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CAPITULO VI

LOS COSTOS DE CIRCULACION

I. Costos de circulación propiamente dichos [a]
1. Tiempo de compra y de venta
Las trasmutaciones formales del capital, de mercancía a dinero y de dinero a mercancía, son al mismo tiempo transacciones del capitalista, actos de compra y de venta. El tiempo durante el cual se cumplen estas trasmutaciones formales del capital es subjetivamente, desde el punto de vista del capitalista, tiempo de venta y tiempo de compra, el tiempo durante el cual él actúa como vendedor y comprador en el mercado. Así como el tiempo de circulación del capital constituye un lapso necesario de su tiempo de reproducción, así el tiempo durante el cual el capitalista compra y vende, se mueve en el mercado, constituye un lapso necesario de su tiempo de función como capitalista, es decir, como capital personificado. Constituye una parte del tiempo que él dedica a los negocios.
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<Como se partió del supuesto de que las mercancías se compran y se venden a sus valores, en estos procesos se trata sólo de la conversión del mismo valor de una forma a la otra, de la forma mercantil a la dineraria y de la dineraria a la mercantil; se trata sólo de un cambio de estado. Si las mercancías se venden a sus valores, la magnitud de valor permanecerá inalterada tanto en manos del comprador como del vendedor; sólo se ha modificado su forma de existencia. Si las mercancías no se venden a sus valores, la suma de los valores convertidos permanecerá inalterada; lo que es superávit de un lado, es déficit del otro.
Pero las metamorfosis M - D y D - M son transacciones que se cumplen entre comprador y vendedor, éstos necesitan tiempo para ponerse de acuerdo, tanto más por cuanto aquí se desarrolla una lucha en la que cada parte trata de sacar ventaja sobre la otra, y los hombres de negocios se enfrentan tal como "when Greek meets Greek then comes the tug of war" ["cuando el griego encuentra al griego, se entabla una recia lucha"].[1] El cambio de estado cuesta tiempo y fuerza de trabajo, pero no para crear valor, sino para provocar la conversión del valor de una forma a la otra, y esto no cambia en nada por el intento recíproco de apropiarse, en esta ocasión, de una cantidad extra de valor. Este trabajo, acrecentado por las malas intenciones de ambas partes, no crea valor, así como el trabajo que se lleva a cabo en un proceso judicial no aumenta la magnitud de valor del objeto litigioso. Ocurre con este trabajo que es una fase necesaria del proceso capitalista de producción en su totalidad y que implica también la circulación o es implicado por ésta algo similar a lo que ocurre con el trabajo de combustión de una sustancia que se emplea para generar calor. Este trabajo de combustión no genera calor, aunque es una fase necesaria del proceso de combustión. Para consumir, por ejemplo, carbón como combustible, tengo que combinarlo con oxígeno y para eso hacerlo pasar del estado sólido al gaseoso (pues en el anhídrido carbónico, en el resultado de la combustión, el carbón se halla en estado gaseoso), es decir, provocar un cambio físico de estado o de forma de existencia. La separación de las moléculas de carbono, que están unidas en un todo sólido, y la disociación de la propia molécula de carbono en sus átomos individuales deben preceder la nueva combinación, y esto cuesta cierto [155] gasto de energía que, como vemos, no se transforma en calor, sino que se descuenta de éste. Por eso, si los poseedores de mercancías no son capitalistas sino productores directos autónomos, entonces el tiempo empleado en comprar y vender se deduce de su tiempo de trabajo, y de ahí que siempre trataran (tanto en la Antigüedad como en la Edad Media) de relegar este tipo de operaciones a los días de fiesta.
Por supuesto, las dimensiones que adoptan las transacciones mercantiles en manos de los capitalistas no pueden transformar este trabajo, que no crea valor sino que sólo sirve de mediador para el cambio de forma del mismo, en trabajo creador de valor. Y el milagro de esta transustanciación tampoco puede producirse mediante una trasposición, es decir, por el hecho de que los capitalistas industriales, en lugar de ejecutar ellos mismos este "trabajo de combustión" lo conviertan en ocupación exclusiva de terceras personas a quienes ellos les pagan. Desde luego, estas terceras personas no pondrán su fuerza de trabajo a disposición de ellos por amor a sus beaux yeux [por su linda cara]. Al que cobra las rentas de un terrateniente o al empleado de un banco también le resulta indiferente que su trabajo no aumente ni en un ápice la magnitud de valor de la renta o de las monedas de oro trasladadas en bolsas a otro banc.>[2]
Para el capitalista que hace trabajar a otros a su servicio la compra y la venta se convierten en una función principal. Como se apropia del producto de muchos en una escala social mayor, también tiene que venderlo en esa escala y luego reconvertirlo de dinero a elementos de producción. Pero, hoy como ayer, el tiempo que insumen la compra y la venta no crea ningún valor. La función del capital comercial suscita una ilusión. Pero, sin entrar aquí más en detalles sobre este asunto, lo siguiente resulta claro desde un principio: cuando, por la división del trabajo, una función que de por sí es improductiva pero constituye un elemento necesario de la reproducción, se transforma de ocupación accesoria de muchos en ocupación exclusiva de pocos, en tarea particular de éstos, no se transforma la índole de la función misma. Un comerciante (considerado [156] aquí como mero agente de la trasmutación formal de las nercancías, como mero comprador y vendedor) puede abreviar, con sus operaciones, el tiempo de compra y de renta para muchos productores. Entonces hay que considerarlo como una máquina que disminuye el gasto inútil de energía o ayuda a liberar tiempo, de producción.[3] [b]
Supondremos, para simplificar el asunto (puesto que sólo más adelante analizaremos al comerciante como capitalista y al capital comercial), que este agente que compra y vendé es una persona que vende su trabajo. Gasta su fuerza de trabajo y su tiempo de trabajo en estas operaciones M - D y D- M. Y por ende vive de eso, así como otros viven, por ejemplo, de hilar o de trabajar en una botica. Cumple una función necesaria, porque el propio proceso de reproducción incluye funciones improductivas. Trabaja al gual que cualquier otro, pero el contenido de su trabajo no crea ni valor ni producto. El mismo forma parte de los faux frais [gastos varios] de la producción. Su utilidad no consiste en transformar una función improductiva en productiva o trabajo improductivo en productivo. Sería un milagro si se pudiera efectuar tal transformación mediante semejante transferencia de la función. Su utilidad consiste más bien en que se fija en esta función improductiva una parte menor [157]de la fuerza de trabajo y del tiempo de trabajo de la sociedad. Más aun. Supondremos que es un mero asalariado, si se quiere, mejor pagado. Sea cual fuere su paga, como asalariado, trabaja gratis una parte de su tiempo. Acaso recibe diariamente el producto de valor de ocho horas de trabajo y trabaja durante diez. Las dos horas de plustrabajo que cumple no producen valor, así como tampoco lo producen sus ocho horas de trabajo necesario, aunque por medio de estas últimas se transfiera a su persona una parte del producto social. En primer lugar, considerado desde el punto de vista de la sociedad, siempre se usa y consume durante diez horas una fuerza de trabajo en esta mera función de circulación. No se la puede usar para ninguna otra cosa, no se la puede usar para trabajo productivo. En segundo lugar, la sociedad no paga, sin embargo, estas dos horas de plustrabajo, aunque el individuo que las cumple las gasta. La sociedad no se apropia, en virtud de esto, ni de producto ni de valor excedentes. Pero los costos de circulación que él rpresenta disminuyen en un quinto, de diez horas a ocho. La sociedad no paga ningún equivalente por un quinto de este tiempo activo de circulación del cual él es agente. Pero si es el capitalista quien se sirve de este agente, al no pagar las dos horas, disminuyen los costos de circulación de su capital, que representan una reducción de sus ingresos. Para el capitalista es una ganancia positiva, porque se aleja el límite negativo de la valorización de su capital. Mientras los pequeños productores autónomos de mercancías gastan una parte de su propio tiempo en comprar y vender, éste sólo se presenta o bien como tiempo gastado en los intervalos de su función productiva, o bien como tiempo deducido de su tiempo de producción.
