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CAPITULO XII
EL PERIODO DE TRABAJO [a]
Tomemos dos ramos industriales en que la jornada laboral tenga la misma extensión, digamos un proceso laboral de diez horas; por ejemplo la hilandería de algodón y la fabricación de locomotoras.
En uno de estos ramos se suministra diaria, semanalmente, determinada cantidad de producto terminado, de hilado de algodón; en el otro, el proceso laboral debe repetirse durante tres meses, acaso, para fabricar un producto terminado, una locomotora.
En un caso el producto es de naturaleza discreta y el mismo trabajo comienza de nuevo diaria o semanalmente.
En el otro, el proceso laboral es continuo, se extiende a lo largo de un número mayor de procesos laborales diarios que, al unirse, en la continuidad de su operación, sólo suministran un producto terminado al cabo de un plazo más prolongado.
Aunque la duración del proceso laboral diario es aquí la misma, hay una diferencia muy importante en la duración del acto de producción, es decir en la duración de los procesos laborales repetidos que se necesitan para suministrar el producto terminado, para enviarlo como mercancía al mercado, o sea para transformarlo de capital productivo en capital mercantil.
La diferencia entre capital fijo y circulante no tiene nada que ver con esto.
La diferencia aquí indicada existiría aun cuando en ambos ramos de [278] negocios se emplearan exactamente las mismas proporciones de capital fijo y circulante.
Estas diferencias en la duración del acto de producción tienen lugar no sólo entre distintas esferas de producción, sino también dentro de la misma esfera de producción, de acuerdo con el volumen del producto que hay que suministrar.
Una vivienda corriente se construye en menos tiempo que una gran fábrica y por eso requiere un número menor de procesos laborales continuos.
Si la construcción de una locomotora lleva tres meses, la de un acorazado insume uno o varios años.
La producción de cereales exige casi un año, la de ganado vacuno varios años, la de madera puede abarcar desde 12 hasta 100 años; un camino vecinal puede quizás onstruirse en algunos meses, mientras que una vía férrea requiere años; un tapiz corriente se hace tal vez en una semana, los gobelinos en años, etc.
Como vemos, las diferencias en la duración del acto de producción son infinitamente variadas.
A igual desembolso de capital, la diferencia en la duración del acto de producción debe provocar evidentemente una diferencia en la velocidad de la rotación, es decir, en los lapsos por los cuales se adelanta un capital dado.
Supongamos que la hilandería mecánica y la fábrica de locomotoras empleen capitales de igual magnitud, que la división en capital constante y variable sea en ambas la misma, que también sea igual la división en partes constitutivas fijas y circulantes del capital, y finalmente que la jornada laboral sea igual y su división en trabajo necesario y plustrabajo sea la misma.
Para eliminar, además, todas las circunstancias que surgen del proceso de circulación y son exteriores a este caso, supondremos que ambos, el hilado y la locomotora, se fabrican por encargo y se pagan al entregarse el producto terminado.
Al término de la semana, al entregar el hilado terminado, el fabricante de éste recupera (aquí dejamos a un lado el plusvalor) el capital circulante desembolsado, y también el desgaste del capital fijo, desgaste que se ha incorporado al valor del hilado.
Puede, pues, repetir el mismo ciclo con el mismo capital.
Este ha cumplido su rotación.
En cambio el fabricante de locomotoras debe, semana a semana durante los tres meses, desembolsar siempre capital nuevo en salario y materia prima, y sólo al cabo de tres meses, después de entregar la locomotora, el capital circulante desembolsado poco a poco durante [279] este tiempo en un único e idéntico acto de producción, para fabricar una única e idéntica mercancía, vuelve a encontrarse en una forma bajo la cual puede reiniciar su ciclo, de la misma manera, el desgaste de la maquinaria durante estos tres meses sólo se le repone ahora.
El desembolso de uno es el desembolso por una semana; el del otro es el desembolso semanal multiplicado por 12.
Presuponiendo que todas las otras circunstancias son iguales, uno debe disponer de doce veces más capital circulante que el otro.
