1. El grado de explotación de la fuerza de trabajo
El plusvalor generado en el proceso de producción por C, el capital adelantado, o en otras palabras, la valorización del valor del capital adelantado C, se presenta en un primer momento como excedente del valor del producto sobre la suma de valor de sus elementos productivos.
El capital C se subdivide en dos partes: una suma de dinero, c, que se invierte en medios de producción, y otra suma de dinero, v, que se gasta en fuerza de trabajo; c representa la parte de valor transformada en capital constante, v la convertida en capital variable. En un principio, pues, C = c + v; por ejemplo, el capital adelantado,
c v
[sterling] 500 = [sterling] 410 + [sterling] 90.
Al término del proceso de producción surge una mercancía cuyo valor es
= c + v + p,
donde p es el plusvalor; por ejemplo
c v p
[sterling] 410 + [sterling] 90 + [sterling] 90.
El capital originario C se ha transformado en C'; ha pasado de [sterling] 500 a [sterling] 590. La diferencia entre ambos es = p, un plusvalor de [sterling] 90. Como el valor de los elementos de la [256] producción es igual al valor del capital adelantado, es en realidad una tautología decir que el excedente del valor del producto sobre el valor de sus elementos productivos es igual a la valorización del capital adelantado o igual al plusvalor producido.
Esta tautología exige, con todo, mayores precisiones. Lo que se compara con el valor del producto es el valor de los elementos productivos consumidos en la formación de aquél. Ahora bien, como hemos visto, la parte del capital constante empleado compuesta por los medios de trabajo sólo transfiere una parte de su valor al producto, mientras otra parte subsiste bajo su vieja forma de existencia. Como la última no desempeña papel alguno en la formación del valor, se ha de hacer aquí abstracción de ella. Si la introdujéramos en el cálculo nada variaría con ello. Supongamos que c = [sterling] 410, se compone de materia prima por [sterling] 312 y materiales auxiliares por [sterling] 44, y que en el proceso se desgasta maquinaria por [sterling] 54, ascendiendo el valor de la maquinaria empleada realmente a [sterling] 1.054. Sólo calculamos, como adelanto para la creación del valor del producto, [sterling] 54, o sea el valor que la maquinaria pierde en virtud de su función y que por consiguiente se transfiere al valor del producto. Si en el cálculo incluyéramos las [sterling] 1.000 que siguen existiendo bajo su vieja forma de máquina de vapor, etc., tendríamos que hacerlas figurar en ambas columnas, en la del valor adelantado y en la del valor del producto [1](bis), y obtendríamos así, respectivamente, [sterling] 1.500 y [sterling] 1.590. La diferencia, o plusvalor, sería como siempre de [sterling] 90. A menos que del contexto se infiera lo contrario, pues, por capital constante adelantado para la producción de valor entendemos siempre el valor de los medios de producción consumidos en la producción, y sólo ese valor.
Esto supuesto, volvamos a la fórmula C = c + v, que se convierte en C' = c + v + p y precisamente por ello transforma a C en C'. Sabemos que el valor del capital constante no hace más que reaparecer en el producto. El producto de valor generado efectivamente y por primera [257] vez en el proceso, difiere, pues, de ese valor del producto conservado en el proceso; no es, por ende, como parecería a primera vista,
c + v + p,
o sea
c v p
[sterling] 410 + [sterling] 90 + [sterling] 90, sino v + p
o sea
v p
[sterling] 90 + [sterling] 90;
no [sterling] 580 sino [sterling] 180. Si c, el capital constante, fuera = 0,
en otras palabras, si existieran ramos industriales en los que el capitalista no se viera obligado a utilizar medios de producción producidos ni materia prima ni materiales auxiliares ni instrumentos de trabajo sino únicamente materias que le brindara la naturaleza y fuerza de trabajo, no sería necesario transferir al producto ninguna parte constante de valor. Dejaría de existir ese elemento del valor del producto, en nuestro ejemplo [sterling] 410, pero el producto de valor de [sterling] 180, que contiene [sterling] 90 de plusvalor, sería exactamente de la misma magnitud que si c representara la máxima suma de valor. Tendríamos que
C = O + v = v,
y C', el capital valorizado, sería = v + p; C' C, como siempre, = p. A la inversa, si p = 0, o en otras palabras, si la fuerza de trabajo cuyo valor se adelanta en el capital variable sólo hubiera producido un equivalente, tendríamos que C = c + v, y
C' (el valor del producto) = c + v + 0;
por consiguiente, C = C'. El capital adelantado no se habría valorizado.
Ya sabemos, en realidad, que el plusvalor es una simple consecuencia del cambio de valor que se efectúa con v, la parte del capital convertida en fuerza de trabajo, y por tanto que v + p = v + v (v más el incremento de v). Pero el cambio efectivo de valor y la proporción en que ese valor varía, se oscurecen por el hecho de que a consecuencia del crecimiento de su parte constitutiva variable, [258] también se acrecienta el capital global adelantado. Era de 500 y pasa a ser de 590. El análisis puro del proceso exige, por tanto, prescindir totalmente de aquella parte del valor del producto en la que sólo reaparece el valor constante del capital; por ende, considerar que el capital constante c es = 0, aplicando así una ley matemática que rige cuando operamos con magnitudes variables y constantes y cuando las magnitudes constantes sólo están relacionadas con las variables por medio de adiciones o sustracciones.
Otra dificultad deriva de la forma originaria que reviste el capital variable. Así, en el ejemplo precedente, C' es = [sterling] 410 de capital constante + [sterling] 90 de capital variable + [sterling] 90 de plusvalor. Pero [sterling] 90 constituyen una magnitud dada, y por ende constante, por lo cual no parece congruente el operar con ellas como una magnitud varia-
v
ble. Sin embargo, [sterling] 90 ó [sterling] 90 de capital variable son aquí en rigor, sólo un símbolo del proceso que recorre ese valor. La parte del capital adelantada en la adquisición de fuerza laboral es una cantidad determinada de trabajo objetivado, y por consiguiente una magnitud constante de valor, al igual que el valor de la fuerza de trabajo adquirida. Pero en el proceso de producción mismo hace su aparición, en lugar de las [sterling] 90 adelantadas, la fuerza de trabajo que se pone en movimiento a sí misma; en vez de trabajo muerto, trabajo vivo; en lugar de una magnitud estática, una fluente, o bien una magnitud variable donde había una constante. El resultado es la reproducción de v más el incremento de v. Desde el punto de vista de la producción capitalista, todo ese tránsito es el automovimiento del valor, constante en un principio, que ha sido convertido en fuerza de trabajo. A él se le acreditan el proceso y su resultado. Por tanto, si la fórmula de [sterling] 90 de capital variable o valor que se valoriza a sí mismo aparece como contradictoria, no hace más que expresar una contradicción inmanente a la producción capitalista.
