Como vimos, la producción capitalista sólo comienza, en rigor, allí donde el mismo capital individual emplea simultáneamente una cantidad de obreros relativamente grande y, en consecuencia, el proceso de trabajo amplía su volumen y suministra productos en una escala cuantitativamente mayor. El operar de un número de obreros relativamente grande, al mismo tiempo, en el mismo espacio (o, si se prefiere, en el mismo campo de trabajo), para la producción del mismo tipo de mercancías y bajo el mando del mismo capitalista, constituye histórica y conceptualmente el punto de partida de la producción capitalista. En lo que respecta al modo de producción mismo, por ejemplo, en sus comienzos la manufactura apenas se distingue de la industria gremial del artesanado por el mayor número de obreros que utiliza simultáneamente el mismo capital. El taller del maestro artesano no ha hecho más que ampliarse.
En un comienzo, por ende, la diferencia es meramente cuantitativa. Vimos que la masa del plusvalor producida por un capital determinado era igual al plusvalor que aporta cada obrero multiplicado por el número de los obreros utilizados simultáneamente. Este número, en sí y para sí, no altera en nada la tasa del plusvalor o el grado de explotación de la fuerza de trabajo, y en lo tocante a la producción de valor mercantil en general, todo cambio cualitativo del proceso de trabajo parece ser indiferente. Se desprende esto de la naturaleza del valor. Si una jornada [392] laboral de 12 horas se objetiva en 6 chelines, 1.200 jornadas laborales iguales se objetivarán en 6 chelines x 1.200. En un caso se han incorporado a los productos 12 horas de trabajo x 1.200; en el otro 12 horas. En la producción de valor, muchos nunca equivalen mas que a muchos individuos. Desde el punto de vista de la producción de valor no hay diferencia alguna entre que los 1.200 obreros produzcan aislados o lo hagan unidos bajo el mando del mismo capital.
Dentro de ciertos límites, no obstante, se opera una modificación. l trabajo objetivado en el valor es trabajo de cualidad social media, y por ende la manifestación de una fuerza de trabajo media. Pero una magnitud media existe únicamente como promedio de muchas y diversas magnitudes individuales de la misma índole. En todo ramo industrial el obrero individual, Juan o Pedro, diverge en mayor o menor grado del obrero medio. Estas divergencias individuales, denominadas "errores" en matemática, se compensan y esfuman no bien se concentra una cantidad relativamente grande de obreros. El célebre sofista y sicofante Edmund Burke pretende saber, fundado en sus experiencias prácticas de arrendatario, que ya en "un grupo tan pequeño" como el que forman 5 peones agrícolas, desaparece toda diferencia individual del trabajo, o sea que si se reúne 5 peones agrícolas ingleses, mayores de edad, los primeros que se encuentre, en el mismo tiempo ejecutarán exactamente la misma cantidad de trabajo que otros 5 peones agrícolas ingleses cualesquiera [1]8 "No cabe duda de que en lo que respecta a la fuerza, la destreza y la diligencia, existen considerables diferencias entre el trabajo de un hombre y el de otro hombre. Pero yo, fundándome en mis concienzudas observaciones, estoy completamente seguro de que cinco hombres cualesquiera, en su conjunto, proporcionan una cantidad de trabajo igual a la de otros cinco cualesquiera, dentro de las edades que he indicado; es decir, que entre esos cinco hombres habrá uno que posea todas las cualidades de un buen obrero, uno será un mal obrero, y los otros tres, medianos, oscilarán entre el primero y el último. De modo que en un grupo tan pequeño como ese de apenas cinco, se encontrará el complemento pleno de todo lo que cinco hombres pueden rendir." (E. Burke. "Thoughts and Details"..., [p] p. [15,] 16.) Cfr. Quételet acerca del individuo medio.. Sea como fuere, es obvio que la jornada laboral conjunta de un número relativamente grande de obreros ocupados simultáneamente [a], [393] es en sí y para sí una jornada de trabajo social medio. Digamos que la jornada laboral del individuo sea, por ejemplo, de 12 horas. De este modo, la jornada laboral de 12 obreros ocupados simultáneamente conforma una jornada laboral conjunta de 144 horas, y aunque el trabajo de cada uno de los 12 diverja en mayor o menor grado del trabajo social medio, y por consiguiente el individuo necesite algo más o algo menos de tiempo para efectuar la misma operación, la jornada individual de cada uno poseerá, en cuanto doceavo de la jornada laboral conjunta de 144 horas, la cualidad social media. Ahora bien, para el capitalista que emplea la docena de obreros, la jornada laboral existe en cuanto jornada laboral conjunta de los 12. La jornada laboral de cada individuo existe como parte alícuota de la jornada laboral conjunta, completamente al margen de que los 12 trabajen en equipo o de que toda la conexión entre sus trabajos consista tan sólo en que laboran para el mismo capitalista. Si, por el contrario, los 12 obreros trabajan de a 2 para 6 pequeños patrones, será fortuito el que cada pequeño patrón produzca la misma masa de valor y por tanto realice la tasa general del plusvalor. Tendrían lugar divergencias de tipo individual. Si en la producción de una mercancía un obrero consumiera mucho más tiempo del socialmente requerido, si el tiempo de trabajo individualmente necesario para él divergiera considerablemente del socialmente necesario o del tiempo de trabajo medio, su trabajo no contaría como trabajo medio ni su fuerza de trabajo como fuerza media de trabajo. En modo alguno podría venderse, o se vendería pero por debajo del valor medio de la fuerza de trabajo. Está supuesto, por tanto, determinado mínimo de eficiencia laboral, y más adelante veremos que la producción capitalista encuentra la manera de medir dicho mínimo. Ello no obstante el mínimo diverge del promedio, aunque, por lo demás, es necesario pagar el valor medio de la fuerza de trabajo. De los 6 pequeños patrones, pues, uno obtendría más otro menos de la tasa general del plusvalor. Las desigualdades quedarían compensadas para la sociedad, pero no para el patrón individual. Por ende, para el productor individual la ley de la valorización no se realiza [394] plenamente sino cuando él produce como capitalista, cuando emplea al mismo tiempo muchos obreros, o sea cuando desde un comienzo, pone en movimiento trabajo social medio 2 3.