El que los capitales adelantados semanalmente sean iguales es aquí, sin embargo, un hecho irrelevante.
Sea cual fuere la magnitud del capital adelantado, en un caso se lo adelanta sólo por una semana, en el otro por doce, antes de que se pueda operar de nuevo con él, antes de que se pueda repetir con él la misma operación o comenzar una de otro tipo.
La diferencia en la velocidad de la rotación o en el lapso por el cual hay que adelantar un capital individual antes de que el mismo valor de capital pueda volver a servir para un nuevo proceso laboral o de valorización, surge de lo siguiente:
Supongamos que la construcción de la locomotora o de una máquina cualquiera cueste 100 jornadas laborales.
Con respecto a los obreros que trabajan en la hilanderia o en la construcción de máquinas las 100 jornadas laborales constituyen por igual una magnitud discontinua (discreta) que, según hemos presupuesto, consiste en 100 procesos laborales sucesivos y separados que duran diez horas cada uno.
Pero con respecto al producto la máquina las 100 jornadas laborales constituyen una magnitud continua, una jornada laboral de 1.000 horas de trabajo, un único acto ininterumpido de producción.
Llamo período de trabajo a una jornada laboral de este tipo, constituida por la sucesión de jornadas laborales conexas más o menos numerosas.
Cuando hablamos de jornada laboral, nos referimos a la extensión del tiempo de trabajo durante la cual el obrero debe gastar diariamente su fuerza de trabajo, durante la cual debe trabajar diariamente.
En cambio, cuando hablamos de período de trabajo, esto significa el número de jornadas laborales conexas requerido en un ramo determinado de los negocios para suministrar un producto terminado.
El producto de cada jornada laboral es aquí sólo un producto parcial que se sigue ejecutando día a día, [280] y que sólo recibe su figura terminada, sólo es un valor terminado de uso al final de un período más o menos prolongado de tiempo de trabajo.
Por eso las interrupciones y perturbaciones del proceso social de producción, por ejemplo a consecuencia de crisis, tienen efectos muy diferentes en productos del trabajo que son de naturaleza discreta que en aquellos que requieren un período más prolongado y continuo para su producción.
En un caso, la producción de hoy de determinada masa de hilado, carbón, etc., no va seguida, mañana, de una nueva producción de hilado, carbón, etc.
Pero con los barcos, edificios, vías férreas, etc., ocurre algo distinto.
Lo que se interrumpe aquí no es sólo el trabajo, sino además un acto conexo de producción.
Si la obra no se continúa, se han gastado inútilmente los medios de producción y el trabajo ya consumidos en su producción.
Aun cuando se la reanude, ya se ha producido deterioro en el intervalo.
Durante todo el período de trabajo se va acumulando por capas la parte de valor que el capital fijo transfiere diariamente al producto hasta que éste alcanza su terminación.
Y aquí se pone de manifiesto al mismo tiempo, en su importancia práctica, la diferencia entre capital fijo y circulante.
El capital fijo se adelanta al proceso de producción por un lapso más prolongado y no es necesario renovarlo antes de que transcurra eselapso que quizás dure varios años.
La circunstancia de que la máquina de vapor transfiera su valor fraccionada y diariamente al hilado, producto de un proceso laboral discreto, o que lo ceda a lo largo de tres meses a una locomotora, producto de un acto continuo de producción, no modifica en absoluto el desembolso del capital necesario para comprar la máquina de vapor.
En un caso el valor de ésta refluye en pequeñas dosis, por ejemplo semanalmente; en el otro, en masas mayores, por ejemplo trimestralmente.
Pero en ambos casos la renovación de la máquina de vapor sólo tiene lugar, digamos, al cabo de 20 años.
Mientras cada uno de los períodos dentro de los cuales su valor refluye fraccionadamente mediante la venta del producto sea más breve que su propio período de existencia, la misma máquina de vapor continúa actuando en el proceso de producción durante varios períodos de trabajo.
