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CAPITULO XIX
EL CAPITAL DEDICADO AL TRAFICO
DE DINERO
Los movimientos puramente técnicos que efectúa el dinero en el proceso de circulación del capital industrial y, como podemos añadir ahora, del capital dedicado al tráfico de mercancías (puesto que éste se hace cargo, en cuanto movimiento propio y peculiar suyo, de una parte del movimiento de circulación del capital industrial), tales movimientos, autonomizados hasta constituir la función de un capital particular que los ejecuta a ellos, y sólo a ellos, como operaciones que le son inherentes, transforman a ese capital en capital dedicado al tráfico de dinero.
Una parte del capital industrial y más exactamente también del capital dedicado al tráfico de mercancías, no sólo existiría permanentemente en forma de dinero, como capital dinerario en general, sino como capital dinerario empeñado en estas funciones técnicas.
Del capital global se separa entonces y se autonomiza una parte determinada en forma de capital dinerario, cuya función capitalista consiste exclusivamente en llevar a cabo esta especie de operaciones para toda la clase de los capitalistas industriales y comerciales.
Al igual que en el caso del capital dedicado al tráfico de mercancías, se separa una parte del capital industrial existente en el proceso de la circulación bajo la figura de capital dinerario, llevando a cabo estas operaciones del proceso de reproducción para todo el capital restante.
Una vez más, los movimientos de este capital dinerario son [404] solamente movimientos de un parte autonomizada del capital industrial empeñado en su proceso de reproducción.
Sólo cuando se invierte capital nuevo y en la medida en que se invierte lo cual es también el caso en la acumulación , aparece el capital en forma de dinero como punto de partida y punto terminal del movimiento.
Pero para cada capital que ya se halla en su proceso, tanto el punto de partida como el punto terminal aparecen sólo como un punto de transición.
En la medida en que el capital industrial tenga que efectuar, desde su salida de la esfera de la producción hasta su reingreo en la misma, la metamorfosis M'-D-M, en esa medida D sólo es, de hecho y tal como ya se demostrara en la circulación mercantil simple, el resultado final de una fase de la metamorfosis para ser el punto de partida de la fase opuesta, que la complementa.
Y aunque para el capital comercial el M-D del capital industrial siempre se presenta como D-M-D, también para él, una vez que está comprometido, el proceso real es continuamente M-D-M.
Pero el capital comercial recorre simultáneamente los actos M-D y D-M.
Es decir que no sólo un capital se encuentra en la fase M-D, mientras que el otro se encuentra en la fase D-M, sino que el mismo capital compra y vende permanentemente y en forma simultánea a causa de la continuidad del proceso de producción; se encuentra continua y simultáneamente en ambas fases.
Mientras que una parte del mismo se transforma en dinero para reconvertirse más tarde en mercancía, la otra se convierte simultáneamente en mercancía para retransformarse en dinero.
El que el dinero actúe aquí como medio de circulación o como medio de pago depende de la forma del intercambio mercantil.
En ambos casos, el capitalista debe pagarle dinero constantemente a muchas personas y constantemente debe recibir dinero en pago de muchas personas.
Esta operación meramente técnica del pago y del cobro de dinero constituye un trabajo de por sí, el cual, en la medida en que el dinero funciona como medio de pago, torna necesarios cálculos de balance, actos de compensación.
Este trabajo es un costo de circulación, y no un trabajo que crea valor.
Se lo abrevia haciendo que un sector específico de agentes o capitalistas lo lleven a cabo para toda la restante clase capitalista.
[405] Una parte determinada del capital debe existir permanentemente como tesoro, como capital dinerario potencial:
reserva de medios de compra, reserva de medios de pago, capital desocupado que, en forma de dinero, espera que se lo emplee, y una parte del capital refluye constantemente bajo esta forma.
Esto hace que, además de cobrar, pagar y llevar la contabilidad, se torne necesaria la conservación del tesoro, lo cual a su vez constituye una operación especial.
Es pues, de hecho, la constante reducción del tesoro a medios de circulación y medios de pago y su nueva formación a partir de dinero obtenido en la venta y de pagos vencidos; este constante movimiento de la parte del capital existente como dinero, separado de la propia función del capital, esta operación puramente técnica es lo que ocasiona trabajo y costes especiales, costos de circulación.
La división del trabajo trae aparejado el hecho de que estas operaciones técnicas condicionadas por las funciones del capital sean llevadas a cabo, en la medida de lo posible y para toda la clase de los capitalistas, por una sección de agentes o capitalistas en cuanto sus funciones exclusivas, concentradas en sus manos.
