunda desorganización
de los sistemas financieros, etc. En otras palabras, el próximo boom
industrial en ningún caso será capaz de restaurar las condiciones
para un futuro desarrollo que sea en alguna medida comparable a las condiciones
de antes de la guerra. Por el contrario, es muy probable que después
de sus primeras conquistas, este boom choque contra las trincheras económicas
cavadas por la guerra."17 He aquí la dialéctica que Trotsky
hallaba entre los ciclos industriales, la lucha de clases y las posibilidades
del desarrollo capitalista en el largo plazo.
Equilibrio y estabilización
En Trotsky existe una gran
diferencia entre la idea de "equilibrio" y el concepto de "estabilización"
como podrá verse en los artículos Sobre la cuestión de
la "estabilizaciónÓ de la economía mundial del año
1925 y en Sobre la cuestión de las tendencias en el desarrollo de la
economía mundial del año 1926. En estos artículos el contexto
ya no es el de las tendencias a la estabilización del año 1921
sino su asentamiento en el año 1925. En ellos Trotsky polemiza con las
posiciones tanto de Varga como de los profesores Bukshpan, Kondratiev, Spektator
y Falkner. Estos últimos apoyados en una visión del desarrollo
económico como una "repetición cíclica" en el
sentido que Trotsky criticaba, veían en la recuperación del año
1925 nuevas tendencias a un desarrollo dinámico de la economía
capitalista. En los artículos citados Trotsky vuelve con mucha claridad
sobre la relación entre el elemento periódico (los ciclos industriales)
y las tendencias básicas (la curva del desarrollo). Por ejemplo en Sobre
la cuestión de las tendencias en el desarrollo de la economía
mundial plantea: "Si yo pienso en los próximos tres años,
no lo hago de manera simple, como una continuación lineal de la historia
previa -aquí está este segmento o la curva extrapolada por tres
años más- pienso en esto en relación a los tres años,
como parte de una curva mayor. Me parece que es precisamente así como
se deben hacer los pronósticos. Aún cuando éste se demuestre
erróneo en relación a tres años, puede mostrarse correcto
en general." Trotsky resalta contra sus oponentes, la gran influencia de
los factores políticos en el desarrollo capitalista, sobre todo, como
ya decía en La curva del desarrollo capitalista, "...en la presente
época que hoy revela más abiertamente que nunca la conexión
entre la economía capitalista, que ha llegado a la cima de su saturación,
con la política capitalista, que se ha transformado hasta ser completamente
desenfrenada". Contra los intentos de poner de manifiesto, en un sentido
suprahistórico la naturaleza cíclica del desarrollo capitalista
de la postguerra, Trotsky destaca que ya no es posible establecer ciclos más
o menos regulares. Aparece aquí una cuestión de sumo interés
cuando Trotsky se pregunta si esta afirmación significa "... una
sublevación contra Marx y contra la teoría del desarrollo cíclico"
a lo que se responde que de ningún modo dado que "...la teoría
de Marx no es una teoría supraeconómica. El ciclo es una expresión
del ritmo interno de la historia misma en todos sus movimientos. ¿Pero
en todas las circunstancias? No, no en todas." Y agrega la reflexión
de que "...aquí el problema de los ciclos no es sólo de metodología,
que concierne a la comprensión de Marx y a la aplicación de la
teoría marxista; sino también es el problema de la evaluación
de la vía para el desarrollo futuro. Los ciclos en Marx aparecen explicados
por medio de indicios. Marx no tuvo tiempo suficiente como para dar una explicación
exhaustiva del ciclo industrial."18 Ya decía Trotsky en La curva
del desarrollo capitalista que cuando ocurren cambios serios o giros agudos
en la situación general "...resulta invariablemente necesario estudiar
en forma mucho más profunda y analítica para determinar el aspecto
cualitativo, y si es posible también medir cuantitativamente los impulsos
de la economía sobre la política. Estos ´impulsos´
representan la forma dialéctica de las ´tareas´ que se originan
en la función dinámica y son transmitidas para buscar solución
a la esfera de la superestructura." Así verifica la relación
entre la crisis comenzada en 1913, la guerra, la política de la burguesía
y los primeros años de la postguerra. Demuestra la aguda interrelación
que se manifiesta entre los "impulsos" básicos, la política
y los ciclos industriales en condiciones en que "la economía busca
espasmódicamente su equilibrio". En estas condiciones dice Trotsky
"...tanto los factores políticos como los militares, juegan un rol
completamente diferente" "...si, en las llamadas condiciones normales,
la política juega un gran rol en la economía europea, este rol
es el mismo que el que juega el aire en la respiración".19 Sobre
la base de estos elementos Trotsky discute contra sus oponentes que en 1925
dada la suma de contradicciones reunidas, en el marco de que la guerra no ha
logrado ampliar la fronteras para el capital sino que las ha reforzado y ampliado,
no es posible trasladar un ciclo a todo un período. Es en este sentido
que verifica que el capitalismo ha logrado una "estabilización"
pero de ningún modo un nuevo equilibrio. Precisamente la inexistencia
de un nuevo equilibrio está basada en las tendencias a la profundización
de las luchas entre los Estados. La crítica situación de Europa
representaba un freno para el desarrollo de Estados Unidos. La crisis de Inglaterra,
la situación financiera de Francia e Italia, la debilidad de Alemania
y las presiones ejercidas sobre ella por Francia sólo permitían
hablar en 1925 de un mejoramiento temporario de la situación de Europa,
"un ascenso de carácter menor contra la presión en continuo
aumento de los EEUU."20 En este contexto Trotsky veía que si Estados
Unidos continuaba desarrollándose sólo podría hacerlo a
costa de Europa (lo que planteaba una perspectiva revolucionaria para Europa)
y que si por el contrario el desarrollo norteamericano se frenaba esto redundaría
en un "...furibundo crecimiento del militarismo norteamericano, porque
en un desarrollo retrasado la presión económica busca una salida
en esta dirección".21 Las tendencias a largo plazo eran así
lejanas al equilibrio y potenciadoras de una más aguda lucha entre los
Estados, mayor militarismo y procesos revolucionarios. Todos estos elementos
plantean la imposibilidad de un análisis puramente cíclico del
capitalismo en tales condiciones de decadencia.