En cambio, con los componentes circulantes del capital adelantado ocurre algo distinto.
La fuerza de trabajo comprada para determinada semana se ha gastado en esa [281] semana y se ha objetivado en el producto.
Hay que pagarla al final de dicha semana.
Y este desembolso de capital en fuerza de trabajo se repite semanalmente durante los tres meses:
sin que el gasto de esta parte del capital en una semana ponga al capitalista en condiciones de efectuar la compra de trabajo en la semana siguiente.
Hay que gastar semanalmente nuevo capital suplementario en pago de fuerza de trabajo, y, si dejamos a un lado todo lo referente a los créditos, el capitalista tiene que ser capaz de desembolsar salarios por un lapso de tres meses, aunque sólo los pague en dosis semanales.
Lo mismo ocurre con la otra parte del capital circulante, con las materias primas y auxiliares.
Una capa de trabajo tras otra va depositándose en el producto.
No sólo el valor de la fuerza de trabajo gastada, sino también el plusvalor se transfiere constantemente durante el proceso laboral al producto, pero a un producto sin terminar, que todavía no tiene la figura de la mercancía terminada, es decir, que todavía no es capaz de circular.
Lo mismo se aplica al valor de capital consistente en materias primas y auxiliares ytransferido capa tras capa al producto.
Según la mayor o menor duración del período de trabajo que requiere para su producción la naturaleza específica del producto o del efecto útil que se quiere obtener, se hace necesario un desembolso suplementario constante de capital circulante (salarios, materias primas y auxiliares), ninguna de cuyas partes se encuentra en una forma apta para la circulación, ni podría por tanto servir para renovar la misma operación, antes bien, todas esas partes están sujetas sucesivamente dentro de la esfera de la producción como partes constitutivas del producto que se está fabricando, están fijadas bajo la forma de capital productivo.
Pero el tiempo de rotación es igual a la suma del tiempo de producción y del tiempo de circulación del capital.
En consecuencia, que se prolongue el tiempo de producción disminuye la velocidad de rotación tanto como si se prolonga el tiempo de circulación.
Pero en el presente caso hay que señalar dos cosas:
Primero:
la permanencia prolongada en la esfera de la producción.
El capital adelantado, por ejemplo en trabajo, materia prima, etc., durante la primera semana, así como las partes de valor transferidas al producto por el capital fijo, permanecen fijos en la esfera de la producción por [282] todo el plazo de tres meses y, por estar incorporados a un producto que sólo está en formación, que aún no está terminado, no pueden entrar a la circulación como mercancía.
Segundo:
como el período de trabajo necesario para el acto de producción dura tres meses y en realidad sólo constituye un proceso laboral conexo, hay que agregar constantemente, semana a semana, una nueva dosis de capital circulante a las dosis anteriores.
Por ende, la masa del capital adicional adelantado sucesivamente crece al prolongarse el período de trabajo.
Hemos supuesto que los capitales invertidos en la hilandería y en la fabricación de máquinas son de igual magnitud, que estos capitales están divididos en proporciones iguales de capital constante y variable, que lo mismo ocurre on su división en capital fijo y circulante, que las jornadas laborales tienen igual duración, en pocas palabras, que todas las circunstancias son iguales, salvo la duración del período de trabajo.
En la primera semana el desembolso es igual para ambos, pero el producto del industrial hilandero puede venderse y con el importe se puede adquirir nueva fuerza de trabajo y nuevas materias primas, etc.; en una palabra, se puede continuar la producción en la misma escala.
En cambio el fabricante de máquinas sólo al cabo de tres meses, una vez que ha terminado su producto, puede reconvertir en dinero el capital circulante gastado en la primera semana; sólo entonces puede operar de nuevo con ese capital.
Hay, pues, en primer lugar, una diferencia en el reflujo de la misma cantidad de capital desembolsada.