En todo caso, el tiempo empleado para esta función es un costo de circulación que no agrega nada a los valores convertidos. Es el costo necesario para transferirlos de la forma mercantil a la forma dineraria. Cuando el productor capitalista de mercancías aparcce como agente de circulación, se distingue del productor directo de mercancías sólo porque vende y compra en una escala mayor que éste, y por eso actúa como agente de circulación con un alcance mayor. Pero cuando el volumen de su negocio lo obliga a comprar (contratar) a sus propios agentes de circulación como asalariados, o le permite hacerlo, el fenómeno [158] no varía en cuanto a su contenido. Hay que gastar, en cierto grado, fuerza de trabajo y tiempo de trabajo en el proceso de circulación (en la medida en que es mera trasmutación formal). Pero esto aparece ahora como desembolso adicional de capital, hay que desembolsar una parte del capital variable en la compra de estas fuerzas de trabajo que sólo actúan en la circulación. Este adelanto de capital no crea ni producto ni valor. Reduce pro tanto [en proporción] el volumen en que el capital adelantado funciona productivamente. Es lo mismo que si una parte del producto se transformara en una máquina que compra y vende la parte restante del producto. Esta máquina ocasiona una reducción del producto. No coopera en el proceso de producción, aunque puede reducir la fuerza de trabajo gastada en la circulación. Constituye, meramente, una parte de los costos de circulación.
2. Contabilidad
[c]
Además del tiempo de trabajo gastado en compras y ventas reales, se gasta tiempo de trabajo en la contabilidad, en la que entra, por añadidura, trabajo objetivado: plumas, tinta, papel, escritorios, gastos de oficina. Como vemos, en esta función se gasta, por un lado fuerza de trabajo, por otro medios de trabajo. Con esto ocurre exactamente lo mismo que con el tiempo de compra y de venta.
Como unidad dentro de sus ciclos, como valor en proceso, ya sea dentro de la esfera de la producción, ya dentro de las dos fases de la esfera de la circulación, el capital existe sólo idealmente en la figura del dinero de cuenta, en primer lugar en la cabeza del productor de mercancías, o en su caso, del productor capitalista de mercancías. Este movimiento se fija y se controla por medio de la contabilidad, que incluye también la determinación de precios o el cálculo de los precios de las mercancías (cálculo de precio). El movimiento de la producción y particularmente el de la valorización donde las mercancías sólo figuran como portadoras de valor, como nombres de cosas, cuya existencia ideal de valor está fijada en dinero de cuenta [159] recibe así una imagen simbólica en la representación. Mientras el productor individual de mercancías lleva las cuentas sólo en su cabeza (como, por ejemplo, el campesino; sólo la agricultura capitalista produce al arrendatario que lleva su contabilidad) o solamente de manera accesoria, fuera de su tiempo de producción, anota en un libro sus gastos, entradas, plazos de pago, etc., mientras las cosas son así, es evidente que esta función suya y los medios de trabajo que acaso gasta al cumplirla, como papel, etc., representan un gasto adicional de tiempo de trabajo y medios de trabajo, gasto que es necesario, pero que constituye una reducción tanto del tiempo que el productor puede gastar productivamente como de los medios de trabajo que operan en el proceso real de producción, que entran en la formación de producto y de valor.[4] [d] La naturaleza de la función misma no se modifica por el volumen que adquiere ésta al concentrársela en manos del productor capitalista de mercancías y, en lugar de aparecer como función de muchos productores pequeños de mercancías, presentarse como función de un capitalista, como función dentro de un proceso de producción en gran eseala; ni tampoco se modifica por su separación de las funciones productivas, de las cuales constituía una obra accesoria, ni por su autonomización como función de agentes especiales, a quienes se confía de manera exclusiva dicha función.
La división del trabajo, la autonomización de una función, no la hacen creadora de valor y de productos si no lo era de por sí, es decir, ya antes de volverse autónoma.
[160]
Si un capitalista invierte su capital por primera vez, tiene que invertir una parte en la adquisición de un tenedor de libros, etc., y en medios para la contabilidad. Si su capital ya está funcionando, si ya está empeñado en su proceso continuo de reproducción, tiene que reconvertir continuamente una parte del producto mercantil mediante su transformación en dinero en tenedores de libros, dependientes y similares. Esta parte del capital se sustrae al proceso de producción y forma parte de los costos de circulación, o sea de las deducciones del rendimiento global. (Incluida la propia fuerza de trabajo que se emplea exclusivamente para esta función.)
Sin embargo, hay cierta diferencia entre los costos que surgen de la contabilidad o, en su caso, del gasto improductivo de tiempo de trabajo por un lado, y los del mero tiempo de compra y de venta por otro. Estos últimos surgen sólo de la forma social determinada del proceso de producción, del hecho de ser él proceso de producción de mercancía. La contabilidad como control y compendio ideal del proceso se vuelve tanto más necesaria cuanto más se cumple el proceso en escala social y pierde el carácter puramente individual, por consiguiente, es más necesaria en la producción capitalista que en la producción dispersa de los artesanos y campesinos, más necesaria n la producción colectiva que en la capitalista. Pero los costos de la contabilidad se reducen al concentrarse la producción y a medida que aquélla se transforma en contabilidad social.
Aquí sólo se trata del carácter general de los costos de circulación que surgen de la mera metamorfosis formal. Y resulta innecesario aquí entrar a considerar todas sus formas pormenorizadas. Pero de qué manera las formas[e] pertenecientes a la pura trasmutación formal del valor que surgen, pues, de la forma social determinada del proceso de producción y que en el caso del productor individual de mercancías sólo son elementos evanescentes y apenas perceptibles discurren paralelamente a sus funciones productivas o se entrelazan con ellas, de qué manera estas formas saltan a la vista como costos enormes de circulación, es algo que se advierte en el mero cobrar y pagar dinero no bien esta operación se ha vuelto autónoma [161] y está concentrada en gran escala, como función exclusiva de bancos, etc., o del cajero en los negocios individuales. Lo que hay que retener es que el carácter de estos costos de circulación no varía al modíficarse su figura.
3. Dinero. [f]
Se lo produzca o no como mercancía, un producto es siempre figura material de riqueza, valor de uso, destinado a entrar en el consumo productivo o individual. Como mercancía, su valor existe idealmente en el precio, que no modifica en nada su figura real de uso. Pero que determinadas mercancías, como el oro y la plata, funcionen como dinero y como tales se radiquen exclusivamente en el proceso de circulación (también como tesoro, reserva, etc., permanecen, aunque de manera latente, en la esfera de la circulación), es puramente un producto de la forma social determinada del proceso de producción que es proceso de producción de mercancías. Como sobre la base de la producción capitalista la mercancía se convierte en la figura general del producto, y la masa mayor del producto se produce como mercancía y por eso debe adoptar la forma dineraria; como, por tanto, la masa de mercancías, la parte de la riqueza social que funciona en cuanto mercancía, crece continuamente, aquí crece también el volumen del oro y la plata que funcionan como medio de circulación, medio de pago, reserva, etc. Estas mercancías que funcionan como dinero no entran ni en el consumo individual ni en el productivo.[g] Se trata de trabajo social fijado en una forma bajo la cual sirve como mera máquina de circulación. Además de que una parte de la riqueza social está confinada bajo esta forma improductiva, el desgaste del dinero exige reposición constante del mismo, o sea transformación de más trabajo social bajo la forma de producto en más oro y plata. En naciones desarrolladas de manera capitalista estos gastos de reposición son [162] considerables, porque es voluminosa, en general, la parte de la riqueza confinada bajo la forma del dinero. El oro y la plata, como mercancías dinerarias, constituyen para la sociedad costos de circulación que sólo surgen de la forma social de la producción. Son faux frais de la producción de mercancías en general, que crecen al desarrollarse dicha producción, y especialmente al desarrollarse la producción capitalista. Es una parte de la riqueza social que hay que sacrificar al proceso de circulación.[5] [6]
II. Costos de conservación
[h]
Los costos de circulación que tienen su origen en el mero cambio formal del valor, en la circulación considerada idealmente, no entran en el valor de las mercancías. Las partes de capital gastadas en ellos constituyen meras deducciones del capital gastado productivamente, en la medida en que se considera al capitalista.[i] Los costos de circulación que ahora examinaremos son de otra naturaleza. Pueden surgir de procesos de producción que sólo se continúan en la circulación y cuyo carácter productivo resulta, pues, sólo ocultado por la forma de la circulación. Por otra parte, considerados socialmente, pueden ser meros costos, consumo improductivo de trabajo ora vivo, ora objetivado, y sin embargo precisamente por eso, actuar como creadores de valor para el capitalista individual, constituir una adición al precio de venta de su mercancía. Esto se infiere ya del hecho de que estos costos difieren en las distintas esferas de la producción y ocasionalmente también en el caso de distintos capitales individuales dentro [163] de la misma esfera de la producción. Por agregarse al precio de la mercancía, se distribuyen en la medida que corresponde a los capitalistas individuales. Pero todo trabajo que agrega valor puede también agregar plusvalor, y sobre la base capitalista agregará siempre plusvalor, puesto que el valor que ese trabajo crea depende de su propia magnitud, y el plusvalor que crea, depende de la medida en que el capitalista paga ese trabajo. En consecuencia, costos que encarecen la mercancía sin agregarle valor de uso y que para la sociedad forman parte, por ende, de los faux frais de la producción, pueden constituir para el capitalista individual fuente de enriquecimiento. De otra parte, no por ello desaparece su carácter improductivo, en la medida en que el suplemento que añaden al precio de la mercancía sólo distribuye uniformemente esos costos de circulación. Por ejemplo, las compañías de seguros reparten las pérdidas de los capitalistas individuales entre la clase de los capitalistas. Sin embargo, esto no impide que las pérdidas compensadas de esta manera sigan siendo pérdidas, si se considera el capital social global.