También en el caso de un modo de trabajo incambiado, la utilización simultánea de un número mayor de obreros opera una revolución en las condiciones objetivas del proceso de trabajo. Edificios en los que trabajan muchas personas, depósitos de materias primas, etc., recipientes, instrumentos, aparatos, etc., utilizados simultánea o alternativamente por muchas personas, en suma, una parte de los medios de producción, se consumen ahora colectivamente en el proceso de trabajo. De un lado, el valor de cambio de las mercancías, y por lo tanto también el de los medios de producción, en modo alguno aumenta porque aumente la explotación de su valor de uso. Se amplía, por otra parte, la escala de los medios de producción utilizados en común. Un cuarto en el que trabajen 20 tejedores con sus 20 telares, tiene que ser más amplio que el cuarto de un tejedor independiente con 2 oficiales. Pero producir un taller para 20 personas insume menos trabajo que construir 10 talleres para 2 personas cada uno, y así el valor de medios de producción colectivos y concentrados masivamente no aumenta en proporción a su volumen y a su efecto útil. Los medios de producción consumidos colectivamente transfieren al producto individual un componente menor de valor, en parte porque el valor total que transfieren se distribuye simultáneamente entre una masa mayor de productos; en parte porque dichos medios, si se los compara con los medios de producción aislados, ingresan en el proceso de producción con un valor que por cierto es mayor en términos absolutos, pero relativamente menor si se atiende a su esfera de acción. Con ello disminuye un componente de valor del capital constante, y por ende disminuye también, en proporción a su magnitud, el valor total de la mercancía. El efecto es el mismo que si se [395] produjeran más baratos los medios de producción de la mercancía. Esta economía en el empleo de los medios de producción deriva únicamente de su consumo colectivo en el proceso de trabajo de muchos. Y asumen ese carácter, como condiciones de trabajo social o condiciones sociales del trabajo por oposición a los medios de producción dispersos y relativamente costosos de trabajadores o pequeños patrones independientes y aislados , incluso cuando esos muchos sólo trabajan espacialmente juntos y no en equipo. Una parte de los medios de trabajo adquiere ese carácter social antes de que lo adquiera el proceso laboral mismo.
La economía en el empleo de los medios de producción ha de examinarse, en general, desde dos puntos de vista. El primero, en cuanto aquélla abarata las mercancías y reduce, por esa vía, el valor de la fuerza de trabajo. El otro, en cuanto modifica la proporción entre el plusvalor y el capital total adelantado, esto es, la suma de valor de sus componentes constante y variable. El último punto no será dilucidado hasta que lleguemos al libro tercero [b] de esta obra, al cual relegamos también, por razones de ilación, muchos otros puntos vinculados a lo que aquí tratamos. El desenvolvimiento del análisis nos impone esa escisión del objeto, la que a la vez corresponde al espíritu de la producción capitalista. Como aquí, en efecto, las condiciones de trabajo se contraponen al obrero de manera autónoma, también el ahorro de las mismas se presenta como operación especial, la que para nada le incumbe y que por tanto está disociada de los procedimientos que acrecientan su productividad personal.
La forma del trabajo de muchos que, en el mismo lugar y en equipo, trabajan planificadamente en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos pero conexos, se denomina cooperación 4.
Así como la fuerza ofensiva de un escuadrón de caballería o la fuerza defensiva de un regimiento de infantería difiere esencialmente de la suma de fuerzas ofensivas y defensivas que despliega por separado cada jinete o infante, [396] la suma mecánica de fuerzas de obreros aislados difiere esencialmente de la potencia social de fuerzas que se despliega cuando muchos brazos cooperan simultáneamente en la misma operación indivisa, como cuando corresponde, por ejemplo, levantar un peso, hacer girar un manubrio o quitar de en medio un obstáculo [5]. El efecto del trabajo combinado, en tales casos, no podría lograrlo el trabajo de individuos aislados, o sólo podría alcanzarlo en espacios de tiempo mucho más prolongados, o sólo en una escala ínfima. No se trata aquí únicamente de un aumento de la fuerza productiva individual, debido a la cooperación, sino de la creación de una fuerza productiva que en sí y para sí es forzoso que sea una fuerza de masas 6(bis).