En este caso, como en el capital comercial, se trata de una división del trabajo en un sentido doble.
Se convierte en una actividad especial, y puesto que se la lleva a cabo en cuanto tal para el mecanismo dinerario de toda la clase, se la concentra, se la ejerce en gran escala; y una vez más se verifica una división del trabajo dentro de esta actividad especial, tanto por división en distintos ramos independientes entre sí, como por perfeccionamiento de los lugares de trabajo dentro de esos ramos (grandes oficinas, numerosos contables y cajeros, división del trabajo desarrollada).
El pago del dinero, su cobro, el saldo de balances, el manejode cuentas corrientes, la conservación del dinero, etc., separados de los actos en virtud de los cuales se tornan necesarias estas operaciones técnicas, convierten al capital adelantado en estas funciones en capital dedicado a operaciones dinerarias.
Las diversas operaciones de cuya autonomización hasta convertirse en actividades especiales surge el comercio dinerario, resultan de las diferentes determinaciones del propio dinero y de sus funciones, que por ende también debe desempeñar el capital en la forma de capital dinerario.
[406] He señalado anteriormente cómo el sistema dinerario se desarrolla originariamente, en general, en el intercambio de productos entre diversas entidades comunitarias [1]a Véase, asimismo, en la presente edición, t.
I, vol.
1, pp.
107-108..
Por ello, el comercio dinerario, el comercio con la mercancía dineraria, se desarrolla en primera instancia a partir del tráfico internacional.
En cuanto existen diversas monedas nacionales, los comerciantes que compran en países extranjeros deben convertir su moneda nacional en la moneda local y viceversa, o bien también diversas monedas a cambio de plata u oro puros, no amonedados, en condición de dinero universal.
De ahí el negocio de los cambios, al que debe considerarse como uno de los fundamentos naturales del comercio dinerario moderno [2].
De allí se desarrollaron los bancos de cambio, en los cuales la plata (o el oro) desempeñan el papel de dinero mundial actualmente de dinero bancario o dinero comercial a diferencia de la moneda corriente.
El negocio cambiario, [407] en cuanto mera orden de pago a viajeros por parte del cambista de un país a otros, ya se había desarrollado en Roma y en Grecia a partir del negocio cambiario propiamente dicho.
El comercio con oro y plata como mercancías (materias primas para la producción de artículos suntuarios) constituye la base natural del comercio con lingotes (bullion trade) o del comercio que media las funciones del dinero en cuanto dinero mundial.
Estas funciones, como hemos explicado anteriormente (libro I, capítulo III, 3, c) [b], son dobles:
recorrer en ambos sentidos el camino que media entre las diversas esferas nacionales de la circulación para nivelar los pagos internacionales y en casos de migración del capital dado a interés; y además un movimiento, a partir de las fuentes de producción de los metales preciosos, a través del mercado mundial y la distribución del abastecimiento entre las diversas esferas nacionales de la circulación.
Durante la mayor parte del siglo XVII, en Inglaterra aún desempeñaban los orfebres el papel de banqueros.
Omitimos aquí por completo la consideración de cómo prosigue desarrollándose la nivelación de los pagos internacionales en el comercio cambiario, etc., así como todo cuanto se refiera a negocios con títulos y valores, en suma, todas las formas particulares del sistema crediticio, que no nos incumbe aún aquí [3].
En cuanto dinero mundial, el dinero nacional se despoja de su carácter local; un dinero nacional se expresa en otro, y así todos se reducen a su contenido en oro o plata, mientras que al mismo tiempo estos dos últimos, en cuanto las dos mercancías que circulan como dinero mundial, pueden reducirse a su relación recíproca de valor, que cambia constantemente.
El comerciante de dinero convierte esta mediación en su actividad específica.
Así, el negocio cambiario y el comercio de lingotes son las formas más [408] primitivas del comercio dinerario, y dimanan de las dobles funciones del dinero:
como moneda nacional y como dinero mundial.
Del proceso capitalista de producción, así como del comercio en general incluso en el caso de modo precapitalista de producción resulta:
Primero, la acumulación del dinero como tesoro, es decir ahora de la parte del capital que siempre debe existir en forma de dinero, como fondo de reserva de medios de pago y de compra.
Esta es la primera forma del tesoro, tal como reaparece en el modo capitalista de producción y en general se forma en el desarrollo del capital comercial, cuando menos para éste.