1. Formación de acopio en general
[j]
Durante su existencia como capital mercantil o su permanencia en el mercado, es decir, mientras se encuentra en el intervalo entre el proceso de producción del que egresa y el proceso de consumo en el que ingresa, el producto constituye acopio de mercancías.[k] Como mercancía en el mercado, y por ende en la figura del acopio, el capital mercantil aparece dos veces en cada ciclo: una vez como producto mercantil del mismo capital en proceso cuyo ciclo se ccnsidera; la otra, en cambio, como producto mercantil de otro capital, producto que debe encontrarse en el mercado para que se lo compre y transforme en capital productivo. Sin duda, cabe la posibilidad de que este último capital mercantil sólo se produzca por encargo. Entonces [164] se verifica una interrupción, hasta tanto haya sido producido.[l] Sin embargo, el flujo del proceso de producción y de reproducción exige que una masa de mercancías (medios de producción) se encuentre constantemente en el mercado, es decir, que constituya acopio. El capital productivo abarca igualmente la adquisición de fuerza de trabajo, y la forma dineraria no es aquí más que la forma de valor de los medios de subsistencia que el obrero tiene que encontrar en su mayor parte en el mercado. En el desarrollo del presente apartado analizaremos esto más en detalle. Aquí ya hemos formulado este punto. Si nos ubicamos en el punto de vista del valor de capital en proceso, que se ha transformado en producto mercantil y ahora debe venderse, o sea reconvertirse en dinero, esto es, que ahora funciona como capital mercantil en el mercado, el estado en el que constituye acopio es una permanencia involuntaria y contraproducente en el mercado. Cuanto más rápidamente se vende, más fluido es el proceso de reproducción. La permanencia en la trasmutación formal M' - D' obstaculiza el metabolismo real que debe cumplirse en el ciclo del capital, así como la función ulterior de éste como capital productivo. Por otra parte, para D - M, la existencia ininterrumpida de la mercancía en el mercado, el acopio de mercancías, aparece como condición tanto para que fluya el proceso de reproducción como para la inversión de capital nuevo o adicional.
La permanencia del capital mercantil en el mercado como acopio de mercancías requiere edificios, almacenes, tanques y depósitos de mercancías, es decir, desembolso de capital constante, requiere asimismo pago de fuerzas de trabajo para almacenamiento de las mercancías en sus [165] depósitos. Además, las mercancías se deterioran y están expuestas a influencias naturales perjudiciales. Para protegerlas de éstas hay que desembolsar capital adicional, parte en medios de trabajo, en forma objetiva, parte en fuerza de trabajo.[7] [m] [n]
La existencia del capital en su forma de capital mercantil y por ende como acopio de mercancías ocasiona pues gastos que, como no pertenecen a la esfera de la producción,[o] se cuentan entre los costos de circulación. Estos costos de circulación se distinguen de los expuestos en I porque en cierta medida entran en el valor de las mercancías, es decir, las encarecen. En todo caso, el capital y la fuerza de trabajo que sirven para mantener y conservar el acopio de mercancías son sustraídos al proceso directo de producción. Por otra parte, los capitales empleados para esto, incluida en el cálculo la fuerza de trabajo como parte constitutiva del capital, deben reponerse a expensas del producto social. Por eso, el desembolso de estos capitales actúa como una disminución de la fuerza de producción del trabajo, de suerte que se necesita una cantidad mayor de capital y de trabajo para obtener determinado efecto útil. Son gastos varios.
Ahora bien, en la medida en que los costos de circulación condicionados por la creación del acopio de mercancías sólo surgen del tiempo que dura la transformación de los valores existentes, su paso de la forma mercantil a la dineraria, o sea sólo de la forma social determinada del [166] proceso de producción (sólo del hecho de que el producto se produce como mercancía y por eso también debe recorrer la transformación en dinero), comparten enteramente el carácter de los costos de circulación enumerados sub [en el caso de] I. Por otra parte, aquí el valor de las mercancías sólo se conserva, o en su caso se aumenta, porque se pone el valor de uso, el producto mismo, bajo determinadas condiciones objetivas que cuestan un desembolso de capital, y se lo somete a operaciones que hacen actuar trabajo adicional sobre los valores de uso. En cambio el cálculo de los valores de las mercancías, la contabilidad sobre este proceso, las transacciones de compra y venta no actúan sobre el valor de uso en el que existe el valor de las mercancías. Sólo tienen que ver con la forma de éste. Por eso, aunque en el caso que presuponemos estos gastos varios generados por la formación de acopio (que aquí es involuntaria) surjan meramente de una demora en la trasmutación formal y de la necesidad de la misma, se distinguen, no obstante, de los gastos varios analizados sub I porque su objeto mismo no es la trasmutación formal del valor, sino la conservación del valor que existe en la mercancía en cuanto producto, en cuanto valor de uso, y ue por tanto sólo puede conservarse mediante la conservación del propio producto, del mismo valor de uso. Aquí el valor de uso no se acrecienta ni se aumenta; al contrario, disminuye. Pero se pone coto a su disminución y se lo conserva. Tampoco se acrecienta aquí el valor adelantado, existente en la mercancía. Pero se agrega trabajo nuevo, objetivado y vivo.
Ahora hay que investigar en qué medida estos gastos varios resultan del carácter peculiar de la producción de mercancías en general y de la producción de mercancías en su forma absoluta, general, es decir, de la producción capitalista de mercancías; en qué medida son, por otra parte, comunes a toda producción social y aquí sólo adoptan una figura particular, una forma de manifestación particular, dentro de la producción capitalista.
Adam Smith ha sostenido la fantástica opinión de que la formación de acopios es un fenómeno peculiar a la producción capitalista.[8] [9] Economistas posteriores, por ejemplo Lalor, afirman, a la inversa, que disminuye al desarrollarse [167] la producción capitalista.[10] Sismondi considera incluso que ello es un punto débil de esta última.[11]
En realidad, el acopio existe bajo tres formas: la de capital productivo, la de fondo individual de consumo y la de acopio de mercancías o de capital mercantil. El acopio en una de las formas disminuye relativamente cuando aumenta en otra, aunque en su magnitud absoluta pueda crecer simultáneamente en las tres formas.