Trotsky tomaba en cuenta así, desde el punto de vista de las tendencias
al equilibrio la interrelación recíproca de las condiciones de
la economía, la confrontación entre los Estados y la lucha de
clases. De este modo, para él la situación de la economía
(en el sentido de su dinámica) provocaría inevitablemente una
mayor confrontación entre los Estados capitalistas e impulsaría
más profundas tendencias hacia la lucha de clases.
Sin embargo es de mucha importancia recalcar la ausencia de cualquier tipo de
automaticismo o catastrofismo en el pensamiento de Trotsky. ƒl de ningún
modo veía que el triunfo estuviera asegurado ni que el capitalismo no
pudiera en el futuro lograr un nuevo equilibrio. Pero esta cuestión no
podía considerarse en abstracto o, lo que sería lo mismo, analizando
al capitalismo como una infinita reiteración cíclica. Las posibilidades
de restablecimiento del equilibrio capitalista estaban para Trotsky estrechamente
ligadas a la relación entre las tendencias de la economía y los
resultados de la lucha de clases (incluyendo la acción de la dirección
revolucionaria) no sólo en el corto plazo sino para todo un período.
Así dice: "Un sofista podría plantear la objeción
de que si nosotros creemos que el reanimamiento industrial ulterior no necesariamente
nos llevará directamente a la victoria, entonces comenzará obviamente
un nuevo ciclo industrial, lo cual significa otro paso hacia la restauración
del equilibrio capitalista. En ese caso, ¿no se estaría realmente
ante el peligro del resurgimiento de una nueva época de recuperación
capitalista? A esto se podría contestar así: si el Partido Comunista
no crece; si el proletariado no adquiere experiencia; si el proletariado no
resiste en una forma revolucionaria más audaz e irreconciliable; si no
consigue pasar en la primera oportunidad favorable de la defensiva a la ofensiva;
entonces la mecánica del desarrollo capitalista, con el complemento de
las maniobras del Estado burgués, sin duda lograría cumplir su
trabajo en el largo plazo. Países enteros serán arrojados violentamente
a la barbarie económica; decenas de millones de seres humanos perecerían
de hambre, con desesperación en sus corazones, y sobre sus huesos sería
restaurado algún nuevo tipo de equilibrio del mundo capitalista. Pero
tal perspectiva es pura abstracción. En el camino especulativo hacia
este equilibrio capitalista, hay muchos obstáculos gigantescos: el caos
del mercado mundial, el desbaratamiento de los sistemas monetarios, el dominio
del militarismo, la amenaza de guerra, la falta de confianza en el futuro. Las
fuerzas elementales del capitalismo están buscando vías de escape
entre pilas de obstáculos. Pero estas mismas fuerzas elementales fustigan
a la clase trabajadora y la impulsan hacia adelante."22 Tales eran las
relaciones estrechas que hallaba Trotsky entre la situación de la economía,
la lucha de clases y las posibilidades de equilibrio capitalista.
La polémica sobre las fases de larga duración
Los elementos de polémica
que plantea Trotsky sobre la teoría de las fases de larga duración
sostenida por el profesor Kondratiev, podrán encontrarse en los artículos
La curva del desarrollo capitalista y en Sobre la cuestión de las tendencias
en el desarrollo de la economía mundial. Trotsky no desarrolla una polémica
acabada sobre este punto. ƒl mismo declara : "...No conozco la historia
de esta teoría". Sin embargo, como podrá comprobarse, sí
planteó aspectos metodológicos claramente contrarios a los que
se encerraban en la teoría de las fases largas. En esta discusión
Trotsky agrega al concepto del ciclo industrial y al de la dinámica interna
del desarrollo capitalista la idea de las condiciones externas que constituyen
la estructura de la evolución capitalista. De este modo Trotsky rechaza
el intento de Kondratiev de agregar al ciclo industrial de aproximadamente diez
años el concepto de otro "ciclo mayor", un nuevo elemento periódico
que abarcaría aproximadamente cincuenta años. Dice Trotsky "Por
lo que se refiere a las fases largas (de cincuenta años) de la tendencia
de la evolución capitalista, para las cuales el profesor Kondratiev sugiere,
infundadamente, el uso del término ´ciclos´, debemos destacar
que el carácter y duración están determinados, no por la
dinámica interna de la economía capitalista, sino por las condiciones
externas que constituyen la estructura de la evolución capitalista. La
adquisición para el capitalismo de nuevos países y continentes,
el descubrimiento de nuevos recursos naturales y, en el despertar de éstos,
hechos mayores de orden ´superestructural´ tales como guerras y
revoluciones, determinan el carácter y el reemplazo de las épocas
ascendentes estancadas o declinantes del desarrollo capitalista."23 De
este modo, para Trotsky, los movimientos a largo plazo del capital no pueden
estar sujetos a causas endógenas al funcionamiento capitalista, no poseen
un ritmo interno propio y por tanto no pueden ser asimilados a los ciclos industriales.
Podríamos decir entonces que la asimilación que intentaba Kondratiev
era precisamente opuesta al método que Trotsky pretendía desplegar:
donde Kondratiev intentaba descubrir nuevas repeticiones en largos períodos,
Trotsky pretendía incorporar el concepto no sólo de que la dinámica
del desarrollo capitalista modificaba permanentemente el elemento periódico
es decir, los ciclos sino que, además, las fases largas del desarrollo
capitalista lejos de contener algún elemento de periodicidad estaban
sujetas a las condiciones externas que constituyen la estructura de la evolución
capitalista. Esta última definición se hacía mucho más
categórica y definitoria en las condiciones internacionales abiertas
desde la Primera Guerra Mundial, características del imperialismo, en
las cuales los propios ciclos industriales se hallaban permanentemente alterados
y donde se consolidaban las tendencias a la intervención directa del
Estado sobre la economía. De este modo dice Trotsky: "...en condiciones
en que la economía busca espasmódicamente su equilibrio, tanto
los factores políticos como los militares, juegan un rol completamente
diferente...(...) vemos aquí no el libre o semilibre juego de las fuerzas
económicas, al que estábamos acostumbrados a analizar en el período
de preguerra, sino fuerzas estatales resueltas y concentradas que irrumpen en
la economía, y esto amenaza con interrumpir o está interrumpiendo,
los ciclos regulares o semiregulares, si es que éstos llegan a notarse.