Prescindiendo de la nueva potencia de fuerzas que surge de la fusión de muchas fuerzas en una fuerza colectiva, el mero contacto social genera, en la mayor parte de los trabajos productivos, una emulación y una peculiar activación de los espíritus vitales (animal spirits), las cuales acrecientan la capacidad individual de rendimiento de tal modo que una docena de personas, trabajando juntas durante una jornada laboral simultánea de 144 horas, suministran un producto total mucho mayor que 12 trabajadores aislasdos cada uno de los cuales laborara 12 horas, o que un trabajador que lo hiciera durante 12 días consecutivos [7]. Obedece esto a que el hombre es por [397] naturaleza, si no, como afirma Aristóteles, un animal político [8], en todo caso un animal social.
Aunque muchos ejecuten simultánea y conjuntamente una operación igual o similar, puede ser, sin embargo, que el trabajo individual de cada uno como parte del trabajo colectivo represente fases diversas del proceso laboral mismo, recorridas con más rapidez por el objeto de trabajo gracias a la cooperación. Cuando, por ejemplo, los albañiles se ponen en hilera para subir los ladrillos desde el pie hasta lo alto de un andamio, cada uno de ellos hace lo mismo que los demás, pero, no obstante, las operaciones individuales configuran partes continuas de una operación total, fases particulares que cada ladrillo debe recorrer en el proceso laboral y por medio de las cuales las 24 manos, digamos, del obrero colectivo lo elevan más rápidamente que lo que harían las dos manos de cada obrero individual si éste subiese y bajase del andamio [9]. El objeto de trabajo recorre el mismo espacio en un lapso más breve. La combinación del trabajo ocurre, asimismo, cuando se emprende desde distintos lados y simultáneamente la construcción de un edificio, aunque quienes [398] cooperan efectúen una tarea igual o de la misma naturaleza. Puesto que el obrero combinado u obrero colectivo tiene ojos y manos por delante y por detrás y goza, hasta cierto punto, del don de la ubicuidad, la jornada laboral combinada de 144 horas que aborde por varios lados, en lo espacial, el objeto de trabajo, promueve más rápidamente el producto total que la jornada laboral de 12 horas efectuada por trabajadores más o menos aislados, los cuales deban abordar su trabajo unilateralmente. En el mismo lapso se concretan diversas partes locales del producto.
Hicimos hincapié en que los muchos obreros que se complementan recíprocamente ejecuten un trabajo igual o de naturaleza similar, y lo hicimos porque esta forma del trabajo colectivo, la más simple, también desempeña un gran papel en la forma más desarrollada de la cooperación. Si el proceso de trabajo es complejo, la sola masa de los cooperadores permite distribuir las diversas operaciones entre diversos brazos y, por consiguiente, ejecutarlas simultáneamente y, con ello, reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción del producto total [10].
En muchos ramos de la producción se dan momentos críticos, esto es, ciertos períodos, determinados por la naturaleza misma del proceso laboral, durante los cuales deben alcanzarse determinados resultados del trabajo. Si, pongamos por caso, hay que esquilar un rebaño de ovejas o segar cierta cantidad de yugadas de trigo y cosechar el cereal, la cantidad y calidad del producto dependerán de que la operación comience en cierto momento y finalice en cierto momento. El espacio de tiempo que debe insumir el proceso de trabajo aquí está predeterminado, como lo está por ejemplo en la pesca del arenque. El individuo no puede extraer de un día más que una jornada laboral de, digamos, 12 horas, pero la cooperación de 100 obreros, por ejemplo, extiende una jornada de 12 horas convirtiéndola en jornada laboral de 1.200 horas. La brevedad del plazo en que se ejecuta el trabajo queda compensada [399] por la magnitud de la masa de trabajo lanzada, en el momento decisivo, al campo de la producción. El efecto producido a tiempo depende aquí de la aplicación simultánea de muchas jornadas laborales combinadas; el volumen del efecto útil depende del número de ohreros, siempre menor, sin embargo, que la cantidad de trabajadores que actuando por separado efectuarían el mismo volumen de trabajo en el mismo espacio de tiempo [11]. A la falta de esa cooperación se debe que año tras año se pierdan considerables cantidades de trigo en el Oeste norteamericano y grandes masas de algodón en las partes de las Indias Orientales donde la dominación inglesa ha destruido las viejas entidades comunitarias [12].
La cooperación permite, de una parte, extender el ámbito espacial del trabajo, y de ahí que en ciertos procesos de trabajo la vuelva necesaria la mera interconexión espacial del objeto de trabajo, como en los casos de la desecación de tierras, construcción de diques, obras de regadío, canales y carreteras, tendido de vías férreas, etc. De otra parte, brinda la posibilidad de restringir en lo espacial, conforme a la escala de la producción, el territorio en que la misma se desarrolla. Esta reducción del ámbito espacial del trabajo, que ocurre al mismo tiempo que se expande su campo de acción, con lo cual se economizan una serie de gastos varios (faux frais), deriva de la aglomeración de los obreros, de la aproximación de diversos [400] procesos laborales y de la concentración de los medios de producción [13].