Desde un principio resulta claro que allí donde la producción está orientada directamente a satisfacer las propias necesidades y sólo una parte ínfima se produce para el intercambio o para la venta, y en consecuencia el producto social no adopta en absoluto o sólo adopta en su menor parte la forma de mercancía, el acopio en forma de mercancía o el acopio mercantil sólo constituye una parte diminuta y evanescente de la riqueza. Pero en este caso el fondo de consumo es relativamente grande, sobre todo el de los medios de subsistencia propiamente dichos. Basta contemplar la antigua economía campesina. Una parte preponderante del producto se transforma aquí directamente, sin constituir acopio de mercancías precisamente porque permanece en manos de su poseedor en medios de producción o medios de subsistencia acopiados. No adopta la forma de acopio de mercancías, y justamente por eso, según Adam Smith, no existe acopio en sociedades que se fundan en tal modo de producción. Smith confunde la forma del acopio con el acopio mismo y cree que hasta ahora la sociedad ha vivido al día o ha confiado en la contingencia del día siguiente.[12] Es un error pueril.
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El acopio bajo forma de capital productivo existe en forma de medios de producción que se encuentran ya en el proceso de producción o por lo menos en manos del productor, y por ende de manera latente ya en el proceso de producción. Ya se ha visto antes que al desarrollarse la productividad del trabajo, es decir también al desarrollarse el modo capitalista de producción que desarrolla la fuerza productiva social del trabajo más que todos los modos de producción anteriores , crece constantemente la masa de los medios de producción (edificios, máquinas, etc.) incorporados al proceso de una vez para siempre, bajo la forma de medios de trabajo, y que siempre vuelven a funcionar en éste durante períodos más o menos prolongados, y que su crecimiento es tanto supuesto como efecto del desarrolio de la fuerza productiva social del trabajo. El crecimiento no sólo absoluto, sino relativo de la riqueza bajo esta forma (véase libro I, cap. XXIII, 2)[p] caracteriza ante todo al modo capitalista de producción. Pero las formas materiales de existencia del capital constante, los medios de producción, no sólo consisten en tales medios de trabajo, sino también en material de trabajo en los más diversos grados de elaboración y en materiales auxiliares. Al ampliarse la escala de la producción y aumentar la fuerza productiva del trabajo mediante la cooperación, división [del trabajo], maquinaria, etc., crece la masa de materia prima, de materiales auxiliares, etc., que entra en el proceso cotidiano de reproducción. Estos elementos tienen que estar listos en el establecimiento de producción. El volumen de este acopio, existente bajo la forma de capital productivo, crece pues en términos absolutos. Para que el proceso fluya dejando completamente a un lado el que este acopio pueda renovarse a diario o sólo en fechas determinadas , siempre tiene que estar lista en los lugares de producción una acumulación de materia prima, etc., mayor de la que se consume, por ejemplo, diaria o [169] semanalmente. La continuidad del proceso exige que la existencia de sus condiciones no dependa ni de una posible interrupción en las compras cotidianas ni de que el producto mercantil se venda diaria o semanalmente y por consiguiente sólo se lo pueda reconvertir de manera irregular en sus elementos de producción. De todos modos el capital productivo puede, evidentemente, ser latente o constituir acopios en proporciones muy diversas. Por ejemplo: es muy diferente que el hilandero tenga que tener listo el algodón o el carbón para tres meses o para uno. Como vemos, este acopio puede disminuir relativamente, aunque aumente en términos absolutos.
Esto depende de diversas condiciones, que en lo esencial se reducen todas a la mayor velocidad, regularidad y seguridad con las que se pueda suministrar siempre la masa necesaria de materia prima, de manera tal que nunca surjan interrupciones. Cuanto menos se cumplan estas condiciones, cuanto menores sean, pues, la seguridad, regularidad y velocidad del suministro, tanto mayor habrá de ser la parte latente del capital productivo, es decir, el acopio de materias primas, etc., cuya elaboración está aún pendiente y que se encuentra en manos del productor. Estas condiciones están en razón inversa al nivel de desarrollo de la producción capitalista, y por tanto, al de la fuerza productiva del trabajo social. También lo está, por consiguiente,el acopio bajo esta forma.
Sin embargo, lo que aquí aparece como disminución del acopio (por ejemplo en Lalor), sólo es, en parte, disminución [13] del acopio bajo la forma de capital mercantil o de acopio de mercancías propiamente dicho; es, pues, meramente, cambio de forma del mismo acopio. Si, por ejemplo, la masa de carbón que se produce diariamente en el mismo país es grande, y por ende lo son el volumen de la producción de carbón y la actividad desplegada en la misma, el hilandero no necesitará un gran almacenamiento de carbón para asegurar la continuidad de su producción. La renovación continua y segura del suministro de carbón lo hace innecesario. En segundo lugar: la velocidad con que el producto de un proceso puede pasar, como medio de producción, a otro proceso, depende del desarrollo de los medios de trasporte y comunicación. En esto, la baratura del trasporte desempeña un papel importante. Por ejemplo, el trasporte continuamente repetido de [170] carbón de la mina a la hilandería sería más caro que el suministro de una masa mayor de carbón para un lapso más prolongado si el trasporte es relativamente más barato. Estas dos circunstancias, las examinadas hasta ahora, resultan del propio proceso de producción. En tercer lugar, influye el desarrollo del sistema crediticio. Cuanto menos dependa el hilandero de la venta inmediata de su hilado para renovar sus acopios de algodón, carbón, etc. y cuanto más desarrollado esté el sistema crediticio tanto menor será esa dependencia directa, podrá ser tanto más reducida la magnitud relativa de estos acopios para asegurar, en una escala dada, una producción de hilado continua e independiente de las contingencias de la venta de esa mercancía. En cuarto lugar, empero, muchas materias primas, productos semielaborados, etc., requieren períodos más bien prolongados para su producción, y esto vale en particular para todas las materias primas que suministra la agricultura. Por consiguiente, si no se ha de originar ninguna interrupción del proceso de producción, tiene que existir determinado acopio de aquéllas para todo el periodo en el cual el producto nuevo no puede sustituir al antiguo. Si este acopio dismiuye en manos del capitalista industrial, esto sólo demuestra que aumenta, bajo la forma de acopio de mercancías, en manos del comerciante. El desarrollo de los medios de trasporte permite, por ejemplo, trasladar rápidamente de Liverpool a Manchester el algodón que se encuentra en el puerto de importación, de tal manera que el fabricante pueda renovar su acopio de algodón en porciones relativamente pequeñas, según lo necesite. Pero entonces el mismo algodón se encontrará en masas tanto mayores, como acopio de mercancías, en manos de comerciantes de Liverpool. Se trata, pues, de un mero cambio de forma del acopio, cosa que han pasado por alto Lalor y otros. Y considerando el capital social, la misma masa de productos sigue encontrándose aquí bajo la forma del acopio. Para un único país, el volumen en que tiene que estar preparada, por ejemplo, la masa necesaria para un año, disminuye al desarrollarse los medios de trasporte. Si entre Estados Unidos e Inglaterra navegan muchos barcos de vapor y de vela, aumentarán entonces para Inglaterra las oportunidades de renovar el acopio de algodón, y en consecuencia disminuirá la masa del acopio de algodón que, término medio, debe estar almacenada [171] en Inglaterra. De la misma manera actúa el desarrollo del mercado mundial y por ende la multiplicación de las fuentes que suministran el mismo artículo. Diversos países, y en distintas fechas, suministran parcialmente el artículo.
3. Acopio de mercancías propiamente dicho

Ya se ha visto que sobre la base de la producción capitalista la mercancía se convierte en la forma general del producto, tanto más, cuanto más se desarrolla aquélla en extensión y profundidad. En comparación, por consiguiente, ya con modos anteriores de producción, ya con el modo capitalista de producción en un grado menor de desarrollo, una parte incomparablemente mayor del producto existe como mercancía, incluso si no varía el volumen de la producción. Pero toda mercancía y por tanto también todo capital mercantil, que sólo es mercancía, pero mercancía como forma de existencia del valor de capital , en la medida en que no pasa inmediatamente de su esfera de producción al consumo individual o productivo, es decir, en el intervalo durante el cual se encuentra en el mercado, constituye un elemento del acopio de mercancías. Por eso al desarrollarse la producción capitalista permaneciendo idéntico el volumen de la producción se acrecienta en sí y para sí el acopio de mercancías (es decir, esa autonomización y fijación de la forma mercantil del producto). Ya hemos visto que esto no es más que un cambio de forma del acopio, es decir que por un lado el acopio aumenta en forma mercantil, porque por el otro disminuye en la forma de acopio directo para la producción o para el consumo. No es más que una forma social modificada del acopio. Si al mismo tiempo aumenta no sólo la magnitud relativa del acopio de mercancías con respecto al producto social global, sino también su magnitud absoluta, ello ocurre porque la masa del producto global crece con la producción capitalista.