Por consiguiente, uno no puede avanzar sin tomar en cuenta los factores políticos."24
La década del «30: el estallido de la crisis económica mundial
Desde mediados de la década
del ´20 hasta el año 1929 se había asentado una situación
de estabilidad relativa en la economía mundial. Veamos lo que dice Trotsky
al respecto: "Es cierto, más allá de toda duda, que Europa
superó la destrucción y el estancamiento de los primeros años
de la postguerra, y además se sobrepuso a las convulsiones de la ocupación
del Rhur. Pero eso sólo fue posible gracias a la cadena ininterrumpida
de derrotas que sufrieron los movimientos proletarios europeo y colonial. Cuando
al finalizar la guerra y en 1925, previendo las grandes luchas sociales de Inglaterra
y la situación revolucionaria de China, afirmábamos que el imperialismo
europeo se encontraba en una situación insostenible, nuestro punto de
partida era, naturalmente, la victoria del proletariado, no su derrota. (...)
No puede negarse -y esto de ninguna manera constituye una paradoja- que Stalin
y Molotov contribuyeron más al mantenimiento, estabilización y
salvación del capitalismo europeo que todos los estadistas de Europa."25
La gran crisis que se desató sobre la economía mundial en el año
1929 puso un categórico fin a la estabilidad relativa conseguida por
el capital en los años anteriores. La decadencia de la década
del ´30 representa el telón de fondo de los trabajos de León
Trotsky durante este período. Es necesario remarcar que (como se verá
en la segunda parte de este libro) durante este período, se afianzó
definitivamente la burocracia stalinista en el poder de la U.R.S.S. Los primeros
años ´30 fueron aquellos del llamado "tercer período"
de la Internacional Comunista, una de cuyas consecuencias internacionales más
graves fue el triunfo del fascismo en Alemania en 1933 que determina para Trotsky
el pasaje definitivo de la Comintern al campo de la contrarrevolución.
Unos años más tarde, en 1935 la burocracia soviética y
la Comintern darían un brutal giro a la derecha expresado en la política
del frente popular (en este período se inscriben los Juicios de Moscú),
que se convertiría en un factor definitorio de la derrota del proceso
revolucionario francés y más tarde de la revolución española
que terminaron despejando el camino a la Segunda Guerra Mundial. León
Trotsky en el exilio, perseguido tanto por el stalinismo como por el fascismo
y por el imperialismo "democrático", ocupado como estaba en
la intervención política y en la construcción de una nueva
herramienta revolucionaria, la IV Internacional, se encontró evidentemente
frente a dramáticas condiciones. No obstante, como se verá, en
una serie de artículos que contienen algunos pronósticos y apreciaciones
brillantes, ha continuado y profundizado los elementos planteados en el período
precedente.
En la Entrevista concedida al Manchester Guardian en el año 1931, bajo
el subtítulo Estados Unidos descubre el mundo, Trotsky hace mención
a lo que ya había previsto en el año 1928: "... no albergamos
la menor duda respecto de la inexorabilidad de la crisis; por otra parte, teniendo
en cuenta la actual envergadura mundial del capitalismo norteamericano, no creemos
imposible que la próxima crisis revista una colosal amplitud y agudeza."
Sin embargo, uno de los elementos quizá más importantes a destacar
sobre los pronósticos de Trotsky previos a la década del ´30,
es su claridad en relación a la tendencia inexorable al aumento de las
confrontaciones interestatales y a la posible perspectiva de una nueva guerra
mundial.
No obstante, aparentemente y por lo que él mismo apuntará más
tarde, no vio inmediatamente estallada la crisis la gravedad que ésta
revestía. Dice Trotsky: "...ante la fuerza del capitalismo americano,
algunos de nosotros, y yo entre ellos, imaginaron que su capacidad para resistir
contra sus contradicciones destructivas internas sería mayor, y que durante
un cierto período el capitalismo americano podría utilizar la
decandencia del capital europeo para recorrer una fase de prosperidad antes
de su propia decadencia. ¿Cuán largo sería el período?
¿se podría decir que de diez a trece años? De cualquier
modo, yo, personalmente, no vi que esta aguda crisis o serie de crisis empezaría
en la fase inmediata y que se haría cada vez más profunda."26
No obstante y como podrá verse ya en 1931 Trotsky había desarrollado
una posición bastante aguda sobre la crisis económica mundial
y particularmente sobre las tendencias expansionistas norteamericanas. Como
él dice en el ´31 refiriéndose a lo que más tarde
se diría sobre los Estados Unidos: "La famosa crisis de 1930-193?
dividió la historia de Estados Unidos, en el sentido de que suscitó
un cambio de orientación en los objetivos espirituales y materiales de
tal magnitud que la vieja doctrina Monroe, ´América para los americanos´,
fue superada por la nueva doctrina, ´El mundo entero para los norteamericanos"27
Como se verá, Trotsky tempranamente es decir, desde 1931, comprende que
la enorme crisis que había golpeado al mundo pero también a la
potencia económica que se había vuelto predominante desde la guerra,
Estados Unidos, le imprimirían a esta última fuertes tendencias
militaristas superioriores a las conocidas en cualquier otra época. Dice
en la ya citada Entrevista concedida al Manchester Guardian: "El militarismo
fanfarrón de los Hohenzollern alemanes de fines del siglo XIX y comienzos
del XX, alimentado por la levadura del rápido desarrollo capitalista,
parecerá un juego de niños en comparación con el que acompañará
la creciente actividad del capitalismo en Estados Unidos".
