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I

Después de la caída de la Comuna de París, el primer acto del Consejo General fue publicar su Manifiesto sobre "La guerra civil en Francia" [*] en el que se solidarizaba con toda la actuación [263] de la Comuna; y lo hacía precisamente en el momento en que esta actuación servía de pretexto a la burguesía, a la prensa y a los gobiernos de Europa para volcar las calumnias más infames sobre las espaldas de los vencidos de París. Una parte de la propia clase obrera no había comprendido aún que su bandera acababa de ser derrotada. El Consejo pudo comprobar esto, entre otras cosas, por la dimisión que, negándose a solidarizarse con el Manifiesto, presentaron dos de sus miembros: los ciudadanos Odger y Lucraft. Puede decirse que de la publicación de este documento en todos los países civilizados data la unidad de opinión de la clase obrera sobre los acontecimientos de París.

Por otra parte, la Internacional encontró un medio de propaganda de los más poderosos en la prensa burguesa, y sobre todo en la prensa inglesa de gran circulación, a la que este Manifiesto obligó a emprender una polémica, sostenida luego por las réplicas del Consejo General.

La llegada a Londres de numerosos refugiados de la Comuna obligó al Consejo General a constituirse en Comité de Ayuda y a ejercer, durante más de 8 meses, esta función completamente ajena a sus atribuciones normales. No hay que decir que los vencidos y los desterrados de la Comuna no tenían nada que esperar de la burguesía. Y, en cuanto a la clase obrera, las peticiones llegaban en un momento difícil: Suiza y Bélgica habían recibido ya su contingente de refugiados y tenían que mantenerlos o facilitar su traslado a Londres. Las cantidades recogidas en Alemania, en Austria y en España eran enviadas a Suiza. En Inglaterra, la gran lucha por la jornada de 9 horas, cuya batalla decisiva se dio en Newcastle [2], había consumido, tanto las contribuciones individuales de los obreros, como los fondos sociales de las tradeuniones; fondos que, por otra parte, según los mismos Estatutos, no podían ser destinados más que a las luchas profesionales. Sin embargo, a fuerza de gestiones y cartas incesantes, el Consejo pudo reunir, céntimo a céntimo, el dinero que distribuía cada semana. Los obreros americanos han respondido más ampliamente a este llamamiento. ¡Ah, si el Consejo hubiera podido recaudar los millones que la imaginación aterrorizada de la burguesía deposita tan generosamente en la caja de caudales de la Internacional!

Después de mayo de 1871, un cierto número de refugiados de la Comuna fueron llamados a reemplazar en el Consejo al elemento francés que, a consecuencia de la guerra, se había quedado sin representación en él. Entre los miembros así agregados había antiguos internacionalistas y una minoría de hombres conocidos por su energía revolucionaria y cuya designación fue un homenaje que se rendía a la Comuna de París.

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En medio de estas preocupaciones el Consejo hubo de hacer los trabajos preparatorios para la Conferencia de delegados que acababa de convocar [3].

Las violentas medidas tomadas contra la Internacional por el Gobierno bonapartista habían impedido la reunión del Congreso en París, tal como estaba prescrita por el Congreso de Basilea [4]. En uso del derecho que le confería el artículo 4 de los Estatutos, el Consejo General, en su circular del 12 de julio de 1870, convocó el Congreso en Maguncia. En las cartas dirigidas al mismo tiempo a las diferentes federaciones [*], les propuso trasladar a otro país la sede del Consejo General —domiciliado hasta entonces en Inglaterra— y les pidió que dieran a los delegados mandatos imperativos a este respecto. Las federaciones se pronunciaron unánimemente por el mantenimiento de la sede en Londres. La guerra franco-alemana, que estalló pocos días después, imposibilitó todo congreso. Y entonces, las federaciones consultadas nos dieron la potestad de fijar la fecha del próximo Congreso según lo dictaran los acontecimientos.

En cuanto pareció que la situación política lo permitía, el Consejo General convocó una conferencia reservada; convocatoria que tenía como precedentes la conferencia reservada de 1865 [5] y las sesiones administrativas reservadas de cada congreso. En el momento de las máximas orgías de la reacción europea; cuando Julio Favre pedía a todos los gobiernos, incluso al inglés, la extradición de los refugiados como criminales de derecho común; cuando Dufaure proponía a la asamblea rural [6] una ley poniendo a la Internacional en la ilegalidad [7], ley de la que luego Malou sirvió a los belgas una imitación hipócrita; cuando, en Suiza, un refugiado de la Comuna estaba en prisión preventiva, esperando la decisión del Gobierno federal sobre la demanda de extradición; cuando la caza de internacionalistas era la base ostensible de una alianza entre Beust y Bismarck, cuya cláusula dirigida contra la Internacional se apresuró a adoptar Víctor Manuel; cuando el Gobierno español, poniéndose por completo a disposición de los verdugos de Versalles, obligaba al Consejo federal de Madrid a refugiarse en Portugal [8]; cuando, en fin, el primer deber de la Internacional era apretar sus filas y recoger el guante arrojado por los gobiernos, un congreso público era imposible y no hubiera hecho más que delatar a los delegados continentales.

