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CAPITULO XX

DIVERSIDAD NACIONAL

DE LOS SALARIOS

En el capítulo XV examinamos las múltiples combinaciones que puede ocasionar un cambio en la magnitud de valor absoluta o relativa (esto es, comparada con el plusvalor) de la fuerza de trabajo, mientras que a su vez, por otra parte, la cantidad de medios de subsistencia en la que sec realiza el precio de la fuerza de trabajo puede experimentar fluctuaciones independientes [1] o diferentes del cambio de ese precio. Como ya hemos hecho notar, la simple traducción del valor o en su caso del precio de la fuerza de trabajo en la forma exotérica del salario, hace que todas aquellas leyes se transformen en leyes del movimiento del salario. Lo que dentro de este movimiento se pone de manifiesto como combinación variable, puede aparecer, en el caso de países diferentes, como diversidad simultánea de los salarios nacionales. De ahí que al comparar los salarios de diversas naciones, debe tenerse el cuenta todos los factores que determinan el cambio en la magnitud de valor alcanzada por la fuerza de trabajo: precio y volumen de las necesidades vitales elementales naturales e históricamente desarrolladas , costos que insume la educación del obrero, papel desempeñado por el [684] trabajo femenino y el infantil, productividad del trabajo, magnitud del mismo en extensión e intensidad. Incluso la comparación más superficial exige, por de pronto, reducir a jornadas laborales iguales el jornal medio que rige en las mismas industrias de diversos países. Tras esta equiparación de los jornales, se debe traducir nuevamente el salario por tiempo en pago a destajo, ya que sólo este último constituye un indicador tanto de la productividad como de la intensidad del trabajo [a]65 [Nota idéntica a la 65 de la 2ª edición].. En la mayor parte de los caos [685] encontraremos que el jornal inferior de una nación expresa un precio más elevado del trabajo, y el jornal más elevado de otra nación un precio menor del mismo; ya hemos visto que el movimiento del jornal, en general, mostraba la posibilidad de dicha combinación [2].

En el mercado mundial, la jornada nacional de trabajo más intensa no sólo cuenta como jornada laboral de mayor número de horas, como jornada mayor en cuanto a la extensión, sino que la jornada nacional de trabajo más productiva cuenta como más intensa, siempre y cuando la nación más productiva no se vea forzada por la competencia a reducir a su valor el precio de venta de la mercancía. La jornada nacional de trabajo más intensa y más [686] productiva, pues, en términos generales se representa en el mercado mundial en una expresión dineraria más alta que la jornada nacional de trabajo menos intensa o productiva. Lo que vale para la jornada laboral, se aplica también a cada una de sus partes alícuotas. Por consiguiente, el precio dinerario absoluto del trabajo puede estar más alto en una nación que en la otra, aunque el salario relativo, esto es, el salario comparado con el plusvalor producido por el obrero, o su producto total de valor, o el precio de los víveres, sea menor [3] "Esta comparación", afirma el señor Redgrave, "es todavía más desfavorable para Gran Bretaña, enire otras razones, porque allí exisie un gran número de fábricas en las cuales la tejeduría mecánica está combinada con la hilandería; en el cálculo, sin embargo, no se descuentan las personas que manejan telares. Las fábricas extranjeras, en cambio, son en su mayor parte simples hilanderías. Si pudiéramos comparar cosas iguales podría mencionar muchas hilanderías algodoneras de mi distrito en las que mules con 2.200 husos están a cargo de un solo hombre (minder) y de dos mujeres que lo ayudan; en esas mules se fabrican por día 220 libras [100 kg, aproximadamente] de hilado con un largo de 400 millas" (inglesas) [644 km, aproximadamente]. (Reports... 31st October 1866, pp. 31-37 y pássim.) (b). [b].