Ambas cosas tienen vigencia tanto para la circulación interna como para la internacional.
Este tesoro se halla en flujo constante, se vierte constantemente en la circulación y sin cesar retorna de ella.
La segunda forma del tesoro es la del capital en barbecho, momentáneamente ocioso, en la forma de dinero, a la cual pertenece asimismo capital dinerario recién acumulado, no invertido aún.
Las funciones que torna necesarias este atesoramiento en cuanto tal son, en primera instancia, su conservación, contabilización, etcétera.
Segundo:
pero esto implica gastos de dinero al comprar, recaudaciones al vender, pagos y recepción de pagos, compensación de los pagos, etc.
Todas esas operaciones las lleva a cabo el comerciante de dinero, en primera instancia, como simple cajero para los comerciantes y capitalistas industriales [4] [5].
[409] El comercio dinerario se halla totalmente desarrollado y esto también ya en sus primeros comienzos en cuanto a sus restantes funciones se une la de conceder y recibir préstamos y la de comerciar con el crédito.
Acerca de esto trataremos en la sección siguiente, referida al capital que devenga interés.
El propio comercio con lingotes, el traslado de oro y plata de un país al otro, es sólo resultado del trafico de mercancías, determinado por el curso cambiario, que expresa la situación de los pagos internacionales y de la tasa de interés en diversos mercados.
El comerciante de lingotes en cuanto tal no hace más que mediar resultados.
Al considerar el dinero, tal como se desarrollan sus movimientos y características formales a partir de la circulación mercantil simple, hemos visto (libro I, cap.
III) que el movimiento de la masa del dinero que circula como medio de compra y medio de pago está determinado por la metamorfosis de las mercancías, por el volumen y la velocidad de la misma que, tal como sabemos ahora, sólo es, a su vez, una fase del proceso global de la reproducción.
En lo que respecta a la obtención del material dinerario oro y plata a partir de sus fuentes de producción, la misma se resuelve en un intercambio directo de mercancías, en el intercambio de oro y plata en cuanto mercancía por otra mercancía, siendo en consecuencia asimismo una fase [410] del intercambio mercantil, al igual que la obtención de hierro o de otros metales.
Pero en lo que respecta al movimiento de los metales preciosos en el mercado mundial (hacemos abstracción aquí de ese movimiento, en la medida en que expresa una transferencia de capitales a título de préstamo, una transferencia que ocurre asimismo bajo la forma de capital mercantil), se halla totalmente determinado por el intercambio internacional de mercancías, tal como el movimiento del dinero en cuanto medio interno de compra y de pago está determinado por el intercambio mercantil interno.
Las emigraciones e inmigraciones de los metales preciosos de una esfera nacional de la circulación a otra, en la medida en que sólo están ocasionadas por devaluación de la moneda nacional o por el bimetalismo,son ajenas a la circulación del dinero en cuanto tal, y constituyen la mera corrección de aberraciones arbitrarias, surgidas por razones de estado.
Por último, en lo que respecta a la formación de tesoros, en la medida en que ésta constituye un fondo de reserva de medios de compra o pago, tanto para el comercio interno como exterior, y asimismo en la medida en que es una mera forma de capital momentáneamente en barbecho, en ambos casos se trata sólo de un precipitado necesario del proceso de circulación.
Así como toda la circulación del dinero es, en su extensión, sus formas y sus movimientos, mero resultado de la circulación de mercancías, que desde el punto de vista capitalista sólo representa el proceso de circulación del capital (y en ello se halla comprendido el intercambio de capital por rédito y de rédito por rédito, en la medida en que el gasto de réditos se realiza en el comercio minorista), es totalmente obvio que el comercio dinerario no sólo media el mero resultado y la forma en que se manifiesta la circulación de mercancías, la circulación de dinero.
Esta propia circulación del dinero, en cuanto factor de la circulación mercantil, está dada para él.
Lo que media son sus operaciones técnicas, las que concentra, abrevia y simplifica.
El comercio dinerario no forma los tesoros, sino que suministra los medios técnicos para reducir a su mínimo económico este atesoramiento, en la medida en que éste es voluntario (vale decir, en que no es expresión de capital ocioso o de una perturbación del proceso de reproducción), al no tener que ser los fondos de reserva para medios de compra y pago, cuando se los administra para toda la clase [411] capitalista, tan grandes como deberían serlo si lo fuesen para cada capitalista en particular.