A primera vista, resulta sorprendente que equiparemos con 0 el capital constante. Sin embargo, esto ocurre continuamente en la vida diaria. Si alguien, por ejemplo, quiere calcular las ganancias de Inglaterra en la industria algodonera, lo primero que hace es descontar el precio pagado a los Estados Unidos, la India, Egipto, etc., por el algodón; [259] esto es, igualar a 0 el valor del capital que se limita a reaparecer en el valor del producto.
Es verdad que no sólo tiene su gran importancia económica la proporción entre el plusvalor y la parte del capital de la cual aquél surge directamente, y cuyo cambio de valor representa, sino también su proporción con el capital global adelantado. En el libro tercero examinamos circunstanciadamente esta proporción. Para valorizar una parte del capital mediante su conversión en fuerza de trabajo, es necesario que otra parte del capital se transforme en medios de producción. Para que funcione el capital variable, es menester que se adelante capital constante en determinadas proporciones, conforme al carácter técnico determinado del proceso laboral. La circunstancia, sin embargo, de que para efectuar un proceso químico se requieran retortas y otros recipientes, no obsta para que en el análisis hagamos abstracción de las retortas. En la medida en que se analizan en sí esto es, en forma pura la creación del valor y la variación experimentada por el mismo, los medios de producción esas formas materiales del capital constante se reducen a proporcionar la materia a la que debe fijarse la fuerza líquida creadora de valor. Por tanto, la naturaleza de esa materia es indiferente: tanto da que sea algodón o hierro. También es indiferente el valor de dicha materia. Debe existir en una masa suficiente como para poder absorber la cantidad de trabajo que habrá de gastarse en el proceso de producción. Una vez dada esa masa, por más que su valor aumente o disminuya o aquélla carezca de todo valor, como en el caso de la tierra y el mar, esas circunstancias no habrán de afectar el proceso de creación y variación del valor [23].
Por de pronto, pues, el capital constante lo igualamos a cero. El capital adelantado, en consecuencia, de c + v
se reduce a v, y el valor del producto, de c + v + p al
producto de valor v + p. Si suponemos que el producto de valor es = [sterling] 180, en las que se representa el trabajo fluente a lo largo de todo el proceso de producción, para [260] obtener el plusvalor = [sterling] 90 tendremos que descontar el valor del capital variable, = [sterling] 90. El guarismo [sterling] 90 = p expresa aquí la magnitud absoluta del plusvalor producido. Pero su magnitud proporcional, y por tanto la proporción en que el capital variable se ha valorizado, evidentemente está determinada por la proporción entre el plusvalor y el
p
capital variable, expresándose en . En el ejemplo que
v
figura más arriba, pues, en 90/90 = 100 %. Denomino a esta valorización proporcional del capital variable, o a la magnitud proporcional del plusvalor, tasa de plusvalor 4.
Como hemos visto, durante una parte del proceso laboral el obrero se limita a producir el valor de su fuerza de trabajo, esto es, el valor de sus medios necesarios de subsistencia. Como actúa en un régimen que se funda en la división social del trabajo, no produce directamente sus medios de subsistencia, sino que, bajo la forma de una mercancía particular, del hilado, por ejemplo, produce un valor igual al valor de sus medios de subsistencia, o al dinero con que los compra. La parte de jornada laboral utilizada por él a tal efecto será mayor o menor según el valor medio de los artículos necesarios para su subsistencia diaria, y por ende según el tiempo de trabajo diario requerido, término medio, para su producción. Si el valor de sus medios de subsistencia diarios representa, promedialmente, 6 horas de trabajo objetivadas, el obrero tendrá que trabajar, término medio, 6 horas para producirlo. Si en vez de trabajar para el capitalista lo hiciera para sí mismo, por su cuenta, y si las demás circunstancias fueran iguales, el obrero tendría que trabajar promedialmente, como siempre, la misma parte alícuota de la jornada para producir el valor de su fuerza de trabajo, adquiriendo así los medios de subsistencia necesarios para su propia conservación o reproducción continua. Pero como en la parte de la jornada laboral en la que produce el valor diario de la fuerza de trabajo, digamos 3 chelines, se limita a producir un equivalente por [261] el valor de esa fuerza, ya pagado por el capitalista [5](bis)[a], y como, por ende, con el valor recién creado no hace más que sustituir el valor del capital variable adelantado, esta producción de valor se presenta como mera reproducción. Es por eso que a la parte de la jornada laboral en la que se efectúa esa reproducción la denomino tiempo de trabajo necesario, y al trabajo gastado durante la misma, trabajo necesario 6. Necesario para el trabajador, porque es independiente de la forma social de su trabajo. Necesario para el capital y su mundo, porque éstos se basan en la existencia permanente del obrero.
El segundo período del proceso laboral, que el obrero proyecta más allá de los límites del trabajo necesario, no cabe duda de que le cuesta trabajo, gasto de fuerza laboral, pero no genera ningún valor para él. Genera plusvalor, que le sonríe al capitalista con todo el encanto cautivante de algo creado de la nada. Llamo a esta parte de la jornada laboral tiempo de plustrabajo, y al trabajo gastado en él, plustrabajo (surplus labour). Así como para comprender el valor en general lo decisivo es concebirlo como mero coágulo de tiempo de trabajo, como nada más que trabajo objetivado, para comprender el plusvalor es necesario concebirlo como mero coágulo de tiempo de plustrabajo, como nada más que plustrabajo objetivado. Es sólo la forma en que se expolia ese plustrabajo al productor directo, al trabajador, lo que distingue las formaciones económico-sociales, por ejemplo la sociedad esclavista de la que se funda en el trabajo asalariado [7] 8 9bis.
[262] Como el valor del capital variable es = valor de la fuerza de trabajo adquirida con él, y como el valor de esa fuerza de trabajo determina la parte necesaria de la jornada laboral, pero a su vez el plusvalor queda determinado por la parte excedentaria de la jornada laboral, tenemos que el plusvalor es al capital variable como el plustrabajo al trabajo necesario, o que la tasa de plusvalor
p plustrabajo
=
v trabajo necesario
Ambas proporciones expresan bajo formas diferentes la misma relación, una vez bajo la forma de trabajo objetivado, la otra bajo la de trabajo líquido.
La tasa de plusvalor, por consiguiente, es la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, o del obrero por el capitalista [10] (bis).
Suponíamos en nuestro ejemplo que el valor del pro-
c v p
ducto era = [sterling] 410 + [sterling] 90 + [sterling] 90, y el capital adelantado = 500. Como el plusvalor = 90 y el capital adelantado = 500, quien se atuviera al procedimiento habitual de cálculo llegaría al resultado de que la tasa de plusvalor (a la que se confunde con la tasa de ganancia) = 18 %, porcentaje tan módico que conmovería al señor [263] Carey y otros armonistas. Pero en realidad la tasa de plus-
p p p
valor no es = o , sino = ; por tanto
C c + v v
90 90
no , sino = 100 %, más del quíntuplo del
500 90
grado aparente de explotación. Aunque en el caso dado no conocemos la magnitud absoluta de la jornada laboral ni el período del proceso de trabajo (día, semana, etc.), ni tampoco el número de obreros que ponen en movimiento simultáneamente el capital variable de [sterling] 90, la tasa de
p
plusvalor nos muestra con exactitud, por su conver-
v
tibilidad en
plustrabajo
trabajo necesario
la proporción recíproca entre las dos partes componentes de la jornada laboral. Es de 100 %. He aquí, por tanto, que el obrero trabaja la mitad del día para sí mismo y la otra mitad para el capitalista.