En comparación con una suma igual de jornadas individuales y aisladas de trabajo, la jornada laboral combinada produce una masa mayor de valor de uso y reduce, por ende, el tiempo de trabajo necesario para la producción de determinado efecto útil. En el caso dado, ya sea que la jornada laboral combinada obtenga esa fuerza productiva aumentada porque acrecienta la potencia mecánica del trabajo, o porque amplía el campo espacial de acción de este último, o reduce espacialmente el campo de producción en proporción a la escala de ésta, o porque en el momento crítico aplica mucho trabajo en poco tiempo, o estimula la emulación de los individuos y pone en tensión sus espíritus vitales, o imprime a las operaciones análogas de los muchos obreros el sello de lo continuo y polifacético, o ejecuta simultáneamente diversas operaciones, o porque economiza los medios de producción en virtud de su uso colectivo, o confiere al trabajo individual el carácter de trabajo social medio; en todas estas circunstancias la fuerza productiva específica de la jornada laboral combinada es fuerza productiva social del trabajo, o fuerza productiva del trabajo social. Surge de la cooperación misma. En la cooperación planificada con otros, el obrero se despoja de sus trabas individuales y desarrolla su capacidad en cuanto parte de un género [14].
Si los trabajadores en modo alguno pueden cooperar directamente entre sí sin estar juntos y el que se aglomeren en un espacio determinado es, por consiguiente, condición [401] de su cooperación, los asalariados no pueden cooperar sin que el mismo capital, el mismo capitalista, los emplee simultáneamente, esto es, adquiera a un mismo tiempo sus fuerzas de trabajo. De ahí que el valor total de estas fuerzas de trabajo o sea la suma de los salarios correspondientes a los obreros por el día, la semana, etc. deba estar reunido en el bolsillo del capitalista antes de que las fuerzas de trabajo mismas lo estén en el proceso de producción. Pagar a 300 obreros de una vez, aunque no sea más que por un día, requiere una mayor inversión de capital que pagar a unos pocos obreros, semana a semana, durante todo el año. El número de los obreros que cooperan, o la escala de la cooperación, dependerá por tanto, en un primer momento, de la magnitud del capital que el capitalista individual pueda desembolsar para adquirir fuerza de trabajo, esto es, del grado en que cada capitalista pueda disponer de los medios de subsistencia de muchos obreros.
Y lo mismo que ocurre con el capital variable, sucede también con el capital constante. La inversión en materias primas, por ejemplo, es 30 veces mayor en el caso del capitalista que emplea 300 obreros que en el caso de cada uno de los 30 capitalistas que emplean 10 obreros cada uno. El volumen de valor y la masa material de los medios de trabajo utilizados en común no crecen, por cierto, en el mismo grado que el número de obreros empleados, pero crecen considerablemente. La concentración de masas mayores de medios de producción en las manos de capitalistas individuales es, pues, condición material para la cooperación de los asalariados, y el volumen de la cooperación o la escala de la producción depende del volumen de dicha concentración.
Vimos anteriormente que cierta magnitud mínima del capital individual era necesaria para que el número de los obreros eplotados simultáneamente, y por tanto la masa del plusvalor producido, alcanzara para desligar del trabajo manual al empleador de trabajo, para convertir al pequeño patrón en capitalista y, de esta suerte, instaurar formalmente la relación capitalista. Esa magnitud mínima se presenta ahora como condición material para la transformación de numerosos procesos individuales de trabajo, antes dispersos y recíprocamente independientes, en un proceso combinado y social de trabajo.
[402] Asimismo, en un principio el mando del capital sobre el trabajo aparecía tan sólo como consecuencia formal del hecho de que el obrero, en vez de trabajar para sí, lo hacía para el capitalista y por ende bajo sus órdenes. Con la cooperación de muchos asalariados, el mando del capital se convierte en el requisito para la ejecución del proceso laboral mismo, en una verdadera condición de producción. Las órdenes del capitalista en el campo de la producción se vuelven, actualmente, tan indispensables como las órdenes del general en el campo de batalla.
Todo trabajo directamente social o colectivo, efectuado en gran escala, requiere en mayor o menor medida una dirección que medie la armonía de las actividades individuales y ejecute aquellas funciones generales derivadas del movimiento del cuerpo productivo total, por oposición al movimiento de sus órganos separados. Un solista de violín se dirige a sí mismo; una orquesta necesita un director. Esta función directiva, vigilante y mediadora se convierte en función del capital no bien el trabajo que le está sometido se vuelve cooperativo. En cuanto función específica del capital, la función directiva asume características específicas.