Una visión abarcadora del conjunto de las tendencias de la situación
mundial y sus contradicciones están siempre presentes en el pensamiento
de Trotsky. En lo que hace a la situación de la economía, la interrelaciones
que observaba ya en los años ´20, se hacen más concretas
en los primeros años ´30. Trotsky no sólo ve las tendencias
más agresivas de la economía norteamericana sino que define que,
en el contexto crítico general de la economía mundial "El
crecimiento inminente de la hegemonía norteamericana no significará
más que la penetración de todas las contradicciones y malestares
de nuestro planeta en los cimientos del capital norteamericano"28
Sobre el carácter de la época imperialista y el Estado nacional
Al calor de la enorme decadencia
en que la crisis de los años ´30 precipita al mundo y de los nuevos
fenómenos que se suscitan, Trotsky a nuestro modo de ver, profundiza
y pule las definiciones que, durante los años ´20 están
delineadas no previendo toda una época de decadencia sino más
bien una victoria no demasiado lejana de la revolución proletaria. Las
tendencias posteriores de la situación con la decadencia imperialista,
el agudizamiento de las contradicciones interestatales y la cada vez mayor intervención
del Estado sobre la economía verificada por ejemplo, en la vía
del fascismo, se convirtieron en nuestro modo de ver, en un material sobre el
cual Trotsky estableció diferenciaciones más acabadas entre dos
épocas distintas, aquella del capitalismo de libre competencia y la del
capitalismo imperialista, con todas sus características delineadas. Así
ya en 1932 Trotsky define: "Naturalmente no podremos esperar ciclos completos
en el futuro. En las décadas previas a la guerra las crisis se presentaban
como interrupciones breves y no demasiado profundas y cada nueva alza superaba
el pico máximo de la anterior. Pero ahora suponemos que sucederá
lo contrario: crisis profundas, largas y penosas y alzas breves y de corta duración.
Los viejos ciclos eran el mecanismo de un amplio movimiento ascendente: los
nuevos sólo pueden ser el mecanismo de la decadencia capitalista."29
Las profundas contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas
y el límite que representan a ellas los Estados nacionales juegan un
rol central en las definiciones de Trotsky de este período como podrá
verse en el artículo El nacionalismo y la economía donde por ejemplo
plantea: "El siglo XIX estuvo signado por la fusión del destino
de la nación con el de su economía, pero la tendencia básica
de nuestro siglo es la creciente contradicción entre la nación
y la economía." Trotsky insiste en el hecho que (como ya lo planteaba
en los años ´20) una de las causas más importantes de la
primera guerra mundial estuvo ligada a las necesidades expansivas del capital
alemán así como que esto "Sólo expresaba de manera
más intensa y agresiva la tendencia de todas las economías capitalistas
nacionales."30 A modo de conclusión sobre el período pasado
plantea que "Es cierto que la guerra, como todas las grandiosas conmociones
de la historia, sacó a luz distintos problemas y también dio impulso
a las revoluciones nacionales en los sectores más atrasados de Europa,
la Rusia zarista y Austria-Hungría. Pero éstos no fueron más
que los ecos tardíos de una época ya terminada. En su esencia
la guerra fue imperialista. Intentó resolver con métodos fatales
y bárbaros un problema planteado por el avance del desarrollo histórico:
la organización de la economía en el terreno preparado por la
división mundial del trabajo."31
Pero la guerra no había logrado resolver estos problemas sino que, en
realidad, "Por el contrario, atomizó todavía más a
Europa. Profundizó la dependencia mutua entre Europa y Norteamérica
al mismo tiempo que el antagonismo entre ambas. Impulsó el desarrollo
independiente de los países coloniales a la vez que agudizó la
dependencia de los centros metropolitanos respecto a los mercados coloniales.
Como consecuencia de la guerra se agudizaron todas las contradicciones del pasado."32
Después de la guerra esta situación habría sido soslayada
por el hecho que Estados Unidos ayudó a Europa a reconstruir su economía
pero sin embargo esa misma reconstrucción de las fuerzas de producción
volvían a poner en escena otra vez los mismos problemas que habían
conducido a la guerra. En este contexto Trotsky define que "...la crisis
actual es la crisis de la economía nacional"33. Podrá verse
en estos artículos la permanente contradicción que señala
entre las tendencias expansivas de las fuerzas productivas y el chaleco de fuerzas
que significan los Estados nacionales. En el mismo sentido es definido el hecho
de que los trusts, las coorporaciones y los cárteles que ya hace tiempo
le pasaron por encima a la libre competencia "se reconcilian con los restringidos
mercados nacionales menos todavía que las empresas del capitalismo liberal."34Y
en lo que resulta una definición de sumo interés plantea que "El
monopolio devoró a la competencia en la misma proporción en que
la economía mundial se apoderó del mercado mundial."35. Resultando
de esto último el hecho que "El liberalismo económico quedó
fuera de época al mismo tiempo que el nacionalismo económico"36.
Trotsky visualiza tanto en el fascismo como en los intentos de la diplomacia
europea de procrear "los Estados Unidos de Europa" los deseos reaccionarios
de las burguesías imperialistas de superar la contradicción entre
la pujanza expansiva de las fuerzas productivas y el corcet de las fronteras
nacionales que han alcanzado un grado extremo en la época de decadencia
capitalista, manteniendo, por supuesto las relaciones capitalistas de producción
que son las que le dan origen. De este modo para Trotsky "Los intentos
de salvar la economía inoculándole el virus extraído del
cadáver del nacionalismo producen ese veneno sangriento que lleva el
nombre de fascismo"37 A su vez sobre los intentos burgueses de crear los
Estados unidos de Europa plantea que significan un intento de "por la fuerza,
subordinar la economía al superado Estado nacional". Trotsky demuestra
como en realidad el nacionalismo decadente de la época imperialista constituye
una antesala que prepara las futuras tendencias guerreristas de los Estados
al plantear que "Los criaderos del nacionalismo son también laboratorios
de terribles conflictos futuros: como un tigre hambriento, el imperialismo se
replegó en su cubil nacional a fin de prepararse para un nuevo salto."38
Más tarde Trotsky considera al New Deal desarrollado por el presidente
Roosevelt en los Estados Unidos como otra forma de intervención del Estado
sobre la economía para salvar a un sistema moribundo. En el El marxismo
y nuestra época de 1939 Trotsky va a definir que "Actualmente hay
dos sistemas que rivalizan en el mundo para salvar al capital históricamente
condenado a muerte: son el Fascismo y el New Deal". Según la definición
de Trotsky mientras "el fascismo basa su programa en la disolución
de las organizaciones obreras, en la destrucción de las reformas sociales
y en el aniquilamiento completo de los derechos democráticos...La política
del New Deal, que trata de salvar a la democracia imperialista por medio de
regalos a la aristocracia obrera y campesina sólo es accesible en su
gran amplitud a las naciones verdaderamente ricas, y en tal sentido es una política
norteamericana por excelencia."