El método para calcular la tasa de plusvalor es, en síntesis, el siguiente: tomamos el valor global del producto y equiparamos a 0 el valor constante del capital que no hace más que reaparecer en aquél. La suma restante de valor es el único producto de valor generado efectivamente en el proceso de formación de la mercancía. Si el plusvalor está dado, lo restamos de ese producto de valor y encontramos así el capital variable. A la inversa si está dado el último y buscamos el plusvalor. Si ambos son conocidos, queda únicamente por efectuar la operación final, calcular
p
la relación entre el plusvalor y el capital variable, .
v
Por sencillo que sea el método, parece conveniente ejercitar al lector, mediante algunos ejemplos, en este modo de ver, poco usual para él, y en los principios en que se funda.
Veamos primero el ejemplo de una hilandería con 10.000 husos mecánicos que produce hilado número 32 de algodón norteamericano, a razón de 1 libra semanal de hilado por huso. El desperdicio es de 6 %. Por tanto 10.600 libras de algodón se convierten cada semana en [264] 10.000 libras de hilado y 600 de desperdicio [11]. En abril de 1871 ese algodón cuesta 7 3/4 peniques la libra, o sea unas [sterling] 342 por las 10.600 libras. Los 10.000 husos, inclusive la maquinaria prehiladora y la máquina de vapor, cuestan [sterling] 1 por huso, por tanto [sterling] 10.000. Su desgaste asciende a 10 % = [sterling] 1.000, o sea [sterling] 20 semanales. El alquiler del edificio de la fábrica es de [sterling] 300, o [sterling] 6 semanales. El carbón (4 libras por hora y caballo de fuerza, para 100 caballos de fuerza según contador y 60 horas semanales, incluso calefacción del local), 11 toneladas por semana; a 8 chelines 6 peniques la tonelada, cuesta alrededor de [sterling] 4 1/2; gas, [sterling] 1 semanal; aceite, [sterling] 4 1/2 por semana; en consecuencia, todos los materiales auxiliares insumen [sterling] 10 semanales. La parte constante de valor, pues, [sterling] 378 por semana. El salario asciende a [sterling] 52 semanales. El precio del hilado es de 12 1/4 peniques por libra: 10.000 libras = [sterling] 510; el plusvalor, por ende, 510 430 = [sterling] 80. La parte constante del valor, o [sterling] 378, la fijamos en 0, ya que no interviene en la formación semanal del valor. El producto semanal de valor es entonces de v p
[sterling] 132 = [sterling] 52 + 80. La tasa de plusvalor es, pues, = 80/52 = 153 11/13 %. Siendo de 10 horas la jornada laboral media, llegamos al siguiente resultado: trabajo necesario = 3 31/33 horas y plustrabajo = 6 2/33 horas [12].
Suponiendo un precio del trigo de 80 chelines por quarter y un rendimiento medio de 22 bushels por acre con lo cual el acre rinde [sterling] 11 , Jacob registra para 1815 el siguiente cálculo que, aunque muy defectuoso por haber sido compensados diversos rubros, es suficiente para nuestro objetivo [13]:
Producción de valor por acre
Simiente (trigo) [sterling] 1 9 chel. Diezmos, tasas,
Abono [sterling] 2 10 chel. impuestos [sterling] 1 1 chel.
Salario [sterling] 3 10 chel. Renta [sterling] 1 8 chel.
Ganancia del
arrendatario
e intereses [sterling] 1 2 chel.
Total [sterling] 7 9 chel. Total [sterling] 3 11 chel.
[265] El plusvalor, siempre en el supuesto de que el precio del producto es = su valor, se distribuye aquí entre los distintos rubros ganancia, interés, diezmos, etc. Estas partidas nos son indiferentes. Las sumamos y obtenemos un plusvalor de [sterling] 3 y 11 chelines. Reducimos a 0 las [sterling] 3 y 19 chelines de simiente y abono, por representar el capital constante. Resta el capital variable adelantado de [sterling] 3 y 10 chelines, en cuyo lugar se ha producido un valor nuevo de [sterling] 3 y 10 chelines + [sterling] 3 y 11 chelines. Por
consiguiente,
p [sterling] 3 y 11 chelines
=
v [sterling] 3 y 10 chelines
más del 100 %. El obrero emplea más de la mitad de su jornada laboral para la producción de un plusvalor que diversas personas distribuyen entre sí con distintos pretextos [14](bis).
2. Representación del valor del producto en partes
proporcionales del producto mismo
Retornemos al ejemplo que nos mostraba cómo el capitalista convierte su dinero en capital. El trabajo necesario de su hilandero asciende a 6 horas y el plustrabajo del mismo a otras 6, con lo cual el grado de explotación de la fuerza de trabajo es de 100 %.
El producto de la jornada laboral de 12 horas es 20 libras de hilado con un valor de 30 chelines. No menos de 8/10 del valor de ese hilado (24 chelines) lo forma el valor de los medios de producción consumidos (20 libras de [266] algodón o 20 chelines, husos, etc., por 4 chelines), valor que no hace más que reaparecer: son el capital constante. Los 2/10 restantes son el valor nuevo de 6 chelines, surgido durante el proceso de hilar, y de los cuales la mitad reemplaza el valor diario adelantado en concepto de fuerza de trabajo, o sea es el capital variable, y la otra mitad constituye un plusvalor de 3 chelines. Como vemos, el valor global de las 20 libras de hilo se compone de esta manera:
c v p
Valor del hilo, 30 chelines = 24 chel. + 3 chel. + 3 chel.
Como este valor global se representa en el producto global de 20 libras de hilo, es necesario que los diversos elementos de valor sean representables en partes proporcionales del producto.
Si en 20 libras de hilado existe un valor de hilo de 30 chelines, tenemos que 8/10 de ese valor, o su parte constante de 24 chelines, existirán en 16 libras de hilado. 13 1/3 libras de esa cantidad representarán el valor de la materia prima, el algodón hilado, o 20 chelines, y 2 2/3 libras el valor de los materiales auxiliares y medios de trabajo, husos, etc., consumidos, o 4 chelines.
Por tanto, 13 1/3 libras de hilado representan todo el algodón hilado en el producto total de 20 libras de hilado, la materia prima del producto total, pero nada más que eso. En ellas sólo se encierran, ciertamente, 13 1/3 libras de algodón al valor de 13 1/3 chelines, pero su valor adicional de 6 2/3 chelines constituye un equivalente por el algodón hilado en las otras 6 2/3 libras de hilado. Es como si a estas últimas se les hubiera arrancado el algodón y todo el del producto global quedara apelotonado en las 13 1/3 libras de hilado. Éstas ahora no contienen, en cambio, un solo átomo del valor de los materiales auxiliares y medios de trabajo ni del nuevo valor creado en el proceso de hilar.