El motivo impulsor y el objetivo determinante del proceso capitalista de producción, ante todo, consiste en la mayor autovalorización posible del capital 15, es decir, en la mayor producción posible de plusvalor y por consiguiente la mayor explotación posible de la fuerza de trabajo por el capitalista. Con la masa de los obreros simultáneamente utilizados crece su resistencia y, con ésta, necesariamente, la presión del capital para doblegar esa resistencia. La dirección ejercida por el capitalista no es sólo una función especial derivada de la naturaleza del proceso social de trabajo e inherente a dicho proceso; es, a la vez, función de la explotación de un proceso social de trabajo, y de ahí que esté condicionada por el inevitable antagonismo entre el explotador y la materia prima de su explotación. A la par del volumen de los medios de producción, que como propiedad ajena se contraponen al asalariado, crece la necesidad de controlar la [403] utilización adecuada de los mismos [16] 17bis. Por lo demás, la cooperación entre los asalariados no es nada más que un efecto del capital que los emplea simultáneamente. La conexión entre sus funciones, su unidad como cuerpo productivo global, radican fuera de ellos, en el capital, que los reúne y los mantiene cohesionados. La conexión entre sus trabajos se les enfrenta idealmente como plan, prácticamente como autoridad del capitalista, como poder de una voluntad ajena que somete a su objetivo la actividad de ellos.
Por consiguiente, si conforme a su contenido la dirección capitalista es dual porque lo es el proceso de producción mismo al que debe dirigir de una parte proceso social de trabajo para la elaboración de un producto, de otra, proceso de valorización del capital , con arreglo a su forma esa dirección es despótica. Con el desarrollo de la cooperación en mayor escala este despotismo desenvuelve sus formas peculiares. Así como el capitalista, no bien el capital ha alcanzado esa magnitud mínima con la cual comienza la producción verdaderamente capitalista, se desliga primero del trabajo manual, ahora, a su vez, abandona la función de vigilar directa y constantemente a los diversos obreros y grupos de obreros, transfiriéndola a un tipo especial de asalariados. Al igual que un ejército requiere oficiales militares, la masa obrera que coopera bajo el mando del mismo capital necesita altos oficiales (dirigentes, managers) y suboficiales industriales [404] (capataces, foremen, overlookers, contre-maîtres) que durante el proceso de trabajo ejerzan el mando en nombre del capital. El trabajo de supervisión se convierte en función exclusiva de los mismos. Cuando compara el modo de producción de campesinos independientes o artesanos autónomos con la economía de plantación, fundada en la esclavitud, el economista incluye a ese trabajo de supervisión entre los faux frais de production 18bis 19. Pero por el contrario, cuando analiza el modo capitalista de producción, identifica la función directiva, en la parte en que deriva de la naturaleza del proceso laboral colectivo, con la misma función en la parte en que está condicionada por el carácter capitalista, y por ende antagónico, de este proceso [20]. El capitalista no es capitalista por ser director industrial, sino que se convierte en jefe industrial porque es capitalista. El mando supremo en la industria se transforma en atributo del capital, así como en la época feudal el mando supremo en lo bélico y lo judicial era atributo de la propiedad territorial [21]bis[22].
El obrero es propietario de su fuerza de trabajo mientras regatea, como vendedor de la misma, con el capitalista, y sólo puede vender lo que posee, su fuerza de trabajo individual, aislada. En modo alguno se modifica esta relación porque el capitalista adquiera 100 fuerzas de trabajo en vez de una, o ajuste contratos no con uno sino con 100 obreros independientes entre sí. Puede utilizar [405] los 100 obreros sin hacer que cooperen. El capitalista, por consiguiente, paga el valor de 100 fuerzas de trabajo autónomas, pero no paga la fuerza de trabajo combinada de los 100. En cuanto personas independientes, los obreros son seres aislados que entran en relación con el mismo capital, pero no entre sí. Su cooperación no comienza sino en el proceso de trabajo, pero en el proceso laboral ya han dejado de pertenecerse a sí mismos. Al ingresar a ese proceso, el capital se los ha incorporado. En cuanto cooperadores, en cuanto miembros de un organismo laborante, ellos mismos no son más que un modo particular de existencia del capital. La fuerza productiva que desarrolla el obrero como obrero social es, por consiguiente, fuerza productiva del capital. La fuerza productiva social del trabajo se desarrolla gratuitamente no bien se pone a los obreros en determinadas condiciones, que es precisamente lo que hace el capital. Como la fuerza productiva social del trabajo no le cuesta nada al capital, como, por otra parte, el obrero no la desarrolla antes que su trabajo mismo pertenezca al capitalista, esa fuerza productiva aparece como si el capital la poseyera por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente.
El efecto de la cooperación simple muestra sus características colosales en las obras ciclópeas de los antiguos asiáticos, egipcios, etruscos, etc. "En tiempos pasados ocurría que esos estados asiáticos, luego de cubrir los gastos de sus instituciones civiles y militares, se encontraran en posesión de un excedente de medios de subsistencia que podían emplear en obras suntuarias o útiles. Su facultad e mando sobre las manos y brazos de casi toda la población no agrícola y el derecho exclusivo de los monarcas y el clero a disponer de dicho excedente les brindaron los medios para erigir esos monumentos imponentes con los que inundaron el país... [23] Para mover las estatuas colosales y esas masas enormes cuyo trasporte suscita el asombro, se utilizó casi exclusivamente, y con prodigalidad, trabajo humano. [...] Bastaba con el número de los trabajadores y la concentración de sus esfuerzos. Vemos así cómo desde las profundidades del océano se alzan poderosos arrecifes de coral, formando islas y tierra firme, aunque cada depositante (depositary) sea diminuto, débil y desdeñable. Los trabajadores no agrícolas de una monarquía asiática disponen de poco más que de sus esfuerzos [406] físicos individuales para contribuir a la tarea, pero su fuerza está en su número, y es la facultad de dirigir esas masas lo que dio origen a esas obras gigantescas. Fue esa concentración, en una o pocas manos, de los réditos de los que vivían los trabajadores lo que hizo posibles tales empresas [24]. En la sociedad moderna, ese poder de los reyes asiáticos y egipcios o de los teócratas etruscos, etc., es conferido al capitalista, haga éste su entrada en escena como capitalista aislado o caso de las sociedades anónimas como capitalista combinado.