Una vez más sobre los ciclos y la curva
Trotsky insistirá
una y otra vez (como lo hiciera en la década del ´20) sobre la
relación existente entre las permanentes oscilaciones de la coyuntura
(los ciclos) y las tendencias básicas del desarrollo capitalista. Sin
embargo, durante la década del ´30 va a delinear de manera más
concreta un elemento ya presente en sus escritos de los años ´20.
Nos referimos al rol de los Estados y los gobiernos sobre y modificando el ciclo
económico. Entendemos que este concepto está estrechamente relacionado
con la acción fundamental de los factores políticos sobre la economía
en una época de decadencia a la que Trotsky ya hiciera referencia en
el período precedente. El define que "los antiguos ciclos industriales,
como los latidos del corazón sano, tenían un ritmo estable. Después
de la guerra ya no presenciamos más la ordenada secuencia de las fases
económicas, los rítmicos latidos del viejo corazón. Además
está la economía del llamado capitalismo de Estado. Urgidos por
incesantes intereses y peligros sociales, los gobiernos irrumpen en el reino
económico con medidas de emergencia cuyos resultados, la mayoría
de las veces, ni ellos mismos pueden prever."39 Tal vez podamos ver en
estos elementos de intervención directa de los gobiernos sobre la economía,
de manera más desarrollada en los años ´30, lo que Trotsky
definía como los "impulsos" que "representan la forma
dialéctica de las ´tareas´ que se originan en el fundamento
dinámico y son transmitidas para buscar solución a la esfera de
la superestructura."
Pero volviendo a la relación entre la curva y los ciclos, resulta importante
señalar que a la vez que Trotsky veía en 1933 la inevitabilidad
de una próxima recuperación, alerta que "se llevará
una gran desilusión40 el que supone que el resurgimiento será
tan brillante como profunda la crisis actual. En la niñez, en la madurez
y en la ancianidad el corazón late a ritmos diferentes. Durante el ascenso
del capitalismo las crisis eran fugaces y la decadencia temporaria de la producción
se veía más que compensada en la etapa siguiente. Ahora no es
así. Entramos en una época en que los períodos de resurgimiento
económico son breves mientras que los de depresión se hacen cada
vez más profundos. Las vacas flacas se devoran a las vacas gordas y luego
siguen mugiendo hambrientas."41 Por eso, Trotsky de ningún modo
confunde las tendencias a una recuperación del ciclo, es decir, las tendencias
de la coyuntura, con las tendencias a más largo plazo. Es sobre esta
base que nuevamente pone en relación los efectos de una posible coyuntura
económica ascendente con las tendencias de la lucha de clases en el marco
de una perspectiva general de agudizamiento de las contradicciones. En este
contexto Trotsky verificaba ya en 1932 en el artículo Perspectivas de
recuperación que "Debido a la presente situación general
del capital, aún en el caso de que el resurgimiento sea considerable,
los patrones no estarán en condiciones de otorgar a los obreros el tipo
de concesiones que permitiría mantener la lucha dentro de los límites
de los sindicatos. Podemos prever con certeza que el resurgimiento industrial
no dará lugar ni siquiera al retorno a las condiciones de trabajo imperantes
antes de la crisis. Los conflictos económicos tendrán perspectivas
más amplias e inevitablemente se convertirán en movimientos políticos
de carácter revolucionario." Más allá del cercano
e inevitable ciclo de recuperación Trotsky verifica como tendencia más
profunda que "todos los Estados capitalistas se volverán más
agresivos e impacientes ni bien comience a subir el barómetro económico.
La lucha por los mercados externos adquirirá una agudeza sin precedentes.
Las piadosas nociones sobre las ventajas de la autarquía serán
rápidamente dejadas de lado y los audaces planes en pro de la armonía
nacional irán a parar al cesto de los papeles. Esto no sólo se
aplica al capitalismo alemán, con su explosiva dinámica, o al
tardío y ambicioso capitalismo de Japón, sino también al
de Norteamérica, todavía poderoso frente a sus nuevas contradicciones."42
En este contexto, y en la medida en que una predicción correcta en general
debería ser el resultado de una apreciación correcta de las tendencias
es que se inscribe la temprana "predicción" de Trotsky de 1933:
"La ley básica de la historia de la humanidad debe inevitablemente
tomarse la revancha sobre los fenómenos derivados y los secundarios.
Tarde o temprano el capitalismo norteamericano se abrirá camino a lo
largo y a lo ancho de nuestro planeta. ¿Con qué métodos?
Con todos. Un alto coeficiente de productividad denota también un alto
coeficiente de fuerzas destructivas. ¿Es que estoy predicando la guerra?