Del mismo modo, otras 2 2/3 libras de hilado, en las cuales se encierra el resto del capital constante ( = 4 chelines), no contienen más que el valor de los materiales auxiliares y medios de trabajo consumidos en el producto total de 20 libras de hilado.
Ocho décimos del producto, o 16 libras de hilado, aunque desde el punto de vista físico, considerados como valor de uso, como hilado, constituyan el resultado del [267] trabajo de hilar a igual título que las partes restantes del producto, en esta interconexión no contienen ningún trabajo de hilar, ningún trabajo absorbido durante el proceso de hilado. Es como si se hubieran transformado en hilado sin necesidad de que alguien los hilase y como si su figura de hilado no fuera más que simulación y fraude. En realidad, cuando el capitalista los vende por 24 chelines y con esta suma vuelve a comprar sus medios de producción, queda a la vista que las 16 libras de hilado no son más que algodón, huso, carbón, etc., disfrazados.
A la inversa, los 2/10 restantes del producto, o sea 4 libras de hilado, ahora representan exclusivamente el valor nuevo de 6 chelines, producido en el proceso de hilar que duró 12 horas. A esa parte del producto se la ha despojado ya de todo el valor de las materias primas y medios de trabajo consumidos que se encerraba en ella, valor que queda incorporado a las primeras 16 libras de hilado. El trabajo de hilar corporizado en las 20 libras de hilo se concentra en 2/10 del producto. Es como si el hilandero hubiera hecho 4 libras de hilado con aire, o con algodón y con husos que por existir naturalmente, sin el concurso del trabajo humano, no añadirían al producto valor alguno.
De las 4 libras de hilado en las que existe el producto de valor íntegro del proceso diario de hilar, una mitad representa tan sólo el valor que sustituye la fuerza de trabajo consumida, y por tanto el capital variable de 3 chelines, y las otras 2 libras de hilado no representan más que el plusvalor de 3 chelines.
Como las 12 horas de trabajo del hilandero se objetivan en 6 chelines, en hilado cuyo valor es de 30 chelines se habrán objetivado 60 horas de trabajo. Existen en 20 libras de hilado, de las cuales 8/10 ó 16 libras constituyen la concreción material de 48 horas de labor transcurridas con anterioridad al proceso del hilado, o sea corresponden al trabajo objetivado en los medios de producción del hilado, y 2/10 ó 4 libras son por el contrario la concreción material de las 12 horas gastadas en el proceso mismo de hilar.
Vimos antes que el valor del hilado era igual a la suma del valor nuevo generado en su producción más los valores ya preexistentes en sus medios de producción. Ahora se ha puesto de manifiesto cómo es posible representar los [268] elementos de valor del producto, funcional o conceptualmente diferentes, en partes proporcionales del producto mismo.
Esta descomposición del producto del resultado arrojado por el proceso de producción en una cantidad de producto que sólo representa el trabajo contenido en los medios de producción, o parte constante del capital, en otra cantidad que equivale al trabajo necesario añadido en el transcurso del proceso de producción, o parte variable del capital, y en una cantidad, por último, que representa únicamente el plustrabajo agregado en el mismo proceso, o plusvalor, es algo tan sencillo como importante, y así lo pondrá de manifiesto su aplicación ulterior a intrincados problemas, aún no resueltos.
Momentos atrás considerábamos el producto global como resultado final de la jornada de trabajo de doce horas. Pero podemos, asimismo, acompañarlo a lo largo del proceso de su surgimiento y, sin embargo, seguir representando los productos parciales como partes del producto funcionalmente diferentes.
El hilandero produce 20 libras de hilado en 12 horas, por consiguiente 1 2/3 en una hora y 13 1/3 en 8 horas, lo que es, pues, un producto parcial del valor global del algodón hilado durante la jornada laboral completa. De igual modo, el producto parcial de la hora y 36 minutos subsiguientes es = 2 2/3 libras de hilado, y representa por tanto el valor de los medios de producción b consumidos durante las 12 horas de trabajo. De la misma manera, en la hora y 12 minutos sucesivos el hilandero produce 2 libras de hilado = 3 chelines, un valor en productos igual a todo el producto de valor que aquél crea en 6 horas de trabajo necesario. Finalmente, en los últimos 6/5 de hora produce 2 libras de hilado, cuyo valor iguala al plusvalor producido por su plustrabajo de media jornada. Este tipo de cálculo le sirve para su uso casero al fabricante inglés, quien dirá, por ejemplo, que las primeras 8 horas o 2/3 de la jornada laboral han cubierto el costo de su algodón. Como vemos, la fórmula es correcta, y en realidad es sólo la primera fórmula, trasladada del espacio en el cual se hallan yuxtapuestas las partes del producto terminado al tiempo donde [269] esas partes se suceden una a otra . Pero la fórmula también puede verse acompañada de ideas de naturaleza muy bárbara, particularmente en cabezas que están tan interesadas prácticamente en el proceso de valorización, como teóricamente en tergiversarlo. Así, alguien puede figurarse que nuestro hilandero, por ejemplo, en las primeras 8 horas de su jornada laboral produce o sustituye el valor del algodón, en la hora y 36 minutos siguientes el valor de los medios de trabajo consumidos, en la hora y 12 minutos sucesivos el valor del salario, y que sólo dedica al fabricante, a la producción de plusvalor, la celebérrima "última hora". Al hilandero se le impondría la carga de realizar un doble milagro: producir algodón, huso, máquina de vapor, carbón, aceite, etc., en el mismo instante en que hila con todos ellos, y convertir una jornada laboral de determinado grado de intensidad en cinco jornadas de igual índole. En nuestro caso, efectivamente, la producción de la materia prima y de los medios de trabajo requiere 24/6 = 4 jornadas laborales de 12 horas, y su transformación en hilado otra jornada laboral de igual duración. La rapacidad cree en tales milagros y nunca faltan los sicofantes doctrinarios que los demuestren, como lo atestigua un caso que ha alcanzado celebridad histórica.