En el "Ensayo sobre la tasa del salario" [4]d En la 4ª edición ésta es la nota 66., uno de sus primeros escritos económicos, Henry Carey procura [688] demostrar que los distintos salarios nacionales son directamente proporcionales al grado de productividad de las jornadas laborales de cada país, para extraer de esta proporción internacional la conclusión de que el salario, en general, aumenta y disminuye con la productividad del trabajo. Todo nuestro análisis acerca de cómo se produce el plusvalor demuestra el absurdo de esa conclusión, que seguiría siendo absurda aunque el propio Carey hubiera demostrado sus premisas en vez de ofrecernos, según su costumbre, una abigarrada mezcolanza de material estadístico amontonado a tontas y a locas, sin ningún espíritu crítico. Pero lo mejor de todo es que Carey no afirma que las cosas sean realmente como deberían ser según la teoría. La intromisión del estado, en efecto, ha falseado la relación económica natural. Por consiguiente, hay que calcular los salarios nacionales como si la parte de los mismos recaudada por el estado bajo la forma de impuestos le tocara en suerte al propio obrero. ¿El señor Carey no debería proseguir sus meditaciones acerca de si esos "costos del estado" no son también "frutos naturales" del desarrollo capitalista? El razonamiento es digno, por entero, del hombre que comenzó por declarar que las relaciones capitalistas de producción son leyes eternas de la naturaleza y la razón, leyes cuyo juego libre y armónico sólo es perturbado por la intromisión del estado, y que termina descubriendo que el influjo diabólico de Inglaterra sobre el mercado mundial un influjo que, según parece, no brota de las leyes naturales de la producción capitalista hace necesaria la intromisión del estado, esto es, la protección de estas leyes de la naturaleza y la razón por el estado, alias el sistema proteccionista. Descubre, además, que los teoremas de Ricardo, etc., en que se formulan las antítesis y contradicciones sociales existentes, no son el producto ideal del movimiento económico real, sino que, a la inversa, [exclamdown]las antítesis reales de la producción capitalista en Inglaterra y otras partes son el resultado de la teoría ricardiana, etc.! Carey, finalmente, llega a la conclusión de que en última instancia es el comercio lo que anula las bellezas y armonías congénitas del modo capitalista de producción. Un paso más en esta dirección, y quizás descubra que el único inconveniente de la producción capitalista es el capital mismo. Sólo un hombre tan horrendamente carente de espíritu crítico y que [689] hace gala de tal erudición de faux aloi [de mala ley] merecía convertirse, pese a su herejía proteccionista, en la fuente secreta donde beben su sabiduría armónica un Bastiat y todos los demás optimistas actuales que quiebran lanzas a favor del libre cambio [5]a Nota suprimida en la 4ª edición.. [1] 64 "No es exacto decir que los salarios" (aquí se trata de su precio) "hayan aumentado porque con ellos se pueda comprar una cantidad mayor de un artículo más barato" (David Buchanan en su edición de Adam Smith, "Wealth of Nations", 1814, vol. I, p. 417, nota.)

[a] a En la 3ª y 4ª ediciones, en lugar del pasaje que va desde aquí hasta la llamada 66 y del primer párrafo de la nota del mismo número, figura el siguiente texto: "En todos los países prevalece cierta intensidad media del trabajo, por debajo de la cual éste, en la producción de una mercancía, consume más tiempo que el socialmente necesario y no cuenta, por ende, como trabajo de calidad normal. Sólo un grado de intensidad que se eleva por encima de la media nacional modifica, en un país dado, la medida del valor por la mera duración del tiempo de trabajo. No ocurre lo mismo en el mercado mundial, cuyas partes integrantes son los diversos países. La intensidad media del trabajo varía de país a país: aquí es mayor, allá menor. Estas medias nacionales, pues, conforman una escala cuya unidad de medida es la unidad media del trabajo universal. En comparación, por tanto, con el trabajo nacional menos intenso, el más intenso produce más valor en el mismo tiempo, valor que se expresa en más dinero.

"Pero la ley del valor, en su aplicación internacional, se ve más modificada aun por el hecho de que en el mercado mundial el trabajo nacional más productivo cuenta asimismo como trabajo más intenso, siempre y cúando la nación más productiva no se vea forzada por la competencia a reducir a su valor el precio de venta de su mercancía.

"En la misma medida en que se va desarrollando en un país la producción capitalista, también se elevan en él, por encima del nivel internacional, la intensidad y productividad nacionales del trabajo (64bis). Las diversas cantidades de mercancías del mismo tipo, producidas en países diferentes en el mismo tiempo de trabajo, tienen por consiguiente valores internacionales desiguales, que se expresan en precios diferentes, o sea en sumas de dinero que difieren según los valores internacionales. El valor relativo del dinero, pues, será menor en la nación con un modo capitalista de producción más desarrollado que en aquella donde éste se haya desarrollado menos. Se deduce de ello, pes, que el salario nominal, el equivalente de la fuerza de trabajo expresado en dinero, será asimismo más alto en la primera nación que en la segunda, con lo cual no afirmamos, en modo alguno, que esto se aplique también al salario real, es decir, a los medios de subsistencia puestos a disposición del obrero.

"Pero aun prescindiendo de esa diversidad relativa del valor dinerario en los diferentes países, encontraremos a menudo que el jornal, el salario semanal, etc., es más alto en la primera nación que en la segunda, mientras que el precio relativo del trabajo, esto es, el precio del trabajo en proporción tanto al plusvalor como al valor del producto, en la segunda nación es más alto que en la primera (65).

"J. W. Cowell, miembro de la comisión fabril de 1833, luego de una concienzuda investigación sobre las hilanderías, llegó a la conclusión de que <<en Inglaterra, para el fabricante, los salarios son virtualmente inferiores a los del continente, aunque para el obrero tal vez sean más altos que en el continente>>. (Ure, p. 314.)"

64bis En otro lugar hemos de investigar qué circunstancias, en lo referente a la productividad, pueden modificar esta ley en ciertos ramos de la producción.