Al desarrollarse la producción capitalista, la escala de la producción se determina en grado cada vez menor por la demanda directa del producto, y en grado cada vez mayor por el volumen del capital del que dispone el [172] capitalista individual, por la tendencia de su capital a valorizarse y la necesidad de que su proceso de producción sea continuo y se extienda. Con ello crece necesariamente en cada ramo particular de producción la masa d productos que se encuentra como mercancías en el mercado o que busca salida. Crece la masa de capital fijada durante más o menos tiempo bajo la forma de capital mercantil. Se acrecienta, pues, el acopio de mercancías.
Finalmente, la mayor parte de la sociedad se transforma en asalariados, en gente que vive al día, que recibe su salario semanalmente y lo gasta diariamente, que, en consecuencia, tiene que encontrar sus medios de subsistencia preexistentes como acopio. Por más que los elementos individuales de este acopio puedan movilizarse, una parte de los mismos debe, sin embargo, estar continuamente paralizada para que el acopio pueda permanecer siempre en movimiento.
Todos estos factores resultan de la forma de la producción y de la trasmutación formal incluida en ella, trasmutación que el producto debe cumplir en el proceso de circulación.
Sea cual fuere la forma social del acopio de productos, su conservación exige gastos: edificios, recipientes, etc., que constituyen los depósitos del producto, requiere asimismo medios de producción y trabajo, en mayor o menor medida según la naturaleza del producto, medios y trabajo que hay que gastar para preservarlo de influencias perniciosas. Cuanto más se concentran socialmente los acopios, más pequeños son, relativamente, estos costos. Estos desembolsos constituyen siempre una parte del trabajo social, sea en forma objetivada o en forma viva bajo la forma capitalista, pues, desembolsos de capital , que no entran en la formación misma del producto, y por eso se deducen de éste. Son necesarios, son gastos varios de la riqueza social. Son los gastos destinados a la conservación del producto social, ya sea que la existencia de éste como elemento del acopio de mercancías surja meramente de la forma social de la producción, es decir, de la forma mercantil y de su necesaria trasmutación formal, ya sea que consideremos el acopio de mercancías sólo como forma especial del acopio de productos común a todas las sociedades, aunque no bajo la forma del acopio [173] de mercancías, bajo esta forma del acopio de productos[q] correspondiente al proceso de circulación.
Falta saber en qué medida estos costos entran en el valor de las mercancías.
Cuando el capital adelantado en medios de producción y fuerza de trabajo, ha sido transformado por el capitalista en producto, en una masa de mercancías acabada y destinada a la venta, y esta masa queda almacenada e invendible, entonces no sólo se paraliza el proceso de valorización de su capital durante ese lapso. Los desembolsos en edificios, trabajo adicional, etc., que exige la conservación de este acopio constituyen positivamente una pérdida. El comprador que al final adquiriera el producto se reiría del capitalista si éste le dijera: "Mi mercancía no se pudo vender durante seis meses, y su conservación durante estos seis meses no sólo me ha inmovilizado tanto o cuanto capital sino que además me ha ocasionado x gastos varios.[r]
"Tant pis pour vous [tanto peor para usted]", dice el comprador, "puesto que a su lado hay otro vendedor cuya mercancía no estuvo pronta sino anteayer. La mercancía que usted me ofrece es invendible y probablemente ya esté más o menos roída por los estragos del tiempo. Por tanto, tiene que vender más barato que su competidor." El que el productor de mercancías sea el verdadero productor de su mercancía o su productor capitalista, y por ende, en realidad, sólo un representante de sus verdaderos productores, no modifica en nada las condiciones de vida de la mercancía. El productor tiene que transformar su mercancía en dinero. Los gastos varios que le ocasiona la fijación de aquélla en su forma mercantil forman parte de sus aventuras individuales, que al comprador de la mercancía no le interesan. Este no le paga el tiempo de circulación de su mercancía. Incluso cuando el capitalista mantiene su mercancía alejada del mercado intencionalmente, en épocas de revolución real o supuesta de valor, el que realice los gastos varios adicionales depende de que se produzca esta revolución de valor, de la exactitud o inexactitud de su especulación.
[174]
Pero la revolución de valor no es consecuencia de sus gastos varios. En la medida, pues, en que la formación de acopio signifique estancamiento de la circulación, los gastos ocasionados por el mismo no agregarán valor a la mercancía. Por otra parte, no puede existir acopio alguno sin permanencia en la esfera de la circulación, sin persistencia del capital, durante un lapso más o menos prolongado, en su forma mercantil; es decir que no pucde haber acopio sin estancamiento de la circulación, exactamente de la misma manera que el dinero no puede circular sin formación de reservas dinerarias. Por consiguiente, sin acopio de mercancías no hay circulación de las mismas.
Si esta necesidad no le sale al paso al capitalista en M' - D', le saldrá entonces al encuentro en D - M; no con respecto a su capital mercantil, sino con respecto al de otros capitalistas, que producen medios de producción para él y medios de subsistencia para sus obreros.
El que la formación de acopio sea voluntaria o involuntaria, esto es, que el productor de mercancías tenga intencionalmente un acopio o que sus mercancías se acopien debido a la resistencia que las circunstancias del propio proceso de circulación oponen a la venta de las mismas, no parece poder modificar en nada la esencia de la cuestión. Sin embargo, para resolver este problema conviene saber qué distingue la formación voluntaria de acopio de la involuntaria. La formación involuntaria del acopio surge de, o es idéntica a, un estancamiento de la circulación que es independiente del saber del productor de mercancías y viene a contrariar su voluntad. ¿Qué caracteriza el acopiamiento voluntario? El vendedor, como siempre, trata de desembarazarse de su mercancía lo más rápidamente posible. Siempre ofrece en venta el producto como mercancía. Si lo sustrajera de la venta, el producto sólo constituiría un elemento potencial ([texto en griego]) y no efectivo ([texto en griego]) del acopio mercantil. Para él, la mercancía en cuanto tal sigue siendo sólo portadora de su valor de cambio, y en cuanto tal sólo puede operar mediante y después del abandono de su forma mercantil y de la adopción de la forma dineraria.
El acopio de mercancías debe tener cierto volumen para satisfacer, durante un período dado, el volumen de la demanda. Para ello se cuenta con una expansión constante del círculo de compradores. Para bastar por ejemplo [175] durante un día, una parte de las mercancías que se encuentran en el mercado debe revestir constantemente la forma mercantil, mientras la otra fluye, se transforma en dinero. Sin duda la parte que se halla estancada mientras la otra fluye disminuye constantemente, así como mengua el volumen del acopio mismo, hasta que finalmente se lo ha vendido todo. Por tanto, la inmovilización de mercancías está supuesta aquí como condición necesaria para la venta de la mercancí. Además, el volumen debe ser mayor que la venta media o que el volumen de la demanda media. De no ser así, no se podrían cubrir los excedentes de las mismas. Por otra parte, hay que renovar el acopio continuamente, porque continuamente se disuelve. Esta renovación sólo puede provenir, en última instancia, de la producción, de un suministro de mercancías. El que éstas vengan del extranjero o no, en nada modifica los términos del problema. La renovación depende de los periodos que las mercancías necesitan para su reproducción. Durante este lapsoel acopio de mércancias tiene que ser suficiente. El que no permanezca en manos del productor originario, sino que discurra por diversos depósitos, desde el gran comerciante hasta el vendedor al por menor, modifica sólo la manifestación, no la cosa misma. Considerado socialmente, una parte del capital se encuentra como siempre bajo la forma de acopio de mercancías mientras la mercancía no haya entrado en el consumo individual o productivo. El propio productor trata de tener en depósito existencias adecuadas a su demanda media, para no depender de manera directa, de la producción y para asegurarse una clientela constante. De acuerdo con los períodos de producción se estipulan plazos de compra y la mercancía constituye acopio durante un tiempo más o menos prolongado, hasta que se la pueda sustituir por nuevos ejemplares del mismo tipo. Sólo mediante esta formación de acopio se aseguran la estabilidad y continuidad del proceso de circulación, y por ende del proceso de reproducción que[s] abarca a ese primer proceso.