3. La "última hora" de Senior
Una apacible mañana del año 1836, Nassau William Senior, famoso por su sapiencia económica y su pulcro estilo, y en cierto sentido el Clauren [15]bis entre los economistas ingleses, fue convocado de Oxford a Manchester para aprender allí economía política en vez de enseñarla desde su cátedra oxoniense. Los fabricantes lo escogieron como adalid para luchar contra la recién promulgada Factory Act [ley fabril] [16] y la agitación, aun más ambiciosa, por las diez horas. Con su habitual perspicacia práctica, habían advertido que el señor profesor "wanted a good deal of finishing" [requería una buena mano de pulimento]. De ahí que lo hicieran venir a Manchester. El señor profesor, por su parte, engalanó estilísticamente la lección que le habían impartido los fabricantes manchesterianos, y el resultado [270] fue su folleto "Letters on the Factory Act, as It Affects the Cotton Manufacture", Londres, 1837. Aquí podemos encontrar, entre otros, los siguientes y edificantes pasajes:
"Bajo la ley actual, ninguna fábrica en la que estén ocupados menores de 18 años... puede trabajar más de 11 1/2 horas diarias, esto es, 12 horas en los primeros 5 días y 9 el sábado. Ahora bien, el análisis (!) siguiente mostrará que en una fábrica sometida a este régimen toda la ganancia neta se obtiene de la última hora. Supongamos que un fabricante invierte [sterling] 100.000: [sterling] 80.000 en su fábrica y maquinaria y [sterling] 20.000 en materia prima y salario. El producto anual de esa fábrica, suponiendo que el capital rote una vez por año y que la ganancia bruta sea de 15 %, será entonces mercancías por valor de [sterling] 115.000... De esas [sterling] 115.000, cada una de las 23 medias horas de trabajo produce por día 5/115, o sea 1/23. De esos 23/23 (que forman el total de las [sterling] 115.000) (constituting the whole [sterling] 115.000), 20/23, es decir [sterling] 100.000 de las [sterling] 115.000, simplemente reemplazan el capital; 1/23 o [sterling] 5.000 de las [sterling] 15.000 de ganancia bruta (!) suple el deterioro de la fábrica y la maquinaria [17]. Los restantes 2/23, esto es, las últimas 2 [...] medias horas de cada jornada, producen la ganancia neta de 10 %. Si, por tanto (manteniéndose iguales los precios), la fábrica pudiera mantenerse en funcionamiento durante 13 horas en vez de durante 11 1/2, con una adición de aproximadamente [sterling] 2.600 al capital circulante, la ganancia neta se duplicaría holgadamente. Por otra parte, si las horas de trabajo se redujeran en una hora por día [...] se destruiría la ganancia neta; si se redujeran en una hora y media, también se destruiría la ganancia bruta" [18] Agregado a la nota 32. La exposición de Senior es confusa, incluso si prescindimos de la falsedad de su contenido. Lo que realmente quiso decir es esto: el fabricante ocupa diariamente a los obreros durante 11 1/2 ó 23/2 horas. Al igual que cada jornada laboral, el año de trabajo se compone de 11 1/2 ó 23/2 horas (multiplicadas por la cantidad de jornadas trabajadas en el año). Esto supuesto, las 23/2 horas laborales generan un producto anual de [sterling] 115.000; 1/2 hora de trabajo produce 1/23 X [sterling] 115.000; 20/2 horas de trabajo producen 20/23 X [sterling] 115.000= [sterling] 100.000, esto es, no hacen más que suplir el capital adelantado. Restan 3/2 horas de trabajo, que producen 3/23 X [sterling] 115.000 = [sterling] 15.000, esto es, la ganancia bruta. De estas 3/2 horas de trabajo 1/2 hora de trabajo produce 1/23 X [sterling] 115.000 = [sterling] 5.000, es decir, produce sólo el equivalente por el desgaste de la fábrica y de la maquinaria. Las últimas dos medias horas de trabajo, o sea, la última hora de trabajo, producen 2/23 X [sterling] 115.000= [sterling] 10.000, esto es, la ganancia neta. En el texto, Senior transforma los últimos 2/23 del producto en partes de la jornada laboral misma..
[271] [exclamdown]Y a esto llama "análisis" el señor profesor! Si dio crédito a la lamentación patronal de que los obreros desperdiciaban el mejor lapso de la jornada en la producción y por tanto en la reproducción o sustitución del valor de edificios, máquinas, algodón, carbón, etc., todo análisis era superfluo. Debió haber respondido, simplemente: Señores: si hacéis que vuestros obreros trabajen 10 horas en vez de 11 1/2, siempre que las demás circunstancias no varíen, el consumo diario de algodón, maquinaria, etc., decrecerá en 1 1/2 hora. Ganaréis tanto como lo que perdéis. En lo sucesivo vuestros obreros desperdiciarán 1 1/2 hora menos para la reproducción o reemplazo del valor del capital adelantado. Y si en vez de confiar en las palabras de los patrones consideraba necesario, en su calidad de experto, el efectuar un análisis, lo primero que debió hacer tratándose de un problema que gira exclusivamente en torno a la proporción entre la ganancia neta y la extensión de la jornada laboral es rogar a los señores fabricantes que no hicieran un revoltijo con la maquinaria y edificios fabriles, materia prima y trabajo, sino que tuviesen la amabilidad de poner por un lado el capital constante contenido en los edificios, maquinaria, materia prima, etc., y en el otro el capital adelantado en salario. Si [272] entonces se llegaba al resultado, según los cálculos de los fabricantes, de que el obrero reproducía o reemplazaba en 2/2 horas de trabajo, o sea 1 hora, el salario, el analista debería continuar del siguiente modo:
Conforme a vuestros datos, el obrero produce en la penúltima hora su salario y en la última vuestro plusvalor o la ganancia neta. Como él produce en espacios de tiempo iguales valores iguales, el producto de la penúltima hora equivale al de la última. Sólo produce valor, además, en la medida en que gasta trabajo, y la cantidad de su trabajo se mide por su tiempo de trabajo. Éste, según vuestros datos, asciende a 11 1/2 horas diarias. Una parte de esas 11 1/2 horas las consume el obrero en la producción o reposición de su salario; la otra para producir vuestra ganancia neta. No hace ninguna otra cosa durante la jornada laboral. Pero como, dando por buenos los datos, su salario y el plusvalor suministrado por él son valores iguales, es evidente que produce su salario en 5 3/4 horas y vuestra ganancia neta en otras 5 3/4 horas. Además, como el valor del producto de hilado correspondiente a 2 horas iguala a la suma del valor de su salario más vuestra ganancia bruta, ese valor de hilado ha de medirse por 11 1/2 horas de trabajo, el producto de la penúltima hora por 5 3/4 horas y el de la última por igual cantidad de horas. Llegamos ahora a un punto no poco escabroso. [exclamdown]Conque, atención! La penúltima hora de trabajo es una hora de trabajo común y corriente, como la primera. Ni plus, ni moins [Nada más y nada menos]. ¿Cómo, entonces, el hilandero puede producir en 1 hora de trabajo un valor, en hilado, que representa 5 3/4 horas de trabajo? En realidad, no lleva a cabo un milagro de tal