Todas las secciones que estaban en relaciones normales con el Consejo General fueron, en fecha oportuna, convocadas a la Conferencia, la cual, aun no siendo un congreso público, encontró [265] serias dificultades. No hay que decir que Francia, en la situación en que se encontraba, no podía elegir delegados. En Italia, la única sección entonces organizada era la de Nápoles, y, en el momento de nombrar un delegado, fue disuelta por la fuerza armada. En Austria y en Hungría, los miembros más activos estaban en la cárcel. En Alemania, algunos miembros de los más conocidos estaban perseguidos por alta traición, otros estaban en la prisión y los fondos del partido estaban absorbidos por la necesidad de ayudar a sus familias. Los norteamericanos dirigieron a la Conferencia una Memoria detallada sobre la situación de la Internacional en su país y emplearon los gastos de delegación en el mantenimiento de refugiados. Por lo demás, todas las federaciones reconocieron la necesidad de sustituir el congreso público por la conferencia reservada.

La Conferencia, después de haberse reunido en Londres desde el 17 hasta el 23 de septiembre de 1871, dejó encargadas al Consejo General una serie de tareas: publicar sus resoluciones; articular los reglamentos administrativos y publicarlos juntamente con los Estatutos generales [*], revisados y corregidos, en tres idiomas; ejecutar la resolución de sustituir los carnéts de afiliados por sellos; reorganizar la Internacional en Inglaterra [9], y, por úItimo, subvenir a los gastos necesarios para estos diferentes trabajos.

Desde la publicación de los trabajos de la Conferencia, la prensa reaccionaria, de París a Moscú y de Londres a Nueva York, denunció la resolución sobre la política de la clase obrera [*]* como una cosa preñada de tan peligrosos designios (el "Times" [10] la acusó de «audacia fríamente calculada»), que era urgente poner a la Internacional fuera de la ley. Por otra parte, la resolución que condenaba a las seccionas sectarias [11] suplantadoras fue para la policía internacional, que estaba al acecho, un pretexto para reivindicar ruidosamente la libertad y autonomía de los obreros —sus protegidos— frente al despotismo envilecedor del Consejo General y de la Conferencia. La clase obrera se sentía tan «terriblemente oprimida» que el Consejo General recibió —de Europa, de América, de Australia y hasta de las Indias Orientales— adhesiones y partes de constitución de secciones nuevas.


NOTAS

[**] Véase el presente tomo, págs. 214-259. (N. de la Edit.)

[2] 204. Desde fines de los años 50, una de las reivindicaciones fundamentales de los obreros ingleses era la instauración de la jornada de trabajo de nueve horas. En mayo de 1871 comenzó una gran huelga de los obreros de la construcción y los de la fabricación de maquinaria de Newcastle dirigida por la Liga de lucha por la jornada de trabajo de nueve horas, la primera en incorporar a la lucha a obreros no adheridos a las tradeuniones. Burnette, presidente de la Liga, pidió al Consejo General de la Internacional que impidiese la entrada de esquiroles en Inglaterra. La importación de esquiroles fue frustrada merced a la enérgica acción del Consejo General de la Internacional. En octubre de 1871, la huelga de Newcastle terminó victoriosamente para los obreros: se instauró la semana de trabajo de 54 horas.- 263.

[3] 205. El 25 de julio de 1871, el Consejo General aprobó la propuesta de Engels de convocar en Londres, en septiembre de 1871, una conferencia secreta de la Internacional. A partir de ese momento, Marx y Engels realizaron una inmensa labor de preparación de la Conferencia en cuanto a los problemas teóricos y de organización: redactaron los programas de trabajo y los proyectos de resoluciones que se discutieron en las reuniones del Consejo General y se sometieron al examen de la Conferencia de Londres (véase la nota 202).- 264.

[4] 105. Trátase del Congreso de la Internacional celebrado en Basilea del 6 al 11 de septiembre de 1869. El 10 de septiembre se adoptó en él la siguiente resolución sobre la propiedad de la tierra, propuesta por los partidarios de Marx:

«1) La sociedad tiene el derecho a suprimir la propiedad privada sobre la tierra y convertir ésta en propiedad social.

2) Es preciso suprimir la propiedad privada sobre la tierra y convertir ésta en propiedad social».