Debemos recordar que M' - D' puede haberse verificado para el productor de M, aunque M todavía se encuentre en el mercado. Si el productor mismo quisiera mantener en depósito su propia mercancía hasta que se vendiera al [176] consumidor definitivo, tendría que poner en movimiento un capital doble: uno como productor de la mercancía, el otro como comerciante. Para la mercancía misma considerada ya como mercancía individual, ya como parte constitutiva del capital social el que los costos de la formación de acopio recaigan en su productor o en una serie de comerciantes, de la A a la Z, no altera para nada la situación.
En la medida en que el acopio de mercancías no es otra cosa que la forma mercantil del acopio que en una escala dada de la producción social existiría sea como acopio productivo (fondo latente de producción), sea como fondo de consumo (reserva de medios de consumo), si no existiera como acopio de mercancías, también los costos que exige la conservación del acopio, y por ende los cestos que requiere su formación es decir, el trabajo objetivado o vivo empleado a estos efectos , son costos de conservación meramente traspuestos, sea del fondo social de producción, sea del fondo social de consumo. El aumento en el valor de la mercancía que ellos ocasionan, sólo distribuye estos costos pro rata[t] entre las distintas mercancías, puesto que los mismos difieren para los distintos tipos de mercancías. Los costos de la formación de acopio siguen siendo deducciones de la riqueza social, por más que sean una condición de existencia de la misma.
Sólo en la medida en que el acopio de mercancías es condición de la circulación de mercancías y constituye, él mismo, una forma surgida necesariamente en la circulación de mercancías, sólo en la medida en que este estancamiento aparente es, pues, forma de la propia fluencia exactamente de la misma manera en que la formación de reserva dineraria es condición de la circulación dineraria , sólo en esta medida es normal. En cambio, tan pronto como las mercancías que permanecen en sus recipientes de la circulación no hacen lugar a la oleada[u] de la producción que se precipita tras ellas, debido a lo cual los recipientes se colman, el acopio de mercancías se extiende a causa del estancamiento de la circulación exactamente de la misma manera en que los tesoros crecen cuando [177] se paraliza la circulación dineraria. En esta situación resulta indiferente el que el estancamiento se produzca en los almacenes del capitalista industrial o en los depósitos del comerciante. El acopio de mercancías no es entonces condición de la venta ininterrumpida, sino consecuencia de la imposibilidad de vender las mercancías. Los costos siguen siendo los mismos, pero como ahora surgen exclusivamente de la forma, o sea, de la necesidad de transformar las mercancías en dinero y de la dificultad de esta metamorfosis, no entran en el valor de la mercancía, sino que constituyen deducciones, pérdida de valor en la realización del mismo. Como la forma normal y la anormal del acopio no se distinguen por la forma, y ambas constituyen estancamientos de la circulación, se puede confundir los fenómenos, y esto puede engañar al propio agente de producción tanto más cuanto que, para el productor, el proceso de circulación de su capital puede fluir aunque se haya detenido el proceso de circulación de sus mercancías, que han pasado a manos de los comerciantes. Si aumenta el volumen de la producción y del consumo, ocurre lo mismo siempre que las demás circunstancias no varíen con el volumen del acopio de mercancías. Se lo renueva y absorbe con la misma rapidez, pero su volumen es mayor. El volumen del acopio de mercancías que aumenta debido al estancamiento de la circulación puede, pues, ser tomado erróneamente como un síntoma de que se amplía el proceso de reproducción, sobre todo cuando, con el desarrollo del sistema crediticio, se puede envolver en misterio el movimiento real.
Los costos de la formación de acopio consisten en: 1 ) disminución cuantitativa de la masa del producto (por ejemplo, en el caso de acopio de harina; 2) deterioro de la calidad; 3) trabajo objetivado yvivo que requiere la conservación del acopio.
III. Costos de trasporte

Es innecesario entrar aquí en todos los detalles de los costos de circulación, como por ejemplo embalaje, clasificación, etc. La ley general es que todos los costos de circulación que surgen sólo de la trasmutación formal de la mercancía no agregan ninyún valor a esta última. Son, [178] meramente, gastos para la realización del valor, o para su transferencia de una forma a la otra. El capital desembolsado para cubrir estos costos (incluido el trabajo a disposición de dicho capital) forma parte de los faux frais de la producción capitalista. La reposición de los mismos debe ocurrir a expensas del plusproducto y constituye, considerando toda la clase capitalista, una deducción del plusvalor o del plusproducto, exactamente de la misma manera en que para un obrero, el tiempo que necesita para adquirir sus medios de subsistencia, es tiempo perdido. Pero los costos de trasporte desempeñan un papel demasiado importante para no considerarlos aquí, aunque sea brevemente.
Dentro del ciclo del capital y de la metamorfosis mercantil que constituye una parte del mismo se lleva a cabo el metabolismo del trabajo social. Este metabolismo puede provocar el cambio de ubicación de los productos, su movimiento real de un lugar a otro. Pero la circulación de mercancías puede ocurrir sin su movimiento físico y el trasporte de productos sin circulación de mercancías, e incluso sin intercambio directo de productos. Una casa que A vende a B circula como mercancía, pero no se pasea de un lado a otro. Valores mercantiles muebles, como el algodón o el arrabio, permanecen en el mismo depósito en el mismo lapso en que, comprados y revendidos por los especuladores, recorren docenas de procesos de circulación.[14] [15] Lo que aquí se mueve realmente es el título de propiedad de la cosa, no la cosa misma. Por otra parte, a modo de ejemplo, en el estado de los incas [16] la industria del trasporte desempeñaba un papel importante, aunque el producto social no circulaba como mercancía ni tampoco se distribuía mediante el comercio de trueque.
Por eso, si bien la industria del trasporte, sobre la base de la producción capitalista, se manifiesta como causa de costos de circulación, esta forma particular de manifestarse no modifica para nada los términos de la cuestión.
Las masas de productos no aumentan porque se las trasporte. Incluso la modificación de sus propiedades naturales provocada acaso por el trasporte no es, con ciertas excepciones, un efecto útil intencional, sino un mal inevitable. [179] Pero el valor de uso de las cosas sólo se efectiviza en su consumo, y su consumo puede hacer necesario su cambio de lugar y por ende el proceso adicional de producción que cumple la industria del trasporte. El capital productivo invertido en ésta agrega, pues, valor a los productos trasportados, en parte por transferencia de valor de los medios de trasporte, en parte por adición de valor mediante el trabajo de trasporte. Esta última adición de valor se divide, como ocurre en toda producción capitalista, en reposición de salario y plusvalor.
Dentro de cada proceso de producción desempeñan un papel importante el cambio de ubicación del objeto de trabajo y los medios y fuerzas de trabajo necesarios para ello por ejemplo, algodón que se desplaza de la sala de cardar a la sala de hilar, carbón que se sube del pozo de mina a la bocamina . El pasaje del producto terminado, como mercancía acabada, de un lugar autónomo de producción a otro, alejado del primero en el espacio, muestra el mismo fenómeno, sólo que en mayor escala. Al trasporte de los productos de un centro de producción a otro le sigue aún el de los productos terminados cuando pasan de la esfera de la producción a la del consumo. El producto sólo está pronto para el consumo cuando se ha terminado este movimiento.
Como se mostró antes, es ley general de la producción de mercancías que la productividad del trabajo y su creación de valor estén en razón inversa. Y esto vale para la industria del trasporte, como para cualquier otra. Cuanto menor sea la cantidad de trabajo, inanimado y vivo, que requiera el trasporte de la mercancía a una distancia dada, mayor será la fuerza productiva del trabajo, y viceversa.[17] [18]
[180]
Si las demás circunstancias no varían, la magnitud absoluta de valor que el trasporte agrega a las mercancías está en razón inversa a la fuerza productiva de la industria del trasporte y en razón directa a las distancias que hay que recorrer.