naturaleza. Lo que produce en valor de uso durante 1 hora de trabajo es determinada cantidad de hilado. El valor de dicho hilado se mide por 5 3/4 horas de trabajo, de las cuales 4 3/4 se hallaban, sin su intervención, incorporadas a los medios de producción consumidos en el lapso de 1 hora algodón, maquinaria, etc. , y 4/4 ó 1 hora es lo que él mismo ha agregado. Por consiguiente, como su salario se produce en 5 3/4 horas y el producto, en hilado, de 1 hora de trabajo de hilar contiene asimismo 5 3/4 horas, en modo alguno es por arte de encantamiento que el producto de valor de sus 5 3/4 horas de trabajo de hilar sea igual al valor que alcanza el producto de 1 hora de hilar. [273] Pero seguís un camino totalmente errado si suponéis que el obrero pierde un solo átomo de tiempo de su jornada laboral en la reproducción o la "reposición" de los valores del algodón, la maquinaria, etc. Gracias a que su trabajo convierte en hilado el algodón y los husos, gracias a que el obrero hila, el valor de algodón y husos pasa por sí mismo al hilado. Esto se debe a la cualidad de su trabajo, no a su cantidad. No cabe duda de que en 1 hora transferirá al hilado más valor del algodón que en 1/2 hora, pero sólo porque en 1 hora hila más algodón que en 1/2. Comprenderéis, pues, que vuestra afirmación de que en la penúltima hora el obrero produce el valor de su salario y en la última la ganancia neta, no significa otra cosa sino que en el producto en hilado de dos horas de su jornada laboral y tanto da que estén al principio o al final de la misma se han corporizado 11 1/2 horas de trabajo, precisamente tantas horas como las que componen toda su jornada laboral. Y la afirmación de que en las primeras 5 3/4 horas produce su salario y en las últimas 5 3/4 vuestra ganancia neta, no significa, a su vez, sino que le pagáis las primeras 5 3/4 horas, quedando impagas las últimas 5 3/4 horas. Digo pago del trabajo, y no de la fuerza de trabajo, para hablar en vuestro slang [jerga]. Si ahora comparáis, señores, la proporción entre el tiempo de trabajo que pagáis y el que no pagáis, encontraréis que es de media jornada y media jornada, o sea de 100 %, un bonito porcentaje, desde luego. No cabe la más mínima duda de que si os ingeniáis para que vuestra "mano de obra" trabaje 13 horas en lugar de 11 1/2 y, lo que para vosotros sería totalmente lógico, consideráis la 1 1/2 adicional como plustrabajo puro, el último aumentará de 5 3/4 horas a 7 1/4, y por consiguiente la tasa de plusvalor de 100 % a 126 2/23 %. En cambio, seríais unos optimistas incurables si supusierais que por la adición de 1 1/2 hora esa tasa pasaría de 100 a 200 % e incluso más, esto es, que "se duplicaría holgadamente". Por otra parte el corazón humano tiene sus enigmas, sobre todo cuando el hombre lo lleva en el bolso seríais unos desatinados pesimistas si temierais que al reducirse la jornada laboral de 11 1/2 a 10 1/2 horas se perdería toda vuestra ganancia neta. Ni por asomo. Si presuponemos que todas las demás circunstancias se mantienen invariadas, el plustrabajo disminuirá de 5 3/4 horas a 4 3/4 horas, lo que implica siempre una nada [274] despreciable tasa de plusvalor, a saber, 82 14/23 %. Pero la fatal "última hora", acerca de la cual habéis fabulado más que los quiliastas [19] en torno al fin del mundo, es "all bosh" [pura palabrería]. Su pérdida no os costará la "ganancia neta", ni su "pureza de alma" a los niños de uno y otro sexo a los que utilizáis [20] Un índice que caracteriza notablemente el estado actual de la llamada "ciencia" económica es que ni el propio Senior quien más adelante, digámoslo en su honor, abogó resueltamente por la legislación fabril ni sus impugnadores iniciales y posteriores supieron explicar las falsas conclusiones del "descubrimiento original". Se remitieron a la experiencia real. El why [el porqué] y el wherefore [motivo] quedaron en el misterio.(bis) 21.
[275] Cuando suene realmente vuestra "última horita", pensad en el profesor de Oxford. Y ahora, señores, ojalá tenga el agrado de alternar con vosotros en un mundo mejor. Addio!...[22] El 15 de abril de 1848, polemizando contra la ley de las diez horas, James Wilson, uno de los principales mandarines económicos, hizo resonar nuevamente la clarinada de la "última hora", descubierta por Senior en 1836.
[276]
4. El plusproducto
Denominamos plusproducto (surplus produce, produit net [producto neto]) la parte del producto (1/10 T [c] de 20 libras de hilo, o sea 2 libras de hilo, en el ejemplo que figura en 2 [d]), que representa el plusvalor. Así como la tasa de plusvalor no se determina por su relación con la suma global del capital, sino con su parte variable, la magnitud del plusproducto no se establece por su relación con el resto del producto total, sino con la parte del producto en la que se representa el trabajo necesario. Y del mismo modo que la producción de plusvalor es el objetivo fundamental de la producción capitalista, no es la magnitud absoluta del producto, sino la magnitud relativa del plusproducto lo que mide el grado alcanzado por la riqueza [23] Agregado a la nota 34. Es curiosa "la fuerte inclinación [...] a presentar la riqueza neta como benéfica para la clase trabajadora... aunque es evidente que no lo es porque sea neta". (Th. Hopkins, "On Rent of Land"..., Londres, 1828, p. 126.) 24.
La suma del trabajo necesario y del plustrabajo, de los lapsos en que el obrero produce el valor sustitutivo de su fuerza de trabajo y el plusvalor, respectivamente, constituye la magnitud absoluta de su tiempo de trabajo: la jornada laboral (working day). [1] 26 bis "Si el valor del capital fijo empleado lo computamos como parte de los adelantos, deberemos computar el valor remanente de ese capital, al término del año, como parte de las utilidades anuales." (Malthus, "Principles of Political Economy", 2ª ed. Londres, 1836, p. 269.)
[2] 27 Nota a la 2ª edición. Ni qué decir tiene, con Lucrecio, que "nil posee creari de nihilo" [[[94]]]. Nada puede crearse de la nada. "Creación de valor" significa conversión de fuerza de trabajo en trabajo. Por su parte, la fuerza de trabajo es, ante todo, materia natural transformada en organismo humano.
[3] [94] Nil posse creari de nihilo (nada puede crearse de la nada).-- Lucrecio, "De la naturaleza de las cosas", libro I, versos 156-157. -- 259.
4 28 Del mismo modo que los ingleses usan los términos "rate of profits" [tasa de ganancia], "rate of interest" [tasa de interés]. Se verá en el libro tercero que la tasa de ganancia es fácil de comprender una vez que se conocen las leyes del plusvalor. Si se sigue el camino inverso, no se comprenderá ni l'un, ni l'autre [ni lo uno ni lo otro].
[5] 28 bis {F. E. Nota a la 3ª edición. El autor echa mano aquí del lenguaje económico corriente. Como se recordará, en la página 137 (a) se demostró que en realidad no es el capitalista quien "adelanta" al obrero, sino el obrero al capitalista.}
[a] a Véanse, en la presente edición, pp. 211-213.