La cooperación en el proceso de trabajo, tal como la encontramos, de manera predominante, en los comienzos de la civilización humana, entre los pueblos de cazadores [25]bis o por ejemplo en la agricultura de entidades comunitarias indias, se funda por una parte en que las condiciones de producción son de propiedad común; por otra en que el individuo, singularmente considerado, está tan lejos de haber cortado el cordón umbilical que lo liga a la tribu o a la entidad comunitaria, como la abeja individual de haberse independizado de la colonia que integra. Ambas cosas distinguen a esa cooperación de la capitalista. El empleo esporádico de la cooperación en gran escala en el mundo antiguo, la Edad Media y las colonias modernas, se funda en relaciones directas de dominación y servidumbre, y en la mayor parte de los casos en la esclavitud. Por el contrario, la forma capitalista presupone desde un principio al asalariado libre que vende su fuerza de trabajo al capital. Históricamente, sin embargo, se desarrolla por oposición a la economía campesina y a la empresa artesanal independiente, revista o no esta última la forma corporativa [26]. Frente a ellas la cooperación capitalista no se [407] presenta como forma histórica particular de la cooperación, sino que la cooperación misma aparece como forma histórica peculiar al proceso capitalista de producción, como forma que lo distingue específicamente.
Así como la fuerza productiva social del trabajo desarrollada por la cooperación se presenta como fuerza productiva del capital, la cooperación misma aparece como forma específica del proceso capitalista de producción, en antítesis al proceso de producción de trabajadores independientes aislados o, asimismo, de pequeños patrones. Se trata del primer cambio que experimenta el proceso real de trabajo por su subsunción bajo el capital. Este cambio se opera de un modo natural. Su supuesto, la ocupación simultánea de un gran número de asalariados en el mismo proceso de trabajo, constituye el punto de partida de la producción capitalista. Dicho punto coincide con el momento en que el capital comienza a existir. Si bien, pues, el modo capitalista de producción se presenta por una parte como necesidad histórica para la transformación del proceso de trabajo en un proceso social, por la otra esa forma social del proceso de trabajo aparece como método aplicado por el capital para explotar más lucrativamente ese proceso, aumentando su fuerza productiva.
En su figura simple, hasta aquí analizada, la cooperación coincide con la producción en gran escala, pero no constituye una forma fija y característica de una época particular de desarrollo del modo capitalista de producción. A lo sumo, se presenta de esa manera, aproximadamente, en los comienzos aún artesanales de la manufactura [27] y en ese tipo de agricultura en gran escala que corresponde al período manufacturero y que sólo se distingue de la economía campesina, en esencia, por la masa de trabajadores empleados simultáneamente y el volumen de los medios de producción concentrados. La cooperación simple es siempre la forma predominante en aquellos ramos de la producción donde el capital opera en gran escala pero sin que la división del trabajo o la maquinaria desempeñen un papel significativo.
La cooperación sigue siendo la forma básica del producción capitalista, aunque su propia figura simple se presente como forma particular junto a otras más desarrolladas. [1]
[a] a En la 3ª y 4ª ediciones sigue: "dividida por el número de los obreros".
2 9 El señor profesor Roscher pretende haber descubierto que una costurera a la que emplea la señora profesora durante dos días, rinde más trabajo que dos costureras empleadas un mismo día por la señora profesora [[[148]]]. El señor profesor no debería efectuar en el cuarto de los niños sus observaciones sobre el proceso capitalista de producción, ni bajo circunstancias en que falta el personaje principal: el capitalista.
3 [148] (W) W. Roscher, "Die Grundlagen der Nationalökonomie", 3ª ed., Augsburgo, 1854, pp. 88-89.-- 394.
[b] b En la 4ª edición: "a la primera sección del libro tercero".
4 10 "Concours de forces." (Destutt de Tracy, "Traité de..., página 80.)
[5] 11 "Hay muchas operaciones de índole tan sencilla como para no admitir una división en partes, que no pueden ser ejecutadas sin la cooperación de muchos pares de brazos. Por ejemplo cargar un gran tronco en un carro... en suma, todo lo que no puede hacerse sin que una gran cantidad de brazos se ayuden recíprocamente en la misma ocupación indivisa y a un mismo tiempo." (E. G. Wakefield, "A View of the Art of Colonization", Londres, 1849, p. 168.)