La parte relativa de valor que los costos de trasporte, bajo circunstancias en lo demás iguales, agregan al precio de la mercancía, está en razón directa al volumen y al peso de ésta.[v] Sin embargo, las circunstancias modificadoras son numerosas. El trasporte requiere, por ejemplo, mayores o menores medidas de precaución, y por ende mayor o menor gasto de trabajo y de medios de trabajo, según la fragilidad y caducidad relativas del artículo, o la facilidad relativa con que explote. Aquí los magnates ferroviarios desarrollan, en la creación fantástica de especies, un ingenio mayor que el de botánicos y zoólogos. La clasificación de los artículos en los ferrocarriles ingleses, por ejemplo, ocupa volúmenes enteros y se basa, por su principio general, en la tendencia a transformar las abigarradas y numerosísimas propiedades naturales de los artículo; en otras tantas deficiencias para trasportarlos y otros tantos e ineludibles pretextos de estafa. "El vidrio, que antes valía £ 11 por crate (una caja de determinada capacidad) "vale ahora sólo £ 2, debido a los progresos industriales y a la derogación del impuesto al vidrio, pero los costos del trasporte son tan elevados como antes y más elevados en el trasporte por canal. Antes, el vidrio y los cristales para vitrales se trasportaban a 10 chelines la tonelada dentro de un radio de 50 millas de Birmingham. Ahora el precio del trasporte se ha triplicado, con el pretexto del riesgo por la fragilidad del artículo [...]. Pero quien no paga lo que realmente rompe es la dirección de los ferrocarriles "[19] El que la parte relativa de valor que los costos de trasporte agregan a un artículo, además, esté [181] en razón inversa a su valor se convierte, para los magnates ferroviarios, en motivo especial para gravar un artículo en razón directa a su valor. Las quejas de los industriales y comerciantes en torno a este punto se repiten en cada página de las declaraciones testimoniales que figuran en el informe citado.
El modo capitalista de producción disminuye los costos de trasporte para la mercancía individual mediante el desarrollo de los medios de comunicación y trasporte, así como mediante la concentración la magnitud de la escala del trasporte. Aumenta la parte del trabajo social, vivo y objetivado, que se gasta en el trasporte de mercancías; primero, mediante la transformación en mercancías de la parte abrumadoramente mayor de los productos, y luego, mediante la sustitución de los mercados locales por mercados más alejados.
La acción de circular, es decir, el movimiento real de las mercancías en el espacio, se resuelve en el trasporte de la mercancía. La industria del trasporte constituye, por un lado, un ramo autónomo de la producción, y en consecuencia una esfera especial de inversión del capital productivo. Por otra parte se distingue porque, como continuación de un proceso de producción, aparece dentro del proceso de circulación y para éste.


[a]

a En el manuscrito IV, p. 35, este capítulo se titula simplemente con el número "3", conforme al sumario del libro II, sumario que figura en la primera página del manuscrito II y que consigna, asimismo, los subtítulos siguientes: "a) Costos que derivan de la mera forma de circulación, b) costos que derivan del proceso de producción dentro de la circulación: Ó) acopio; ß) costos de transporte". En el manuscrito IV este capítulo comienza así: "Los costos de circulación resultan: 1º) del mero cambio de forma; 2º) del tiempo de compra y de venta; 3º) de la contabilidad; 4º) del acopio, de la venta al por menor". (R 568/2.)
[1] [19] "When Greek meets Greek then comes the tug of war" ("cuando el griego encuentra al griego se entabla una recia lucha").-- Cita ligeramente modificada de Nathaniel Lee (¿1653?-1692), "The Rival Queens, or the Death of Alexander the Great", acto IV, escena 2ª, en "The Dramatick Works", t. III Londres 1734, p. 266. En Lee, el pasaje dice así: "When Greeks joined Greeks, then was the tug of war!" ("¡cuando los griegos encontraron a los griegos, se entabló una recia lucha!").-- 154.
[2] 10 {F. E. El pasaje entre paréntesis [angulares] se ha tomado de una nota que figura al final del manuscrito VIII.}
[3] 11 "Los gastos del comercio, aunque necesarios, deben ser considerados como un desembolso oneroso." (Quesnay, "Analyse du tableau économique", en Daire, "Physiocrates", 1ª parte, París, 1846, p. 71.) Según Quesnay, la "ganancia" que resulta de la competencia entre los comerciantes, competencia que los obliga "a reducir su remuneración o su ganancia... no es, hablando con seriedad, más que una pérdida evitada para el vendedor de primera mano y para el comprador consumidor. Ahora bien, una pérdida evitada en los gastos del comercio no es, sin embargo, un producto real, ni un incremento en la riqueza obienido gracias al comercio, ya se considere al comercio en sí simplemente como intercambio, con independencia de los gastos de trasporte, o conjuntamente con éstos" (pp. 145, 146). "Los que pagan siempre los gastos del comercio son los vendedores de los productos, que disfrutarían de todo el precio pagado por los compradores si no hubiera gastos de intermediación" (p. 163). Los propriétaires [terratenientes] y producteurs [productores] son "salariants' ["pagadores de salarios"], los comerciantes son "salariés" ["asalariados"] tp. 164, Quesnay, "Dialogues sur le commerce et sur les travaux des artisans," (b) en Daire, "Physiocrates", 1ª parte, París, 1846.)
[b] b 1ª y 2ª ediciones: "Problèmes économiques".
[c] c En el manuscrito (IV, p. 37) no figura este subtítulo, sino la letra ß. (R 571/2.)
[4] 12 En la Edad Media sólo encontramos la contabilidad agrícola en los monasterios. Sin embargo, hemos visto (libro I, p. 343 (a)) que ya en las antiquísimas entidades comunitarias indias figura un tenedor de libros para la agricultura. Aquí la contabilidad se ha autonomizado convirtiéndose en función exclusiva de un funcionario comunal. Mediante esta división del trabajo se ahorra tiempo, esfuerzo y gastos, pero la producción y la contabilidad que se lleva de ella siguen siendo cosas tan distintas como la carga de un barco y el conocimiento de carga. Con el tenedor de libros se sustrae a la producción una parte de la fuerza de trabajo de la comunidad, y los costos de su función no se reponen con su propio trabajo, sino con una deducción del producto de la comunidad. Lo que ocurre con el tenedor de libros de la comunidad india, ocurre mutatis mutandis con el tenedor de libros del capitalista. (Del manuscrito II.)
[d] d Véase en nuestra edición, t. I, vol. 2, p. 435.
[e] e En el manuscrito de Marx, "funciones' en vez de "formas".
[f] f En el manuscrito (IV, p. 39) no figura este subtítulo, sino la letra þ. (R 574/1.)
[g] g En el manuscrito figura aquí la llamada de una nota que dice: "Fisiócratas. Economist". Esta última palabra aparece tachada. (Cfr. R 574/2.)
[5] 13 "El dinero que circula en un país es cierta porción del capital de ese país, sustraída por completo a los fines productivos con vistas a facilitar o aumentar la productividad del resto; por eso, cierta parte de la riqueza es tan necesaria para convertir al oro en medio circulante, como lo es para hacer una máquina cuya finalidad es la de facilitar toda otra producción." (Economist, vol. V, p. 520.) (20)
[6] [20] Marx cita un artículo de "The Economist" intitulado "Nature of Capital and Functions of Money", publicado en el nº 193 de ese periódico, el 8 de mayo de 1847. En los "Grundrisse" (Karl Marx, "Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie", Berlín 1953, p. 664), el autor citó y comentó este mismo pasaje.-- 162.
[h] h Título en el manuscrito (IV, p. 40): "2) Costos de circulación que no resultan del simple cambio formal del valor". (R 575/2.)
[i] i La frase prosigue así en el manuscrito: "y constituyen un gasto improductivo de fuerza de trabajo en la medida en que se considera a la sociedad en su conjunto".
[j] j En el manuscrito (IV, p. 40) este subtítulo dice así: "Ó) Acopio. Costos de almacenamiento y de conservación (costos de almacenaje)". (R 576\1.)
[k] k El siguiente paréntesis figura aquí en el manuscrito: "(Este proceso de consumo es él mismo proceso de producción, en la medida en que se trata de consumo productivo.)" (R 576/2.)