De ninguna manera. Yo no predico nada. Sólo intento analizar la situación
mundial y sacar las leyes de la mecánica económica."43
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial
Como puede verse a Trotsky
le cabe el mérito de haber comprendido el desarrollo de la economía
capitalista en la época imperialista no a través de un simple
cálculo de la producción sino ligada a las posibilidades/imposibilidades
internacionales de expansión de las fuerzas productivas. De aquí
que su análisis sea inseparable de las tendencias a la confrontación
entre los principales Estados imperialistas. Este método le permitió
identificar no sólo de forma muy temprana la creciente hegemonía
norteamericana desde los primeros años ´20, sino que esta se desarrollaría
como un conflictivo proceso en permanente confrontación con Europa y
las restantes potencias capitalistas. La lucha por la hegemonía de EE.UU.
se manifestaría como un largo proceso a través de los años
20 y los ´30, caracterizada tanto por la continuidad del crecimiento norteamericano
a costa de una Europa desvastada como por el desarrollo de las inevitables tendencias
al militarismo y finalmente por la inexorabilidad de una segunda guerra mundial,
condición necesaria para el afianzamiento de la hegemonía norteamericana.
Ya en 1933, Trotsky pronostica claramente el estallido de la segunda guerra
mundial. Luego, en el año 1939 en su artículo El marxismo y nuestra
época definirá que: "La lucha furiosa y desesperada por una
nueva división del mundo es una consecuencia irresistible de la crisis
mortal del sistema capitalista". Es en esta misma dirección que
definía que la consolidación del poderío norteamericano
estaba indisolublemente ligada a la imposición de la "paz americana"
inseparable de la participación de Estados Unidos en la guerra. En este
sentido plantea en su artículo En vísperas de la Segunda Guerra
Mundial que "Estados Unidos dirá que no quiere una paz alemana.
Japón está apoyado por las armas alemanas. Nosotros no queremos
una paz alemana; impondremos nuestra paz norteamericana porque somos más
fuertes. Esto significa una explosión del militarismo y el imperialismo
norteamericanos."
A las puertas de la Segunda Guerra Mundial Trotsky realiza una constatación
de la vigencia de los fundamentos centrales del marxismo44 frente a la catástrofe
que se aproxima reivindicando, en ese marco el hecho de que, históricamente
"la ´teoría del colapso´ ha triunfado sobre la teoría
del desarrollo pacífico". Esto sin embargo no debe ser entendido
en un sentido catastrofista o triunfalista sino sólo en el sentido de
que, como él dice, el dilema se presenta ahora como "...socialismo
o imperialismo."45 Es en este mismo sentido que defiende el concepto marxista
de la inevitabilidad del socialismo. Como él dice "Evidentemente,
Marx no quiso decir que el socialismo se realizaría sin la intervención
de la voluntad y la acción del hombre: semejante idea es sencillamente
un absurdo. Marx predijo que la socialización de los medios de producción
sería la única solución del colapso económico en
el que debe culminar, inevitablemente, el desarrollo del capitalismo, colapso
que tenemos ante nuestros ojos."46 Trotsky pone de relieve, en las vísperas
de la guerra, las enormes ventajas de la economía planificada (a pesar
de la stalinización) comprobadas en la experiencia soviética en
contraposición a la enorme decadencia que "ofrece" a las masas
el imperialismo monopolista y el capital financiero. Así dice: "Las
continuas privaciones de las masas en la Unión Soviética, la omnipotencia
de la casta privilegiada que se eleva por encima de la nación y su miseria
y, finalmente la arbitraria arrogancia de los burócratas, no son consecuencias
del método económico socialista, sino del aislamiento y del atraso
histórico de la URSS cercada por los países capitalistas. Lo admirable
es que en esas circunstancias excepcionalmente desfavorables, la economía
planificada haya logrado demostrar sus insdiscutibles ventajas."47 Como
ya hemos dicho, la contradicción planteada aparece en Trotsky a las puertas
de la segunda guerra mundial como "socialismo o imperialismo". Para
él, el camino a la guerra había sido despejado por una serie interminable
de derrotas (traiciones) pero la guerra a su vez, abriría nuevamente
el camino a la revolución, de cuyo triunfo o derrota dependía
el hecho de que el capitalismo en descomposición lograra o no reestablecer
su dominio.
Algunas reflexiones finales
Nos ha parecido necesario
plantear, desde nuestro punto de vista, algunos elementos sobre los hechos tal
cual se sucedieron puestos en relación con los pronósticos de
Trotsky así como poner de manifiesto, al menos en algunos aspectos, el
enorme valor metodológico que muchas de sus aseveraciones cobran en el
período actual.
En primer lugar como creemos que es evidente, en la segunda postguerra mundial,
el capitalismo logró un nuevo "equilibrio" que permitió
la consolidación de la hegemonía norteamericana y el desarrollo
de lo que se conoce como el "boom" de la postguerra. La pregunta que
cabe plantearse es ¿sobre que bases se logró este nuevo equilibrio?
¿es que el proletariado efectivamente no luchó? ¿como sobrevivió
la U.R.S.S. al nuevo equilibrio capitalista y al asentamiento de la hegemonía
norteamericana al menos por unas cuantas décadas?
En nuestra opinión, los resultados de la Segunda Guerra Mundial no pueden
desprenderse de una supuesta fortaleza interna del capital y en consecuencia
no pueden considerarse en ningún modo "sin tomar en cuenta los factores
políticos" y por ello, sin tener en cuenta las condiciones particulares
de la época imperialista.
En este contexto, a nuestro modo de ver, la variante que Trotsky no consideró
(y, hasta cierto punto, no podía considerar) es que luego de la guerra
y habiendo derrotado al fascismo en su propio terreno los "Stalin y Molotov"
contribuirían nuevamente aunque esta vez en escala ampliada, "más
al mantenimiento, estabilización y salvación del capitalismo"
y al establecimiento de la hegemonía norteamericana "que todos los
estadistas del mundo". Lo que Trotsky no pudo prever, es que las cosas
se presentarían de manera tan contradictoria. Que la derrota del fascismo
a manos de la Rusia soviética acabaría represtigiando al stalinismo
y que esto sería utilizado por los "Stalin y Molotov" para
desviar los procesos revolucionarios que estallaron en la inmediata postguerra
en el corazón de Europa como fueron los casos de Francia, Grecia e Italia
desterrando el peligro de revolución de un centro neurálgico para
el capitalismo. Que en este contexto la fortaleza del Estado obrero ruso sería
utilizada por el stalinismo para permitirle al capitalismo imperialista norteamericano
consolidar su hegemonía. Semejante situación contradictoria y,
como consecuencia de ella, semejante rol contrarrevolucionario del stalinismo
era ciertamente impensable o al menos muy difícil de imaginar en la preguerra.