El comercio dinerario no compra los metales preciosos, sino que sólo intermedia su distribución en cuanto los ha comprado el comercio de mercancías.
El comercio de dinero facilita el saldo de balances, en la medida en que el dinero actúa como medio de pago, y disminuye, en virtd del mecanismo artificial de estas compensaciones, la masa de dinero requerida para ello; pero no determina la conexión ni el monto de los pagos recíprocos.
Las letras y cheques, por ejemplo, que se intercambian mutuamente en bancos y clearing houses [cámaras de compensación], representan transacciones totalmente independientes, son resultados de operaciones dadas; sólo se trata de una mejor compensación técnica de estos resultados.
En la medida en que el dinero circula como medio de compra, el monto y el número de compras y ventas son totalmente independientes del comercio dinerario.
Sólo puede este último abreviar las operaciones técnicas que las acompañan, y de ese modo reducir la masa del dinero en efectivo necesario para su rotación.
Por consiguiente, el comercio dinerario en la forma pura en la cual lo consideramos aquí, es decir separado del sistema crediticio, sólo tiene que ver con la técnica de una fase de la circulación de las mercancías, a saber con la circulación del dinero y con las diversas funciones del dinero que de ello surgen.
Esto diferencia fundamentalmente al comercio dinerario del comercio mercantil, que media la metamorfosis de la mercancía y el intercambio de mercancías, o que incluso hace aparecer este proceso del capital mercantil como proceso de un capital separado del capital industrial.
Por ello, si el capital dedicado al tráfico de mercancías revela una forma de circulación propia, D-M-D, en la cual la mercancía cambia dos veces de lugar y con ello refluye el dinero, en oposición a M-D-M, en la cual el dinero cambia dos veces de dueño y de ese modo media el intercambio de mercancías, en cambio no es posible demostrar la existencia de ninguna de tales formas particulares para el capital dedicado al tráfico de dinero.
En la medida en que, en esta mediación técnica de la circulación del dinero, el capital dinerario resulta adelantado por un sector particular de capitalistas un capital que representa, en escala actualizada, el capital adicional [412] que en otras condiciones debían adelantar ellos mismos para esos fines los comerciantes y capitalistas industriales , también esta presente aquí la forma general del capital, D-D'.
En virtud del adelanto de D se genera D + D para el que lo adelana.
Pero la mediación de D-D' no se refiere aquí a los factores materiales de la metamorfosis, sino sólo a sus factores técnicos.
Es evidente que la masa del capital dinerario con el que tienen relación los comerciantes de dinero, es el capital dinerario que se halla en circulación y que pertenece a los comerciantes e industriales, y que las operaciones que llevan a cabo son sólo las operaciones de aquellos a quienes sirven de intermediarios.
Resulta igualmente claro que su ganancia es sólo una deducción del plusvalor, puesto que sólo tienen que habérselas con valores ya realizados (aunque sólo realizados en forma de obligaciones de crédito).
Al igual que como sucede en el caso del comercio de mercancías, también aquí ocurre una duplicación de la función.
Pues una parte de las operaciones técnicas vinculadas con la circulación del dinero debe ser llevada a cabo por los propios comerciantes y productores de mercancías.
[1]
42 "Zur Kritik der Politischen Ökonomie", p.
27 (a).
[2] 43 "Ya a partir de la gran diversidad de las monedas, teniendo en cuenta tanto su ley como el cuño de los muchos príncipes y ciudades que gozaban del privilegio de acuñar moneda, se originó la necesidad, en las transacciones comerciales en las que se requería la compensación mediante una moneda, de servirse por doquier de la moneda local.
Con el objeto de efectuar sus pagos en efectivo, cuando los comerciantes viajaban hacia un mercado extranjero se proveían de plata pura sin amonedar, y por cierto que también de oro.
Asimismo, antes de iniciar el viaje de regreso cambiaban por plata u oro no amonedados la moneda local obtenida.
Por ello, los negocios cambiarios, el trueque de metales preciosos no amonedados por moneda local y viceversa se convirtieron en un negocio sumamente difundido y lucrativo." (Hüllmann, "Städtewesen des Mittelalters", Bonn, 1826-1829 t.
I, pp.
437, 438.) "El banco cambiario no ha tomado su nombre...
de las letras de cambio, sino del cambio de clases de dinero.
Mucho antes de la fundación del Banco Cambiario de Amsterdam en 1609, ya existían en las ciudades comerciales de los Países Bajos cambistas y casas de cambio, y hasta bancos de cambio...