[2] 65 Polemizando contra Adam Smith, observa James Anderson: "Cabe indicar, asimismo, que aunque el precio aparente del trabajo usualmente es más bajo en los países pobres en los cuales los productos del suelo y los cereales en general son baratos , de hecho y en la mayor parte de los casos es realmente más alto que en otros países. No es, en efecto, el salario que se le da por día al trabajador lo que constituye el precio real del trabajo aunque sea su precio aparente. El precio real es lo que al patrón le cuesta efectivamente cierta cantidad de trabajo ejecutado, y, desde este punto de vista, en casi todos los casos el trabajo es más barato en los países ricos que en los pobres, aunque el precio del trigo y de otros medios de subsistencia usualmente sea mucho más bajo en los últimos que en los primeros... Calculado por días, el trabajo es mucho más barato en Escocia que en Inglaterra... La tarifa de destajo por lo general es más baja en Inglaterra". (James Anderson, "Observations on the Means of Exciting a Spirit of National Industry...", Edimburgo, 1777, pp. 350, 351.) Agregado a la 2ª edición. A la inversa, la baratura del salario produce a su vez el encarecimiento del trabajo. "El trabajo es más caro en Irlanda que en Inglaterra... porque los salarios son mucho más bajos." (N. 2079 en "Royal Commission on Railways, Minutes", 1867.)

[3] 66 "El señor Cowell, quien ha hecho un estudio muy concienzudo de las hilanderías, procura demostrar en un informe suplementario ("Supplement to the Report of Manufactures") que los salarios en Inglaterra son virtualmente inferiores para el capitalista, aunque para el obrero tal vez sean más altos que en el continente europeo." (Ure, op. cit., t. II, p. 58.) El inspector fabril inglés Alexander Redgrave demuestra en el informe fabril del 31 de ociubre de 1866, mediante una estadística comparada con los estados continentales, que a pesar del salario más bajo y de la jornada laboral mucho más prolongada, el trabajo, en proporción al producto, es más caro en el continente que en Inglaterra. Un director (manager) inglés de una fábrica de algodón en Oldenburg declara que allí el horario de trabajo se extiende de las 5.30 de la mañana hasia las 8 de la noche, sábados incluidos, y que los obreros locales, cuando trabajan bajo capataces ingleses, no suministran durante ese tiempo tanto producto como los obreros ingleses en 10 horas; bajo capataces alemanes su rendimiento es mucho menor aun. El salario es muy inferior al inglés, en muchos casos es apenas del 50%, pero el número de operarios en proporción a la maquinaria es mucho más alto, alcanzando en algunos departamentos a la proporción de 5:3. El señor Redgrave proporcionan información muy detallada y precisa acerca de las fábricas algodoneras rusas. Los datos se los facilitó un manager inglés, hasta hace poco ocupado en el país. En esa tierra rusa, tan fecunda en todo tipo de infamias, también florecen esplendorosamente los viejos horrores que caracterizaron la infancia de las factories [fábricas] inglesas. Los directores, naturalmente, son ingleses, ya que el capitalista ruso nativo no sirve para el negocio fabril. A pesar de todo el exceso de trabajo, de la continuidad del trabajo diurno y nocturno y de la paga misérrima que obtienen los obreros, los productos fabriles rusos sólo logran vegetar gracias a la prohibición de los artículos extranjeros. Repoduzco, finalmente, un cuadro sinóptico del señor Redgrave acerca del número medio de husos por fábrica y por hilandero en diversos países de Europa. El propio señor Redgrave observa que compiló esos guarismos hace ya algunos años, y que desde entonces han aumentado en Inglaterra el tamaño de las fábricas y el número de husos por obrero. Pero supone que en los países continentales mencionados se ha verificado, proporcionalmenie, un progreso de igual amplitud, por lo cual los datos numéricos conservarían su valor comparativo.

Número medio de husos por fábrica

Inglaterra, número medio de husos por fábrica 12.600

Suiza 8.000

Austria 7.000

Sajonia 4.500

Bélgica 4.000

Francia 1.500

Prusia 1.500

Número medio de husos por persona

Francia una persona por cada 14 husos

Rusia 28

Prusia 37

Baviera 46

Austria 49

Bélgica 50

Sajonia 50

Estados alemanes menores 55

Suiza 55

Gran Bretaña 74

[b] b En la 3ª y 4ª ediciones esta nota figura dentro del texto. Se incluye a continuación este párrafo: "En Europa Oriental y Asia, como es sabido, diversas compañías inglesas han emprendido la construcción de ferrocarriles y emplean en la misma, junto a obreros locales, cierto número de trabajadores ingleses. Obligadas así por la necesidad práctica a tomar en cuenta las diferencias nacionales en cuanto a la intensidad del trabajo, este hecho no las ha perjudicado en nada. Su experiencia enseña que si bien el nivel de los salarios corresponde en mayor o menor medida a la intensidad media del trabajo, el precio relativo de éste (en proporción al producto) varía por lo general en sentido contrario".

[4] 67(d) "Essay on the Rate of Wages: with an Examination of the Causes of the Differences in the Conditions of the Labouring Population throughout the World", Filadelfia, 1835.

[5] 68(a) En el libro cuarto expondré más de cerca la superficialidad e insipidez de su ciencia.