6 11 bis "Mientras que un hombre no podría levantar un peso de una tonelada y 10 hombres tendrían que esforzarse para hacerlo, 100 hombres, en cambio, puedenm levantarlo sólo con la fuerza de un dedo de cada uno de ellos." (J. Bellers, "Proposals for Raising"..., p. 21.)
[7] 12 "Existe también" (cuando un agricultor emplea la misma cantidad de hombres en 300 acres que 10 agricultores en 30 acres cada uno) "una ventaja en la proporción de los peones, ventaja que no es fácil de comprender para quienes no sean hombres prácticos; pues se dirá, naturalmente, que 1 es a 4 como 3 es a 12, pero esto no se confirma en la práctica, ya que durante las cosechas y muchas otras actividades que requieren una premura análoga, el trabajo se efectúa mejor y más rápidamente mediante la cooperación de muchos brazos; en la cosecha, por ejemplo, 2 carreteros, 2 cargadores, 2 lanzadores, 2 rastrilladores y el resto en las parvas o en el granero, ejecutan el doble de trabajo que si el mismo número de brazos estuviera repartido en diferentes cuadrillas atareadas en granjas diferentes." ([J. Arbuthnot,] "An Inquiry into the Connection between the Present Price of Provisions and the Size of Farms", By a Farmer, Londres, 1773, pp. 7, 8.)
[8] 13 La definición de Aristóteles es, en realidad, la de que el hombre es por naturaleza un miembro de la ciudad. Esa definición es tan característica de la Antigüedad clásica como lo es de la yanquidad la definición de Franklin, según la cual el hombre es por naturaleza un fabricante de instrumentos.
[9] 14 "Se debe subrayar aun que esta división parcial del trabajo puede tener lugar, incluso, aunque los obreros ejecuten una misma faena. Cuando los albañiles, por ejemplo, se pasan de mano en mano los ladrillos hasta un andamio más elevado, efectúan todos la misma tarea, y sin embargo existe entre ellos una especie de división del trabajo, consistente en que cada uno hace que el ladrillo adelante cierto espacio y que entre todos lo hagan llegar mucho más rápidamente al lugar de destino que si cada cual, por separado, llevara su ladrillo hasta el andamio más alto." (F. Skarbek, "Théorie des richesses sociales", 2ª ed., París, 1839, t. I, pp. 97, 98.)
[10] 15 "Si se trata de ejecutar un trabajo complicado, hay que efectuar diversas cosas a la vez. Uno hace una de ellas y otro hace otra, y todos contribuyen a un resultado que no habría podido alcanzar un hombre solo. Uno rema mientras otro gobierna el timón y un tercero echa las redes o arponea un pez, y la pesca obtiene así un éxito que habría sido imposible sin ese concurso." (Destutt de Tracy, "Traité de la volonté"..., p. 78.)
[11] 16 "Ejecutarlo" (al trabajo agrícola) "en el momento crítico tiene un efecto tanto mayor." ([J. Arbuthnot,] "An Inquiry into"..., p. 7.) "En agricultura, no hay factor que sea más importante que el factor tiempo." (Liebig, "Über Theorie und Praxis in der Landwirtschaft", Brunswick, 1856, p. 23.)
[12] 17 "El mal siguiente es uno que difícilmente esperaríamos encontrar en un país que exporta más trabajo que cualquier otro en el mundo, a excepción talvez de China e Inglaterra: la imposibilidad de procurar el número suficiente de brazos para la recolección del algodón. La consecuencia de ello es que grandes cantidades de la cosecha quedan sin recoger, mientras que otra parte del algodón se junta del suelo una vez que ha caído, con lo cual, por supuesto, está descolorido y en parte echado a perder; de modo que, por falta de trabajo en la estación apropiada, el plantador está realmente obligado a conformarse con la pérdida de una gran parte de esa cosecha tan ansiada por Inglaterra." (Bengal Hurkaru. "Bi-Monthly Overland Summary of News, 22 de julio de 1861".)
[13] 18 "Con el progreso de los cultivos, todo el capital y el trabajo y quizás más que antes ocupaban holgadamente 500 acres, se concentran ahora para la labranza más intensiva de 100 acres". Aunque "en comparación con el monto del capital y trabajo empleados el espacio esté concentrado, se trata de una esfera ampliada de la producción si se la compara con la esfera de producción ocupada o trabajada anteriormente por un agente de la producción solo e independiente". (R. Jones, "An Essay on the Distribution of Wealth, [I parte,] "On Rent", Londres, 1831, p. 191.)
[14] 19 "La fuerza de cada hombre es mínima, pero la reunión de las fuerzas mínimas constituye una fuerza total mayor aun que la suma de esas mismas fuerzas, de modo que las fuerzas, por estar reunidas, pueden disminuir el tiempo y ampliar el espacio de su acción." (G. R. Carli, nota a P. Verri, Meditazioni sulla..., t. XV, p. 196.)
15 20 "Los beneficios... son la única finalidad del negocio." (J. Vanderlint, "Money Answers"..., p. 11.)