La actividad de estos cambistas consistía en que cambiaban las numerosas y diversas clases de monedas que traían al país los mercaderes extranjeros, por monedas de curso legal.
Paulatinamente se amplió el círculo de su influencia...
Se convirtieron en los cajeros y banqueros de su época.
Pero el gobierno de Amsterdam veía, en la unificación de la función del cajero con el negocio cambiario, un peligro, y para hacerle frente se decidió la fundación de un gran instituto que debía poseer plenos poderes públicos para encargarse tanto de los cambios como de los cobros.
Esa institución fue el célebre Banco Cambiario de Amsterdam de 1609.
De la misma manera, los bancos de cambios de Venecia, Génova, Estocolmo, Hamburgo, debieron su fundación a la continua necesidad del cambio de tipos de dinero.
De todos ellos, el de Hamburgo es el único que aun subsite a la fecha, porque la necesidad de semejante institución se hace sentir aún en esta ciudad comercial, que no posee un sistema monetario propio, etc." (S.
Vissering, "Handboek van Praktische Staathuishoudkunde", Amsterdam 1860, t.
I, pp.
247, 248.)
[b] b Véase, en esta edición, t.
I, vol.
1, pp.
173-178.
[3] [90] Rubel anota aquí:
"Tomemos en consideración la nueva alusión a la «rúbrica» del crédito que debe ser tratada «en otro lugar»".
Pero la expresión "en otro lugar" no figura en el original de Marx, al menos si Engels lo reproduce fielmente:
"das uns hier noch nichts angeht" no parece traducible por "dont nous nous occupons ailleurs" (subrayado nuestro, P.
S.).
En su afán por encontrar referencias al plan original de la obra económica de Marx, Rubel transforma en mención directa lo que es, en el mejor de los casos, una alusión indirecta.
- 407.
[4] 44 "Acaso en ninguna parte la institución de los cajeros haya conservado su carácter originario e independiente de una manera tan pura como en las ciudades comerciales de los Países Bajos (respecto al origen de la actividad de los cajeros en Amsterdam, véase E.
Luzac, "Hollands Rijkdom", parte III).
Sus funciones coinciden en parte con las del antiguo Banco de Cambios de Amsterdam.
El cajero recibe de los comerciantes que utilizan sus servicios cierta suma de dinero, a cambio del cual les abre un «crédito» en sus libros; además le envían sus títulos de crédito, que él cobra por cuenta de ellos y se los acredita; en cambio efectúa pagos según sus órdenes de pago (kassiers briefjes), cargando los importes en las cuentas corrientes de los comerciantes.
A cambio de esos cobros y pagos efectuados factura luego una pequeña comisión, que sólo constituye una remuneración adecuada por su trabajo en virtud de la importancia de las transacciones que efectúa entre las partes.
Si hay que compensar pagos entre dos comerciantes que trabajan ambos con el mismo cajero, dichos pagos se arreglan muy simplemente mediante una contabilización recíproca, pues los cajeros les compensan día a día sus obligaciones mutuas.
Por lo tanto, en esta intermediación de pagos consiste la actividad propiamente dicha del cajero; la misma excluye, por ende, empresas industriales, especulaciones y la apertura de créditos en blanco; pues en este caso la regla debe ser que el cajero no efectúe ningún pago más allá del saldo de quien haya abierto una cuenta en sus libros." (Vissering, loc.
cit., pp.
243, 244.) Respecto a las asociaciones de cajas existentes en Venecia:
"A causa de la necesidad y debido a las características locales de Venecia, donde el llevar consigo efectivo resulta más molesto que en otros lugares, los comerciantes mayoristas de esta ciudad introdujeron asociaciones de cajas bajo la garantía, inspección y administración correspondientes, y los miembros de tales asociaciones depositaban determinadas sumas, librando órdenes de pgo sobre ellas a sus acreedores, a raíz de las cuales la suma abonada se descontaba en la hoja del deudor en el libro llevado a tal efecto, agregándosela a la suma que en ese libro tenía a su favor el acreedor.
Son éstos los primeros comienzos de los así denominados bancos de giros.
Estas asociaciones son antiguas.
Pero si se las hace remontar al siglo XII, se las confunde con el Instituto de Empréstitos Estatales fundado en 1171." (Hüllmann, loc.
cit., pp.
453, 454.) {91}.
[5] [91] Nota de las viejas ediciones IMEL de "El capital":
"La cita, en parte, es libre".
- 409.