Pero, en segundo lugar:
durante los tres meses se emplea capital productivo de igual magnitud en la hilandería y en la construcción de máquinas, pero la magnitud del desembolso de capital es completamente diferente para el industrial hilandero y para el que construye máquinas, porque en un caso el mismo capital se renueva de manera rápida y por eso puede repetir de nuevo la misma operación; en el otro, el capital sólo se renueva de manera relativamente lenta y de ahí que, hasta el momento de su renovación, haya que agregar una y otra vez nuevas cantidades de capital a las antiguas.
Por consiguiente, difieren tanto los lapsos en que se renuevan determinadas porciones del capital, o la duración del período por el cual se lo adelanta, como la masa de capital (aunque [283] el capital empleado diaria o semanalmente sea el mismo) que hay que adelantar según la duración del proceso laboral.
Hay que tomar nota de esta circunstancia porque la duración del adelanto puede crecer, como ocurre en los casos que consideraremos en el capítulo siguiente, sin que por eso crezca la masa del capital que hay que adelantar, en proporción a esta duración.
El capital debe adelantarse por más tiempo, y una cantidad mayor de capital está fijada en la forma de capital productivo.
En los estadios menos desarrollados de la producción capitalista, las empresas que requeren un período de trabajo prolongado, y por ende un gran desembolso de capital por un lapso considerable, sobre todo si sólo se las puede ejecutar en gran escala, no se llevan a cabo en absoluto de manera capitalista, como ocurre, por ejemplo, con rutas, canales, etc., que se construyen a costa de la comunidad o del estado (en tiempos antiguos, mediante trabajos forzados, en lo que respecta a la fuerza de trabajo).
O bien aquellos productos cuya fabricación requiere un período más prolongado de trabajo sólo son fabricados mínimamente por el propio patrimonio del capitalista.
Por ejemplo, en la construcción de casas, el particular para quien se construye la casa le paga, por porciones, adelantos al contratista.
En realidad, pues, paga la casa fraccionadamente, a medida que avanza el proceso de producción de ésta.
En cambio en la era capitalista desarrollada en que, por un lado, capitales enormes están concentrados en manos de individuos y por otro, junto a los capitalistas individuales aparece el capitalista asociado (sociedades por acciones) y al mismo tiempo el sistema crediticio está desarrollado, un contratista capitalista sólo excepcionalmente construye por encargo, para particulares aislados.
Hace negocio construyendo hileras de casas y barrios enteros para el mercado, así como capitalistas individuales hacen negocio construyendo vías férreas como contratistas.
Las declaraciones de un contratista ante la comisión de bancos de 1557 nos informan acerca de cómo la producción capitalista ha trastocado la construcción de casas en Londres.
En su juventud, dice, las casas se construían casi siempre por encargo, y el importe se pagaba al empresario por cuotas durante la construcción, al irse completando ciertos estadios de ésta.
Sólo se construía poco con fines especulativos; si los empresarios entraban en [284] esto, ello se debía principalmente a la conveniencia de mantener ocupados regularmente a sus obreros, y así mantenerlos reunidos.
En los últimos 40 años todo esto se ha modificado.
Ahora ya sólo se consruye muy poco por encargo.
El que necesita una casa nueva busca una entre las construidas para especulación o entre las que aún se están construyendo.
El empresario ya no trabaja más para el cliente, sino para el mercado; al igual que todos los otros industriales, está obligado a tener mercancías terminadas en el mercado.
Mientras antes un empresario tenía quizás tres o cuatro casas simultáneamente en construcción con fines especulativos, ahora tiene que comprar un terreno de grandes dimensiones (es decir, en términos continentales, arrendarlo de ordinario por 99 años), edificar hasta 100 ó 200 casas en él y meterse así en una empresa que supera en veinte o hasta cincuenta veces su propio patrimonio.
Los fondos se consiguen mediante hipotecas, y el dinero se va poniendo a disposición del empresario a medida que progresa la construcción de las diversas casas.
Si entonces se produce una crisis que paraliza el pago de las cuotas de adelanto, fracasa habitualmente toda la empresa, en el mejor de los casos, las casas quedan sin terminar hasta que lleguen tiempos mejores; en el peor, se las pone en subasta y se las vende a mitad de precio.