Pero esta misma situación sin embargo, no podía más que
trasladar sus formas contradictorias al aspecto particular que el nuevo "equilibrio"
adquirió. De este modo, los servicios prestados por la burocracia no
pudieron evitar que, desde el punto de vista de la lucha de clases, la revolución
se trasladara del centro a la periferia y que en ella estallaran decenas de
procesos de liberación nacional que periódicamente amenazaron
el "equilibrio" alcanzado en el centro. Nuevamente, la burocracia
stalinista junto a la socialdemocracia jugaron un rol inestimable aislando los
procesos revolucionarios que venían desde la periferia de los movimientos
obreros de los países centrales salvaguardando con ello el "equilibrio"
logrado. Por otra parte, el nuevo "equilibrio" sellado en gran parte
en los acuerdos de Yalta y Potsdam tampoco pudo evitar que el capitalismo imperialista
perdiera como su campo de acción la tercera parte del planeta entre los
años 1948/49, lo que en última instancia expresaba tanto el hecho
de que la U.R.S.S. había sobrevivido como que el capitalismo (falto de
fuerzas internas propias), se había visto obligado a negociar con la
dirección stalinista de la Unión Soviética. Con estas particularidades
y estos límites, un nuevo "equilibrio" capitalista fue establecido
y, aunque con varias décadas de atraso en relación a la previsión
de Trotsky, la economía norteamericana logró un nuevo gran impulso
a través de la reconstrucción de la Europa desvastada. El boom
de la segunda postguerra, en este contexto, lejos estuvo de probar la fortaleza
orgánica del capitalismo. Necesitó no sólo dos guerras
mundiales de destrucción masiva sino del pacto establecido con el stalinismo
que fue condición del nuevo equilibrio logrado. Pero además el
boom, precisó como nunca se había visto, de la intervención
directa del Estado sobre la economía alterando permanentemente las tendencias
del "ciclo" y de la economía y donde "...Urgidos por incesantes
intereses y peligros sociales, los gobiernos", debieron irrumpir, "...en
el reino económico con medidas de emergencia cuyos resultados, la mayoría
de las veces, ni ellos mismos pueden prever".
Esos resultados imprevisibles por dichos gobiernos comenzaron a hacerse evidentes
a fines de la década del ´60 principios de la del ´70, poniéndose
de manifiesto lo que Trotsky ya alertara en el sentido de que el crecimiento
de la hegemonía norteamericana significaría "la penetración
de todas las contradicciones y malestares de nuestro planeta en los cimientos
del capital norteamericano". El "equilibrio" acabó rompiéndose
en lo económico producto de todas las contradicciones acumuladas, estalló
desde el punto de vista de la lucha de clases como puede comprobarse en el período
de ascenso revolucionario desarrollado entre los años 68/76 y se resquebrajó
desde el punto de vista de las relaciones entre los Estados como consecuencia
del debilitamiento de la hegemonía norteamericana (en lo cual la derrota
en Vietnam jugó un rol central) y del fortalecimiento económico
de Alemania y Japón. Como Trotsky advertía, una nueva inflexión
de la curva, el reemplazo de un tramo ascendente por uno descendente no estuvo
excento de grandes convulsiones revolucionarias. Abriéndose así
un nuevo gran período de crisis de acumulación capitalista en
el que las tendencias más generales de la descomposición imperialista
pasaron a primer plano.
Siempre en el marco de la crisis de acumulación abierta al fin del boom,
tomando el método de Trotsky, podemos señalar que el desvío
de la lucha de clases en Europa y sangrientas derrotas en la periferia (procesos
en los cuales nuevamente el stalinismo pudo jugar un rol primordial), junto
a las derrotas en los Estados Unidos e Inglaterra en los primeros ochenta le
permitieron al capitalismo una estabilización en esta década (centrada
especialmente en el crecimiento de Japón y en la recobrada aunque corta
estabilidad de la economía norteamericana). Más tarde, una combinación
de elementos tales como, entre otros, la forma contradictoria en la que el stalinismo
se derrumbó en el año 89 (lo que también prueba, aunque
rezagado en el tiempo, el pronóstico de Trotsky), las cualitativas rebajas
salariales y precarización del trabajo impuestas por Estados Unidos a
su propia clase obrera, el desarrollo industrial de economías campesinas
como los llamados nuevos Nic´s, crearon las condiciones para el reestablecimiento
de un nuevo "equilibrio" inestable durante los años 90. Este
nuevo "equilibrio" inestable basado en el crecimiento de la economía
norteamericana junto a la recesión en Japón y al muy débil
crecimiento Europeo estuvo cargado de un fuerte condimento ideológico
ligado esencialmente a la caída del "mundo comunista", con
lo cual el capital suponía que se encontraba frente a una nueva región
para la expansión capitalista. Sin embargo, este equilibrio inestable
tocó su fin en el año 1997 con el derrumbe en cadena de las economías
del Sudeste de Asia y más tarde en 1998 con la debacle rusa. Ambos elementos
demostraron cuán lejos se hallaba el capital de haber conseguido nuevas
áreas para su expansión. Es evidente que, más allá
de las estabilizaciones o incluso de "equilibrios inestables", desde
el fin del boom de la segunda postguerra el capital se encuentra nuevamente
frente a grandes dificultades para su acumulación como puede verse en
el hecho que, de conjunto, durante las dos décadas que siguieron al boom
de la postguerra el capital perdió el 60% de su impulso y el P.B.I. promedio,
por su parte, bajó del 3,6% en los años ´70 al 1,7% en la
primera mitad del decenio de 1990. Es evidente que las interminables intervenciones
sobre la economía, particularmente de los Estados imperialistas, para