6 29 Hasta aquí, en esta obra empleamos el término "tiempo de trabajo necesario" en el sentido de tiempo de trabajo que es socialmente necesario para la producción de una mercancía en general. De ahora en adelante lo aplicamos también en el sentido de tiempo de trabajo necesario para la producción de esa mercancía específica que es la fuerza de trabajo. El uso de los mismos termini technici en sentidos diferentes es inconveniente, pero no hay ciencia en que sea totalmente evitable. Compárese, por ejemplo, el nivel superior de la matemática con el elemental.
[7] 30 Con una genialidad que recuerda a la de Gottsched [[[95]]] el señor Wilhelm Tucídides Roscher [[[95 bis]]] descubre que aunque hoy día la formación de plusvalor o plusproducto, y la consiguiente acumulación, se deben al "espíritu de ahorro" del capitalista el que como recompensa, "por ejemplo, reclama intereses" , en cambio "en los estadios culturales más bajos... los más fuertes obligan a ahorrar a los más débiles". (Op. cit., pp. 82, 78.) ¿A ahorrar qué? ¿Trabajo? ¿O productos excedentarios inexistentes? Además de su ignorancia efectiva, es su horror apologético por el análisis concienzudo del valor y el plusvalor, así como el temor de llegar tal vez a un resultado embarazoso y contrario a las ordenanzas policíacas, lo que induce a un Roscher y consortes a transmutar en causas de surgimiento del plusvalor los argumentos, más o menos convincentes, que esgrime el capitalista para justificar su apropiación.
8 [95] El crítico literario y escritor Johann Gottsched ejerció de 1730 a 1740, aproximadamente, una influencia rectora sobre la literatura alemana, a la que procuró ajustar a los cánones del clasicismo francés. Su intolerancia y altanería se volvieron proverbiales y contribuyeron, en último término, a facilitar los ataques de críticos como Bodmer y Breitinger, que defendían corrientes literarias renovadoras.-- 261.
9 [95 bis] En el prólogo a su libro "Los fundamentos de la economía política" Wilhelm Georg Roscher se había comparado a sí mismo con Tucídides; de ahí el apodo que le agrega Marx. "Su identidad con Tucídides tal vez derive de la idea que tiene de éste, a saber: que confundía continuamente la causa con el efecto", dice Marx de Roscher en "Teorías del plusvalor".-- 261.
[10] 30 bis Nota a la 2ª edición. Aunque expresión exacta del grado de explotación al que está sujeta la fuerza de trabajo, la tasa de plusvalor no expresa la magnitud absoluta de la explotación. Por ejemplo, si el trabajo necesario es = 5 horas y el plustrabajo = 5 horas, el grado de explotación será = 100 %. La magnitud de la explotación se mide aquí por 5 horas. En cambio, si el trabajo necesario es = 6 horas y el plustrabajo = 6 horas, el grado de explotación seguirá siendo de 100 %, mientras que la magnitud de la explotación aumentará en 20 %, de 5 horas a 6.
[11] [96] Los editores de Werke que repararon en el error comentado en nuestra nota 93 bis, no advierten aquí, sin embargo, un descuido similar. Si de 10.600 libras de algodón se pierden 600, el desperdicio no será del 6 sino sólo del 5,66 %; si el desperdicio es efectivamente del 6 %, se perderán 636 libras, no 600, y el producto no ascenderá a 10.000 libras de hilado sino a 9.964. Este desliz tampoco se enmienda, que sepamos, en otras ediciones y traducciones de "El capital".-- 264.
[12] 31 Nota a la 2ª edición. El ejemplo de una hilandería, para el año 1860, que dimos en la primera edición contenía algunos errores de hecho. Un fabricante de Manchester me ha proporcionado los datos, absolutamente exactos, que figuran en el texto. Cabe observar que antes en Inglaterra se calculaba la fuerza en caballos por el diámetro del cilindro, mientras que ahora la fuerza efectiva se mide por lo que marca el contador.
[13] [97] (W) William Jacob, "A Letter to Samuel Whitblead, Being a Sequel to Considerations on the Protection Required by British Agriculture", Londres, 1815, p. 33.-- 264.
[14] 31 bis Los cálculos del texto sólo valen a modo de ilustración. Se supone, en efecto, que los precios = los valores. En el libro tercero veremos que esa equiparación no se aplica tan sencillamente ni siquiera en el caso de los precios medios.
b a En la 3ª y 4ª ediciones, "medios de trabajo" en vez de "medios de producción".
[15] [97 bis] Clauren era el anagrama y seudónimo de Carl Heun (1771-1854), autor de una serie de cuentos y novelas melosamente sentimentales que alcanzaron, en su época, considerable difusión.-- 269.
[16] [98] Factory Act (ley fabril).-- El autor se refiere aquí a la primera ley fabril que tuvo cierta eficacia, la de 1833. Más adelante (p. 336 y SS. del presente volumen) Marx analiza esta norma legal inglesa con más detención.-- 269.
[17] [99] En TI 225 el texto de Senior, desde el punto y coma, dice así: "1/23 (o [sterling] 5.000 de las [sterling] 115.000) suple el deterioro de la fábrica y la maquinaria". Desaparece el signo de admiración insertado por Marx en las versiones alemanas.-- 270.
[18] 32 Senior, op. cit., pp. 12, 13. No pasamos a analizar rarezas que no tienen que ver con nuestro objetivo, como por ejemplo la afirmación de que los fabricantes calculan dentro de su ganancia, bruta o neta, sucia o pura, la sustitución de la maquinaria, etc., desgastada; por tanto de una parte integrante del capital. Ni la exactitud o falsedad de los guarismos dados. Que dichos guarismos no valen más que el presunto "análisis" lo ha demostrado Leonard Horner en "A Letter to Mr. Senior"..., Londres, 1837. Horner, uno de los "Factory Inquiry Commissioners [investigadores fabriles] de 1833 e inspector de fábricas en realidad censor de fábricas hasta 1859, ha conquistado méritos imperecederos ante la clase obrera inglesa. Luchó durante toda su vida no sólo contra los exasperados fabricantes, sino también contra los ministros, para los que era enormemente más importante contar los "votos" de los patrones en la Cámara de los Comunes que las horas de trabajo de la "mano de obra" en la fábrica.
[19] [100] Quiliastas (del griego, "khilioi", mil) se denominó a quienes dentro del parsismo y del judaísmo esperaban el advenimiento de un reino intermedio, previo al "reino de Dios"; los quiliastas cristianos, basándose en ciertos pasajes de los Evangelios y sobre todo en el "Apocalipsis", confiaban también en la llegada de un reino milenario de paz y justicia. Así como la creencia en la Edad de Oro perdida expresaba la nostalgia de las masas populares por la sociedad comunista del pasado, en las nociones fantásticas del milenarismo se reflejó muchas veces el anhelo por la sociedad sin clases, igualitaria, del futuro.-- 274.