[l] l La redacción de las tres últimas frases es en el manuscrito de Marx como sigue: "como mercancía en el mercado, y por ende en la figura del acopio, el capital mercantil aparece dos veces en cada ciclo, por ejemplo: I) D - M . . . P . . . M' - D' o II) P . . . M' - D' - M . . . P. En los dos ciclos, M' es el producto mercantil del capital en proceso cuyo ciclo se considera; en cambio, M es el producto mercantil de otro capital, producto que debe encontrarse en el mercado sea para invertir D productivamente (I), sea para perpetuarse a través del ciclo de la reproducción en cuanto capital productivo ya invertido (II). Sin duda, cabe la posibilidad de que M' sólo se produzca por encargo; D - M durará entonces hasta tanto M haya sido producida y se verificará una interrupción." (R 576/2.)
[7] 14 Corbet calcula en 1841 los costos del almacenamiento de trigo para una temporada de 9 meses en 1/2% de pérdida en cantidad, 3% por interés sobre el precio del trigo, 2% por alquiler de almacén, 1% por cribarlo y gastos de acarreo, 1/2% por trabajo de entrega, total: 7%, o sea, para un precio del trigo de 50 chelines, 3 chelines y 6 peniques por quarter(m). (Th. Corbet, "An Inquiry into the Causes and Modes of the Wealth of Individuals..." , Londres, 1841, p. 140.) Según las declaraciones de comerciantes de Liverpool ante la Comisión de Ferrocarriles, los costos (netos) del almacenamiento de cereales en 1865 ascendieron mensualmente a 2 peniques por quarter o a 9 - 10 peniques por tonelada(n). (Royal Commission on Railways, 1867, Declaraciones, p. 19, número 331.)
[m] m 1 quarter = 290,78 litros.
[n] n 1 tonelada inglesa = 1.016,04 kg.
[o] o En el manuscrito la frase continúa así: "sino a la esfera de la circulación".
[8] 15 Libro II, introducción. (21)
[9] [21] Adam Smith," An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations. A New Edition in Four Volumes", Londres 1843, Vol. 2, pp. 249-252. - 166.
[10] [22] John Lalor, "Money and Morals: a Book for the Times, Londres 1852, pp. 43, 44.-- 167.
[11] [23] J.C.L. Simonde de Sismondi, "Etudes sur l'économie politique", t. I, Bruselas, 1837, p. 49.-- 167.
[12] 16 No se trata, como cree erróneamente Smith, de que la formación de acopio no surja sino con la transformación del producto en mercancía y la del acopio para el consumo en acopio de mercancías; a la inversa: este cambio de forma origina las crisis más agudas en la economía de los productores durante la transición entre la producción para satisfacer las propias necesidades y la producción de mercancías. En la India se conservó, por ejemplo, hasta la época más reciente "la costumbre de almacenar masivamente el cereal, por el cual se obtenía poco en años de abundancia". ("Return. Bengat and Orissa Famine". H. of C. 1867, I, pp. 230, 231, nº 74.) La demanda de algodón, yute, etc., súbitamente aumentada por la guerra civil norteamericana, provocó en muchas partes de la India una gran reducción del cultivo de arroz, aumento de los precios de este cereal y venta de los viejos acopios que del mismo tenían los productores. A esto se sumó además, en 1864-1866, la exportación sin precedentes de arroz a Australia, Madagascar, etc. De ahí el carácter agudo de la hambruna de 1866, que sólo en el distrito de Orisa exterminó a un millón de personas (loc. cit. 174, 175, 213, 214 y III: "Papers relating to the Famine in Behar", pp. 32, 33, donde, entre las causas de la hambruna, se subraya el drain of old stock [drenaje del antiguo acopio].). (Del manuscrito II.)
[p] p En la presente edición, t. I, vol. 3, p 771 y ss.
[13] [24] Como se acota en T. IT., 1, 148, aunque aquí en el original se lee Abnahme (disminución), "podría tratarse, sin embargo, de un lapsus o una errata por Zunahme (aumento), ya que en este caso el pasaje resultaría más claro, según el contexto". Véase, en efecto, más abajo: "Si este acopio disminuye en manos del capitalista industrial, esto sólo demuestra que aumenta, bajo la forma de acopios de mercancías, en manos del comerciante", y las frases siguientes.-- 169.
[q] q En la 1º edición "bajo está forma del mismo" en vez de "bajo esta forma del acopio de productos".
[r] r En la 1ª edición: "x = gastos varios" en vez de "x gasto varios".
[s] s En la 1ª y 2ª ediciones, "la cual" en vez de "que".
[t] t En la 1ª edición, "de manera uniforme" en vez de "pro rata".
[u] u En la 1ª edición: "las oleadas".
[14] 17 Storch llama a esta última circulation factice [circulación facticida].(25)
[15] [25] Circulation factice (circulación facticia).-- Así figura el término de Storch en la 1ª edición, "Werke", TI, etc. Pero en algunas ediciones de "El capital" (T. IT. Rubel), se lee aquí circulation postiche (circulación ficticia, faisa). En los "Grundrisse" (ed. cit., p. 529), Marx cita así a Storch: cuando los costos de circulación exceden de los "indispensables para hacer llegar las mercancías a los consumidores [...] la circulación es ficticia [postiche] y no contribuye en nada al enriquecimiento de la nación" (Storch, "Cours d'économie politique ...", París, 1823, p. 409).-- 178.
[16] [26] Estado de los incas.-- En el original, "Reich der Inkas". La palabra alemana Reich suele traducirse por las españolas reino o imperio, pero no siempre corresponde exactamente a las mismas. En su reseña del libro de Bakunin "Estatismo y anarquía", escrita en 1874-1875, y luego de citar las palabras rusas equivalentes a "imperio, reino", "soberano, monarca, emperador, rey", etc., Marx acota lo siguiente: "En alemán, por el contrario, Reich en un principio no era otra cosa que un espacio de terreno (grande o pequeño) circunscrito por límites determinados, denominado según la tribu, etc., las gentes a las que pertenecía. Así, la comarca cercana al Regen, en el Alto Palatinado, era hasta Viechtach el Viechtreich; Reich de Aquisgrán [Aachnerreich]; Vrankryk (en los Países Bajos); Reich de Nimega; Reich de Megen; el distrito de Trarbach en el Mosela aun hoy es Cröverreich y otra comarca en el Mosela, Westrich" (MEW, t. XVIII, p. 601). En una carta a Lafargue y refiriéndose al caso alemán, Engels señala que mientras Kaisertum equivale a régimen imperial, en Reich "el acerito cae sobre el poder central en cuanto representante de la unidad nacional" (MEW, t. XXXIX, p. 90). En el caso presente hemos optado por traducir Reich = estado porque en otros pasajes de "El capital" (MEW, t. XXIII, p. 102, t. XXIV, p. 119) Marx utiliza el término "estado de los incas" ("Inkastaat") para designar lo que aquí llama "Reich der Inkas".-- 178.
[17] 18 Ricardo cita a Say, que considera como una bendición del comercio el que éste encarezca los productos o aumente su valor por medio de los costos de trasporte. "El comercio", dice Say, "nos permite adquirir una mercancía en su lugar de origen y trasportarla a otro lugar de consumo; nos permite, pues, aumentar el valor de la mercancía en toda la diferencia entre su precio en el primer lugar y su precio en el segundo."(27) Con respecto a lo cual Ricardo observa: "Es cierto, pero ¿cómo se le confiere el valor adicional? Agregando al costo de producción, en primer lugar, los gastos de trasporte, y en segundo lugar, la ganancia sobre los adelantos de capital que hizo el comerciante. La mercancía sólo es más valiosa por la misma razón por la que cualquier otra mercancía puede volverse más valiosa: porque se ha invertido más trabajo en su producción y su trasporte antes que el consumidor la compre. No hay que mencionar esto como una de las ventajas del comercio". (Ricardo, "Principles of Political Economy", 3ª ed., Londres, 1821, pp. 309, 310.)
[18] [27] Jean-Baptiste Say, "Traité d'économie politique", 3ª ed., t. II, París, 1817, p. 433.-- 179.
[v] v En el manuscrito se lee a continuación: "y en razón inversa de su valor".
[19] 19 "Royal Commission on Railways", p. 31, nº 630.