evitar quiebras de todo tipo han ido acumulando, cada vez más resultados
que ni ellos mismos pueden prever. A su vez la creciente tendencia a la formación
de bloques imperialistas así como las renovadas políticas en pro
de la Europa de Maastricht dan cuenta nuevamente de "la creciente contradicción
entre la nación y la economía". A su vez, la caída
de los regímenes stalinistas resulta un factor "desequilibrante"
para la dominación imperialista aunque esto haya quedado oculto en cierto
modo por el rol nefasto que la burocracia stalinista logró jugar desde
el punto de vista de la subjetividad de las masas. Las tendencias "desequilibrantes"
de la caída del stalinismo tienen su contraparte en el incremento de
las tendencias guerreristas del imperialismo norteamericano que quedan más
que patentadas en la reciente guerra del Kosovo así como en sus actuales
intentos de mayor injerencia militar en América Latina. Todos estos elementos
se producen en el marco de que la curva del desarrollo capitalista viene mostrando
una clara tendencia a bajar. En este contexto, no obstante, las oscilaciones
cíclicas continuarán. Pero, creemos que ellas deben analizarse
de acuerdo con el método utilizado por Trotsky. Esto es, verificando
que, por ejemplo, el sostenido ciclo norteamericano de la presente década
debe ser interpretado "...no calculando la producción, sino por
medio de un análisis de los antagonismos económicos" que,
como es evidente tienden a profundizarse y más aún desde la crisis
económica mundial desatada en 1997. Del mismo modo, deberá ser
analizada la relación específica que se produzca entre las oscilaciones
cíclicas y la lucha de clases. El período próximo, a nuestro
entender, generará nuevamente, al menos en el largo plazo mayores tendencias
no sólo a las guerras comerciales sino al militarismo, "las fuerzas
elementales del capitalismo" nuevamente "están buscando vías
de escape, pero esas mismas fuerzas elementales" continuarán fustigando
a la clase obrera y la impelerán hacia adelante. No podemos prever el
futuro, pero lo que es seguro es que el capitalismo imperialista no conseguirá
un nuevo tramo ascendente de la curva sin nuevas masacres, guerras y traiciones
al proletariado. Es decir, sin la indiscutible intervención de factores
políticos de gran magnitud. Entre ellos se encuentra la revolución
proletaria cuyas posibilidades de triunfo están indisolublemente ligadas
al desarrollo de la subjetividad de la clase obrera y a la resolución
de su crisis de dirección revolucionaria.
El capitalismo imperialista ya no consiste, como dijera Trotsky, en una simple
reiteración de ciclos más o menos regulares. El siglo XXI, tarde
o temprano volverá a poner en escena de forma aún más aguda
el dilema: socialismo o imperialismo.
Buenos Aires, agosto de 1999
Paula Bach
1. Hillel Ticktin, The Ideas of León Trotsky, Ed. por
Hillel Ticktin y Michael Cox, 1995, Londres.
2. León Trotsky, La Situación Mundial, ver pág. 31.
3.León Trotsky, Flujos y reflujos, ver pág. 60.
4. León Trotsky, La curva del desarrollo capitalista, ver pág.
69.
5. León Trotsky, Sobre la cuestión de las tendencias en el desarrollo
de la economía mundial, ver pág. 86.
6. León Trotsky, Flujos y reflujos.
7. Íbidem.
8. León Trotsky, La curva del desarrollo capitalista.
9. Íbidem.
10. León Trotsky, La situación mundial.
11. Íbidem.
12. León Trotsky, La situación mundial.
13. León Trotsky, La situación mundial.
14. León Trotsky, Flujos y reflujos.
15. Íbidem.
16. Íbidem.
17. Íbidem.
18. León Trotsky, Sobre la cuestión de las tendencias en el desarrollo
de la economía mundial.
19. Íbidem.
20. Íbidem.
21. Íbidem.
22. León Trotsky, Flujos y reflujos.
23. León Trotsky, La curva de desarrollo capitalista.
24. León Trotsky, Sobre la cuestión de las tendencias en el desarrollo
de la economía mundial.
25. León Trotsky, El bagaje de conocimientos de Molotov, ver pág.
127.
26. León Trotsky, Los movimientos obreros en Estados Unidos y Europa:
una comparación, 31 de mayo de 1938. Este artículo no lo hemos
publicado en el presente libro dado que lo consideramos un trabajo de índole
esencialmente política que no tiene que ver con el contenido específico
al que está dedicada la compilación presente.
27. León Trotsky, Entrevista al Manchester Guardian. "Estados Unidos
descubre el mundo", ver pág. 494.
28. León Trotsky, La crisis bancaria en Estados Unidos, ver pág.
136.
29. León Trotsky, Perspectivas de recuperación, ver pág.
133.
30. León Trotsky, El nacionalismo y la economía, ver pág.
138.
31. Íbidem.
32. Íbidem.
33. Íbidem.
34. Íbidem.
35. Íbidem.
36. Íbidem.
37. Íbidem.
38. Íbidem.
39. León Trotsky, El nacionalismo y la economía.
40. En el artículo del año 1936 también publicado en este
libro Sobre los Estados Unidos de América (ver pág. 153) Trotsky
realiza una demostración empírica de esta relación una
vez pasados los acontecimientos.
41. León Trotsky, El nacionalismo y la economía.
42. Íbidem.
43. Íbidem.
44. A la vez que da cuenta de las modificaciones sufridas por el capital en
su fase descendente, el imperialismo. El lector podrá encontrar también
en el conocido artículo A noventa años del Manifiesto Comunista
una comparación de las características del capitalismo de libre
competencia y del capitalismo monopolista. Sobre la base de esta comparación
Trotsky da cuenta tanto de la enorme vigencia de los fundamentos básicos
del marxismo así como de los elementos que, dados los enormes cambios
suscitados, han sufrido transformaciones y es preciso que sean actualizados.
45. León Trotsky, En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, ver
pág. 198.
46. León Trotsky, El marxismo y nuestra época, ver pág.
170.
47. Íbidem