[16] 21 Un periódico filisteo inglés, el "Spectator", informa el 26 de mayo de 1866 que tras establecerse una especie de asociación entre un capitalista y sus obreros en la "Wirework Company of Manchester", "el primer resultado fue una súbita disminución del desperdicio, ya que los obreros no veían por qué habrían de dilapidar su propiedad más que cualquier otra propiedad del patrón, y el derroche es talvez, junto a las cuentas incobrables, la principal fuente de pérdidas en la industria". El mismo periódico descubrió que el mayor defecto de los "Rochdale cooperative experiments" [[[148 bis]]] era el siguiente: "They showed that associations of workmen could manage shops, mills, and almost all forms of industry with success, and they immensely improved the condition of the men, but then they did not leave a clear place for masters". ("Demostraron que las asociaciones de obreros podían administrar con éxito tiendas, fábricas y casi todas las formas de la industria, y mejoraron inmensamente la condición de los operarios, pero, [exclamdown]pero!, no dejaron un lugar libre para los patrones". Quelle horreur!)
17 [148 bis] Rochdale cooperative experiments. --En 1844 un grupo de discípulos de Robert Owen fundó en la ciudad inglesa de Rochdale, Lancashire, la "Society of Equitable Pioneers", una cooperativa de consumo que más tarde fue también cooperativa de producción. En el congreso de 1866 de la Internacional se reconoció al "movimiento cooperativo como una de las fuerzas transformadoras de la sociedad presente", pero se señaló, además, que "es impotente por sí mismo para transformar la sociedad capitalista", tarea que requiere el empleo de "las fuerzas organizadas de la sociedad".-- 403.
18 21 bis Una vez que el profesor Cairnes ha expuesto la "superintendence of labour" [supervisión del trabajo] como una de las principales características de la producción esclavista en los estados norteamericanos meridionales, prosigue; "El propietario rural" (en el Norte) "se apropia del producto íntegro de su tierra [[[149]]], y de ahí que no necesite ningún estímulo para esforzarse. La supervisión está aquí totalmente de más". (Cairnes, "The Slave Power, páginas 48, 49.)
19 [149] En Cairnes, "toil" (trabajo) en vez de "soil" (tierra, suelo).-- 404.
[20] 22 Sir James Steuart, escritor en general excelente por su perspicacia para distinguir las diferencias sociales que caracterizan a diversos modos de producción, observa: "¿Por qué las grandes empresas manufactureras arruinan la industria de los particulares, sino porque aquéllas se aproximan a la simplicidad del régimen esclavista?" ("Principles of Political Economy", Londres, 1767, vol. I, pp. 167, 168.)
[21] 22 bis Auguste Comte y su escuela habrían podido demostrar la necesidad eterna de señores feudales, del mismo modo que lo han hecho en el caso de los señores capitalistas [[[150]]].
[22] [150] (R) En la primera edición alemana esta nota proseguía con la siguiente observación: "Si se examina a fondo la <<filosofía positiva>>, se descubre que pese a sus aires <<librepensadores>> hunde profundamente sus raíces en la tierra católica. Al método de síntesis enciclopédica se debe el éxito de Auguste Comte en Francia. En comparación con la "Enciclopedia" de Hegel, la síntesis comtiana es un trabajo de escolar, de importancia local.".-- 404.
[23] [151] En Richard Jones, según TI 333, es así el comienzo de este pasaje: "En tiempos pasados ocurría que estos estados orientales, luego de cubrir los gastos de sus instituciones civiles y militares, se encontraran en posesión de un excedente que podían destinar a obras suntuarias o útiles; en la construcción de éstas, el hecho de que pudieran disponer de las manos y brazos de casi toda la población no agrícola produjo monumentos estupendos que todavía hoy revelan el poder de dichos estados. El feraz valle del Nilo... producía alimentos para una hormigueante población no agrícola, y esos alimentos, pertenecientes al monarca y a los sacerdotes, proporcionaban los medios para erigir los imponentes monumentos que colman el país...".-- 405.
[24] 23 R. Jones, "Textbook of Lectures"..., pp. 77, 78. Las colecciones paleoasirias, egipcias, etc., en Londres y otras capitales europeas nos convierten en testigos oculares de esos procesos cooperativos de trabajo.
[25] 23 bis Quizás no esté equivocado Linguet, en su "Théorie des lois civiles", cuando afirma que la caza es la primera forma de la cooperación y la caza de hombres (la guerra) una de las primeras formas de la caza.
[26] 24 Ambas, la economía campesina en pequeña escala y la empresa artesanal independiente, que en parte forman la base del modo de producción feudal y en parte aparecen tras la disolución de éste a la vera de la industria capitalista, constituyen a la vez la base económica de la comunidad clásica en sus mejores tiempo, cuando la propiedad comunal, originada en Oriente, se había disuelto ya y la esclavitud aún no se había apoderado realmente de la producción.
[27] 25 "¿No es acaso la unión de destrreza, industriosidad y emulación de muchos, reunidos en la misma obra, la manera de hacerla adelantar? ¿Y acaso a Inglaterra le hubiera sido posible, de otro modo, llevar su manufactura lanera a una perfección tan grande?" (Berkeley, "The Querist", Londres, 1750, SS 521, p. 56.)