[20] 32 bis Si Senior ha demostrado que la ganancia neta de los fabricantes, la existencia de la industria algodonera inglesa y la preponderancia de Inglaterra en el mercado mundial dependen "de la última hora de trabajo", a su vez el doctor Andrew Ure [[[101]]] ha podido comprobar, por añadidura, que los niños y muchachos obreros menores de 18 años a los que no se retiene en la atmósfera moralmente tibia y pura de la fábrica, arrojándolos "una hora" antes al desamorado y frívolo mundo exterior, caen en las garras del ocio y la depravación, con grave riesgo para la salvación de sus almas. Desde 1848, en sus "Reports" semestrales, los inspectores fabriles no se han cansado de poner en ridículo a los patrones en lo que respecta a "la última hora" u "hora fatal". Así, por ejemplo, el señor Howell dice en su informe fabril del 31 de mayo de 1855: "Si este ingenioso cálculo" (Howell cita a Senior) "fuera correcto, todas las fábricas algodoneras del Reino Unido estarían trabajando a pérdida desde 1850". ("Reports of the Inspectors of the Factories for the Half Year Ending 30th April 1855", pp. 19, 20.) En 1848, cuando se sometió al parlamento la ley de las diez horas, los fabricantes obligaron a algunos trabajadores regulares de las hilanderías rurales de lino diseminadas por los condados de Dorset y Somerset a que firmaran una contrapetición, en la que entre otras cosas se lee lo siguiente: "Vuestros peticionarios, en su condición de padres, entienden que una hora adicional de holganza tenderá más a pervertir a los niños que a otra cosa, pues la ociosidad es la madre de todo vicio". Sobre el particular observa el informe fabril del 31 de octubre de 1848: "La atmósfera de las hilanderías de lino, en las cuales trabajan los hijos de estos virtuosos y tiernos padres, está tan cargada con el polvillo y la fibra de la materia prima, que es desagradabilísimo permanecer aun 10 minutos en los recintos donde se hila; es imposible hacerlo, en efecto, sin experimentar la más penosa sensación, ya que ojos, oídos, nariz y boca se tupen inmediatamente con la polvareda del lino, a la que no es posible eludir. El trabajo mismo, en virtud de la rapidez febril de la maquinaria, requiere un desgaste incesante de destreza y movimiento, bajo el control de una atención infatigable, y parece algo excesivo permitir a estos padres que tilden de <<holgazanes>> a sus propios hijos, los cuales, una vez deducido el tiempo que emplean en las comidas, pasan encadenados durante 10 horas enteras a tal ocupación, y en la atmósfera descrita... Estos niños trabajan más horas que los mozos de labranza en las aldeas vecinas... Es preciso estigmatizar como la más pura cant [gazmoñería] y la hipocresía más desvergonzada, toda esa cháchara inhumana en torno a <<la ociosidad y el vicio>>... Esa parte del público que, hace unos doce años, quedó impresionada por la seguridad con que se proclamó públicamente, del modo más serio y bajo los auspicios de una eminente autoridad, que toda la ganancia neta del fabricante derivaba del trabajo <<de la última hora>> y que, por ende, la reducción de la jornada laboral en una hora aniquilaría su ganancia neta; esa parte del público, decimos, difícilmente dé crédito a sus propios ojos cuando encuentre ahora que el descubrimiento primitivo de las virtudes de <<la última hora>> se ha perfeccionado tanto desde entonces que no sólo abarca la ganancia, sino también la moral; de tal modo que si se limita a 10 horas completas la duración del trabajo de los niños se esfumará la moral infantil junto con la ganancia neta de sus patrones, ya que ambas dependen de esa hora última y fatal". ("Reports"... 31st Oct. 1848, p. 101.) Este mismo informe fabril aduce pruebas, más abajo, de la moral y virtud de esos señores fabricantes, de las fullerías, artimañas, señuelos, amenazas, engañifas, etc. a que echaron mano para que unos pocos trabajadores totalmente desamparados firmaran peticiones de esa calaña y engañar al parlamento haciéndolas pasar luego por solicitudes de toda una rama industrial, de condados enteros.
21 [101] En Werke se atribuye esta cita a la edición original inglesa de la obra de Andrew Ure, "The Philosophy of Manufactures", Londres, 1835, p. 406. En realidad, Marx utiliza aquí, como en otras partes, la versión francesa del libro: A. Ure, "Philosophie des manufactures ou économie industrielle de la fabrication du coton, de la laine, du lin et de la soie. Trad. sous les yeux de l'auteur, París, 1836.-- 274.
[22] 33 Con todo, el señor profesor extrajo no poco provecho de su gira manchesteriana. En las "Letters on the Factory Act".... [exclamdown]toda la ganancia neta, la "ganancia", el "interés" y hasta "something more" [algo más], dependen de una hora de trabajo impaga del obrero! Un año antes, en su obra "Outlines of Political Economy", redactada para edificación y deleite de los estudiantes oxonienses y de los filisteos cultivados, había "descubierto", en polémica con la determinación ricardiana del valor por el tiempo de trabajo, que del trabajo del capitalista dimanaba la ganancia, y de su ascetismo, de su "abstinencia", el interés. La monserga era aneja, pero nueva la palabra "abstinencia". El señor Roscher la germanizó atinadamente por "Enthaltung". Menos versados en latín, sus compatriotas, los Wirt, Schulze y otros Michel, la "conventualizaron" por "Entsagung" [renunciamiento].
[c] c En la 2ª edición, por error: "2/10".
[d] d En la 2ª edición: "3".
[23] 34 "Para un individuo con un capital de [sterling] 20.000, cuyas ganancias fueran de [sterling] 2.000 anuales, carecería de toda importancia que su capital empleara 100 ó 1.000 hombres, que la mercancía producida se vendiera a [sterling] 10.000 ó [sterling] 20.000, siempre y cuando, indefectiblemente, su ganancia no bajara de [sterling] 2.000. ¿No es similar el verdadero interés de la nación? Siempre que su ingreso real neto, su renta y ganancias sean los mismos, carece de toda importancia que la nación se componga de 10 ó de 12 millones de habitantes." (Ricardo, "On the Principles"..., p. 416.) Arthur Young, el fanático del plusproducto por lo demás un escritor charlatanesco, fantasioso y acrítico, cuya fama está en proporción inversa a su mérito , sostuvo mucho antes que Ricardo: "En un reino moderno, ¿de qué serviría una provincia entera cuyo suelo se cultivara a la usanza de los antiguos romanos, por pequeños campesinos independientes, aunque se lo cultivase muy bien? ¿Con qué finalidad si se exceptúa la de producir hombres (the mere purpose of breeding men), lo que en sí y para sí no constituye finalidad alguna (is a most useless purpose)?" [[[102]]] (Arthur Young, "Political Arithmetic"..., Londres, 1774, p. 47.)
24 [102] En TI 230 se presenta así el pasaje de Young: "En un reino moderno, ¿de qué serviría una provincia entera dividida así [conforme a la antigua usanza romana, por pequeños campesinos independientes], aunque se lo cultivase muy bien, si no es con la mera finalidad de producir hombres, lo que considerado en sí mismo es una finalidad inutilísima?" (Los corchetes no son nuestros, figuran en TI; el texto entre ellos probablemente sea una paráfrasis de palabras de Young.)-- 276.