Hoy ningún empresario puede progresar ya sin construir confines especulativos y en gran escala.
La ganancia que obtiene de la construcción misma es extraordinariamente pequeña; su ganancia principal consiste en el alza de la renta de la tierra, en la elección y el aprovechamiento correctos del terreno para construcciones.
Por esta vía de la especulación que anticipa la demanda de casas se han construido casi todos Belgravia y Tyburnia y los miles y miles de casas de campo alrededor de Londres.
(Abreviado del "Report from the Select Committee on Bank Acts", parte I, 1857, testimonios, preguntas 5.413 - 5.418, 5.435 - 5.436.)
La ejecución de obras que exigen un período considerablemente prolongado de trabajo y se efectúan en gran escala sólo pasa completamente a manos de la producción capitalista cuando la concentración del capital ya es muy importante y, por otra parte, el desarrollo del sistema crediticio le ofrece al capitalista el cómodo recurso de adelantar, y por ende también de arriesgar, capital ajeno [285] en lugar del propio.
Sin embargo, es evidente que el hecho de que el capital adelantado a laproducción pertenezca o no a quien lo emplea no influye en absoluto ni en la velocidad de rotación ni en el tiempo de ésta.
Las circunstancias que aumentan el producto de cada jornada laboral individual, tales como cooperación, división del trabajo, utilización de maquinaria, acortan al mismo tiempo el período de trabajo en los actos conexos de producción.
Así, la maquinaria abrevia el tiempo de construcción de casas, puentes, etc., las segadoras y trilladoras reducen el período de trabajo necesario para transformar el grano, maduro en mercancía terminada.
La construcción perfeccionada de barcos acorta, al aumentar la velocidad, el tiempo de rotación del capital desembolsado en la navegación.
Sin embargo, estas mejoras, que abrevian el período de trabajo y por tanto el tiempo por el cual hay que adelantar capital circulante, están ligadas generalmente a un desembolso aumentado de capital fijo.
Por otra parte, en determinados ramos, el período de trabajo puede reducirse mediante la mera ampliación de la cooperación; la construcción de una vía férrea se acorta poniendo en pie grandes ejércitos de obreros y atacando así la obra en muchos lugares.
En este caso, el crecimiento del capital adelantado reduce el tiempo de rotación.
Más medios de producción y más fuerza de trabajo tienen que estar reunidos bajo el mando del capitalista.
Por eso, si bien la reducción del período de trabajo está ligada generalmente al aumento del capital adelantado por un lapso más breve, de manera que la masa en que se adelanta el capital aumenta a medida que se abrevia el tiempo por el que se lo adelanta, hay que recordar aquí que, dejando a un lado la masa existente de capital social, lo importante es el grado en que los medios de producción y subsistencia, o en su caso la posibilidad de disponer de ellos, estén dispersos o reunidos en manos de capitalistas individuales, es decir, el grado que ya haya alcanzado la concentración de los capitales.
En la medida en que el crédito sirve de mediador para la concentración de capital en una sla mano, la acelera y la aumenta, contribuye a abreviar el período de trabajo y con él, el tiempo de rotación.
[286]
En los ramos de producción en que el período de trabajo, ya sea continuo o interrumpido, está prescrito por determinadas condiciones naturales, no puede producirse una reducción en virtud de los medios antes mencionados.
"La expresión:
rotación más rápida no se puede aplicar a las cosechas de cereales, puesto que sólo es posible una rotación al año.
Con respecto al ganado, simplemente preguntaremos:
¿cómo se puede acelerar la rotación de ovejas de dos y tres años y de bueyes de cuatro y cinco?" (W.
Walter Good:
"Political, Agricultural, and Commercial Fallacies", Londres, 1866, p.
325.)
La necesidad de tener antes dinero disponible (por ejemplo para pagar obligaciones fijas, como impuestos, renta de la tierra, etc.) resuelve el problema:
por ejemplo, se vende y sacrifica el ganado antes de que haya alcanzado la edad económica normal, con lo cual se inflige un grave daño a la ganadería; esto también provoca, finalmente, un aumento en los precios de la carne.