En el Congreso fueron igualmente adoptados acuerdos de unificación de los sindicatos a escala nacional e internacional, así como varios acuerdos para reforzar la Internacional en materia de organización y para ampliar los poderes del Consejo General.- 174, 264[*]

C. Marx. "Comunicación confidencial a todas las secciones". (N. de la Edit.)

[5] 40. Trátase de la Conferencia de Londres se celebró del 25 al 29 de septiembre de 1865. Participaron en sus labores los miembros del Consejo General y los dirigentes de diversas secciones. La Conferencia escuchó el informe del Consejo General, aprobó su rendición de cuentas financieras y el orden del día del próximo Congreso. La Conferencia de Londres, preparada y celebrada bajo la dirección de Marx, desempeñó un gran papel en el período del devenir y la constitución de la Internacional.- 77, 264

[6] 159. «Asamblea de los rurales» o «parlamento de terratenientes», apodo dado a la Asamblea Nacional de 1871, reunida en Burdeos y constituida en su mayor parte por reaccionarios monárquicos: terratenientes de provincia, funcionarios, rentistas y comerciantes elegidos en las circunscripciones rurales. Sobre un total de 630 diputados a la Asamblea, alrededor de 430 eran monárquicos.- 222, 264

[7] 206. La circular de J. Favre del 26 de mayo de 1871 prescribía a los representantes diplomáticos de Francia en el extranjero gestionar ante los gobiernos europeos la detención de los emigrados de la Comuna y su extradicción.

Dufaure propuso un proyecto de ley, redactado por una comisión especial de la Asamblea Nacional de Francia y adoptado el 14 de marzo de 1872. Según dicha ley, la pertenencia a la Internacional se punía con el encarcelamiento.- 264.[8]

207. En el verano de 1871, Bismarck y Beust, canciller de Austria-Hungría, emprendieron ciertos actos con vistas a combatir en común el movimiento obrero. El 17 de junio de 1871, Bismarck envió a Beust una memoria informándole de las medidas tomadas en Alemania y Francia contra la actividad de la Internacional. En agosto de 1871, en el encuentro de los emperadores alemán y austriaco en Gastein y, en septiembre de 1871, en Salzburgo, se sometió a discusión especial el problema de las medidas conjuntas de lucha contra la Internacional.

El Gobierno italiano se incorporó a la campaña general contra la Internacional, dispersando la Sección napolitana en agosto de 1871 y persiguiendo a los miembros de la Asociación, en particular, a T. Cuno.

En la primavera y el verano de 1871, el Gobierno español adoptó medidas represivas contra las organizaciones obreras y las secciones de la Internacional; con tal motivo, Mora, Morago y Lorenzo, miembros del Consejo Federal español, tuvieron que emigrar a Lisboa.- 264.[*]

Véase el presente tomo, págs. 14-17. (N. de la Edit.)

[9] 208. A propuesta de Marx, la Conferencia de Londres encargó al Consejo General que formase un consejo federal para Inglaterra, ya que hasta el otoño de 1871 las funciones de tal consejo las cumplía el propio Consejo General. En octubre de 1871 se formó el Consejo Federal británico constituido por representantes de las secciones inglesas de la Internacional. Desde el comienzo entró en su dirección un grupo de reformistas, con Hales al frente, que emprendió la lucha contra el Consejo General y la política de internacionalismo proletario que éste aplicaba en el problema de Irlanda. Hales y otros se unían en su lucha a los anarquistas de Suiza, a los elementos reformistas burgueses de los EE.UU., etc. Después del Congreso de La Haya, la parte reformista del Consejo Federal británico negándose a reconocer los acuerdos del Congreso, emprendió, unida a los bakuninistas, una campaña de calumnias contra el Consejo General y Marx. La otra parte del Consejo Federal británico apoyó activamente a Marx y Engels. A principios de diciembre de 1872 en el Consejo Federal británico se produjo una escisión una parte, fiel a los acuerdos del Congreso de La Haya, se constituyó en Consejo Federal Británico y estableció contacto directo con el Consejo Generol, cuya sede se trasladó a Nueva York. Las tentativas de los reformistas de llevarse la Federación británica de la Internacional fracasaron.

El Consejo Federal británico existió de hecho hasta 1874. El cese de su actividad estuvo relacionado con el de la actividad de toda la Internacional, así como con la victoria temporal del oportunismo en el movimiento obrero inglés.- 265.[**]

Véase el presente tomo, págs. 260-261. (N. de la Edit.)

[10] 172. "The Times" («Los Tiempos»), importante diario inglés de orientación conservadora, se publica en Londres desde 1785.- 230, 265

[11] 209. Trátase de la resolución de la II Conferencia de Londres de 1871 "Sobre las denominaciones de los consejos nacionales, etc.", que cerraba las puertas de la Internacional a los distintos grupos sectarios.- 265.


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