"La gente que antes criaba ganado principalmente para aprovechar con él, en verano, las pasturas de los Midland counties [1] y en invierno los establos de los condados del este...
se halla tan arruinada por las oscilaciones y las bajas de los precios de cereales, que está contenta de poder sacar provecho de los altos precios de la manteca y del queso; aquélla, la lleva semanalmente al mercado para cubrir los gastos corrientes; a cambio de éste, recibe adelantos de un agente que viene a buscar el queso no bien está en condiciones de ser trasportado y que, por supuesto, fija su propio precio.
Por esta razón, y como las explotaciones agropecuarias están dirigidas por los principios de la economía política, los terneros, que antes se enviaban desde las regiones lecheras al sur para su crianza, se sacrifican ahora masivamente a menudo cuando sólo tienen de ocho a diez días en los mataderos de Birmingham, Manchester, Liverpool y otras grandes ciudades vecinas.
Si en cambio la malta no estuviera gravada con impuestos, no sólo habrían sacado más ganancia los arrendatarios, y habrían podido así mantener su ganado joven hasta que creciera y pesara más, sino que a la gente que no cría vacas, la malta le habría servido, en lugar de la leche, para criar terneros, y se habría evitado en gran parte la terrible escasez actual de ganado joven.
Si ahora se le recomienda a esta gente humilde que críe los terneros, dicen:
[287] «Sabemos muy bien que la cría con leche valdría la pena, pero, en primer lugar, tendríamos que desembolsar dinero y no podemos hacerlo, y en segundo lugar, tendríamos que esperar mucho tiempo para recuperar nuestro dinero, mientras que en la lechería lo recobramos de inmediato»" (Ibíd., pp.
11, 12.)
Si el hecho de que la rotación se prolongue trae aparejadas semejantes consecuencias para los pequeños arrendatarios ingleses, es fácil comprender qué perturbaciones debe provocar entre los pequeños campesinos del continente.
Conforme a la duración del período de trabajo, es decir también al espacio de tiempo que transcurre hasta la terminación de la mercancía apta para circular, se acumula la parte de valor que el capital fio transfiere capa tras capa al producto, y se atrasa el reflujo de dicha parte de valor.
Pero ese retraso no ocasiona un nuevo desembolso de capital fijo.
La máquina sigue actuando igual en el proceso de producción, ya refluya con mayor o menor rapidez, en forma de dinero, la reposición de su desgaste.
Algo distinto ocurre con el capital circulante.
No sólo hay que fijar capital por un lapso más prolongado, en proporción a la duración del período de trabajo, también hay que adelantar constantemente nuevo capital en salarios, materias primas y auxiliares.
[b] Por eso el reflujo atrasado actúa de manera diferente sobre ambos.
El capital fijo sigue actuando, ya sea más rápido o mas lento el reflujo.
En cambio el capital circulante se vuelve incapaz de funcionar cuando se atrasa el reflujo, cuando está fijado en la forma de producto no vendido o no terminado, que todavía no se puede vender, y no existe capital suplementario para renovarlo in natura.
"Mientras el campesino se muere de hambre, su ganado prospera.
Había llovido bastante y el pasto era abundante.
El campesino indio se morirá de hambre junto a un buey gordo.
Los preceptos de la superstición se muestran crueles con el individuo, pero conservan la sociedad; la [288] conservación del ganado de trabajo asegura la continuidad de la agricultura y con ella las fuentes del sustento y la riqueza futuros.
Podrá sonar duro y triste, pero es así:
en la India es más fácil reponer a un hombre que a un buey." ("Return, East India.
Madras and Orissa Famine", nº 4, p.
44.) Compárese con esto el principio del "Manava-Dharma-Sastra", cap.
X, 62:
"La ofrenda de la vida sin recompensa, para mantener a un sacerdote o a una vaca...
puede asegurar la bienaventuranza de estas tribus de origen inferior".[2]
Desde luego es imposible suministrar un animal de cinco años antes de que hayan transcurrido los cinco años.
Lo que sí es posible, dentro de ciertos límites, es preparar los animales en menos tiempo, mediante un tratamiento modificado, para el destino que se les quiere dar.
Esto es lo que consiguió particularmente Bakewell.
Antes, las ovejas inglesas, como las francesas aún en 1855, no estaban prontas para el matadero antes de los cuatro o cinco años.
Con el sistema de Bakewell, una oveja de un año ya se puede engordar y en todo caso, antes de que termine el segundo año de vida, ha llegado ya a su completo desarrollo.
Mediante una cuidadosa selección artificial, Bakewell, un arrendatario de Dishley Grange, redujo el esqueleto de las ovejas al mínimo necesario para su existencia.
A sus ovejas se las llamó New Leicesters.
"Ahora el criador puede suministrar al mercado tres ovejas en el mismo lapso en que antes preparaba una, y con un desarrollo mayor, más redondeado y amplio, de las partes que rinden más carne.
[...] Casi todo su peso es pura carne."[3] (Lavergne:
"The Rural Economy of England..." , 1855, p.
20.) Los métodos que abrevian el período de trabajo son aplicables sólo en muy diversos grados en los distintos ramos de la industria y no nivelan las diferencias de duración entre los distintos períodos de trabajo.
Para seguir con nuestro ejemplo:
mediante la utilización de nuevas máquinas-herramientas podrá reducirse en términos absolutos el período de trabajo necesario para producir una locomotora.
Pero si en virtud de procesos perfeccionados en la hilandería se aumenta mucho más rápidamente el producto terminado que se entrega diaria o semanalmente, la duración del período de trabajo en la fabricación de máquinas habrá aumentado sin embargo, en términos relativos, en comparación con la hilandería.
[a]
a En el manuscrito de Marx ( II, p.
73) se lee, en lugar de este título, el subtítulo siguiente:
"b) Diferencias en la duración del acto de producción".
(R 646/1.)
[1] [49] Midland counties.-- Condados centrales de Inglaterra, y especialmente los de Derby, Leicester, Nottingham, Rutland, Northampton, Stafford y Warwick.-- 286.
[b] b En la 1ª edición figuraba en este lugar la frase siguiente:
"Se observa aquí cómo las diferencias entre capital fijo y capita circulante derivan del papel que en el proceso de trabajo desempeñan los diversos factores, al continuar operando unos en repetido:
procesos laborales mientras que a los otros se los repone sin cesar, al ser necesario, por tanto, que la circulación reponga constantemente a éstos, pero no a aquéllos".
[2] [50] En la versión inglesa de las "Leyes de Manú" que figura en las "Works de sir William Jones (vol.
7, p.
59), este pasaje dice así:
"La ofrenda de la vida, sin recompensa, a fin de mantener un sacerdote o una vaca, una mujer o un niño [a priest or a cow, a woman or a child], puede asegurar la bienaventuranza de estas tribus de origen inferior" (véase K 256).
En "Werke" se indica como fuente "Manava Dharma Sastra, or the Institutes of Manu according fo the Gloss of Kulluka, comprising the Indian System of Duties, Religious and Civil", 3ª ed., Madrás, 1863, p.
281.
"Las Leyes de Manú" constituyen un código en el que se compendian las normas legales y principios morales de los brahmanes.
El libro, que se apoya en literatura jurídica más antigua, surgió probablemente entre el siglo II a.n.e.
y el II d.n.e.
Fue atribuido a Manú, que en la mitología índica es el fundador del género humano, el primer rey y el primer legislador.-- 288.
[3] [51] Traducimos la versión que figura en el original alemán.
En la versión inglesa (TI 241) dice así la parte central de la cita:
"[...] y si no tienen mayor alzada, son más anchas, redondeadas y presentan un desarrollo mayor en las partes que rinden más carne", etcétera.-- 288.